Partida Rol por web

Los seres se revolvieron ante el nuevo enemigo. Tres de ellos se encararon respectivamente contra Estragon, Deornoth y Carndra. Mientras otros seguían encarados contra los tres hermanos mayores gitanos, Marius, Antonio y Enrico. Detrás de los seis desarrapados que estaban en combate cuerpo a cuerpo se acumulaban otros tantos desarrapados. Estos permanecían en segunda línea, con las bocas abiertas y actitud desentendida, esperando su turno de combate.

Una cosa era cierta, y es que aquellos desarrapados no estaban acostumbrados a combatir. A pesar de que algunos portaban armas oxidadas, sus golpes eran lentos y erráticos. En ningún momento estuvieron cerca de dar a alguien.

En ese momento la puerta de la caravana se abrió de golpe, con tanta fuerza que estuvo a punto de revotar y darle un golpe a quien había abierto tan bruscamente la puerta. La que estaba en la puerta no era otra que Dulcimae. Su cara mostraba un terror y angustia. Solo pudo pronunciar una escueta frase. Se han llevado a Dominic. Dominic era el hermano más joven de la familia Vistani, el niño risueño y feliz.

Bueno, bueno, bueno... No seas así, mujer. Esas acusaciones sin fundamentos te están dejando muy mal delante de los lugareños. ¿Tienes pruebas? Te estás precipitando, Dulcimae. A lo mejor Dominic solo ha salido un momento fuera a sacar el pajarillo, echar una meada, descargar el odre de cerveza amarilla.

No era de extrañar que Estragón defendiese a los zarrapastrosos, pues el juego de darse golpes estaba muy bien, y el semiorco se lo estaba pasando pipa. Dió un bastonazo a la cabeza de su pareja de baile, así que por haber dado el primer golpe, iba ganando a su rival.

Mochuelo permanece agazapado en su escondite, atento a los acontecimientos que se desarrollan a corta distancia. Carga y dispara nuevamente.

Aunque no tiene muy claro si les está haciendo algún daño a aquellos extraños ¿"zombis"?

Ajeno a lo que me rodeaba, sigo golpeando a los seres, a pesar de no hacerles demasiado daño, sigo intentando acabar con ellos a base de espadazos.

Sin embargo, el grito de Dulcinae hace que gire la cabeza un momento, lo justo para que el zarrapastroso que tengo delante se abalance contra mí y golpee el aire a su alrededor

Mierda llego a decir preparándome para el ataque de la criatura, sin perder de vista al resto.

Los gritos desesperados de Dulcimae era totalmente fundaos y ciertos. En las sombras de las dunas puedes identificar a unos de los seres desarrapados portando un bulto de metro y medio que no para de patalear.

Dulcimae continuaba gritando desesperadamente haciendo oídos sordos a las palabras de Estragón. Los desarrapados continuaban con sus desganados ataques, la mayoría de los ataques eran demasiado lentos para impactar y otros tenían tan poca fuerza que no eran capaces de atravesar las armaduras.

Por parte de los aventureros. Los flechazos de Mochuelo eran certeros pero parecían no causar daño a los desarrapados, una de las fechas dio en la cabeza de uno de ellos quedando incrustada como un tocado. En cambio, el bastonazo fue mucho más efectivo. El certero golpe del cocinero abrió la cabeza del individuo como un melón maduro, dejando el ambiente lleno de un olor a nardo, betún, goma y especerías, y no del característico olor a sangre y vísceras.

Miró horrorizado el resultado de sus actos. ¿Por qué siempre que jugaba a una inofensiva batalla de pedradas o bastonazos las cosas siempre se desmadraban causando muertes?

Yo... Lo siento-se excusó ante los lugareños amigos del difunto-. Yo no quería... ¡Fue un accidente!

Estragón ya se veía a sí mismo como cocinero de presidio. Avanzó nervioso, tratando de explicarse. Tenía una zancada tan amplia y nerviosa como la de cualquier otro bárbaro, y terminó rodeando al pequeño grupo de amigos remendados raptores de niños.

Lo único que hice fue coger el bastón con las dos manos y golpear ligeramente la cabeza. Así-dijo, demostrando el movimiento contra otro de los afables lugareños.

Ashzyx continuaba subido en su atalaya observando la refriega. Una vez hubo dado buena cuenta de aquella jugosa pieza de fruta, al escuchar los gritos de horror de la joven vistani, el druida se apremió a bajar y preparse para el combate..

Poco o nada le importaban las vidas de aquellos zarraspastrosos pero dado que la familia de la caravana les habría mostrado el camino.. decidió ayudarles. Cerrando los ojos un instante, pidió ayuda a los señores elementales para canalizar su divino don arcano en forma de conjuro..

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Me mantengo a cierta distancia y preparo "Gracia Felina".

Al ver a aquel "ser" dando tumbos con su flecha atravesada en la cabeza, Mochuelo se quedó paralizado por un momento. "Mierda, estoy desperdiciando flechas". 

Entonces recordó las lecciones junto a su maestro. Hurgo en su zurrón, sacó yesca y pedernal, envolvió la punta de una flecha con los hierbajos secos que tenía al lado y les prendió fuego. Después apuntó con esmero y disparó una flecha ardiendo al cuerpo de uno de los enemigos.

Viendo que los golpes eran inefectivos, doy un paso hacia atrás alzando el símbolo sagrado. Estragón estaba siendo particularmente eficaz con las criaturas, y aunque parecieran más zombis que otra cosa, esa resistencia a las armas bien podría derivarse de su estado, muertos vivientes. Si bien el hecho de que estuvieran intentando coger a alguien se escapaba de toda lógica, pero dentro de mí quería salir de la duda que me estaba quemando por dentro.

Criaturas de la noche, volver al lugar del que salisteis y comenzad el descanso eterno del que nunca os tuvieron que haber despertado no tenía un claro convencimiento de que el poder de Heironeous llegase a este plano, pero casi me permití estos segundos para descubrirlo, alzando mi símbolo y manteniendo la guardia por si no surtiera el efecto deseado.

Miras el techo de mimbre trenzado de la habitación con satisfacción, estás cansado, extenuado, casi exhausto. El encuentro con la sacerdotisa ha sido duro e intenso. Los conocimientos de Isu no solo abarcaban la cosmología de aquel extraño reino, si no también, todo un surtido de artes amatorias que nunca habías visto. Todo tu saber palidecía ante el inalcanzable conocimiento de Isu en ese campo.  Podías aceptar que hombres perdieran su reino y todas sus riquezas por yacer una noche con aquella diosa del amor.

Ahora la sacerdotisa dormía plácidamente simplemente tapada por una fina bata de lino, su pecho bajaba y subía rítmicamente acompasando con su respiración. Bastet, la gata negra, ronroneaba plácidamente a sus pies.

Todo era tranquilidad. Hasta que el viento trajo hasta tus oídos el ruido de batalla, era casi un murmullo impredecible pero inconfundible. Reconocías claramente el sonido de las flechas silbado en el aire y el acero entrechocando. Seguramente sería una escaramuza pequeña, doce hombres en total, y a una distancia de unos cuatrocientos metros, la distancia del templo hasta la caravana de los gitanos.

Alertado por el ruido del combate, el joven elfo primero se aproximó a su amante y le apartó el pelo de la cara con una suave caricia.

Isu, despierta- susurró, intentando despertarla con la delicadeza típica de su raza.- Oigo ruidos de combate, algo raro sucede fuera.

Cuando vio que la sacerdotisa se desperezaba, se levantó de la cama y se vistió con rapidez.

- Voy a ver lo que ocurre. Esperabas algún ataque? Tienes guardias? No quiero dejarte sola.

De reojo miró al minino que había estado durmiendo tan plácidamente como su ama... Por esas cosas es por lo que la gente tenía perros y no gatos.

- ¡Allí! - Y Kendra señaló con el dedo hacía un lugar concreto de las dunas.
Entre las sombras de la arena había visto a uno de esos seres y ahora podía verse que arrastraba un bulto de metro y medio, más o menos. Lo más llamativo era que alguien pataleaba dentro del bulto, ofreciendo resistencia de alguna manera. Tenía que intentar parar a aquel ser, al menos hasta que los luchadores del grupo pudieran ocuparse.

Estragón volvió a propinar un tremendo bastonazo a otro de los desarrapados, puede que fuera el amigo del desgraciado al que el cocinero había destrozado la cabeza o simplemente alguien que pasaba por ahí. Pero lo que era indudable era el poco ímpetu que tenía al atacar. Ni uno solo de sus arañazos llegó a rebanar la fofa carne del semiorco.

Por su parte, Ashzyx, seguía haciendo méritos para ganarse la simpatía del grupo. Primero les robaba la comida y luego no les ayudaban en el combate. ¿Le ayudarían a él cuándo estuviera en apuros?

Mochuelo cambio de táctica. Todo el mundo sabía que el fuego purificaba. La flecha incendiaria voló hasta el centro de la marabunta de lugareños desarrapados calvándose en el pecho de uno de ellos. El cuerpo se incendió en segundos, convirtiéndose en una gran pila de fuego. Rápidamente el fuego comenzó a propagarse entre los demás desarrapados.

Y para colmo de males. El sacerdote alzo su símbolo sagrado y dos de los desarrapados en llamas comenzaron a correr erráticamente. Escapando de los gritos del sacerdote.

Los vistanis continuaban manteniendo a raya al grueso del ataque. Aunque el combate era bastante cómico, ni los gitanos daban a los lugareños, ni los lugareños conseguían golpear a los gitanos. Esto podía continuar así ad eternu.

Dulcimae continuaba gritando y llorando. Nadie le hacía caso. Solo la elfa, seguramente movida por el instinto maternal que tiene toda mujer, busco al niño perdido.  A lo lejos uno de los desarrapado huía corriendo con un bulto. Rápidamente, Kendra, lanzo uno de sus hechizos y el desarrapado quedo atrapado por una viscosa tela de araña. Carndra, que a pesar de su aspecto brutal era una mujer, se había desecho de los desarrapados que la atacaban y corrió a rescatar al niño.

El combate con los lugareños parecía ganado….

…. pero entonces. Sobre una duna de arena en la distancia, veis una sola figura iluminada por la luz de la luna. Es un hombre envuelto en tiras de lino podridas y coronado con un tocado de oro. Los desgarrados extremos de las telas se agitan con la brisa nocturna. El hombre comienza acerca unos pasos hacia vosotros, sus movimientos son trabados y torpes. El olor a muerte y a enfermedad se mezcla con la dulce y enfermiza fragancia de la goma y el palisandro.

Algo en vuestro cerebro se quiebra al ver avanzar al hombre, parece ser la encarnación del mismísimo mal.  

Isu se despierta, su cara se contrae en una mueca de horror y rápidamente sujeta tu muñeca. Por favor. No vayas. La noche es oscura y alberga horrores. No es seguro marcharse ahora. Su voz, aunque firme, tiene tintes de miedo.

La pelea comenzaba a recrudecerse cuando el caos cayó sobre el combate en forma de pira improvisada.. Ashzyx sabía que iba a necesitar más ayuda.. Intentando concentrarse, iinvocó* a algún aliado que pudiera ir cuerpo a cuerpo al encuentro de aquellos despojos.

De pronto, aquella figura apareció de entre las arenas. Aquel olor.. aquellas vendas rasgadas y ese torpe andar..

"Momia" pensó para si. La imagen del viejo fantasma de Haakar acudió a su recuerdo. 

Esto no va a ser a fácil.. murmuró para si. Acto seguido, Ash silvó con fuerza para avisar a Krick mientras se aprestaba al combate y esperaba ayuda que habría de llegar.. entonces, aquella corona (en la cual no había reparado hasta el momento) lo dejó congelado hasta el punto de casi parársele el corazón pues una corona es símbolo de poder más legítimo y primigenio.. cosa que, para un no muerto lo hacía aún más aterrador. Era un avatar del mal más ancestral. Ashzyx sintió unas ganas horribles de echar a correr.