Partida Rol por web

El miedo que sintió en las palabras de la sacerdotisa le afectó más de lo que quiso admitir. Ella, una ungida por los dioses locales, asustada de aquella forma...

- Pero Isu, si los aldeanos corren peligro no podemos quedarnos aquí sin hacer nada. Necesitan de su sacerdotisa para darles fuerzas. Saber que los dioses están con ellos. Salgamos y enfrentémonos con lo que nos ataca. En el grupo en el que vine hay fuertes guerreros, seguro que juntos podemos hacer algo.

No iba a obligar a la bella mujer a enfrentarse a sus miedos, pero él no podía quedarse escondido mientras gente inocente sufría.

- No deberías quedarte aquí sola, aunque sé que nunca estarás sola del todo pues tienes el amor de tus dioses, utiliza esa fuerza para venir a combatir conmigo. Yo no tengo mucho poder y seguro que tu ayuda sería inestimable.

Kelris cogió la mano de la mujer entre la suyas y la besó con afecto, intentando calmarla y darle algo de valor. No se trataba al fin y al cabo de la seguridad de su pueblo?

Como no quería insistir más en lo obvio, le besó en la frente a modo de despedida y se marchó a ver qué ocurría fuera.

Sonrío al comprobar que mi intuición no me había fallado, y mucho más el comprobar que Heironeous está presente en donde quiera que esté. El que hayas sido espantadas dos de esas criaturas, aunque no era mucho, sí suficiente para despejar la zona y comprobar que la contienda estaba prácticamente finiquitada. Mochuelo había resultado más eficiente de lo esperado, sacándose ese recurso del fuego de la chistera para acabar con uno de esos seres, mientras que Estragón seguía dando de palos con una eficacia pasmosa.

Bien hecho chicos, parece que ya está controlada la cosa atrevo a decirme, antes de escuchar a Kendra y mirar en su dirección. Con asombro veo una tela de araña formarse y dejar ahí atrapado a la cosa esa que se estaba llevando al niño, y rápidamente Carndra le recogía. Con alivio, suelto el aire, bajando momentánemente el escudo, comprobando con la mirada el campo de batalla.

En ese barrido, entra en mi campo visual una figura, fantasmagórica ante la luz de la luna, avanzar con una seguridad pasmosa. Un escalofrío recorre mi cuerpo, intentando discernir qué tipo de criatura es la que se acerca, aunque su mera presencia podría aterrar hasta a los más valientes.

A duras penas se aguanta las ganas de saltar y ponerse a bailar de alegría al contemplar el éxito de su flecha incendiaria, cuando divisa el imponente ser que se alza sobre la duna. "¿una momia?".

Siente un escalofrío de puro miedo recorriendo todo su sistema nervioso, pero aguanta. No es la primera vez que pasa por una experiencia parecida. 

Ser un "aprendiz de alquimista" me tenía que servir para algo...

Entonces, un pensamiento vuelve a su conciencia. la advertencia de la elfa-maga sobre el niño secuestrado. Busca con la mirada el punto indicado por la elfa y puede ver al monstruo secuestrador con el niño, atrapado en una especie de telaraña. También ve como la mujer de pelo rojo carga en aquella dirección. 

Sin pararse a pensarlo mucho, Mochuelo se levanta de su escondite y corre a su vez, en dirección al desharrapado y al niño con su espada corta en la mano.

Espera... Te voy a ayudar a apagar ese fuego.

Estragón alzó el bastón para usarlo como un atizador y golpear una y otra vez al pobre lugareño. Quizás, si le salvaba la vida, los demás le perdonarían por romper cabezas. Un pequeño bien siempre compensa un mal mayor, o algo así. Pero entonces, Rata asomó las patitas por debajo del gorro y arañó una sien verdosa. El semiorco giró la cabeza para mirar en esa dirección. Ya le valía a Rata. Si Estragón siguiese a lo suyo, se habría evitado la impactante visión. Quizás alguien hubiese gritado un "huid, insensatos". Un "huid, insensatos" a tiempo siempre puede salvar muchas vidas.

Por las barbas de Shóndakul, ¿quién mierdas es ese tipo?

Mientras no era capaz de dejar de mirar la horrible visión, que no se le iba de la cabeza, Estragón agitaba el bastón una y otra vez en su punto ciego. Golpeó con fuerza poco medida al lugareño al que aseguró que le iba a apagar el fuego, que lo hacía por su bien, que era para salvarle la vida. Oyó huesos quebrándose y articulaciones astillándose, pero seguro que el aldeano estaba bien.

- ¿Pero que os pasa? ¿Soy la única que ve venir el causante de esto hacía nosotros? ¡Maldita sea, verdoso, deja a ese pobre y ataca a ese! - Dijo Kendra señalando al mal encarnado en aquel extraño hombre. Viendo que varios de sus camaradas ni tomaban la iniciativa, desde su posición hizo unos aspavientos con su varita, señalando al enemigo - Eres feo y asustas al cocinillas y a ese enano... - Miró furtivamente, perdonandole la vida a Ashzyx que había demostrado ser de todo menos del grupo, en vista de sus acciones. - ¡Si nos atacas responderemos! ¡Feo, hijo mestizo de un chacal y un alacrán! - Espetó al individuo, usando su magia arcana para herirle, aunque fuese en sus sentimientos.

Los aldeanos comprenderán que si han de morir, será por el bien de sus dioses y por el mío propio. Contesto con tono arrogante y profundo, mientras se levantaba y la fina túnica de seda caía resbalando por las contorneadas cuervas de su cuerpo.  ¡Yo soy su sacerdotisa! ¡YO SOY SU DIOS! Morirán por mí gustosamente.

Nadie osara profanar este templo. Nadie que tenga en aprecio su vida pondrá un pie en este sagrado recinto sin temer mi ira. El horror que en un primer momento había nublado el rosto de Isu, se había transformado ahora en arrogancia y soberbia.  Su voz era atronadora y firme, sin atisbo de temor.

Mi querido, quedate a mi lado. Fuera solo encontraras la muerte.

Ashzyx  empezó a ver la cosas muy mal, tanto para él, como para sus nuevos compañeros. Y decidió intervenir en el combate. Entonces un frio escalofrió recorrió todo su cuerpo… Aun con los huesos ateridos por el frio del miedo, el druida consiguió pronunciar las palabras del hechizo y un majestuoso hipogrifo apareció surcando el aire.

El clérigo paró para tomar aliento y recalcular la situación, para él, el combate estaba prácticamente finiquitado.  Apenas quedaban cuatro desarrapado y el niño había sido rescatado. Deornoth miro hacia la colina y vio al ser, en su mente se formó una palabra “momia”. El clérigo no sabía mucho sobre ese ser, solo había escuchado rumores y cantos de bardos, sabia que era uno de los muertos vivientes más temibles sobre la faz de la tierra.

Estragón continuaba repartiendo bastonazos a diestro y a siniestros, aunque ahora sentía un nudo en el estómago y un sudor frio comenzaba a recorrer su frente. Ese tipo de la colina no  era normal…

Kendra, que se había alzado como líder militar de la partida de aventureros, comenzó a reorganizar el contraataque contra “causante de todo eso”. La maga intento herir al ser con insultos y con magia, pero el alcance de la varia no era suficiente para llegar hasta el ser y los proyectiles dieron contra uno de los desgraciados desarrapados.

La guerrea, viendo que el niño ya estaba relativamente seguro atrapado en las telas de araña de Kendra, decidió cambiar de objetico y correr hacia la momia. Cargo con todas sus fuerzas contra ella, propinándole un fuerte corte con su mandoble.

Entonces la momia detuvo su tambaleante andar y levantó los brazos. A pesar del aspecto frágil y descuajeringado de sus brazos, propino dos golpes a Carndra. Las afiladas unas atravesaron la armadura y un pequeño charco de sangre comenzó a formarse a los pies de la guerrera.  

Por mucho que deseara quedarse junto a la bella sacerdotisa y poder disfrutar por siempre de los placeres que ofrecía, sabía en su fuero interno que eso no estaba bien. El no tenía que dar respuesta a ningún dios y actuaba conforme a su conciencia y propios deseos, y en esta ocasión, la llamada de su conciencia era clara, no podía quedarse ahí sin hacer algo por salvar a los inocentes aldeanos.

El pequeño Abu había creído en la bondad de Isu, pero él no lo tenía tan claro. Hizo un último esfuerzo para convencerla antes de salir en ayuda de los de fuera.

- Isu, Abu y tu pueblo cuentan contigo. Y si no son los dioses quién han mandado la amenaza? Y si es algún enemigo de tus mismos dioses quien quiere exterminar tu poblado? Por qué iban a querer castigarlos?

Sal conmigo, si de verdad se trata de un sacrificio ordenado por tus dioses en vez de por algún loco, te prometo me quedaré aquí contigo y seré tu esclavo por siempre.

Se arrepintió al instante de lo que había dicho, pero es que le parecía muy mal que no saliese a ayudar a su pueblo.

Carndra era super heroica. Ya había salvado a Estragón de las arañas cabeza-elfo, y ahora lo mismo con una momia. Parecía que cada vez que Estragón tenía miedo, ella vendría cual caballera de brillante armadura a salvarle y protegerle. Allí había amor, estaba claro. El semiorco solo hacía ese tipo de proezas por su difunto hermano, y le quería un montón, eran uña y carne, y era otro tipo de amor, pero venía siendo lo mismo.

Entonces apareció un hipogrifo. A Estragón le agobiaba mucho que los enemigos fueran apareciendo en oleadas. Con los lugareños no pasaba nada porque solo querían jugar a las peleas, pero que primero apareciese la momia y después un caballo águila era bastante abrumador. El semiorco trató de espantar al bicho agitando el palo en el aire.

Fush... ¡Fush-fush! ¡Fuera! ¡Largo de aquí!

Mientras un extremo del bastón se agitaba a cierta altura, el extremo opuesto golpeaba a los afables lugareños sin que el cocinero se diese cuenta. Estaría bien que Carndra volviese a acudir en ayuda de Estragón, pero ella ya tenía lo suficiente con lo suyo.

El principal rival era esa momia, ¡¡una momia!! nada menos. Uno de los muertos vivientes más terribles contra los que podríamos enfrentarnos, fuera del alcance de un adepto de mi nivel. Tendríamos que destruirle a base de magia y acero.

Carndra había acudido de forma valerosa a salvar al pequeño, y ello la había llevado a enfrentarse a la terrible momia en solitaria. No podíamos dejarla sola, no contra esa criatura, aunque todavía estaba fuera del alcance, pero aún así podía intentar hacer algo.

Avancé lo que pude, ajeno al resto de desarrapados, mi principal atención estaba en esa momia; Mientras avanzaba, agarré el símbolo sagrado y comencé a murmurar unas oraciones. En un momento, una resplandeciente espada larga, de pura energía, se materializa por detrás de la momia intentando cortar vendas, pero solo se encuentra el aire a su paso.

Mochuelo se acerca a todo correr al lugar en donde se encuentra el muerto viviente que tiene prisionero al pequeño vistani. Con la espada en la mano se acerca a aquel patético despojo que una vez fue humano y le lanza un tajo al cuello con todas sus fuerzas, con la intención de decapitarlo y que deje libre al niño.

El enemigo de las vendas estaba bastante lejos para centrarse en el mismo. Pero aún debían ocuparse de aquellos feos adversarios antes de salvar al niño que estaba a mitad de camino.

- Vamos, camaradas, podremos con ellos. Yo haré que muerdan el polvo... La arena, más bien. - Rectificó la arcanista del grupo.

Tras ello, se concentró nuevamente en busca del poder arcano que necesitaba para apoyar a sus camaradas en el combate. Gesticuló con sus manos sacó algo de su bosa de componentes.

- ¡Kha æ Tø! - Y lanzó su hechizo sobre los desarrapados para impedirles el movimiento de alguna manera.

La sacerdotisa poso su mirada sobre ti, era una mirada de lastima y orgullo. Lástima hacia un mortal que no comprendía su situación en el complejo universo del desierto y orgullo de ser ella el centro de ese complejo universo. Marcha si es lo que consideras correcto. ¡Mi lugar está aquí, en el templo! Con esas duras palabras la Isu se despedía.

Poniéndote la ropa apresuradamente, corriendo medio desnudo por las desiertas calles de pequeño poblado llegas hasta las cercanías del oasis. Donde puedes ver que: Estragón, Kendra y los hermanos vistanis luchaban desesperadamente contra cuatro seres esqueléticos; Mochuelo corría hacia un montón de telas de araña; Ashzyx lloriqueaba detrás de una palmera, y Deornoth avanzaba hacia Carndra que luchaba contra un ser que parecía haber surgido de lo más profundo de una tumba. También, volando por el aire, hay un hipogrifo.

Otro de los bastonazos de Estragón deja de fuera de combate a otro de los desarrapados que cae al suelo. Entonces Kendra lanza un hechizo que cubre todo el suelo y los cuerpos de los desarrapados ya caídos con una fina película de grasa. Los tres desarrapados que quedan en pie patinan y a duras penas consiguen mantener el equilibrio. Entonces, el hipogrifo se lanza sobre el grupo y comienza a devorar a uno de los desarrapados. Ya solo quedan dos que reciben continuos bastonazos de los tres hermanos vistanis.

Mochuelo, que ya llevaba un rato corriendo, llega hasta el pequeño Dominic. El desarrapado que lo había capturado ahora se encuentra enredado por las telas de araña, y Mochuelo lo golpea a placer con la espada hasta decapitarlo.

Deornoth centro sus esfuerzos en ayudar a Carndra en su lucha épica contra la momia.  La espada larga que ha combocado acude en su ayuda solo corta el aire dejado un aura de chispas azules.

Entonces, medio desnudo y atándose el cinturón con todas sus pertenecías aparece Kelris.

Carndra levanta su espadón de nuevo. La pesada arma cae con fuerza sobre la momia, pero no llega a alcanzarla y se hunde pesadamente en la arena del desierto. Rápidamente,  Carndra, trata de recuperar el arma para poder defenderse de los ataque de la momia, pero algo parece retener el arma en el suelo. Una mano esquelética ha surgido de las arenas y agarra con fuerza el arma de la guerrera.