Partida Rol por web

Lo siguiente que sacó estragón de su mochila fue un limón. Lo arrojó a los perros, enfadándolos aún más. Estragón miró por encima de la nube de polvo y se esmeró por llamar la atención de sus compañeros.

Ffffffh. Fffffffffffffffh-trató de silbar en vano.

Sacó otro cuchillo de la mochila. Aún le quedaban tres. Había escuchado un nosequé de que se tienen que usar distintos cuchillos para carne y pescado. Contaminación cruzada, o algo así. No necesitaría tantos cuchillos si los limpiase de vez en cuando, ¿pero quién tiene tiempo? Lanzó el segundo cuchillo al mismo perro rabioso.

Juas, juas... ¡Ey, muchachos! ¡Atentos! ¡Del otro lado del humo vi a tres perros negros más!

Esos perros eran más duros de lo que había pensado, quizás debieran volver a cruzar la línea de alabastro. Pero entonces qué? Volver con la cabeza gacha y la misión sin completar? No podría soportar el rechazo de la vistani.

Kelris preparó de nuevo unos proyectiles mágicos que certeros golpearon al cánido que luchaba contra Deornoth.

-Mochueloooo, si puedes vete donde Ash y desde ahí disparales con tu arco

Dientes como bisturís rajan profundamente su carne. Aún no siente el dolor, pero sabe que es grave. El mundo es una confusa vorágine. Rabiosos ladridos. confusas imágenes de horribles cabezas perrunas a centímetros de su cara. Un olor almizclado y nauseabundo invade sus fosas nasales, provocándole arcadas. Y como telón de fondo de todo aquello, muchos gritos. Gritos y voces conocidas. Le llaman a él, pero no consigue responder. En su mente sólo queda un pensamiento: seguir vivo. Trepar.

Sin saber muy bien cómo, lo consigue. Hace un momento estaba rodeado de perros y ahora los ve desde arriba, gruñendo rabiosos y lanzándole dentelladas asesinas. Algo caliente y húmedo resbala abundantemente por su cuerpo. Ahora sí, siente el dolor.

-Estoy muy malherido... No sé cuánto tiempo podré aguantar...

Viendo que el único perro que la amenazaba estaba medio atontado por la rociada de color de su hechizo y que estaba a distancia suficiente, Kendra sacó su arco y apuntó para lanzarle una de sus flechas.

El mediano continuó agazapado  en cuclillas mientras observaba como el escorpión y el hipogrifo combatían. Conjuró a los elementos una vez más para pedir a modo de plegaría, la agilidad de un felino..

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* Preparo gracia felina.

Deornoth volvió a golpear al perro que ya estaba herido, a pesar del tremendo tajo que le había propinado de nuevo con la espada, el perro continuaba en pie con mirada desafiante y sin ningún titubeo de temor a la muerte. No era normal. Si fueran perros normales no lucharían hasta la muerte, huirían antes. El huir era un instinto de autoconservacion propio de los animales. Entonces otros dos proyectiles de mágicos de Kelris se hundieron en la carne del animal. El perro jimio unos segundos antes de caer al suelo, donde su cuerpo comenzó a descomponerse en una ceniza negra y espesa que el viento comenzó a arrastrar. Los perros que seguían en pie cerca de Deornoth volvieron a atacar con sus bocas llenas de espuma, pero esta vez sin éxito. Sus dientes resbalaban por la bruñida armadura de metal.

El siguiente cuchillo de Estragon golpeo otra vez al chucho en todos los morros. Uno de los hocicos del can estaba lleno de sangre, lo que le daba un aspecto aún mucho más temible.

Mochuelo, esta vez sí, consiguió trepar por una de las paredes quedando lejos del alcance de los dientes de los perros. Aun así, los dos perros se congregaron debajo de él y con infructuosos saltos trataban de alcanzar al aprendiz de alquimista que sangraba profusamente.

La flecha de Kendra fallo, estaba claro que la maga sabia de magia y hechizo pero no de arcos y de flechas. Si hubiera habido un elfo explorador en el grupo seguramente se hubiera burlado de ella.

Krick, el animal que acompañaba al pequeño Ashzyx, se interpuso frente a los perros. El escorpión trato de atrapar a uno de los canes con sus pinzas pero erro. Rápidamente los dos perros que atacaban a Ashzyx atacaron al escorpión con sus cuatro bocas. Finalmente desde el humo salió otro perro que se enfrentó a Krick.

El hipogrifo ataco a uno de los perros que luchaba contra el escopion. Las magníficas garras del hipogrifo sujetaron al perro mientras que con el pico arrancaba porciones de carne del lomo del animal.

Los malditos perros eran duros de cojones. Había necesitado dos espadazos y la ayuda de Kelris para eliminar a uno solo de esos chuchos infernales, y todavía quedaban muchos.

Con una mirada, observé el campo de batalla. Muchos dispersos, combatiendo cada uno como podía. Allá estaban Estragón y Mochuelo. El grasiento cocinero parecía que mantenía a uno de esos perros a raya, y por la sangre que salía de su boca parecía malherido. En contrapartida, Mochuelo acababa de llegar, más muerto que vivo, al mismo lugar que ocupaba Estragón y esperaba que comenzara disparar o atacar a los perros, o finalmente acabarían subiendo y sería su fin.

El pequeño Ash, inteligentemente se había mantenido fuera del alcance de los perros, y desde allí parecía que estaba ayudando con esas extrañas invocaciones que, si bien no parecían muy efectivas, al menos entretenían a los perros. No así esa mascota suya, acosada por tres de los perros y demasiado rápidos para él, esquivando sus pinzas fácilmente, al menos de momento.

A pesar de estar manteniendo a raya a los 3 perros que me acosaban, era cuestión de tiempo que volvieran a encontrar algún hueco en mi defensa. Había que hacer algo más.

Así, doy un pasito hacia atrás mientras comienzo a conjurar. Cuando acabo de pronunciar las palabras, una espada de energía aparece detrás de uno de los perros y le ataca, golpeándole en la cabeza y haciendo una fea herida.

Vamos, vamos, concentrar vuestros ataques en uno de ellos hasta que que mueran. No hacía falta decirlo, pero me sentía mejor hablando durante el combate.

Aunque fue un alivio ver como aquel can infernal caía, aún quedaban muchos más en pie. Agradeciendo en silencio la buena cobertura que le estaba dando Deornoth, retrocedió él también para mantenerse en la misma formación y volvió a conjurar su magia para seguir la misma estrategia que con el perro anterior.

No era necesario un explorador elfo para burlarse de Kendra, tenían a Estragón.

¡Buuuuh! ¡Un arco no es un libro, Kendra!

Ah, no... que desde que me ayuda a dormir ya me cae bien.

¡No te preocupes, Kendra! ¡La próxima irá mejor!

Estragón tiró un tomate al hocico de una de las cabezas de uno de los perros, y le dió un aspecto ensangrentado similar a las mandíbulas de la bestia herida. Volvió a rebuscar en su mochila, y lo siguiente que sacó fue... un frasco de aceite. Hizo ademán de lanzarlo hasta que se dió cuenta de su potencial. El semiorco usaba el aceite para cocinar, para avivar las brasas, incluyendo para preparar la carne de perro.

Aceite... fuego... perro... Tardó en asociar las ideas. Mordió el tapón y lo escupió, y empezó a derramar el aceite sobre los perros bicéfalos que tenía debajo, tan bien alineados debajo suya.

Momentáneamente a salvo de las dentelladas de los "perros", Mochuelo intenta acomodarse en el saliente rocoso al que se ha encaramado mordiéndose los labios para aguantar el dolor.

Rasga trozos de su ropa para crear unas rudimentarias vendas que consigan por lo menos parar la hemorragia. Conseguido este objetivo, más o menos, levanta la mirada para hacerse una idea general de la batalla.

Puede ver al guerrero acorazado acosado por varios perros y a Kelris, el mago elfo, convirtiendo a una de aquellas bestias en ceniza... ¡Buen golpe, pelo blanco, joder! 

Cerca de donde se encuentra y también encaramado a un saliente de la garganta, está el cocinero Estragón, rociando a los perros de abajo con aceite... Una fugaz imagen de una gigantesca bandeja de ensalada de perros tomate, cebolla y lechuga pasa por la cabeza de Mochuelo y está a punto de echarse a reír. Pero la risa muere en su garganta cuando una nueva oleada de dolor lo atraviesa de parte a parte.

El escorpión y el grifo del pequeño Ashzyx siguen combatiendo bravamente mientras su dueño los observa relativamente a salvo tras aquella línea negra.

Y Kendra acababa de fallar estrepitosamente su intento de flechazo. Mochuelo se hubiera reído si él mismo no hubiese hecho el ridículo un instante antes, cuando se cayó de culo entre las mandíbulas chorreantes de babas de aquellos bichos... 

Arma el arco y busca un objetivo. En un primer momento, escoge a uno de los perros que le están atacando, pero después una idea y un recuerdo llegan a su cabeza. A toda velocidad saca la yesca y el pedernal, desata una de las tiras de tela que había hecho servir como improvisada venda y la envuelve en la punta de la flecha. Le planta fuego y  apunta al perro herido al que Estragón ha ungido abundantemente con su asqueroso aceite de quemar.

Y dispara.

Debía guardar las distancias pero aquellos canes eran demasiados.. recordando las largas jornadas de cazería por las llanuras del Polvo, la voz del viejo maestro "Solotrespiernas" acudió como un eco lejano.. ".. mantén las manadas juntas mientras los flanqueas, sin dejar de moverte.. siempre, siempre guardando una distancia prudencial que permita margen de maniobra.." las palabras del tullido thri-keen resonarón en su recuerdo dándole una idea.

Como un acto reflejo, conjuró unas enredaderas* que mantivieran los cerberos a distancia.

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*- Lanzo Enredar en la zona que más perros pille. 

La puntería no era lo suyo y se podía apreciar por como fallaba por segunda vez un tiro de su arco contra esos perros negros de dos cabezas.

Una gota de sudor asomaba por la frente de la arcanista, que sentía que sin su magia no era gran cosa, pero tenía que ayudar al resto y defenderse de aquel chucho que la acosaba si quería seguir viviendo.

- ¡Maldita sea! ¡Este chucho quiere morderme! - Gritaba fuera de sí.

Deornoth dio un paso hacia atrás y conjuro una espada de energía que golpeo con fuerza a uno de los perros. Al dar el paso hacia atrás, el hombre acorazado a punto estuvo de tirar al suelo a Anubus, el mago estaba lo suficientemente concentrado para poder moverse y seguir conjurando los proyectiles mágicos.

Estragón empezó a “cocinar” al perro arrojándole comida y especias mientras se burlaba de la maga elfa. ¿En que estaría pensado el semiorco? ¿Habría perdido la cabeza por culpa del calor? Entonces Mochuelo improviso una flecha incendiara que da en el perro que comienza a arder. Parece que “la ensalada de perro” de Estragón acaba de convertirse en “perro a la brasa” por Mochuelo, un nuevo chef había surgido en el grupo

Kendra, alias la arquera que siempre falla, seguía desperdiciando flechas contra uno de los perros. Hasta Estragón se burlaba de ella. ¿Qué sería lo próximo, qué un enano disparara mejor fechas que ella? La elfa dio otro pasito más hacia atrás, y ya llevaba unos cuantos pasos hacia atrás, con este último paso atravesó la línea de adoquines negros.

Ashzyx conjuro a las plantas en aquel inhóspito terreno, era sorprendente que las enredaderas crecieran y atraparan a alguno de los perros. El escorpión seguía en su desesperada lucha contra los canes, sin mucho más éxito que Kendra. Pero el hipogrifo continuaba hiriendo al perro que tenía atrapado con poderosos picotazos. 

El muro de humo que Kendra había convocado empezó a desvanecerse poco a poco permitiendo ver a los aventureros todo el valle hasta el templo. Pero la nueva visión fue poco alentadora, tres nuevos perros estaban llegando junto a los aventureros y otros tres perros corrían por el valle levantado nueves de polvo, tardarían un poco más en llegar, pero también llegarían. El entrar en el templo se estaba volviendo una tarea imposible, solo era cuestión de tiempo que alguno de los aventureros pereciera entre los colmillos de los perros.

Uno, dos y tres de oros. Estas tres cartas están relacionas. Indican que el sol se pondrá varias veces antes que el rey pueda ser buscado. Esta noche será llamada la noche de Thoth. Puede haber otras cartas que muestren falsos tiempos. Esas fueron las palabras de Dulcimae. Y si las palabras de la adivina eran correctas, puede que solo se pudiera entrar en el valle en la noche de Thoth

El olor a carne asada que venía del perro le recordó que tenía hambre. Involuntariamente, su boca se llenó de saliva. Intentó apartar de su mente la imagen de un muslo de perro asado en su punto y chorreando grasa. Le fue difícil, pero finalmente lo consiguió. 

Precariamente encaramado en aquella pared y sangrando por varias heridas no tenía demasiadas opciones. Hizo lo que sabía hacer mejor...

Disparó una nueva flecha.

¡Gracias por esa flecha, rosadito!-dijo al pálido y calavérico Mochuelo-Uno, dos... ¡Un porrón de perros más se acercan!-avisó-Lo de quedarse por detrás de los adoquines negros no te va a ayudar mucho más, mediano cobardica. Ven a luchar como los demás y súbete a un lugar elevado como lo haría un machote sin miedo. Uy, esa dentellada estuvo cerca.

Estragón aún no había olvidado la predicción de las cartas, pero estaba fuertemente influenciado por la visión de la sombra proyectada de Anubis que vió en el pueblo, y que él tomó por señal. Así que no, no creía que aquel día luminoso fuese la Noche de Thoth. De hecho, el cocinero creía que se habían pasado de fecha.

Si ya sabía yo que la Noche de Thoth era anoche, si se los dije. "No, Estragón, durmamos un poco y vayamos por la mañana", mimimimimi... Ay, qué paciencia. Shóndakul recompensa a los que saben ser puntuales y castiga a los que se hacen los remolones en el camino-farfulló, mientras rebuscaba el siguiente objeto de su mochila.

Su mano de dedos regordetas sacaron un pedernal. Metió el brazo entre su cuerpo y la pared de roca, haciendo movimientos arriba y abajo que los demás no podían ver porque las enormes espaldas de Estragón se los tapaban.

Vamos, fu, fu, fu, más rápido, más, más, más, dale y dale, fu, fu, fu...

Lo que estaba sujetando la mano oculta seguía siendo el pedernal, y los movimientos eran para golpearlo contra la roca intentando prender una chispa que por efecto de la gravedad cayese en otro de los perros de justo debajo de él que habían sido rociados y aliñados por su aceite. No lo consiguió, y eso que Estragón ya tenía callo en ese movimiento en concreto (por el mortero, de picar las hierbas para condimentar).

Son demasiado!- exclamó el elfo al ver que no dejaban de venir más perros.

No le quedaban muchos recursos mágicos, pronto tendría que hacer uso de su ballesta y, aunque seguramente no fuera tan malo como su 'prima', quizás era momento de retirarse. Al menos lo habían intentado.

- Deberíamos retroceder!

Kelris no dejó su posición, manteniendo en todo momento la distancia con el clérigo. Si Deornoth se quedaba, él haría lo mismo.

Esperó a ver qué decisión tomaba su 'escudo humano' y fue preparándose para lo que fuera.

Efectivamente eran muchos, y lo peor de todo es que parecía que no iban a dejar de salir, o quizás sí.

Antes de retroceder, teníamos que asegurarnos de que no había otra forma, pues estábamos gastando recursos valiosos que más tarde podríamos necesitar.

Aguantemos un poco más y veamos si siguen apareciendo estos putos perros o dejan de salir en algún momento, pero vayamos reculando hasta la linea de adoquines

Tras estas palabras volví a asestar un golpe con la espada, mientras la espada de energía seguía golpeando. 

Viendo que sus camaradas, sobre todo el grandullón acorazado, se iban retirando poco a poco, Kendra no lo dudó e hizo la misma operación: Recular, manteniendo la misma posición, tras la línea de defensa que le ofrecían sus camaradas guerreros.

En vista de ello, y viendo que aún así debía seguir intentando defenderse y ayudar, volvió a probar fortuna con una de sus flechas, que por fortuna esta vez rozaron al perrito de dos cabezas, dejándole un feo arañazo en una de sus patas.

- ¡Por fin, ya era hora! - Dijo sonriente.

Hora de atacar.. Ash cogió tres guijarros puntiagudos y encantó con un ensalmo las piedras* buscando causar el máximo daño con su honda. Apuntó al perro más cercano y disparó.

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*- Encantar piedra (1d6+1) daño

Gracia Felina Activa: +4 DES : Des 24 (+7) / 

Tirada de Ataque : 22!