Partida Rol por web

Leaith no era de hacer mucho caso, pero esta vez lo hizo. Viendo que Evea tenía al muchacho bajo control, se dispuso a cavar en la zona donde habia desaparecido Becky.

Arf, uf, argh....- exclamaba mientras hacía esfuerzos casi divinos por ahondar la superficie de la helada nieve.

En el colo de Evea, Loki recuperaba la consciencia cuando sentía el calor de la magia de curación de la barda.

Cof, cof... ¿quieres ser mi mamá?

La Gata no respondió, pero son animales con instintos maternales muy fuertes, y apretó al niño abrazándolo contra su pecho.

Mientras Leiath empezaba siquiera a arañar la superficie de la nieve que le separaba de Becky, sin saber si seguiría viva o ya se habría desangrado hasta morir, un sepulturero malherido, tambaleante, lograba al fin que sus golpes enterrasen a Tybalt. El tiflin no pudo apartarse esta vez del agujero que se abrió bajo él, y pagó muy cara la decisión de Flame en la tienda de Otto Mangleflow de comprar una espada de hierro frío en lugar de plata.

¡GRRRRRRRR!

Aquel zombi se giró hacia Flame y Onfale como si tratara de decir que ellos eran los siguientes...

Onfale podía ver el mal estado en el que estaba el último sepulturero pero se resistía a re-morir y, no contento con ello, enterraba a Tybalt.

- ¡¡NO!!- Si sacaban a Loki y a Becky también lo harían con Tybalt.

Cuando el sepulturero le miró con malos ojos trató de ensartarle el puñal en ellos pero falló estrepitosamente. Entonces dejó que Flame se encargara  ahora que había vuelto a renacer mientras el se apartaba con un movimiento grácil como el de una bailarina.

Alice miraba la ballesta que sujetaba con la mano izquierda mientras se llevaba la mano derecha la barbilla. ¿Dispara la ballesta…. o no disparar la ballesta? Ahí está la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo? Disparar y poder ser una heroína, o disparar y caer en la más profunda ruina al herir a uno de mis compañeros.  ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de mis compañeros, las tropelías que reciben el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un disparo de ballesta. Esta previsión nos hace a todos cobardes, así la natural tiembla, el valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se reducen a designios vanos. Pero... La maga estaba segura de haber leído una reflexiones similar en algún libro pero ahora no recordaba el nombre del autor. 

La jóven bruja seguía cavando esperando encontrar alguna parte del cuerpo de Becky de dónde tirar.

Por qué nadie la ayudaba? Por Hala que necesitaban una pala!

Sientiendo como le pasaba factura tanto le nefermedad como la marcha forzada de las últimas horas, el joven se acerca al sepulturero para sumarse al combate contra el restante ser, lanzando un pesado mandoblazo a destiempo, viendo como el enemigo se escorría ante el filo argenteo que tanto le dañaba la piel...

Sin lugar a dudas, Aire no era mujer paciente. El ver cómo sus compañeros no servían para nada la sacaba de quicio. O eran demasido torpes y todos se dejaban enterrar por esas criaturas, o estaban demasiados cansados. Harta, deseando descansar tranquilamente, o todo lo que ese plano les permitiera, volvió a alzar la mano. Los dardos rojos empezaron a girar alrededor de su dedo índice hasta que apuntó al último sepulturero vivo. Salieron a su encuentro, impactando contra él.

Flame soltó un momento el espadón para hacerle señales al sepulturero de que fuera a por ella. No le tenía miedo y cuando estuvo lo suficientemente cerca, agarró a Ayash con las dos manos con la intención de cercenarle la cabeza de una vez por todas.

Leiath tocó algo sólido en medio de tanta nieve blanda, y tiró de él. Con su fuerza de muchacha débil y desvalida, cada pulgada que levantaba el cuerpo de Becky era a costa de grandes segundos de esfuerzo. Finalmente vió que tenía la muñeca de Becky entre las manos, tomó el pulso y notó una cálida corriente de sangre bajo la piel de la maga. ¡Becky seguía viva! Con más calma, desenterró todo el torso y dobló la espalda para que sus vías respiratorias se mantuviesen por encima del nivel del agua.

Flame y Aire, en un último esfuerzo, se disputaron el mérito de dar fin a la batalla. El caso era que la mayoría de los sepultureros habían huido de Leiath. Seguían ahí fuera, quizás llevados por el río se habían subido a la orilla más adelante. Un peligro real que quizás otros aventureros planarios tendrían que encarar, o quizás nunca de los jamases volverían a cruzarse con ninguna otra víctima.

Evea caminó por la marisma hasta Jadewo y le entregó a Loki para que lo sostuviese en sus brazos. Después ayudó a Tybalt a salir de su prematura tumba. En cuanto a Becky, aún inconsciente, en cuanto sacaron su cuerpo, de su cadera salió disparado un pájaro.

 ¡Nunca más! ¡Ack! ¡Qué miedo pasé!-exclamó, volando de nuevo hacia su dueña original, hasta que el frío le caló obligándolo a dar media vuelta y volver a meterse en el bolsillo dimensional de Becky.

Evea curó a Becky del mismo modo que a Loki, y Aire y Alice, finalmente, bajaron también la colina con mayor o peor fortuna.

Vaya... me ha ido por un pelo... Cof, cof. Bueno, el caso es que lo logramos: llegamos a la orilla. Es hora de usar el fetiche.

La maga rubia tiró el fetiche al río, en un breve plop. Y la corriente arrastró aquel llavero flotando en su superficie.

Espera, esto no marcha bien. ¿Será que teníamos que decir unas palabras mágicas o algo?

Cuando las plumas estuvieron lo suficientemente empapadas, el cisne empezó a crecer hasta convertirse en un gran barco, medio centenar de pies más abajo. El azar quiso que aquel barco encayase en un meandro, porque si no se habría seguido alejando hasta el infinito.

Jadewo, que aún mantenía su flotabilidad en el aire, levitó hasta la cubierta del barco-cisne y preparó un tablón a modo de rampa para subir. Unas pértigas permitieron alejarse de la orilla y volver a ponerse en marcha, una vez todos hubieron subido al barco.

Esto es vida... las olas... bueno, las olas no, que el Estigia no es un mar... la cálida brisa... bueno, cálida porque estamos protegidos mágicamente de los elementos que si no... Pero, tenemos la sensación de libertad. Sí. Eso. Somos espíritus libres. Como ese de allí.

Becky señaló un fantasma que vagaba por la orilla. El espectro se giró y se les quedó mirando. Era como si no fuese consciente de su muerte, e ignorase que podría sobrevolar el río y matarles a todos.

Sigue siendo peligroso. Casi mejor que nos distribuímos por la cubierta y vigilamos. Tengo el presentimiento de que algo muy gordo nos va a atacar en breve.

No fue así. Durante una hora, en la que pudieron recuperarse de su cansancio, el barco-cisne se deslizó suave por un paisaje sereno. A penas fue necesario redirigir la nave con las pértigas. Y finalmente, el río Estigia desembocó en el Mar Congelado...

Para entonces, ya habían encontrado unos asientos en la bodega del barco, ante unos pedales. Una vez la corriente del río dejó de empujarles, bastaba con pedalear por parejas para que unas palas desplazasen el agua y mantuviesen el movimiento. Al cabo de una hora más, las placas de hielo eran tan gruesas que el barco se había quedado atorado.

A lo lejos se ve tierra. ¿A cuánto podría estar? ¿A tres o cuatro millas? Caminar por el hielo no es seguro. Es resbaladizo y quebradizo. O encontramos una idea ingeniosa para romper el hielo y avanzar, o para llegar a Naratyr necesitaremos dejar el barco atrás.

Flame miró el paisaje y se puso en la punta del barco-cisne. Desde allí expulsó una buena bocanada del ácido interior que había en su cuerpo. Afortunadamente aquello era infinito, y aunque tardase tiempo podría ir derritiendo lentamente el hielo que les atoraba el barco. Luego miró a sus compañeros mágicos quizá alguna bola de fuego, o conjuros de fuego puedan ayudarme a ir un poco más deprisa. ¿No?

Cuando Flame y Aire lograron acabar con el último de los objetivos, Onfale se precipitó a ayudar a Tybalt. La suerte les había sonreído y, al final, no había habido bajas. Observó con su curiosidad natural por aquellos artefactos cómo el fetiche se convertía en un elegante y enorme barco.

- Es perfecto para nosotros.- Como si tuviera la garganta seca o le costase decirlo felicitó a Becky.-  Muy buena idea.- Así felicitaba a la rubia por haber regresado también del subsuelo. Cual galán caballero subió al barco y, desde arriba ayudó a Leiath a subir tomándola delicadamente de la mano. No podía ser de otra manera. La Bruja de Hala era la mercancía más importante que llevaban en el barco como habían podido atestiguar de nuevo contra los sepultureros hacía unos momentos.- Tú encuentra un sitio confortable para descansar.- Por su parte el perfumista buscó un sitio donde vigilar. Al menos no tenían que caminar por lo que podrían descansar un buen rato. Nada seguro estando aún en aquel infernal plano. De vez en cuando se daba un paseo y hablaba un rato con los demás, interesándose por su estado, sobre todo por el del niño  que estaba a su cargo y el de Jadwo.

- Por poco no lo cuentas, mocoso. Ya puedes estarnos agradecido, ¿eh? Ya van dos...- Le recordaba así que ya antes había salvado su vida.- Esperemos dejarte pronto a buen recaudo.

Jadewo había podido descansar lo suficiente como para no sentirse tan treméndamente pesado. Reflexionó en el combate y como de cerca había estado a punto de fallar en su misión de proteger a Loki... si bien había aceptado la petición del Rey Bob, le gustaba la sensación de tener una misión, más allá de la supervivencia misma o huir del pasado. O yacer junto a Evea.

Por suerte esa gente con la que compartían camino tenían recursos para hacer frente a multitud de desafíos, y sobretodo, donde no llegaba uno llegaba el otro, el poder confiar con los camaradas, el saber que alguien vigila tu espalda. Parecía un buen grupo... al que de momento no formaba parte, aún.

Finalmente la travesía por el agua a bordo del barco-cisne, parecía que se iba quedando atorado en las gélidas aguas llenas de gruesas placas de hielo. Permaneció a la espera de ver el resultado del vómito de Flame sobre el hielo mientras pensaba en alguna posible solución...

Alice iba a increpara al cuervo otra vez, pero estaba demasiado desconcertada con el combate para perder el tiempo insultando al cuervo otra vez. Pero ya llegaría el momento en que la rubia se cansara de él y tuviera que volver con ella, entonces Hollín sabría que un familiar mágico no puede ser promiscuo.

Una vez en el barco, la maga busco un sitio para poder estudiar sus conjuros y escribir pergaminos. Se hacia la remolona cuando le tocaba pedalear, pero finalmente arrimaba el hombro y ayudaba.

Si, las bolas de fuego son la solución para muchos de los problemas. Dijo contemplando el hielo desde la cubierta, mientras empezaba a hacer cálculos de donde y como lanzar la bola de fuego. El problema es que las explosiones atraigan algún monstruo, pero creo que habrá que correr el riesgo.

La bruja de Hala había seguido el consejo de Onfale a pie juntillas y se había echado a dormir en cuanto entraron en el barco.

Seguía en su improvisado lecho, mientras el resto planeaba qué hacer con el hielo. Estaba tan cansada...

Aire había estado jugando todo el viaje con Aristóteles. Soltaba vaho por la boca y Aristóteles intentaba cogerlo para hacer figuras divertida, pero no lo conseguía. La muchacha se reía de su oso, que se enfadaba cada vez que una bocanada de aire se le escapaba de las manos de oso.

El trayecto resultó agradable. Incluso con la visita del fantasma, al que Aire saludó con mucho entusiasmo... Hasta que éste no le devolvió el saludo

¡Será asqueroso! ¡Que no saluda! ¡Menos flotar en el agua y más educación! gritó alzando el puño.

Cuando el barco se encalló, Aire estuvo a punto de caerse al suelo. Se acercó hasta Alice y se puso a mirar en su dirección.

¿Una bola de fuego? Puede estallar y lanzarnos trozos de hielo contra el barco. ¿Y si se rompe? Quizá es mejor una esfera flamígera, ¿no? Se puede dirigir y va calentando el hielo.

Esas palabras parecían más de Aristóteles, que en ese momento estaba cerca del oído de Aire chivándole cosas.

Evea miró a Becky. Becky miró a Evea. Pestañearon. Realmente nadie había puesto ninguna pega a la idea de Aire. El tema era... ¿quiénes podían lanzar ese conjuro? Aire, como mínimo. Y lo saben porque conoce la esfera flamígera, y nadie se cree que se lo haya chivado un oso de peluche. Quizás alguno recuerde haber visto a Alice también lanzarlo, aunque no los recién llegados Jadewo y Evea.

Con Evea empujando suavemente a Aire por la espalda y Becky tirando de su mano, la llevaron hasta la cubierta de proa. Giraron sus hombros para dirigirla hacia la quilla, y Aire hizo la prueba. Inmediatamente fue creado, a solo un palmo de distancia de la superficie helada, una pequeña esfera de fuego con gran poder calorífico.

¡Creeck!

Vamos bien, el hielo está crujiendo. ¡Que alguien vaya a la bodega a pedalear!

Crecrecrecreeeeeeeck...

El hielo que bloqueaba el paso empezó a quebrarse, en largas grietas como los nervios de una hoja de arce. En cubierta, con las pértigas, apartaban los bloques de hielo para que no dañasen el casco, todo frenéticos. En la bodega pedaleaban como si no fuese a haber un mañana. Y en uno de los camarotes, perezosa, Leiath dormía una siesta que se le hacía demasiado corta como para volver a renovar su vínculo con la diosa en tan pocas horas.

¡Sí! ¡Lo logramos! ¡Estamos en movimiento! ¡Estamos...! Estamos... nononononono... no te apagues. Fu. Ffffffu-soplaba, asomada a cubierta, tratando de avivar las llamas de una esfera flamígera que se estaba apagando por momentos-¡Noooo! Un momento... Aire. ¡Aire! Aire, bonita, ¿tú puedes volver a conjurar otra esfera flamígera como esa? Di que sí. Di que sí.

A pesar de que el conjuro solo duró cuarenta y dos segundos, el hielo quebrado se prolongaba durante centenares de pies por delante del barco-cisne. Gracias a eso, siguieron navegando a buen ritmo durante casi una milla. De nuevo el hielo bloqueaba el paso y atrapaba el barco, como un amante posesivo en un mortal abrazo. Había que seguir avanzando, con magia o lo que fuese...

- Uff, imposible que el trayecto pasara sin incidente alguno.- Se quejó Onfale al cielo donde Hala debía estar disfrutando de su odisea. Atrapados por el hielo iban a tener muchos problemas para alcanzar la lejana orilla. Afortunadamente Aire conjuró una esfera flamígera que les permitió acercarse un poco más. Cualquier distancia, por pequeña que fuera, suponía una ventaja, por lo que era bienvenida.- Seguid intentándolo. Yo voy a echar un vistazo por ahí a ver qué más encuentro entre el material que venía con el barco.- El perfumista recorrió el barco en busca de algo que pudiera servirles. Si tenía pértigas para dirigir el rumbo quizá hubiera algo para romper el hielo.

Podríamos usar el conjuro de grasa para maximizar el poder del fuego, lástima que no tengo ninguno preparado. Comento apenada la Alice. A la maga no le gustaba nada ese hechizo, era soso y aburrido, no producía explosiones ni rayos. También podría convocar a un mefit de fuego para que abriera el camino….. pero creo que al mefit no le iba a agradar la idea. Comento algo preocupada y entre dientes. Había oído historias donde el monstruo convocado se volvía contra su amo y lo mataba.

- YO LO TENGO PREPARADO SI CREES QUE ESO PUEDE MARCAR LA DIFERENCIA.- Gritaba el perfumista mientras rebuscaba por todas partes.

Aire volvía a usar la magia, y la oscuridad volvía a sus ojos. El viento caliente provocada por su esfera de fuego agitó sus trenzas, moviéndolas dulcemente hacia atrás.

Si no hay otra solución, seguiré lanzando conjuros. Pero, si al final del trayecto, nos encontramos con algún rival poderoso, poco podré hacer para ayudaros. avisó la maga, alzando las manos para seguir generando esferas flamígeras