Partida Rol por web

Ante las palabras de Becky, Aire se asustó. Dejó a Fosco con su tía Señora Verruga y, abrazándose al osito, avanzó hasta situarse al lado de la rubia.

¿El sol ha cambiado? ¿Qué crees que va a pasar? ¿Se nos va a caer encima? preguntó preocupada. No estaba muy segura de que Aristóteles pudiera salvarla de una bola de fuego como aquella. Se mordió los labios en un pequeño ataque de nervios. ¿Qué hacemos, Becky?

La voz de Aristóteles era clara. Había que esconderse. Pero había un problema, y era el paisaje tan desolador. Aire no dejaba de girar la cabeza de un lado a otro, preocupada.

El camino había sido tan agobiante como era de esperarse, acostumbrado a un clima totalmente opuesto lo único que podía agradecer es que al menos no hubiese humedad que le sofocase también. De tanto en tanto despega sus empapadas ropas del cuerpo y seca el sudor de su frente. –Portales al infierno y un sol que carcome nuestra pocas fuerzas, bonito lugar para caer, por lo menos ya no hay que preocuparnos de momento de quienes nos seguían- Sin hacer mucho caso al foso de fuego Artho camina en medio del grupo a la espera de lo que venga, aquella soledad le agradaba menos que una veintena de enemigos, por lo menos sabría a qué atenerse, pero en medio del sol y el dolor de cabeza que cargaba desde hacía un rato a causa del sol, su ímpetu no era exactamente el mejor.

Sacando un odre de su mochila, da un trago y se refresca un poco, dejando la sombrilla en el suelo, humedeciendo frente y cuello... y cuando guarda el odre en la mochila, oculto parcialmente por la sombrilla, aprovecha para guardar la silla de montar.

Si ya antes de juntarse con los presidiarios el grupo era pintoresco, ahora parecía una comitiva sacada de un cuento o relato fantasioso de alguna pervertida mente.  A veces el perfumista posaba su mirada en Fosco y , lejos de sentirse celoso por que estuviera entablando amistado con otros, se sintió aliviado por quitarse la pesada carga de tener que atenderlo constantemente. Que corriera el aire entre ellos era una buena cosa, pues Fosco podía agotar a cualquiera. Aún así siempre convenía tenerlo cerca, por lo que le daba migajas de atención de vez en cuando.  Una pequeña orden pro aquí, un ligero gesto de cariño pro allá, o pequeñas conversaciones para explicarle alguna cosa a su lento pero despierto cerebrito.

Por su parte él iba intentando relacionarse más con los desconocidos pues valía más saber compenetrarse con ellos que aislarse entre los que ya consideraba compañeros, como Flame, Leiath y Alice. El comentario sobre el harén le hizo acercarse a Tremens.

- ¿Un harén dices?- Le inquirió mientras se ponía a su lado intentando aprovechar la sombra que su parasol improvisada confería. El mago estaba acostumbrado al calor y, para soportarlo mejor, se había cubierto la cabeza y el rostro de nariz para abajo, como si llevara un velo.- ¿Acaso trabajabas en uno?- Durante su esclavitud el perfumista había gobernado uno al servicio de su Creador. Quizá entre los desconocidos hubiera alguien que tuviera más cosas en común con Onfale que lo que había pensado en un primer vistazo. Entre el grupo parecía estar presente la presencia de una amenaza que les persiguiera.- ¿Creéis que el Faratsu nos sigue? Sigo sin entender el pro qué lanzó esas monedas. Quizás quisiera que las cogiéramos. Hay magia que podría imprimirse en un objeto y delatar nuestra posición.- Miró a Tremens junto al cual paseaba.- ¿No crees que sería más prudente deshacerte de esas monedas? Por dos de cobre no merece la pena arriesgarse.-  Sería tan fácil como lanzarlas al cráter y esperar a que se fundieran.

Ante el comentario de Onfale acerca de si había trabajado en uno el joven negó divertido.

-Que va, pero me gustaría visitar uno. Según he oído en alguna charla, son lugares llenos de tías que te cagas, ligeras de ropas que esperan que un rey o amo se las cepille. Seguro que con tanta tía habrá algunas que quieran más de lo que les puedan dar.- Dice con mirada lobuna.

Cuando ese se le acercó, la mirada de Temens voló a las manos de este, sintiendo como un sexto sentido se activaba, pero al escuchar las palabras se relajó... un poco. Manteniendo la sombrilla para dar cobijo a ambos. Pero guardó silencio antes de responder, reflexionando sobre sus palabras.

-Creo que esas monedas eran un tipo de mensaje... y en cuanto vuelva a ver al puto feo ese le voy a mandar un mensaje de vuelta al remitente.

Es todo lo que dice antes de guardar las dos monedas.

-Antes examinaste las monedas, y no detectaste nada en ellas. No creo que sean más que un mensaje para mí.

Para Onfale no pasó desapercibida la reacción de Tremens cuando se fijó en sus manos. Muchos hombres eran reticentes al contacto físico entre seres del mismo sexo. Es verdad que a Onfale se le había pasado por la cabeza caminar junto al joven agarrado de su fuerte brazo bajo la protección de la sombrilla, pero eso él hombre no podía saberlo. No era su estilo ser tan descarado. Rió ante su respuesta respecto al harén.

- Jaja. No andas desencaminado pero te aseguro que lo que más dan esas mujeres es dolor de cabeza.- Mete a un grupo de mujeres a convivir todas juntas, encima haz que compartan un solo hombre y eso se convierte en un gallinero de lo más peligroso. Ardides, intrigas, constante quejas, gritos, rostros  torcidos, celos, peleas en forma de tirones de pelo y arañazos. Competición pura por ser la elegida. Así no era de extrañar que su Creador buscara en un eunuco lo mismo que podían conseguir de ellas pero sin tanta palabrería, evitándose por tanto, los dolores de cabeza.- Te aseguro que haces mejor en invertir esas monedas en unas putas que complicarte con las propiedades de otros. Te evitarías complicaciones. Hazme caso, conozco bien cómo funciona un harén.- Onfale asintió a su acompañante, dándole la razón.- Efectivamente no percibí nada raro pero no tengo la cabeza en mi sitio últimamente. - Siguió paseando a la sombra, encantado de la vida.

Le caía bien Onfale, de todos los recién llegados parecía el más sensato, él y Leiath, por otro lado el mediano y su enfermiza relación con el chucho, o la egocéntrica y extravagante Alice, la maga... y para terminara aquella guerrera que tanto parece costarle trabajar en equipo.

Así fue como compartió su sombrilla con aquel peculiar hombre, respondiendo a sus observaciones.

-¿Pero y la emoción? ¿Esa mezcla de desafío con la sensación de hacer lo prohibido? Eso es la sal de la vida, ¿por qué vivir sino? ¿Para ver salir el sol par aponerse luego, una y otra vez hasta el fin de los tiempos? 

Finalmente se encoge de hombros.

-¿Así que tu sabes de harenes... de dónde vienes y como terminaste con esta... peculiar compañía en este puto lugar?

Acelerar el paso-respondió a Aire-, eso es lo que haremos.

Bordearon el agujero, y siguieron su camino entre las Brumas. Un minuto después escucharon un barritado, como el de un gran paquidermo. Algo estaba intentándose comunicar en alguna dirección indeterminada. Luego llegó otra respuesta idéntica desde el lugar opuesto. Y entonces se dibujaron en la niebla tres grandes sombras que emergieron con vivos colores y formas extrañas...

Eran los centauros de los insectos, caminando sobre sus cuatro patas y de vez encuando apoyando como bastones las dos grandes guadañas que tenían por brazos. Uno barritó, y su pluma roja osciló con el ruido. Aquellos seres debían de tener huesos huecos que, como un órgano de iglesia, expulsaban el sonido por la nuca.

Becky dejó escapar un grito de sorpresa por su aspecto. Mucho más habría gritado si en lo primero en lo que se fijase fuera en el hecho de que los centauros demoniacos les habían rodeado.

Flame se bajó del caballo de un salto en cuanto vio aparecer a la primera cosa de esas, y después salió corriendo contra una de ellas.

Mientras echó una mirada a sus compañeros. ¡Procurad estar siempre cerca de mi! ¡Os irá mucho mejor!

Con su espadón siempre en la mano, se preparó para enfrentarse a aquellas tres infernales bestias huesudas.

No me gustan sus huesos, es probable que solo podamos usar armas contundentes contra ellos. Pero habrá que ir probando.

Luego miró a Becky y a Leiath. ¿Alguna puede encargarse de quitar esta niebla de en medio? Preguntó mientras el brillo color carmesí de la escama de su frente inundaba a todos sus compañeros.

Argh, que criaturas más horribles! Fue lo primero que pensó al verlas surgir de entre la bruma. Onfale tenía razón, no terminarían de aparecer bestias esperpénticas de esa niebla una y otra vez.

Como Flame había salido ya rauda a enfrentarse con aquellos seres, Leiath se recolocó para asegurarse que la mujer guerrera también recibía la bendición de Hala. Rezó a su diosa para que les infundiese valor durante el combate.

De la impresión de ver aquellas deformes criaturas, a Aire casi se le cae Aristóteles de las manos. Quiso dar unos pasos atrás, pero sus piernas no le respondieron. Tenía miedo, sí. Miedo por ella y por la nueva familia que estaba creando.
Pero la voz del oso resonó en su cabeza. Aire miró en su dirección y movió la cabeza hasta Flame. Estaba claro que esa mujer iría corriendo a combatir, y en edos momentos saltaba del caballo, dispuesta a ir contra uno de esos seres. La muchacha se movió en dirección de la guerrera, con los ojos totalmente negros. Alzó la mano, que brillaba con una luz azulada, y en cuanto la tuvo cerca la tocó, trasmitiéndole energía

Estupendo...

Fue todo lo que la mente de Tremens alcanzó a pensar antes de dejar la sombrilla, tomar el arco y soltar una flecha al bicho más cercano a él (Cosa 1).

Embriagado por el aura de bondad de Hala, emanada por Leiath, el joven pandillero descargó una flecha certera en el bicho más próximo, logrando que la flecha lo impactara incluso a pesar de las nieblas que lo ocultaban parcialmente.

La maga dio un paso hacia la derecha para colocarse detrás de Artho, mientras pensaba que hacer ¿fuego o hielo? Ahí está la cuestión. ¿Qué le hace más daño a estas cosas?

La maga trato de mantener la compostura mientras empezaba a rebuscar en su bolsa de componentes de la cual solo era capaz de sacar la tierra de color rojizo que había cogido cuando empezó a caminar por el desierto. Ummm, creo que no me queda más remedio que lanzar un rayo…..

¿Por qué una encantadora tarde charlando con Tremens tenía que acabar así? De las brumas llegaban extraños ruidos y pronto fueron rodeados por las siluetas deformes de tres monstruos. El mago comenzaba a entender mejor cómo funcionaban aquellas brumas. Mientras tomaba la ballesta cargada de su espalda se movió para estar espalda contra espalda con Tremens y, de paso, también cerca de Leiath y Flame.

- Con cuidado Fosco.- No pudo evitar advertir a su alocado lacayo. Observó a los aterradores seres tratando de averiguar sus puntos débiles. Aún pasados los días sentía espesa su mente, como si le costase ponerse en movimiento. Sin embargo seguía siendo de gatillo fácil en lo que respecta a su ballesta.

Todo había sido demasiado tranquilo para ser verdad. Las brumas bajo las que se guarecían del sol no tardaron en jugarles una mala pasada al grupo. Un sonido como el de una trompeta los alertó, pero ya era demasiado tarde para hacer otra cosa más que defenderse. Kaevhas empuñó su lanza al instante al vislumbrar una silueta que se hacía poco a poco más visible entre la niebla. Luego vio las otras dos. "Están intentando rodearnos." Pensó ante la obviedad.

El mago enseguida dio unos pasos hacia la criatura monstruosa que tenía enfrente mientras concentraba de nuevo su poder. -¡No podemos dejar que nos acorralen!- Exclamó al grupo para evitar que aquellos monstruos de verdad consiguieran rodearlos. La espesa niebla no permitía un blanco claro, pero el mago no necesitaba más que intuir el aura de su objetivo para alcanzarlo de manera infalible. La magia de su interior atravesaba su brazo lanzando destellos brillantes hasta arremolinarse en su puño. Escasos segundos de concentración fue lo que Kaevhas necesitó para impregnar su voluntad en el poder que esperaba a ser liberado. -Magicae Tellum.- Susurró un instante antes de extender su brazo hacia la silueta dibujada en la niebla para liberar dos rayos luminiscentes que atravesaban el aire formando una espiral entre ellos para encontrarse de manera inevitable con su objetivo.

No había mucho que hacer en aquel árido lugar excepto caminar, las circunstancias eran poco prometedoras pero, como siempre, las mujeres eran las que tenían lo mejor para ofrecer. Leiath era su preferida, sus poderes curativos eran formidables, aunque la guerrera que podía curar a aquellos a su alrededor con su sola presencia no dejaba de impresionarle, ciertamente la maga pelirroja y la joven de ojos alargados y definidos habían demostrado su poder, pero le gustaba más estar cerca de quien podía curarle que de las que podían hacerle daño, aunque la guerrera había dejado claras sus preferencias por el pequeño truhan.

Entre estas y muchas otras cavilaciones vagaba su dispersa  mente cuando súbitamente reacciono ante las cercanías de un cumulo de enormes monstruos de patas deformes, ojos hambrientos, unos brazos tan largos que seguramente eran capaces de alcanzar a cualquiera que intentase huir de ellos, o detener a cualquiera que quisiera acercarse y un par de colmillos enormes que seguramente tenían una función distinta a chupar sangre. –Joder, ya pensaba que esto no sería tan fácil como simplemente caminar bajo el sol- 

A su alrededor todos sus compañeros actúan de inmediato, nuevamente la sonrisa alarga su rostro, ya había visto cuando provoco a Fosco que aquel equipo era de reacciones rápidas y sin miedo, eso era bueno para saber que siempre habría alguien cubriendo las espaldas. Tras de él Flame carga contra una de las bestias pidiendo al grupo que le apoye, la mujer sagrada llama a su diosa en ayuda del grupo y extrañamente nota que sus brazos también se sienten fortalecidos por las oraciones de la mujer. –Ahora resulta que los ruegos de una dama son tan poderosos que hacen que los dioses se acuerden de todos nosotros, incluso de mí.- Todos se preparan para colaborar y acabar con las criaturas lo antes posible, sin embargo Flame ha sido la única que se ha lanzado de lleno contra uno de los enemigos ante lo cual el guerrero se mueve de inmediato tras ella. –Anda y ahora terminare yendo tras su trasero, espero que no me ensarte la espada a mí-