Partida Rol por web

Fue una noche muy loca. Nadie logró descifrar el uso de la varita mágica capturada, y todas las conversaciones con Becky y Aire llevaban a pensar que la gente enloquecía encerrada en Orthys, porque lo de esas dos jamadas no era muy normal. Flame estuvo más arisca que nunca, puesto que la derrota a manos del guardia de seguridad no era algo que se fuese a tomar con mucha deportividad.

En cuanto a salir de la habitación... estaba totalmente prohibido. Decían que tenían que tenerles localizados para mañana por la mañana, así que no podían dejar que los ganadores del torneo se marchasen a dar una vuelta por Lash Embrar a altas horas de la madrugada, ni siquiera para hacer unas compras. Sin embargo, en Shift-Garden el servicio era muy completo... Sus botones se llevaron todo lo que los demás quisiesen vender, y volvieron con lo que querían comprar, para ver si era del agrado de los campeones o tenían que devolverlo a la tienda. De este modo, irrumpieron a lo largo de la noche para que Tybalt se probase varias armaduras hasta encontrar una de su talla.

Ya durante el desayuno, Leiath identificó la varita de la Cábala allí dónde los demás habían fracasado... La varita podía lanzar medio centenar de veces el conjuro Aliado de los Planos Menor, para que algún ángel, diablo, demonio o similar, de pobres poderes, les hiciesen una tarea a cambio de una recompensa previamente pactada. Es decir, más gasto. Aún tenían tiempo suficiente para decidir si le daban aquella varita a uno de los botones para pertrechar a Tybalt completamente, o se la quedaban. En eso, alguien llamó a la puerta...

TOC, TOC, TOC...

Muy buenos días-dijo una cara familiar, autoinvitándose y abriendo la puerta-, soy el guía que les llevará pa'la Puerta de Ork... ¡Madre mía! Pero si son mis coleguillas... Cuánto me alegro. En serio. Aposté por vosotros, no por vuestra victoria, pero sí cuántos minutos ibais a tardar en caer. Me habéis costao quinientas monedas, cenutrios. Es igual... es igual, no os lo voy a tener en cuenta.

Con todo el morro del mundo, el Mane pasa y se sienta a la mesa, cogiendo una tostada de las que os han traído y untándola con algo que podría ser mermelada o podría ser gelatina de cieno azucarada.

Pues resulta que cuando iba a abandonar Lash Embrar, van y me dicen... me dicen... que unos subnormales atacaron la ciudá y abrieron una brecha en el muro. En teoría, el muro de fuego interior debería haber filtrado cualquier invasión externa, peeeeeero... Que ná, que están en alerta máxima, y no van a abrir las puertas a cualquiera por temor a un nuevo ataque... ¡Salvo a los ganadores del Torneo de la Calavera y a su guía! Y aquí estoy, un soborno después, con esta bonita gorra de guía turístico. En serio, los guías ligan mogollón.

Sin querer, Olisk se corta el dedo con el cuchillo romo de untar, y le salta hasta una especie de sopera con un líquido espeso sanguinolento. Sin mostrar el más mínimo dolor ni preocupación, el Mane revuelve con el cucharón hasta que el dedo sale a flote, mete las manos de uñas sucias para pescarlo y se lo vuelve a colocar. La regeneración hace todo lo demás, y la falange queda en su sitio.

¿Alguien va a tomar gazpacho? ¿No? ¿Nadie?

El joven guerrero arcano no prestó especial atención al sujeto que apareció, que por algún motivo tenía cierta relación con el grupo, azares del destino supuso, como que él mismo estuviera allí también. Tenía otras cosas que requerían su atención.

Jadewo era joven y tras la victoria en el torneo se sentía exultante, pero metido en el infierno hacía que cada momento tal vez fuera el último. Así que, viendo la receptividad de Becky, y que disponían de unas horas para sentirse vivos, la convidó a practiar un poco en privado.

-El otro día dejamos algunos pasos y gestos para paracticar, ahora que disponemos de tiempo, sería bueno poder retomarlos allí donde los dejamos...- Dijo viéndose a la legua que tal vez fuera eso, y algo más.

Aire no durmió bien, las pesadillas no la dejaban tranquila. El fuego, su madre y mucho dolor aparecía en ellas, y la muchacha no dejaba de despertarse, abrazándose a Aristóteles para poder volver a conciliar el sueño.

Cuando la mañana llegó, se levantó lentamente y frotándose las sienes. Estaba cansada, y ese día tenían unas cuantas cosas que hacer. La magia volvía a estar en ella con totalidad, esperaba que tuviera la suficiente como para romper la Rosa y derrotar a Orcus.

¿En serio? Creo que deberíamos atar la boca a este charlatan. No me gusta que hable constantemente. la mujer estaba harta de Mane, cada vez que aparecía ocurría algo malo para ellos.

No hay dos sin tres. Hala les cargaba con aquella pesada carga una y otra vez. El perfumista lanzó una furibunda mirada a Leiath. ¿Por qué no usaba el poder de su diosa para convertirlo en polvo de una vez por todas? Tratando que que no se le notara el desagrado, Onfale hizo de tripas corazón para dirigirse al Mane.

- ¿Y para qué necesitamos un guía?- Preguntó tras escuchar al no-muerto que sólo abrirían las puertas de Lash Embrar para dejar salir a los ganadores del Torneo.- Refréscame la memoria, ¿a dónde nos dirigimos?- Acababa de despertarse y se sentía espeso. Eso y que Jadewo no paraba de distraerle con sus tonterías.- Ah, y también, ¿está lejos?- Sería vergonzoso que les hicieran ir a pie cuando podían ser teletransportados. Echó una mirada a la totalidad de su grupo. A veces no comprendía como podían sobrevivir y entendía que Mane hubiera apostado en su contra. Aire y Becky estaban más locas que cuerdas, Tybalt en bolas, Jadewo desesperado por meterla, estaba claro, y Flame más hermética que una ostra. Le quedaba sólo Leiath a pesar de que a veces su bondad le sacase de quicio. Se levantó y le dio un beso en la frente, así sin razón alguna. 

- Me preocupa que sepan que alguien se infiltró en la ciudad.- Eran ya demasiadas pistas lo cual no pintaba nada bien. Seguro que les tenían preparado una trampa.

Flame sintió asco y alegría a la vez. La aparición del Mane le trajo muchos recuerdos y se dio cuenta que no todos eran malos. Aunque al ver la cara de algunos de sus compañeros, se vio tentada a sacar a Ayash que empezaba a sentirse oxidado de tan poco trabajo y rebanarle la sesera en un instante. Pero no lo hizo, al menos no de momento. Simplemente se limitó a esperar y a escuchar mientras miraba por una de las ventanas de la habitación del hotel, con la esperanza de averiguar qué es lo que estaba sucediendo en aquel lugar.

Aunque se hallaban confinados en aquella lujosa y ostentosa habitación, parecía que no estarían exentos de todas las atenciones que ellos requieran. El personal se mostró muy dispuesto para realizar los encargos que el grupo creyó oportuno hacer para pertrechar a Tybalt. Sin saber muy bien por qué, experimentó cierta nostalgia al inspeccionar el equipo que le habían traído. Blandió las espadas, probándolas, y recordó cómo había obtenido las suyas propias. No es que fueran especialmente excepcionales, pero eran suyas. Dejó a un lado el pasado y comprobó el equilibrio de la hoja para finalmente dar el visto bueno.

Cuando terminaba de ajustar sus nuevas vestimentas otra visita inesperada hizo su aparición. El tiflin se llevó una mano al rostro. -Esto tiene que ser una broma...- Sin duda la habilidad de supervivencia de aquel mane era como mínimo tan sorprendente como molesta y tan inexplicable como la fuerza invisible que siempre lo cruza en su camino. No obstante, parecía que otra vez sería su guía oficial y quizás por eso ninguno interrumpió al no muerto al contar su historia. Así lo constató Onfale al hacer las preguntas clave para saber qué les esperaba en la última etapa del torneo. Tybalt tomó asiento y escuchó la respuesta del Mane y teniendo cuidado de no acercarse ni por asomo al gazpacho. 

-Tú?!

No se sabía bien si la bruja iba a saltar a agarrar de nuevo por le cuello al Mane o simplemente se iba a desmayar de la horrible vision.

Pero por qué nos sigue castigando con su presencia?! - musitaba algo enajenada ante la vision del indeseable sujeto- Por qué!

El beso de Onfale la calmó un poco . Apretó con fuerza los puños y se mantuvo sentada y atenta a lo que el mueto viviente les tenía que decir. Luego le interrogó con mucho asco.

- Quién les ha atacado? Les atraparon o siguen en la ciudad? Cuándo estaremos en presencia de La Rosa?

Eeeeahm... No sé. Ataques. No pregunté más. Creo que esta peña lleva un par de siglos con problemas con los gólems de telaraña. Cosa fina.

Tengo órdenes de pasar por otras dos habitaciones del hotel, pa recoger a los otros vensedores. Vosotros me seguís y esperáis en el pasillo, y se os irán uniendo. Sin problemas. Ni malos rollos. Aquí todos son ganadores y todos van a ver a su adorado Orkus a su palacio, la Puerta de Orkus, defendida por dragones rojos, y mil peligros, fuego y azufre, blablablá...

Cuando estemos todos, vamos a la planta...-se mira la palma de la mano, leyendo algo escrita en ella-Planta treinta y siete. Allí tienen un vehículo pa llevarnos a todos a la Puerta de Orkus. Bastante rápido. A pata, la Puerta de Orkus queda a tres días de viaje, con el trineo... sí, el vehículo es un puuuuto trineo. Ya lo he dicho. En serio, a veses odio las capas del abismo con nieve. En fin, con el trineo podemos haser el trayecto en un día.

Llegamos a la Puerta de Orkus, nos dejan pasar, y nos llevan a las habitasiones de invitados. Hay una gran resepsión, con baile y canapés, pero vosotros, nada más llegar, debéis subir a lo más alto, a lo top de lo top. En la asotea de la Puerta de Orkus, según disen, está la catedral privada de Orkus. Y en lo más alto, su rosetón, una cristalera llamada la Rosa de Laón. La rompéis, y hacéis a Kiaransalee y a Demogorgón unos demonios muy-muy felises. Tanto, que os devuelven a casa.

Leiath para ser bondadosa y bonachona se hacía la tonta muy bien, disimulando así que los incursores habían sido ellos. No le gustaba nada la idea de compartir guía y viaje con el resto de Congregaciones. Con la boca tan grande que tenia el Mane le parecía que el combate iba a ser obligado. Esos azotamentes seguro que eran capaces de meterse en su mente y buscar sus más hondos secretos. Aún recordaba su voz dentro de su cabeza, relamiéndose por devorar su cerebro.

- No os relajéis. - Dijo mientras se ponían unas botas nuevas y relucientes.- Seguramente intenten matarnos en el camino.- Según Mane tenían un día de viaje y llegarían a la Puerta de Orkus. Allí, como bien decía, deberían apresurarse. ¿Qué peligros horrendos les esperarían allí?

Flame seguía apartada en un rincón mirando por la ventana al tiempo que escuchaba a Mane. Sabía que no había mucho de lo que hablar, aquello parecía la única esperanza que tenían de salir de aquel mundo, así que ella estaría preparada en el mismisimo momento que lo dijeran. No tenía nada más que añadir, quizá lo único que podría pedir a los dioses, si es que existían, que esta vez no saliera corriendo cuando volviera a ver el peligro...

El joven guerrero arcano se tornó especialmente silencioso ante los comentarios de aquel ser, parecía saber muchas cosas, demasiadas, y eso con un ser con la boca tan grande podía era un peligro. No obstante el rubio guerrero no le conocía, no más que el resto de los compañeros así que decidió permanecer en un segundo plano, esperando sus reacciones.

Tybalt escuchó al Mane con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Había algo en ese no muerto que despertaba cierta animadversión natural, como si odiarlo fuese una respuesta emocional lógica para cualquier ser vivo que estableciese contacto visual y sobre todo auditivo. No obstannte, el tiflin no se dejó llevar por su instinto y se limitó a asimilar la información que su guía les revelaba. 

Después de una curiosa descripción de lo que sería el tramo final del torneo, parecía que simplemente serían guiados hasta recibir la supuesta recompensa a su fingida devoción hacia Orkus. Pero había algo que se le escapaba al semi infernal. -Es decir, llegamos y rompemos el rosetón y listo. Pero...- En todo momento se había hablado del objetivo de la misión sin dudar en ningún momento de que ello sería un duro golpe para el sanguinario dios. -...¿alguno ha pensado cómo saldremos allí después de atentar contra el dios al que veneran por esta zona? Quiero decir, ¿quien os dio la misión también os aseguró la huída?- Quizás el grupo ya había contado con ello pero nunca había surgido el tema. Después de todo, Tybalt se había unido por la promesa de libertad implicada a su colaboración en la misión y no se había preocupado de más que cumplir con su parte del trato una vez lejos de las cadenas del Horror Diletante. 

Tras pasar el momento de querer matar a Mane, Aire se movió el flequillo hacia atrás mientras respiraba hondo. Se encontraban ante la situación más difícil desde que se escapara. Y es que aceptar esa misión suicida no había sido la mejor de las ideas, pero tampoco habían tenía más opción.

Al igual que a Tylbat, a ella también la preocupaba cómo escapar. Espero que al romper el cristal, pierda su poder y no tengamos más problemas. Pero hay que tener en cuenta de que el resto de ganadores se volveran contra nosotros, más todos los demonios que tenga allí.

Misión suicida.

El cometario de Tybalt le entró por un oído y le salió por el otro.

No es que la situación no fuese peliaguda o que la bruja lo tuviese ya todo controlado, es que en realidad no la importaba. Su misión sagrada era liberar esas almas (o por lo menos estaba convencida de ello) y debía llevarlo a cabo sea como fuera. Lo que ocurriese después no era importante ya que, aunque le diesen el 'finiquito', iría seguro a reunirse con su diosa. Lo mismo todos aquellos que la ayudasen.

Y es que la fe es lo que tiene; que a veces nubla la razón.

- Bién! Ya estoy lista! Cuándo nos vamos?

Baaah... te preocupas demasiao, cuernitos. Ya improvisaremos algo pa escapar.

El mane cogió una manzana, le quitó el corazón con un cuchillo y dejó la parte carnosa sobre la mesa. El tubo con pepitas se lo guardó, para tener algo que llevarse al estómago durante el viaje. Después de ese pequeño ritual, pudieron abandonar el cuarto todos juntos...

Un pequeño paseo por el pasillo del hotel les llevó, en esa misma planta, a otra habitación, con símbolos místicos en la puerta a modo de numeración. En concreto era la habitación estrella de cinco puntas - cabeza de cabra - cabeza de cabra. Un demonio gigantesco, haciendo guardia a un lado de la puerta, les dió el alto mostrando la palma de una mano velluda.

Eh, eh... Tranqui, amigo. Soy de la organisasión, ¿ves?

Señaló a su placa en el pecho, que ponía el nombre de Mane. El demonio se inclinó y le resopló a Mane en toda la cara, y su apestoso aliento de azufre y calor se extendió hacia el grupo de ocho viajeros y un cuervo que estaban detrás de él. Con cuidado, el Mane se escurrió con pasos laterales hasta la puerta, puso la mano en el picaporte y, al ver que el demonio no le partía en dos, abrió la puerta sin llamar y echó un vistazo dentro.

Muy buenos días, soy el guía que les llevará pa'la Puerta de Orkus. Cuando quieran, podemos irnos... Pero rapidito, que no tengo to el día.

El pasillo retumbó, a cada paso, hasta que un pesado gólem escudo salió de la habitación y se les unió. Tras él, el minotauro, y el extraño gorila momia. Por último, el Coleccionista, impecablemente vestido. Rebuscó en un bolsillo y sacó un rubí.

Gracias por tus servicios. Ya puedes marcharte-dijo, lanzando el rubí a media altura para que el demonio cogiese la gema al vuelo.

La mirada que, después del pago, el Coleccionista dió a los pobretones que acompañaban al guía podría traducirse como sincero desprecio o como absoluta displicencia. Sus ojos se posaron, finalmente, en Hollín.

¿Un cuervo? Menuda mediocridad. Tengo en mi palacio un centenar de pájaros mucho más exóticos que ese.

Hollín no le respondió, parecía temer que si se descubría su poco habitual don para el habla, el Coleccionista obtendría renovado interés por el pájaro negro, y le raptaría.

La cola se acababa de hacer más larga, pero los tres guardaespaldas del Coleccionista se encargaban de que el resto de participantes del torneo no se acercase lo suficiente a su amo como para tocarle. Todos juntos, pero no revueltos, avanzaron por el pasillo hasta una última puerta, esta vez sin portero demoniaco protegiéndola.

Muy buenos días-repitió su frase preparada, al entreabrir la puerta y asomar la cabeza al interior de la habitación-, soy el guía que les llevará pa'la Puerta de Orkus. Cuando quieran, podemos ir...-el Mane interrumpió unos segundos su frase-¡Ay, joder! ¡Jo-der! ¡Menuda sangría!

El Mane dió un salto alejándose de la puerta. Entonces salió al pasillo Hugo, con la cara, las manos y la ropa manchadas de salpicaduras de sangre. Tenía la mirada perdida.

Arpanhoe salió detrás de él, con la cara pálida. Tomó a Hugo por el antebrazo y tiró de él para meterlo de nuevo en la habitación.

N-no estamos listos. Dadnos cinco minutos.

Diez minutos después, ambos salían de nuevo al pasillo. Esta vez, Hugo ya no tenía sangre en la cara y en las manos, y su ropa era otra. Arpanhoe tiró de su compañero y se puso a la altura de Becky, susurrando algo al grupo.

Mirad, sé que mi grupo sospechó del vuestro... pero he perdido ya a muchos amigos. No queremos problemas. Me da igual si sois leales a Orkus, unos advenedizos o unos putos traidores. No pienso acusaros sin pruebas. Orkus sabrá ver la verdad de vuestras almas. Así que... tranquilos, ¿vale? De mi boca no saldrá ni una palabra.

Medio ido, Hugo alzó suavemente el pelo de Leiath y lo olisqueó, con ademanes de cánido. Hugo siempre la quiso, y aún en su actual estado trastornado, parecía ser capaz de ver más allá del velo de su magia la verdadera luz de la sacerdotisa sagrada.

Jadewo lamentó un poco el mensaje implícito del silencio de Leiath, él por su lado tenía una forma parecida de como enfocar la situación, dar su vida por un bien mayor, era una forma digna de morir... pero había tantas cosas por hacer aún, que no le hacía ilusión de que ese fin llegara pronto. 

En cualquier caso, por su afinidad con Leiath, se mantuvo cerca de ella, a modo de custodio, más aún cuando apareció el singular Coleccionista y el resto del grupo de Hugo.