Partida Rol por web

Bajo la capucha, uno de los acólitos respondió a Jadewo en un idioma desconocido...

Khtry lockorocta washuna khaag. Ud yummo ud bantok.

Otro de los acólitos trató de echar un vistazo por encima del hombro del caballero, para comprobar cuánto les faltaba para llegar. La cola se había parado inesperadamente, y algunos empezaban a impacientarse. Murmullos florecieron, espontáneos y subrepticios, hasta que uno de ellos fue empujado con un suave codazo para apartarlo de la fila. Era una huécuva, que retiró su capucha y empezó a hablar.

 Urgrok roshemik. Arkgong thaus. Mi blablablá poquito idioma común. ¿Poder repetir?

Mientras tanto, con la marcha de Jadewo y su colgante luminoso, Leiath se había quedado a oscuras. Palpó a tientas el cuerpo tibio y le dió una pizca del calor y la bondad de Hala. No fue suficiente para hacer que la chica desnuda recuperase la conciencia. Tras esa curación a la desesperada, Leiath sabía sin saber si la joven tenía pulso, o en el breve trayecto entre la puerta y el altar, la sacrificada había exhalado su último aliento.

En aquel último intento de entablar una conversación, el minotauro negó con la cabeza. Él trató de comunicarse también por signos. Primero se señaló a él. Después puso el índice y el corazón boca abajo, y los movió adelante y atrás alternativamente. Y finalmente señaló a todos los humanos y al tiflin.

 Agnos surkatis papillón du lekthan osuasis vilvizratos.

Ignoraron al minotauro del hacha y empezaron a descender las escaleras de caracol en dirección a los establos. Desde lo alto, según descendían, vieron más abajo a media docena de huécuvas, como hormiguitas, junto a un dragón rojo recostado en el suelo del hall. De las manos de las huécuvas empezaron a surgir alimentos de la nada hasta formar una pila, que el dragón comió de un bocado.

El grupo llegó al nivel del suelo y tomó rumbo hacia el fondo del salón. Allí, sobre sus cabezas, había un gran agujero en el techo, lo suficientemente grande como para que una criatura tan enorme como Orcus pudiese pasar volando del salón del trono a los establos y viceversa. El otro gran agujero, todavía más grande, estaba en el suelo, en el interior de uno de los boxes. Uno sin dragón. Uno con una plataforma lo suficientemente amplia para todos, y con un sistema de cuerdas y poleas para descender por el pasillo.

Entonces recibieron un sobresalto por la periferia de sus respectivos campos de visión. Silencioso, el minotauro les había seguido todo el trayecto hasta aquí, bajando las escaleras de caracol algo más rezagado. Pero ahora que se habían parado ante el elevador, la bestia les dió alcance y se paró de nuevo junto a ellos. La plataforma parecía en suficiente buen estado como para soportar también el peso del minotauro, aunque siempre podrían tratar de engañarle para darle esquinazo.

Aire le iba a soltar un guantazo con el osito a Onfale cuando le tocó la cabeza hasta que escuchó sus susurros. ¿Laón? se sorprendió que Orcus escondiera allí la rosa, pero claro, no la iba a tener a simple vista, donde todos pudieran verla y, en caso de Kaevhas, si querían más poder, intentar destruirla.

Aún así no sonrió a su conmpañero ni nada. Sólo hizo un movimiento casi invisible de asentimiento, y esperó que todos empezaran a moverse para seguirles.

Ya había estado por esa zona, y la dragona ya no le provocaba ninguna curiosidad. Esa criatura no tenía más que decirla.

Se entretuvieron al mirar el agujero por el que Flame había bajado sin ayuda de la plataforma y la muchacha miró a sus compañeros. Si alguien quería bajar, tendría que poner el pie en la plataforma; ella no se fiaba. Aunque todo se puso más divertido cuando llegó el minotauro.

Qué bien, tenemos nuevas amistades.

Los intentos de comunicación por parte de Alice continuaban siendo igual de infructuosos. Aunque el fracaso fue atenuado por un ligero entendimiento mediante el uso de signos y gestos. No obstante, finalmente se decidieron por abandonar aquella planta para descender hasta las mazmorras donde se encontraba recluido ni más ni menos que artesano responsable de realizar la cristalera que contenía el poder de Orcus.

El pequeño grupo caminó, descendiendo por los niveles de la puerta y contemplando cuando pudieron a los dragones, hasta llegar a una especie de elevador. En ese mismo instante Tybalt reparó en que el minotauro los estaba siguiendo. Instintivamente llevó sus manos cerca de las empuñaduras de sus espadas. -Se ve que le hemos dicho algo que no pretendíamos... ¿intentamos quitárnoslo de encima?- Preguntó el tiflin sin llegar a concretar en el cómo iban a hacerlo. Bien podrían cambiar de rumbo y despistarlo o quitárselo de en medio de manera más contundente y definitiva. Aunque esta segunda opción quizás les trajese más problemas que soluciones...

Yo ya bajé ahí. Dijo señalando el agujero. Y está todo muy oscuro. Necesitaremos conjuros para iluminar la zona, aunque igual que bajé hasta aquí sola con Aire, y volví en busca de Leiath, ahora sigo pensando que deberíamos seguir buscando a la bruja de Hala y explorar esta zona todos juntos. Quizá sea más seguro. En caso de que no estéis de acuerdo, comentaros que ahí abajo lo único que veréis será el magma que hay, y lo único que se ilumina. Si queréis ver algo, necesitaremos magia de iluminación. Dijo Flame sin preocuparse por el minotauro, pues no parecía un verdadero problema.

Menuda miseria! La mujer estaba peor de lo que la bruja había calculado y su plegaria quedó corta en poder curativo. Lejos de pensar que su diosa le había puesto aquella muchacha para que se muriese delante de sus ojos, volvió a rezar para sanar a la pobre víctima de aquel sacrificio y esperó impaciente a que recobrara el conocimiento.

Jadewo se mantuvo en su posición, con actitud firme, como correspondía a un campeón de Orkus.

-Sí, puedo repetirlo, una vez más.- Respondió.- Mi habitación, dónde puedo encontrarla. He llegado hace poco aquí, desde Lash Embrar, alzándome como campeón de Orkus en el torneo. Tras la comida el mayordomo contó que para ir a nuestras habitaciones, solo teníamos que preguntar a los moradores de la zona.

Su tono era claro y pausado, para que se pudiera entender claramente el mensaje... y en que condición estaba allí.

- Dejémoslo. Quizá quiera hablar con nosotros. - Le parecía extraño que el guardaespaldas del Coleccionista abandonase su puetso así tan ligeramente. Puede que no se atreviera a hablar con ellos allí. Después se dirigió a Flame también en un susurro para que comprendieran.-  Alice ha descubierto que el constructor de lo que queremos ver está preso en las mazmorras. ¿Entendéis lo que eso significa?- Información sobre cómo llegar y cómo destruirla. No creía que no necesitaba ser más explícito.- Si es necesario puedo hacerme invisible allí abajo. 

El muerto viviente se giró en dirección a la fila para explicarles al resto de acólitos las circunstancias de lo que había pasado. Después se acercó a Jadewo y le cogió del brazo, tirando de él hacia un pasillo perpendicular al que estaban.

 Yo coger a... ¿erhmmmm?... sitio con camas. Tú ir con me.

Los acólitos rodearon a Jadewo para proseguir su camino. Entonces sucedió algo aún más grave... El nuevo conjuro realizado por Leiath había surtido efecto, despertando a la chica. También había curado las heridas, que se cerraron en torno al cuchillo ritual clavado en su torso, causando graves dolores.

¡AMIRICHO LORM NASLABUUUUR, AAAAAAAH!

A oscuras, la chica cogió la mano de Leiath como si fuese una parturienta a punto de dar a luz. Pero lo que llevaba dentro, el filo de la daga, no iba a nacer por mucha contracción que tuviese. El grito de dolor lo empeoró todo. Los monjes salieron corriendo en dirección a la puerta abierta de la capilla, origen del grito.

El grito tomó por sorpresa a Jad, quien por instinto puso su mano en la empuñadura de su arma, mientras buscaba con la mirada el origen del grito. Como cual mirón fisgón, siguió los pasos de los acólitos hasta el origen del grito, para ver qué sucedía.

En su interior crecía de forma desmesurada la sensación de que todo acabaría mal.

Oh, oh!- fue lo poco que le dió tiempo a pensar a Leiath cuando la mujer se puso a gritar.

Por gestos intntó hacerle entender que se callase. Se ponía un dedo delante de la boca y con el otro señalaba a la puerte, conciente de que no serviría para nada.

Hablas mi idioma?- le dijo en voz baja pobando suerte- Sea lo que pase ahora, confía en mí. Te intentaré sacar de aqui, pero tienes que confiar en mí.

Para reforzar sus palabras (en el caso de que las entendiese) la bruja sacó el cuchillo del cuerpo de la chica, inmediatamente rezó una plegaria para que la herida se cerrase.

Se quedó con el cuchillo ceremonial en la mano y la cabeza echando humo pensando en qué diría si los sectarios entraban por esa puerta.

Y si, antes de bajar buscamos a la bruja. La maga pelirroja no se había acordado de Leiath hasta ese momento. ¿Qué habrá sido de ella? ¿Se estará dando el lote con el rubiales de Jadewo? Seguro que no,  Leiath es demasiado inocente para hacer esas cosas. Puede que ella sepa comunicarse con el minotauro. 

- ¿Leiath?- Se preguntaba Onfale si hablaban de la misma persona. Nada en lo que habían compartido con la Bruja de Hala le hacía pensar que dominara el lenguaje de las vacas. Se cruzó de brazos a modo de protesta al igual que hacía en el harén cuando la puta más puta se salía con la suya usando sus truquitos con su Creador y al final no tenía otra opción que obedecer.- Como veáis...

Jadewo no vió nada raro en la manera de actuar de la huécuva. Simplemente no hablaba bien el común, y era más fácil indicarle el lugar arrastrando al humano con él, solo por si no llegaba a hacerse comprender. De todas formas, eso no era muy importante ahora, debido al grito... que se volvió a repetir.

¡AAAAAAH!

Arrancar el cuchillo fue doloroso, pero el calor en la tripa propiciado por la magia de la Bruja reconfortó a la muchacha. Aún así, estaba sola, asustada y confusa. Y lo peor de todo: no conocía el idioma.

Marilquerk. Lodolboka ig thugs shaggid La'tak...

En el umbral de la puerta se acumularon los acólitos y Jadewo. La luz del medallón del faerunio deslumbró a las dos muchachas, y acrecentó la confusión. Los monjes asintieron complacidos, y entraron en la capilla distribuyéndose a izquierda y derecha, sentándose en los bancos de piedra para contemplar el resto del ritual... el sacrificio. Esa era la manera fácil de salir de aquel lío: matando a la extraña y complaciendo al público. En cuanto a si había una manera difícil... Leiath contó veinte encapuchados. No se trataba solo de huir, si querían salir de allí con la chica viva manteniendo la cuartada del aquelarre maléfico, tendrían que matar a los veinte testigos antes de que alguien más se acercase a ver al escuchar el ruido del combate.

La chica ni se molestó en tratar de huir. Había demasiados amos con los que cruzarse antes de llegar a la puerta. Todas las esperanzas de la muchacha se centraron en sujetar a Leiath de la manga de su ropa y en decir más palabras extrañas. A Leiath le sonaron a súplica. Pero hay un momento para hacer lo correcto y otro para sobrevivir.

Jad mantuvo su posición expectante, su mirada intensa atravesaba a las muchachas. Aquello podía ser si fin, pero en cualquier caso podía contar con él. Para el joven, el camino, si bien difícil y tal vez fatal, estaba claro, pero dejaba la responsabilidad en los hombros de la sacerdotisa.

La mirada de Leiath saltaba de los acólitos a la chica, de la chica a Jadewo, de Jadewo a la puerta de salida, mientras su mente ideaba algo con lo que salir de aquella situación sin que nadie muriese.

De repente se le ocurrió una idea; sería inspirada por Hala o era una de esas ideas peregrinas que les habían metido en tantos líos? Bueno, al menos la muchacha no tenía duda alguna de que provenía de su gran diosa.

Respiró hondo y se preparó para dar el mayor espectáculo de su jóven vida. Sabiendo que los asistentes probablemente no entendiensen ni una palabra, apoyo su discurso con numerosos y exagerados gestos.

Seguidores de ORCUS!- Dijo alzando los brazos con la daga ceremonial en una mano y enfatizando la última palabra pues pensaba que era lo único que entenderían de toda su retaila- Soy la gran campeona de torneo!

Los pasos divinos me han llevado hasta esta esclava y han mostrado que aún hay otro uso para ella, antes de ser sarificada!.

Debo llevarmela pues a mi aposentos y dilucidar que hay en ella que tanto llama la atención de su Gran Divinidad! Cuando termine con ella os haré saber cual fue su uso y será devuelta al templo! -

Regocijaos pues ese es el deseo Divino. Levantad una plegaría al Gran ORCUS!

Oh, gran Orcus! Oh gran Orcus!- vociferó la bruja, eperando que le siguiensen todos y en la confusión empezar a sacar a la mujer de la habitación.

Alice... Onfale... Tybalt... Aire... Hollín... Flame... un minotauro que pasaba por allí... Todos ellos recorrieron a oscuras el pasillo de la entreplanta, desde el rellano de las escaleras de caracol hacia una luz misteriosa a lo lejos, rezando para que Leiath y Jadewo apareciesen.

Entonces escucharon la voz apóstata de Leiath aclamando a su nuevo dios...

¡Oh, Gran Orcus! ¡Oh, Gran Orcus!

Era inevitable. La chicuela siempre fue de carácter débil. De entre todos, tenía sentido que fuese a ella a la primera a quién convirtiesen a poco que algún sectario de Orcus le empezase a lavar el cerebro. Apuraron el paso en dirección a la voz de Leiath, que coincidía con la dirección de la luz. Se trataba una vez más de la luz en el colgante de Jadewo, que estaba en el umbral de la puerta abierta de una de las habitaciones.

En el interior de la sala, los encapuchados estaban desconcertados. Uno de ellos se puso en pie, cortando el paso a las dos muchachas. El resto se volvieron al pobre monje que sabía chapurrear algo de común, pero entre que Leiath hablaba muy rápido y con palabras difíciles, y que sus compañeros no le dejaban escuchar bien, pues tampoco se estaba enterando de la misa la mitad.

Leiath intentó parecer todo lo indignada posible cuando aclamó:

- Osais abandonar vuestros rezos e interponeros ante la voluntad de la Campeona de Orcus!?

Tú- se dirigió a la huécava que era la única que parecía entender algo dado su cara de puzzle- diles que no se impacienten, que será llevada al Templo cuando hagamos buen uso de ella.

A lo lejos vió llegar al resto de su aquelarre, no sabia si eso empeoraría o mejoraría la situación...