Partida Rol por web

La bruja sintió una pena terrible al ver el estado de Hugo. Si bien se habían ganado un castigo por haberles atacado, quizás había sido algo duro.

El bondadoso corazón de la joven, pese a estar oculto por un conjuro de alineamiento indetectable ('por si las moscas'- pensó aquella mañana), la impelía a atender al trastornado muchacho. A sanarle sus heridas. Pero aquel no era el momento ni el lugar.

Aceptó la caricia del que podría haber sido su compañero sin mostrar ningún desprecio, solo compasión.

Luego se acercó a Arpanhoe y le susurró:- Qué ocurre con Hugo, no le quieres curar o es que no puedes? Tu dios te impide ayudar a tu amigo?

Sus palabras iban cargadas de veneno ya que no entendía como alguien podía adorar a un dios maligno y usar ese poder para el mal en vez de para ayudar a la gente.

La vía diplomática de Flame brillaba por su ausencia, no solo en ese momento, si no en toda su vida en general. Cada vez que no había que pelear salía huyendo, y cuando había que hacerlo, algunas veces huía y otras no, así que se podía decir que no servía de mucho si no era con Ayash en las manos. Así que decidió mejor pasar lo más inadvertida posible, no llamar la atención, permanecer parada cuando había que hacerlo y mover el culo cuando procediera. Era lo mejor.

Alice miro a Hollín tras haber escuchado las palabras del coleccionista y resoplo apesadumbras. Sí, es algo vulgar. Un Corvus corax, normal y corriente. ¿Pero qué le voy a hacer? Es MI maldito cuervo negro normal y corriente.  Dijo lanzándole una mirada de odio al cuervo y a la amante actual de este, Becky. Las palabras del coleccionista habían hecho que la maga se fijara otra vez en su familiar y recordara lo mucho que había sufrido por él, no recordaba las veces que había tenido que salvarle las plumas a Hollín. 

El perfumista lanzaba de vez en cuando miradas furtivas a Flame. Era verdad que la mujer no era muy habladora pero últimamente ya era una cosa extraña. Tanto era así que el perfumista había llegado a pensar que la Orkus ya la hubiera transformado en algún tipo de muerto viviente. Eso era justo lo que necesitaban.

El ambiente era tenso, no podía ser de otra forma. Los que antes habían sido enemigos y se habían enfrentado a muerte ahora eran todos considerados Ganadores del torneo y debían ir juntos en procesión como si nada hubiera pasado.

Pelillos a la mar.- Pero eso no era fácil. Tampoco para Onfale quien era bastante rencoroso. De todas formas estaba más preocupado por lo expuesto por Tybalt que por todo lo demás. ¿Cómo iban a salir de aquel complejo una vez rota la Rosa de Laón? Si es que conseguían hacerlo, que tampoco lo tenia muy claro.

Bendita ingenuidad.- Pensó ante la reacción de Aire y la parsimonia de Leiath, aunque lo suyo era más una fe ciega en su diosa. Onfale también había adoptado la fe de Hala pero la suya, al contrario que la de la Bruja, se tambaleaba más que un pastel de gelatina.

El comentario despectivo del Coleccionista hizo sonreír a Onfale quien, educado de manera exquisita, ocultó su sonrisa con un gesto de su mano. Seguro que hubiera apreciado más al silencioso Perezoso y su manera tan sutil de cambiar de color. ¿Dónde estaría su pobre familiar? El Coleccionista, intacto todo su grupo, parecía un sibarita lo cual indicaba a Onfale que quizá supiera apreciar la obra de arte que era un eunuco. Por si acaso lo observaba con sus grandes ojos azabache, una mirada cargada de misterio.

A lo que no hacía mucho caso era al grupo del perjudicado Hugo. No habían llegado a ser unos dignos rivales y su estado era patético.

- ¿Sólo quedáis vosotros dos?- Le preguntó de manera tan altiva que parecía copiar al Coleccionista en gestos y ademanes.- Más te vale.- Sentenció en lo que era una evidente amenaza.

La preocupación de Tybalt no pareció calar demasiado en el sentir general y tampoco la serenidad de Leiath lograba calmar ese sentimiento. No obstante, no se hallaba en posición de replicar ni de exigir soluciones. Resucitó gracias a la bondad de la bruja y por la gracia de Hala; y si había sido devuelto a la vida para morir de nuevo para cumplir la misión, que así fuera. Después de todo, prefería terminar sus días de esta manera que vivir lo que le quedase bajo el yugo de la esclavitud.

Dilemas a parte, ya se acercaba el momento de la verdad y así se lo hizo saber el Mane. Enseguida se reunieron con el resto de ganadores para descubrir al mermado y arrepentido grupo de Hugo. Tybalt llevo instintivamente su mano a la empuñadura de su espada al ver a Arpanhoe acercarse a Leiath, pero no llegó a desenvainar al escuchar la titubeante tregua que le proponía. El espadachín no bajaría la guardia, aunque tenía curiosidad por escuchar lo ocurrido.

Alice, no es TÚ cuervo. No es una posesión, es un ser vivo. Quizás si lo tratases con el respeto que se merece no sería MI cuervo. ¿Quieres meterte en mi bolsillito dimensional, Hollín, bonito?

Cuando Becky aproximó su dedo, Hollín hizo el amago de picarle. Ahora ya no necesitaba protegerse del frío, así que su acercamiento interesado a Becky ya no tenía sentido. La maga rubia retiró la mano, dándose por vencida, y el cuervo se mantuvo sobre el hombro de la victoriosa maga pelirroja.

Mi fe es lo suficientemente poderosa para acelerar el tiempo de recuperación de la cordura de Hugo. Conjuré sobre él un quitar locura antes de que llegaseis, y ahora se encuentra más calmado, pero... Ha pasado por una experiencia muy dura. La muerte de su hermano, la Prueba de la Mente... En el combate con el Pentecostés... fue mi culpa. No estuve a la altura. Pugné por el control de Jeremiah-el hermano de Hugo, transformado en zombi-, y perdí. Hugo, enloquecido, tuvo que ver a su propio hermano atacarle, bajo las órdenes del Pentecostés. Gracias a Keocratis sobrevivimos, pero creo que Hugo le culpó de haber matado a su hermano zombificado, y... Mientras dormíamos en este hotel, se tomó la venganza... Por Orkus, Keocratis... Puede que Hugo le matase, pero murió por mi culpa. Si mi fé fuese lo suficientemente fuerte, si hubiese mantenido a Jeremiah bajo control, y Hugo jamás habría...

Hugo sonrió a su último amigo. Lágrimas brotaron de los ojos de Arpanhoe. El sacerdote de Orkus parece roto, y su oferta de paz sincera. Pero tal y como se lo plantea Arpanhoe, revivificar a Jeremiah nunca fue el problema que había desatado todo aquello.

Todo saldrá bien. Pronto veré a Orkus y podré pedirle que proteja a mi pueblo, allí dónde los demás dioses nos abandonaron...

¡Eh! No nos cuentes tu vida, cenizo.

El grupo salió a la terraza. Tres plantas más abajo, un jardín rectangular en el que jugaban algunos niños de ropa cara.

Descendieron las escaleras, un total de tres plantas, hasta una especie de recepción atendida por una súcubo muy atractiva. Unas últimas escaleras les llevaron a la siguiente sección de Lash Embrar, inmediatamante a la que ocupaba el hotel Shift-Garden.

Las calles abarrotadas del siguiente nivel se apartaron para dejarles pasar. Hubo algunos aplausos, incluso vítores. Pero los fans se limitaron a observar desde la distancia, nunca a tocar a aquellos poderosos gladiadores que podían partirles en dos, o reducirles a cenizas. Era una devoción mezclada con miedo.

Desde una de esas calles, pudieron acceder a una especie de garaje o de hangar. Allí había dos trineos enormes, de quince pies de ancho y cuarenta de largo, tirados por largas hileras de mastines sombríos, como aquellos que custodiaban los alrededores de la Aguja en Ly'Huriek. Y en uno de los trineos, una gran caja metálica...

Bueh... vamos a ver si el último de los ganadores del torneo sigue dónde lo dejamos...

El Mane subió por una escalera y corrió el cerrojo del ventanuco para ver el interior de la caja.

Whoaaaaah...

Se dió prisa, asustado, de volver a cerrarlo.

Sep. Ya estamos todos. Y por ahí viene el conductor del otro trineo...

El Mane señaló a lo lejos, en el otro extremo del hangar, una figura vestida de rojo sangre, con una peligrosa y abundante barba...

...postiza.

Eyy... ¡¿Qué hay, coleguita Mane?! ¿No hay un abrazo para tu buen amigo Muerte-disco?

Los dos conductores de trineos se abrazaron, y justo después hicieron un choque de manos, a modo de saludo especial secreto de superamigos. Muerte-disco se acercó a los participantes, con una carpeta y una pluma, y empezó a pasar lista.

Veamos... El Coleccionista, un minotauro, un gólem y un... ¡vaya!-dijo al ver a la extraña momia-¡Hacía como un millón de siglos que no veía uno de estos... Bien, este grupo está completo.

Siguiente... La Hermosa y Lista Becky, el rubio cachas, el cuervo, la arpía de pelo rojo, la mojigata, la niñata del oso de peluche, cuernitos y el andrógeno...-dijo, leyendo los nombres con los que Becky les había inscrito-Uhm... ¿Ocho en total, verdad, troncos? Pero estoy contando nueve...

Arpanhoe cogió a Becky del brazo y tiró de ella para alejarla de los demás.

Son ocho. Esta preciosa rubia de aquí se llama Keocratis. Viene con nosotros. Congregación de la Capellanía del Ahorcado: Hugo, Keocratis y Arpanhoe.

Becky asintió y rió como una colegiala. ¡Arpanhoe le había llamado preciosa! Una vez más, Jadewo tenía que soportar cómo el malote de turno le levantaba la novia delante de las narices.

Estaba sinceramente conmovida por las palabras de aquel sacrílego clérigo. En realidad parecía que solo buscaba el bien de su gente, pero el pobre había abrazado la fé errónea.

No importaba, Hala aceptaba incluso aquellos con alma confusa, seguramente le podría dar una oportunidad a Arphanhoe si éste se redimía.

El detalle que tuvo con ellos a la hora de justificar sus números, la terminó por convencer.

Antes de subirse al trineo que la correspondía, volvió a acercarse al clérigo de Orkus y susurró:- En el caso que Orkus no acepte proteger a tu pueblo, puedes contar con nosotros. Llevanos contigo y os ayudaremos.

Le miró directamente a los ojos para dejarle claro que hablaba con toda la sinceridad del mundo.

Jadewo marchaba con su petate a cuestas, con la mandoble y el escudo junto a su morral, se abstenía de conversar, no tenía nada que decir a esos que fueran contrincantes, en caulquier caso tenía cosas en las que pensar. No tanto en Becky, pues al fin y al cabo, no habían tenido más que unos jueguecitos que los habían aliviado a los dos, sino en las observaciones acerca de lo que deparaba su futuro, en la empresa que los había motivado a participar en un torneo aborrecible como era ese dedicado a Orkus.

Sin lugar a dudas se trataba de un noble y digno objetivo. Pero adentrarse en lo más profundo del hogar de una deidad temida, para golpearle y liberar a las almas en pena, no auguraba mucha fortuna a los causantes de semejante golpe, en el fondo de su corazón sentía que aún tenía demasiadas cosas para zanjar antes de poder dejar atrás ese mundo...

En cualquier caso, no permanecía ajeno a lo que sucedía alrededor suyo, como la promesa de Leiath. Me parece que das muy a la ligera tus promesas, jovencita.

Claramente los familiares eran un reflejo de la personalidad de sus amos, y Hollín no era una excepción. Era un pequeño aprovechado, codicioso y con ansias de poder, como ella.

¿La arpía de pelo rojo? ¡Becky la había inscrito con ese nombre! Un día de estos hablaría con la maga rubia de ese pequeño desliz, en ese momento se conformó con mirarla con el ceño fruncido. No estaba el horno para bollos, estaban en mitad de una ciudad de demonios y con un clérigo maligno apunto de liar. Arpanhoe le había estado tirando los tejos hace un par de noches y la maga roja estuvo a punto de caer en sus brazos, ahora la maga roja deseaba fulminarlo con una bola de fuego.

Estaba claro que no se podían fiar. Las palabras de Arpanhoe no le resultaron sinceras. ¿Qué querría? ¿Qué ocultaría? Quizá no les iba a delatar pues ya lo había hecho. Aire sabía que la muerte de los presentes tenía que convertirse en un hecho si querían librarse y volver a salvo a... bueno, a donde fuera.

La muchacha cerró la boca. No quería decir nada, pero estaba pendiente de todo lo que sucedía a su alrededor. ¿Estaría mal visto atacar a los demás ganadores justo en ese momento? Si se los quitaban de encima ya, quizá tendrían menos por lo que preocuparse más tarde. O quizá era lo que tenía que hacer para que apareciese Orcus y se los cargara con una simple mirada...

Con todo esto, llegaron a su nuevo medio de transporte, casi sin darse cuenta. No se había fijado en los niños con ropa cara jugando, ni los jardines ni nada. Seguía meditando, repasando sus conjuros y los efectos, definiendo su estrategia a seguir... A pesar que los dos no-muertos intentaran sacarla de quicio.

No hizo falta. Leiath, ofreciéndose a ayudar a Arpanhoe, la hizo abrir los ojos como platos y girar la cabeza con gran rigidez. Poco la falto para abrir la boca por sorpresa. O acercarse para darla un buen golpe en la cabeza. Lentamente, sin saber muy bien por qué, miró hacia Onfale. ¿Había escuchado lo mismo que ella?

Tybalt no gesticuló lo más mínimo al escuchar la drástica historia de Arpanhoe. Después de los problemas que les causaron en la primera prueba no sentía ninguna pena por esos dos. Lo que sí le obligó a fruncir el ceño fue el ofrecimiento de Leiath y, por lo que pudo observar, más de uno tuvo una reacción similar. ¿Qué ganaban ellos tendiéndoles la mano a esos cuando ya les atacaron después de ofrecerles colaborar juntos una vez? Estaba claro que a Hugo y Arpanhoe les convenía y quizás por eso éste último se las ideó para arreglar el desajuste de participantes pero, ¿merecían realmente la misericordia de la profeta de Hala? 

Estaba claro que no sería él quien cuestionase el corazón puro de la bruja. Una mujer que había conseguido reunir a un grupo cada cual más dispar del anterior, seguramente tendría el poder para reconducir a un pobre desgraciado que entregó su alma al dios equivocado aun siendo por un noble propósito. -Ella siempre cumple su palabra.- Le dijo con un tono discreto pero sereno a Arpanhoe, esperando reforzar las palabras de Leiath. Tan solo esperaba que Orkus le negase su deseo a esos dos antes de que ellos rompiesen el foco de poder del dios. Quizás así contasen con su apoyo en una posterior huída...

Mierda... Pensó Flame al escuchar que ella no estaba en la lista. Seguramente tendría que ver con el hecho de su huida durante el torneo, no podía culparles de que nadie la reconociera. A punto estuvo de dar una explicación cuando escuchó como Arpanhoe les salvaba el culo. Flame se quedó boquiabierta y en cuanto se dio cuenta asintió con una humilde sonrisa y movió la cabeza de arriba abajo de forma lenta y tratando de que pareciera lo más sincera posible. La habían salvado el culo, una vez más...

La historia de Arpanhoe podía resultar al perfumista trágica pero no conmovedora. Le daba igual que no hubieran podido controlar al hermano no-muerto de Hugo. Ellos se lo habían buscado con sus actos. Que Keocratis hubiera muerto hasta le sentaba bien. Había tenido sus fuertes manos alrededor de su cuello cuando se le había ocurrido seguir al grupo por Lash Embrar aunque, para decir la verdad, al final le había dejado escapar.

- Hubieras hecho otra cosa. Siempre hay una opción.- Le dijo con tono conciliador el mago. Su harén era una muestra de ello. Cuando los guías pasaron lista todos se sorprendieron un poco de los "motes" que Becky les había puesto. onfale elevó los ojos al cielo de nuevo, pidiendo paciencia. Ni siquiera la rubia tonta sabía lo que decía.

Andrógino, niña. Se dice andrógino.- Si ella intentaba hacer rabiar a Onfale con ese adjetivo iba lista. Eso es lo que era y orgulloso estaba por ello. La tensión de la ausencia de Flame en la lista fue solventada de momento pro la mentira de Arpanhoe. ¡Qué demonios pretendía? Salvo Leiath, todos parecían mantener las reticencias que una mente normal tendría ante los que habían sido sus enemigos.

- No te precipites Leiath. todo pende de un hilo muy fino...- Trató de aconsejar a la piadosa Bruja de Hala.

Al final había dos trineos tirados por aquellos mastines que casi le devoran el culo al andrógino humano. ¡Qué recuerdos! ¡Cómo se distribuirían los ganadores del torneo? tendría que esperar un poco más para saberlo. Lo que sí le intrigaba de verdad era aquella caja enorme con alguien dentro. Según Mane, uno de los ganadores del torneo.

- ¿Dónde están los calamares?- Preguntó por los azotamentes ilícidos.

El comentario sobre los calamares fue bastante racista por parte de Onfale. La moralidad del Mane también lo era, así que captó la referencia. Con el pulgar, el Mane señaló por encima de su hombro a la caja metálica de uno de los trineos.

La distribución fue la lógica: el equipo con más representantes en el mismo trineo que el grupo que tenía menos representantes, para compensar el número de pasajeros. En este caso, la caja de calamares con la Cohorte de Becky... salvo Becky. Ese trineo sería llevado por Muerte-disco.

A su lado, el trineo en el que viajaban el Coleccionista y su circo de monstruos. En él también viajarían Hugo, Arpanhoe y la nueva Keocratis... es decir, Becky. El conductor de ese segundo vehículo sería el Mane.

Los mastines sombríos se alinearon mirando al muro de fuego que ocupaba una de las paredes del hangar. Un operario humano pulsó una palanca, y el muro de metal tras el fuego se abrió. Una corriente fría del exterior lo invadió todo, acamando las llamas y obligando a los mastines sombríos en cabeza a retroceder.

Ho-ho-ho... ¡vamos allá!

La mano esquelética giró en el cuadro de mandos del trineo una palanca en forma de quinqué, como las disimuladas para abrir puertas secretas. Se desplegó la cúpula de un campo de fuerza, como los de los barcos del caos, o el aparato que llevaba Alice... pero más pequeña. Protegía hacia atrás hasta cubrir el trineo, y los mastines sombríos hacia delante. Los animales de tiro echaron a correr... y desaparecieron, hundiéndose en la sombra que el muro de fuego proyectaba en el suelo. Por inercia, el trineo se siguió deslizando con todos sus pasajeros a las llamas.

Muerte-disco giró el segundo quinqué. En los bordes del campo de fuerza se levantó un anillo de fuego de cinco pies de alto, similar al conjuro escudo de fuego, salvo que más grande, protegiéndoles del fuego. Cruzaron el muro de llamas sin sufrir daño, saliendo escupidos a gran velocidad desde el equivalente a cuarenta plantas de altura. Y entonces vieron la Bruma, cubriéndolo todo. Aquel mal endémico, aquella lacra que les había seguido desde Dorvinia... la niebla se extendía a lo lejos, y se seguía expandiendo... hacia Lash Embrar... y puede que ya hubiese cubierto la Puerta de Orcus.

Suspendidos en el aire, un cambio de rasante en el vuelo bastó para que los mastines sombríos volvieran a asomar por encima del nivel del cuadro de mandos, bajo la luna llena eterna de Thánatos.

La caída continuó, parabólica. Hollín se acurrucó en el regazo de Alice. Cuando el desastre estuvo cerca, los mastines volaron hacia arriba, alzando el morro del trineo. Aterrizaron en un movimiento brusco, mientras los patines del trineo levantaban gran cantidad de nieve. El pilotaje del Mane, a la izquierda, era todavía peor, y casi vuelca al tocar la nieve.

Las llamas en el campo de fuerza iluminan para que haya sombras, y los chuchos se puedan esconder en el suelo a salvo de peligros-explicó el guía-. Su otra función es incineradora-tomó un cigarrillo en su esquelética boca y tiró el cartón al escudo de fuego-: como se acerque a nosotros uno de esos gólems de telaraña, quedarán reducidos a cenizas.

El viaje se prolongó durante horas sin que pasara nada, pero cada vez las Brumas de Ravenloft eran más densas. A mano derecha, la niebla se desplazó lo suficiente por el viento para mostrar algo grande y rojo a lo lejos, sobre la nieve. Muerte-disco señaló con el cigarrillo.

Es un dragón rojo de los de la Puerta de Orkus. Los cuidadores les lanzan conjuros de adaptación para que puedan salir a patrullar durante unas horas. Ese de ahí está demasiado lejos de su cuadra, eso es que ha intentado huir. Quizás creyó que podría volar lo suficientemente lejos como para encontrar una entrada a otra capa del Abismo, una sin energía negativa. Si no está volando es que el hechizo de adaptación terminó. Se está desintegrando poco a poco, está demasiado dolorido como para retomar el vuelo. Es tan grande que tardará horas en consumirse.

El dragón dejó escapar un rugido lastimero, como el de un cachalote varado en una playa. Él también parecía ser consciente de que se estaba muriendo.

Esa niebla?- quiso preguntar Leiath a su guia para no dejar escapar la ocasión, aunque se temía la respuesta- De dónde viene? Es peligrosa?

¿Por qué, después de todo lo que habían sufrido, tenía que darle pena un dragón? Quizá se sentía identificado con él, intentando escapar de una cárcel, al igual que había sufrido ella...

O quizá tenía que ver con la joven e inocente Aire, que luchaba con todas sus fuerzas para poder ver a ese dragón, para poder controlar de nuevo a la Aire hechicera. Y, sin saber muy bien por qué, ésta se fue hacia el interior para que la otra naciera.

¡Un dragón! ¡Un dragón! Y es rojo, ¡qué bonito! Aristóteles, ¿tu crees que podemos quedarnos con él? Piensalo bien, podíamos ir siempre montado en un dragón. Hay que pensar dónde puede dormir.