Partida Rol por web

La dragona desplegó un aura demoniaca, insuflando terror en todos los que le rodeaban, y obligando a Aire, Leiath y Tybalt a retroceder a medida que la dragona se acercaba cautelosamente a la puerta.

Mientras el dragón seguía con las alas fracturadas, y el dolor le volvía a impedir hacer todos sus ataques y explorar el 100% de su capacidad, pero poco a poco, sobretodo Jadewo y Laón, iban mellando su resistencia haciéndole sangrar. Lamentablemente, a Flame le pasaba lo mismo, y las garras del joven dragón empezaban a ponerla en un apuro.

Aire había perdido el control y se puso a temblar. Nunca había visto a su amiga tan sumamente enfadada, ¿qué le había pasado? Ella se había enfadado a veces con Aristóteles, pero nunca hasta llegar a ese punto. Una vez estuvo a punto de tirar a Aristóteles por un puente, pero después se había arrepentido y le estuvo pidiendo perdón durante todo un mes.

Retrocedió, sin escuchar los consejos de Aristóteles ni las palabras de nadie. Esperaba con todas sus fuerzas que su enfado tuviese que ver con el otro dragón, no con ellos.

El guerrero continuó con su acometida, sacando ventaja del debilitamiento del dragón y que tenía demasiados flancos que atender... de nuevo el joven alcanzó a la criatura, pero otra vez fue un golpe menor, sin lugar a dudas ese dragón rojo era un ser temible. ¡Suerte que le alcanzara su rayo de debilitamiento antes de enzarzarse en combate!

Ya todos sabían que el perfumista era un mago bastante mediocre en comparación con sus compañeras de aquelarre. Al igual que su cuerpo era un "quiero y no puedo", una mezcla entre el de un hombre y una mujer, para algunos una obra de arte para otros un esperpento, su magia se encontraba en el mismo punto. Pero solía suplir dicha carencia con otras habilidades no tan propias de alguien que se pasara todo el día estudiando entre ajados pergaminos y polvorientos libros. Sin embargo, su técnica de lucha quedaba muy lejos de la que demostraba el otro Caballero del Rey Bob. El estoque de Onfale chocaba con la dura coraza que protegía al dragón una y otra vez. El perfumista apretaba los dientes sintiendo cada vez más odio hacia aquella criatura que lo dejaba en evidencia. Y la ira no era un buen sentimiento para alguien acostumbrado a mantener la cabeza fría y una respiración controlada.

- ¡Muereeeeee!- Lanzó su último ataque con todas sus fuerzas pero tan poco control que el resultado fue desastroso.

Fruto de dónde clavó Onfale su estoque, parte anatómica del cuerpo que no especificaremos, el eunuco se convirtió en el centro de la ira del dragón. El humano recibió una coz doble, y las alas con sus espolones cortaban como cuchillas, pero lo más doloroso fue el coletazo en toda la cara. Seguramente, sin la protección del aura de Flame y la reducción mágica con la que Jadewo contuvo su fuerza, Onfale ahora estaría muerto.

El flanco trasero del combate también contó con un mordisco de Laón. Él era un artesano, no podía aportar mucho más. Mientras, en la delantera, Jadewo y el dragón se hacían daño mútuo, clavando la espada justo al recibir una dentellada. Flame también ayudó esta vez, con una brutal estocada. El dragón estaba débil, pero era joven y un especímen sano, aún le faltaba mucha guerra por dar.

En cuanto a los refuerzos...

La dragona contuvo su aura maligna. Era más fácil hacer retroceder a Tybalt, Leiath y Aire por medio del miedo, que pedir permiso para pasar, o por lo menos era más placentero. Pero no podía infundir terror en el dragón joven sin que Flame, Laón, Onfale y Jadewo se pusiesen a correr hacia la punta más alejada de las cuadras, y mamá dragona no estaba dispuesta a perder el tiempo que les llevase regresar. Así que sí, lo que era seguramente el aliado más poderoso que habían tenido se limitó a caminar hacia su enemigo común, con lo que no dió tiempo a que se desquitara con un mordisco.

Jadewo se mantuvo firme ante el mordisco del dragón, tenía que permanecer ahí para dar tiempo al resto... pero empezaba a sentir la emergencia de terminar cuanto antes, pues estimaba que los efectos potenciadores del conjuro que les lanzara Onfale pasarían pronto, y sufrirían el coste de tal derroche de energías. Y la ira del dragón. Continuó descargando sus ataques, y de nuevo, la mayor parte fueron incapaces de penetrar la piel dura del dragón, peró aún así se las apañó para hacer sangrar otra vez a la criatura.

Su preciado cuerpo, creado a hierro y fuego y moldeado en ásanas y respiraciones controladas, iba recibiendo golpe tras golpe.

- ¡Ufff!- No había quien controlara la respiración cuando tus pulmones se vaciaban a consecuencia de un golpe. El mago contratacó con dos ataque de su mágico estoque que, de nuevo, se toparon con la férrea resistencia de la armadura natural del dragón.

¡Mierda!- Pensó por un segundo que todo se había ido al traste. Necesitaban acabar con aquel dragón ya.

Aristóteles recordó a Aire que tenían que escapar, y que no podrían hacerlo si no ayudaban a acabar con el dragón. Aire no quería atacar a una criatura a la que en el fondo admiraba por su magia, pero no tenía más remedio.

Dejó atrás a la inocencia y llenó su cuerpo de magia. Sus ojos negros hicieron acto de presencia y dio un par de pasos adelantándose a la par que alzaba las manos.

Aceleremos el proceso djio antes de lanzar un conjuro que salió disparado hacia el dragón.

Cuando la sensación de asco y miedo que aquella malvada criatura ejercía sobre ella se incrementó haciéndola retroceder, no opuso resistencia. Se quedó observando como su enorme cuerpo reptiliano emergía del cubículo y se dirigía hacia... el resto de sus compañeros!

Insensatos! Quitaos de en medio!- intentó advertir la bruja

Flame y Laón fueron los que remataron al dragón rojo.

¿Ya ha terminado?-dijo Becky, asomándose desde las escaleras de caracol.

La dragona, al ver que no era necesaria, dió media vuelta y volvió hasta Tybalt, abriendo sus fauces a la altura de su torso. Volvió a cerrar la mandíbula para poder hablar.

 El huevo. Deposítalo en mi boca-ordenó, antes de volver a abrir sus fauces.

Tybalt obedeció, quizás bajo los efectos de un conjuro de dominación, quizás por miedo. La boca de la dragona se cerró lo justo para no aplastar al huevo, y lo portó de ese modo de nuevo a su cubil. El box seguía abierto, era el único, y el hueco en la pared del fondo, más allá del campo mágico azulado, mostraba un paisaje dominado por las Brumas.

Becky salió al pasillo tirando de la mano de Lu Nantika. ¿La llevarían con ellos o debería esperar aquí a que los héroes regresasen?

Aire volvió a la normalidad en cuanto el combate llegó a su fin y el cuerpo del dragón cayó rendido. Se entristeció de que todo hubiese terminado así, pero no les había quedado otro remedio. Si esa fuerza maligna no les obligase a hacer cosas extrañas...

Pero eso ya era el pasado, ahora se centró en el presente, y miró a su mejor amiga dragona cómo se llevaba su dragón al cubil.

¿Vas a volver después a por él? Porque entonces habrá que proteger la puerta, no vaya a ser que te lo vuelvan a robar

Leiath estaba lejos de entender la perversa mentalidad de un dragón rojo, pero eso de abandonar una cría le parecía del todo esperpéntico y no se pudo morder la lengua.

- Vas a dejar a tu huevo aquí solo? Te lo pueden volver a robar o algo peor! Yo te lo puedo llevar en mi bolsa mágica, así estará protegido.

La bruja hablaba con toda la sinceridad que salía de su buen corazón.

Dejar de sentir el efecto potenciadordel conjuro de Onfale fue casi como recibir un golpe. El guerrero se mantuvo en pie, con un paño limpió el filo de la espada y la envainó. Su pecho subía y bajaba por el esfuerzo.

-Deberíamos de ir por faena, antes de que intenten controlarnos mentalmente otra vez...

Sacó la varita de su morral y la aplicó sobre los heridos. A diferencia de Leiath y Aire, su interés se posaba más en el asunto que los había traído aquí que en lo que la dragona roja hiciera.

Onfale tenía ganas de vomitar. Era el efecto de dejar sentir en su cuerpo el conjuro pero en su mente sólo podía pensar que le daba asco su propia actuación en el combate. Había sido patético. Sumido en sus pensamientos apenas notó cuando Jadewo se acercó a él y le aplicó el poder curativo de su varita.

- Gra-gracias.- Cerrar sus heridas le ayudaría a olvidar su deshonroso combate contra el dragón rojo, otra bestia que caía ante el poder del aquelarre.- Este plano se está yendo a la mierda.- Dijo al ver que las brumas se apoderaban ya de casi todo el paisaje.- Tenemos que darnos prisa.- Una cosa era decirlo y otra hacerlo. ¿Se iban a subir sin más a lomos de aquella madre dragona? Sólo de pensarlo le daban escalofríos.- Creo que lo mejor será ir todos juntos si es que la dragona puede llevarnos a todos.

La dragona giró su cuello de cisne y negó con la cabeza sin soltar el huevo. Becky añadió información adicional mientras Leiath se ocupaba de lanzar el conjuro de protección y Jadewo se ocupaba de hacer unas sanaciones con su varita.

No nos vamos a ir directamente. Primero necesitamos hacer una parada. Queremos que nos lleves a lomos hasta la azotea de la Puerta de Orcus.

La dragona se recostó sobre su estómago, facilitando la tarea de trepar a su grupa. El demonio gorila Laón se agarró a su cola. Una vez todos, incluídos Lu Nantika, se agarraron bien, la dragona cogió carrerilla y corrió por la pila de oro hacia arriba. En un gran salto atravesó el agujero en la pared, y el campo que les protegía de la energía negativa del exterior. El conjuro de Leiath funcionaba. El calor del foso de lava bajo ellos les lanzó una oleada de calor...

 ...y luego sintieron el frío cuando la dragona remontó el vuelo hacia las alturas brumosas, más allá de lo que alcanzaba la vista.

 Allí, entre las púas...-señaló Laón, balanceándose en la cola como un mandril-Es solo una ilusión. Yo estuve aquí antes, el techo es plano, se puede aterrizar.

Dos torres a modo de cuernos con púas se seguían elevando aún más hacia arriba. Las torres se ensanchaban hacia abajo hasta el techo de la Puerta de Orcus, convergiendo en un ángulo agudo, como un abrupto valle de piedra y metal.

La dragona se acercó con cautela, hasta que su sentido ciego le corroboró que aquella estructura no existía. Después voló en picado, hizo un requiebro para orientarse de nuevo hacia arriba y agitó las alas para amortiguar la velocidad de descenso y caer suavemente. En cuanto sus ojos estuvieron por debajo de la linea de la ilusión, vieron las ruinas... y la catedral. Y en su centro un rosetón roto, en el que revoloteaban las almas luminosas trazando círculos sin poder abandonarla.

Y entonces, la dragona estuvo lo suficientemente cerca del suelo para activar las defensas mágicas del lugar. Concretamente, fue un conjuro de agarrón de la tierra. Una mano pétrea surgió del suelo, agarró a la dragona por una pata, y tiró con fuerza hacia abajo.

La caída no pasó de un tambaleo fuerte para sus pasajeros, y se levantó una polvareda con el impacto. Además, cuando la dragona dejó escapar un quejido, el huevo salió de su boca y rodó diez o quince pies más allá. La cáscara dura no llegó a romperse, pero la dragona estaba atrapada por la mano de piedra. Forcejeó.

 Grrrr... ¡No! ¡Maldición! Grrrrr... Bajad. Ahora sí que acepto tu oferta, humana. Mételo en tu bolsa y protege a mi hijo con tu vida.

Las ruinas se prolongaban en todas direcciones, en un basto paisaje equiparable al tamaño majestuoso de las cuadras de dragones, pero por lo menos sabían en qué dirección andar para llegar a la catedral.

-¿¡Rota!? ¿Qué significa eso?

Jadewo saltó del lomo de la dragóna atento a la zona, mientras comentaba lo obvio.

- Laón, la rosetón está roto... o ese es su aspecto habitual-Dijo sin convencimiento alguno.- ¿Acaso la locura de abajo tiene que ver con la rotura del Rosetón? ¿Quien puede haberlo hecho?

Onfale se agarraba tan fuerte a la dragona que se quebró alguna uña. Las subidas y bajadas en el aire de forma tan veloz hacían que las tripas se le revolvieran y que un cosquilleo muy denteroso le recorriera los bajos. Pero a pesar de eso llegaron al techo de la torre tal y como Laón les había contado. Cual fue su sorpresa cuando el enorme cuerpo de la dragona quedó atrapado por una trampa. Onfale saltó al suelo preocupado pro la suerte que hubiera podido correr el huevo. Ahora Leiath tenía alguien más de quien preocuparse. No pudo prestar demasiado atención a aquello pues las palabras de Jadew le hicieron volver a mirar al rosetón roto.

- Parece que las almas no pueden abandonarlo aún así.- Así que, al igual que el rubio compañero, se quedó esperando respuestas por parte de Laón.- ¿Cómo podemos liberarlas?

En el vuelo, Aire lo pasó bien, pero Aristóteles no. Sus brazos de oso inertes le impedían agarrarse con fuerza a lo que fuera, y tenía que fiarse de Aire, que soltaba grititos cada vez que la dragona baja en picado.

Tras el agarrón, en el que Aristóteles estuvo a punto de salir volando junto al huevo de la dragona, Aire se bajó, pensando si meter también su oso en la bolsa mágica de Leiath, pero descartando la idea de separarse de su peluche.

No entiendo qué hay que hacer, si ya está roto. ¿Qué más hay que hacer?

El vuelo no había sido placentero, pero gracias a sus nuevísimas botas de levitación, se sentia bastante segura en las alturas. Al llegar al punto de destino, sintió un revoloteo en el estómago. Tan cerca de cumplir la misión sagrada que pensaba que la misma Hala había puesto en su camino.

Una vez depositados en el suelo, sus amigos permanecieron como pasmarotes mirando el objeto que habían venido a destruir mientras una enorme mano atacaba a su aliado temporal. Para Leiath resultaba obvio que, aunque pareciese rota, la Rosa seguía intacta; las almas eran bién visibles atrapadas en su interior.

Ayudad a la dragona y no os quedeis ahí pasmados!- dijo mientras corría a por el huevo para ponerlo a salvo.

¿Estás loca, Leiath? Necesitaríamos por lo menos un conjuro de libertad de movimiento o un conjuro de disipar magia para liberar a la dragona.

 No, no... espera... quizás si...

Mientras Tybalt volvía de vuelta con el huevo, la dragona empezó a zarandear su cola en el aire. En un último movimiento, golpeó con ella la mano de piedra, agrietándola. Tres o cuatro golpetazos más, y comenzaron a saltar esquirlas. Era cuestión de minutos que la dragona se liberase por sí sola.

 Bueno... mientras tanto, voy a ir contando cosas. La Rosa no está rota. Es así, ese es su aspecto, por lo menos visto desde este lado. Por dentro de la catedral se ve diferente, y es en el interior del edificio dónde la estructura es más frágil. Lo que tenemos que hacer es dispararle al rosetón algún tipo de proyectil: una flecha... un virote... desde dentro de la catedral. En la punta del proyectil deberá ir una bola de pelusa que regurgitaré cuando lleguemos allí. Es decir, el punto débil de la cristalera es pelo de demonio Bar-Lgura mezclado con jugos gástricos de demonio Bar-Lgura. Esa mezcla es mejor que un disolvente universal, os lo aseguro. No os puedo proveer ahora de pelusas, porque al contacto con el aire la mezcla pierde efectividad en poco tiempo.