Partida Rol por web

La planificación del viaje había sido horrible, como toda idea salida de la mente de Mane. En una única caja de diez pies de lado se amontonaban siete almas, ocho si contamos al propio Mane. Vamos, siete. El falso techo colgaba de unos topes a solo cinco pies de altura. Eso obligaba a doblar la cerviz y hacía que los mentones descansasen sobre el hombro del compañero. La carne acumulada en la parte superior del cajón, rezumaba sangre y malos olores que se escurrían entre los tablones hasta gotear sobre los viajeros planares. La sangre era soportable: sus gotas caían en tu pelo y resbalaban frías hasta colarse por el cuello de la camisa. El hedor, por contra, no se conformaba con quedar a ras de piel. No. Se introducía en tu pituitaria y te calaba muy dentro.

Perdón.

Ah, no. El olor no provenía de la comida podrida sino del culo apestoso de Mane. Por eso era tan insoportable estar allí metido. Pero la calidad del cajón dejaba mucho que desear, y sus tablones tenían rendijas que permitían respirar el aire de Li'Huriek a los afortunados que quedaban pegados a ellos. También se veían pasar sombras demoniacas de distintos tamaños, que cuando pasaban cerca obligaban a contener el aliento por cautela, para no ser descubiertos.

En un momento dado, uno de los demonios grandes levantó la caja y a todos sus ocupantes con sus enormes garras. Los humanos se tambalearon como si fuesen un dominó a punto de tirarse los unos a los otros, pero en un espacio tan chico eran demasiados como para caer. Notaron las turbulencias mientras se amontonaban unos sobre otros, piernas y brazos se entrelazaban y el olor les envolvía. Y varios minutos después terminaba todo con un brusco abandono del receptáculo en el suelo.

Después calma y oscuridad. La oscuridad era la que cabría esperar en la bodega de un barco del caos. La calma se sobresaltaba de vez en cuando con más ruidos de demonios quejándose por el trabajo duro y cajas amontonándose unas sobre otras. Las largas esperas de silencio no permitían saber si ya habían terminado su jornada laboral o era inminente la llegada de otro paquete. Así que de nuevo solo podían esperar eternamente.

Alrededor de la hora de las brujas, entre el octavo y el noveno día en el Abismo, Flame rompió la madera de una de las paredes y la mitad de los pasajeros salieron en avalancha humana, arrastrando a la propia Flame a lo más bajo de la melee. Todo estaba en negro, y los únicos sonidos eran los quejidos del golpe. Tenían los miembros algo dormidos y sus estómagos estaban a la vez hambrientos por el vacío y revueltos por los olores sin decantarse a vomitar por fin.

Uh... ¿lo véis?-la mayoría no, por la oscuridad reinante-Una plancha de metal como pared, de las que hasen la chapa de un barco del caos. Lo conseguimos. Estamos dentro. Pero estos ajenos caóticos no son nada buenos apilando cajas. Estamos enserraos contra aquí. Habrá que romper más cajas pa abrirse paso.

Becky conjuró una luz. Desde el pequeño lateral en el que podían moverse, aparte de la caja en la que vinieron, otros cuatro cajones cúbicos mostraban sus facetas. Y encima de cada uno, otro cajón apilado hasta casi el techo. Flame, trepando, no tendría espacio para colarse entre el techo y el segundo piso de provisiones.

Flame estaba totalmente pálida. Sentía un gran vacío interior, la mitad por el hambre que sentía y la otra mitad porque aquellas horas se le habían hecho eternas, nada podía ser más desagradable que lo que acababan de vivir y se sentía vacía por dentro y sin ganas de nada.

Según salió trató de respirar el aire puro, al menos todo lo puro que fuera en ese lugar. Se sentó en el suelo y se encogió, abrazándose sus propias piernas. Después comenzó a murmurar algo inteligible. La situación vivida le había hecho sentirse tan mal y tan angustiada que no sabía como reaccionar. Se daba asco así misma, tanto como asco le daba Mane. Todo era horrible en aquel barco, y tal y como había predecido, el viaje no iba a ser nada maravilloso.

Miró a sus compañeras, ellas tenían un aspecto aún más desagradable. Flame no tendía a cuidarse, ni tampoco a arreglarse, ni a vestirse como una mujer bella, que lo era, pero no tendía a ello. En cambio sus compañeras ahora daban tanto asco como ella y Mane. Y ni hablar del eunuco, él era el que peor lo estaría pasando, porque realmente daba vergüenza ver el aspecto que tenía.

Tras unos minutos de espera, Flame se puso en pie, respiró hondo y sacó a Ayash para que compartiera aquella agonía con él. Observó a su alrededor y se dispuso a reventar cajas. Debían escapar de allí lo antes posible, pero por si acaso pegó la oreja en la primera caja a ver si había algo vivo allí.

Durante el viaje, Aire quiso hablar con sus compañeros, incitarles a jugar a algún juego, como saber quién estaba tocando qué parte del cuerpo de otra persona, o ¿adivina quién te sopla en la nuca? Pero entre Aristóteles y las miradas de todos, se puso de morros y no habló en todo el tiempo.

El hambre le estaba haciendo le hacía estragos. Gemía cada vez que tenía ocasión, y lloriqueaba lo más silenciosamente posible. Pero estar ahí, atrincherada con todos, y con uno que no olía especialmente bien, hacía que Aire cada vez se volviera un poquito más loca.

Así que, cuando Flame rompió la caja y ella se precipitó y quedó bajo todos los cuerpos, no la importó. De hecho, agradeció oler algo más que el culo de Mane, o el culo de cualquiera, porque ya todo olía igual.

En cuanto tuvo ocasión, se levantó y se alisó el traje. El pelo le cayó sobre la cara, y contuvo una arcada. ¡Su pelo olía fatal! Se lo echó para atrás, deseando que una de esas cajas fuera un baño.

Shhh... A lo mejor hay más personas dentros... ¿Preguntamos a ver si nos dejan entrar en su casita?

Se había imaginado que el viaje no sería muy agradable, pero eso era totalmente vejatorio. Lo peor, estar tan cerca de aquel zombie abominable.

Cuando Flame rompió la caja, suspiró con cierto alivió. Se sacudió los colgajos viscosos que tenía en el pelo y la cara para poder ver mejor.

Alguien tiene un odre?- susurró a sus amigos- podría conjurar algo de agua y nos limpiamos un poco.

Creia que comerian algo antes de salir y por eso no había rezado aquella noche para pedir alimento, pero almenos agua tendrían.

- Claro que tengo un odre. Nadie es tan tonto de no tener uno.- Contestó airado Onfale. Tendió el odre con una disculpa hacia Leiath.- Perdona. Estoy asqueado ahora mismo.- Había hecho lo imposible pro quedar lo más lejos posible de Mane y Flame en la distribución de su escondrijo en la caja. Casualidades de la vida o no, había quedado junto a Tybalt, apresado contra el fuerte torso del tiflin. Ahora era cuando las horas de práctica manteniendo una postura meditacional daban sus frutos. el cuerpo del perfumista estaba acostumbrado a estar estático en una posición durante largo tiempo, mientras meditaba. Aunque esas experiencias le fueron útiles, las horas pasaban despacio y acabó agradeciendo a Flame que los sacara de ahí, aunque fuera de esa manera tan brusca, tan común por otra parte en ella.

Agraciados pro la luz de Becky, Onfale se alejó de Flame y Aire y fue a probar suerte con otra de las cajas, pegando sobre su superficie su oreja.

¡Genial! ¿Y ahora váis todos de exploradores elfos? ¿A quién queréis engañar? Si estáis sordos como tapias...

Pues es verdad. Ninguno de los que lo intentaron escucharon ruido alguno en las cajas, pero podría haber media docena de elefantes con tutú bailando al estilo cosaco, y ni aún así los oídos poco entrenados de esos tres habrían escuchado nada. Y mientras, Becky simplemente se limitó a ver a su alrededor, como un matemático que se acercaba por primera vez a un problema.

Disponemos de un rectángulo de diez pies por treinta para movernos, más otros diez pies cuadrados del interior de la caja en la que nos colamos. Somos ocho personas. Bueno, seis más Tybalt y Mane. Una vez abiertas las cajas, tenemos espacio suficiente para desplazar el contenido a una esquina y poder movernos por el cajón recién abierto.

Detrás de la faceta de cada cajón podría haber otro cajón sin nada encima, dos cajones apilados, un hueco libre para movernos o más plancha metálica de pared.

Ni siquiera en su tiempo como esclavo había pasado tan mal momento como dentro de aquella caja. Por su tamaño, Tybalt tuvo que encorvarse más que el resto en una pose que resultaba particularmente molesta de mantener. Como único alivio, cabría señalar que al estar tan comprimidos no le requería demasiado esfuerzo físico quedarse en esa forzada postura. Pero definitivamente lo que hizo que la estancia en aquella 'acogedora' caja fuese insoportable, era el hedor permanente. Ni siquiera estando al lado del perfumado Onfale servía para paliar el desagradable olor.

Finalmente, aquel calvario encontró su final cuando Flame destrozó el costado de la caja dejando que la apretada mercancía saliese expulsada por su propio peso. El tiflin se levantó con dificultad y frotándose las doloridas articulaciones. Tybalt era rápido, ágil y flexible; pero haber estado apretujado e inmóvil durante tanto tiempo no había resultado para nada cómodo. Para cuando el espadachín terminó de desentumecer sus músculos, Becky comenzó a elucubrar sobre las posibilidades para encontrar una ruta por entre las cajas. -Quizás deberíamos probar suerte.- Dijo finalmente. Aunque bastante habían tenido ya con no haber sido descubiertos durante el transporte y puede que apoyarse en el azar para tomar sus decisiones fuese mucho forzar. No obstante, el tiflin se acercó lo que puedo a Flame. -Probemos con esta.- Le sugirió a la guerrera pelirroja ya que ella había sido la que tomó la iniciativa de sacarlos de la caja que los llevó hasta la bodega de aquel barco.

Flame miró con muy malos humos a Becky, que una vez más se había autoproclamado líder de aquella misión. Vale, pues si tan bien se te da, entonces tú dime lo que quieres que mueva y así lo haremos. Dijo mirando al Tiflin esperando que él pusiera de su parte para ayudarla a mover cajas. Realmente tampoco sabía que es lo que esperaban de ella que hiciera.

Leiath conjuró agua fresca en el odre que Onfale le había tendido. Bién, podrían beber un trago y con el resto refrescarse algo los rostros. Hizo lo propio y se lo pasó al siguiente.

Con la cabeza más clara gracias al agua proporcionada por Hala, la bruja comentó a sus compañeros.

- Puede que Becky tenga razón. Si vamos moviendo las cajas, como en un puzzle, evitaremos ruido y quizas alguna sorpresa desagradable. Claro que, por otro lado, siendo este un barco de guerra, podríamos encontrar armas útiles en las cajas.

Se quedo meditando un momento.- Aunque con nuestra suerte solo habrá dentro animales vivos que quieran comernos. Yo optaría por mover sin romper las cajas.

Onfale  limpió el pitorro de su odre para no encontrarse con las babas de Leiath y luego echó un trago de agua fresca.

- No creo que podamos desplazar las cajas, puede que tengan carga encima lo que lo hará imposible. Habrá que abrirlas y aprovechar el espacio libre, como dice Becky, para acumular la carga que tengan.- ¿Qué sorpresas les depararía cada caja? Humedeció el trapo con agua fresca y se lavó la caray se limpió el pelo de los desperdicios. Se hizo un moño con el pelo largo y negro para luego atarse el trapo alrededor de la boca y la nariz, como un forajido. Se acercó a la plancha metálica y la golpeó suavemente con los nudillos. - Creo que lo más fácil sería ir paralelos a la plancha metálica hasta tocar el otro extremo y una vez allí tomar la dirección perpendicular para salir.- En su mente preclara lo veía, valga la redundancia, bien claro. Pero no todos tenían una mente tan privilegiada como la suya, sobre todo ahora que estaba curado de todos sus males.- Empecemos por esta.- El perfumista se acercó a una de las cajas y trató de escudriñar lo que pudiera haber en ella antes de abrirla. Buscó si la caja tenía alguna cerradura para abrirla sin hacer demasiado ruido.

La maga trataba de recuperar la compostura, la estancia en la caja había sido traumática, no solo por el olor nauseabundo sino porque alguien le había estado metiendo mano durante todo el trayecto. ¡Cuando descubra al desgraciado le convertiré en ceniza!.

Ceo que el mover la cajas es la mejor opción, si rompemos demasiadas corremos el riesgo que las cajas de los niveles superiores se caigan. Alcice escucho la idea del perfumista, no era mala, pero la maga tenía otra idea. ¿Estos barcos son bastante grandes? Deberían de dejar un pasillo central en la bodega para poder manipular las cajas. ¿No será mejor alejarnos perpendicularmente de la pared de metal para acceder a ese pasillo central?

Aunque sigamos paralelos a la plancha, no sabemos cual de las dos direcciones llegará antes hasta una esquina-dijo, desanimada-. Tampoco sabemos si la plancha de metal pertenece a popa, estribor o babor; si fuese proa, se combaría y no sería plana. Y empujar cajas no es una opción, solo contamos con Flame y Tybalt, y ni entre los dos podrían arrastrar una de las cajas, y menos con otra encima.

¡Alice! ¡Te quiero!-su exlcamación automáticamente la convertía en la principal sospechosa de los tocamientos dentro de la caja-No sé si acabaremos antes yendo en paralelo o en perpendicular, pero Alice acaba de desvelar uno de los grandes peligros de esta bodega. Si rompemos dos paredes de un cajón que soporte a otro encima, la estructura se debilitará, y el cajón de arriba caerá sobre los incautos que estén rompiendo la segunda pared.

Pues entonces... ¿por qué no rompemos las que no tengan una caja? La joven miró hacia arriba, esperando encontrar una solución. Pero un tirón en el cuello, por el tiempo que había pasado en una mala postura, le hizo bajar rápidamente la cabeza

¡Uch!... Mira tú, Aristóteles, a ver si ves algo movió al osito por encima de su cabeza, haciendo que mirara por todos lados. Dice que no es capaz de ver nada, que su vista no es muy buena. ¿Y si en vez de romper las cajas hacemos un pequeño agujero para colarnos?

La idea de encontrar armas en aquellas cajas hicieron que Flame abriera de par en par sus ojos y jugueteara con Ayash entre las manos, tenía la tentación y la curiosidad de escoger una de aquellas cajas y ver qué había dentro. Al ver que Onfale tenía la misma idea, se acercó a él y a la caja que estaba investigando. Si no había abertura posible, Ayash se ocuparía de hacerla.

Pero Alice canceló los posibles planes que estaban brotando hasta que Becky intervino, parecía que aún habia una posibilidad de abrir cajas.

Pero... la mente de Flame era la más corta de todas, Fosco ya no andaba por ahí, así que a ella le tocaba hacer el papel de rubia tonta, porque desde que Becky había recuperado la memoria, ahora se había vuelto una sabelotodo, a ver, si yo me subo a la caja de arriba del todo y las voy destrozando y vaciando el contenido que haya en cada una de ellas, no correríamos peligro alguno de que una de ellas se nos viniera encima. Una vez vacía, llenaríamos la nuestra y dejaría caer la que ya he vaciado, para después llenarla con la de más abajo. Así podríamos ir moviéndonos en la dirección que quisierais y no correríamos el riesgo de morir aplastados, que sería lo más lógico que nos pasaría. No sabía si se explicaba bien, o si no, o si tal vez se estuviera equivocando y no comprendía el problema que tenía frente a sus propias narices.

- Alice, qué tal está Hollín? Crees que él podría volar para darnos una idea de cuál es la mejor dirección a tomar? Si no, la idea de Flame, al menos la de subirse a la caja de arriba del todo, parece la más sensata. Necesitamos tener una idea de nuestra situación general.

No creo que funcione Leiath. Perdí mi vinculo mágico con Hollín cuando sufrí ese pequeño accidente. Por “pequeño accidente” se refería a la vez que un pulpo gigante había tratado de forzarla mientras un bárbaro de tres metros de altura la decapitaba. La maga aún tenía pesadillas con la escena y un escalofrió le recorrió el cuerpo cuando lo recordó. Ahora Hollín no es más que un cuerpo estúpido y arrogante que no puede hablar, y no atiende a razones. Casi igual que cuando era mi familiar, salvo por el detalle de que ahora no puede insultarme.

Si, Flame, podríamos ir caminando destrozando las cajas de la fila superior, así no habría problema de derrumbe.

Tras las deliberaciones de Alice, Tybalt optó por reflexionar sobre la situación en la que estaban. Se reprendió a si mismo al no haber considerado la posibilidad de que las cajas colapsaran al ir destrozando los soportes por debajo. -Lo de movernos rompiendo o desplazando las cajas superiores me parece buena idea. Pero tenemos que saber hacia donde nos movemos...- Termino diciendo con aire pensativo. Su mirada se dirigió a la metálica pared de la embarcación. Si fuese un barco normal podrían llegar a la conclusión de que se encuentran en la popa el mismo. Pero podría ser que las dimensiones de la embarcación fueran mayor de lo esperado y aquella pared pertenecía a un lateral solo que la curvatura del casco les pasaba desapercibida.

El tiflin comenzó a buscar en su memoria. -Habías dicho que esto era un Barco del Caos, ¿no?- Dijo tras un instante de reflexión mirando hacia el Mane para luego volver a su desordenado palacio mental y buscar algo que pudiera resultarles útil. En todos sus años como siervo del Horror, se habia movido por la ciudad haciendo diferentes encargos. Y siempre que algo nuevo llegaba a la ciudad, la curiosidad de su amo junto con su avaricia y su gula, siempre lo llevaban a curiosear en busca de algo que pudiera resultar de interés.

Tybalt no tenía ni la menor idea de lo que era un barco. Toda su vida la había pasado aquí sumergido, y la sola idea de un vehículo que se desplazase por el agua, o incluso una superficie de agua y un cielo, eran conceptos que sobrepasaban su comprensión.

El mago, tras reflexionar un poco más, se hizo más consciente de la situación.

- Deja que Hollín duerma en paz, Leiath. Flame nos resultara mucho más útil.- Incluso él mismo, sin su amado Perezoso, podría trepar por las cajas.- Creo que da igual qué dirección tomemos mientras sigamos recto. Si continuamos paralelos a la pared y nos topamos en algún momento con otra, eso querrá decir que encontramos una esquina. Entonces sólo habrá que seguir la nueva dirección que marque la pared hasta que salgamos de las cajas almacenadas. Eso sí, para evitar que las cajas se nos caigan encima empecemos a vaciar una de las de arriba y luego sigamos por ahí.- Miró a la lagarta rubia con determinación. Era lo más parecido a su Perezoso que había en el grupo.- Yo puedo echarte una mano, Flame, antes de abrir las cajas por si detecto algo raro.- La mercancía allí guardada, a no ser que fuera como la suya que llevaba excrementos, podría tener alguna medida de seguridad.

Los cajones no estaban defendidos con cerraduras contra las que Onfale tuviese que combatir. Todos tenían una tapa en la cara superior que podía levantarse si no había ninguna otra caja encima que tapara el acceso o debajo, que la alzara tan cerca del techo que no permitiese abrir del todo. Conclusión: solo se podían abrir cajones que estuviesen en el suelo y no formasen parte de una pila de dos cajas.