Partida Rol por web

No sé si Onfale dará hecho. Es la primera vez que le veo haciendo esto, y parece que no se le da muy bien. Ojalá tuviéramos con nosotros a Fosco o Tremens... ellos sabrían qué hacer. ¿Necesitas que te ilumine más de cerca la cerradura, Onfale? A lo mejor lo que pasa es que no ves bien...

Cada pulla de sus compañeros se le clavaba en la espalda como un puñal. Y los que no confiaban en el eunuco se dedicaban a hacer otras propuestas. A pesar de esos contraproducentes y desmoralizantes murmullos, Onfale ya lo iba haciendo mejor. Había encontrado con un extremo de la ganzúa un pequeño hueco para encajar la llave. Ahora necesitaba encontrar el otro para poder hacer palanca, girar y abrir.

Alice, tú no tienes un conjuro de apertura, ¿verdad? Quizás debamos hacer lo que dice... Aristóteles. Sí, Aristóteles. O rebuscar en las cajas algún baúl de equipaje con la llave del navegante del barco o el capitán. O darle ánimos a Onfale para que derrepente se convierta en un buen cerrajero... No, eso no funcionaría.

La maga pelirroja miro con odio a Becky “sabelotodo”, le gustaba más la Becky “amnésica”. Claramente no tengo ese conjuro, y tampoco el de bola de fuego…. sino ya estaríamos dentro. Luego suspiro y se alejó un poco de la puerta para dejar espacio a Onfale, que era el que se estaba jugando el pellejo, y tenía que reconocer que Becky tenía razón esta vez. Si, dejemos que Onfale trabaje cómodo.

Aire sonrió cuando los demás dijeron de hacer caso a Aristóteles. Abrazó con mucha fuerza a su osito. Le hubiese gustado dar vueltas mientras se reía locamente, pero su oso le miró mal y se contuvo.

Apenas escuchó lo que decía Onfale, en esos momentos estaba demasiado contenta. De haberlo escuchado, seguramente le hubiese atizado con Aristóteles.

Yo no me se el conjuro de bola de fuego tampoco... ¡Pero sí el de esfera flamígera! ¿Crees que servirá para abrir la puerta, Alice?

Flame se quedó mirando a los presentes desde lo alto del techo. Bueno, yo también podría tratar de ayudarte, Onfale, supongo que si escupo un poco de mis ácidas babas, quizá debilitemos un poco la cerradura. El problema va a ser cuando se active la alarma esa de la que hablas. ¿Qué vamos a hacer cuando vengan a ver quién es el que ha entrado? Deberíamos ir planeando algún tipo de ataque. Dijo mientras señalaba las posibles entradas al lugar. Quizá si esperamos todos en la entrada, al que venga podremos pillarle desprevenido y acabar con él. Aunque claro, si ya vienen más... dijo preocupado por quién sería el capitán de aquel barco.

No, una esfera flamígera es un conjuro muy pequeño, es una niñería comparada con ala bola de fuego. La maga contesto ilusionada a Aire, al oir hablar de su querido hechizo “bola de fuego”.

Ehhh, ahora que mencionas a los enemigos Flame. Dijo la maga rascándose la cabeza y volviendo al mundo real donde no podía lanzar bolas de fuego, aun. Antes de abrir la puerta podríamos retirar las pasarelas que dan al barco y soltar las amarras, así en caso de dar la alarma sería mucho más difícil que los demonios de la ciudad pudieran entrar en el barco y además de esa manera también podríamos partir inmediatamente.

Tybalt se frotaba las sientes con cierto nerviosismo al ver cómo Onfale trasteaba más de lo esperado con la cerradura de la puerta. El Mane ya había señalado que no disponían de todo el tiempo del mundo para hacerse con el barco y no podían permitirse el perder el factor sorpresa así como así. -Si Onfale no es capaz de abrir la puerta y tampoco habéis podido disipar todos los conjuros que la defienden, puede que la idea de... Aristóteles no resulte tan mala después de todo.- Dijo para mostrar su acuerdo con Becky. -Luego ya nos las tendremos que apañar para rechazar a los posibles guardias que estén a bordo. Pero mucho mejor que sea cuando ya estemos en marcha y no puedan recibir refuerzos desde fuera.- Puntualizó.

Flame se quedó pensativa, para después decir lo que se le acababa de ocurrir. ¿Y que os parece mejor si dejamos esta sala para la última? Investiguemos el resto del barco, y veamos si hay alguien aquí dentro. En caso de que no haya nadie, soltamos las amarras como bien ha dicho Alice, y luego ya Onfale que trate de abrir la puerta. Así, si se activa el conjuro ya será lo suficientemente tarde.

Leaith negó con la cabeza.

- Lo siento Flame, eso me parece una idea terrible. Cuanto más tiempo perdamos más posibilidad que nos encuentren y que suba gente al barco. No. Debemos abrir esta puerta ya y poner el barco en marcha; quizás hacernos fuerte en la sala de mando.

La jóven bruja volvió a taladrar al Mane con su mirada para que obedeciese sus órdenes de abrir la puerta.

¡Eso!-dice, apoyando a Leiath, pensando que eso es lo que le quiere decir con esa mirada que atraviesa-Deja de decir estipideces, Flame. No hay tiempo de soltar amarras, porque este no es un barco normal. Es un Barco del Caos. Está dentro de una burbruja, y la burbruja está pegá a una de esas compuertas con forma'ano. Pa despegarnos de Li'Huriek, hay que hacerlo desde ahí dentro.

Casi lo tiene... Onfale está a punto de conseguir abrir la cerradura... No. Finalmente lo pierde. Pero esta vez ha ido por un pelo, sin ofender al bigote de Flame, la menos carismática y atractiva de entre todas las humanas de este barco.

Ná de butrones tampoco. La pared y la puerta son de metal. ¿Estáis sonaos o qué? Y si las babas de Flame cascan la cerradura, las ganzúas no van a tener ná que girar.

Lo que le faltaba para perder la concentración eran la insoportable cháchara del mane. Las manos le temblaban por la vergüenza de tener a todos mirando, tanto que tentado estuvo de excusarse diciendo que algo raro había en la cerradura. un extraño mecanismo invisible, un poderoso conjuro, lo que fuera, algunos en el grupo eran tan tontos que se creerían lo que decía. Simplemente no era tan hábil como Fosco a pesar de haberlo dado todo. Hasta había abierto al máximo sus chakras, todos y cada uno de ellos, incluido el muladhara, para que el flujo de energía corriera de cabeza a rabo.

Aire se aburría, pero Aristóteles no le dejaba hacer nada más que esperar. Le hubiese gustado preguntar a Onfale por qué no era capaz de abrir una puerta, que seguro que no era tan complicado y que Fosco lo hubiese hecho muy rápido. También se hubiese ofrecido a volar la puerta con algún tipo de conjuro, y sus ojos se volvieron negros con sólo la idea. Pero una respiración profunda y tranquila la volvió a la normalidad.

Entonces... ¿abrimos la puerta, la reventamos o qué hacemos?
 

Becky miró a los demás sin saber qué contestar.

¿Y bien?

El mane parecía no tener la mínima intención de hacer caso a la bruja y abrir la puerta. Quién lo haría entonces?

Aquella situación se estaba prologando de manera exasperante haciendo estragos con la paciencia de Tybalt. Pero lejos de mostrase molesto, el tiflin guardó sus espadas y dio un paso al frente. ​-Si no somos capaces de abrir esta puerta con sutileza, mucho me temo que vamos a tener que recurrir a la fuerza.- Concluyó con un tono displicente ante la solución poco adecuada que resultaría comenzar a golpes con una puerta de metal. 

Pero no tenían todo el día, tan solo unas horas antes del amanecer. -Flame, ¿tú ácido podría debilitar la cerradura? Quizás así entre los dos podamos terminar de forzar la puerta y acceder de una vez a la sala de control.- "...y salir de esta ciudad submarina de una vez por todas..." Completó en su mente. Aunque todavía quedaba la incertidumbre de lo que puedan desencadenar las defensas mágicas que protegían la puerta. Pero era un riesgo que debían correr.

Flame jamás había lanzado su ácido contra una puerta, o al menos no que lo recordara. Pero tenía sentido, si en lugar de apuntar a la cerradura, apuntaba en la otra dirección, es decir hacia las bisagras, quizá con un poco de suerte pudiera derretirlas y entre ambos podrían tirarla abajo.

No le hacía mucha gracia que cada vez que decidía tejer ella un plan nadie la hiciera caso, pero a pesar de que pensaba que abrir esa puerta iba a ser una locura, no les quedaba otro remedio.

Flame respiró hondo y trató de lanzar su ácido con precisión.

La maga espero a que actuaran los “fuertes” del grupo, ella ya había usada sus habilidades para detectar las trampas mágicas. Ojala tuviera “bola de fuego”, entonces esa puerta no estaría cerrada y tampoco mi “querido” maestro seguiría mesándose las barbas.

Sin haber abierto la cerradura, la Flame anoréxica empezó con sus purgas estomacales. Sus vómitos fueron de órdago, y se veía obligada a esperar unos segundos entre pota y pota. Sin precisión suficiente para limitarse a las visagras, los ácidos de su cuerpo corroyeron el metal dejando parte de la puerta y parte de la pared carcomida. La puerta, algo más delgada que la pared, tenía ya rendijas por el ácido que resbalaba hacia el suelo. Se veía en el interior del camarote un ligero resplandor azulado.

En estos momentos la puerta se aguantaba solo por su propio peso y el abrazo entre el pestillo de la cerradura y la ranura del interior de la pared. El ácido del lado de las visagras no hacía muy seguro tirar colocando los dedos sobre la superficie corrosiva. Pero siempre se podría hacer otra tanda bulímica de vómitos ácidos a la zona de la cerradura, o simplemente empujar con Fuerza para derribar la puerta y hacer saltar la cerradura.

Onfale se apartó de la cerradura frustrado. Siempre había pensado que más valía maña que fuerza, pero cuando ésta no te acompañaba...Y así se quedó en un segundo plano, haciéndose más y más pequeño e invisible, como Fosco, al que todos echaban de menos ahora pero cuando lo tenían renegaban de él. Sólo Onfale había visto en su lacayo perdido algo más que in insufrible compañero de viaje.

Con un pañuelo tapando sus fosas nasales para no respirar el hediondo vómito de Flame, el perfumista se quedó esperando a que tiraran la puerta abajo. Se sentía agotado y abatido y buscó el refugio en quien tantas veces le había consolado, Leitah.

Onfale se volvió hacia la jóven bruja buscando algo de consuelo. Seguramente notaba la pérdida de su travieso amigo Fosco más que el resto, y sobre todo en una situación como aquella.

Mientras esperaba que la puerta se viniese abajo de una forma u otra, posó una mano en el hombro del estilizado perfumista para mostrale su apoyo. Sabía que había hecho todo lo que podía.

Aire se tapó la nariz con el dedo mientras que con Aristóteles agitaba el aire, para que el apestoso olor de los vómitos de la tía de Fosco no llegara hasta ella, pero era inevitable, así que decidió empezar a respirar por la boca, pensando que eso lo haría más llevadero.

Eso era lo más interesante que había vivido Aire en ese barco. Para ella, ya quedaba muy atrás la odisea de la caja, y mucho más lejano todo lo que había pasado antes. Ahora su rival era una puerta, seguro que era totalmente malvada, comía crias de perritos abandonados y se reía de todos ellos. Pero la muchacha aguantó bien, deseando con todas sus ganas darle mil golpes hasta hacerla astillas. O mejor aún, sacar su magia a pasear y reducirla a polvo. Pero no, Aristóteles no la dejaba. Nunca la dejaba divertirse.