Partida Rol por web

Una planta en llamas que parece no consumirse, algo de lo mas curioso. Asiente a las palabras de "Rata" sobre este tema, el también cree haber leido algo de ese tipo en algún lugar, un libro de cuentos o algo así muy entretenido

Las consideraciones sobre la habitación de la tormenta le hacen moverse algo incomodo

-mi cuerpo es bastante conductor, creo que yo os esperaré fuera en cualquier caso.-

Pandora se apresura a añadir -yo me quedo contigo, por si... necesitas algún ajuste-

Mr.Smith asiente pensativo, fuego, fuego oscuro y tormenta, deben significar algo que se les escapa

PROFÉTICO!!! espetó la extraña joven con los ojos muy abiertos y una inocultable curiosidad que cada vez iba más en asenso. 

A diferencia de los roedores de la tienda, ella había devorado ese diorama con los ojos y si las matemáticas no la traicionaban algo que sería verdaderamente malo (sólo hay una cosa que aun sigue siendo estable en Bastión: los viejos y confiables números) aun les faltaba hallar un sitio. Estaba segura de haber contado 6 y solo habían atravesado 5. Este lugar perdido tenia el pasillo mas corto; evidentemente había sido el mas delicioso para los pequeños ratonzuelos.

Creo que estamos pasando algo por alto ¡mes Amis! ¿Recuerdan el diorama?, había una parte muy comida que terminaba prematuramente. ¿No lo habremos dejado atrás? quizás detrás de las estanterías donde los robots. Siendo que vamos a fabricar un pararayos, ¿les parece si investigamos un poco mas la sala del piso ajedrezado? Juraría que escuche algo que me paralizo en cuanto entramos proveniente de esos estantes, quizás eran ratas y debo confesar algo: ¡ODIO LAS RATAS!. En este lugar hay unas muy grandes que quieren arrebatarnos nuestro trofeo y no les va a ser tan fácil.

El rostro de la doncella volvió a endurecer. Aunque parecía ridícula con Phi en uno de sus hombros, un sable mellado y roto en una mano y sus maltrechos zapatos tintineantes (por los vidrios rotos de su gargantilla) en la otra, transmitía pura decisión. 

No se lo podremos tan fácil, no señor...  
  

El grupo de cazatesoros parecía un poco indeciso sobre cómo proceder, tal vez eran demasiadas opciones, tres... Cuatro posibles lugares por revisar, como les recordó Rister, al hacer memoria sobre aquel mordisqueado diorama.

Estaba claro que Mr Smith (y Pandora) no estaban por la labor de visitar las entrañas de aquella tormenta, pero un Artinatus  vuelto de entre los muertos demostró no amilanarse ante aquella extraña habitación. Mientras la joven de cabellos plateados planteaba la posibilidad de echar un vistazo al otro camino, el veterano pegaba una carrera hasta la sala de la biblioteca echando mano de los restos de los bibliotecarios robot, uniéndolos mediante cables, garfios, pinzas, cadenas y todo tipo de periféricos conductores que encontró en los propios hombres máquina y las habitaciones contiguas, dejando aquel peculiar ciempiés metálico conectado al equipo de sonido que producía el ruido blanco. Arrojó una última cabeza al interior de la tempestuosa habitación.

Allí la tormenta continuaba creciendo y destellos azules, casi blancos, comenzaron a pulsar entre las nubes antes de que un rayo cayese desde el techo, friendo la cabeza del bibliotecario, los cables que de esta salían, los pies piernas y torsos conectados entre sí y, en última instancia, al equipo de sonido, que produjo un hueco POP! antes de quedar en silencio para siempre. Un sonoro CLACK! pareció resonar desde la tormenta.

Todo el grupo se había puesto a salvo esperando a que aquello pasase en el pasillo que daba a la habitación del vórtice. Sus rostros se iluminaron con la enorme descarga que pasó junto a su lado. Escucharon cómo la tormenta parecía comenzar a disiparse. al asomarse a la habitación una vez más vieron cómo el agua arrastrada al pequeño canal interior iba reduciendo su caudal al tiempo que las paredes cubiertas en plomo recobraban un color más claro, las nubes del techo se tornaban más blancas pero el olor a ozono y circuitería quemada recordaban a los aventureros lo que había acontecido un minuto antes. 

Aquella habitación parecía segura (por ahora) pero los aventureros no habían tomado una decisión real sobre cómo proceder.

"¿Se ha descargado la tormenta?" Mr.Smith estira el cuello mirando lo que puede de la habitación sin llegar a entra a ella. Las nubes siguen ahí, pero ya no parecen de tormenta

-Vamos Pandora, revisemos el panel de instrumentos de la izquierda, igual controla la tormenta o algo así. O puede que habra una puerta. O tal vez haga que el sol oscuro de la otra habitación estalle en supernova, eso sería espectacular, ¿no crees?-

Sin esperar respuesta Mr.Smith entra en la habitación seguido por la balbucenate mecánica

-¿que? pe..pero ¿como?-

La pobre se ve arrastrada una vez mas por su compañero/jefe/trabajo/a saber y va a examinar la máquina

Mientras Mr Smith y Pandora andaban mirando las tripas y ruedas del panel, Kate se puso a juguetear con los dedos en el agua.

-Si no hay otra manera, ¿Quizás podamos echarle un cubo de agua al fuego?-Dijo, a la vez que comprobó si podía llenar su cubo de agua, o si la configuración del canal hacía que no pudiese llenarlo allí. Recordando algo, se puso rápidamente en pie.-Por cierto, Mr Smith, Pandora, no tarden mucho. No sabemos cuanto va a tardar en recargarse.-Señaló con un dedo hacia el techo de la habitación, donde normalmente estarían las nubes y de donde caería el rayo

Rister se da a la tarea de verificar la sala de los libros apilados, manteniendo siempre la precaución que tuvo antes con el piso ajedrezado. En especial, busca la pared que en el diorama conducía hacia lo desconocido.
Busca algún mecanismo oculto o una discreta puerta secreta que hubieran pasado por alto. Apoyando su oído contra la pared sospechosa, pretende escuchar algo y con las suaves yemas de sus dedos tantear por alguna posible hendidura. El búho observa intrigado todos los extraños movimientos de su ama, y permanece alerta. 
Tiene que haber algo mas aquí, y debe ser la parte mas deliciosa de todo el sitio...

Rister se había quedado en la habitación de los libros tras acompañar a Artinatus, quien preparó su improvisado pararrayos antes de volver con el resto de la tropa parta comprobar la efectividad del invento. Medio minuto tras su partida, la joven de cabellos blancos percibió un destello por el rabillo del ojo: una descarga eléctrica fundió instantáneamente el equipo que reproducía el insufrible ruido blanco. Escuchó algún murmullo victorioso que provenía del pasillo por el que se había perdido el veterano pero volvió su atención a lo que había en aquel renqueante almacén de libros.

A pesar del mimo con que trató a las paredes del recinto y la pericia con que pateó los libros en derredor, Rister no logró encontrar un pasadizo secreto, pero allí seguía estando la boca oscura que conducía al pasillo de la izquierda. Su plateada cabellera se asomó por él para descubrir una habitación redonda, con un peculiar suelo de madera oscuro que parecía irradiar una leve luz verdosa que teñía un cuarto en el que decenas de cuadros y mapas se distribuían entorno a un mapa terráqueo que presidía el centro de la estancia.

Curiosamente parecía haber algún tipo de movimiento en el interior de algunos de esos cuadros.

El éxito de Artinatus había facilitado el acceso de la tropa  la habitación climatológica.

Las nubes, plácidamente, se movían como si realmente no estuviesen aprisionadas en una habitación, de izquierda a derecha, sin prisa pero sin pausa.

Mr Smith y su fiel Pandora entraron sin miedo en el recinto, caminando hasta alcanzar el peculiar mobiliario allí depositado. Por un lado estaba un curioso altar (o eso parecía) de pálida piedra turquesa, coronado por un marco en cuyo centro se proyectaba una imagen exterior del cielo. Solo había que girar la cabeza desde la imagen hacia las nubes del techo para darse cuenta de que ambas formaciones atmosféricas corrían parejas, como si lo que flotaba sobre sus cabezas fuese una invocación de nubes exteriores o generase algún tipo de duplicado de las mismas.

En una repisa, frente a la imagen, había cuatro recipientes similares a saleros, cada uno relleno con gránulos de distinta intensidad de color, que iban desde un frasco que parecía contener la sal más blanca nunca vista hasta otro que parecía contener restos de cenizas. En un quinto frasco había algo similar a rayaduras de óxido. En un estante en paralelo, anclado a la pared, había un soporte con tres probetas debidamente cerradas. En la parte inferior de cada una parecía haber una pastilla, posiblemente efervescente.

En la pared del fondo había un enrome interruptor que parecía ser el que había saltado cundo el rayo frio el equipo de audio de la sala de los libros.

Mientras, Kate miraba cómo el agua de la traída corría entre y sobre los dedos de sus pies, comprobando que el ancho era lo suficientemente estrecho como para poder introducir su cubo, no sin arriesgarse a que dos tercios del recipiente quedasen vacíos al extraerlo del cauce. Aun así fue capaz de sacar un cubo casi lleno tras la segunda intentona.

-es una especie de laboratorio de química, que divertido- proclama Mr.Smith tras un rato de análisis

Pandora añade preocupada- esto no es ningún juego. En este sitio todo parece peligroso y hemos de tener mucho cui..¿que? para, !!no hagas eso¡¡-

Mr.Smith empieza a juguetear con las probetas y los saleros de forma muy poco profesional mientras Pandora corre a refugiarse fuera de la sala por lo que pueda ser

- Esto cada vez tiene menos de biblioteca.- Comento Artintatus al entrar al laboratorio climático. Dejó que Kate encontrara la solución que se había propuesto para acceder a otra de las habitaciones, mientras que Rister seguía su corazonada y el androide ponía en práctica sus conocimientos de química. 

Lo que le llamó la atención fueron las muestras de las probetas y las pastillas efervescentes. Estas parecían el producto final de lo que quiera que estuvieran cocinando aquí. Así que las recogió, y se las guardó en bolsillos diferentes, no fuera a ser que reaccionasen unas con otras y después se puso a buscar alguna información en la zona, sobre que podía ser todo aquello que estaba saqueando.  

Antes de intentar nada con el agua, Kate esperó a ver qué conclusiones sacaba Mr. Smith de sus jugueteos con las probetas, y cual era el propósito de aquella sala. A veces era divertido mirar lo que hacía la gente ilustrada. Se le podían ocurrir ideas de lo más peculiares a un cerebro al que le han metido suficientes libros dentro. Kate lo achacaba a que con tantos libros apretujados en un mismo espacio, la presión hacía que a veces las letras empezaran a salir de sus sitios y mezclarse de formas que no debían. Eso explicaba que a veces encontraras gente que pudiese montar un cerebro mecánico con un clip, dos tornillos y un limón, y no pudiese comprender por qué los pantalones no podían vestirse por la cabeza, si funcionaba con las camisas.

-¿Crees que hará explotar algo?-Le preguntó a Pandora, que se había refugiado a su lado, fuera de la sala.

Rister se aventura dentro del cuarto olvidado y prosigue revisando detrás de los cuadros. Trata de descolgarlos sin establecer contacto visual con ninguno (eso quedara para mas tarde). Siempre le dieron bastante impresión, sobre todo aquellos que muestran a alguien que te sigue con la mirada. Phi el búho, gira la cabeza 180 grados cuidándoles las espaldas.

El diorama mostraba algo justo por aquí... ¿quizás haya un mecanismo o panel deslizable?. ¡Malditas ratas se comieron todo esta área hace rato! re decorando de una peculiar forma o reforma.

La luz a su espalda la inquietaba constantemente, los juegos de sombras siempre la angustiaron de pequeña. Ademas esos cuadros parecían estar animados, y aunque los evitaba, por el rabillo del ojo alcanzaba a distinguir su peculiar danza. 

Siempre he sido muy cabeza dura, ese pasillo tiene que estar por alguna parte...

Rister había removido todo lo que era susceptible de ser manipulado en la habitación, descolgado los cuadros y movido el globo terráqueo del centro de la habitación pero todo parecía indicar a que el pasadizo que tanto ansiaba encontrar debía hallarse en la pared del fondo de la habitación, pues notaba una corriente de aire frío que venía desde allí.

Solo quedaba un cuadro en esa pared, uno que mostraba una imagen del Pueblo Profundo, en moviminto, como todas las demás. La joven se las apañó para moverlo y allí descubrió un interruptor de goma oscura. Al presionarlo un panel se desplaza hacia la derecha, dejando entrever una habitación oscura. Parece haber algo en el centro de la misma, un objeto mediano, inmóvil, peor poco más se puede ver sin entrar en la sala.

Los aventureros se preguntaban a qué andaría su compañera del pelo cano, que había desaparecido tras volver con Artinatus al cuarto de los libros, Aun así estaban demasiado entretenidos con sus manipulaciones como para hacer mucho caso a estos pensamientos.

Mr Smith se concentró en juguetera con las probetas, usando alguno de los saleros monócromos que estaban en el altar climático, evaluando el contenido efervescente de las mismas e incluso aprovechando algo del agua acumulada en la repisa para humedecer el interior de los recipientes. Una comenzó a burbujear y soltar chispas, escurriéndose entre los dedos de aquel peculiar cuerpo metálico, el cristal se rompió dejando que su tóxico contenido se disolviese en el agua que empapaba el piso. Se había cargado uno de los tres recipientes pero había descubierto algo sumamente importante: Una vez que aquella reacción comenzaba había que taponar las probetas a toda velocidad, así el preparado terminaba de consolidarse pero no se activaría hasta que se quitase su cierre de goma o se rompiese su cristal. Smith se quedó mirando las dos probetas con la satisfacción de haber logrado preparar... algo... No sabía qué, para ser sinceros. A simple vista es como si se formase una pequeña tormenta en el interior del vidrio y por momentos parecía poder verse un minúsculo rayo en su interior. Maravillas de la ciencia.

Artinatus se había fijado en las probetas y parecía dispuesto a hacerse con ellas, peor eso fue un par de minutos antes de que las manipulaciones de Smith actuasen en aquellos objetos.

Kate y Pandor parecían realizar algún tipo de apuesta en una esquina, pero la rotura de la probeta defectuosa y el que no saltasen todos por los aires pareció ser un fiasco para las dos aventureras. Smith miraba orgulloso sus expresiones de fastidio a través de sus tormentas en miniatura enfrascadas.

Las nubes comenzaron a oscurecerse sobre sus cabezas y unas primeras gotas presagiaron el inicio del ciclo de la tormenta una vez más.

-¡Será mejor que salgan de ahí!¡Vuelve la tormenta!-Les gritó Kate desde la puerta, haciendo bocina con las manos. No estaba segura de si el pararrayos improvisado funcionaría una segunda vez-Ninguna explosión. Pero tormentas en probeta. Eso también está bastante bien, ¿no? ¿Crees que la que se cayó al suelo está cargando la nueva tormenta?-Le dijo Kate a Pandora. Quizás podrían combinarlas con el agua del cubo, si necesitaban una tormenta improvisada.

-¿Vamos a ver lo que hace la señorita Rister?No me gustaría dejarla sola mucho tiempo.

Mr.Smith observa el resultado de su "experimentación" con bastante satisfacción, minitormentas en un frasco

-notable-

Pero la advertencia de la señorita Rata le hace elevar la vista hacia una tormenta no tan mini y mucho mas amenazante. Se guarda las dos probetas en un bolsillo de la chaqueta y sale con paso rápido a reunirse con los demás

-si, vayamos a ver que hacen la señorita Rister y su compañero buho-

PRO-FÉ-TI-CO!!! Revisaré los cuadros y el globo que emite luz ... Si mis socios no se apresuran me adentraré hacia lo desconocido, más allá de las dentelladas de los ratones. TERRA INCOGNITA.

(Si hay algo de valor lo identifico y lo separo para la extracción antes de retirarnos si logramos cumplir la misión)

La curiosidad del dúo es famosa en todos los círculos de catadores/escuchadores del polvo, los "Urbalistas". Una sonrisa de satisfacción se dibuja en el rostro de ambos (si, en el del búho también, acaso no sonríen los rapaces?). 

Una habitación secreta, cada vez estoy mas emocionada con el descubrimiento. Solo debemos andar con cuidado PHI, y esa es nuestra principal destreza. 

Revisa TODO, y luego se adentra en el trunco pasillo devorado por los roedores, en puntas de pie sin hacer el menor ruido.

Mientras el corazón de la tormenta se volvía a gestar a su espalda, los aventureros decidieron ir a ver a qué andaba su desaparecida compañera. Volvieron sobre sus pasos, recorriendo el pasillo metálico mientras el agua volvía a aumentar su cauce en el canal que corría a su par. 

Nada había cambiado en el cuarto de los libros (si exceptuamos la instalación ultra vanguardista de restos de bibliotecarios mecánicos y cableado que habían freido el generador de ruido blanco por gentileza de Artinatus), pero ahora tocaba aventurarse con el ala de la biblioteca de la que las ratas habían dado buena cuenta en el diorama.

Al seguir por el pasillo de la izquierda llegaron a una habitación circular, en cuyo centro destacaba un mapamundi, en la pared y por el suelo descansaban varios cuadros que Rister debía de haber manipulado en busca de alguna pista. Era especialmente singular que en varios cuadros las imágenes parecían moverse.

Y parecía que la urborista había dado con aquello que buscaba pues al fondo de la habitación se veía claramente un panel corrido hacia un lado, que claramente debía de ocultar el acceso a una nueva habitación. La siguiente estancia parecía más oscura, pero podían escuchar el característico tintineo de los cristales que Rister portaba en sus zapatos, así como los ulúleos de su compañero volante.

Les costaría un segundo aclimatar su vista a la oscuridad de la nueva sala, peor les parecía percibir la forma de algún tipo escultura abultada en el centro de la habitación y una herramienta alargada a su lado, dejando a un lado las siluetas de Rister y Phi.

Una vez que los ojos de la joven se aclimataron un poco más a la estancia, siguió siendo consciente de la falta de necesaria luz para ver todo lo que allí había, pero en el centro de la sala pudo reconocer un artefacto robótico, como los bibliotecarios que les habían arrancado con anterioridad. Este parece estar encajado en un carril que posiblemente le permitía recorrer la habitación de un extremo a otro, muy próximo a la pared a mano derecha, en la que Rister reconoció su reflejo en un largo espejo que recorría todo el lateral de la estancia. Junto al brazo del androide reposaba una herramienta que parecía ser similar a un largo berbiquí.

La joven pudo escuchar ruido a su espalda, por las voces parecía ser que sus compañeros iban a su encuentro.

Siguió a los demás, sin dejar de mirar atrás. Había saltado el fusible de la tormenta, sin embargo parecía que volvía a cargarse de energía. Cada sala, era más extraña que la anterior, y si eso era así con la parte pública, a saber que se escondía en las zonas que solo los susurros que sólo Rister podía oír conocían.