Partida Rol por web

El Gato, que había permanecido en silencio durante el incidente, al escuchar las palabras de la Bruja Piruja la miró entrecerrando los ojos.

-Elmer, creo que ya es suficiente. Hay algo que huele mal en ese cerdo - y además literalmente, pensó el Gato con Botas-, pero por ahora no se puede probar nada. Aunque estoy de acuerdo en que no debería irse todavía. La fiesta acaba de empezar, ¿no? ¿A qué vienen las prisas? -preguntó a Porky con una mirada incisiva.- Si no hay nada que esconder ni has hecho nada de lo que se te acusa, no deberías tratar de marcharte con tanta prisa... ¿O es que sí quieres huír? No me gustaría defenderte y luego enterarme de que has estado haciendo cosas que... no... deberías... Miauuu...

Me que alucinada a todo lo que estaba pasando... y cuando me dijo La bruja piruja.

pero bien que consientes a otros entrar en tu cama. Valiente mentirosa. Que conoces a tu marido dices..

No se que pretendía decir eso... mire a la Bruja y le dije. –Señorita Piruja no se que pretendes decir. Pero al único que meto en mi cama es Mi Marido Elmer, que para eso es mi marido. Y si conozco a mi marido se como es.

No se que quería que pensara pero no lo estaba consiguiendo, ahora me interese hablar con ella. Me espere haber que lo que tenia que hacer el rey si sentenciar al Cerdito porky o a Elmer.

Me acerque a Piruja y le dije susurrando. –Ahora cuando puedas tienes un momento en hablar conmigo que tengo que decirte unas pequeñas cosas. Tenia que decirle una vez por todas y valiente quien era ella y de que la conocía. La mire y le sonreí muy amable mente.

Las palabras de Mary Rose me arrancaron una carcajada. ¿Acaso no era el bufón su hijo? Le devolví la mirada aunque no la sonrisa. Eso sí, con la misma amabilidad respondí a su petición:

- Si quiere hablar, hablar es lo que haremos.

Me disculpé ante su alteza con otra pequeña y torpe reverencia. Por los dioses chiquilla, qué cuerpo más tieso.
- Majestad, volveré en cuanto pueda. Espero que para mi regreso el problema se haya resuelto y vos pueda descansar. ¿Me dedicaría unos minutos entonces?

Me acerqué más a la jefa de criadas diciendo:
- Le sigo querida.

El felino escuchó lo que dijo la criada. ¡Oh, por fin Mary Rose se decidía a hablar! ¿Sería ella? ¿Podría ser? Pero... pero es a mí a quien... Yo soy...

-¡Agh!

Al ver que se marchaban del salón, el gato correteó tras ellas. ¡Espera, espera! ¡Esas palabras van dirigidas a mí! Tengo que escucharlas de tu boca... -pensó mientras desaparecía por la puerta.

Parece que la cosa se tranquiliza, pero a mí el rey no se me escapa.

- Majestad, esto, yo tenía que comentarte unas cosillas importantes... ya sabes, así que mejor nos vamos tú, mi colega Porky y yo a otro sitio y hablamos. ¿Sabes, tío? De buen rollo, sin este histérico (por Elmer) delante...

Miro al lobo con una mueca.

-De eso nada peludo. No me fio ni un pelo del cerdo, pero de ti menos todavía.-Me posiciono al lado del rey.- Puede que su majestad sea lo suficientemente paciente como para tolerar tu presencia pero yo no pienso darte ni una oportunidad de hacerle daño, como medida de buena fe y si no tienes nada que ocultar no te opondras ¿Verdad? Solo los malhechores, y los intransigentes temen una mirada crítica.

El príncipe interviene inmediatamente después del comentario del lobo y secundando las palabras del cazador

Majestad! eso es un despropósito! Estos dos animales no son trigo limpio y se lo están diciendo su futuro yerno y un cazador que lleva casi toda la vida ofreciendo sus leales servicios al palacio... hay que tomar medidas, si se encuentra consternado, Majestad, déjenos ayudarle, déjenos ocuparnos de éste asunto, pero por todos los santos, no salga sólo con ellos, no son de fiar.

El príncipe mira ahora a los dos animales con mirada amenazante. Quiere demostrar que no le dan miedo.Pasa una mano por su cabello para colocárselo mientras la otra la coloca en su espada, haciendo alarde de sus intenciones en caso de cualquier mínimo movimiento raro.

Me sigue la princesa la señorita Bruja Piruja y veo que vine detrás el gato Con botas, no pasaba nada ya que siempre le acompañaba a todos lo lugares...

Espero que lo que le tenia que decir se lo podía tomar mal, o no querrá creerme pero ya llevaba mucho tiempo guardármelo y al verle el día que llego, y no quiero que corra peligro en el palacio.
 

Porky continuaba encañonado a la espera del veredicto real cuando la princesa Peach entró apresurada en la sala de la mano de su madre. Con el rey indeciso sobre qué hacer con el cerdo, quizás ella ponga orden en todo este asunto.

Pero justo en ese momento, un asunto de mayor importancia reclamó la atención de los presentes. Detrás de la reina hizo su entrada un guardia de palacio con un compañero suyo esposado. Del labio del preso manaba un reguero de sangre, signo de haberse resistido con violencia a la detención y detrás de ellos, dos guardias más más portaban un magnífico cofre de madera de roble.

- Majestades -se explicó el guardia que abría el grupo-. El traidor de Osvaldo ha sido detenido por intentar robar el tesoro real. Hemos encontrado el cofre debajo de su cama. ¿Qué es lo que ordenáis que hagamos con él?

- ¡Adónde vamos a parar! ¡ La familia real traicionada por su propia guardia!

Mientras Sus Majestades deliberaban qué hacer, Asurancetúrix entró en la sala y se llevó del brazo a la princesa Peach. Aquella no era, sin duda, una escena que la contemplara la frágil princesa. Mary Rose y Piruja siguieron al bardo. ¡Qué sospechoso que decidan marcharse justo en aquel momento! ¿Tendrían algo que ver esas dos con el asunto del robo? Y el gato con Botas, con una fidelidad más perruna que gatuna, siguió a su ama como de costumbre.

Habían encontrado el Cofre, y ahora no estaba donde ella lo tenía escondido. No sabía qué hacer para volver a recuperarlo, le costó bastante esconderlo esa vez, robarlo, más bien. Alguien puede abrirlo, estaba segura, pero no quería que su tesoro acabara en las manos de cualquiera.

Ya casi se olvidó incluso del tema del Cofre, con tanto revuelo de las bodas de sus hijas a las que quería ver felices, y otros muchos problemas que han surgido. Iba a solucionar algo, pero ha habido tiempo. Alguien espera una respuesta, un lugar normal y seguro donde dejar de nuevo el Cofre.

-Ya no se puede confiar en nadie aquí.-Murmura la reina, claramente enfadada.-El rey Picas y yo deliberaremos lo que haremos con él.

No podía quedárselo directamente ella... lo escondería en común con el rey y luego lo volvería a robar. Miraba al rey, esperando una respuesta, o una señal para salir de la sala y hablar a solas sobre qué hacer con el Cofre.

Se sintió extrañada cuando vio al Bardo coger así a Peach... ¿qué estarían tramando esos dos? Tantas cosas... a la reina se le escapa de las manos, y eso no le gusta en absoluto.

Al ver entrar a la reina, se me abre el cielo. Quizás ahora alguien con sentido común nos escuche al principe y a mi.

-¡Majestad!-No puedo evitar sonreir por un segundo, para luego seguir serio sin dejar de encañonar al cerdo y al lobo.- Se han descubierto indicios de que el cerdo Porky puede ser el traficante de droga, pero se niega a reconocerlo. El lobo defiende a su amigo pero tanto el príncipe -señalo a encantador-, como yo creemos que debería estar bajo custodia de forma preventiva. Está tratando de escapar y huir. Por favor majestad, permitidme llevarlo a la mazmorra, por la seguridad de la familia real y los asistentes, por vuestras hijas mi señora, pensad en ellas. 

Escucha a Elmer, reprimiendo una sonrisa agradable para él. Lo considera un momento, antes de continuar con el asunto del cofre. Realmente vino aquí para esto, para buscar una solución coherente.

-Tenía entendido que pretendíais dispararle...-Informo de lo que me dijeron, cavilando una solución.-Viendo que no es así y que tanto vos como el príncipe Encantador, que también guarda la seguridad de las princesas... creo que es conveniente que el cerdo Porky  sea encerrados hasta encontrar pruebas y poder hacerle un juicio justo.

Deseaba poder darle permiso a Elmer para matarlo, pero no podía ser. Ella tenía que dar una imagen, y hasta que no encontrara pruebas no podía decapitar al cerdo y al lobo. O dispararles, como desee el cazador.

Mi amado padre parece que se adelanto a los acontecimientos

El bufon que en ningun momento se aparto de su padre toco el hombro de su padre como muestra publica de apoyo a su investigacion

Si algo hemos sacado en positivo, es que ahora ya sabemos donde esta el cofre, por fín

También espero que el lobo se acuerde de nuestro "trato" para conseguir la llave.

Ahora lo principal es esconder el cofre donde yo y solo yo sepa donde esta, y a ver si esta vez, me acuerdo de donde lo puse... ¿Pero en quien puedo confiar para que me ayude?

-Elmer, comandareis un grupo para barrer palacio, y buscareis a cualquier otro asaltante, dudo que solo sea uno.

- Encantador, haciendo honor a vuestro nombre, proteged a las princesas hasta mi regreso.

Con esto he dejado un par de grupitos "ocupados"

Llamad a la bruja, y que ella y el lobo me acompañen- digo al guardia que nos ha dado la noticia

A ver si por fin puedo hablar con piruja a solas, y la verdad, el lobo me cae bien.

La gente está loca, y Séptimus no entendía que estaba pasando allí... ni le importaba lo más mínimo. Encima el bardo se le había ido, que era con quién quería hablar.

-Bueno, no me queda otra opción que ir a buscarle...

Y se dispone a salir de la sala en busca del bardo.

Por fin, las palabras de la reina comenzaban a tener sentido, hay que sacar a ese maldito cerdo de la sala de baile, definitivamente, su cara porcina y rosada  no hace juego con la alfombra de terciopelo roja que pisa el suelo de palacio.
Cuando el rey habla, el príncipe asiente y contesta a la alusión a su persona

- Encantador, haciendo honor a vuestro nombre, proteged a las princesas hasta mi regreso.

Majestad, no se preocupe,
Aunque sinceramente creo que sus hijas pueden protegerse solitas
Respecto a Elmer, puede hacer lo que usted dice después de llevar al cerdo a la mazmorra, creo yo, siguiendo las órdenes de la reina.
Después se acerca a Elmer y comenta… debemos seguir vigilando al lobo, Elmer, no nos descuidemos.
Dicho esto, el príncipe sale de la habitación en busca de las princesas, para seguir o más bien” hacer que sigue” las órdenes del rey Picas.

Hago una reverencia hacia la reina.

-A sus ordenes mi reina.- Luego me giro hacia el rey.- Llevaré al cerdo abajo y luego acompañaré a las tropas. No quedará nadie vivo.

Me giro hacia el cerdo.

-Vamos, a la mazmorra.

-Esto es increíble. Se nos acusó al lobo exferoz y a mí de ser peligrosos. El señor Elmer acusó al lobo de haber agredido a la princesa Zelda cuando se ha demostrado, según testimonio de Su Alteza la princesa Zelda, que mi colega subió a defenderla. Se me acusó de posesión de drogas sin pruebas. Se nos acusó al lobo exferoz y a mí de estar implicados en el intento de robo a palacio cuando se ha demostrado que es ese tal Osvaldo quien lo ha cometido. Si mi deseo es irme de esta recepción es, sin duda, porque creo que estos dos (señalando con mi pezuña al príncipe Encantador y al cazador) pretenden perjudicarme gravemente o matarme sencillamente. ¿No son esos motivos suficientes como para querer largarse de aquí? Yo no tengo la necesidad de encubrir nada. Ahora bien, damas, caballeros y animales, en vista de la pública enemistad que se ha declarado contra mi persona, bueno, contra mi animal, hago público lo siguiente: o se me deja ir de palacio inmediatamente o no atenderé a las consecuencias cuando me siga viendo acosado por estos dos. Juro por el reino animal que me defenderé: o muero o mato. ¡He dicho, Majestad!

Subo a un taburete esgrimiendo mis pezuñas.

-¡Vamos, hombretones! -grito al cazador y al príncipe rubio-. ¡Os animáis a luchar contra mí cuerpo a cuerpo, sin armas de fuego! ¡Uno a uno, zoquetes! ¿Queréis empezar vos, principito de Antoine de Saint-Exupéry? -provoco al príncipe Encantador-. ¿Qué hicísteis con el cordero que os dibujaron cuando eras niño? ¿Lo torturásteis cuando os hicísteis mayor? Oh, qué digo, si aún no sois tan mayor. ¿Os golpeásteis la cabeza viajando de planeta en planeta? Oh, qué digo, debo estar confundiéndome de príncipe. ¡Ahora caigo! Vos sois el príncipe de unas galletas rellenas de chocolate. ¡Cómo no os relacioné, disculpad! Debí reparar más en vuestros ademanes afeminados para darme cuenta de quién sois. ¿O acaso sois la sota de espadas? Mirad bien la boda de vuestra hija, Majestad, quizás sea una tapadera para encubrir su...

Aquí me pongo a hacer gestos de cerdita presumida y coqueta.

-...su... ya sabéis a lo que me refiero, guapo.

Lanzo un beso sensual y sonoro, con absoluto sarcasmo, al príncipe Encantador. Me preparo para la lucha.

Por fin ha hablado el Rey.

- Vale, tío, majestad. ¡Eso es hablar! Yo voy donde diga el rey, y con Piruja sin problemas - Le mando un beso mientras se me caen las babas - Este rey se enrolla.

Pero no me olvido de Porky.

- Majestad, lo de encerrar a mi colega no está bien. ¡Estado de Derecho, justicia para el pueblo animal! ¡No a la estabulación de animales! El cazador es un sanguinario, mala gente. Yo respondo de mi colega, que de esta se hace vegetariano. Que venga con nosotros, que no es un buen animal...

De repente Porky se pone todo loco.

- Tranqui, tío, que estos no te dejen perder la paz interior. Yo te apoyo, colega. Que hable el rey, que es guay y no va a dejar que te encierren, ¿a que no?

Sonrio lentamente. No me obligueis Porky... que luego es mi mujer quien limpia y me echará la bronca. Estaba hasta el gorro de este Napoleon porcino.

-Si os resistis a la autoridad que sus majestades me han concedido no me dejais mas opcion.- Me llevo la escope al hombro.- Olvidaré vuestros insultos, falta de modales y insufrible verborrea hacia mi, lo que no voy a tolerar es el desacato de la justicia de este reino. Por justicia ya podría haber echo que vuestra cabeza estallara en cuanto os habeis negado...-Inspiro profundamente para no apretar el gatillo de forma inmediata. Es muy duro.-Pero soy un hombre de justicia. Teneis tres segundos para cerrar la maldita boca y acompañarme en silencio antes de que os enseñe como lucha un cazador.