Partida Rol por web

TURNO 103

HALLFRID había lanzado aquella pregunta sin pensárselo demasiado. Casi por pura curiosidad. Quizás con la idea de que tal vez la respuesta pudiera arrojar alguna luz sobre el destino probable de los orientales, lo que podría servirles a todos para imaginar una mejor estrategia. Pero nunca había imaginado las implicancias de un comentario tan inocente.

Las palabras de Agranil habían dejado al joven campesino prácticamente sin aliento. Y a pesar de todos sus esfuerzos por ocultarlo bajo un rictus de seriedad y veteranía, el estupor se reflejaba en su rostro, con los ojos como platos y la mandíbula ligeramente caída.

Si los hombres de Esgaroth estaban en lo cierto, la misión que tenían entre manos tomaba un cariz tremendamente distinto. Pues no se trataba ya de recuperar un tesoro robado por una simple banda de salvajes. Sino que se buscaba, prácticamente, evitar una guerra abierta. Donde el futuro Gondor estaba en peligro.

Y, lo que era aún peor, parecía que el reducido grupo allí reunido era la principal línea de defensa. Quizás también la única...

Con aquellos pensamientos en mente, el joven campesino tomó conciencia por vez primera de lo apremiante de la situación. Y de lo desesperado que debían estar los esgarothianos. Ahora por fin comprendía HALLFRID los motivos por los que AGRANIL no se había retirado a llorar a sus seres queridos. Sencillamente, no había tiempo para tal cosa.

Quizás aquellos viejos señores fueran acaudalados e importantes nobles en sus tierras. Y tal vez aún llevaran consigo dinero y joyas suficientes para formar un ejército. Pero la realidad era que nada de eso les servía en estos momentos. Pues solo necesitaban hombres... Hombres que dieran alcance a los orientales, y se interpusieran en su planes. A cualquier costo.

Y, al parecer, no había muchos disponibles.

- Es un riesgo que debemos correr. - dijo finalmente el joven con todo el aplomo que pudo reunir en su pecho - Como tantos otros que surgirán en el camino. Pero es lo que tenemos. Y con eso deberemos arreglarnos.

- Pues, simplemente, somos la última opción. Lo que queda... allí donde otros más numerosos y mejores han caído. Y donde algunos ni siquiera se han atrevido. - sentenció observando las sillas vacías.

- Tal vez sea el que menos conozca de estos asuntos. Pero no creo que muchos de nosotros sobrevivamos a esta expedición. Sin embargo, si los retrasamos lo suficiente como para poner sobre aviso a los hombres de Gondor... tal vez nuestros nombres sean recordados en algún canto. O en alguna historia, contada junto al fuego, dentro de muchos años.

Turno 103

Edan seguía procesando la información. Escuchaba con atención a Agranil y a Egorant...y se congratuló de descubrir que bajo la falsa apariencia de Larrid "el borracho", se encontraba no solamente un hombre válido, sino un referente en aquella pequeña expedición.

Con él hacian ya 8 hombres. Y se hablaba de otro que habria de reunirse con ellos más tarde. Si el resto de campesinos se mostraban igual de confiables, quizas aquello no fuese una completa locura despues de todo.

9 hombres contra 12...y tras algunas aclaraciones, aunque la tarea seguia sin parecerle sencilla, se había aclarado bastante el panorama. Los comerciantes, de la mano de Larrid parecían tener un verdadero plan de acción. Y si la cosa se desarrollaba según lo esperado, en Caras Gwidor podrían emboscar a los orientales. Si conseguían quitarse de en medio a unos cuantos aprovechando el factor sorpresa, entonces la misión adquiriría un cariz completamente distinto. Pero nuevas interrogantes surgían a raíz de las preguntas de sus compañeros.

No me preocupa que se dirijan al sur... comentó finalmente.
Salvo que su ayuda se encuentre mas cerca de lo que sospechan...la guerra provoca extraños compañeros de alcoba... reflexionó.
Bien, supongamos que llegamos con tiempo a Caras Gwidor antes que ellos. Allí tal vez podamos reclutar a alguien más entre las gentes del pueblo...pero, si necesitan víveres, tambien podriamos proporcionárselos...pensaba ahora en la manera de resolver aquel problema sin incurrir en el riesgo de un enfrentamiento.Una caravana en medio del camino, un buen cebo...algo de veneno, y tal vez no sea necesario cruzar armas con esos bárbaros expuso, tratando de calibrar si aquella estratagema podria ser considerada por los comerciantes.

Edan era un hombre práctico. No rehuiria el combate de ser preciso, pero si podía evitarlo prefería no verse envuelto en uno con aquellos salvajes. Los orientales eran guerreros con fama de temerarios, y no le gustaba la idea de enfrentarse a uno de ellos si existía otra salida. El si valoraba su vida, y no pensaba adentrarse en una gesta heroica, solo por la promesa de gloria y un puesto de privilegio en los cantares de los bardos, tal y como Halfrid aventuraba.

¿Y que propósito hay en que nuestros nombres sean recordados en los cantares, si no estamos aquí para deleitarnos con su música y sus letras? replicó al campesino que acababa de hablar.

No es eso por lo que he acudido a esta reunión...y espero no ser el único.

No le gustaba que sus compañeros se tomasen sus vidas tan a la ligera. Aquello le generaba dudas y desasosiego.

Edan no era un heroe, ni lo pretendia. Era cierto que la idea de vivir aventuras hacía que su corazon bailase con un ritmo muy diferente al que lo hacia en su vieja granja, pero incluso ese anhelo estaba controlado. No se precipitaría a una mision suicida, aunque a decir verdad, a medida que avanzaba la reunión, mas se convencía de que la misión era viable, al menos, más de lo que habia supuesto en un principio.

Turno 103

Cuantas más preguntas hacían los mercenarios contratados, menores parecían las ventajas con las que podían contar contra los orientales; sin que se supieran los motivos exactos de su viaje hacia el sur o si se encontrarían con refuerzos en algún momento del camino.

La visión del tal Hallfrid sobre aquél asunto le puso los pelos de punta, y por las palabras que le contestaron supo que no era el único que pensaba así. ¿Qué clase de hombre planeaba de antemano su propia muerte? - Desde luego, creo que ninguno se de nosotros se plantea cumplir la misión a costa de su vida, por muy honroso que sea. Al menos no mientras la derrota no sea una certeza inevitable. - Contestó, apoyando las palabras del rohirrim.

- No sabemos si los orientales van a encontrarse con unos refuerzos desconocidos durante su travesía, y precisamente por eso no podemos preocuparnos de un enemigo que no sabemos si existe. Un buen plan, como una cosecha, no madura fuera de temporada, y nosotros estamos demasiado preocupados  por cosas imposibles de saber de antemano.

Creo que lo principal sería concentrarnos en llegar a tiempo a Caras Gwidor, aunque sea solo para advertirles de que ese grupo de orientales se dirige hacia ellos, con la velocidad del barco no tendremos problemas; una vez allí podríamos enterarnos de algo más, terminar de aprovisionarnos y replantearnos nuestra estrategia. -

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Gwalin dio unas cuantas bocanadas a su pipa mientras escuchaba a sus compañeros. Algunas veces asentía, veindo que era buena esa propuesta o afirmación, mientras que otras emitía su habitual gruñido y entrecerraba los ojos , apra ponerse en desacuerdo con alguna otra.

-No, veneno no. No somos orcos ni bandidos. No está mal que les embosquemos, es una treta militar, pero recurrir al veneno es sucio y poco honorable -dijo mostrando su desacuerdo.

-De todas formas, lo que sí que tenemos es cierta premura por salir ya...vamos, mañana a primera hora. Lo que me deja alguna pregunta. ¿Tenemos el o los botes ya comprados? ¿y la comida y demás intendecia? -preguntó-. Porque tiempo tendremos de hablar de una cosa y otra en el camino, pero no de comprar botes y provisiones.

Turno 103

- No os preocupéis por eso, tenemos una embarcación - dijo el comerciante - No es que la hayamos comprado, por supuesto, pero mañana estará en el muelle. - sonrió - Tenemos pasaje para todos, los caballos y comida para al menos quince dias - les dijo - Nosotros seguiremos rio abajo hasta la Ciudad Blanca.

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- Cierto, todo esta preparado - dijo el anciano - Mañana partiremos al alba - anuncio realmente contento, pensaba que era un buen grupo para recuperar la armadura.

- Retirémonos, hemos reservado varias habitaciones, nosotros correremos con los gastos - dijo generoso - Dormid plácidamente, quien sabe cuanto pasara antes de que otra cama, dentro de la seguridad de unos muros, podremos disfrutar -​ añadió, su sonrisa era ya algo mas forzada, estaba preocupado.

RESOLUCION TURNO 103
 

Allí abajo, en aquel sótano, no se percibía el frio que hacia fuera. Aquello era como una bodega, un lugar oscuro y algo húmedo, pero que mantenía una agradable temperatura fuera cual fuera la que hubiera en el exterior. La comida había dejado un agradable olor, que lograba ocultar al de la tierra mojada que habían percibido al llegar. El humo del tabaco, también ayudaba a mejorar el ambiente.

Los licores dieron paso a una charla. En ella se expusieron los hechos ocurridos en un pasado reciente, los planes inminentes, y se pusieron sobre la mesa otros asuntos de mayor calibre. El robo de la armadura, y una persecución; el viaje por el rio, y una carrera hasta Caras Gwidor; una emboscada y una lucha. Era todo lo que les esperaba si querían recuperar la cota de malla, una armadura que no solo tenía un valor sentimental, si no que podía significar alejar del peligro a toda una nación.

Las dudas fueron expuestas, y una a una se había tratado de responder. Agranil, Dorhand, Egorant, pero sobre todo Larrid, aclararon cuantas cuestiones les fueron expuestas. El plan podía parecer un poco improvisado, pero la realidad era que desde que comenzaron a seguir a los orientales, aquella era la mejor baza que tenían, anticiparse al camino. Tampoco era seguro que fuesen a aparecer en aquella población, pero era la ruta más lógica, casi la única que podían tomar.

Llevaban un buen rato, y fue el enano el que recordó con sus palabras la intención de salir la mañana siguiente. Se había hecho tarde y un largo camino los esperaba. Bien temprano, incluso antes de que saliese el sol, tomarían un caliente y abundante desayuno, cogerían sus bártulos e irían a los muelles. Con la primera luz del sol, la embarcación partiría y daría comienzo la nueva empresa a la que se habían entregado.

Uno a uno fueron subiendo a las habitaciones. No hizo falta salir al salón principal, pues para llegar a las habitaciones había que subir por unas escaleras del mismo pasillo que habían recorrido antes de bajar al sótano. Solo subieron al primer piso, en él había varias habitaciones dobles que fueron ocupando los viajeros. Hallfrid compartió habitación con Larrid, Freagulf con Gwalin, Grimbeorn con Edan, y Leofred con Ional. Egorant lo hizo con Dorhand, mientras que Agranil disfruto de una habitación para el solo. Durmieron cómoda y plácidamente durante toda la noche, al menos hasta que el propio Rovis llamo sonoramente a las puertas para despertarlos. Había llegado la hora.

Se lavaron un poco, se prepararon y uno a uno fueron bajando hasta el salón principal. El olor que subía, abría los estómagos de los madrugadores. Abajo esperaban, ya sentados, los esgarothianos. En una mesa larga que el posadero había preparado juntando otras más pequeñas, había dispuesto sobre un mantel todo tipo de delicias. Pan tostado, manteca de cacahuete, mermeladas, magdalenas y chocolate caliente representaban la parte dulce. Pero también había tocino frito, huevos, salchichas, vino, queso y varios tipos de chacinería. Todos fueron sentándose para disfrutar del maravilloso desayuno.

Turno 104

Grimbeorn había sospechado que las dudas y cuestiones que habían quedado en el aire durante la cena le acosarían durante la noche y no le dejarían conciliar el sueño. Pero la cama que le había tocado en la Rosa le ayudó a dormir de un tirón, sin apenas darle la posibilidad de intercambiar algunas impresiones con el rohir, hasta que la brusca llamada de Rovis le despertó. Normalmente no hubiera necesitado de aquella ayuda, pues estaba habituado a levantarse con las primeras luces del alba, pero cuando bajó al salón pudo comprobar que aun era temprano, pues la oscuridad que se veía por el ventanal no daba muestras de clarear. Parecía que aquel día habría de hacer sus oraciones a Araw de forma rápida y en el barco, a juzgar por lo comentado la noche anterior.

Se sentó a la mesa mientras deseaba buenos días a los presentes. Dejó el peludo yelmo colgado del respaldo de la silla e inspeccionó los manjares de la mesa. Sin duda, la idea de un desayuno fuerte para los sureños era bastante más contundente que la que tenían ellos en el bosque.

- Esta noche, antes de dormir, se me ocurrió algo. ¿Qué posibilidades habría de que los orientales torcieran hacia el este al llegar a las Ciénagas de los Muertos, para bordear Mordor por sus límites orientales antes de dirigirse de nuevo hacia el sur? - El norteño, fiel a sus hábitos, fue frugal con su desayuno, aunque no se quitó de probar aquellos manjares que, como en la cena, despertaron su curiosidad.

Turno 104

El enano escucho a los esgarothianos y asintió, parecía que tenían bastante pensado cómo lo querían llevar a cabo. Eso le reconfortaba por una parte, pero le inquietaba por otra.

Pero esto no dejó que le quitara el sueño. Como suponía los mercaderes habían pensado en ellos y habían cogido habitaciones para todos. Al guerrero le había tocado con Freagulf, cosa que agradeció pues el tiempo que habían compartido ambos habían conversado amistosamente y le había caído en gracia al naugrim.

-Compañero, si por la noche escuchas como el rugido de un león en medio de una catarata que espanta multitud de chillonas aves, no lo dudes, despiértame pues no seré yo. Aunque no lo creas, soy el único enano del mundo que no ronca Jajajaja -rió fuertemente Gwalin dejando a su compañero con la duda de si sería cierto o no aquello tras la risa de éste.

Turno 104

- Realmente no sabemos mucho de sus planes - contestaba a Grimbeorn - Pero si su plan era rodear Mordor por el este, podrían haberlo hecho mucho antes, sin la necesidad de llegar hasta aquí - dijo pensativo - Aunque nadie sabe como funciona la mente de esos salvajes... - no los conocía y pensaba que sus suposiciones eran correctas.

Según habían relatado la noche anterior, todo indicaba que los orientales iban hacia el sur, o hubieran tomado un camino hacia el sureste desde el lugar en que robaron la armadura.

Turno 104

- Es posible. - El animista asintió a la suposición de Larrid sobre la ruta que los orientales deberían haber tomado para rodear Mordor. - Pero si no conocieran estas tierras, el Gran Río es una excelente referencia y les serviría de fuente de agua y comida. Por lo que seguirlo la mayor cantidad de tiempo posible les beneficiaría. La otra opción que tenemos es que sigan el curso del río hasta estar lo más cerca posible del lugar de reunión con los haradrim... ¿El Gran Río atraviesa todo Gondor? - El norteño no parecía dirigir la pregunta a nadie en concreto. Daba más la impresión de pensar en algo. - Cruzar tierras gondorinas siguiendo el cauce parece una idea demasiado temeraria, incluso para un grupo relativamente pequeño. El riesgo de ser descubiertos es muy grande. - Ceñudo, el animista le daba vueltas a aquel posible plan de los orientales y, por algún motivo, tenía la extraña sensación de que se le escapaba algo.

Turno 104

La conversación podría haberse alargado más, pero por suerte Agranil y sus confidentes dieron por terminado el asunto al menos por aquella noche; probablemente fueran capaz de pensar en ello con más claridad tras haber meditado con la almohada. También era de agradecer que los comerciantes se hubiesen tomado la molestia de correr con los gastos de su alojamiento por aquella noche, aunque Leofred no estaba muy satisfecho con su compañero de habitación. Aquél hombre había estado demasiado silencioso toda la noche y no podía imaginar qué ideas le cruzaban por la mente, aunque finalmente fue capaz de ignorarlo y dormir plácidamente unas pocas horas.

Finalmente llegó un nuevo día, o al menos eso suponía el bardo, ya que el tabernero se había adelantado a las primeras luces del alba, pero cualquier queja por el cansancio de la madrugada quedó olvidada con el desayuno recibido. El bardo ambulante se sirvió huevos y bollos dulces, aún notando en cada bocado el regusto a vino de la noche anterior en los labios.

Aún no había terminado su desayuno cuando la conversación volvió al cauce de la noche anterior de manos del hombre de los bosques. Sin duda debía tenerse a sí mismo por un hombre muy precavido, ya que analizaba cualquier posible intención de los orientales con gran detalle, aunque Leofred dudaba que sus sospechas fueran a serles de utilidad en ese momento. - Estáis pensando demasiado, Grimbeorn, y eso no es bueno tan temprano por la mañana. Ya hay un hombre tras ellos y no hay nada que podamos hacer salvo darles alcance por el río. ¿Porqué no relajarnos hasta que lleguemos a Caras Gwidor? -

Turno 104

A la mañana siguiente el enano se despertó tras el toque de diana a modo de aporreo en la puerta del posadero. En un periquete estaba listo para bajar a desayunar y es que para él comer era algo muy importante y muy valioso.

Al llegar saludó a los presentes y luego se puso un buen plato de todo un poco de lo salado y se lo ventiló como quien sopla harina. En el tercero decidió que ya era suficiente y empezó con lo dulce.

Al final se puso un vasito de algún tipo de orujo que pidió al posadero y es entonces cuando prestó atención a la conversación.

-Hay tantas posibilidades como manjares en esta mesa -intervino mirando a Grimbeorn, para luego pasar a Larrid-. Lo que sí es cierto es que si cambian de camino radicalmente, ¿cómo nos avisarán los que les persiguen de este hecho?

Turno 104

- Lleváis razón, todos... - dijo algo apesadumbrado el hombre - No sabemos sus planes, podrían ir por cualquier lado - continuó - No creo que sigan el rio, es demasiado peligroso para ellos, pienso que seguirán las laderas de la montaña, buscando sus riscos como escondite y los bosques para ocultarse - dijo en contestación a Grimbeorn.

- Mi compañero podrá avisarnos, de un modo u otro, si es que cambia su ruta. - dijo seguro - Confío en poderles interceptar, pero si no fuese así, tendremos que buscar las señales y seguirlas - contesto a Gwalin, no sabia que mas decir sobre todo lo que podía salir mas.

TURNO 104

Pronto, el creciente fervor heroico que había comenzado a inflamar el corazón del campesino fue rápida y cruelmente apagado por el mucho más sensato pragamatismo de sus compañeros. Y aunque unas ascuas candentes aún permanecieron encendidas en su pecho, luego de aquellos cachetazos de realidad el muchacho ya no volvió a abrir la boca durante el resto de la velada.

En verdad, semejante arrebato de bravura debía bastante al carácter propio del joven, que había soñado desde siempre con una oportunidad como aquella. De poder elevarse por encima de las miserias de su vida cotidiana para ocupar, al menos por unos momentos, el firmamento que solo compartían las leyendas. De brindarles por fin a su padre y a toda su familia, y quizás incluso a sus conocidos y amigos, un auténtico motivo para estar orgullosos. En definitiva, de rescatar a su linaje del barro de la ignominia a la que parecían estar destinados...

Sin embargo, también estaba impulsado, en no poca medida, por la desacostumbrada cantidad de alcohol que el joven había ingerido a lo largo del día. Y a la par que el efecto de las cervezas y el vino especiado se iba disipando, también lo hacían sus ansias de gloria y hazañas guerreras.

De modo que decidió dejar ahí la cuestión, sin interesarse por reunir las fuerzas necesarias para refutar los comentarios de sus camaradas. Aún cuando, cada vez estaba más convencido, aquella tenía todas las condiciones para ser una misión suicida.

Así, la cena llegó a su fin, y el joven se dirigió casi sonámbulo a sus habitaciones, desplomándose sobre el catre sin siquiera quitarse las ropas. Aquello resultó una verdadera lástimas, por supuesto. Pues jamás en su vida había disfrutado HALLFRID de un lecho como ese. Y hubiera sido una excelente experiencia para recordar en el futuro. Sobre todo, porque muy probablemente no volvería a estar en un lugar semejante durante mucho tiempo...

Cuando el posadero llamó a su puerta antes del alba, el joven se alzó sobresaltado de la cama, y bajó corriendo al salón principal, sin detenerse siquiera para asearse o echarse un cuenco de agua fría sobre el rostro.

- ¿Ya partimos? ¿Ahora? - preguntó a su camarada LARRYD con los ojos desorbitados y el rostro aún desencajado por el sueño - Tengo que hacer algo antes de subir al barco !!!

- Dejé todo mi equipo en otra posada !!! Pensé que iba a volver para pasar la noche allí. Pero ayer terminamos tan tarde... y lo olvidé !!! Solo será un momento.

Turno 104

Edan no durmió mucho aquella noche. Lo justo para saciar sus necesidades. Todavía le daba vueltas al encargo que acababa de aceptar. No todo era de su gusto y tenia el estómago encogido. Probablemente aquella era la misión mas peligrosa que habia aceptado desde que salió de la granja. Pero necesitaba el dinero y no podía dejar pasar una oportunidad como aquella.
No hubo mucho tiempo de hablar con su compañero sobre el asunto. No en vano, Grimbeorn era un hombre bastate independiente, y como éste no le dió pie a empezar una conversación, Edan no quiso importunarlo.

A la mañana siguiente, bajó pronto al salón. Queria ser de los primeros. En su mente bailaban todavía algunos asuntos pendientes. Le hubiese gustado disponer de algo más de tiempo para preparar mejor su equipo y tal vez hacerse con un par de cosas que sin duda habrian de necesitar para el viaje. El frio golpeaba con dureza en aquella época del año y no quería llegar hasta los orientales mermado físicamente.
De todas formas, aunque dispusiese de tiempo, poco podría haber hecho. No tenia dinero y apenas conocía la ciudad.
Esperaba no obstante que los comerciantes hubiesen tenido en cuenta algunas de aquellas cosas y pudiesen proporcionarselas antes de partir.

Se que el tiempo apremia, y no disponemos de mucho antes de partir...pero apenas hemos hecho acopio de viveres y demás pertrechos que sin duda precisaremos...¿podemos contar con que os habeis ocupado del asunto? pregunto sin dirigirse a nadie. Aunque sus ojos buscaban a Larrid y a Egorant por encima del resto.

Turno 104

- No te demores, partiremos con la primera luz del sol, ni un momento después - le dijo a Hallfrid - Contamos contigo, ve directo al puerto, al muelle principal - añadió algo dubitativo, como si temiera no volver a aquel hombre.

- Como ya dijimos anoche, todo esta dispuesto - dijo Egorant - Comida para todos durante al menos medio mes..., caballos..., y una embarcación... - dijo con rintintín repitiendo las palabras que ya había pronunciado la noche anterior.

Hallfrid salió raudo por la puerta.

Turno 104

Ional se despertó hambriento por lo que las viandas que le pusieron en el desayuno le sentaron de maravilla. Mientras engullía escuchó a sus camaradas como trataban los temas del viaje y tomaba nota mental de las cosas que había que tener en cuenta visto lo inexperto que él era.

La verdad es que yo no soy ningún lobo de mar, con lo que si la cosa se complica no sabré qué hacer. Eso sí, siempre estaré dispuesto a echar una mano, arrimar el hombro y a ayudar en todo lo que pueda y se me ordene.

Si vamos a salir ya, tengo que coger las cosas que he dejado en el cuarto. Subo y bajo en un periquete.

Tras decir esto el joven salió disparado a su habitación para coger los pertrechos y bajar igual de raudo al sitio donde estaban todos reunidos.

Listo para comenzar la aventura.

RESOLUCION TURNO 104
 

El desayuno estaba servido, Rovis había preparado todo, con la ayuda de su mujer, que desde la cocina había ido trabajando en todos los manjares. Poco a poco fueron bajando, primero Grimbeorn y Edan, poco después Gwalin y Freagulf. Hallfrid y el propio Larrid, fueron los siguientes. Leofred e Ional, fueron los últimos en sentarse a la mesa. Comieron y bebieron, mientras comentaban detalles del viaje. Aun parecía haber alguna duda. No conocían con certeza la ruta que aquellos salvajes llevarían, no podían saberlo de ninguna manera. Aun así, varias posibilidades se abrieron. Rodear Mordor, seguir el rio, que no cruzasen las ciénagas... Todo era una incógnita, y como trato de explicar Larrid, no había más remedio que suponer la opción que les brindaba alguna posibilidad.

Hallfrid recordó algo, había dejado todas sus cosas en otra posada, no pudo saber que acabaría durmiendo en la Rosa, y que partirían tan rápido. Así pues, dejo a sus compañeros para recogerlos. Tras marcharse la charla continuó. Las dudas seguían en el aire, había muchas cosas que se podían cambiar del plan de Larrid. No obstante, y a petición de Agranil, desayunaron mientras dejaban el tema apartado. Solo hablaron de sus vidas, de sus pretensiones, y de como todos echaban de menos el hogar.

Tras el desayuno, ya con la barriga bien llena y saciados, se prepararon para marchar. Subieron de nuevo a las habitaciones, recogieron sus pertenencias y volvieron a bajar. Rovis ya recogía la mesa, mientras Agranil y los comerciantes habían saldado cuentas con el posadero. Cuando todos estuvieron listos, se despidieron de Rovis y sus servicios, y se encaminaron hacia el puerto.

La posada no estaba cerca del rio, pero el camino era sencillo, solo había que bajar la larga calle principal hasta llegar al puerto. Les llevó un rato cubrir el camino, pero finalmente llegaron a los muelles. La calle empedrada que bordeaba el rio tenía varias noráis y cornamusas a las que se ataban diferentes embarcaciones, casi todas pequeñas. Las más grandes aguardaban en muelles de madera que se adentraban en las rápidas aguas del Anduin. Eran recias y numerosas, más de diez se extendían por toda el lateral fluvial de la ciudad. En uno de ellos, el situado más al sur, esperaba la embarcación que los esgarothianos habían contratado.

Se trataba de una embarcación llamada “El madero”, a pesar de su bruto nombre, era una delicada gabarra. De bajo calado y maderas nobles, aquel barco inspiraba confianza. Tenía sitio para varios remos, y una gran vela triangular azulada que en ese momento estaba recogida. Los marineros vestían sorprendentemente pulcros y se afanaban en colocar las ultimas cargas que debían transportar. Su capitán, Captarion, recibió a los esgarothianos, y se sorprendió de ver a Freagulf, al que fue a saludar de inmediato.