Partida Rol por web

Turno 411

Gwalin se entraba cada vez más cómodo a lomos de su caballo, aunque no sabía si era por que cada vez iba controlando más al animal o si eran las ganas de enfrentarse a los orientales. La verdad era que al enano le brillaban los ojos con un resplandor singular. Su vista enfacaba hacia el frente buscando a sus enemigos. En su mente solo cabía la lucha que se iba a librar en breve.

Partido ordenó detenerse y bajar del caballo y creó grupos para acercarse. A Gwalin le tocó quedarse con Larrid. No había problema, daría el máximo con quién estuviera. Pero su mandato era quedarse mientras que los demás se moverían. El enano miró asombrado a Larrid, pero no dijo nada, solamente emitió un leve gruñido que hacía ver su descontento. Aunque sabía que había que obedecer para que todo fuera bien.

-Grrrmmmm.

Turno 411

Las palabras de Larrid pusieron sobre alerta al grupo. La condensación del rocío resbalaba por el casco y el sudor se filtraba en regueros hasta la barba del Rohir, el viento y la humedad acrecentaban la sensación de frio.

Edan asintió a las palabras del mercenario e hizo un gesto a Leofred para que se adelantase. No le gustaba la idea de abandonar su montura, pero incluso él podía ver los inconvenientes de acercarse a lomos de sus cabalgaduras.

Edan no era precisamente pequeño, y nunca se habia tenido por alguién especialmente discreto. Muy al contrario, en la mayoria de las ocasiones, su trabajo consistia en dejarse ver para disuadir a los rateros y aspirantes a bandidos y muy rara vez se habia visto obligado a entrar a hurtadillas en alguna granja o villa.
Invitar al bardo a tomar la delantera, era pues, una pragmática, pero conveniente decisión basada en la seguridad del grupo. Si el iba en cabeza, sería mas probable que los detectasen.

Tras ceder las riendas de su caballo al enano, desenvainó su lanza y siguió la estela que Leofred le dejaba.

Las hierbas altas humedecian sus botas y los sonidos de la tierra parecían más altos y secos ahora que caminaban en solitario. Edan no perdía detalle de la hoguera, la humareda era cada vez mas densa y perceptible a medida que se acercaban. De vez en cuando deslizaba miradas furtivas a ambos lados buscando alguna señal que delatase la presencia de los causantes de aquel fuego.

Turno 411

La advertencia de Larrid les pilló a todos por sorpresa, y no tardaron en descubrir el motivo. La presencia de la hoguera era extraña lo mirasen por donde lo mirasen, cualquiera la vería gran distancia. Si era obra de Freagulf o Ional, había sido una idea insensata o desesperada, pero Leofred lo dudaba.

No dudó en seguir las instrucciones de Larrid y dejar atrás su caballo, pero en esta ocasión preparó la ballesta de antemano antes de avanzar. Su instinto le decía que era más probable que los orientales hubieran acampado allí aquella noche, y la hoguera fueran solo los rescoldos de su improvisado campamento, o tal vez se trataba solo de lo que deseaba que fuese, pero no estarían seguros hasta acercarse a averiguarlo; era mejor ser precavidos. El bardo podía ser un poco charlatán, pero también era muy sigiloso cuando se lo proponía; por supuesto a ello ayudaba que viajase ligero de equipaje y sus finas ropas no hicieran mucho ruido al rozar entre, como sí ocurría con las gruesas chaquetas de cuero o aún más las cotas de malla.

Edan le cedió ir abriendo camino y no discutió. Envuelto en su capa y moviéndose siempre media docena de pasos delante suyo, Leofred le indicaba que continuase avanzando o que se detuviera un momento con gestos de la mano, pero le costaba concentrarse en lo que había delante suyo. Estaba agitado, cuanto más se acercaban más podía sentir el sonido de su propio corazón contra sus oídos y casi temía de que aquellos potentes latidos pudieran delatarlo.

Turno 411

El avistamiento de la hoguera despertó la curiosidad del animista. No creía que pudieran ser sus compañeros adelantados ni que los orientales fueran tan descuidados. Pudiera ser el amigo de Larrid... o una forma de atraerles a una emboscada. Con ese pensamiento en mente, Grimbeorn recogió sus armas tras desmontar. Le hubiera planteado aquellas posibilidades a Larrid pero, visto que les enviaba a explorar y no al combate, prefirió esperar a ver qué descubrían.

- Evita la vegetación seca y la leñosa al avanzar. De ese modo, disminuye el riesgo de hacer ruido al pisar. - No estaba seguro de que el campesino conociera algo tan elemental, por lo que el norteño se aventuró a hacer aquella sugerencia con ánimo de facilitar la tarea al muchacho.

RESOLUCION TURNO 411
 

Poco a poco, no querían hacer demasiado ruido, se fueron acercando hacia la hoguera. Al otro lado, ellos si podían verlos, sus compañeros avanzaban de igual modo. Leofred iba al frente, su avance era terriblemente silencioso, apenas podía escucharse la escarcha aplastada bajo las botas del bardo. Se mantenía semiagachado, moviéndose al frente con su ballesta cargada. Detrás, Edan se movía más pesadamente, haciendo algún que otro ruido, con el escudo embrazado y sin detenerse. Pronto ambos hombres llegaron hasta un pequeño montículo, donde se posicionaron para inspeccionar mejor el terreno. Tras el echaron un vistazo.

La luz era suficiente como para poder ver perfectamente el lugar, una fogata encendida calentaba a tres figuras recostadas. Miraban hacia la lumbre, quedando de espaldas a los acechadores. Estaban tapados por capas, abrigados, y completamente quietos, sumidos en un sueño que acabaría por terminar cuando el sol les pegase directamente en la cara. Unos diez metros los separaban del campamento, casi veinte hasta sus compañeros, que se habían escondido de igual modo tras un arbusto grande.

RESOLUCION TURNO 411
 

Poco a poco, no querían hacer demasiado ruido, se fueron acercando hacia la hoguera. Al otro lado, ellos si podían verlos, sus compañeros avanzaban de igual modo. Grimbeorn iba al frente, su avance no era del todo silencioso, podía escucharse la escarcha aplastada bajo las botas del animista. Se mantenía semiagachado, moviéndose al frente sin perder de vista los alrededores. Detrás, Hallfrid se movía más lentamente, haciendo pequeños ruidos. Pronto ambos hombres llegaron hasta un pequeño montículo, donde se posicionaron para inspeccionar mejor el terreno. Tras el echaron un vistazo.

La luz era suficiente como para poder ver perfectamente el lugar, una fogata encendida calentaba a tres figuras recostadas. Miraban hacia la lumbre, quedando de espaldas a los acechadores. Estaban tapados por capas, abrigados, y completamente quietos, sumidos en un sueño que acabaría por terminar cuando el sol les pegase directamente en la cara. Unos diez metros los separaban del campamento, casi veinte hasta sus compañeros, que se habían escondido de igual modo tras un montículo de tierra.

RESOLUCION TURNO 411
 

Larrid esperó a que los dos grupos que había enviado, se alejasen lo suficiente. Mientras Gwalin vigilaba, sus ojos no se apartaban de sus compañeros y de la lejana luz que aun podía ver, su compañero ataba entre si los caballos. Cuando acabo, ofreció al enano acercarse de frente hacia el mismo lugar que ya flanqueaban los demás. El enano pensaba que se quedaría allí, quieto, guardando los caballos, no era de su agrado. Pero al escuchar la nueva orden de Larrid, al naugrim le cambió la cara, un poco de acción que sustituiría su función de cuidador de caballos.

El hombre y Gwalin comenzaron a acercarse hacia la hoguera. Larrid iba al frente, su avance no era del todo silencioso, podía escucharse la escarcha aplastada bajo las botas del guerrero. Se mantenía semiagachado, moviéndose al frente sin perder de vista los alrededores. Detrás, Gwalin se movía más lentamente, haciendo pequeños ruidos con su armadura. Pronto ambos hombres llegaron hasta una pequeña hondonada, donde se metieron para inspeccionar mejor el terreno. Tras ella echaron un vistazo.

La luz era suficiente como para poder ver perfectamente el lugar, una fogata encendida calentaba a tres figuras recostadas. Miraban hacia la lumbre, quedando de espaldas a los acechadores. Estaban tapados por capas, abrigados, y completamente quietos, sumidos en un sueño que acabaría por terminar cuando el sol les pegase directamente en la cara. Unos diez metros los separaban del campamento, y otros diez hasta cada uno de sus compañeros, que se habían escondido de igual modo tras un montículo de tierra y unos arbustos.

Turno 412

Leofred hacía lo que podía por asomarse sin correr muchos riesgos, pero no lograba ver mejor que desde donde se encontraba. Solo 3 eran pocos pare tratarse de los orientales, y aunque el bardo ya tenía una idea de quienes podían ser, prefería ser cauto y avisar primero a Larrid como así lo habían hablado. Miró una última vez hacia aquél campamento improvisado buscando las monturas* de las figuras apiñadas alrededor de la hoguera antes de hacer un gesto a Edan para que se acercase y hablar con él entre susurros.

- No los reconozco desde aquí. Podrían ser nuestros amigos además de Ibenar, esperándonos, pero eso no explica porqué se han parado a echar un sueñecito. Vuelve a avisar a Larrid y Gwalin y explícales la situación, yo continuaré vigilando desde aquí, les haré una señal a Hallfrid y Grimbeorn^ para que esperen. -

- Por si no fueran ellos, creo que lo más cauto sería que se acercase uno solo mientras los demás se mantienen a la espera y escondidos con las armas preparadas, hasta que sepamos cómo reaccionan. Discute con Larrid qué hacemos, pero no tardéis mucho. -

Turno 412

Cuando se acercaron pudieron distinguir perfectamente tres figuras recostadas de cara al fuego. Lo primero que pensaron, fue que podrian ser sus compañeros, quienes por fin habian dado con el rastro de Ibenar, y tal vez animados por este, habian decidido esperar al grupo mientras recuperaban algo de sueño.

La idea no dejaba de resultar tranquilizadora, pero tambien extraña. Poco sentido tenia que se hubiesen detenido a hacer un fuego tan cerca de su objetivo, y mucho menos echarse a dormir cuando los orientales podrian caerles encima en cualquier momento. Salvo, claro esta, que Ibenar dispusiese de informacion que los demas desconocian.
No habian visto caballos, y Edan temió por un momento que se tratase de una emboscada, pero todo parecia demasiado aleatorio como para eso.

Se acercó a Leofred en silencio y tras escuchar sus palabras, asintió y volvio sobre sus pasos. Muy lentamente al principio para evitar hacer ruido, pero mas ligero a medida que se alejaba de la hoguera.

Turno 412

Agazapado tras el montículo que les servía de escondite, Grimbeorn contuvo inconscientemente el aliento cuando se asomó para inspeccionar aquel campamento. La fogata, cuyo resplandor avistasen, era el centro alrededor del cual tres figuras yacían dormidas, en apariencia. Todas estaban encaradas hacia el fuego, por lo que no lograba divisar nada que le permitiera identificar a aquellos viajeros. Su número le sugirió, en un principio, que pudieran ser Freagulf e Ional, quienes hubieran contactado con Ibenar y ahora dormitaban a la espera de que la comitiva les dieran alcance.

Pero su mente no descartó la posibilidad de que fueran un cebo dispuesto para atraerles al descubierto y caer en una emboscada. En cualquier caso, el animista recordó que las ordenes de Larrid eran observar y volver luego para determinar, a continuación, su siguiente paso. Ya habían cumplido; buscó con la mirada a sus demás compañeros en el flanco opuesto y, tras cerciorarse de que al menos uno de ellos le observaba, hizo un gesto con la palma abierta que se cerraba rápidamente en un puño, en señal de reagruparse, y luego extendió el brazo con la mano de nuevo abierta y los dedos juntos para apuntar en la dirección en que Larrid y Gwalin les esperaban.

- Volvamos con el resto. - Se dirigió a Hallfrid con un susurro mientras asía firmemente la lanza en su mano y se disponía a volver sobre sus pasos del mismo modo que había llegado.

Turno 412

Larrid llamó la atención de sus compañeros al ver como Edan retrocedía. Mostró, con cuidado de que solo le vieran las dos parejas, cómo tanto él como el enano también habían avanzado frontalmente hasta el campamento. Ambos estaban agazapados en una hondonada a pocos metros. No haría falta que volviesen, pues el guerrero había visto con sus propios ojos lo que tenían delante.

Con señas, mano al pecho para señalarse y después con la palma abierta en vertical al frente para señalar las tres figuras, quiso indicar que él mismo se adelantaría para ver de quienes se trataba. Continuando con las señas, con un solo dedo de cada mano, hizo un gesto envolvente para pedir que un solo miembro de los otros dos grupos, siguiese rodeando la zona. A los demás les pidió quedarse atentos con un simple gesto de sus dedos señalando sus ojos, y después al campamento.

Esperaría aun un poco para dar tiempo a que se posicionasen.

Turno 412

Gwalin se movió lo más sigilosamente posible acercándose a la hoguera que tenía delante. Allí, tres figuras compartían calor delante de la misma y parecían estar quietos, como dormidos. Esto les daba ventaja, cosa que le gustaba al enano. En su mano derecha notaba el tacto de la madera de su hacha, mientras que el la izquierda aferraba con fuerza la tira de cuero del escudo que embrazaba.

Esperó a las órdenes de Larrid, pero como la anterior vez, iban dirigidas a sus compañeros, para que siguieran rodeando la hoguera y para que vieran con más nitidez quienes eran. En eso tuvo bastante cuidado Gwalin. Su aguda vista en la oscuridad que le proporcionaba ser de su raza, le permitía fijarse mejor que sus compañeros, con lo que puso atención en las ropas de las tres figuras que estaban delante del fuego. Sus ropas, sus armas, su postura, sus caras y tonalidad de piel. Cualquier detalle que le dijera si era oriental o eran sus compañeros que se habían adelantado.

Turno 412

Apenas habia recorrido unos metros, cuando Larrid llamó la atención del muchacho y el resto de sus compañeros. Ante las señas del mercenario Edan se detuvo y retrocedió nuevamente sobre sus pasos. Muy lentamente esta vez. Apenas recuperó su anterior posición se mantuvo de cuclillas, apoyado en su lanza para no desequilibrarse y permaneció vigilante. Esperaba que Leofred o alguno de los del otro flanco adelantasen su posición tal y como Larrid habia sugerido, pero el no se movió del sitio. Paciente, escrutaba las tres figuras junto al fuego, tratando de percibir el movimiento acompasado de sus respiraciones. Solo de vez en cuando desviaba su mirada hacia Larrid, por si éste les dirigía nuevas señas.

Una calma tensa lo inhundaba todo.

Turno 412

El animista no llegó muy lejos pues, apenas se había girado, vió que Larrid y Gwalin se habían acercado también. El rohir pretendía acercarse personalmente a comprobar la identidad de aquellas personas y quería que terminasen de rodear aquel campamento. Grimbeorn observó los alrededores una vez más para comprobar la presencia de otros merodeadores distintos a ellos, tras lo cual se volvió hacia Hallfrid.

Golpeó el hombro del campesino suavemente con el astil de la lanza para indicarle que mantuviera la posición antes de separarse de él y buscar una nueva posición enfrentada a la hondonada que Larrid compartía con el enano. Se preguntó quién sería el que avanzase de forma parecida en la otra pareja, pues eso podía determinar los posibles siguientes cursos de acción. En cualquier caso, tras ocupar su nueva posición, el norteño comenzó a musitar una plegaria para implorar la ayuda de Araw... por si algo malo ocurriera.

Turno 412

Edan no había retrocedido mucho cuando Larrid y Gwalin aparecieron a cierta distancia. Leofred agradecía su presencia, pero la ausencia de los caballos de Freagulf e Ional lo preocupaba. El propio Larrid parecía dispuesto a acercarse a descubrir quienes eran los encapuchados, y al otro extremo, Grimbeorn ya seguía sus instrucciones de rodearlos, por lo que no quedaba mucho más por hacer.

Silencioso como una ardilla, el bardo permaneció agachado tras un montículo, apuntando con su ballesta a las sospechosas figuras precavido por cómo pudieran reaccionar.

RESOLUCION TURNO 412
 

Tanto Edan como Grimbeorn, se dispusieron a volver. Con cautelosos y delicados pasos, comenzaron a caminar de vuelta a donde habían dejado a Larrid y al enano, pero el guerrero ya había tomado posiciones también cerca del campamento. Con señas, el líder del grupo indico su intención de acercarse, pero antes debían de volver a sus puestos. Es más, un miembro de cada una de las parejas, debía continuar flanqueando el vivac hasta rodearlo.

Grimbeorn avanzo con sumo cuidado, tratando de permanecer escondido y lo más sigiloso que podía. No sabía bien de que se escondía, pero algo no encajaba, y cualquier precaución era poca. Al otro lado, en el flanco izquierdo, ni Leofred ni Edan parecían decidirse. El primero se había apostado en un buen lugar, con su ballesta podía cubrir una amplia zona, estaba cargada, y dispuesta. Quizás fue un malentendido, o no habían captado bien lo que Larrid había pedido, pero ambos hombres permanecían quietos, sin moverse. Larrid tuvo que insistir, y señalar directamente a Edan para ordenarle avanzar. Al rohir no le quedó más remedio que obedecer e ir hacia la posición indicada. No fue especialmente silencioso, su armadura tintineaba, y sus pasos eran pesados, pero aun así continuó. Para cuando llegó, al otro lado el animista ya se había posicionado.

Larrid se cercioró de que todos estuviesen en posición. Echaba de menos algún arco o ballesta más, solo contaban con la de Leofred, el resto eran espadas, lanzas y hachas. Aun así, se decidió a ir hacia la hoguera. Primero se alejó un poco, agazapado y en silencio, para no revelar la posición de Gwalin. Después, ya erguido, se adelantó resuelto al campamento. El resto, cada uno en un puesto distinto, rodeaban la escena como si de una estrella de cinco puntas se tratase. Bien apostados tras montículos, ocultos por arbustos, o escondidos bajo un matorral, el grupo permanecía atento.

El tiempo parecía haberse detenido, la respiración era pausada, y los sonidos se amplificaban por momentos. Todo era una percepción, por supuesto, como si algo fuese a pasar. Esperaban un ataque, una emboscada, o quizás algo peor, pero nada parecía ocurrir. Larrid llego desconfiado cerca del fuego, no dejaba de mirar alrededor. Cuando por fin estaba junto a los hombres que dormían, trato de despertar al primero, y luego, horrorizado al segundo y al tercero. Casi cae al suelo por la impresión, tras retirar la capa y su capucha, todos pudieron reconocer las armaduras y vestiduras de Freagulf e Ional. El tercer hombre les era desconocido, aunque a juzgar por la cara de Larrid, bien podía ser su amigo Ibenar. Todos estaban muertos…

Entonces dos flechas surcaron el aire, la primera falló quedándose corta. La segunda estuvo más cerca, aunque Larrid fue capaz de esquivarla sin muchos problemas. No tenía escudo, y no quería dar la espalda al lugar del que habían venido los disparos, aunque no tenía muy claro donde era eso. Al este, era todo lo que podían deducir. Sin saber bien que hacer, Larrid sacó su arma, mientras retrocedía.

Turno 412

El enano estaba muy atento mirando cómo su compañero y líder del grupo se acercaba a la hoguera donde permanecían las tres figuras que allí se encontraban. Cada poco tiempo miraba a uno y otro lado para ver si algo ocurría en las inmediaciones que le pusiera en alerta de una posible emboscada. Pero todo parecía estar en calma.

Pero cuando Larrid toco los cuerpos de los tres hombre y cayeron como fardos, sumado a la cara que éste ponía al ver los mismos, entendió que no era lo que parecía y que estaban en peligro. Al momento dos flechas salieron de algún lugar del este queriendo acabar con Larrid. Gwalin no se lo pensó y gritó.

-¡¡Emboscada!!, ¡nos atacan!, ¡buscad cobertura y mirad de dónde vienen las flechas! ¡No descuidéis vuestras espaldas! -mientras decía esto el enano se acercó hasta donde estaba su compañero, parapetado destrás del escudo en la dirección de las flechas y con el hacha firmemente sujeta para intentar esquivar las que se le vinieran encima.

-¡¡Larrid, detrás de mi escudo!! -gritó a su líder para que se parapetara detrás de él, mientras interponía su escudo a la dirección en la que venían las flechas.

Turno 412

Edan estaba incomodo. Ya habia encontrado una buena posición cuando Larrid le hizo señas de nuevo para avanzar. Muy a su pesar obedeció, aunque él mismo fue consciente de su avance no era precisamente sigiloso. De algún modo aquello le produjó una inquietante sensación. Las figuras permanecían estáticas, en silencio. Y Edan comprendió que algo iba mal. Por muy tranquilizadoras que hubiesen sido las palabras de Ibenar, no le cogía en la cabeza que alguien experimentado como Freagulf se hubiese confiado hasta tal punto. Si el podía acercarse a ellos como lo habia hecho, entonces cuaquiera podria hacerlo.

A punto estaba de compartir sus sospechas con Larrid, cuando éste echó a andar hacia el campamento a campo abierto.

La fria brisa de la mañana se habia convertido en una calma aparentemente natural. Todos permanecían expectantes.

Larrid trató de despertar a los viajeros, a viva voz, pero no obtuvo respuesta y cuando se acercó para moverlos el horror se desató.

Freagulf, Ional, El amigo de Larrid...todos muertos. Sin tiempo a reaccionar, dos flechas silbaron en el aire. Se trataba de una trampa. Un escalofrío recorrió la espalda del rohir hasta la base de la nuca, instintivamente se giró, temiendo que alguno de aquellos salvajes les estuviese acechando. Quien sabia cuanto tiempo llevaban vigilandolos, y de ser asi, a Edan no le cabia la menor duda de que lo habian visto u oido moverse entre las hierbas altas.

Todo cobraba sentido en la mente del joven ahora. Las señales en el suelo, la falta de huellas...muy probablemente Ibenar habia sido emboscado en aquella ocasión y los orientales habrian dejado la señal, pero borrado las huellas para ocultar su presencia. ¡Por Tulkas, que estupidos hemos sido! La experiencia había enseñado al mercenario que dos anomalías juntas, no solían ser coincidencia, debían haber actuado con mayor cautela. Separarse tan cerca del objetivo no habia sido finalmente una buena idea, y ahora tres de ellos estaban muertos. Pero ahora no habia tiempo para lamentarse, sus propias vidas estaban en riesgo. Larrid a nerced de los arqueros y nadie sabia cuantos mas salvajes habria ocultos, esperando para abalanzarse sobre ellos.

Edan mantuvo la calma a base de temple. El recuerdo del enfrentamiento con los anegados todavia se mantenía fresco en su mente. Esta vez no queria perder el factor sorpresa para hacer bueno su primer ataque con la lanza. De modo que por el momento no se movió, y tras comprobar que no tenia enemigos cerca, puso especial atención a la zona de donde habian venido las flechas. Era posible que los salvajes lo hubiesen visto llegar, pero para ellos también seria difícil concretar su situación ahora que estaba agazapado entre las hierbas. Y queria aprovechar esa pequra ventaja antes de salir en auxilio de Larrid.