Partida Rol por web

Escape de la Isla de la Muerte

Escena V: Mare Magnum (Orologgio di´Orivanni)

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29/03/2017, 23:57
NAVEGANTE

Una vez al año la plaza central de la pequeña ciudad de Gorivani se atesta de gentes debido al mercado de la isla Lucani. La plaza formaba un rectángulo circundado por altos edificios del gobierno de la ciudad asombrosamente sostenidos en vilo por poderosas columnas y arcadas.

Así se formaba bajo los edificios un paseo de esbeltos arcos que rodeaba la misma plaza y bajo las cuales se situaban puestos improvisados de toda índole.

Tan sólo quedaba libre en el centro de la plaza a modo de pérgola una franja de suelo sin enlosar, de tierra negra, y rodeada de columnas que no sostenían en cambio estructura alguna, y a la que los lugareños llamaban La Perseguita.

Una vez al año los artesanos dueños de tiendas de la ciudad salían de sus negocios a la calle en lo que por un lado resultaba una celebración festiva y por otra una oportundidad de negocio.

Los Lucani eran, como todos los vodaccios, hábiles mercaderes y artesanos. Aunque podían verse allí a la venta todo tipo de productos, desde verduras a tallas de madera, reálmente lo que proliferaban eran las telas, vestidos, bordados y toda clase de derivados de la industria tejedora en la cual la familia Lucani había depositado gran parte de su fortuna y esperanzas. Las obras costureras Lucani eran ambicionadas en todo el mundo, y por ello aquella cita anual era aprovechado por extranjeros para visitar la ciudad de Gorivani y comprar algo de tan sus afamadas obras de hilo y lana.

También era una forma de que aquellos artesanos y mercaderes dieran a conocer sus productos.

Lucía el sol de mediodía y el aire estaba plagado de aromas de dulces y flores, sonidos de voces y musica y otras maravillas.

Entre el rifirafe de puestos había uno bastante diferente. La mesa del puesto era más sencilla que otras, formada por un sencillo mueble de madera con un mantel blanco por encima. Pero lo que había expuesto sobre el mantel, en cambio, resultaba de lo mas curioso. Era la fina artesanía obra de un genio. Diferentes artilugios fabricados artesanálmente a base de madera y metal se esparcían sobre la mesa, cada uno de ellos de utilidad diferente. Pocos podrían comprender para qué servían cada uno de aquellos artefactos a menos que el jóven que se encontraba en el puesto se lo explicara.

El muchacho se llamaba Orologgio y era el creador de tales artefactos basándose en los principios de otros afamados por hombres de ciencia. Él esperaba ser, algún día, ser como uno de ellos y realizar un gran descubrimiento.

Desde que oyera hablar de él andaba tras la búsqueda del legendario Séptimo Mar del que tanto hablaban los marineros y del que se decía era sólo una leyenda, un cuento, aunque Orologgio estaba seguro que existía reálmente y que encontrralo proporcionaría una ruta segura a la lejana Kathay evitando la infranqueable Barrera de Fuego.

Sin embargo, todos sus intentos de encontrarlo habían sido en vano. Había consultado muchos mapas cartográficos (cosa nada fácil, pues lo capitanes eran muy celosos de sus rutas y mapas) sin éxito. Y los marineros con los que había charlado en los puertos no se ponían de acuerdo de donde se encontraba ese mar legendario y lo situaban en un lugar distinto cada vez.

Sin embargo, a Orologgio no le gustaba nada tener que mostrar sus "inventos" en un mercado. Lo encontraba pueril, pero su padre había insistido y, sólo por respeto a su antecesor él le había obedecido.

No podía evitar pensar que su vasta educación estaba siendo desperdiciada en una tarea tran mundana como la de ... tendero

Estaba en esas ensoñaciones cuando la voz de la chica sonó de nuevo:

-Disculpe, ¿me ha oido?-

Parecía que no era la primera vez que la muchacha intentaba llamar la atención de Orologgio, pero este, ensimismado como estaba en sus cavilaciones, ni se había enterado de ello. Se giró hacia la jóven con gesto algo bobalicón.

Al verla, quedo deslumbrado, pues aquella era apenas una niña en el momento justo antes de hacerse mujer. Sus vestimentas eran llamativas, caras y también algo provocativas. Una falda enorme de varias capas. Un corsé dorado y ajustado que hacía estrecha su cintura, tentador su busto y dejaba al descubierto sus hombros y cuello. Y la elaborada máscara sobre el rostro que al identificaba como una Cortesana. Lo que malamente podría llamarse una prostituta de lujo; la amante secreta de nobles principes y grandes mercaderes... si sabían manejar bien sus cartas y evitar la ira y maldiciones de sus esposas, Brujas del Destino, desde luego.

Orologggio se sintió un poco impactado. No había visto nunca una cortesana tan jóven. Era casi como... un crímen. ¿Tendria qué, quince, dieciséis, diecisiete años? Era difícil saberlo debido a la vestimenta y el maquillaje, que sin duda la hacían aparentar mayor de lo que era.

La niña mujer señaló al microscopio, emocionada. Sus pupilas se abrieron demostrando excitación y a pesar de la máscara que los circundaban Orologgio pudo constatar lo grandes y vivaces que eran sus ojos verdes. Y esos labios color cereza, y ese pelo moreno cayendo en una cascada infinita de rizos .

-¿Es eso lo que creo que es?- La voz de ella sonaba celestial. -¡Se parece tanto a las ilustraciones de los grabados!- Impulsivamente la niña se lanzó al artefacto con aparente intención de tocarlo. En el último momento, se detuvo – Es... ¿es de verdad? ¿Es el visor microscópico de Arciniega?-

Orologgio sabía que, a diferencia de las mujeres corrientes Vodaccias que bajo ninguna manera podían tener acceso a los estudios ya apenas sabían leer ni escribir en su mayoría, las Cortesanas vodaccios solían ser en cambio damas que además de en los principios del placer eran educadas formálmente en los estudios académicos, en vista de poder dar conversación a sus "preotectores".

Aun así, los escritos de Arcineiga sobre óptica eran muy recientes, habían sido prohibidos por la inquisición. Sus libros y documentos, quemados. Y el científico castellano Álvaro Arciniega era perseguido y se ocultaba en la clandestinidad.

¿Cómo podía esa chica tan jóven conocer lo que sólo unos pocos hombres de ciencia, en secreto, y por cartas privadas se trasmitían unos a otros?

-¿Es un mero adorno o es funcional? Puedo... puedo mirar a través de él?- La pregunta de la chica era casi una súplica. Sólo entonces Orologgio se percató del otro individuo que se encontraba tras ella, como si de su sombra se tratara. Era un tipo menudo y estilizado. Bastante feo y de rostro tenso y... No, espera. No era un hombre, si no una mujer de pelo corto y vestida como hombre ¡Y portaba un florete al cinto! ¿A su derecha? ¿Sería zurda?

Cuán extraño. Orologgio cruzó una mirada momentánea con la espadachina travestida, y fué como si esta le atravesara el alma. Era una mirada asesina, como la de un perro rabioso a punto de morderle. Pero la esta no le dijo anda y permaneció quieta donde estaba, justo tras la hermosa cortesana.

Notas de juego

¿Mujeres protegiendo a mujeres? ¡Qué aberración!

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01/04/2017, 22:14
Orologgio d'Orivanni

 

Eh, eh.. si, si es.  Estaba pasmado, impresionado por la belleza, de ambas.   ¡Y si funciona, mire!  -Alegre por que alguien mostrara interés, y que además fuera esta bellezza.   La emoción de la ciencia le quitaría la timidez intimidada por ese atuendo. 

Tomó de un frasco demostrativo que tenía ahí junto un poco de agua verdosa del canal de las trajineras.  

- Ob-observe por ahí.  ¿Ve esas cositas que se mueven mucho?  ¿Como bolitas y otras como renacuajillos, y esas estructuras como de vitrales?  

- ¿Verdad que son como animallillos minúsculos, o plantas?  Eso es lo que algunos del Colegio están diciendo que puede estar detrás de las enfermedades, no los humores, o malaires, sino estos animalitos, que como ratones en cocina descuidada, crecen en nuestro interior y se "comen" nuestra salud.  

O bueno, algo así, apenas estoy leyendo de ello, dijo, llevándose la mano al mechón de pelo que se le caía sobre los ojos.  La belleza femenina le podía hacer eso.    

No, no se preocupe.  Estos no enferman, sólo si se los bebe, creo.  Habría otros más peligrosos de las verdaderas enfermedades, con dientes me los imagino, o su equivalente en el mundo microscópico. 

 

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03/04/2017, 10:55
Sofía

La chica se acercó al aparato para mirar con sus lindos ojos por la lente y comprobar que lo que le decía Orologgio era cierto. Al hacerlo estos se abrieron inicialmente con sorpresa. Luego su gesto se torció un poco ante la explicación de Orologgio. Si bien absolutamente cierto, lo que el joven erudito decía sobre unas entidades microscópicas era algo difícil de asimilar por las gentes de su tiempo:

-¿En serio?- Dijo la chica. -¿Hay unos seres... diminutos... y ellos causan las... enfermedades?- 

Aunque ella parecía estar familiarizada con el instrumento y las leyes ópticas de Arciniega no lo parecia tanto en cambio con los descubrimientos médicos del tristemente avalonés Cook tras utilizar este artefacto.

La dama frunció el ceño y se apartó un paso del microscopio algo suspicaz. -¿No será esto un truco? ¿Es un ilusionista? ¿Un brujo? ¿Intenta usted reirse de mi, señoooor... ?- Dejó al última palabra en el aire, instando a Orologggio a presentarse.

 

Notas de juego

Aclararte que la mujer que acompaña a la Cortesana, la espadachín, no es guapa. Más bien lo contrario.

La chica se ha puesto a la defensiva, pero puedes cambiar su actitud con una tirada de (Voluntad + Interacción) o de (Voluntad + Cultura) de dificultad 15.

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05/04/2017, 14:25
Orologgio d'Orivanni

 

Le sonrió, le parecía tan dulce ver la actitud científica en sus palabras de duda.  Ya suspiraba por ella.

Ese es el primer paso para la ciencia, mi señora.  Siempre dudar.  jjaja. Maravilloso.  No sólo le llaman la atención los aparatos de la técnica, sino que además tiene la actitud de preguntarse si algo es cierto y porqué lo sería.  Un elogio sincero siempre es el mejor elogio.   Hay un experimento en ciernes para probarlo.  

Yo sin duda la invitaba a mi academia.    Si tuviera Academia, claro.  Sonrió tímido, apenado.  Sus sueños volaban adelante de él, siempre. 

Ah, perdón.  Orologgio d'Orivanni, a su servicio.  Le tendió la mano en lo que pasaba por ser un intento de saberse los modales de la Corte. 

Se que no es correcto preguntarle su nombre.  La máscara lo indicaba.  Pero alguna forma de llamarla me sería una bendición.

Sin dejar de mirarla esperando su respuesta caballerosamente, fue sacando otro de los aparatos que no había sacado por delicado, para enseñárselo.  Cuidadosamente sacó de dentro de los virotes de carpintería un hermoso astrolabio.  Mire este, ¿que le parece?

Ah por cierto, el experimento consiste en aplicar a una herida un agua hervida donde no sea vean estos bichos, y a otra herida en otra persona agua donde si aparezcan, y ver cual de ellas se enferma y cual no.  Hacerlo con mucha gente para comprobar que sea el caso repetidas veces.  Debe hacerse con algo no tan grave.  Es demasiada responsabilidad enfermar a tanta gente sólo por avanzar el conocimiento.  

Mm, perdón si fui muy gráfico, pero de eso va.   Se encogió de hombros.  

Con este aparatito creo que se podría encontrar el camino entre los mares sólo mirando a las estrellas.   Sus ojos brillaron.  ¿ Quizá hasta encontrar un 7mo mar?  Le guiñó el ojo.  En Orivanni eso del 7mo mar funcionaba también como frase de broma para reflejar que uno anda demasiado entusiasmado. 

 

- Tiradas (1)

Motivo: voluntad+interacción

Dificultad: 15

Habilidad: 10

Tirada: 4 10 10

El dado ha explotado: 2 4 8

Total: 14 +10 = 24 Éxito

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08/04/2017, 02:34
Sofía

La fémina pareció sentirse algo reacia a pesar de la explicación científica de Orologgio. Por el gesto, lo de la aplicación de esas criaturas microscópicas sobre una herida debió parecerle algo asqueroso a la muchacha a pesar de la aclaración del joven científico en que se indicaba que se realizaba con males de no mucha gravedad.

Sin embargo, su halago inicial y su sonrisa final parecieron hacer mella en ella. O quizás a ella le agradó del muchacho el entusiasmo del joven por el estudio y el conocimiento.

Sea como fuere, le respondió con pícara sonrisa: -Signore Orologgio, yo ya he encontrado mi Septimo Mar.- Quién sabe que verdad se ocultaba bajo aquella metáfora.

Hizo un gesto a su guardaespaldas, y esto pareció relajar su tensa actitud respecto a Orooggio. Aun así esta permaneció callada como hasta ahora.

-Mi nombre es Sofía.- Desveló su nombre al fin. Y se acercó a examinar el segundo aparato que Orologgio le mostraba: -Sabía que es un instrumento de marinería, pero no cómo se llama o se usa.- Lanzó una mirada de soslayo: -Mi meretriz no suele atender a marineros y supongo que no pertine interesante que yo aprenda sobre las artes del mar... Aunque puede que algún día deba atender a un oficial o almirante ¿no le parece a usted?-

-Y entonces...- Suspiró con las palmas unidas, como rezando, y la mirada perdida en el cielo, a modo de las imágenes de los santos: -¿...como se supone podría yo dar conversación a alguien así? ¡No tengo ni idea de tales materias!- Hizo un mohín. Parecía haber cogido algo de confianza en Orologgio. Es más, depositó el astrolabio sobre la mesa, como quitándole importancia. Parecía prestar más atención en cambio en... el propio Orologgio.

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09/04/2017, 20:01
Orologgio d'Orivanni

 

 

- Sofía, es la palabra para "sabiduría" en la antigua lengua.  

Lo meditó por un segundo, y casi con un suspiro fue que dijo: - Que hermoso nombre tiene usted.

Ya me lo decía mi yaya que quedaría prendido de la sabiduría, pero no sabía de qué misteriosa forma esto pasaría.

Dándose cuenta de que estaba dejando hablar directo a su corazón y casi que suspirando se recompuso y respondió:

- Yo sería la persona más feliz del mundo de explicarle lo que quisiera saber.  Es fascinante todo lo que tiene que ver con el mar. 

- ¡El ingenio de la gente y los gremios para hacernos recorrer algo en lo que no nos podríamos ni parar!  El ser movidos por vientos y corrientes, casi que sí que es magia, signiorina.  

- Si lo permitiera su ¿meretriz?, podría pasar a dar lecciones a donde me lo indicara. 

Cualquier pretexto para verla de nuevo.

 

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11/04/2017, 11:24
Sofía

La pasión del joven Orologgio por la ciencia parecía haber contagiado a la joven.

-Desde luego que querría.- Una respuesta inmediata y directa. -Pero no depende de mi. Deberé consultarlo antes con mi meretriz. Sea cual fuere la respuesta, enviaré a Francesca para comunicárselo.- Al decir esto, Sofía miró a la mujer de sobrio rostro que la escoltaba.

-Hasta entonces...- Recogió los bordes de su vestido y realizó una ligera reverencia de despedida antes de girarse y alejarse en dirección a la multitud de la plaza.

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11/04/2017, 11:33
Francesca

La otra mujer se presentó entonces frente a él. -Su dirección. Para la respuesta.- Orologgio asintió y le entregó sus señas a la guardaespaldas, la cual se limitó a recoger los datos y seguir de inmediato a la niña cortesana.

Al desaparecer ambas entre el gentio, Orologgio se percató de la presencia de un llamativo pañuelo en el suelo, de un tono tan carmesí como el vestido de Sofía. Se agachó a recogerlo y a sus fosas nasales le llegaron los aromas del aroma de la chica. Un perfume muy especial.

Después, aún rodeado de gente, permaneció solo, parado en la plaza ensimismado en sus pensamientos.

 

Notas de juego

Tirada de [Voluntad + Percepción] para identificar el perfume del pañuelo.

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11/04/2017, 11:38
NAVEGANTE

-...es una cortesana.- Fueron las palabras de Orologgio a su padre durante la mesa de la comida. Le estaba narrando lo ocurrido en la plaza.

-¿Una cortesana?- Los ojos del padre se abrieron como platos. Su gesto cambió inmediatamente a uno mezcla de preocupación y de ira.

-Hijo mio. Debes tener cuidado. ¡Esas mujeres son muy peligrosas!-

Orologggio iba a añadir algo cuando su padre le interrumpió: -¡Y no me digas que sólo es una niña! Sólo hay una mujer más peligrosa que una Bruja del Destino en Vodacce, y esas son las cortesanas. Aprenden todos los ardides para sobrevivir en el Gran Juego vodaccio. Saben cómo manejar a los hombres poderosos y manipularlos a su antojo para que satisfagan todos sus deseos. No les importa si dos hombres se baten en duelo por sus favores, cuántos hombres habrán muerto así por culpa de unas palabras susurradas dulcemente por unos labios ardientes. Tienen incluso la osadía de convertirse en las amante de nobles casados con brujas del destino, con lo que eso supondría para ellas si la mujer descubriese la identidad de la amante de su marido. -

-Hijo, por favor. Aléjate de ella, te lo pido y céntrate en tus trabajos y estudios. Con tu ingenio sé que tarde o temprano tendrás una oportunidad con un mercader o un armador de prestigio y podrás salir de la humildad en la que vivimos.- Su padre no era rico ni pobre. Había trabajado duramente toda su vida en el mar para dar cierta comodidad a su familia e intentar proporcionar a su hijo estudios y una vida digna.

-¡Hijo mio!- Se levantó y mirándole a los ojos cogió su rostro entre tus manos. Manos de piel encallecida y llena de cicatrices de sus años en la mar: -No desperdicies tu genio en lios de faldas y menos con mujeres tan peligrosas. ¿Quieres que un amante despechado envíe a un espadachín a sueldo a cortarte las manos? Tú eres especial, hijo mio. Tienes una mete privilegiada. Úsala con provecho para hacer algo grande. ¡Para convertirte en el mejor de los di´Orivanni! Haz que me sienta orgulloso.-

-Hijo mío. El mar está lleno de peces. Olvídate de esa chica y busca a una chica decente, humilde, que sea cariñosa y cuide de ti... ¡como lo era tu difunta madre!-

Las palabras de su padre le calaron profundamente, pero Orologgio no dejaba de pensar en al muchacha.

Unas horas más tarde, mientras estaba trabajando en su taller anexo a la casa de su padre le comunicaron que alguien venía a verle.

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11/04/2017, 12:14
Francesca

En el recibidor de la casa de su padre se encontraba esperándole la tal Francesca que custodiara a Sofía en el mercado. Cuando Orologgio se presentó le entregó una carta manuscrita.

Luego, sin esperar respuesta, la mujer se despidió de un simple gesto y se marchó por la puerta al exterior.

Al abrir la carta, Orologgio leyó lo siguiente:

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11/04/2017, 12:22
Sofía

Estimado Sr. Orologgio:

Mi súplica ha sido parciálmente atendida y mi meretriz está dispuesta a recibirle para someterle a un pequeño "examen". Del resultado del mismo dependerá que ella acceda definitivamente a que usted me instruya o no. Por su puesto, si logra pasarlo recibirá un estipendio adecuado a su trabajo además de mi más sincero afecto.

Lamento mucho la irregularidad de mi línea en este manuscrito pero... lSi usted pudiera verme ahora mismo! ¡El pulso me falla y creo que estoy temblando!

Si aún está interesado en la oferta, que espero que así sea, per favore acuda mañana al atardecer al Palacete de los Suspiros, en el Canal de de las Jennys, puerta embarcadero número siete. Diga su nombre a la entrada del palacete y le granjearán acceso. Pregunte por la meretriz, la señora Doménica.

Con afecto, y deseándole mucha suerte en la prueba, a la que no dudo asistirá:

 

Sofía

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11/04/2017, 14:57
Orologgio d'Orivanni

 

Orologgio quería hacerle caso a su padre, de verdad que quería eso.  Sabía que sería lo mejor para él. 

Pero en la carta, el que le temblaran las manos, el que no dudaba que asistiría, ¡ahhh!  ¿Que hacer? 

Sólo será una prueba, y unas clases.  Estaré seguro con la distancia que ello supone.  Y sólo soy un elemento de su curiosidad, no un interés, lo que si sería peligroso. 

Quería y no que pasara algo, y no sabía.  Los velos, las velas, del destino se agitaban frente a él, blancos, transparentes.

Súbete a un barco y huye. -le parecía decir su conciencia.

"Líos de faldas", se las imaginó girando en un vuelo maravilloso, la física del asunto, la biología del perfume. 

Caminó como entre sueños hasta el palacete.

Buenas tardes.  Busco a la Señora Doménica.

 

- Tiradas (1)

Motivo: voluntad+percepción

Dificultad: 0

Habilidad: 4+7

Tirada: 3 4 9

Total: 4 +4 +7 = 15 Éxito

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18/04/2017, 12:42
NAVEGANTE

El sol empezaba a declinar en el Canal de los Suspiros. Las Islas de los Príncipes tenían barrios enteros formados por canales que circulaban entre los edificios, y el Canal de los Suspiros se encontraba en uno de ellos.

Para acceder al palacete, Orologgio tuvo que alquilar una góndola y pedir al gondolero que le llevara a la dirección. Este conocía bien el callejón de los suspiros, al igual que la totalidad de los miembros de su profesión. También sabía por qué los hombres acudían a él, pues era el canal en el que se encontraba la mayor concentración de locales de Jennys. Sin embargo, mantuvo su profesionalidad y no dijo nada al respecto durante el trayecto navegado por el canal.

Al acercarse a la zona del palacete, Orologgio notó la afluencia de hombres a los locales. El ambiente estaba caragdo de la suave música que salía de los mismos. En los balcones podía ver a las cortesanas asomándose en sus elaboradas máscaras y vestidos y lanzando besos a los hombres que las favorecían yendo a visitarlas.

Sin embargo, Orologgio no estaba allí por eso, o al menos es lo que se suponía.

El gondolero llegó al fin al destino tras la tranquila travesía. Detuvo su embarcación en un embarcadero frente a la entrada de un bello palacete adornado de flores en su entrada, un símbolo de la función social del local.

En el embarcadero un par de hombres esperaban para recibirle. Uno de ellos armado y con una linterna en la amno. Ante las palabras de Orologgio, el otro que se hallaba desarmado pero vestía más elegante le respondió: -Supongo que es usted el jóven señor Orologgio. Si es así, la Signora Doménica le espera.

Tras confirmar su identidad, los dos hombres le escoltaron a al entrada del palacete. El hombre armado se quedó en la puerta mientras el otro guió a Orologgio por el interior del palacete.

Al entrar, el sonido de la música se intensificó, así como el aroma de diversos perfumes. Le llegó al recibidor el susurro de voces en estancias aledañas. El elegante mayordomo le guió entonces a través de saloncetes repletos de abirragadas cortinas y decoración de intensos tonos dorados y carmesíes donde hombres adinerados departían con hermosas mujeres, todas ellas cortesanas enmascaradas, en un ambiente cálido y distendido.

Finálmente, llegaron a un despacho. Allí el mayordomo le dejó a solas frente a una mujer de mediana edad antes de salir de la estancia y cerrar la puerta tras de si.

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18/04/2017, 13:07
Signora Doménica

Para sorpresa de Orologgio, el despacho estaba lleno de librerías repletas. Podría decirse que más que un despacho era una biblioteca. Tal recopilación de volúmenes debía ser muy costosa.

La mujer frente a él llevaba un vestido muy eelgante. No tan sugerente como el de las cortesanas que habia visto en las estancias pasadas pero a pesar de ello resaltaba su belleza, la cual se mantenía constante frente a la juventud de las chicas que trabajaban para ella.

Otra cosa que la diferenciaba es que la mujer mostraba su rostro visiblemente sin ocultarlo. Ella no ocultaba su identidad tras una máscara. Era una mujer respetada y conocida por hombres poderosos que la protegían de las ira de las Brujas del Destino.

Seguramente ella ya no otorgaba sus favores personálmente a sus clientes, si no que se limitaba a acogerles en su casa y ofrecerles las mujeres más adecuadas a cada uno de ellos. Incluso Orologgio había oido que las madames eran capaces hasta de ofrecer varones a los hombres de gustos diferentes a los heteogéneos.

La mujer no estaba esperando sentada, sino de pie. Se acercó a Orologgio y le extendió su brazo izquierdo, quizá esperando que el muchacho lo tomara y besara el dorso de su mano. 

Sus labios se movieron, y de ellos surgieron palabras: -Soy la signora Doménica. Espero que mientras esté entre los muros de esta casa respete sus normas y sobre todo la discreción de las damas que aquí habitan, pues la vida de ellas pende del hecho de que su verdadera identidad quede oculta.-

-Sofía me ha hablado mucho de usted. Como ve...- Hizo un gesto hacia las estanterías a su alrededor, como regodeándose de la cantidad de libros que había en la estancia. - ... el saber y el conocimiento no es algo que excasee en esta casa.-

-Así que me gustaría saber exactamente que es lo que un hombre como usted puede enseñar a una de mis chicas que ella no sepa ya o que no pueda aprender dentro de estos muros.- La mirada de la mujer era severa, le juzgaba claramente.

-Venga, deslumbreme. Si es que es capaz de hacerlo. O salga huyendo por esa puerta y no vuelva hasta que algún día cuente con los medios economicos para poder solicitare los servicios de esta casa. Medios de los que actualmente, parece muy evidente que carece.-

Notas de juego

No voy a decirte que debes hacer o con qué tirar. Se supone que tu personaje es ingenioso, así que deberías ser capaz de demostrar a una meretriz que tus conocimientos y habilidades están muy por encima de la media.

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22/04/2017, 17:32
Orologgio d'Orivanni

 

Orologgio recorrió apenas con la yema de sus dedos los lomos de cuero rugoso color vino, ocre y tonos de café de los libros ahí desplegados.  Sonreía ligeramente, adivinando las maravillas de historia y ciencia que podrían estar ahí contenidos.  Un acervo enorme, sin duda.

Imposible competir con la sabiduría de tantos aquí reunida, imposible.      Sin embargo… miró al piso y luego a sus ojos, la ciencia no sólo es el conocimiento anterior acumulado. -se volteó para verla más de frente.

Es método.  Es la forma de verlo todo, como siempre sometido a prueba.  Como una científica-artista armando hipótesis, lógicas, conectadas, derivadas de una idea del mundo que siempre está en movimiento, a prueba.  Algo que se va formando, si. -volvió a ver a los libros, como presentándoselos por primera vez a la meretriz, Aquí nos presenta su mejor, pero siempre inacabada, imagen.  Pero dejarla quieta sería hacer que dejara de ser ciencia.

 

La vio de frente, concluyendo lo suyo.  Lo que les podría enseñar es la forma de hacerse preguntas de ciencia.  No habrá nada más emocionante para los admiradores de la ciencia con quienes platiquen que el que ellas sepan cuales son las preguntas que deben irse haciendo para ir develando el siguiente misterio y luego el siguiente, y luego el otro. -

Recordó a enmascarada belleza de Sofía y cómo le pidió pruebas de que fueran los microbios los causantes de enfermedades.  Eso fue lo más científico que hizo, poner su escepticismo a bailar, exigiendo de manera tan sexy que le diera sus razones y demostraciones.  

- Lo más gozoso para alguien que gusta de ciencia es probarse si puede explicar algo, y analizar -lúdicamente- con alguien si lo que ven corresponde a la hipótesis presente, y si no, ¡pues a buscar una idea que quede mejor!. Jajja -   Eso lo gozaba Orologgio, estaba claro. 

Y claro, -se acomodó su cómoda y elegante ropa vodaccia, elegante para alguien de su condición - les enseñaría la lista de los misterios presentes y últimos caminos de explicación que están siendo buscados en los diferentes lugares de Thea.

Se tomó unos segundos para ver si no se le olvidaba decir algo.  Si, eso.  

Estos libros, -señaló incluso a los estantes más altos- representan lo que se sabía en el momento de ser escritos.  Son la pintura de una mujer, hecha hace poco o hace mucho.  Capturan su hermosura del momento, sin duda gozoso.  Pero nunca se compararía con hablar con esa misma mujer hoy, en su misteriosa y siempre avanzando presencia.   

Una mujer real es más deliciosa de estar que con 50 de sus retratos, por más bien hechos que estén.  

 

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26/04/2017, 01:43
Signora Doménica

La mujer se quedó perpleja unos segundos mirando a Orologgio. Repentinamente, empezó a reírse a carcajada limpia.

Después se desahogarse, se disculpó: -Perdóneme, joven. Es usted más idealista e inocente de lo que me imaginaba. En esta casa, usted es como un unicornio. Aunque por otro lado tiene buena palabrería, eso he de reconocerlo y si usase esa lengua con malicia, de la que deduzco que carece, podría seducir a la propia Legíon**.-

Miró a Orologgio con una sonrisa: -Para ser sincera, no creo que nada de lo que le enseñe usted a... Sofía pueda servirla para su complicado futuro. Sin embargo, parece un muchacho honesto, y su discurso me ha conmovido. Y ella es capaz de sacar utilidad a cosas que a mi me resultan inverosímiles. Así que si ella desea que usted le adoctrine, por mi adelante. Lo que más me importa es la seguridad de Sofía, y por lo que veo usted no podría hacer daño a una mosca.- Era difícil dilucidar si las palabras de aquella mujer eran un halago o un insulto. Puede que un poco de ambas cosas.

Al poco, la señora y Orologgio negociaron sobre el salario que Orologgio percibiría así como la frecuencia y horario de sus clases. Sería la propia Signora Doménica la que le pagara a Orologgio las clases. En los dias que le tocara dar clase Orologgio este debería acudir a aquél establecimiento de pecado, donde daría las clases a Sofía en privado. Para sorpresa de Orologgio, tras ultimar los detalles esta dijo: -Empezará esta misma noche.-

 

Notas de juego

**Legión: Los demonios. El infierno.

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26/04/2017, 01:58
Sofía

Tras despedirse de la señora Doménica y salir de su despacho biblioteca, el hombre que le había escoltado a la entrada llevó a Orologgio a través de la mansión hasta una estancia en donde Sofía le esperaba. Para sorpresa de Orologgio, el hombre les dejó a ambos a solas, cerrando la puerta tras de si.

Orologgio se quedó un poco descolocado. Allí había una mesa escritorio con dos sillas y un par de libros encima que resultaba evidente la muchacha estaba estudiando. Pero el resto de la estancia era evidentemente la habitación privada de la chica. Y además de algunos muebles y ropero para guardar la ropa y enseres de ella, lo que más llamaba la atención sin embargo era una suntuosa cama con dosel, pues era esa cama el mueble que sin duda protagonizaba la estancia.

Sofía estaba sentada leyendo junto a al ventana abierta cuando Orologgio entró. En el alféizar una jaula con un pequeño pájaro cantor de vivos colores. Y más allá la bella noche y sus canales.

Ella seguía con un antifaz sobre los ojos, aunque tanto este como el vestido que llevaba eran distintos a los de la primera vez que al vio en la plaza. Este era un vestido algo más informal, sin tanto vuelo, y de tonos azules y blancos. También era bastante menos insinuante que el que llevara en la plaza.

Se levantó al ver a Orologgio entrar y esbozó una sonrisa. Dejando el libro a un lado se aproximó al joven y realizó una ligera reverencia reverencia ante él: -Caballero...-

Parecía haber dejado un poco a un lado las recargadas maneras de la seducción para mostrar un aspecto más corté. El antifaz sin embargo seguía ejerciendo un efecto de tentador misterio. Sin embargo, su aspecto era bastante más inocente que el de la última vez. Casi virginal en comparación.

-Me alegro mucho...- Se llevó las dos manos al mentón. Intentaba disimular su emoción pero era imposible. -...si está aquí es por que mi meretriz ha decidido contratarle, ¿No es así?- Tras el asentimiento de Orologgio, lo tomó de la mano y lo llevó al escritorio, donde se sentaron juntos uno al lado del otro.

Allí estaba el libro que ella dejara apartado hace un momento. Era el archiconocido "El Fin y los Medios" de Scarovese, una obra política.

El otro volúmen un poco más apartado era una selección de poemas de Leotano Vinchenti.

Ambos eran los dos de los grandes autores Vodaccios. Cada uno cambió la forma de pensar de los Vodaccios a su manera. El primero a nivel social y político. El segundo se dedicó a desarrollar todas las ramas de las artes y las ciencias.

-Antes de empezar su clase, un inciso ¿me diría cual de las dos obras y autores le llama más la atención?- Orologgio la notaba diferente de la última vez, aunque igual de atenta.

 

Notas de juego

Cuando des la clase, tira [Intelecto + Cultura] para ver la calidad de la enseñanza.

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27/04/2017, 07:42
Orologgio d'Orivanni

 

Le sonrió cálidamente al entrar.  El lugar y la compañía eran ... Como estar en el cielo, si el cielo existiera.  

Si, creo que soy una persona muy afortunada.  

Se sentó junto a ella.  Sonrió de nuevo ante su pregunta. 

Es una pregunta difícil.  Es como preguntarle a alguien si prefiere a su pierna derecha o izquierda.  Dejó que pensara un segundo.  Había quien tenía preferencias.   

Yo la verdad es que prefiero tener ambas.   

Pensó en las piernas de Sofía.  Mejor se detuvo. 

La verdad es que Leotano Vinchenti es más lo mío.  A lo que me dedico.  ¡Hay tanto que aprender de lo natural! Tantas reglas ocultas, tanta su lógica aún desconocida para nosotros.  Como islas atrás de la bruma, sólo esperando que la atravesemos. 

¡Y las artes!  Sus ojos miraban al techo, embelesado seguramente con el domo de una catedral recordada.  La perfecta proporción y armonía del cuerpo, su simétrica belleza.  Se volteó a verla, reconociendo la de ella cortesmente.  No poseída por todos, pero en esencia presente en nuestra humanidad.  

Caminó, frunció el ceño.  Los colores, y su precisa combinación entre el arcoíris y la mezcla de los óleos.  De nuevo esas reglas ahí enfrente de nuestras narices.  La suya era un poco grande.  Sólo hace falta que la gente se ponga a descubrirlas y escribirlas.  Como Leontano. 

Dejó el embeleso, acercó la silla y tocó el libro de Scarovese.  Y este...  -la miró serio- es lo mismo pero sobre las reglas invisibles de la relación entre la gente y sus gobernantes, las reglas del poder.  Eso que usted Sofía, reconoce todos los días en que llegan visitantes; aunque usted no sepa escribir sus reglas como hizo nuestro autor, las percibe.  

Es extraño, pero Scarovese estaba haciendo lo mismo que Leontano, sólo que sus reglas espantan más cuando uno las conoce.  

Y de usarse para el bien, cuanto no vendría a favor de la gente.  -de nuevo, la mirada al cielo de un futuro posible. 

 

Así que en resumen... los dos libros.  -Dijo, cambiando de tono, al de un maestro. 

Y hay otras dos patas, al menos: la del lenguaje universal real, que no es el de nuestros núminos ancestros, ¡sino el de los números!   Y el de la ciencia de los astros.  Que es de una naturaleza -si, pero tan alejada de Thea, y por lo tanto es otra.  

Y bueno, todas esas reglas, apenas atisbadas y siempre cuestionadas, ¿las podremos usar para cosas prácticas? -sonrió- Como encontrar el 7mo mar, por ejemplo.  Y sacó Orologgio, cual un mago, de su mochila uno de los aparato que había captado la atención de la bella enmascarada tan sólo unos días antes.   ¿Con esto?

Era un reto pedagógico.  Con eso arrancaría la clase.

- Tiradas (1)

Motivo: intelecto7+cultura6

Dificultad: 0

Habilidad: 13

Tirada: 2 4 8

Total: 4 +13 = 17 Éxito

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30/04/2017, 12:24
Sofía

La moza examinó el aparato con el mismo asombro que lo examinara aquél día, intentando dilucidar su funcionamiento.

-Es un aparato increíble. Su utilidad para los marineros es indudable pero... ¿ realmente podría? Encontrar el septimo mar, quiero decir.-

-He oído historias. Dicen que el septimo mar no está en ninguna parte. Que no es un sitio físico, si no mágico. Y que sólo se le aparece a ciertos capitanes según criterios que nadie ha logrado descifrar.-

-¿Y si no es ciencia? ¿Y si es magia? ¿Te verías entonces capaz de.... desenmascarar este misterio, Orologggio? - La chica se tocó su propia mascara con la mano mientras decía eso. Y sus últimas palabras habían sonado diferentes esta vez. Había bajado la voz y la había vuelto algo más ronca, salvaje. Se había acercado mucho a él y, bueno. Digamos que había acercado el corsé muy cerca de los ojos de Orologgio.

Orologgio no era ningún tonto. Esa chica intentaba claramente seducirle. La pregunta era si se dejaría. O si podría resistirse. Todos los eruditos estaban de acuerdo en que una relación profesor-alumno era poco ética. Por otro lado, muchos de esos mismos eruditos acabaron rompiendo esa norma. Algunos casados incluso tuvieron amantes entre sus alumnas. Nadie estaba obligando a la chica. Y a pesar de su extrema juventud, era realmente hermosa.

 

Notas de juego

Ella es muy joven. Pero en este momento, Orologgio también es un crio. La llevará dos años a lo sumo.

Además, viven en una época en la que los hombres y mujeres eran considerados adultos a mucha más tierna edad que en la actualidad.

Pero usted decide.

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02/05/2017, 06:28
Orologgio d'Orivanni

 

Conocer a la mujer detrás de esa máscara sería de los más fascinantes misterios del mundo.  No me cabe la menor duda.  Hasta el 7tmo mar parecería un mero charco comparado con la profundidad de sus secretos.

Y la máscara sería lo de menos.  Hablar contigo Sofía, conocerte, ya sería suficiente para dejar a mi corazón palpitando por horas. 

Que el amor sea realmente en ese espacio que no es ni ciencia, ni magia, lo creo.  

-Orologgio le decía esto sonriendo con una extraña paz nerviosa ante su seducción, lo que le dejaba claro a ella -con toda la admiración debida a su belleza- que él era -desafortunadamente- un romántico empedernido, de esos que no le darían un beso a ninguna mujer por la que no sintiera al menos las primeras mariposas del amor.  

Aunque creo firmemente que el amor sólo puede hacer acto de presencia presencia entre dos personas cuando se han conocido la sonrisa, intercambiado sueños por conversaciones, y caminado explorando el mundo.  

¿Pero qué se yo realmente de ese misterio?

Y buscaría también ese lugar del corazón donde el beso nace, donde se arranca verde de una serie de suspiros guardados y no puede elegir realmente otra fuente.