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Día 6 por la noche, Fuera de los dormitorios de 2º año

Su sonrisa al verme provocó que me aletease el corazón frenéticamente. ¿Desde cuándo me gustaba tanto ese tío? Una pequeña voz en mi mente seguía insistiendo en el problema que me estaba buscando gratuitamente al estar dejándome hipnotizar por su sonrisa y olvidarme de que era el mismo tío que me había puesto un cuchillo días atrás en la garganta. Sin embargo, volví a acallarla, molesta porque algo me intentase sacar de ese momento. 

Dejé que me arrastrase allá donde quisiera llevarme con una pequeña sonrisa en los labios, tratando de recordar el camino hasta allí. Me sentía como cuando era niña y hacía alguna travesura escondiéndome de mi hermano.

En cuanto cerró, miré a mi alrededor. No quería dejar de prestarle atención por una habitación pero no lo pude evitar. Era verdad que tenía muchas más comodidades de las que teníamos nosotros en primero, eso era evidente. Sin embargo, el expositor robó toda mi atención. Era suficientemente sorprendente como para hacer que lo mirase antes que a Alec. Había un montón de armas. Mierda, era bueno. Por un momento, se me coló en la cabeza Asterion en esa estera insultándole. Fruncí el ceño al ver la preocupación reflejada en mis ojos en el filo de las armas, ofreciéndome varios reflejos diferentes de mi yo más débil, de la que había detrás de las murallas, como si de un laberinto de espejos se tratase, ofreciéndome la realidad de varias formas distorsionadas. 

No quería ver más, no quería afrontar esa realidad de ninguna manera y me giré hacia él, queriendo encontrar lo que había venido a buscar. Como si él hubiese leído ese pensamiento acudió a besarme y yo respondí volcándome en él. 

—¿Más allá de tener que esperar porque te estaban entreteniendo? —dije con una sonrisa vacilona cuando él frenó su intensidad—. No. 

»¿Qué tal está tu brazo? —extendí la mano y rocé suavemente la herida—. ¿Ya me has perdonado que me metiera en esa situación?

Skaylar estaba callada. No le gustaban las reuniones sobre todo si no conocía a la gente. Pero sabía que tenía que darles un oportunidad pues si no no duraría mucho. Así que observó a cada uno de ellos, como hacía en las calles.

Entonces vio como Asterion le miraba. Levantó una ceja dejando a las claras que aquel sitio no era como las calles donde habían vivido. No, allí la mentira y las puñaladas por la espalda eran algo habitual, del día a día. No te podías fiar de nadie ni de acto ni de palabra. Solo te podías fiar de tu grupo íntimo y esto empezaba a parecerlo, pero estaban en los primeros días, todavía había tiempo para que la gente demostrara cómo era realmente.

-Sea -dijo escuetamente la pelirroja mirando a cada uno de los presentes sin quitar la vista a ninguno.

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Me apoyé sobre la pared mientras revisaba la instancia y me gustó como se quedó mirando las armas, no tenía nada del otro mundo excepto por las dagas que solía llevar encima, una de ellas tenía la empuñadura de los mejores de primer año y que las tenía impolutas en el centro de la vitrina.

- Vaya... ¿eso ha sonado a celos, Fiora? - dije sonriendo contra su boca, no sabía si recibiría una respuesta más allá de un pequeño gruñido por lo que antes de que pudiera decir nada la besé. Aproveché el momento de tenerla cerca para cogerla por los muslos y que hacer que sus piernas me rodearan la cintura.- Mi brazo se encuentra perfectamente.- y fui hasta la cama donde me senté y la dejé a horcajadas encima de mi mientras nos debatíamos en una lucha de besos.

La miré seriamente por un momento mientras mi mente recordaba el suceso de aquella tarde.- Solo prométeme que tendrás más cuidado y no cometerás una locura así de nuevo...- subí una mano a su rostro para acariciar su mejilla.- ...o al menos si yo no estoy cerca, ¿de acuerdo? - le sonreí para que se relajara mientras con la mano que estaba en su espalda pegaba su cintura a la mía. ''Dios...'' por primera vez creo que pensaba que el uniforme de los jinetes era una verdadera molestia y quería quitárselo por completo. La besé suavemente esperando apaciguar el calor dentro de mi pero solo aumentó. La mano en su mejilla se fue hasta su nuca y tiré de ella mientras me dejaba caer sobre la cama sin parar de besarla.- ¿Tiene alguna pregunta más, aspirante Vossendir? - sonreí contra su boca.

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Le pegué un suave puñetazo en el hombro sano cuando me preguntó que si estaba celosa sin responder. Claro que lo estaba pero nunca se lo reconocería. 

Me cogió con muchísima facilidad y enredé mis piernas en su cintura, aprovechándome para restregarme. Desde luego que su brazo estaba perfectamente si me estaba cogiendo así. Me estaba dando cuenta de que era completamente adicta a sus labios y no sabía si tendría suficiente aunque me pasara toda la noche en vela besándole en la seguridad de su habitación. 

Asentí a su petición. No tenía mucha intención de volverme a acercar al campo de vuelo tras el susto de la tarde. 

Su ternura volvió a desarmarme. Estaba jugando a un juego demasiado peligroso, cada cosa que él hacía despertaba un sentimiento de alarma nuevo que yo volvía a ignorar. 

¿Que si tenía alguna pregunta? Demasiadas pero todas ellas desvelaban lo mucho que me interesaba por él o traían temas de conversación que podían terminar con este limbo en el que nos encontrábamos. 

—Solo una: ¿cuánto de rápido me puedes quitar la ropa? —pregunté, retándole con una media sonrisa juguetona antes de besarle con intensidad. 

No pude mantenerme quieta y fui soltando su camisa hasta sacársela por encima de la cabeza entre besos. Deslicé mis dedos por su pecho sintiendo la dureza de sus músculos. Esto era de lo poco bueno de Basgiath. Todos al cabo de un tiempo tenían estos cuerpazos. 

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Creo que Fiora me gustaba mucho más que físicamente, por que la atracción física o el sexo era fáciles de conseguir allí en Basgiath pero con ella, era algo más que un simple calentón. Me encantaba su carácter y su juicio y no parecía de las típicas chicas que te podían montar un drama. Aunque Fiora no me lo admitiera sabía que tuvo algo de celos de mi encuentro con Cassandra antes, lo que ella no sabía era que sus caricias en mi piel me quemaban por dentro, muy diferentes a cuando me tocaba otra mujer o Cassandra.

Su pregunta me encendió más y quería saborearla fui a besarla para cuando me quitó la camisa y mis manos bajaron por su espalda buscando su trasero, apretándola contra mi la besé mientras nuestra lenguas parecían batallar en nuestras bocas. Mientras seguíamos en aquella ''pelea'' una de mis manos fue hasta la parte delantera de su pecho y desabrochó su camisa dejándosela caer al suelo. Mis labios siguieron un rastro de su boca a su cuello y seguí bajando, hasta encontrarme en el centro de su pecho. La miré pidiéndole permiso pero no necesité palabras para liberar su pechos y llevar mi boca a uno de ellos.

Me encantaba el sabor de su piel y quería hacerla vibrar por dentro así que me tomé mi tiempo. Pasaba de un pecho al otro mientras mi mano acariciaba o tiraba de su piel en una, en la otra mis labios y mi lengua hacían el resto del trabajo. La otra mano que estaba en su trasero aún agarrándola subió hasta la cinturilla del pantalón y se metió dentro buscando un sitio aún más cálido y por lo que pude notar también estaba húmedo. Acariciaba los pliegues de su centro buscando el punto que más le gustaba.

Dia 9 - Dormitorios del ala de Jinetes Dragón en Basgiath

             - ¡Buen día estimado Sir Brightblade!    Cómo se ha sentido dentro del ala de Jinetes Dragón en Basgiath hasta ahora y cómo cree que le fue en la clase de lucha? -      Le susurra Samara al joven y atractivo noble, a quien mira curiosa e interesada cuando se acerca un momento para buscar un lugar para sentarse en la orilla de su cama, mientras que su hermano Maluma se encuentra viendo la escena a una distancia suficiente para no perderlos de su vista, pero no para que su oido logre escuchar los detalles de la conversación para darles la suficiente intimidad para conversar

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Imaginaba que todo con Alec sería fuego desde la primera vez que rozó mi piel consiguiendo que saltasen auténticas chispas en mí. Por supuesto no me equivocaba, reaccionó exactamente como esperaba y eso no lo hizo menos delicioso. Le deseaba desde que le vi tras el parapeto, como si solo le estuviera ofreciendo mi nombre a un guardián del paraíso, y cada momento que estábamos solos no hacía más que confirmar lo mucho que quería besarle y tocarle. ¿La situación se calmaría tras esta noche? No tenía la menor idea pero necesitaba sucumbir al fin a mis deseos y dejar de luchar conmigo misma. 

Su boca por mi cuerpo encendía cada una de mis terminaciones nerviosas. Sentí su mirada pidiéndome permiso confirmándome la clase de hombre que era aunque no lo necesitaba en absoluto, estaba completamente entregada a él. 

Me estaba torturando deliciosamente entre su boca y sus manos y mi respiración salía entrecortada en suspiros placenteros mientras acariciaba cada centímetro de su piel a mi disposición y le besaba el cuello alternándolo con mordiscos frenéticos. No quería que el momento terminase nunca. 

Su hábil mano se coló en mi pantalón demostrando que sabía perfectamente lo que hacía, mucho mejor que yo. 

—Alec... —gemí su nombre contra sus labios cuando empezó a tocarme. Solo aguanté unos pocos minutos hasta que me dejé llevar por el placer terminando en un orgasmo que ahogué en su boca. 

El clímax solo había traído más necesidad, necesitaba mucho más de él. Me alejé lo suficiente para terminar de desnudarle y luego desnudarme a mí. 

Me subí de nuevo a horcajadas y restregué nuestros sexos desnudos. No tenía ni la menor idea de dónde tenía condones y no iba a ponerme a buscarlos así que esperé que él cogiese alguno de donde fuera que los tuviese. 

—Hazme tuya, Alec Monrein... —susurré con una voz cargada de sensualidad entre besos. 

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Me encantaba la iniciativa de Fiora, era una mujer que sabía lo que quería y aquello me gustaba y me atraía muchísimo hasta el punto de que dejé que hiciera conmigo lo que quisiera, me desnudó y me acarició con el centro de cuerpo. Mi sexo al notar lo húmeda y suave que era deseaba introducirse dentro de ella pero no quería que aquello acabara tan pronto.

Giré sobre ella, tumbándola en la cama y la besé y mordí su labio inferior. Bajé por su cuello y por sus pechos hasta llegar al centro de su cuerpo, aquel lugar que era tan húmedo y cálido. La miré un segundo desde aquel lugar antes de que mi boca saboreara su piel sensible. La veía arquear la espalda por las zonas en que mi lengua la rozaban y me encantaba verla allí disfrutando y aunque disfrutara con aquel momento parecía que mi polla estaba a punto de explotar. Seguí hasta que estuviera lo más sensible posible y me incorporé poniéndome entre sus piernas.

Restregué mi sexo con el de ella y cerré los ojos un instante hasta que en mi mano apareció lo que necesitaba. Me coloqué la goma de protección y busqué el centro de su cuerpo. Deseaba invadirla por completo pero fui despacio gruñendo encima de ella al notar lo estrecha que era. No tardé en llenarla y soltar un gemido mientras la miraba buscando en sus ojos que me permitiera moverme. En cuanto tuve su aprobación, me moví despacio mientras pronunciaba su nombre.- Fiora...- gemí y empecé a aumentar el ritmo y la fuerza buscando su liberación y aguantando la mía.

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Le noté palpitar debajo de mí pero, de nuevo, demostrándome que sabía exactamente lo que hacía y que era menos impaciente que yo en este momento me dio la vuelta. 

Volví a tenerle encima como en aquella estera pero esta vez no había un cuchillo. De nuevo apareció la sensación de alarma y de nuevo la apague en su boca. No quería pensar, ni en eso ni en nada. Solo quería su piel contra la mía. 

Tenía demasiada poca experiencia sexual y sólo con Dante como para que cada movimiento de su experta lengua me maravillase y me hiciese arquearme y aferrarme a sus sábanas una y otra vez. Los gemidos que salían de mis labios era nuestra banda sonora en el momento y, como si supiera exactamente cuándo no podía aguantar más —porque probablemente así era—, se detuvo. Me quejé sin poderlo evitar y me restregué contra él, con las mejillas coloradas, como si estuviera al borde de la implosión. 

Que usase la magia para hacer llegar un condón a sus manos me hizo soltar una pequeña risa. Era algo totalmente surrealista y que no me había planteado en ningún momento. 

Abrí un poco los ojos al sentirle casi introduciéndose en mí. Era muy grande y aunque estaba completamente empapada notaba como me iba abriendo para él. Se movió de forma delicada encima mía. No me quería hacer daño y mi corazón latía cada vez más rápido al darme cuenta de que detrás de esa fachada había mucho más. 

Gemimos al unísono en cuanto estuvo completamente dentro de mí y le besé con intensidad, acariciando su lengua con la mía, dándole pie a que hiciera su propia magia conmigo. 

Envolví mis piernas alrededor de él y mi cadera le buscaba en cada vaivén, completamente desatada por lo que cada roce de su piel con la mía me hacía sentir. 

Llené cada espacio de su piel de un reguero de besos y mordiscos mientras jadeaba por el placer. 

—¡Joder, joder! ¡Alec! —dije, con la voz rota por un orgasmo abrumador, sin poder resistirme a las oleadas de placer que se expandían desde mi sexo al resto del cuerpo. Me arqueé y apreté su erección dentro de mí una y otra vez mientras duró el clímax. 

Me senté en la cama y al poco escuché un susurro. Al girarme vi el rostro de Samara. Era ella la que me había preguntado. LA verdad no sabía qué contestarle, así que fui lo más directo posible.

Bien, pero me cuesta acostumbrarme a todo esto. Espero que con el tiempo se me pase y sea algo normal para mí.

Tú ¿qué tal en el combate?

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Los movimientos de Fiora hacía que me volviera loco y tuviera que concentrarme en aguantar la liberación de mi cuerpo. Mis manos habían bajado hasta su cintura guiando sus movimientos y para aplicar más fuerza a mis idas y venidas haciendo que sintiera mi miembro dentro de ella. Su cuerpo se arqueó buscando su liberación y la mía y gemí su nombre al oído mientras mi cuerpo se dejaba caer sobre el de ella. 

Me quedé unos instantes allí mientras recuperaba el aliento, sin salir dentro de ella y aunque me costó alejarme de su calor me incorporé. Me levanté para quitarme la goma y limpiarme. Fui hasta el aparador que había al lado de la cama y cogí una toalla que humedecí en agua y me senté al lado de Fiora. Llevé la toalla a sus piernas, dando un suave masaje mientras limpiaba el sudor y el resto de fluidos, para que se sintiera más cómoda.

En cuanto me aseguré de que todo estaba en orden volví a echarme en la cama a su lado acercando su cuerpo al mío, volviendo a buscar su calor.- ¿Te encuentras bien, Fiora? - su nombre hacía que mi corazón pegara un brinco y mi cuerpo volvía a recordar lo que hacíamos instantes antes y reaccionando a su calor poniendo mi miembro duro y chocando contra la cintura de Fiora. Sonreí, pero no hice nada más que abrazarla y disfrutar de su calor a mi lado.

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

El sonido de mi nombre gemido de esa forma por él era algo que querría escuchar una y otra vez y que seguramente reproduciría en mi mente varias veces cuando saliera de esta habitación. 

Quise abrazarle, impedir que se alejase de mí aunque fuera para limpiarse pero no quería que él pudiera notar ni remotamente lo mucho que me estaba enganchando. Cuestión verdaderamente difícil cuando me trataba con ese mimo. No era solo que me hubiera dado el mejor sexo que había tenido hasta el momento —aunque no hubiera tenido mucho—, sino que encima me trataba con una delicadeza que no esperaba de él. 

Volvió a la cama y yo me estiré como un gato para amoldarme a su cuerpo de nuevo. 

—Más que bien, Alec —le dije con una sonrisa—. ¿Tú cómo estás? 

Pasé las yemas de mis dedos por su torso desnudo, maravillándome de nuevo por el cuerpo esculpido por los dioses que tenía. 

—Supongo que ya habrás imaginado que no quiero que nadie se entere ni que me trates de ninguna forma preferente por esto, voy a seguir ganándome todo por mis propios medios. Y, por supuesto, me gustaría volver a pasar por aquí en otros momentos si te sigue apeteciendo liberar tensiones conmigo... —el comentario quedó medio en pregunta. Quería seguir acostándome con él, no había ninguna duda, pero necesitaba dejar claro esos puntos y asegurarme de que él también me quería de nuevo por aquí antes de empezar a hacer el ridículo. 

Levanté la mirada hacia su cara buscando leer su respuesta y me apresuré a añadir. 

—No pretendo nada como exclusividad ni nada de eso, tranquilo —dije con una sonrisa algo tensa e incómoda. Odiaba hablar de todo esto pero no quería que tuviera ideas equivocadas que acabasen en un enorme problema. Era la parte mala de acostarse con un jinete que encima estaba por encima de mí.  

Dia 9 - Dormitorios del ala de Jinetes Dragón en Basgiath

          - Yo creo sir Brightbade que para la mayoría de nosotros todo esto es un reto de adaptación.   Me ha tocado una rival sin un gran entrenamiento marcial, pero con gran fuerza, resistencia y empeño que suplen sus carencias en un combate que no requiere el uso de habilidad con armas, por lo que me agradaría escuchar consejos y tal vez aprender a usar mejor las armas cuando me sea posible tener acceso a ellas.   ¿Cómo considera que le ha ido a usted en su combate?   Puedo tutearle? -      Responde y pregunta Samara con el trato que una pueblerina con cierta instrucción puede mostrar frente a un guapo, distinguido y noble joven a quien le quiere pedir apoyo para poder mejorrar su habilidad manipulando armas para poder defenderse y sobrevivir más adelante junto a su hemano menor, quien tras un momento tímidamente se acerca a la cama del joven noble

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

Notarla recostada contra mi, notar su peso, su calor me relajaba. La abracé contra mi y bajé la cabeza cerrando los ojos disfrutando de su olor fundido con el mío.- Mejor que nunca...- sonreí contra su cabello y bajé las manos a su rostro para elevarlo y depositar un beso sobre sus labios.

Comencé a escuchar que era lo que quería y lo entendía pero no me gustaba ocultar nada a nadie aunque sabía que él estaba en una posición mucho más favorable que la de ella así que debía respetarlo sobre todo si quería volver a tenerla conmigo.- Lo entiendo...- dije serio.- Me gustaría mucho.- recalqué la última palabra.- que siguieras viniendo aquí, Fiora.- esperé que me asintiera antes de sonreír y volverla a besar casi como si estuviéramos firmando un trato.

No oculté mi sorpresa cuando me dijo que no esperaba que fuera la única en mi cama.- Fiora... no te voy a negar que han habido otras antes pero, creo que debes saber...- recalco por lo que habíamos hecho instantes atrás.- que llevo mucho tiempo sin estar con nadie y pretendo que siga así...- parecía algo confuso lo que había dicho así que aclaré.- ...a lo que me refiero es que no necesito a otra mujer conmigo y mucho menos si estás dispuesta a repetir conmigo.- le dije con una media sonrisa socarrona.

Día 6 por la noche, Dormitorio de Alec

El corazón me iba a mil al notar que me trataba con ese cariño. Era un tremendo error pero no podía huir de ello, estaba completamente atrapada en esa cama con él. 

Enrojecí un poco en el momento en el que él me volvió a invitar. En el campo de vuelo había llegado a pensar que con una vez podría ser suficiente para eliminar la tensión pero me equivoqué, no solo no había eliminado la tensión sino que ahora quería conocer lo que había tras el líder de Sección. 

Asentí y recibí su beso como si estuviera entregando mi alma al diablo. Un delicioso y tentador diablo.

Una pequeña arruguita se formó en mi ceño cuando dijo que no había estado con nadie. Recordaba perfectamente lo que había visto en los archivos, aunque no sabía si lo habían llegado a terminar más tarde. 

Mierda, sus palabras sonaban a auténtica declaración, al menos de intenciones. Me estaba ahogando en arenas movedizas, cualquier movimiento me iba a meter aún más dentro. 

—Lo que quieras hacer es decisión tuya, de verdad... solo quiero decirte que yo lo entendería perfectamente. Estoy en primero y... —¿y qué? ¿Me podía morir cualquier día de estos? ¿Entendía que él no fuera a querer involucrarse emocionalmente por si cualquier día de estos tenía que llevar mis pertenencias a ser quemadas para Malek? ¿Yo me quería involucrar con él? Una parte de mí lo deseaba pero era un horrible error. Mejor que se tirase a Cassandra o a cualquier otra antes que dejar que esto profundizase más allá—. Bueno, eso, que no espero ningún tipo de compromiso en ese sentido por tu parte —terminé con una sonrisa algo tensa sin estar dispuesta a discutir el punto. Esto quedaría como dos personas que se atraen y comparten cama de vez en cuando. Nada más. 

Le besé intensamente y me pegué a él, rozando su miembro con mi abdomen. 

—Creo que puedo renunciar a unas cuantas horas de sueño más todavía, si quieres —susurré en tono sugerente contra sus labios. 

Podía quedarme un rato más antes de volver sigilosamente a mi habitación. 

Día 10 por la tarde, Dormitorio de Cassandra

Había llegado hasta su dormitorio de una pieza y por suerte no se había encontrado con nadie, me giré en cuanto puse la mano en la manilla de la puerta y me di la vuelta hacia la persona que me había seguido.- Ya puedes irte...- dije mientras entraba en mi habitación y empujaba la puerta sin llegar a cerrarla.

De repente todo se volvió oscuro y solo pude oír un ruido seco pero no podía moverme y me costaba muchísimo abrir los ojos.

Día 10 por la tarde, Dormitorio de Cassandra

Llegamos a la puerta de su habitacion sin mayores incidentes y sin cruzarnos con nadie. Realmente no tenia ni idea de si podia estar ahi o no. Supuse que si podria estar en compañia de Cass. Vaya, asi que los de segundo tenian habitaciones individuales, ¿O serian solo para los lideres de Seccion? No, eran demasiadas habitaciones, mas que secciones, asi que evidentemente tenian habitaciones individuales.

Me despidio sin mucha cortesía, adios a mis preguntas. Estaba cerrando la puerta y antes de temrinar escuche un ruido seco, mis instintos reaccionaron antes de pensar, bloquee la puerta para evitar que se cerrara y entre en la habitacion, esperando un ataque.

Vi a Cass en suelo desplomada, me agache rapidadmente a su lado y cerre la puerta, si alguien habia oido algo no queria malentendidos. Le toque la cabeza, ardia, la recogi del suelo, era tan ligera como la recordaba, a pesar de sus musculos y su su cuerpo torneado por el ejercicio era muy ligera. La desposite con cuidado en la cama. Su temperatura era muy alta, habia que bajarsela. Vi que a un lado habia una palangana y un grifo, pero no habia ninguna toalla a mano. A saber donde estarian. No queria ponerme a abrir armarios o baules en su busqueda. Tampoco queria invadir su privacidad.

Le quite la chaqueta y la camisa, las botas y pantalones dejandola unicamente con su ropa interior. Si, cuando vuelva en si me matara sin duda alguna.

Llene la palangana con agua fria, me quite mi chaqueta y la camiseta, empape la camiseta con el agua y trate de lavarla y refrescarla con ella. 

Día 10 por la tarde, Dormitorio de Cassandra

Tenía la boca seca, me incorporé buscando un vaso en la mesilla. ¿Qué había pasado? Tenía la mente en blanco y me dolía muchísimo la cabeza. Estaba intentando hacer memoria de como había llegado a mi habitación... si creo que recuerdo haber estado en el patio con Asterion y que la herida se me abriera, el haberle amenazado con mi cuchillo y luego... luego estaba todo un poco confuso, ¿qué había pasado?

Mis manos buscaban a ciegas alrededor y cuando quise coger la manta para destaparme toqué algo cálido y suave... ¿qué era? hice un esfuerzo por abrir mis ojos e intentar enfocarlos en donde estaba mi mano. En cuanto pude distinguir la figura de un pecho robusto completamente al descubierto, abrí los ojos de golpe y me encontré con el rostro de Asterion. Estaba semidesnudo y yo... ¿estaba en ropa interior?¿Qué demonios había pasado...? Estaba intentando hacer memoria pero tenía lagunas que no entendía.

Miré con una mirada amenazadora a Asterion intentando buscar respuestas en su rostro.- ¿Q-qué ha pasado? - pregunté aturdida.

Día 10 por la tarde, Dormitorio de Cassandra

Lentamente comenzó a abrir los ojos y a recuperar la consciencia, su mano salió de debajo de las mantas, en busca de algo, viendo su estado era muy probable que quisiera agua.

La fiebre había remitido un poco cuando estuve lavándola con agua fría. Eso me tranquilizó un poco. Si remitía se recuperaría y no iba a ser nada grave. Pero tenia que tratarse esa herida, podía habérsele infectado. Había visto a mucha gente irse por infecciones de heridas como esas. De hecho yo mismo me había encontrado en esa situación una vez. Casi no lo cuento.

Cuando consigue enfocar su mirada en mi su semblante se muda y vuelve a aparecer la fría amenaza en sus ojos. Al menos esta vez no es una mirada de odio. Cojo su mano y la deposito con suavidad en la cama. Me levanto en busca de un vaso con agua fría.

- Estábamos en el patio, bailabas, lo haces muy bien por cierto - le dije mientras le daba la espalda rellenando el vaso - la herida de tu mano se abrió, la vendamos de nuevo y dijiste que te ibas a tu habitación. Me preocupó que pudiera pasarte algo y te acompañé. Cuando estabas a punto de darme con la puerta en las narices creo que te desvaneciste - le alcance el vaso con agua fresca - por suerte la puerta no había llegado a cerrarse del todo. Estabas ardiendo, tuve que tratar de bajarte la temperatura corporal. No vi ninguna toalla a mano - dije señalando mi camiseta que reposaba a su lado - Creo que deberías pasarte por la zona de curanderos y que te revisaran la mano. Intuyo que podría ser el origen del problema.

Era un resumen bastante acertado de lo que había pasado, me iba a ahorrar demasiados detalles sobre su debilidad, no pensaba que a una chica como ella le gustara demasiado que evidenciaran esos extremos. Además, en justicia, no era debíl en absoluto. De seguro que ella sería una mas de una larga lista de personas capaces de darme una paliza en ese sitio.

Día 10 por la tarde, Dormitorio de Cassandra

Me dolía la cabeza y me incorporé dejando caer la manta y viendo que estaba en ropa interior.- ¿Y para eso tenías que desnudarme? - pregunté media molesta por aquel hecho aunque estaba cansada y el dolor de cabeza me estaba golpeando como si mi cabeza estuviera debajo de un cincel y un martillo así que no insistí más de la cuenta.

- No es necesario ir al cuadrante de curanderos...- dije mientras intentaba incorporarme y al levantarme me mareé levemente haciendo que me agarrara sobre su hombro. Al notar su piel contra la mía, sentí una refrescante brisa pero la ignoré y fui hasta la cómoda que había a un lado de la habitación. De uno de los cajones saqué una camiseta negra algo desteñida y que me quedaba bastante grande pero me la puse igualmente, en otro saqué una caja que llevé hasta la cama donde me senté con las piernas cruzadas. La camiseta se me había subido y las piernas estaba al descubierto pero tampoco me importaba, hace solos unos días aquel hombre casi me había visto desnuda y si no quería mirar pues que mirara a otro lado. 

En cuanto abrí la caja de madera un fuerte olor a hierbas salió de él, la caja estaba dividida en varias secciones con diferentes hierbas. Me quedé un segundo pensando cuales coger ya que algunas de ellas eran venenosas. En otro compartimento saqué un pequeño mortero del tamaño de mi mano al que coloqué las hierbas e intenté moler pero me costaba más de la cuenta y miré al hombre que aún tenía al lado.- ¿Te importa...? - dije pidiéndole ayuda para que convirtiera las hojas secas en polvo. Me quedé mirándolo mientras trabajaba con el mortero y no pude evitar preguntar.- ¿Por qué el otro día te fuiste sin decir nada...? - no estaba segura de querer escuchar la respuesta pero esperaba que la fiebre luego me hiciera olvidar por completo lo que pasara allí ahora.