Partida Rol por web

- ¿Pero qué m... ? - Carlo se detuvo encima de una plataforma al darse cuenta de que Ethan acababa de pegar a Andrea y sus ojos recorrieron la estancia a toda velocidad. 

El chico no se lo pensó dos veces y su brazo se movió dibujando un arco, lanzando una de sus espadas cortas hacia su amigo. - ¡Pilla tío!

Al oír entrar a Ethan no separé mis ojos de Carlo: aprovechar la distracción era algo perfectamente válido para que me atacase, y no estaba dispuesto a dejarme ganar. Sin embargo cuando un instante después oí cómo golpeaba a Andrea y vi a mi contrincante perder la compostura me relajé. Observé desde las alturas la situación y, tras un instante, me dispuse a hablar.

- Treinta libras por Ethan. - Enuncié, desviando mis ojos hacia Carlo sólo un instante antes de volver a ver a los dos improvisados combatientes. Los motivos de aquel puñetazo me importaban más bien poco, al menos mientras no fuera a más. Además, si había algo que nos sobraba a todos en aquel Instituto eran razones para querer zurrar al pervertido. Finalmente y sólo por si acaso decidí dejarme caer de la plataforma en la que me encontraba.

Me recuperé del golpe con tanta dignidad cómo pude, que no era mucho en esa situación. Automáticamente me levanté en un movimiento de resorte o kip-up y miré extrañado al rubio. ¿Qué está pasando aquí?, parecía querer decir con la mueca de confusión. 

A pesar de escuchar sus palabras seguía sin entender nada. Fue un gesto sencillo, solo levanté el brazo para coger el arma que me lanzó Carlos y cogerla al vuelo por el mango. Pensé que al hacerlo quedaría como un verdadero fucker, pero no le di más importancia de la que tenía. Ya sabía lo impresionante que podía ser a veces, no era para tanto.

- Non accettare, non voglio combattere - dije de inmediato cuando Émille propuso la apuesta.

A pesar de la hostilidad del ataque, no tenía ninguna gana de pelear. Traté de esquivar los ataques de Ethan y cuando estuviera hecho pensaría si le daba con la superficie plana en toda la jeta. No tenía intención de hacer ningún daño al mariquita, no si podía evitarlo.

No aceptes, no voy a pelear.

Quizá fue por estar saltando de la plataforma al mismo tiempo o por haber estado combatiendo hasta hacía un instante pero no sentiste el cosquilleo familiar recorriendo tu cuerpo. Por algún motivo habías fallado al usar tu poder.

Émille se bajó de la plataforma dejándose caer al suelo. Andrea cogió el arma que Carlo le había lanzado al vuelo y se preparó para esquivar. Ethan se movió con rapidez y su florete se dirigió al lugar donde estaba Andrea, pero el italiano fue más rápido y cuando la punta del arma llegó, él ya se había apartado. Dos ataques lanzó Ethan y dos esquivó Andrea sin demasiadas dificultades. Todos parecían preparados para un nuevo asalto.

Carlo decidió también bajarse de la plataforma, mientras contemplaba con ojos curiosos a los dos combatientes. Tras las palabras de Andrea hizo un gesto con la mano en dirección a Émille. 

- Paso. Andrea le va a dejar ganar. - Dijo encogiéndose de hombros, como si le resultase incomprensible pero al mismo tiempo estuviese acostumbrado a que los demás hicieran cosas que se le antojaban extrañas. 

Sin más se dedicó a contemplar la situación.

Ya pisando tierra me acerqué algunos pasos, dejando una distancia prudencial entre donde me encontraba y donde estaban ellos. Las palabras de Carlo me sacaron una sonrisa, aunque no llegué a mirarle: mis ojos estaban en los dos combatientes. Sabía que Ethan podía hacerlo mejor. Se estaba dejando guiar por las ganas de ensartarlo, en lugar de pensar un poco. Seguro que el muy memo ni siquiera se había hecho runas antes de venir. ¿Es que no había aprendido nada?

- Así que no tenemos un italiano gallina, sino dos. - Enuncié, divertido. - Uno que no se atreve a pelear, y otro que no se atreve a apostar. - Dije manteniendo la sonrisa y esperando que alguno de los dos resultase herido pronto.

Noté como crecía la rabia en mi interior al ver como Andrea esquivaba mis dos golpes con facilidad y se negaba a atacar. No te hagas el noble ahora. Murmuré, con los dientes apretados por la rabia, con un tono lleno de veneno. ¿Cómo puedes siquiera mirarte en el espejo? Eres un puto traidor.

Sin pensármelo dos veces me lancé con la misma idea que antes. Si no quería pelear, peor para él.

Puse los ojos en blanco y suspiré con cara de estar cada vez más exasperado por sus comentarios. Es más, empecé a estar tan harto de no tener un respiro que decidí tomarme el combate solo un poquito más en serio. No mucho más, lo justo.

- Oh tio, déjame por favor... - dije con aire cansado, empezaba a agotamiento de la pelea y eso que todavía no había empezado.

Al ver que iba a atacarme de nuevo agarré con más fuerza la espada y me dispuse a desarmar a Ethan con ella. Lo mismo así se dejaba de gilipolleces y me contaba qué le pasaba. 

Mientras observaba aquello discurrir decidí tomármelo con calma. No esperaba que Ethan fallase dos ataques seguidos, y si Andrea no quería entrar en combate no se clavaría aquella espada a sí mismo, o alguna otra cosa propia de él. De modo que, alternando mi mirada entre ellos y mi propio cuerpo, saqué la estela y comencé a dibujar una runa sobre mi piel.

Volviste a intentarlo y, esa vez sí, el cosquilleo que esperabas nació en tu estómago y empezó a recorrer tus venas, extendiéndose bajo tu piel. Te sentías más fuerte y capaz, más dispuesto a enfrentarte a todo. De inmediato sentiste también cómo el poder que habías gastado empezaba a recuperarse. 

Apenas un instante después de que Émille empezase a dibujar una runa sobre su brazo un cosquilleo que empezaba a resultarte familiar nació en tu estómago y empezó a recorrer tus venas, extendiéndose bajo tu piel. Te sentías más fuerte y capaz, más dispuesto a enfrentarte a todo. Sabías qué lo provocaba: Émille debía haberte potenciado con sus dones, ampliando los tuyos.

La espada que Carlo le había lanzado a Andrea se movió en dirección a la mano de Ethan, pero en el último momento el rubio pareció cambiar de opinión y giró la muñeca, bloqueando fácilmente el ataque del italiano con su propia arma. 

De inmediato Ethan volvió a moverse con rapidez y lanzó una estocada que alcanzó a Andrea en el brazo, dejando una fina línea roja a su paso de la que comenzó a brotar un hilillo de sangre. 

Todos los presentes parecían estar preparados para continuar el combate.