Partida Rol por web

- Bien -dijo, frotándose la frente con un gesto hastiado-. Pues podéis marcharos entonces. Y si lo veis por el Instituto, decidle que quiero hablar con él.

Miró a Amber. - ¿Me dejas el ordenador con los vídeos? 

La chica asintió y le explicó brevemente cómo funcionaba el reproductor para después levantarse y disponerse a salir.

 Milton también se puso en pie y parecía sentirse satisfecho con el desarrollo de aquella pequeña reunión. Su rostro estaba serio como de costumbre, pero sus ojos rasgados tenían un brillo decidido.

- Me pondré a preparar el informe de inmediato -dijo, antes de encaminarse hacia la puerta.

Y una vez en el pasillo Amber os miró a cada uno antes de encogerse de hombros. - Bueno, no ha ido mal, ¿no? -preguntó, con cierta inseguridad. Para alguien que la conociera bien sería obvio que la chica se estaba comenzando a sentir culpable por lo que acababais de hacer.

En cuanto aquella reunión se dio por zanjada me puse en pie y me dispuse a marcharme. Al final había llevado menos tiempo convencer a Gareth de lo que esperaba: con suerte aún podía aprovechar la tarde. Aunque lo cierto era que lo único de lo que tenía ganas era de buscar al pervertido y resarcirme, pero más valía contenerme. Ya fuera escuché las palabras del robatrabajos de Milton sobre el informe, pero no les di respuesta.

- Ha ido bien, sí. - Aseguré luego a Amber, consciente de que empezaba a sentirse mal por lo sucedido. - Tiene lo que se merece, menos una paliza, o si no dime si no se la merecía sólo por cualquiera de las cosas que ha hecho. - Expuse haciendo un gesto para reafirmarme. - La verdad es que nos hemos portado más de lo que él suele hacer.

Cuando Gareth nos invita a marcharnos me levanto de la silla y me despido con un leve asentimiento. Todo ha salido bien. mejor que bien. Andrea estará de vuelta en menos de lo que canta un gallo. Carlo probablemente irá con él, pero bueno, daños colaterales. En parte es su culpa por ser amigo de alguien como Andrea.

Al ver como actúa Amber y como el psicópata intenta tranquilizarme, me uno. Sí, no te sientas mal por él, Amber. El no se sentiría mal por nosotros. No ha hecho más que demostrarlo desde que ha llegado.

La chica se encogió de hombros con cierta resignación. 

- Supongo que tenéis razón pero... Tal vez habría preferido darle esa paliza antes que movernos así a sus espaldas. - Suspiró sonoramente y cambió entonces el peso de una pierna a la otra, mirando a los dos chicos. - Creo que iré al taller un rato. ¿Vais a ir a buscar a Andrea para decirle que suba a hablar con Gareth?

No presté demasiada atención a su obvia observación sobre mi cocina, ni a su falta de talento para cocinar. Ambas cosas me parecían lógicas, todas las chicas aprendíamos a cocinar muy pronto, más cuando has vivido casi toda tu vida en residencias estudiantiles. Los chicos, en cambio, siempre tenían de quién sustraer comida. Pocas eran las joyas que sabían cocinar, al menos en Corea.

Por suerte, el chico se dejó de banalidades y pasó a largar lo que realmente interesaba. Tomé nota mental de ese sitio que debía estar en el culo del mundo y que al parecer quería adoptarme como también había querido hacer Herondale.

- Joder, ¿ahora este es mi primo?- me planteé con el dilema de si debía poner en el arroz el ingrediente especial de la familia. - Espera, ¡¿qué?! ¡¿Ella?! - rompió mis pensamientos al mencionar a la pelirroja en vez de dejar el puesto desierto y procuré darle la espalda mientras mi rostro perdía su mascara sonriente. - ¡Será puta! Y parecía maja, de las majas-majas. - levanté la cazuela y tapando la parte baja con un plato -para no girarme a pedir un colador- vacié el agua y volví a inundar el arroz y repetí la operación hasta que el agua dejó de salir blanquecina.

- Ah.- dije al fin con falsa indiferencia recuperando mi sonrisa aunque la rabia seguía golpeando mis venas - Como al parecer somos familia, te voy ha hacer la versión especial. - le guiñé un ojo. - Jodete lanzaman.

Serví el arroz en dos platos, boles si había, troceé la tortilla y la añadí, así como jamón dulce troceado.

Luego piqué pimientos, cebolla, tomate y guindilla y lo sume al plato. - Chal mokkesumnita.- recité al tenderle el plato.

Busqué en mi bolso mis palillos para comer, me apoyé contra el borde de la encimera sin preguntar ni pensar en la necesidad de un comedor y esperé a que él empezara, pero en su lugar, jugó el papel de primo.

- Sí.-No, no lo necesito.- respondí a su oferta de hacerme vomitar - No es tanto la muerte en sí...-Es más el cómo.-me tiró de la lengua- Soy fan del género gore, pero eso, el kuri...- me subió una arcada al recordar abalanzarse en mi dirección e inmediatamente esa sensación me recordó la patada en el estómago que acababa de recibir - pelirroja tenía que ser... Si ya venía advirtiendome- Solo comamos, vale. - agaché la mirada a mi arroz alicaída.

¿Qué dice de gore?, pensé sabiendo que aquello era raro y más cuando hablábamos de la muerte de su amiga. - Claro, como quieras – dije encogiéndome de hombros mientras iba hasta uno de los cajones a por un par de cubiertos, por aquello de comer como las personas civilizadas. Al ver que no se sentaba hice igual y me apoyé para comer sobre la isleta con el bol en la mano. Di un par de bocados sin decir mucho más que un breve cumplido por el alimento y continué comiendo. - Está rico – dije seco, tratando de no sacar ningún tema controvertido.

Pero es que no podía simplemente callarme, tenía que ganas de darle a la sinhueso un rato.

- El kuri es lo que es, un engendro, no le des más vueltas… Piensa en ellos como una plaga que tienes que exterminar, ni siquiera son demasiado inteligentes – dije alzando el tenedor en gestos y tomando el tema. Son como autómatas, así que sería igual de violento si alguien es atropellado por un coche o es devorado por un león, ¿no? – comenté asintiendo y entiendo la gran lógica de mi argumento. A veces me abrumaba lo reflexivo que podía llegar a ser. - Preocúpate de los demonios mayores, de aquellos inteligentes que te harían vivir tu peor pesadilla, de aquellos que se aprovecharían de ti para cometer atrocidades. Como una Sirena – expliqué con un escalofrío.

La miré de reojo antes de darme cuenta de que estaba yendo un poco lejos. - Um.

Volví a probar varios bocados antes de volver a abrir la boca. - Así que palillos, ¿eh? - pregunté de golpe sintiéndome ridículo y sonriendo al mismo tiempo. - Um. Soy idiota, lo siento. Lauretta solía decirme que no se mantener la boca cerrada – comento antes de apresurarme por terminar el bol.

- Lo que quiero decir – volví a insistir. - Es que todo pasará, que hay un punto donde se cambia el chip y se puede volver a sonreír. Lo prometo.

Dicho aquello fui a por un poco de agua para pasar el mal trago.

Al ver a Amber abatida pasé un brazo por sus hombros y la apreté un poco contra mí con naturalidad, tratando de animarla. - Estás a tiempo de pegarle si quieres. - Ofrecí antes de dedicar una mirada a Milton.

- El problema es que las palizas a ese memo le dan igual, iratze y listo. Después de lo de los rapiñadores estuvo tres días en la enfermería y se la sopló, siguió sin entrenar lo más mínimo. - Expuse antes de hablar en un tono más sosegado. - Ha tenido oportunidades de sobra para cambiar de actitud, o pedir disculpas, o al menos para borrar la mierda de vídeo esa. - Señalé. - Ahora mismo ni siquiera nadie confiaría en él como para llevarlo de compañero en una misión. Que se vaya es lo mejor para todos. Y si se lo hubiéramos explicado a él se habría reído en nuestra cara. - argumenté. Luego me tomé un momento para valorar aquella propuesta. Lo cierto era que tenía ganas de ir y restregárselo por la cara, pero sabía que podía dejarme llevar y acabar cagándola mucho. Todo había salido bien hasta el momento: mejor que continuase así.

- Creo que yo te acompaño. - Enuncié mientras me separaba de ella. Entonces miré a los otros dos. - ¿Te encargas tú, Ethan?

Estuve a punto de negarme, pero al final cambié de parecer. Se lo diría yo. No porque me apeteciera, más bien prefería que fuese otro el que se lo dijera y así me evitaría el mal trago de tener que ver aquella horrible cara, sino porque quería que los demás viesen que se podía confiar en mí, que me tomaba las cosas en serio y tomaba responsabilidades. Que me tuviesen en cuenta. Para ellos solo era un chico al que habían rescatado y se había quedado con ellos. Probablemente ni siquiera me considerasen su igual. Eso tenía que cambiar.

Además, no quería que pensasen que me escaqueaba porque me daba miedo o algo. No después de ver el vídeo. La escena en la que Mitch y yo nos besábamos terminó por llenarme de resolución.

Vale, me encargaré yo. Dije finalmente, asintiendo con la cabeza. Voy a buscarlo a su habitación, cuanto antes se vaya, mejor para todos. Buen trabajo. Me despedí, encaminándome hacia las habitaciones. Si no encontraba a Andrea en su habitación o en la de Carlo, iría al comedor.

Milton bajó por las escaleras y se encaminó hacia la biblioteca mientras que Amber y tú continuasteis descendiendo un poco más, hasta el taller. Una vez allí, Amber suspiró y se dejó caer en una silla. 

- Joder. Qué locura de día -comentó, buscando tu mirada tras un resoplido para preguntar-. ¿Tú tienes algo que hacer por la tarde?

Milton bajó por las escaleras y se encaminó hacia la biblioteca mientras que tú te pasaste por la habitación de Andrea y Carlo. Ambas estaban cerradas y nadie respondió cuando llamaste, así que finalmente te dirigiste al comedor. 

Allí tampoco había nadie, pero escuchaste voces que salían de la cocina y terminaste por abrir la puerta que daba a ella.

Entonces pudiste ver a Andrea y Sun-yun, ambos con un bol en la mano. Él tenía también un tenedor, ella, en cambio, unos palillos. La chica comía apoyada en la encimera y Andrea estaba en ese momento sirviéndose un vaso de agua. Ambos parecían estar charlando amistosamente.

En aquel momento una puerta -no por la que habíais entrado, sino una que estaba situada en la pared adyacente a esa- se abrió y por ella entró Ethan a la cocina. El chico parecía estar buscando algo o a alguien.

¡Buenas tardes! Saludé, animado, mientras me acercaba al frutero para coger una naranja. Me apetecía más un plátano, pero después de lo del vídeo no quería hacer nada que diese que pensar a nadie.

¿Cómo ha ido el entrenamiento? Pregunté, mirando a la china. El psicópata me había contado su versión, quería comprobar que coincidiese con la de la china. Aunque por alguna extraña razón esta vez creía que Emille estaba diciendo la verdad. 

Ah, Andrea, Gareth te estaba buscando. Creo que está en el estudio. Dejé caer, mientras empezaba a pelar la naranja sin ayuda de cubiertos, clavando las uñas y pringándome las manos enteras. Esto es una mierda. Echaba de menos mi casa. 

- Claro que está rico- desprecié su cumplido aunque mis mejillas tomaron algo de rubor bajo el artificial del maquillaje. No le respondí, no hubiese sido educado con la boca llena, y era difícil romper el ritmo mecanizado con el que llevaba toda la vida comiendo. No entendía la manía de los ingleses de hablar durante la comida, pero cuando mencionó al kuri de nuevo, levanté la mirada del arroz para mirarle con ojos interrogantes. - ¿Ahora es licito cargarse a los subnormales? Yo firmaba. - Los leones son muy inteligentes- corregí al italiano pero sin ganas ni voz entre bocados.

Pero toda mi afligida calma se perdió cuando mencionó sus pesadillas - ¡También hay sirenas!- perdí la sincronía y dejé de comer - ¿cómo son? - empecé a impacientarme para meter mis narices en ese libro acaroso. - Sí, palillos- me encogí de hombros en un gesto que mató todo mi entusiasmo - ya lo leeré.-Está bien, de idiota nada.. - le sonreí como punto y final, si esperaba alguna vomitona de cumplidos y palmaditas en la espalda lo llevaba claro.

Cuando el chico se fue a por agua, volví a atarearme con el arroz y una vez el bol quedó vacío, me acerqué al fregadero para limpiarlo - Te tomo la palabra. - le dije en referencia a sus últimas palabras y entonces oí a Mike y mi cerebro de fan me obligó a girarme para verle a pesar de haber renegado de su personaje.

- Buenos días.- le devolví el saludo al dirigirse a mi - Guay. - sonreí esforzándome por apartar mi mente del final de la sesión- ¿Qué tal el videojuego? ¿Ganaste?

Cuando Ethan llega y me dice que Gareth quiere verme empiezo a sentir mariposas en el estómago, pero no precisamente de las buenas. Me voy, pienso inmediatamente. Me voy, ya está… Tomé aire profundamente y lo dejé ir poco a poco.

- ¿Sabes donde está Carlos? -pregunté al actor por si se lo había topado. Es igual... No le voy a hacer esperar – dije con un deje de tristeza y dejando el bol ya vacío sobre la encimera. - Adiós, ya nos veremos... – me despedí sabiendo que mi rostro se agriaba a cada palabra que salía de mi boca.

Una vez dije aquello salí de la cocina para ir al despacho de mi tito, antes pasaría por el cuarto de Carlo por si quería acompañarme.

Cuando el italiano preguntó por el otro me reí por debajo de la nariz, -En el estudio, pero si te lo acaba de decir.- callé sin perder detalle de cómo Mike estrujaba esa naranja - ¿realmente no sabe lo que es un cuchillo? - apoyé mi mejilla en un puño y el codo en la encimera para contemplarle como si estuviera detrás de una pantalla y suspiré para mis adentros en el gesto. Era tan raro verle en persona...

- Ciao, - fui a añadir el nombre pero me bailaban varios de los pronunciados en ese último minuto - mejorate. - atribuí su mal rostro a la mala combinación del picante y las drogas - Debería haberlo pensadoSerá zorra. - se pegaron mis pensamientos con la causa de ese despiste - Si se te irrita el culo será culpa suya. - Mike.- le llamé con la sonrisa con que Aly iniciaba las peticiones - ¿Cómo pido una habitación?

Paré de pelar la naranja y miré a Andrea por el rabillo del ojo a medida que el chico avanzaba hacia lo que él mismo había creado. Observé como su cara, que ya de por sí era difícil de mirar, se volvía aún peor a medida que su pequeño cerebro iba asimilando mis palabras. 

Buena suerte. Le dije a modo de despedida, siendo más falso que un billete de 300. Después seguí con mi intento de comerme la naranja. Está demasiado blanda. A saber cuanto tiempo llevan si renovar la fruta. La tiré a la basura y cogí una manzana elegida con mucho cuidado.