Partida Rol por web

Galvan avanzaba entre las llamas pinchando y cortando, desgarrando la carne infernal de aquella bestia inmunda que servía de carcasa a ShadowJDCR mientras éste escapaba humillado del alcance de su espada. 

-De verdad tío, nunca pensé que vería a un Balrog escapar corriendo con el rabo entre las piernas. Ya no volveré a ver el encuetro de Gandalf y el Balrog con los mismos ojos. Para otra vez hazle el favor a Tolkien y cógete un Pokémon. 

Avanzaba sin problemas, esquivando las llamas. Era como en los videojuegos, había encontrado un patrón en sus ataques lo que le permitía evitar las llamaradas. Uno, dos...ahora. Uno, dos...ahora. 

De nuevo se lanzó al ataque, utilizando la misma táctica que antes. 

Ross quería seguir a la criatura, pero en ese momento recordó que sus amigos estaban bajo aquellas rocas mal heridos o incluso muertos, el corazón le dio un vuelco y un suspiro entrecortado escapo de su boca. Desde su posición miro alrededor para saber cual era la situación de sus compañeros, vio a Indis junto a Dedroc y a alguien más con ellos. Rauda como el viento fue a con ellos.

- Indis - le hablo entre jadeos recuperando el aliento - tenemos que ayudar a los demás, al parecer quedaron debajo de esas rocas - les dijo señalando a donde creía haber visto por ultima vez a sus compañeros caídos 

Tal cual lo esperaba el oso resultaba ser un Beórnidas, sorprendida por su aparición dentro del campo de batalla me acerco a su lado y con fuerza le quito la flecha de su espalda. Una vez que limpio su herida y lo vendo le respondo. -¿Cual es el mensaje? Cuéntanos. - me dirijo hacia Vâlgarður. - ¿Cómo has dado con nosotros? - continúo indagando.

La voz de Ross irrumpe la conversación con el beórnidas y ante su pedido accedo con amabilidad. - Cuenta conmigo, vamos. - voy bajando por los riscos hasta donde se encuentre el resto de compañeros caídos.

Dredoc quedó sorprendido por la transformación y escuchó el mensaje del beórnidas, mientras la batalla contra el balrog seguía allá atrás.

Bienvenido, compañero. Seré breve. Dijo Dredoc, pragmático. Los hombres del Este planeaban atacarnos a traición, compinchados con los orcos. Encontramos un mapa con los planes de batalla de los orcos en un grupo de orcos,  llegué a avisar a los hombres del Este y descubrí que eran traidores... entonces modifiqué el mapa e hice creer que los orcos les iban a utilizar y tracionar 

Señala alrededor, a lo que queda de la batalla entre orientales y orcos. Ahora mismo el resto de ejércitos orientales vuelven a estar de nuestro bando, pero Maedhros debería saber que no son completamente de fiar...

La mirada de Indis, es ligeramente diferente a la de Louise, ¿cuanto de Louise hay en ella?. Cuando arranca la flecha de mi espalda, contengo un gruñido - Gracias. Es extraño el tacto de su mano sobre mi piel desnuda*, y me hace estremecerme en cierto modo. - El mensaje, si..., quedo un rato en silencio pensativo, recordando lo que vi sobre el mapa, - necesito ubicarme, ¿dónde esta el Norte?, necesito localizar las montañas. Pero antes de que termine de localizarlas, una nueva pregunta, para la que no tengo respuesta, y que suscitará nuevas preguntas, - Yo... fijo la vista en el suelo valorando que decir, para alzarla y encarar la mirada de Indis al darle la respuesta - ... busque tu mirada.

Entonces la llegada de la elfa pelirroja me pilla desprevenido, hago un ligero gesto que denota mi sorpresa. Observo con atención mientras se dirige a Indis la joven, o anciana, siempre me han desconcertado los elfos, con su aspecto tan juvenil, y su basta experiencia, que denota su dilatada vida, me sorprendo pensando sobre estas criaturas, ahondando en unos recuerdos que no recuerdo como propios, pero son mios.

La sola mención de las rocas, me parece razón mas que suficiente para darlos por perdidos, por desgracia he aprendido que en Estado Alfa, no hay cabida para la esperanza, aun así, no seré yo quien se la arrebate, y sin ánimo suficiente, se lo duro que es dejar atrás a los caídos, le ofrezco también mi ayuda. - Dejad que os ayude, si tenéis alguna cuerda, podéis atarmela al cuerpo e intentaré arrastrar esas rocas. Al menos en esta ocasión,los vigilantes** han sido suficientemente piadosos como para otorgarles una sepultura.

Dedroc trata de ponerme en situación, sobre una batalla que no es la nuestra. Hay asuntos mas apremiantes, pienso sin saber como decirlo. Cuando termina asiento dándome por enterado.

- Quizás perseguir al Valarauko, empleo la palabra que uso Maedhros cuando hablo conmigo, sin tener claro si esa es su pronunciación correcta, demasiada áspera es mi lengua para un lenguaje tan delicado, - no sea tan buena idea.

Ross alzo una ceja al escuchar la afirmación de aquel hombre desnudo y lo miro de arriba a abajo - ¡Vamos pues no perdamos mas tiempo! - no podía creer lo que le había dicho aquel hombre, sin embargo agradecía su disposición para ayudar, ademas de admirar su valor al andar sin armadura por aquel campo de batalla, no sabia quien era ni tenia tiempo para averiguarlo. Saco una cuerda de su mochila y la ato fuertemente a la roca que estaba en lo mas alto del montículo de rocas aquel que había caído sobre sus compañeros. Todo había regresado a su memoria y un sabor amargo le llenaba el paladar sobre todo por que presentía que Eve podía estar debajo de aquellas rocas.

Lanzo entonces la cuerda para extenderla y que todos pudiesen jalar de ella.

La mirada que me dedica la elfa pelirroja, me intriga, uno nunca sabe que piensan los elfos. Perder tiempo no, no podemos permitirnoslo. Cuanto antes acabemos con esto, antes podremos salir de aquí, miro alrededor, valorando el riesgo que corremos, y no creo que acceda a dejarlos sepultados, la única opción es que sea ella misma quien tome la decisión cuando los vea muertos. - No podemos demorarnos, cada minuto que pasemos en este lugar retirando rocas, no hará mas que aumentar el peligro que corremos, además no sería prudente hacer peligrar el rumbo de esta batalla, por nuestros intereses, me aventuro finalmente a añadir, callando eso si mi último pensamiento.

Alzo la vista al cielo, antes de confiar a mis nuevos compañeros la información que me confió Maedhros, el enemigo tiene ojos y oídos a los cielos, pero el humo y el fuego dificultan cualquier intento de observar los cielos y de descubrir ojos y oídos indiscretos - hay unas galerías, debemos seguirlas, se dónde están, pero necesito subir a algún lugar elevado que me permita reconocer el terreno. Terminemos con esto primero, digo señalando a las rocas cuando comienzo a cambiar, mi cuerpo empieza a cubrirse de pelo, a aumentar de tamaño, la nariz se convierte en hocico, la mano en garra, la boca en belfo... y para cuando la cuerda está totalmente extendida, mi cuerpo ha cambiado completamente. Gruño suavemente - grrr, mientras me dirijo pesadamente a la cuerda y la agarro con mis mandíbulas, para lanzarla sobre mi espalda con un movimiento de cabeza, tratando de hacerles entender que deben atarla a mi cuerpo, haré mas fuerza si tiro con el cuerpo. Mientras aguardo inmóvil, el fuego y el humo dejado por el Balrog, me arrancan un estornudo - ¡achooo!

Entre todos los que no participan del combate y gracias a la ayuda del hombre oso logran despejar las rocas y llegar hasta donde se encuentran Anduin y Evereth, pero allí solo encuentran sus ropas y equipo pero no hay rastros de ellos. Es como si la tierra se los hubiese tragado. Al parecer Estado Alfa en esta ocasión trabaja de forma distinta con los caídos a diferencia de Langley con la excepción de Dax durante el viaje a la Mansión Ashouse.

Luego Valgardur en su forma animal trepa sin dificultad hasta ganar la altura suficiente para encontrar el sitio que busca: La entrada a las cavernas que llevan a Angband… solo que es muy pronto para anunciarlo.

Avanzaba sin problemas, esquivando las llamas. Era como en los videojuegos, había encontrado un patrón en sus ataques lo que le permitía evitar las llamaradas. Uno, dos...ahora. Uno, dos...ahora. 

De nuevo se lanzó al ataque, utilizando la misma táctica que antes. 

ShadowJDCR había fallado en sus cálculos y la ayuda de los demás avatares había jugado en su contra porque ahora Quick0 lo humillaba. Por suerte nadie más del “ambiente profesional” estaba allí para atestiguarlo…

Galvan se había confiado en los patrones de las llamas provocados a propósito por el Balrog con la finalidad de atraparlo en su diabólica treta. Al momento de atacar a Gotmogh un círculo de llamas surge del suelo chamuscando a Galvan hasta encerrarlo en un anillo mortal de fuego. Su finta se pierde en el aire y el humo porque el Balrog retrocedió con increíble velocidad para su tamaño. – Eres muy tonto para confiarte en los patrones típicos de un video juego. Este mundo es más complejo que la realidad y puedo dominar todo lo que sucede con mi gran voluntad. Mírate ahora, allí  atrapado como un ratón en la trampa. – El poderoso Maiar tenía más cartas bajo la manga pero el momento había pasado y ahora debería aguardar hasta que la situación sea propicia. La criatura despliega sus enormes alas para abandonar la escena. – Nos volveremos a encontrar Quick0 y la próxima vez no tendrás a nadie quien te ayude. -   A continuación ShadowJDCR desaparece entre llamas y humo dejando un fuerte olor a azufre…

En ese momento Galvan se dio cuenta de la trampa mortal que lo rodeaba y tuvo miedo. No era justo. Lo había vencido, pero Estado Alfa le había dado a ShadowJDCR un as en la manga...o dos. Maldijo para sí. ¿Cómo era posible que le hubiesen dado a ese niñato semejante poder dentro del sistema?¿Lo había hackeado?. No seas idiota Quico...¿entonces? Entonces recordó las palabras de Louise...esa zorra ¿dónde se habrá metido?¿Paranoia? Quizá sólo se está imaginando que el Balrog es ShadowJDCR. Quico, divagas.

Ya había perdido demasiado tiempo en Paranoias. Tenía que salir de allí como fuera. Se envolvió en su propia capa y buscó el patrón. ¿Que no lo hay? Ya lo veremos. Uno...dos...tres....uno...dos...tres...cuatro...¡ahora! Saltó a través del anillo de llamas que formaba la prisión infernal. 

Uno...dos...tres....uno...dos...tres...cuatro...¡ahora! Saltó a través del anillo de llamas que formaba la prisión infernal. 

 Galvan intenta salir pero las llamas cambian de parecer y bloquean su paso dejándolo nuevamente encerrado. Tal vez aquel fuego mágico tuviese vida propia pero es difícil imaginar algo semejante… mientras tanto las lenguas de fuego parecen danzar ante la mirada del Avatar prisionero en ellas.

No comprendía del todo la profundidad de las palabras de ese hombre, me resultaba extraño la forma en que me miraba como si supiera algo más de lo cual soy una completa ignorante. Lamentablemente como el tiempo apremiaba y algunos de nuestros compañeros necesitaban de nuestra ayuda acompaño a Ross para trabajar en conjunto con el Beórnidas, así liberábamos a Anduin y Evereth de las rocas. 

Luego de varias indicaciones, movimientos precisos y la transformación de Vâlgarður quitamos las rocas buscando a nuestros compañeros, pero la sorpresa nos sobrepasó ya que no había cuerpos, solo ropa. -¿Dónde se encontraban? ¿Qué sucede realmente en este lugar? - me preguntaba incesantemente esperando de alguna forma una señal o respuesta a mis preguntas.

El problema mayor era el Balrog, nuestros compañeros desaparecidos, un desconocido que nos ofrece ayuda. Hasta que un fugaz recuerdo me lleva a una imagen de mi misma con otras ropas detrás de un aparato cuadrado (pc), desecho aquel delirio y continúo en esta realidad. -No divagues Indis... - me doy una reprimenda y pienso con frialdad. 

-Guíanos y dejemos este lugar. No podremos con otra Horda si seguimos así, demasiadas bajas y se me terminan las flechas. -argumento esperando la respuesta de mis compañeros.

El elfo estaba extenuado. La batalla había sido dura y ahora se estaba cociendo entre las llamas de aquel anillo. No es justo. Maldita sea...no lo es. 

Le costaba respirar. El aire apenas tenía oxígeno y entraba caliente abrasando sus pulmones. Se maldijo a sí mismo. ¿Qué esperabas?¡Te estabas enfrentando a un Maia!¿Quién te crees que eres, el jodido Gandalf? Te puedes dar con un canto en los dientes por haberlo hecho escapar.

Pensó en intentarlo de nuevo pero era prácticamente imposible. Se estaba enfrentando al poder de un dios gastando sus últimas fuerzas para salvar su vida. El poder de un dios...¡el poder de un dios!¡Claro!

Galvan miró la mano del escudo. ¡La luz de Varda!. ¿Que pasaría si intentaba utilizarla contra el fuego infernal del Balrog? Podían pasar dos cosas, que no pasara nada en cuyo caso, estaría en las mismas o que funcionase y le permitiese salir de allí. Pero Varda era un Valar, tenía que funcionar. Cogió el objeto con su mano enguantada y la acercó a las llamas con determinación mientras rezaba a su señora.

-Varda, a ti me encomiendo. Que tu luz guíe mis pasos. 

Para Dredoc era bastante raro caminar al lado de un hombre oso, un oso hombre, o lo que fuera, pero contando con las águilas, el olifante y el Balrog, tampoco es que fuera lo más raro que había visto aquél día.

En lo que sus brazos pudieron ayudaron al beórnidas a despejar el camino, y luego le siguió hasta donde fuera que les llevase. No es que desconfiase de él, los que conocían lo que era un beórnidas, como Indis, no parecían haberlo hecho, pero... tampoco había razones para pensar que los hombres del Este fueran a ponerse del lado de los orcos, y mira la sorpresa... Por todo ello, prefería acompañarle a dondequiera que estuviera subiendo, y entonces pudo ver que miraba a la entrada de una cueva.

Miró al oso, y como no podía esperar una respuesta vocal, le preguntó algo que pudiera responderse con sí o no.

¿Eso lleva a la retaguardia enemiga, o algo así?

Cuando retiramos las rocas y no hayamos rastro de los demás Avatares, ladeo la cabeza algo confundido, dedico apenas unos segundos a buscar su rastro, arrugando el hocico, despues agito la enorme cabeza como alejando un insecto molesto, aclarando realmente mis ideas, en Estado Alfa las cosas terminan siempre igual, pero siempre es distinto...debemos continuar si queremos salir con vida.

Sin tiempo para lamentar la pérdida, me libero de la cuerda y comienzo a ascender. Ssi tuviese un reloj, miraría la hora, para controlar el tiempo que hemos desperdiciado, cada segundo perdido, nos aleja mas de la salida. Asciendo con paso rápido, y cuando llego a la pequeña cima, me alzo sobre mis dos patas, escrutando el lugar, a pesar de la distracción que supone encontrarme inmerso en una batalla, apenas me lleva unos minutos localizar la entrada. Estoy tan absorto que no reparo en que alguien ha seguido mis pasos, el mismo que se interpuso entre Louise y yo, el hombre armado, y siguiendo mi mirada, no le cuesta localizar la entrada del pasaje. Desde esta posición puedo ver tambien a quien siguiendo al balrog, quedó atrapado entre sus llamas, no podrá salir de alli sin ayuda, pero no hay nada que yo pueda hacer, el fuego calcinaría mi pelo, mi carne y mis huesos. Entonces un pequeño destello de luz blanca en sus manos, indica que no todo está perdido para él. Y mientras entorno mis ojos para ver si lo consigue, una voz llega a mis oídos llamando mi atención, una pregunta clara y directa acerca de la galeria, que no deja lugar a evasivas ni a respuestas esquivas. No me extraña que me halla seguido sin percatarme, pues el fragor de la batalla oculta la mayoria de los sonidos ajenos a esta, y estoy demasiado preocupado por la salida, demasiado centrado en encontrarla, pero me sorprende que halla sido capaz de seguir mi paso, sin la ayuda de un caballo, y apenas muestra signos de extenuación, en cierto modo se ha ganado mi respeto, y sin duda alguna merece una respuesta, aunque aún es pronto, no se si esta preparado, no se si lo estan los demás, y necesito a todos y a cada uno de ellos. Dejo caer mi cuerpo sobre las cuatro patas, y alzando y bajando la cabeza en señal de asentimiento emito un breve y suave gruñido - grrr. Para después mover la cabeza hacia abajo de la montaña al tiempo que inicio el descenso.

Y cuando apenas quedan unos metros para llegar abajo, comienzo a cambiar, necesito hacerme entender, no hay espacio para la duda ni las suposiciones, un malentendido por pequeño que sea y todo se habrá ido al carajo, y quién sabe si podríamos quedar atrapados en este lugar para siempre. Cuando consigo llegar ya he cambiado completamente, mi piel desnuda, al quedar desprotegida por la gruesa piel y el poblado pelaje ha quedado algo arañada por los matorrales que cubren la ladera, aunque la mayor parte de estos quedó chamuscada por las llamas del Balrog, mostrando algún pequeño rastro de sangre. El hombro aún me molesta por la herida de la flecha, que ha vuelto a abrirse y una mueca en mi rostro denota cierto dolor, que aunque resulta soportable, no deja por ello de ser molesto.

Louise se acerca entonces a mi y a pesar de la situación, su voz es suave, casi cantarina, como un arroyo en primavera. - Debemos ir hacia alli, digo señalando hacia una montaña escarpada, - a su ladera norte, y adentrarnos en las entrañas de la tierra, y el corazón del enemigo.

Luego señalo el anillo de fuego, - vuestro amigo está atrapado dentro, miro al suelo negando con la cabeza, - yo no puedo hacer nada por él, para de nuevo mirar a Louise, - pero quizás no todo esté perdido, sostenia una luz blanca entre sus manos.

La elfa se queda en shock, - ¡Eve! ¡Noo! - piensa aterrorizada sin decir nada, solo se lleva las manos a la boca.

Mientras el beórnidas subía y bajaba la montaña Ross se dedico a buscar entre las rocas alguna pista sobre el paradero de sus compañeros, sin duda Eve estaba entre ellos y tenia que encontrarle, era lo mejor que tenia para poder saber todo sobre ella misma, después de lo sucedido con Charles, poco era lo que de su pasado podía rescatar.

Cuando regresa Vâlgarður ya no lo ve con extrañeza pues ahora a confirmado sus afirmaciones, realmente pudo mover las rocas ya que no era un hombre sino un beórnidas. 

- Qui... Ga... Galvan - tartamudea Ross al enterarse que a sido atrapado, así que toma su arco y sus flechas benditas para ir en su ayuda. - Salvemos a Galvan y luego iremos a donde queráis beórnidas amigo de elfos - dice ántres de partir.

La elfa llego a donde un terrible circulo de fuego tenia doblegado a Quic0 e inmediatamente quiso ir por el pero ante la magia de un Maia poco podía hacer la pequeña elfa, Galvan estaba usando la luz de Varda, lo que parecía ser su única salida. - vamos Quic0 tu puedes, sal de ahí - pensaba Rain

...Pero Varda era un Valar, tenía que funcionar. Cogió el objeto con su mano enguantada y la acercó a las llamas con determinación mientras rezaba a su señora.

-Varda, a ti me encomiendo. Que tu luz guíe mis pasos. 

La luz de Varda seguía rechazando la magia oscura de Morgoth y sus aliados. Una pequeña brecha fue suficiente para que Galvan pudiera salir de allí, luego la luz sagrada dejo de brillar porque el mal ya no necesitaba oposición. Hasta el próximo momento de necesidad aquel pequeño frasco permanecería inerte… esa era su función y así seria por siempre…

¿Que sucedería con los hombres centrinos y su traición interrumpida? Es difícil saberlo y para averiguarlo debían cambiar de rumbo y alejarse de las cavernas y su camino a la retaguardia del enemigo…

Tal vez si atacasen desde la retaguardia podrían generar suficiente confusión para que las fuerzas de Maerdhros  obtuviesen la justa ventaja y con ello podrían devolver el duro golpe que Angand les estaba propinando. Balrogs, Dragones y trolls era demasiado para los Aliados. La victoria cada minuto se encontraba mas y mas distante...

Por primera ves los Avatares tienen el poder de decisión, a diferencia e otras veces en las que son arrastrados cual hojas en un río. Esta ocasión pueden elegir el camino, seguir peleando o avanzar a otro lugar....

Una luz brilló a través del círculo del fuego que tenía atrapado a Galvan. A través del círculo y siguiendo esta luz el elfo surgió de dentro sin ningún rasguño.

Tío, casi no lo cuentas. Esta vez Shadow ha estado cerca...muy cerca.

Miró a su alrededor. No había rastro del Balrog.¡Mierda, se ha escapado!

Cayó al suelo hincando la rodilla, a los pies de Ross y respiró. Sus pulmones recibían el aire como si fuera maná del cielo, mientras miraba alrededor intentando ubicarse. Su pelea con el Balrog, lo había aislado de todo lo demás. Unos segundos nada más, lo suficiente para recuperar el resuello.

Su mirada se encontró con la de la elfa y sonrió. Levantó la luz de Varda y se la entregó. 

-Gr...gracias. Si no llega a ser por ella, no lo habría contado. Mereces mi admiración por haber sido merecedora de semejante don. 

Fue Galvan el que habló. Quico se había vuelto a esconder tras la forma de su avatar y el elfo había recuperado su porte. Se incorporó y abrazó a la elfa brevemente. Miró a su alrededor. No había tiempo para relajarse. 

-¿Y ahora qué?¿Atacamos la retaguardia?¿Nos replegamos?¿Qué ha sido del resto?

Observo como el Avatar consigue salir del anillo de fuego y como entrega a la elfa un pequeño frasco, no puedo escuchar lo que hablan, y poco me importa en verdad, necesito replegarlos, estamos demasiado dispersos...

Hago un gesto con la cabeza a Dedroc, - vamos, nos hemos demorado demasiado, tomo a Louise del brazo y le miro a los ojos suplicante, - vamos Louise, tenemos que salir de aquí. Hay que llegar a la galería, es la manera de salir de aqui. Tiro de su brazo entonces, dispuesto a acercarme a Galvan y a Ross