Partida Rol por web

El resto de la noche, Ivalic los pasó entre temblores y sudores, con la amable Helene sujetándole la mano en todo momento. Vjelkus permaneció sentado en el suelo, junto a la camilla, como un perro fiel preocupado. Y en el exterior, Urik montaba guardia, escuchando una serie de lejanos aullidos lastimeros, de al menos dos lobos, que surgían del callejón en el que dieron muerte al elfo licántropo, a modo de plañideras. Los aullidos cesaron pronto. Luego sobrevino el silencio. La noche continuó.

Y luego... la seguridad del amanecer.

Ivalic pestañeó al despertar. No se sentía distinto, ni para bien ni para mal. Gulpica le preparó el desayuno. Les preparó el desayuno a todos: sopa de verduras. No había nada más en su huerto, y su cojera no le permitía ir a comprar carne a los Ultramarinos de Bildrath.

Gracias, Gulpica. En cuanto a Ivalic... Los dados del destino ya han sido lanzados. Si la medicinia funcionó, esta noche el niño dormirá plácidamente. Si no lo hizo... se convertirá en licántropo. Pongo a vuestra disposición la jaula del sótano, para que podáis encerrar a Ivalic al atardecer... y quizás para siempre. Pero como sois contrarios a mis métodos, quizás prefiráis hablar con Paolo, el herrero, y jugárosla con unos simples grilletes.

- "Gracias por vuestros consejos, Herr Arik, aunque confío en la providencia de los Poderes Benignos, y en que Ivalic se encuentre a salvo de esa terrible maldición.

Durante la noche he escuchado lastimeros aullidos de otros dos lobos. Procedían de la zona donde matamos al licántropo élfico.

Su líder debe morar en el bosque, cerca de donde vive el Hada Azul, criatura tan sólo vulnerable al hierro frío y a la que no se puede mirar directamente sin quedar cegado.

Decidnos, Arik. Si el líder hombre lobo muere... ¿Vuestra hija quedará liberada?" -

Era el amanecer, el momento en el que Helene debía orar y concentrarse para recuperar su poder mágico. Estaba cansada pero satisfecha aunque los dados del destino de Ivalic aún no habían mostrado sus caras. Había hecho cuanto estaba en su mano.

-Que sea Ivalic quien decida. Si de mí dependiera, haría partícipe a su familia de lo ocurrido. La verdad y la sinceridad son importantes y creo que deberían saber qué ha ocurrido y lo que puede ocurrir. Ahora, si me disculpáis, debo orar -dijo retirándose a un rincón tranquilo.

No había sido la mejor noche de su vida, como la anciana había pronosticado su cuerpo comenzó a sentir una subida de temperatura que provocaba un sudor intenso, a pesar de eso sentía frío a la vez y temblaba. Tan solo la fuerza que le transmitían la Señora Helene y su amigo Parriwimple cogiendo sus manos parecía calmarlo un poco y de vez en cuando le invadía el sueño hasta que el cansancio consiguió vencerlo del todo.
Al día siguiente abrió los ojos, se sentía bien y sobre todo no estaba muerto, al menos eso lo habían conseguido, si el antídoto había servido o no no podían saberlo aún, no hasta que anocheciera. Entonces las preocupaciones de los adultos eran que hacer con el niño cuando el sol volviera a ponerse.

-Buenos días, me siento mucho mejor, creo que ya estoy curado. Gracias por cuidarme esta noche.

La sola idea de pasar el resto de su vida encerrado en una habitación como la que estaba Layla era motivo suficiente para no querer entrar en ninguna nunca, pero tampoco quería poner a nadie en peligro si se transformaba en un lobo. ¿Sería consciente de lo que hacía o como decían no podría controlar sus actos? No tenía ni idea de lo que pasaría, si es que llegaba a pasar algo.

-No hace falta decirle nada a mi madre, seguramente esta noche no me pasará nada y no quiero preocuparla, todavía estará afectada por la debilidad de su enfermedad y tiene que reponerse.

Sonrío a Ivalic y no puedo evitar por un momento revolverle el pelo con afecto.

- "Está bien, si no quieres, no le diremos nada a la señora Yannof. Yo confío en que de verdad estés bien, aunque ya habéis visto, amigos míos el temible peligro que suponen las mordeduras de esos demonios lobo." -

Me siento en el suelo al alba a meditar un rato y así reponer mis poderes de paladín.

Yo me muevo en las conjeturas y las leyendas. Que matar al lobo que mordió a Layla la libre de la maldición es algo en lo que como padre tengo el deber de creer. Yo pasé muchos años con Doru, el difunto hijo del párroco, rastreando los bosques en busca de la tribu de licántropos elfos, y jamás encontramos nada. ¿En qué parte del bosque os encontrásteis con un hada azul? Me serviría de punto de partida para retomar mis objetivos, aunque mi prioridad sigue siendo encontrar a Layla y ponerla a salvo-en una jaula, en un sótano húmedo.

Urik no tenía muy buen sentido de la orientación. El basto territorio en el que tuvo lugar el encuentro con Valicia se adscribe a una zona pantanosa limitada por el bajo Ivlis, el muro de brumas que delimita Barovia y el Camino Viejo de Svalich que lleva desde la verja hasta el puente, pasando por el pueblo. ¿Pero cómo explicarlo con sus propias palabras?

Cuando Helene se apartó del grupo para iniciar sus rezos, su ternero le siguió. No se dió cuenta hasta que su hijo le tiró de la manga.

Mami, pupa-dijo señalando el zarpazo del licántropo en su grueso torso.

Vjelkus estaba mimoso, había visto que todas las atenciones de su madre iban dedicados a Ivalic. Pero también es cierto que no sería mala idea agotar todo el poder mágico que le quedaba a Helene y usarlo en sanaciones, antes de volver a renovar su pacto con los dioses del hogar.

- "Me parece interesante que conocierais a Doru, Herr Arik. Nos gustaría encontrar su cuerpo y averiguar lo que le pasó, tal vez castigar a los culpables de su muerte. Creemos que eso traería algo de paz al Padre Danovich. Creemos que fue asesinado por bandidos en el bosque, aunque no sabemos mucho más.

Si pretendéis matar al hombre lobo que mordió a Layla creo que deberíamos de acompañáos. Tal vez de paso encontremos pistas acerca del destino del pobre Doru.

¿Qué me decís, Herr Arik? ¿Estáis dispuesto a retomar la alianza con nosotros pese al mal que os hemos causado? ¿Aceptáis nuestra ayuda?" -

Helene alzó la vista y miró a su pequeño. Reclamaba su parte de atención y no podía reprochárselo. Cuando sus hijos nacieron, el corazón de Helene dejó de vivir en su cuerpo para pasearse fuera, en el de sus tres hijos. Echaba de menos sus besos y abrazos, cada vez más caros conforme crecían. Vjelkus, el más pequeño, era quien aún mantenía unos lazos y unas necesidades que pronto desaparecerían por imperativo de la edad. No podía evitarlo pero sí aprovechar lo que aún quedaba.

-Ven aquí, mi pequeño -dijo abrazándole y besando su cuello, allí donde se juntaba con el hombro, suave y tierno-. Has sido muy valiente hoy y muy bueno. Estás creciendo rápido, Vjelkus y convirtiéndote en un hombre, un buen hombre. Ahora deja que vea esa herida y te curaré. Luego, si quieres, podrás acompañarme en mis rezos.

Arik torció el bigote. Aquellos aventureros eran avatar del Caos, y todas las cosas que tocaban se acababan torciendo. Liberaron a Layla, y la mataron, o al menos mataron a alguien que confundieron con ella. Eran estúpidos, arrogantes y unos buenistas sin remedio. Dejarles entrar en su mundo era como dejar entrar a los Litmunova en el castillo de Strahd. Pero aún así...

Supongo que podemos ayudarnos mutuamente. Pero me he estado preparando para recuperar a Layla, y eso incluía trastocar mis hábitos de sueño. Ayer dormí. Poco la verdad, pero lo hice en las horas centrales del día, esperando que al caer la luna, Layla se mostraría más activa. Hoy solo os podré acompañar durante la mañana, ya que por la tarde deberé descansar. Ahora rezad, vosotros que aún tenéis fé. Cuando terminéis, iremos al callejón a deshacernos del cadáver del elfo.

Pocos minutos después, y acompañados de Arik, callejeaban por el pueblo. Arik les habló sobre la muerte de Doru.

Unos mercaderes trajeron el cuerpo de Doru hace dos o tres meses. Con sendos cortes, y sin cabeza. Buscar el cuerpo de Doru es fácil: seguirá en su ataúd, en el cementerio de detrás de la iglesia-teorizó, sin que a él hubiesen llegado los rumores de los necrófagos.

No tardaron en volver a estar en la escena de su último combate. Pero el cadáver ya no estaba. Se lo habían llevado, dejando tan solo un charco de sangre sobre el que reposó hace horas el cuerpo.

Tímida, desde el otro extremo del callejón, la embarazada se aproximó llena de inseguridades.

Disculpad... Snif. Mi marido y yo pasamos la mitad de la noche en la Carpintería de Giussepe. Desperté, y al lado, en mi cama, no había nadie. Desde la ventana vi al posadero luchar contra una bestia con cabeza de lobo que caminaba sobre dos patas... y dije, ya está. Viktor es un licántropo. Pero Arik se golpeó contra la viga y perdió la consciencia, y el hombre-lobo se fue... huí a refugiarme en mi cuarto, asustada. Pero todas las novelas románticas que he leído me decían que confiase en él. Que Viktor sería salvaje, y peligroso, pero me amaba. Quise que volviese. Recé porque volviese. Pero no volvió...

Decidme, amigos... ¿habéis visto a mi marido? ¿Creéis que se trataba del hombre lobo? Es que también oí muchos aullidos luego, y... no sé. Creí que podrían ser Layla y él.

- "Saludos, Frau Limutnova. El hombre lobo al que el heroico Parriwimple abatió era un elfo, no era vuestro esposo, mi señora." - Digo saludando a la embarazada con una cortés reverencia.

Después me vuelvo hacia Arik y en voz más baja le digo:

- "No creo que el cuerpo decapitado de Doru repose plácidamente en una tumba, Herr Arik. Lamentablemente, el cementerio ha sido invadido por unos necrarios y no se puede llevar a cabo ningún funeral en condiciones hasta que esas bestezuelas puedan ser erradicadas. Es otra de las cosas que querríamos hacer." -

Que Arik accediera a acompañarlos siempre era una buena noticia, les hacían falta brazos y armas para conseguir detener el mal que asolaba aquella región y que no hacía más que crecer.

-No va a ser posible Señor Arik, debajo del cementerio hay unos monstruos y se están comiendo los cadáveres, casi nos matan a nosotros también. Ya hemos avisado en el pueblo que nadie se acerque allí, es muy peligroso.

De camino al callejón Ivalic iba pesando en que harían con él aquella noche. Se encontraba bien así que no pensaba que se fuera a transformar en nada. Para sorpresa de todos el hombre lobo al que Parriwimple había matado ya no estaba.

-¡Alguien se lo llevó! ¿Que hacemos ahora? -No hubo respuesta pues apareció la Señora Litmunova muy preocupada por su marido.- ¿El Señor Litmunova es también un hombre lobo? Vaya... -Había más de los que parecía, nadie hubiera pensado que era uno de ellos, con lo amable y atento que era.- Pero no se preocupe Señora Litmunova, no era él, el hombre lobo de anoche era un elfo de los bosques, no su marido.

Uf, vaya... menos mal. Si la bestia que vi combatir contra Arik no era mi marido, entonces tal vez no sea un hombre lobo, después de todo. Peeeroooo... ¿Y entonces? ¿Dónde está? ¿Por qué se fue en plena noche?

¡Señor enano! ¡SEÑOR ENANO!

En la calle principal, perpendicular al callejón en el que hablaban, Olga llegó agitada y llamando por Varikov, no mostrándose por el ángulo hasta que llegó a la puerta de la carpintería de Giussepe. La adolescente golpeó la puerta con los nudillos, hasta que se dió cuenta de la presencia del resto del grupo.

¡Menos mal! Ha ocurrido algo terrible, señor Urik... ¿Y el señor enano? ¿Ya no está con vosotros? Es igual... yo... yo... ¡Escuchadme, os lo ruego! Mamá y yo fuimos al río, a lavar las sábanas. Pero no estaba normal... había poca agua. Mamá dijo que no pasaba nada, que era normal que el río fuese más caudaloso en verano y menos en invierno... Pero mamá nunca escucha, y me toma por una boba. Yo tengo visto el nivel de las aguas del río otros años, a esta altura del invierno, y no estaba tan bajo. ¡El Ivlis se está secando, señor Urik! Es un mal sino. Eso es que algo malo va a pasar.

- "Hum, tal vez haya alguna obstrucción más arriba. Lamentablemente, maese Varikov ya no se encuentra con nosotros. Se sacrificó para salvarnos a todos..." -

Miro a Arik y le comento:

- "Pues que vamos a ir al bosque a la caza del hombre lobo, tal vez podríamos ver qué pasa con el caudal del río. Necesitaré un arma de plata más efectiva que este cuchillito de cubertería, ¿sabéis dónde puedo conseguir una, Herr Arik?" -

Ivalic no tenía respuestas para las preguntas de Stara, ni siquiera conocía bien a Viktor pues acababan de llegar al pueblo.

-No lo se Señora Litmunova, quizás es sonámbulo...

Entonces apareció Olga gritando y llamando al señor Varikov, por un momento el niño pensó que su amigo había vuelto, pero no parecía así, Olga simplemente necesitaba de sus conocimientos de la naturaleza.

-Como dice Herr Urik no sabemos donde está, se quedó en el bosque tratando de despistar a unos elfos licántropos que nos perseguían. Seguro que el cuervo Hurrn sabe donde está y vendrá volando a decirnoslo. ¿Se está secando el río? ¡Eso no puede ser! El pueblo necesita el agua... Herr Urik deberíamos ir a ver eso. ¿Usted cree que lo podremos solucionar?

Una vez más, todo se agolpaba.

-Organicémonos y hagamos las cosas en orden. Stara, tú no te preocupes. Nos encargaremos de buscar a Viktor. Regresa a la carpintería y prepara el desayuno. Para cuando termines, tu esposo estará de regreso. Tras eso, ayudaremos a Arik a encontrar a Layla y veremos qué ocurre con el río.

Helene tenía una idea clara de dónde estaba Viktor. No quería decirlo ante la pobre Stara pero seguro que Margarita, la prima de Bobby, era la causa de la desaparición. Ya los habían sorprendido la víspera en una actitud indecorosa. Era probable que buscaran nuevas oportunidades, salvo que tal y como dijeran ellos, aquello no fuera lo que parecía. Una infidelidad en toda regla. Debían ir a su casa.

-Quiero visitar a Margarita y ofrecerle mis respetos por la muerte de su padre y comunicarle a ella y su familia que el asesino de su padre ha muerto -dijo a los presentes. Intuía que con aquella afirmación entenderían el porqué de aquel deseo-. Tras ello, Arik, podríamos ir a tu posada. Tal vez pudiéramos desayunar algo frugal y negociar material. Después, partimos en busca de tu hija y descansamos por la tarde para poder afrontar la noche descansados.

​- "Estoy completamente de acuerdo con las sabias palabras de Frau Helene. Necesitamos organización y orden, hacer cada cosa una después de la otra. Llevemos pues a cabo su plan." -

Asiento en dirección a Frau Helene, compartiendo con ella una mirada que confirma lo que sospechamos sobre los problemas matrimoniales de los Limutnova, aunque también que probablemente sea algo en lo que no deberíamos de inmiscuirnos.

- Si Guiseppe aquí todo sería mejor. Manos Guiseppe poder salvarnos a todos. Parriwimple sabe