Partida Rol por web

-Me parece justo. 

Relajo la tensión de la mano en la empuñadura de la espada y miro a Varikov.

Mi corazón me dice que se trata de una criatura entregada por completo al Caos, al contrario que la mayoría de los de su noble raza.

Sólo a través de la Ley y el Orden se puede alcanzar el valor máximo del bien superior. Varikov ni siquiera creo que tenga un nucleo bondadoso.

Es tan sólo un vórtice de locura y tal vez de crueldad. En el fondo, es casi tan peligroso para nosotros como las criaturas de Strahd, como esos zombis que nos acechan, buscando nuestra carne.

Espero ver si entrega el medallón a Irina Kolyana.

Si no lo hace, nuestros aceros tendrán que trabarse y uno de los dos morirá, lo que tan sólo beneficiará seguramente a los poderes tenebrosos y maléficos que gobiernan este maldito lugar.

Al ojo inexperto, el enano no parece seguir ninguna lógica. La realidad es que cuando Irina alzó la espada para ajusticiar a Ludovico, y nadie la detuvo por la fuerza, Varikov torció sus palabras tanto que llamó la atención de la propia Irina y sirvió de distracción para que olvidase al semi-vistani para centrarse en los derechos de posesión del medallón. ¿Es acaso Varikov un estratega nato que redirigió la conversación para salvar la vida de Ludovico sin siquiera desenvainar un arma? ¿De verdad conoce tan bien la naturaleza humana como manipular el odio del corazón de Irina y desterrarlo para siempre? Puede que sí, muchas de las voces de su cabeza lo sostendrían y jurarían ante los dioses que es así. Por otro lado, el enano se ha metido un símbolo sagrado y litúrgico de infinito valor religioso e histórico junto a sus pelotas.

¡PLAF!

Al volver la mirada, todos ven el final de la trayectoria con la que la palma abierta de la vieja gitana deja de nuevo inconsciente a Ludovico.

¡Hala! ¡A dormir otra vez, mentiroso inmaduro! Para los que malmenten tengo yo buenas tortas.

No era la pasividad lo que había mantenido callado, quieto como una estatua, casi perplejo, durante todo ese sainete cómico tráfico al estúpido gigantón llamado Parriwimple. Era, sencillamente, su torpeza. Su mente, más que frágil como el cristal, era sencilla como una roca. Y tantas palabras, tantos recovecos, tantas acusaciones, sencillamente no las comprendía.

Para ser sinceros, de todos los presentes, era el que menos tenía claro quien era el enemigo contra el que todos luchaban o las implicaciones de esa lucha. Para Parriwimple todo era tan simple como hacer las cosas haciendo que la gente estuviera lo mejor posible, y detener a quien quisiera hacer daño a él o a sus amigos.

Ante las palabras del "nigromante-que-no-lo-era" su perplejidad aumentó, para finalmente pensar que debía haber cometido alguna tontería. Pero justo cuando iba a disculparse todos empezaron a pelearse, y a discutir, y el coloso se quedó helado.

-  Los amigos no deben pelearse- dijo finalmente, para luego mirar a Irina- Irina es buena. Seguro que si hizo algo malo fue por culpa de alguien malo. Ella es buena. 

Irina no pudo evitar sonreir ante el comentario. Quizas solo fuera reflejo de su mente mas simple pero Irina queria pensar que el resto de sus compañeros pensaba lo mismo. Ella sabia que con el amuleto puesto no podia haber sido controlada y seguia sospechando que Ludovico queria ponerlos a unos en contra de otros.

-Gracias, Parriwimple. Ashlyn, Urik... He oido que un paladin es capaz de saber si un alma es malvada tan solo mirando en su interior. Os pido que busqueis algun resto de maldad en la mia y en la de nuestro amigo el Mentiroso Durmiente y decidnos que veis. Vosotros no podeis mentir.

- "Yo también he escuchado esas leyendas, Frau Irina, pero me temo que en las tierras malditas de Ravenloft, los paladines tan sólo sentimos si el corazón de un individuo es caótico o se inclina del lado correcto, el de la Ley y el Orden.

En efecto, no podemos mentir, y además irradiamos un Aura de Bien que atrae a todas las criaturas malignas de los alrededores contra nosotros." -

     ¿A qué le corta la cabeza?

    ¡No, no! ¡La lengua!

     … lo hace picadillo.

Ninguna de las voces de Varikov tenía razón. Él era un enano que sabía cómo controlar sus impulsos. Era cierto que esa pandilla de imbéciles merecían un hachazo en toda la frente, pero como se demostró a sí mismo cuando un mosquito se sentó sobre sus partes íntimas, no todo se resuelve con violencia en la vida.

- Sigo esperando, dijo secamente. Acabo de dicir que nun confío en ninguno de vosotros y que me demostréis lo contrario. Los miró a todos con el ceño fruncido. Yo nun quieru el colgante, nun me sirve pa nada. Pero, juro por los mis guevos que nun se lo voy a dar a una parricida y menos a un ignorante como tú, le dijo a Urik. Lo único que tienes de paladín ye la capa, rapazu. Tamos rodeados de zombies, los del pueblu tán en nuestra contra por salvar a los que fueron mordíos por ellos, acaban de acusar a la moza esta de haber matado al su padre ¿y tú le das más importancia a una joya? Dime, ¿es caóticu mi corazón?

Giró la cabeza para ver como la gitana dejaba inconsciente al falso nigromante. ¿Qué tenía que ocultar la vieja?

- Dinos que pasó realmente con tu padre, muyer, le dijo enfadado a Irina mientras con sus manos agarraba su hacha. Si querían lo que tenía entre sus piernas, tendrían que convencerle o matarlo. ¿A qué lado se iban a inclinar esa “buena” gente?

- "Maese enano, dejad de lado vuestros trucos caóticos contrarios a la moral y al bien superior de la comunidad y entregarle ahora ese colgante que no os sirve para nada a Frau Irina. De lo contrario, enfrentáos a mí a duelo aquí y ahora." -

Con un sonido chirriante desenvaino mi espada de plata.

-La realidad, enano, es que no se que le paso a mi padre, excepto que murio envenenado. No se como pretendes que te demuestre que no mate a mi padre pero eso da igual para que me devuelvas mi amuleto. Damelo y te juro que no dejara mi cuello hasta que acabemos con Strahd. Lo necesito para de escapar de mis pesa... De su influencia.

Irina empezaba a perder la paciencia y a cansarse de dar explicaciones a un puñado de extranjeros.

- "Hasta que acabemos con el Conde Stradh no, Frau Irina. Hasta que ya no lo necesitéis porque estéis ya protegida gracias al ritual." -

-Bien. Eso. Hasta que no lo necesite.

​-¡Basta! -grita Ashlyn, enfurecida-. Impías fuerzas de la oscuridad asolan el pueblo, depredan sobre sus gentes dirigidas por la mano podrida del conde... ¿y seguís discutiendo por ese amuleto? ¡Basta digo! El amuleto regresará a vuestras manos, Ser, pero ahora hay un cometido mucho mayor que cumplir. ¡Mirad en vuestro corazón! Y vos, Irina, ¡pensad en vuestro pueblo!

La hermosa mujer contempla abstraída al enano.

-Dudo que ese talismán vaya a salir solo de donde se encuentra, o que a nadie en su sano juicio, zombie o humano, se le ocurra buscarlo ahí... Así que centrémonos y ¡luchemos de una vez por estas gentes y su maldita tierra!

El parloteo de la débil mujer paladina sobre ser todos amigos fue suficiente distracción para Herr Urik, y Varikov se lanzó hacha en mano contra el Caballero del Cuervo, si es ese el verdadero nombre de su orden. El filo se estrelló contra el escudo del humano sin remedio, como quien hace sonar un gong, y el sonido metálico vibrando amplificaba las voces en el interior de la cabeza del Trampero con palabras de violencia y muerte.

Oh, ¿qué va a ser de mí? Una vez más dos aventureros se enfrentan en duelo por ganarse mis favores. ¿Por qué tendré que ser tan bella que los hombres se pelean a mi alrededor? Está visto que las gitanas levantamos pasiones. Será por nuestra tez morena y exótica. ¡Ánimo, Herr Urik! ¡Vos sois mi favorito! ¡Partidle la cabeza a ese enano y esta noche dormiréis calentito! Jijijiji...

Sorprendido ante el ataque del enano, respondo por puro reflejo, causándole un rasguño justo por debajo de la barba.

- "Frau Ashlyn. Tened en cuenta que Frau Irina debe ponerse el medallón ya para protegerse de la mirada del Conde Stradh von Zarovich. Es posible que el conde vampiro pueda ver todo lo que sucede a su alrededor, incluso que la esté espiando ahora mismo. El medallón entorno al cuello de Frau Irina cegará su mirada mágica y ahora mismo necesitamos desesperadamente cualquier pequeña ventaja que podamos conseguir." -

     Este se ha fumado algo…

     Seguro, pero coño, ¡que comparta!

     Será sordo…

     ¡Será imbécil!

     Dice lo de caótico como si se tratara de un manual de rol…

Varikov había aguantado demasiado. Ese tal paladín consiguió que el enano rompiera su promesa de ser bueno y no atacar humanos. Pero ¿cómo no hacerlo? No hacía más que irritarlo como una mosca pesada. Apretó su hacha hasta no poder y, al escucharlo decir lo del duelo fue simplemente demasiado.

- ¿Duelu? Si eso quies, eso vas tener aquí y ahora. Muyeres, esperái un pocu a que lu ponga a esti la cara del revés y enseguida arreglamos lo de la joya, que me ta empezando a picar la p… Aaarrggghhh

El grito de Varikov no fue el único que se escuchó, por lo menos no en su cabeza. Sus voces estaban haciendo apuestas y de repente tuvieron que tirarlo todo al suelo y agarrarse de sus oídos imaginarios para parar de escuchar ese infernal gong que les hacía vibrar hasta las cuerdas vocales. El paladín paró su golpe y no solo eso, atacó al Trampero y hasta le hizo daño. Ver su propia sangre fluir hizo que una furia extrema tomara posesión de su cuerpo.

Irina se llevo la mano a la cara. Que hacian aquellos dos idiotas? La guerrera no entendia donde estaba el desacuerdo. Finalmente, envaino su espada y se dedico a desarmar y sacar de la armadura a Ludovico. Queria tener a aquel embustero desarmado. 

Por otro lado, Ashlyn estaba en lo cierto sobre su deber de defender a su pueblo pero en aquellos momentos estaba demasiado descentrada para tomar el liderazgo. Se acerco a la paladin.

-Hombres! Siempre comparandose a ver quien orina mas lejos!

- "Deponed el arma, Maese Enano. Os habéis guardado en los calzones algo que no os pertenece, y al hacerlo le estáis haciendo el trabajo sucio a Stradh.

Vuestra raza es honorable y amante de las tradiciones. Vuestros ancestros renegarían de vos si os vieran ahora mismo.

El Medallón pertenece a mi orden. Los paladines no mentimos, no podemos hacerlo. Eso es algo que sabe todo el mundo. Las criaturas malignas siempre nos atacan primero, pues perciben nuestra aura. Y vos me habéis atacado primero.

Cesad ahora mismo vuestra locura y dejaré de lado vuestra ofensa para luchar por el bien común, el orden y la ley." -

Le dolía la cabeza, y no entendía nada. ¿Por qué estaban peleando esos dos? Sin decir nada se les quedó mirando con expresión perpleja.