Partida Rol por web

Irina agarro el medallon con fuerza al pensar en ir a dormir. Las pesadillas...

-Yo dormiria mejor compartiendo habitacion con Ashlyn o Ismarck. Que os parece? - le pregunto a ambos.

Veo que Varikov y Frau Irina se retiran a descansar, por lo que si quiero hacer una patrulla nocturna por las calles del pueblo sólo puedo contar con Frau Ashlyn y Parriwimple, así que les miro a ambos, evaluando su disposición a seguir sin poder descansar y dormir por unas horas más.

-Yo os acompaño, Ser. No podría dormir con todos estos cadáveres pululando por ahí.

- "Parriwimple, ¿te vienes a cazar zombis?" - Cojo algunas picas de las paredes de la Viña de Sangre como instrumento para acabar con esas desdichadas criaturas que hasta hace tan poco eran vistani.

Irina se fetuvo en su trayecto hacia la habitación de Ismarck. Le sabía mal dejar a los dos paladines solos pero sus fuerzas estaban al límite y debía descansar para ser útil al día siguiente.

-Tened cuidado ambos. Esas cosas son más peligrosas de lo que parecen, ya lo sabeis. 

Se dispuso a seguir subiendo cuando recordó las dos marcas en su cuello. 

-Me sentiría más segura si Parriwimple se quedara a dormir con Ismark y conmigo en nuestra habitación y se asegurara de que no me salen un par de alas de murciélago y salgo volando por la ventana.

A Parriwimple, que tardaba en responder, le cayó un fino hilo de baba por la comisura de los labios que Gertruda se apresuró a limpiar con un paño.

Déjale en paz, abusón-dijo a Urik-. No todo el mundo está curtido a partir de tu misma piel, ni tiene estómago para enfrentarse a esos horrores antinatura. Parriwimple no tiene porqué ir contigo ahora que no hay nadie que quiera lincharnos. ¿Verdad, Parriwimple? Se quedará con nosotras.

Urik no halló pica alguna en las paredes de la posada, pero de momento su espada no se ha mostrado como un arma inefectiva contra los zombis. Con eso bastará para acabar con la plaga.

Señor enano, Arik comentó antes de irse que había habitaciones especiales en la buhardilla para gente...-trató de ser lo más diplomática posible-de estatura reducida. El techo está inclinado, así que es bastante incómodo para los humanos. Por lo demás tiene todas las comodidades: catre para dormir, cofre para guardar la ropa y palangana para...-se puso colorada, sin acabar la frase-Sígame, por favor...

Un momento, Gertruda... En cuanto eso, aunque es cierto que la ira contra vosotros ha disminuido, sigamos siendo prudentes. He dispuesto una habitación doble para Parriwimple y para ti. La cerraremos con llave por la noche para mayor seguridad.

Se encaminó también hacia las escaleras, con una llave recién sacada del bolsillo.

Hermana, yo me basto para protegerte. Dormí la mona por la mañana, así que puedo pasar vigilia esta noche. Y si... te saliesen alas de quiróptero... Que esperemos que no, pero si sucediese... ¿Deseas morir por mi daga antes que servir a Strahd o prefieres que busque el modo de revertir la transformación por muy remota que sea esta posibilidad? Eres mi hermana, respetaré tus deseos por muy dolorosos que me resulten.

-Desde luego, si ves que no reacciono y no te reconozco, o me abalanzo sobre ti, acaba conmigo sin dudarlo - le dijo. Irina no quería herir los sentimientos de su hermano pero dudaba de que fuera capaz de defenderse de un ratón de campo, no hablemos de un nosferatu.

Pero estaba muy cansada y sólo quería dormir, así que no discutió y se fue a acostar.

Parriwimple estaba cansado. Habían sido demasiadas emociones en un solo día, y además, aun sentía la confusión de ver como dos de sus "nuevos amigos" habían estado a punto de pegarse. Tampoco es que entendiera muy bien lo que había pasado, pero pareciera como si hubieran discutido por el objeto ese que tenía el nigrej... nangrom... nigromante. Bueno, el que era nigromante pero no lo era.

Todo muy confuso, si. El gigantón no notó que no había respondido a la pregunta de Urik, y sintió como Gertruda le limpiaba la baba. Por un momento fue a decir que sí, que iría con los dos con Urik y Ashlyn, pero fueron precisamente las palabras de Ismark las que hicieron que negara con la cabeza.

- Parriwimple no está cansado. Pero Gertruda y Irina pueden necesitar a Parriwimple. ¿No le importa a Urik y a Ashlyn que Parriwimple se quede aquí por si ellas le necesitan?- tras estas palabras se pone en pie, acompañando a Gertruda mientras esta conduce a Varikov a sus aposentos, aun preocupado que alguien pueda atacar a la chica- Gertruda, ¿donde está Arik? Seguro que está preocupado si no estás cerca. Se enfadó mucho cuando pensó que te habían herido, ¿sabes?

Los ojos de Varikov eran una fina rendija, mientras miraba a Gertruda, y su labios una pasa. Le gustaría enseñarle a la chavala otra parte de su cuerpo que no tenía para nada una “estatura reducida”, pero se contentó con gruñir y meter unas salchichas en sus bolsillos antes de subir por la escalera. Además, la loca pretendía decirle para que se usaba la palangana cuando todo el mundo sabe que es para mear…

Llegó arriba gruñendo y refunfuñando como le era la costumbre y enseguida despidió a la chica con un portazo en la cara. El lugar estaba infestado de humanos y ese espacio que era solo para él, fue una bendición.

Se sacó la ropa mojada y la extendió por todo el lugar. Solo tuvo cuidado de sacar las salchichas y ponerlas sobre su almohada para poder comerlas mientras se quedaba dormido. No tardó mucho en hacer las dos cosas.

- "Herr Arik, Frau Ashlyn y yo vamos a hacer una pequeña batida intentando acabar con algún no muerto y tal vez rescatar a la señora Mary. ¿Podéis proporcionarnos cuchillos, hachas arrojadizas o arcos? También necesitamos a un par de mozos con antorchas que nos acompañen para darnos luz..." -

Gertruda susurró su respuesta a Parriwimple y justo después siguieron escaleras arriba. Sin Parriwimple, ni Gertruda, ni Ismark, ni Irina, aún quedaban en la planta baja de la posada unos cuantos aldeanos que, en cuanto Urik mencionó que necesitaban mozos, escurrieron el bulto y miraron hacia otro lado.

Arik no está aquí.

La voz infantil salía de detrás de la barra. Al inclinarse, los paladines vieron a un niño sentado con las piernas cruzadas en un hueco bajo la barra destinado a almacenar las botellas de alcohol para los clientes. El pequeño tenía una botella de sidra descorchada y llena, y con el meñique rebañaba el interior húmedo de la boca de la botella y lo chupaba para obtener el dulce sabor del interior. Pequeñas dosis para no emborracharse, o para que los adultos no se dieran cuenta de que la sidra de la botella tenía un nivel más bajo.

Repuso el corcho en su sitio y también la sidra, y salió de detrás de la barra.

Y tampoco van a conseguir porta-antorchas voluntarios-levanta su gorra a modo de saludo-. Señorita paladina... Mi nombre es Ivalic Yannof. Escritor, aventurero, mago y, en mis ratos libres, Guardián de Barovia.

Ivalic apoyó el codo en la barra. Parecía que el microbio intentaba seducirla.

Por el módico precio de cero monedas, les voy a regalar una historia y un consejo. La historia me la contó mi abuelo, pero la conoce todo el mundo por aquí. Hubo un tiempo en el que los aventureros que pasaban por el pueblo para luchar contra Strahd, contrataban porteadores, guías y demás por un puñado de monedas. La pobreza obligaba a aceptar, pero al final nunca nadie regresaba con vida. Cuando en cada familia existió una historia sobre un familiar fallecido por juntarse con aventureros, la gente dejó de aceptar dinero y se metió en sus propios asuntos.

Y ahora el consejo: el dinero no vale nada, sino vives para gastarlo. Sin embargo... Yo estaría interesado en acompañarles y llevar esa antorcha para ustedes. No por dinero, sino por algo más grande... la fama. Estoy buscando una nueva historia para mi nuevo libro, y parece que ustedes dos atraen la calamidad allá por dónde vayan. ¿Qué me dicen? ¿Me permiten que sea su nuevo compañero de batalla, paladines?

Como atisbó una duda en la mirada de los nuevos personajes de su libro, añadió:

Les aseguro que no encontrarán a nadie más en este pueblo que quieran acompañarles...

- "Personalmente, aceptaré encantado si Frau Ashlyn no tiene objección. Necesitamos poder llevar nuestros escudos u otras armas y al mismo tiempo ser capaces de ver sin problemas a qué nos enfrentamos.

No es probable que consigamos gran cosa esta noche, pero al menos podremos evaluar la amenaza y tal vez averiguar si alguien está en peligro y podemos ayudar." -

-Por supuesto que estoy de acuerdo, muchacho -dice la mujer con una hermosa y resplandeciente sonrisa-. Resulta reconfortante comprobar que queda alguien con algo de vida en su interior en este pueblo atenazado por el terror y la podredumbre. Maese Ivalic Yannof -ahora hace una pequeña reverencia-, estaré honrada de compartir mis pesares con vos.

Después de pasar por el Ultramarino Bildrath y soltar una moneda de cobre a cambio de una antorcha, el grupo de los trasnochadores retomó su camino. Pasaron por la casa de doble entrada de los Veljoban. Dos aldeanos se quedaron mirando al niño por su presencia, extrañados. También refunfuñaron un poco cuando los paladines les obligaron a retirar las dos estanterías que acababan de poner para bloquear la puerta. Pero después de la faena, Urik, Ashlyn y el pequeño Ivalic lograron salir de la zona atrincherada.

La noche estaba tranquila. El niño caminó en segundo plano, por detrás de los paladines, haciendo que sus sombras se proyectasen largas hasta el linde con la penumbra. Un único zombi les salió al paso antes de torcer al callejón, y fue rápidamente muerto a espada.

Desde el callejón, a la izquierda estaba una de las barricadas dificilmente escalables que daban a la plaza. A la derecha, la calle principal seguía hasta la mansión del Burgomaestre.

Pst... No alcéis la voz. La casa de las Bogoescu está ocho puertas más allá. Pero mirad allí-el dedo de Ivalic cruzó la calle para señalar una puerta más cercana, cuya madera estaba completamente astillada-. Es la única puerta que está rota. Se supone que los zombis solo se agolparían contra ella si viesen entrar o escuchasen ruido en el interior, ¿verdad?

Una puerta rota significaba que los zombis habían logrado entrar. Si lo que encontraron seguía con vida a estas alturas de la noche, ya era incierto.

Conozco la casa. Es la de los Gulserv. Quedó deshabitada cuando Elenya quedó huérfana y fue acogida como sirvienta en la mansión de los Indirovich.

- "Frau Ashlyn, creo que si podemos hacer algo, es nuestro deber ayudar." - Digo en referencia a la posibilidad de entrar en la casa cercana, la de la puerta astillada, aunque parezca poco probable que lleguemos a tiempo para salvar a alguien.

Miro a la paladina esperando confirmación sobre la mejor forma de actuación.

- "El honor obliga..." -

Cruzan la calle con el ensordecedor ruido de las dos armaduras. Desde la puerta rota, la luz de la antocha se alarga en un rectángulo, por el suelo hasta la mitad de la pared opuesta. No hay muebles, lo que concuerda con la explicación de Ivalic sobre una casa abandonada. No se ve nada, pero se oye. Como un moribundo tratando de hablar, en la oscuridad izquierda de la habitación. Gutural. Cavernoso. Y lo acompaña un rítmico traquetear de garras en la madera.

Ashlyn le arrebata la antorcha a Ivalic y la tira en el interior de la casa. Rueda sobre los tablones, haciendo que el zombi del interior enmudezca. Pero ahora ya no habrá sombras ni sobresaltos. Los dos paladines entran a la vez, seguido del niño para recuperar la antorcha. El no-muerto se encara y arrastra los pies hacia ellos. Detrás del engendro, la puerta cerrada de un armario empotrado cuya madera luce marcas de arañazos.

-¡Ivalic, atrás! -grita la mujer mientras se adelanta y lanza un brutal golpe lateral buscando la garganta del ser podrido y muerto, aunque no muerto.