Partida Rol por web

Parriwimple escucha al fugado y, al ver que no le van a atacar, baja su garrote. Se siente confuso pero realmente todo ese tipo de objetos y baratijas le dan bastante igual. Distraído, se sienta en una de las piedras cercanas, mientras mira los brillantes colores, ahora ligeramente desvaídos, de la caravana gitana. 

- ¿Donde estar todos? - pregunta en voz alta, casi más para sí mismo que para los demás.

Ludovico sacaba unas cosas alucinantes que hacían a Ivalic abrir la boca cada vez más, aunque nada era de su tamaño, ni tampoco tenía dinero para comprarlas, no creía que las piedras que le había regalado el padre Danovich tuvieran mucho valor, pero no perdía nada por preguntar a Ludovico. Agradeció que la Señora Helene se le adelantara con la pregunta sobre su madre.

-Sí, ¿Conoce a una gitana que se llame Jackie Monosequé y que ande echando maldiciones a la gente? Nos sería de gran ayuda saberlo, además está viva todavía o mi madre se hubiera curado ya. ¿Sabes a donde se fueron todos los gitanos?

Seguramente los que sobrevivieran estarían en algún lugar juntos, esperaba que no muy lejos o no podían ir a buscarles.

Guardo silencio y observo a Ludovico con gran concentración, intentando discernir si miente.

Sigo sin saber a qué atenerme con él. Obviamente es un ladrón, ¿pero es además un nigromante o no? En algún momento he sospechado que servía a Stradh, ahora pienso que sólo se sirve a sí mismo, pero claro, para alguien así todo y todos somos mercancías, a quienes vender por provecho si el beneficio es suficiente. Alguien así probablemente haría lo que fuera para tener al Conde a su favor.

Sus palabras me hacen reflexionar. No tenía ni idea de que los aventureros aspirantes a héroes eran tan comunes como él ha dado a entender. ¿De dónde procederán? De más allá de las Nieblas, seguro.

Pienso en lo que ha dicho sobre doscientos cuarenta vistanis... Podrían haber por ahí ciento ochenta zombies. Aunque también es posible que el Conde no los convirtiera a todos, quizá los retenga como prisioneros.

Irina no se dejaba engatusar por el encanto del gitano. De repente, a todos se les había olvidado lo que hizo en su casa.

-Os recuerdo que este bastardo aún no nos ha explicado cómo escapó cuando lo capturamos. 

-Sí, y tenemos el tema de la licantropía de Layla, pero seamos pacientes y todo llegará. Ludovico, ayúdanos. El de la ayuda, es un camino de doble vuelta. 

Lo siento, señora Helene... no me malinterprete, pero es usted demasiado vieja como para ir buscando sus favores. Son muchas preguntas, pero parece que no venderé nada hoy...

Ludovico lanzó un suspiro y cerró el compartimento de su carro, algo desanimado. Debió esperar un resultado así viendo la pinta de pobretones y pordioseros que tiene este grupo de viajeros.

Empecemos por las sencillas... Irina me preguntó cómo escapé, y me voy a guardar ese secreto para mí. No soy de los que fardan de sus proezas si luego esa información se puede volver contra uno. ¿Conformes con la respuesta?

Por otro lado, están las respuestas que desconozco. No sé a dónde han ido todos los gitanos. Si alguno tuvo que abandonar sus posesiones apresuradamente, estaría lo suficientemente necesitado como para tratar de llegar a las Brumas. Los vistani de pura raza pueden atravesarlas y encontrar cobijo en ellas.

Dhavit Uthurlan debe de haber muerto como sesenta lustros atrás. El otro hombre que mencionas, Jeref, estaba buscando precisamente a los descendientes de Dhavit. Me pidió ayuda, y usé un conjuro de adivinación para poder encontrarlos. Hace un par de meses, los últimos Uthurlan estaban en un bosque al oeste de aquí, o eso pronostiqué. Ahora, ¿quién sabe si seguirán allí?

La segunda y última vez que vi a Jeref, hace un mes o mes y medio, estaba cavando en el cementerio de la Encrucijada. No seré yo el que juzgue a un ladrón de tumbas, pero es más rentable el cementerio de detrás de la iglesia de Barovia. En la Encrucijada solo hay muertos de hambre, los mercaderes y artesanos adinerados nunca se entierran allí.

Después conozco a un par de "Jackies". Una prostituta de Teudeldorf se llama Jaqueline. Y la hija más joven del posadero del Carro Rojo, en Vallaki, se llama Jakovna. Ah, y luego había otra Jackie... ¿o se llamaba Jannie? No lo recuerdo. Pero ninguna echa maldiciones salvo cuando logras ponerlas a cuatro patas, jaja...

- "Por favor, maese Ludovico, cuidad ese lenguaje. Hay damas y niños presentes..." - Miro al ladrón y brujo semivistani con severidad.

Pienso acerca de lo que nos ha dicho el tal Ludovico. El esposo de Frau Helene buscaba desesperadamente a los descendientes de Dhavit Uthurlan, que en Barovia tan sólo son conocidos por la extrema miseria que alcanzaron debido a las deudas. También estuvo profanando tumbas en la peligrosa Encrucijada que hemos visitado hace poco. Respecto a los Uthurlan están en los bosques... ¿Estarán relacionados con esos hombres lobo tan salvajes que ni siquiera obedecen a Stradh?

Aquel Ludovico parecía un tipo con recursos, alguien del que se podían aprender muchos trucos y cosas pero no tenían tiempo y además el hombre no parecía muy de fiar por lo que parecía.
Ivalic no disimuló cierta desilusión al ir descartando una a una las Jackies que Ludovico conocía, ninguna parecía coincidir con lo que estaban buscando y eso significaba que le habían perdido la pista pues el poblado gitano era su única esperanza.

-No... no fue por ponerse a cuatro patas, no estaban jugando a los perritos o a caballeros. Este Ludovico no se estaba enterando de nada, él intentaba hablar de cosas serias y el gitano se ponía a hablar de juegos infantiles, sería mejor que le explicara mejor todo a ver si servía de algo. Mis padres querían tener un hijo y no se podían quedar embarazados, así que mi madre fue a ver a una gitana que se llamaba Jackie Monosequé. La gitana le hizo algo y así nací yo, pero mis padres son muy pobres y solo tenían dinero para darme de comer así que no pudieron pagar a la gitana, que la maldijo y ahora mi madre está a punto de morir, por eso tengo que encontrarla, para que le quite la maldición. Yo puedo pagarla mira. Ivalic se acercó y le enseñó a Ludovico el cáliz y los ónices con mucha ilusión. ¿Será bastante para que quite la maldición verdad? Pero para eso tengo que encontrarla y nadie sabe donde está... Pensábamos que viniendo aquí podríamos encontrarla o saber donde podía estar.

Ludovico se encogió de hombros ante las palabras de Herr Urik haciendo como si no supiese a qué se refería. Los niños realmente no se enteraron de mucho, y las damas ya hace tiempo que habían perdido la finura por la raja del potorro.

Mamá... ¿qué es una prostituta?

Como chico de campo, Vjelkus jamás había visto una. Además, no estaba familiarizado con el concepto. Lo más que pudo oir a lo largo de su vida fue un "hostia-puta" de su padre al usar su pulgar como clavo por equivocación mientras reparaba el tejado de la ermitaña casa a la que llamaban hogar.

Mientras tanto, Ludovico asentía a las palabras de Ivalic. Le hacía mucho más caso desde que le enseñó los ónices y el cáliz. Es mucho dinero para que lo llevara un simple niño. Seguramente los adultos de aquel grupo guardaban en sus bolsillos riquezas aún mayores, y eso era algo que motiva a cualquiera.

En la mitad de la explicación, el medio vistana se agachó a coger un palo y empezó a dibujar lineas en la tierra...

Muy bien, chavalín, te diré lo que haremos... Usaré el mismo truco que usé para localizar a Uthurlan para Jeref. A mi izquierda tengo un mapa tosco de la región de Barovia. Las uves invertidas representan las montañas Balinok. Los puntos son las diversas ciudades y aldeas. Las lineas son los distintos ríos y caminos.

A mi derecha tengo un mapa más detallado de todo lo que está alrededor de este campamento. Esto de aquí es el río, el lago, el puente, el castillo de Strahd y la aldea de Barovia.

Frotaré una moneda con mi magia, y la tiraré al aire. Si cae en alguno de los dos croquis, revelará la posición de aquel por el que preguntemos. Si cae fuera, significa que está en algún lugar más allá de las Brumas. Si cae en medio de ambos dibujos, siginifica que la persona está protegida de la adivinación de algún modo: un santuario, un objeto mágico, un conjuro... Eso en cuanto a la zona de aterrizaje.

Luego la moneda puede tocar el suelo plana, tanto da que sea por la cara o por la cruz. Eso significa que la persona por la que se pregunta está muerta, y solo indica la ubicación del cadáver. Si aterriza de canto, es decir, si se hunde en la tiera y queda vertical, revelará que la persona aún está con vida.

Solo quiero usar este truco una vez al día. Tengo que guardar el resto de mi magia para sobrevivir y protegerme de los peligros de estas tierras. Si estáis dispuestos a pagarme con uno de esos ónices, ejecutaré el conjuro para revelar el paradero de la persona que me digáis: Uthurlan, Jeref o Jackie Monosequé.

- "Hemos venido aquí en primer lugar para ayudar a Ivalic y a su madre enferma. Creo que esa debe seguir siendo nuestra prioridad." -

Helene escuchó cuanto decía de su marido y quiso creer que cuanto decía era cierto. Sus ojos se humedecieron por la emoción de haber obtenido siquiera una confirmación de que hacía poco más de un mes seguía vivo. Suspiró con cierto alivio y abrazó a Vjelkus que la sorprendió con su inesperada pregunta acerca de las prostitutas. 

-Es una mujer que practica el sexo por dinero. También se las conoce como putas, rameras, meretrices o mercenarias del sexo -respondió escueta y exacta. Andar con circunloquios o negarse a responder hubiera convertido el viaje en una agonía donde su ternerito la habría agotado a base de insistencia. Y es que Vjelkus podía ser pertinaz como la sequía cuando se trataba de saciar su estómago o su curiosidad-. Ludovico, gracias por tu información -se acercó a él y le dio un beso en la mejilla-. Pero lo de vieja y eso de los favores -una colleja en el cogote restalló como un látigo-, sobraba. Aun así, me has hecho un gran favor y estoy en deuda contigo. Si alguna vez necesitas sanación, acude a mí y te ayudaré sin preguntas. 

Lo que siguió, la llenó de dolor. Una oportunidad, tres destinos, dos de ellos directamente relacionados con su búsqueda. Pero Helene era una mujer justa y aunque no hubieran venido buscando a Jackie en aquel viaje, la urgencia por la situación de la madre de Ivalic exigía que él fuera el beneficiado. 

-Jackie, por supuesto -tenía a sus espaldas, en el camino recorrido, en aquella encrucijada guardada por los fantasmas, la ocasión de quizá hallar una pista y es lo que intentaría obtener cuando concluyeran allí con Ludovico. Junto al resto del grupo si se decidían a acompañarla o sola. 

Parriwimple pone su manaza en el hombro de Ivalic.

- Tenemos que encontrar a la mujer que puede ayudar madre de Ivalic- dice en tono serio- Creer que como fugarte y nosotros ser buenos deberías hacerlo sin pedir cosas bonitas, porque la gente tiene que ser agradecida.- mira un instante al hombre llamado Ludovico- No se... ¿a lo mejor comprar algo por precio decir y hacer también como favor compra lo de encontrar madre?- pudiera parecer demasiado inteligente y quizás por eso, el grandullón se lió casi al terminar- Aunque solo son piedras. Si quieres una por conjuro ese raro no me parece mal tampoco. 

Ivalic prestó mucha atención a la explicación de Ludovico fascinado por el funcionamiento del truco que iba a realizar, eso iba a ser alucinante, aunque cuando llegó al final el muchacho torció el gesto decepcionado. Solo tenían una oportunidad y tenían que elegir entre Jackie, la gitana a la que nadie conocía ni había visto más y el padre de su amigo Vejlkus.

-¿Y no puedes hacer una excepción y hacerlo dos veces? ¡Solo por esta vez! Intentó convencer a Ludovico poniendo cara de pena. O podrías acompañarnos hoy, estarás más seguro si vienes con nosotros y mañana podrías hacer la otra adivinación.

No le gustaba tener que elegir y además aunque todos parecían de acuerdo en encontrar a la gitana Ivalic sabía que no sería tan sencillo. La magia necesitaba de cosas precisas y ellos solo tenían un simple nombre y una raza, ni siquiera un apellido o un objeto que le perteneciera o parentesco cercano... En su opinión había muchas posibilidades de que el truco no funcionara. Sin embargo con el padre de Vejlkus si que funcionaría casi seguro. No le importaba gastar dos piedras, para él no tenían más valor del que los otros les quisieran dar, incluso una piedra le parecía un precio bastante barato, pero no iba a decirlo o el gitano le subiría la tarifa. Esperó a ver si Ludovico cedía de alguna manera antes de exponer sus dudas a los otros.

Irina se preguntaba si podria poseer al gitano y obligarlo a realizar el encantamiento. No, seguro que tenia mil patas de conejo y amuletos de toda clase para defenderse de ella. Ademas, la sola idea de meterse en su asqueroso pellejo de traidor le repugnaba. Finalmente, el fantasma resolvio mantenerse alejado de todo aquello.

Pero mamá... ¿y papá?

Vjelkus no entendía cómo su madre renunciaba a la búsqueda de Jeref en favor de otro. Su madre siempre decía que la familia era lo primero... que si familia, deber, honor... que si la familia está para apoyarte en los momentos difíciles...

Sin embargo, acabó por aceptarlo. Porque ahora era un adulto que conocía el significado de la palabra prostituta, y un buen puñado de sinónimos, y eso hace que le salga el pelo en el pecho a cualquiera. Así que tragó saliva, se mordió el labio, y asintió a Ivalic, como diciendo que no pasaba nada, que así estaba bien, y que no iba a llorar si es que al final Ludovico solo hacía una adivinación, y la persona a la que localizaban era Jackie y no Jeref.

Ludovico tiró de su capucha hacia los ojos, en reconocimiento a las palabras de Helene.

Tranquila, me procuro mis propias curaciones-sentenció, golpeando dos veces con los nudillos el compartimento de objetos mágicos, pociones, varitas y pergaminos de curación.

No parecía muy preocupado por si no tenía datos precisos sobre la identidad de la señorita Monosequé, así que si Ludovico no ponía pegas, sería que todo estaba bien. Por contra, los que si estaban en tensión eran Irina y Varikov...

Irina tenía los nervios a flor de piel, si es que un fantasma pudiese tener piel. Estaba ante el posible asesino de su padre, y también un ladrón, un nigromante, el hombre que había entrado en su alcoba violando toda su intimidad, y puede que uno de los sicarios de Strahd Von Zarovich.

Las motivaciones de Varikov eran otras. Todo esto de poder localizar a las personas desaparecidas le estaba haciendo abrir aún más el ojo del párpado malo. Quizás fuese la manifestación fisiológica de un enano perdiendo la paciencia: deberían estar matando a Strahd, no perdiendo el tiempo con la madre del niño demasiado abrazador, y su estúpida maldición.

Mira, niño... Si por cada vez que me han pedido hacer una excepción, atendiese las súplicas, a estas alturas estaría muerto. No es la primera vez que haberle negado la magia a un viajero por la mañana, me ha permitido salvar el cuello por la tarde. Realizar el truco dos veces no es una opción. No hay dinero en el mundo que pague esa inseguridad.

Tampoco voy a acompañaros. He aprendido a no fiarme ni de mi sombra. Vosotros... sí, sois simpáticos. Pero vuestros actos me hacen recelar. Me golpeasteis en el puente, me atasteis, me robasteis mi armadura y mi recientemente adquirido medallón, me tratáis de nigromante y asesino, y vais con un fantasma que quiere mi cabeza en una bandeja de plata. Y para mayor inri, ahora sabéis que llevo objetos de valor en mi carreta. Ni se me ocurriría cerrar los ojos una noche alrededor de la misma hoguera junto a la que estuvieseis vosotros.

Tranquilos, siempre ando por la región. Tarde o temprano nos volveremos a encontrar, y podréis hacer una segunda consulta. Pero eso será otro día. ¿A quién queréis buscar finalmente?-dijo, tendiendo la palma de la mano para recibir su pago.

Estaba claro que Ludovico no iba a ceder y solo realizaría una adivinación. Finalmente el gesto de su amigo Vjelkus junto a la unanimidad de todos en buscar a Jackie antes y sumado a la posibilidad de encontrar más adelante a Ludovico para poder encontrar al padre de su amigo le hicieron decidirse. Cogió uno de los ónices de su bolsa y lo puso en la mano extendida del gitano.

-Entonces busca a la gitana Jackie Monosequé, la que le hizo un hechizo a mi madre para que se pudiera quedar embarazada de mi y luego la maldijo porque no pudo pagarle.

Aquello era todo lo que sabía sobre ella, esperaba que fuera suficiente, aunque Ludovico parecía muy convencido del éxito de su encantamiento así que eso le tranquilizó. Se giró hacia su amigo Vjelkus mientras el vistani hacía los preparativos necesarios.

-No te preocupes, cuando encontremos a Jackie buscaremos a nuestros padres, ya verás como todo sale bien. Ivalic posó una mano sobre el hombro de su amigo y esperó el resultado de la adivinación.

-Lo encontraremos, hijo, lo encontraremos. A veces es conveniente esperar para dar con el buen camino y toda buena obra tiene su merecida recompensa, más pronto o más tarde -afirmó Helene a Vjelkus. Una mano se posó en su hombro y la otra sobre el de Ivalic que acababa de acercarse. Y así, como una sombra protectora y maternal, aguardó el augurio de Ludovico haciendo suya la causa de aquel jovencito que había conocido la víspera. Bajo sus alas, dos adolescentes que habían emprendido el camino sin vuelta de la madurez lo cual conllevaba tristezas y frustración, pero también alegrías y éxitos. Sonrió para sí. Jeref estaría orgulloso de su Vjelkus y de la generosidad con la que había actuado. Sí, las lecciones impartidas comenzaban a dar sus frutos. 

Contento por las decisiones que se están tomando, vigilo el entorno, pues desconfío de que no vaya a presentarse algún peligro en mitad de la adivinación. Por otro lado, me mantengo al alcance auditivo del grupo, para enterarme de la respuesta planteada por la pregunta de Ivalic.