Partida Rol por web

Dacen esquiva con agilidad el ataque del caballero oscuro. Todos os lanzáis contra el, dándolo todo y parece sucumbir a vuestros ataques, pero antes de hacerlo, su mirada se posa en Julius.

¡Tu! - exclamó su profunda y tétrica voz y acto seguido se lanzo contra el. Antes de que pudierais detenerle, atravesó con su espada al viejo, que no hizo el mas mínimo esfuerzo por detenerle. Después, el caballero oscuro se desvaneció, dejando en el suelo a un agonizante Julius.

Ya... ya he vivido demasiado. Es hora de que los jóvenes se enfrenten a su destino...

Debéis reunir a los cuatro elegidos. Es la forma mas efectiva de pararlo...

Tomad - dijo sacando un cofre de su bolsa - Lo que se encuentra en su interior podrá seros de mucha utilidad. Desgraciadamente, me han robado la llave. Debéis encontrarla, es la única forma de abrirlo.

Después sus moribundos ojos se fijaron en Braka.

Hay una forma, Braka, de resucitar a tu gente... Hay una forma...

Y esas fueron las últimas palabras del misterioso anciano.

Me agacho junto al anciano, y sacando una de mis dagas se la pongo en la mano, un guerrero no puede morir sin un arma en la mano. Y este anciano, a pesar de su aspecto, tiene pinta de haber sido un gran guerrero en sus días. Cuando expira le cierro los ojos y me levanto con la pequeña caja en una mano y la espada en la otra.

El Caballero Oscuro ha sacado las últimas fuerzas que le quedaban de su propia muerte para matar a Maese Julius, que con su último aliento nos ha dejado esta caja, lo que da prueba de su importancia, y nos ha dado esperanza. - Miro a mis compañeros antes de decir: - ¿que hacemos ahora?

Rezo una oración al Bien Supremo para que acoja el alma de Julius en su seno y, a continuación, me giro hacia Pispas.

Creo que Talashia debería coger el cofre y guardarlo con ella. Lo ideal sería que, si pudiera ir a los Montes Milenarios, lo hiciera junto a Baesa. Braka, ya has escuchado las palabras de Julius, todavía tienes una posibilidad -me giro alentando al gigantesco orco -yo partiré en busca de mi hermano Adaeric y luego me internaré en las Tierras Sombrías, espero que tengáis suerte en vuestra búsqueda. Pispas, algo me dice que volveremos a vernos -concluyo, sonriendo al ser parlarchín.

-No...- El hechicero había sido de gran ayuda y un amable anfitrión. La muerte era una realidad a la que tarde o temprano debía enfrentarme.- ¿Por que...?.- Me doy cuenta de que no tiene sentido la pregunta. Mientras escucho a los demás.

-Si queréis que así sea, me encargaré de proteger el legado de Julius...

No era algo que quisiera debatir ahora, pero parecía que todo se aceleraba por momentos.

Cuando creí encestar y matar a la bestia oscura, esta se levantó y acabo con la vida de uno de los presentes - Diablos!, como pueden ser las fuerzas del mal tan poderosos, así no vamos a tener mucha oportunidad - golpeo con mis nudillos una pared. 

Me dirijo a Baesa - ¿puedes curarlo, verdad? - la miro con algo de aprensión. Se puede notar mi desesperanza en la voz.

La muerte del anciano habia sido una sorpresa desagrable, no entendia como habia sacado fuerza el caballero oscuro para moverse de esa forma. Se acerco para mostrar sus respetos con un minuto de silencio.

Mientras guardaba silencio escucho las palabras de los demas y no pudo mas que estar de acuerdo con quien se quedaria con la caja. Se acerco a ella y puso su mano en el hombro de ella para hacer ver que tenia su apoyo en esta nueva tarea. Les agradesco a quienes se arriesgaron a ayudarme. comento mirando a los que habian actuado.

Quien se ocupara de buscar la llave? pregunto luego de escuchar el plan del supuesto paladin.

Miro a Maxra luego de escucharla. No podemos rendirnos, esto puede parecer mucho para nosotros. Pero si encontramos a los elegidos tendremos una oportunidad. le respondio tratando de levantar su animo. Al parecer se estaba convirtiendo en un creyente sin darse cuenta, pero que otras pruebas necesitaba con los esbirros del mal mostrandose de esa forma.

-¡¡NOO!! -el grito del guerrero orco fue ruidoso, sonoro, poderoso y desgarrador. Corrió hecho una furia hasta el moribundo cadáver del anciano, movido por las últimas e intrigantes palabras del anciano...pero cuando llegó a él ya era tarde. Movido por la ira y la impotencia no pudo evitar agarrarlo y zarandearlo unos instantes mientras gritaba: -¡Dime cuál! ¡DIME CUÁL! -pero no tardó en calmarse y dejar el cadáver tirado en el suelo, con sus fuerzas echas migajas. Alzó la vista al resto, viendo el respeto que le estaban ofreciendo, y dijo: -Perdonadme... -se quedó arrodillado unos momentos. La puerta de la esperanza se abrió durante unos instantes para cerrarse de golpe ante sus narices. ¿Era todo aquello justo para Braka? ¿Y qué es justo o injusto realmente, y para quién? Se levantó el poderoso orco de la tierra e hizo acopio de toda entereza posible. -Talashia...imagino que no sabrás de qué estaba hablando el anciano, no? -dejó un instante de silencio y continuó: -Sinceramente a mí vuestras pequeñas riñas me tienen sin cuidado. Existen labores que deben hacerse, y se nos van acumulando. Yo lucharé por encontrar a los elegidos mientras Talashia se dirige a su destino. Pero aún quedan muchos interrogantes, y cada día más. Imagino que una prioridad debe ser encontrar la llave para el cofre, pero si ella se lleva el cofre y no hay llave...¿de qué sirve? ¿Quizá deberíamos llevarlo nosotros? ¿O deberíamos olvidarnos del cofre? El anciano dijo que nos sería de gran ayuda, deberíamos buscar la llave...¿pero dónde diablos estará esa llave? Esto es un sinsentido....Y está lo del Mago Negro también...¿Qué haremos? ¿Y dónde buscaríamos a esos elegidos? Si alguien sabe por dónde podríamos empezar la búsqueda...de lo que sea...que lo diga.

No puedo evitar poner la mano en el hombro de Braka, a modo de suave consuelo.

- Lo siento, no puedo ser de más ayuda con tú búsqueda...tienes razón en que es tan buena idea que lo lleve yo como cualquier otro. Pero ahora mismo las únicas lealtades que no están en duda son la de Rendar y la mía, que viajaremos juntos de ahora en adelante. Respecto a los otros elegidos, yo nací en la ciudad del fuego. Probad a encontrar a gente originaría de cada una de las ciudades de los primeros héroes con poderes afines a su elemento. Yo puedo conjurar fuego, ni siquiera es un hechizo, es algo instintivo. 

Me sentía muy emocionada, y a la vez presionada, había muchas miradas puestas en mi, muchas expectativas. Esperaba que la confianza que Dacen tenía en mi, y las esperanzas de los demás me dieran las fuerzas para estar a la altura de la situación. Había al menos un traidor entre nosotros cuyas palabras solo eran una máscara, pero...¿Quién? 

Mientras mis pensamientos divagaban mi mano va hacia mi hombro, acariciando la mano del hombre que me había dado su devoción incondicionalmente. "¿Qué estoy haciendo?". Retiro la mano rápidamente cruzando los dedos para que no se de cuenta de lo sucedido.

De repente en medio de todo el jaleo y cuando parece que ese caballero oscuro ha sido derrotado, reúne sus últimas fuerzas para atacar al anciano mago. Todos nos quedamos boquiabiertos sin saber qué hacer. Esto demuestra nuestra fragilidad y lo complicadas que empiezan a estar las cosas.

Sin embargo con sus últimos alientos nos ofrece un poco de ayuda y esperanza en forma de cofre y consejos. Al menos tenemos algo a los que aferrarnos y por donde continuar con nuestra búsqueda.

Me alegra saber que Abaliv nos va a abandonar, así nadie correrá peligro, aunque creo que es una estrategia para salvarse él de que finalmente descubramos que es el traidor. -Haces bien en irte Abaliv, espero que no nos volvamos a encontrar. En el futuro no creo que sea tan benévola contigo. No se me olvida lo ocurrido.

Dacen se dado cuenta enseguida de suave toque de Talashia, pero no hizo moviminto alguno para apartar la mano como hizo ella rapidamente. La miro a la nuca mientras pensaba en si seria debia tomarle la mano que le habia tocado con aqulla suavidad, pero se detuvo a si mismo. "No es el momento de pensar en esto." concluyo en su mente al tiempo que separaba su mano del hombro de la chica. 

Escucho a la mujer, Ale, que parecia en este momento estar igual de segura como el caballero que nos acompañaria que Abaliv era un esbirro del mal. Por su parte tambien empezaba a creerlo y no podia esperar hasta que se fuera de esta ciudad para que estuviera un poco mas tranquilo.

Lamentaba que no podia responder algunas de las preguntas que planteaba Barkas, pero estaba tan iluminado como él en esta cuestion. Supongo que yo debo ser descartado, por no tener afinidad con ninguna magia y no habr nacido en ninguna de las cuatro ciudades. comento volviendo a poner su sonrisa confiada de siempre, que hasta este momento no habia vuelto a usar por respeto.

Me agacho un momento al lado de Maese Julius para recuperar mi daga, soltando por un momento la espada, y una vez que está puesta a buen recaudo me levanto y arrastro una silla hasta las cercanías de Braka, me subo a ella de un ágil salto y, una vez a su altura, apoyo una mano diminuta en su gigantesco hombro y digo:

No te preocupes, si hay una forma la encontrarás. Tal vez sea necesario que los elegidos aparezcan y se unan, no lo se, pero encontraremos la forma y volverás a unirte con los tuyos. - Tras estas palabras me bajo de la silla, voy hacia una pared y apoyo mi espalda en ella.

No me gusta la idea de poner todos los huevos en la misma cesta. - Digo señalando a Lady Talashia y mostrando la caja. - Es indudable que esta caja es importante, de eso estoy seguro, pero no se a quien más se la puedo dejar. Se la dejaría a Lady Baesa, pero creo que lo mejor sería que ella acompañara a Lady Talashia, por lo que llegamos al mismo punto. ¿Cuando contestará vuestro el Rey Cail, Lady Talashia? Él nos puede solucionar muchas de nuestras dudas de un plumazo.

¡Eh, verdoso, gasta de lo tuyo, capullo! - Grita Rufus ante el comentario. - A mi no me toques las plumas.

Posadero. - Grito desde mi posición mientras. - Una ronda para todos, necesitamos pensar y honrar a Maese Julius, y no se me ocurre ninguna forma mejor que con una cerveza en la mano.

Al oír el comentario de Dacen, Rufus se estira y pone las alas en jarras:

¡Eh! ¡Tú, el humano melenudo, si tú, no mires para otro lado! - Grita el pato desde encima de la mesa en la que está bebiendo su cerveza. - Al final no me has dicho de donde eres, y con ese comentario ahora tienes que decirlo.

Dacen nos agradeció la ayuda prestada contra el caballero, yo recuerdo haberlo hecho más como un acto de sobreprotección con quien me curo. Igual sabía que de no abalanzarme sobre él y darle muerte seríamos los siguientes.

Hay algo en ese chico, él parece no tener miedo, eso me tranquiliza. Le miré en esa oportunidad luego de haberme dedicado unas palabras de aliento y le sonreí.

Yo no había pasado por nada parecido antes, pero podía entender porque Braka hizo lo que hizo, sin embargo me sentí algo exasperada por su actitud de zarandear cosas. Claro que no exclame ningún reclamo, en cambio… – Yo quiero acompañarte en tu búsqueda Braka, todavía no he revisado todas las ciudades, pero sí suponemos que lo que dice Talashia sobre encontrar los elegidos en las ciudades de donde los primeros héroes son originarios es verdad, puedo asegurarte que quien tiene poderes de aire no se encuentra en su ciudad o no se ha dejado ver al menos -  Me quedo mirando a mi alrededor pensativa, luego me dirijo a Talashia – Sí bien no hay razón para pensar que los elegidos se queden en su sitio y excelente ejemplo eres vos, me gustaría explorar la ciudad del agua para buscar información, de encontrar algo necesito contactarte, por lo que sugiero que te quedes en un solo sitio pase lo que pase, después de todo tu habilidad te hace inmortal por lo que no correrás peligro alguno –

Cuando el pato hablo recordo que habia dejado una conversación sin terminar con este, fue donde se sentaba y tomo una de las cervezas que les ofrecian. La agradeció con un gesto a Pispantorín y volvio su vista a su emplumado amigo.

Cierto, aun no te lo he dicho. Vengo de las Tierras Sombrías. le contesto tranquilo antes de tomar un sorbo de su cerveza. Un lugar bastante pintoresco a pesar de su nombre. bromeo, esperando que se diera cuenta solo que mentía en esto ultimo.

Observo a la gnoma que parecia haber mejorado en su actitud y la escucho. No creo que sea buena idea que se quede en lugar, como dices su habilidad la puede ayudar sobrevivir los ataques. Pero nadie sano se quedaria voluntariamente quieto en un lugar para morir o sufrir todas las noches. comento con seriedad mirando de reojo a Talashia. Lo mejor es que siga en movimiento, ayudando con sus habilidades a completar su mision para salvar estas tierras...Ademas no creo que prefiera quedarse sin hacer nada. Le contesto a Maxra aunque sus ojos se habia quedado en la joven de fuego.

Rufus, que está bebiendo tranquilamente por una pajita de su jarra cuando Dacen le dice de donde viene, se atraganta y comienza a toser y a escupir cerveza de trigo sobre la mesa:

¿¡Que vienes de donde!? - Grita tras recomponerse un poco del ataque de tos. - ¡Eh, tú, verdoso, que este viene de las Tierras Sombrías! - Grita mientras señala a Dacen con un ala y después se gira de nuevo hacia él. - Y si vienes de allí, ¿que cojones haces aquí? ¿no serás un puto espía? ¿eh? - Se adelanta y empieza a golpear el pecho de Dacen con su ala mientras dice enfadado. - Si tienes algo que ver con la desaparición de Cornelius, el verdoso te matará.

Ante esta explosión de ira de Rufus, yo me quedo tranquilamente donde estoy, con una cerveza en una mano, una espada en la otra y la caja metida en el cinturón para que no se pierda, pero comienzo a negar con la cabeza.

Y aquí vamos otra vez... - Digo ante la explosión de ira de Rufus. - La enésima broca por culpa del puto pato.

Muchas cosas han ocurrido en estas tierras mientras meditaba, y meditaba. Sumido en mis propios pensamientos, ni la lluvia ni la falta de comida me han causado pesar, y las peleas entre pieles suaves tampoco me han sacado de mi mutismo. Pero el tiempo sigue pasando, y abro los ojos subido a los restos de un edificio destrozado. Una posada. La posada donde abatí a uno de esos gigantes ciegos. Me pongo en pie, empuñando mi hacha y mi maza de madera. Tengo hambre, y es hora de entrar en acción. Pero lo primero es lo primero. Cuelgo ambas armas a mi espalda, y extraigo un objeto plateado de mi bolsillo. Observándolo con cuidado mientras gira en círculos en su propia cadena, suelto una risa sardónica y gutural, y me cuelgo el broche plateado alrededor del cuello.

Luego, camino por la nación de los magos buscando, buscando un alma, una persona única. Está hablando con el resto de un grupo variopinto. Reconozco a la rubia, la curandera. El resto parecen guerreros, luchadores y otras gentes extrañas. El cadáver del mago remarca la escena. Ignorando miradas, avanzo hasta delante de la chica de fuego empuñando mi enorme hacha, y antes de que nadie pueda actuar, la alzo con una sola mano, y desciendo en un poderoso tajo... que se clava en el suelo, hendiendo la tierra y dejándola ahí.

-Humana, heredera del Rey de las tierras meridionales, el nombre del que os habla es Ragkrul, líder de la tribu de Urag gro-Shub y campeón de las tierras de las montañas. Y único superviviente de la zona, tras el asedio y asesinato de todos los habitantes por parte de las tropas del Rey Cail. Tened muy claro que este hacha se podría haber vuelto contra vos, y no ha sido así, cuando tomeis una decisión. Exijo una compensación, lo que significa que os voy a acompañar, y os voy a hacer seguir viva. -Agarro el mango de mi hacha, y la devuelvo a su posición a mi espalda, arrancándola del suelo de un único golpe.

-Arg...¡Por todas las batallas! No pienso quedarme parado ni un instante más. Muy bien pequeña... -comenzó a decir el guerrero orco hacia la gnoma. -Tú serás la que lleve la voz cantante, y yo te cubriré las espaldas, si estás conforme. Ahora vamos. Y quien quiera investigar la zona con nosotros es bienvenido.