Partida Rol por web

Al llegar a la sala avanzo hasta quedarme frente a Morgarion, Mano Larga y la momia.

Mientras Morgarion comienza a hablar y decir tonterías, perdiendo el tiempo, habilidad que sus acólitos han debido aprender de él, yo cierro los ojos y me concentro en mis poderes como Elegido de la Tierra.

La nube de polvo, guijarros y piedras que me rodea se va acelerando poco a poco, y con su movimiento atrae el polvo del suelo que se une a la nube que me rodea. Sin apenas moverme empiezo a golpear repetidas veces el suelo con los pies. El círculo a mi alrededor se va ampliando con cada golpe, aparecen grietas cada vez más largas y profundas. 

A mi alrededor el suelo se va cuarteando mientras mis compañeros y Mano Larga se unen a la pérdida de tiempo.

Finalmente, con un último golpe, las piedras y los guijarros cuarteados se levantan del suelo y se unen a la nube que ya me rodea formando una densa capa de piedras, guijarros y polvo. Tras un segundo, lanzo una larga serie de golpes y patadas contra la nube haciendo que partes de esta salgan disparadas hacia mis compañeros mientras una parte de la nube se queda a mi alrededor. Cuando termino abro los ojos y sonrío cruelmente:

¿Habéis terminado ya de hablar? ¿Puedo partirle ya la boca a este Chupapollas y a sus mamporreros?

- Espera... espera... espera... - Dijo Madav mientras miraba a unos y a otros de los que recién habían llegado. - ¿Estos son los engendros que acabaron con los esbirros del Mal Supremo? ¿Me estás diciendo que estas mierdas aquí presentes tienen los huevos suficientes para presentarse y querer... que digo querer... intentar hacerle daño a Morgaron? -

La risotada que soltó la momia retumbó en todo el lugar.

Y al igual que su voz, parecía un cúmulo de voces, todas juntas, con algunas diferencias de tono a medida que se deslizaba por la frase que había soltado.

- Pero no me hagáis reir. ¿Habéis visto a ese Goblin? Lo más gracioso es que lleva el sello del clan ese de mierda que tuve que exterminar por que no dejaban de dar por culo. Y un jodido pato con gafas de culo de botella. Madre mía. ¿Sabéis lo que voy a hacer? Voy a matarlos a todos y a cada uno, menos a la señorita esa de allí... - Señaló a Pia. - ... a esa le voy a hacer un huequecito en mi cama. -

Metió la mano tras su espalda y descolgó una enorme espada de dos hojas, la cual era enorme en comparación con su cuerpo. Sin embargo, en sus manos parecía que pesaba más o menos lo que una daga. O el pato. O Pispastorin.

- ¿Así que venís aquí, con ínfulas de grandeza a intentar derrotar a mi Amo? Pues eso quiero verlo. -

Sonreí de forma relajada por primera vez en días. Por fin habíamos llegado al final, nos enfrentaríamos al Mal Supremo y yo había sobrevivido para poder ayudar en todo lo posible. 

Estábamos ante el y sus principales acólitos lo cual hizo que sonriera aún más. Perfecto, vamos a arrancar todas las malas hierbas del tirón. Uno de ellos se identificó como el causante de la muerte del clan de Pispas y antes de que éste se abalanzara contra él coloqué mi mano sobre su hombro. -Tu cumple tu misión, camarada goblin. Del pyaso envuelto en papel de váter me encargo yo. O muere él o muero yo. -mi voz estaba cargada de decisión y el sabía, tras lo visto con Adaeric, que no iba a vacilar. Aún con la mano aferrada a su hombro miré al resto. -Hemos sufrido mucho para llegar hasta aquí. Muchos compañeros han caído por ayudarnos, al igual que mucha gente inocente que no merecía morir. -Mi familia entre ellos. -Pensad en ellos ahora, pensad en toda esa gente que aún vive y que tiene derecho a vivir. Que esa luz por la supervivencia brille con tal fuerza que estos bastardos tiemblen ante ella. Ha sido un honor pelear con vosotros. -Miré sobre todo a Pispas, a Gys y especialmente a Ela, a la cual le entregué un frasquito que tenía guardado entre mis ropajes. -Úsalo con cabeza.

Tras mi discurso me coloqué delante de Pispas y miré a la momia. -Bueno... pues parece que eres mi pareja de baile... 

Ni siquiera me molesto en decir unas palabras, y tampoco me incomodo por las dirigidas hacia mí. Todas mis fuerzas y mi objetivo están concentradas en una única dirección... y nada ni nadie podría distraerme ahora.

Al llegar ante esos tres, mi atención hacía mi anillo cambio para darle mis respetos... ¿en serio? a esas bestias, con una risita dije - Tal vez no tenga mis poderes a punto para el cañon, pero creo que con un hablador como tu, no los voy a necesitar - Me puse en guardia. 

Luego hablo esa momia que no tenía más atractivo que su arma - Jajaja, a Pia  no vas a tocarla engendro y creo que los huecos te los haremos nosotros. Cuando me preguntaba sí tendrían aúnque sea algo de decencia apareces tu con tu lógica, tendrás el cuerpo putrefacto y horrible que te lo debes ocultar bajo esos vendajes - le provoque. ¿Podrá reproducirse ese ser horrible?

Ante las palabras de la momia, aprieto los puños con rabia, uno entorno a la empuñadura de la espada, el otro sobre la correa de sujeción del escudo. Los aprieto tanto que la mano izquierda empieza a sangrar sobre el suelo agrietado y cuarteado de la sala del trono de Fladnag. 

Palandras apoya su mano en mi hombro y tras unas palabras, se interpone entre la momia y yo.

No te preocupes, Palandras. - Digo apretando los dientes con rabia y escupiendo las palabras. - Se cual es mi deber, los Elegidos nos encargamos de patear el culo del Puto Malsu, mientras los demás os ocupáis de matar a sus mamporreros y chupapollas. Si esa botella es lo que creo que es, Lady Ela, tal vez deberíais entregársela a Talashia para que ella pueda hacer aquello que dijo que podía hacer y para lo que le teníamos que dar un par de minutos para poder usar sus habilidades con tranquilidad.

¿Necesitas ayuda?

Pregunto tras que mis pies hayan tocado suelo, al fin y al cabo parecía algo más personal que otra cosa y tal vez mi ayuda no sería bien recibida en una situación así. No obstante mis brillantes estiletes brillan en mis manos y mis orejas se mueven atentas, de modo que si me pide ayuda, atacaré desde la espalda a la mujer con el fin de sesgar su vida lo más rápido posible, pero si dice que no, sencillamente me marcharé hacia el interior del castillo, confiando en la fuerza de mi compañero.

En cualquier caso he de reconocer que la hechicera me parece, cuanto menos, alguien desagradable.

Me mantenía en segundo lugar, mientras el resto me insultaba sin que yo hubiera siquiera abierto la boca. Al parecer vendas tenia cuentas que rendir con mi primo y este era tan bocachamcla como cuando lo conocí, se como fuera, esto parecía muy peligroso y mas para mi frágil cuerpo. ¿Que podía hacer? Pero curiosamente me fije en una de las presentes y sonreí.

-Me alegra ver que sigues convida Maxra.-Dije sinceramente. Con los que me cruce a lo largo de los últimos días, era la única que continuaba convida y me demostró algo de amistad, eso era bueno, lastima que al final estuviéramos en lados opuestos y lo peor de todo es que no sabia la ¡RAZÓN! Obcecados ellos e ingenuo yo al pensar que podíamos convivir en armonía.

Justo antes de que empiece el combate y cada uno decida a quién es mejor atacar, Palandras se acerca y me da un frasquito, parece ser algo que ninguno de nosotros puede utilizar salvo los elegidos -No puedo hacer nada con él -pensé tras encogerme de hombros en señal de que no entendía por qué me lo entregaba a mí, cuando justo en ese momento me doy cuenta de que Palandras confía en mí lo suficiente como para dejarme la responsabilidad de dárselo a quien más puede ayudar en la batalla. 

En ese momento pienso en que, debido a sus poderes, la mejor opción es que lo tenga Talashia. Ensimismada en ese pensamiento escucho a Pispas corroborar en voz alta lo que pensaba. Creo que todos pensamos que el poder que más daño puede hacer al Mal Supremo es el de Talashia y el que puede inclinar la balanza a nuestro favor, pero dudo de que Talashia sea lo suficiente madura como para usarlo con cabeza. Sin embargo no es momento de dudar, y a pesar de mis diferencias con ella, sé que es quien debe tener el elixir.

Me acerco a ella y le pregunto -¿Crees que podrás con la responsabilidad que se te viene encima? Creo que todos pensamos que deberías ser la que tenga esto, pero recuerda que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad y toda Umbría depende de ti y del resto de elegidos, espero no arrepentirme de dártelo.

¿Necesitar ayuda? Yo no necesito ayuda...pero cuanto antes muera esta bruja mejor.  Pensó Braka para sí con el ofrecimiento de la elfa. -¡Mata a la bruja, es una poderosa sierva del mal! -le dijo gritando mientras combatía a la hechicera con toda su ira salvaje.

¡La batalla final!

El ataque de Morgaron no se hace esperar. Ni siquiera se mueve de su sitio, simplemente mira a Maxra y sonríe de forma maliciosa.

Un halo de luz oscura comienza a formarse bajo los pies de la pequeña pelirosa.

No parecía nada que hayáis visto antes. Era pura magia de la más oscura.

Y seguramente, sería mortal.

La hechicera esquivo sin problema el ataque de Braka, mas no pudo hacerlo con la rapidez que había sido atacada por la elfa oscura.

Las dagas de la elfa se clavaron en su carne y esto hizo que la hechicera hiciera una mueca de asco.

La sangre chorreaba a borbotones de la herida, sin embargo, en un instante se cerró, dejando de sangrar.

Varania sonrió y alzó sus manos al aire.

Lentamente, un círculo de energía oscura apareció bajo los pies de la elfa que la había atacado.

El filo de mi arma comienza a adquirir el mismo color que las runas que brillan en las palmas de mis manos. El poder del aspecto del agua me envuelve por completo. Pequeños rayos comienzan a recorrer mi cuerpo y mi Daiklave, chisporroteando, el aroma de la tormenta se introduce en mis fosas nasales, aprieto con fuerza la empuñadura del arma y mis ojos se clavan en la figura que esta sentada en el trono, Morgarión, el mal supremo, mi enemigo, ya sea un dios o un simple mortal, hoy caerá.

No me preocupan sus dos sicarios, mis compañeros de armas se encargaran de ellos. Me concedo un segundo para mirar a mis aliados y guardar en mi memoria sus rostros. Sonrío y asiento con la cabeza, es mi despedida. Recuerda por quien luchas, por ellos, por Umbría. En esta batalla no se puede reservar ni una pizca de poder ni energía, no me importa consumirme en el proceso. Llevo combatiendo toda mi vida, pidiendo mi momento de redención y este por fin ha llegado.

Soy  elegido, moriré para que ellos vivan, joder, es una gran muerte - pienso cargando contra Morgarión tras lanzar su primer ataque, el objetivo Maxra, espero que lo consiga esquivar.