Partida Rol por web

Al comprobar el resultado de la aniquilación, al ver los restos cenicientos que la rotunda y efímera devastación causó, Braka solo pudo apretar los puños y responder entre dientes pleno de frustración e ira: -No. -y mucho más surcó su mente: Como predije la bruja tomó precauciones...En definitiva, si dijo la verdad con lo de resucitarlos a todos es porque es posible, y alguien más aparte de ella será capaz...o al menos existirá el método. -Óyeme bien, Varania...No ha sido tu señor sino tú quien se ha presentado ante mí y quien ha dado vil muerte a mi gente con cobarde brujería...tú serás mi primer objetivo, y luego tu señor responderá también por tus actos...Lo más probable es que algún día muera, y quizá no falte demasiado para ese día, pero vosotros habréis dejado de existir para entonces... -hay algo que falla...¿porqué buscar la alianza conmigo si no son mis guerreros de verdadera utilidad? No me habría pedido alianza de nuevo tras matarlos...O quizá intente motivarme para mandar a mi ejército bajo sus órdenes, a sabiendas que solo me siguen a mí...Sí, seguramente sea eso. Pero no tiene sentido, alguien capaz de algo así, y más de resucitar a tanto orco, debe ser capaz de manejarlos...¿o acaso es tan fiero y poderoso el espíritu de un orco como para no poder ser dominado por la brujería? Quizá, pero seguramente una magia tan poderosa sea capaz de mucho más...¿porqué dejarme vivo entonces, a sabiendas de que puedo resultar una amenaza? Quizá no me tomen como tal...pero podría unir un ejército de nuevo con tiempo. Entonces todo sería como al principio pero yo buscaría venganza...¿acaso es lo que pretenden, la ira de un líder orco? Demasiadas preguntas, pocas respuestas...y la resurrección de los míos será mi prioridad junto a la férrea búsqueda de justa venganza.

Y tras lo sucedido Braka tomó una determinación: descubrir la naturaleza y propósito del Señor de la Oscuridad y sus viles siervos, resucitar casi a cualquier precio a los suyos, y hallar la ansiada venganza. Cargó su mejor arma al hombro, cogió los pertrechos más útiles junto a algo de suministros y comenzó camino con decisión y fortaleza, sin darse a sí mismo cuartel alguno hasta haber visto finalizada su empresa.

Demasiada luz en el ambiente, ya sabes -respondí con naturalidad, acercándome al anciano -me han dicho que tienes la solución para ello, tal vez pueda interesarme.

Podría matarlo y robarle aquello que pretende usar para traer de vuelta al señor pero eso sería más apropiado de los perros débiles que adoran a la luz y no de los grandes y honorables señores que deseamos lo que la oscuridad esconde.

No tengo solución alguna, joven - dijo sin parar de fumar - No soy yo a quien buscas. Debes adentrarte en la cueva, debes enfrentarte a un reto. Yo estoy aquí para advertirte. ¿Fielmente crees en esta causa? ¿Tanto como para arriesgar tu propia alma? Si es así, pasa, pero si dudas de ello, por mínimo que sea, no sobrevivirás a esta cueva, amigo...

Las sombras tenían una pauta de ataque muy parecida, que fuese más grande no la hacía más impredecible. Con un rápido spagat, desciendo y mientras la sombra pasa sobre mi cabeza, la toco invocando mi fuego interior. Pero aún me encontraba fría e indiferente ante sus amenazas, no había pasión con la que encenderme.

-¡Dale en los dientes! ¡Es su única parte material!

Eso es porque no lo soy, sacerdote  respondió el paladín relajando levemente la tensión del brazo que se apoyaba en el pomo de la espada.

No obstante, mis palabras advirtió Adaeric  con tono ominoso no son para ser escuchadas por simples cancerberos de las puertas de un templo. Llevadme ante el superior de vuestra órden, a él le explicaré qué me ha traído ante vosotros.

Talashia esquivo, con increíble agilidad, los ataques de aquella sombra, mientras su compañera arremetía, tal y como le había dicho, contra los dientes de la criatura ¡Y parecía funcionar! No creías que una sombra pudiera gritar de dolor.

Y en ese momento, pudiste concentrarte, y de tus manos surgió una llama que hizo que aquella aberración se extinguiese para siempre.

Una vez la sombra desapareció por completo, pudiste ver algo, una especie de báculo que pareció formarse al impactar tu fuego contra aquel poderoso monstruo. Parecía un arma bañada por la luz y era realmente hermosa. Y como por arte de magia, el sol lo inundó todo, como si la ciudad hubiese estado cubierta por una especie de niebla mágica y, poco a poco, la gente comenzó a salir de sus casas y todo pareció volver a la normalidad. Sin embargo, nadie parecía recordar nada y los muertos habían desaparecido.

¿Tal era el poder del Mal? En todo caso, parece que habíais ganado esta batalla pero no estaría de mas comprobar que todo estaba realmente en orden en la ciudad...

FIN DEL PRÓLOGO

Una voz resonó con fuerza tras el sacerdote y tan solo pudiste apreciar una silueta, pues mas no se dejaba ver, pero incluso a ti te infundió respeto y poder aquella presencia:

¿Adaeric Evert? ¿Un miembro de la Orden de la Luz llamando a las puertas del Mal Supremo? ¿Que pensaría tu hermanita de esto? - dijo, riéndose con ganas de su propio comentario - Yo soy aquel al que buscas: Orión, el hechicero que traerá de vuelta al Mal Supremo. Pero no creas que puedes formar parte de esto así por que si. Necesito que hagas algo por mi, tómalo como una pequeña prueba. Necesito sangre inocente. Debes matar a una buena persona y traerme su sangre. Pero una buena ¿entiendes? No servirá de nada que mates a un criminal de poca monta.
¿Serás capaz Evert? ¿O te temblará el pulso?

Braka ahora vivía por y para la venganza, y por su mente no paraba de pasar la incógnita de como podría devolver a la vida a su gente y otra, mas importante aún: ¿Donde se encontraba el Mal Supremo para poder machacarle?

Partió hacia la Ciudad del Agua, pues aunque no disfrutaba mucho de la presencia humana, allí se encontraban los mejores sacerdotes de todo Umbría y sus habilidades curativas eran de gran renombre. Quizás pudieran ayudarle. Y sino era así, podía ser un buen sitio donde buscar pistas acerca de ese Mal...

Pero antes de irse de lo que hasta hace poco consideraba un hogar, encontró un medallón en el suelo, que no había visto jamás y parecía haber salido de las llamas, como si en el se encontrarán las almas de los miembros de su clan. No era fácil de explicar, pero parecía mágico.

FIN DEL PRÓLOGO

Como por arte de magia, el sol lo inundó todo, como si la ciudad hubiese estado cubierta por una especie de niebla mágica y, poco a poco, comenzó a aparecer mas gente y todo pareció volver a la normalidad. Sin embargo, nadie parecía recordar nada, ni siquiera el padre y la hija, que ya se alejaban de tu vista. Y no había ni rastro de los muertos.

¿Se debería aquello a haber derrotado a aquel monstruo o sería por otra razón?

¿Tal era el poder del Mal? En todo caso, parece que habías ganado esta pequeña batalla, pero no estaría de mas comprobar que todo estaba realmente en orden en la ciudad...

FIN DEL PRÓLOGO

Orión, ¿eh? respondió con tono neutro el paladín. Por fin había llegado a su destino, había logrado hallar al autoproclamado mesías, el que se vanagloriaba de ser capaz de devolver al señor oscuro al mundo de los vivos.

Sin embargo, Adaeric no se fiaba. Quizá se tratase de otro truco, de otro impostor con aires de grandeza. En realidad no importaba mucho, todos ellos acabarían atravesados por la hoja del propio Evert. Pero no le gustaba que le engañaran. Lo mejor sería aguardar a tenerlo delante, aprender cómo pensaba atraer de regreso al mal, y entonces matarlo.

¿Tienes alguien en mente? Porque intuyo que no habrá mucha sangre inocente por las tierras sombrías, ¿no?

Parecía que las cosas estaban en calma, y en normalidad, como si sólo hubiéramos estado viviendo una pesadilla, un mal sueño del que hemos despertado.

Pregunto a los aldeanos por Manfrost, el soldado de confianza del Rey, mientras charlo, traigo noticias y ayudo a los mercaderes de la zona. Nunca estaba de más llevarse bien con el gentío, sobretodo con los niños. Les enseño mis trucos con el fuego para fascinarlos y divertirlos, los niños escuchaban rumores y secretos, robaban pequeños tesoros, y sobre todo, les ignoraban mientras nadie se diese cuenta de que estaban haciendo lo que no debían.

He nacido para esto. Además ¿que es acaso el alma si no la fuerza de nuestra voluntad? Si huyo ahora mi alma se quebrará y me abandonará. Nos veremos cuando salga de allí, anciano -respondí dejando vivir al viejo y adentrándome en la tenebrosa cueva.

Orión soltó una macabra risa - No, en las Tierras Sombrías no encontrarás nada de eso. Uno de los miembros de tu orden... Eso si que es una garantía, pero ir a la ciudad del fuego sería un suicidio, al menos ahora que aún no tenemos el poder necesario. Por cualquiera de las otras tres ciudades de Meridial deberías poder encontrar a alguien que reúna esas características...

Una voz resonó con fuerza en el interior de la cueva y tan solo pudiste apreciar una silueta, pues mas no se dejaba ver, pero incluso a ti te infundió respeto y poder aquella presencia:

¿Abaliv? ¿Aquel que abandonó la orden de la Luz para abrazar a la oscuridad, para alcanzar el poder mas absoluto? - dijo, con voz profunda - Yo soy aquel al que buscas: Orión, el hechicero que traerá de vuelta al Mal Supremo. Pero no creas que puedes formar parte de esto así por que si. Necesito que hagas algo por mi, tómalo como una pequeña prueba. Necesito sangre inocente. Debes matar a una buena persona y traerme su sangre. Pero una buena ¿entiendes? No servirá de nada que mates a un criminal de poca monta.
¿Serás capaz, Abaliv? ¿O te temblará el pulso?

La voz que hablaba era profunda, penetrante, de alguien con la confianza y la seguridad de un campeón entre los hombres, de un semidios. Sus peticiones y palabras me hicieron ver que ya conocía mi leyenda, cosa que me inquietó. ¿Tan fácil soy de rastrear? Maldición

¿Temblarme el pulso? No es la primera vez que mato a inocentes, a personas de buen corazón. Con lo bien que pareces conocerme y no sabes eso, aspectos de mi vida que no trato de ocultar. Pero acepto, siempre sienta bien derramar sangre de esos seguidores de la luz. Volveré con ella, no te quepa duda -respondí mostrándole mi mejor sonrisa, una nacida de la más profunda satisfacción y convicción.

Suerte en tu viaje - fue la despedida de Orión. Y cuando su silueta desapareció de tu vista, una extraña daga apareció en el suelo.

FIN DEL PRÓLOGO

¿Os lo podéis creer? Ese hombre y los suyos habían echo un mejor trabajo que yo con ese hombre, no solo le robaría todo lo que tiene sino que ademas no se tendrían que ocupar de la represalias. Era increíble. Algo fantástico, sin duda no eran tan tontos como pensaba. EL problema es que también querían deshacerse de mi, así que active mi plan de emergencia.

-Claro, que yo tenia intención de hacerme con el botín de este tipo. Pero ahora que habéis acabado con él, es vuestro. No tengo nada que decir en tu contra, al contrario me asombra la eficiencia de tu grupo. Mi nombre es Mano Larga amigo.-No las baje, siempre estaban arriba, por miedo a tener una flecha clavada al segundo después, por supuesto.-Y soy el mejor ratero de la ciudad de fuego. Pero aburrido de robar quise hacer algo mas grande, pero veo que tus ideas son mejores que las mías. ¿No tienes un sitio en esa banda tuya? Soy muy diestro y rápido. Puedo serte de utilidad no lo dudes.-No le sonreí porque me di cuenta que antes al hacerlo su nariz de cerdo se arrugaba, síntoma de que no le gustaban mis colmillos al viento.

Sin decir nada mas esperaba un veredicto. Un momento critico de mi vida sin duda alguna. ¿Y como creéis que termino?

Hehe  se rio Adaeric, que ya anticipaba semejante petición. Probablemente, él hubiera exigido la misma prueba de lealtad. Creo que podría entrar sin problemas en la ciudad del fuego, pero por si las moscas... haré lo que dices.

Buscaré a miembros de la Orden. ¿Quieres que traiga aquí a uno vivo, o basta con que acabe con su estúpida existencia de tonto cegado por la luz?

- Rendam Weispell. - añadió su apellido por si con él la muchacha se quedaba más tranquila - Creo que sé quién eres, aunque no nos conocemos personalmente... -

Se apresuró a explicarse para que la mujer no se asustara de ningún modo. - Perteneces a la Orden de la Luz y tienes un hermano que también está en ella, ¿no es así? Trabajo para el Rey Cail, soy su enviado desde hace unos años para todo asunto peliagudo que necesite ser solucionado en el reino... Una vez me habló de vosotros dos y de vuestras habilidades: toda una alegría que haya sido alguien como tú con quien me he encontrado y no con cualquier otro. -

- Me dirigía la Ciudad del Agua por órden del Rey, algo está ocurriendo en el reino y el mal parece estar moviendo ficha... así que me ha encargado que intente investigar el tema y hacer lo posible por evitar que suceda. ¿Y tú? ¿Estás de paso o lo que te cuento no te suena a nuevo? -