Partida Rol por web

[Mesa Hufflepuff]

— Estuve a punto de sugerirte que te peleases con Crautchin por el campo, pero después pensé que quiero a mis jugadores enteros —bromea Casandra con Mack. — A lo mejor hubiera funcionado si hubiéramos tenido más tiempo: Lance podría haberte enseñado alguna llave o dos —señala al chico mentado con su cuchara. Le tiene al lado, y él a Connor y a Daniel, a quien intenta integrar mediante gustos similares con los miembros del equipo de quidditch.

— En esta escuela nunca tenemos una semana tranquila, de verdad —suspira Casandra, acabándose el zumo de calabaza de su vaso y comenzando a recoger. — No os durmáis muy tarde, chicos. Mañana entrenamos de nuevo —les despide antes de retirarse.

[Mesa Hufflepuff]

— Personalmente preferiría que nadie fuera a pegarse con Crautchin, y menos cuando se puede entrenar en cualquier parte —razona el prefecto. — A Montblanc le partió la nariz de un solo golpe, ¿sabéis? Y no sé bien si volverá a ser la misma. Crautchin es ese de ahí; el guardián —pone a Connor enseguida al corriente, ya que con el paso del tiempo deduce que el chaval estará un poco perdido todavía. De hecho se lo señala cuando este corre a recibir a su mejor amigo Dariel a la entrada, herido. A muchos, a estas alturas, poco extrañan las escenitas Lefay como para salir a curiosear.

[En la mesa de Slytherin, de bitcheo...]

April: Toda la mesa Slytherin está demasiado ruidosa por culpa del puñetazo de Julian a Montblanc. ¡Ni que fuera la primera vez que alguien le da un puñetazo a otro! Yo misma a veces quiero pegar a Montblanc, con esa cara de niño fino. Vale, es una novedad que sea Julian el que agreda, quizá está por fin madurando y dejando su sosedad para evolucionar a un tío mazado que pega puñetazos a los que le tocan la moral. Y bien que hace. Para algo tiene esos músculos, ¿no?

— Entonces... —miro a Cassia y el ridículo plato de cena que se ha puesto. — ¿Por qué Julian le ha pegado a Montblanc? No es que me queje, claro, de hecho estoy con "el capi", —uf... me siento sucia por usar un término de Quidditch — pero es que Montblanc me debe un par de favores y que pierda su único encanto, "sus facciones perfectas", me toca un poco el coño.

Cassia: Los primeros que se han ido de la cena se han encontrado un escenón fuera, y ahora está todo revuelto entre los que comentan el regreso dramático y sangriento de los hermanos Lefay, y el épico puñetazo que le clavó Julian a Levi cuando le perdí de vista. Por supuesto, yo estaba loca por salir a comprobar que Dariel está al menos entero. No, quiero pensar que Ashley nunca sería responsable de que a Dariel le pasara algo, pero tal como están las cosas... Bueno, una se encuentra ahora mismo en pleno divorcio; este tipo de cosas van despacio. Y como Julian sí va, decido quedarme con April aunque yo hace raro que he parado de comer.

— ¿Desde cuándo te debe favores el francesito del otro lado? —le miro, interesada y cotilla. Ese dato no lo tenía yo. — En realidad no sé exactamente por qué fue: yo subí a echarme un poco de agua antes de la cena cuando todo pasó. Creo que le están dando demasiada importancia —echo un vistazo fugaz hacia las puertas del Gran Comedor. La verdad es que yo también me quedé algo preocupada por ese evento, pero puedo tener mis pequeñas sospechas.

April: — ¿Del otro lado? Hmmm... pues desde el principio. Y de la fiesta. —me encojo ligeramente de hombros. Él mismo fue quien me dijo que me lo devolvería, así que no está mal que yo se lo "pida" cuando lo necesite. Así que Cassia no me quiere decir por qué Julian le ha pegado a Montblanc. Vamos, estamos hablando de su "novio", es imposible que no sepa nada.

Pero vale, no me voy a enfadar porque no lo comparta conmigo... o solo un poquito, como para fruncir los labios y acabar de comer bocadito a bocadito, yendo deliberadamente lenta por la noticia de que los hermanos LeFay están en el Vestíbulo como si hubieran luchado contra un Basilisco. No es que no quiera ver cómo están, pero habría mucho más revuelo si alguno estuviera gravemente herido.

"No sé si me siento aliviada o decepcionada"

— ¿De qué Casa era el que encontraron muerto en la fiesta de Hogsmeade? —pregunto para quitar a LeFay de mi cabeza. Suficiente tengo yo ya con mis asuntos como para preocuparme de los problemas mentales de los hermanos franceses. — Ivy me ha dicho que ella y Reed van a investigar lo sucedido.

Cassia: — Creo que era un niñito de Gryffindor, ¿por? —no me imagino qué relevancia pueda tener la casa del chico muerto con el caso, y como que también paso un poco de esos malos rollos con los que ya tengo en la puerta de al lado. — ¿Vas a investigar con Ivy también? No sabía que os habíais hecho amiguitas ahora... —¡no estoy celosa! Y hablando de Reed, he intentado mirarle pero parece que ha salido también a ver el espectáculo. A lo mejor ha ido con Ivy. A lo mejor sólo quieren pinchar y mi Dark Spice quiere meterse en medio.

Me rasco bajo el mentón con la uña del meñique. Llevo todo el fin de semana con dolor de cabeza y algo débil.

— Llámame loca, ¿pero te has vuelto altruista de repente o sólo pretendes evitar que descubran tu aventura del aquelarre?

April: Me sobresalto y rápidamente miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie nos está prestando atención. Con la cara roja como un tomate, me inclino hacia Cassia.

— No fue una aventura. Fue un error. Un desliz. —siseo, furiosa. — ¡Y dijiste que no hablarías del tema en público!

Vuelvo a sentarme correctamente, pero ya estoy más que llena y hace rato que sólo juego con la comida.

— Y no digas tonterías. Claro que no somos amigas. Pero ahora le ha dado no sé qué para que vuelva a salir con Dariel. ¿Te lo puedes creer? Después de todo el tiempo que me ha incordiado, AHORA quiere que estemos juntos.

Cassia: Frunzo el cejo, insegura, mirando al techo.

— Hmno, eso no suena a algo que yo diría... Pero vale, no volveré a mencionarlo en presencia de otros —afirmo con cierta resignación. No me creo que alguien vaya a darle tanta importancia al "desliz" bollo de Ap como se la da ella. Y eso sí que suena todavía más raro de cojones: Ivy, la mayor (más que yo incluso) detractora de la relación entre April y Dariel, también conocidos como "Ariel" o "Dapril" según gustos, ¿ahora quiere juntarlos? Yo ya no entiendo nada. ¡Y pensaba que había aprendido cosas con dos de mis mejores colegas saliendo! Joder, necesito saber cómo está Dar... — Pensaba que la pelirroja estaba por el culo de tu novio, perdón "ex-novio", y que se desquitaba saliendo con tu hermano.

April: Suelto una risita de complicidad.

— Parece que se le han quitado las ganas de incesto. Quién sabe... igual se ha enamorado de mi hermano de verdad... —valoro esa posibilidad durante dos segundos. — Imposible. ¿Del cerebro Quidditch? No, es evidente que solo se usan entre ellos. No durará...

Suspiro. Me pone nerviosa ver a Cassia mirando todo el rato de reojo hacia la puerta, así que ya que no lo dice ella, lo digo yo.

— ¿Vamos a ver qué ha hecho Dariel esta vez?

No "¿Qué le ha pasado a Dariel?" sino "¿Qué ha hecho?".

Cassia: ¡Joder, gracias! Tiro los cubiertos y me levanto enseguida, abrochándome la túnica.

— Le das muy poco crédito a tu hermano por lo bueno que está, ¿sabes? —la chincho un poco, como de costumbre. Sí, todavía pienso que podría haberme movido yo más rápido que Ivy en ese sentido, pero mira, se me cruzó el año pasado de por medio. — Espero que el enano esté entero, porque creo que Julian ha salido corriendo a matarlo.

[Mesa Hufflepuff]

Era rara la sensación de volver a un lugar que en su tiempo consideraba hogar pero ahora le provocaba únicamente retorcijones en el estomago. Nerviosismo, felicidad, miedo, no podía identificarlo con totalidad pero se sentía listo, se creía listo, por Morgana que estuviera listo.

Despertar aún más temprano de lo normal no fue un dilema ya que apenas pudo conciliar sueño pero quedarse sentado en el vagón del tren, sonriéndole a su psicóloga como si tuviera el valor de un Gryffindor, en lugar de salir corriendo de vuelta a casa de sus abuelos fue el verdadero reto. Intento despejar su mente tarareando canciones de los Beatles, golpeando con sus dedos la rodilla para no empezar a moverla de arriba abajo y darle señales que alteraran a la mujer que le acompañó por dos años en terapia. Deseó traer un libro consigo pero le parecía de mala educación ignorar a sus acompañantes en el viaje a pesar de que quisiera hacerlo con la aurora cuya presencia era un constante recuerdo de lo peligroso que ahora era.

Si bien su psicóloga logró sacarle unas risas con su divertida exasperación ante la malhumorada trabajadora del ministerio lo que le trajo el brillo de antes a sus ojos fue ver las puerta del colegio, sintiendo todo el peso de antes amortiguado con la emoción de que volvería a tener una vida normal, sus ojos pasaron y a la aurora y suspiró lentamente, una vida semi normal pero vida al fin y al cabo. La verdadera sonrisa, de esas que abarcan un extremo del rostro y terminan el otro, apareció cuando Daniel lo recibió con la misma amabilidad y ánimo de siempre y puede que por lo mismo su abrazo haya sido un tanto más apretado y prolongado de lo normal.

La despedida con la aurora no fue ni la mitad de emotiva que la que tuvo con su psicóloga, otro brazo demasiado prolongado, ni fue tan emotivo cuando volvió a pisar las baldosas del gran comedor. Inhaló profundamente el aroma a deliciosa comida, únicamente comparable con la mano de su abuela, antes de seguir a su amigo a la mesa con los colores que una vez más le acompañarían día a día y ¡Vaya que había extrañado el amarillo! Miró todas las caras en la mesa tratando de reconocerlos y acordarse de los nombres de sus antiguos compañeros mientras iba llenando su plato con copiosas cantidades de la comida que tanto había extrañado. En Hogwarts era como si hasta la comida tuviera magia. Escuchó la charla de sus amigos mientras comía, más interesado en la variedad de postre que elegir. Sus atención eso si volvió cuando hablaron de quidditch y sus ojos viajaron a donde Daniel le señalaba ladeando la cabeza con curiosidad ante la anécdota y al alboroto que le prosiguió a las palabras. Miró por donde todos se perdían a recibir a los ¿Lefay, verdad? Esperaba recordar todas las caras conocidas pronto pero de momento como ni el escándalo era asunto suyo ni las disputas entre casas, ¡Vamos que acaba de llegar!, miró la mesa una vez más antes de sonreír ante el banquete de chocolate que le esperaba- Oh, sí, pudín

[Hall edificio principal, ante la entrada del Gran Comedor]

Renqueando, más apoyado en mi hermano de lo que querría, intento ponerme en marcha, pero me cuesta. Trato de sonreír a mi prima Ivy cuando se acerca y pregunta si “necesitamos algo”.

-¿Una autoestima nueva?- murmuro, mientras trato de mantener mi conciencia donde toca, en el ahora y en el aquí. Cuesta. La promesa de las sombras de dormir sin sueños es muy tentadora, casi tanto como la cancioncilla de una sirena. Más pa’llá que pa’cá recibo el abrazo de oso de Julian. Escucho como derrama sus palabras en mi oído, pero van directas a algún cajón oculto en el interior de mi cabeza.

-Claro- le respondo con voz susurrante, más porque me veo incapaz de subir el tono de mi voz que porque pretenda mantener secreto alguno.

-¿Eh?- me quedo mirando a uno a otro, cuando la pulla de Levi consigue penetrar en mi mente, enturbiada por el dolor y las hierbas que mi hermano me aplicó en la pierna.

-Bieeen- susurro musicalmente –Me echasteis de menos, ¿huh?- intento bromear ante la desesperación de uno y el enfado evidente del otro. No sé qué ha pasado y ahora mismo no es mi mayor preocupación.

-Arre caballo- le digo a mi hermano e intento sonreír, pero mi sonrisa se deforma en una mueca de dolor. Veo como mi hermano pone los ojos en blanco antes de mascullar un “Anda, vamos, antes de que se monte más revuelo”. Acompañados de una pequeña comitiva Sly, mi hermano y yo conseguimos llegar “a salvo” a la Enfermeria, justo a tiempo para que el Sanador al mando nos pegue la bronca padre.

-Aaaahhhh- suspiro felizmente -De nuevo en casa.

[Enfermería]

Sheridan estaba apurando un emparedado de dos pisos en el despacho cuando aparece la comitiva Lefay en la Enfermería, pillándole con las manos en la ma...yonesa. Rápidamente deja su "cena" y se limpia con una servilleta, corriendo a ver quién realmente necesita atención sanadora y quién necesita que le pateen el trasero por irrumpir de esa forma.

— El domingo a última hora del día, por supuesto... —bufa, aunque se pone algo más serio al ver la cantidad de sangre que el pantalón de Dariel va dejando por su paso. El mayor, Ashley, parece mucho más entero aunque agotado en aspecto. ¿El resto? O son cotillas o amantes por la preocupación que desprenden.

¡Pero lo primero es lo primero! Después de agacharse a comprobar a qué altura está la herida de su pierna por el torniquete, toma a Dariel en volandas para colocarlo con cuidado sobre una camilla. Luego sí, con la varita, le abre el pantalón por el costado para poder ver mejor.

— ¿Y bien? —cuestiona al profesor Lefay con la mirada, porque claro, no espera que la condición de Dariel le permita contarle qué ha provocado esa herida. No pretende ponerse a hacer nada hasta que reciba una respuesta convincente. No es precisamente inmune al encanto juvenil de Ashley, pero tiene más en común con el carácter de Pomfrey cuando se trata de su trabajo de lo que le gustaría admitir. — ¿Un divertido fin de semana?

Joder, estoy muy empanada. Entre las lecturas hasta altas horas de la madrugada y los intentos por conseguir algo que ahora mismo se me antoja muy imposible, no me da la cabeza para mucho más. A pesar de que trate de seguir leyendo en la mesa. Sé que Mack está enfadada por algo de quidditch y que Nissa lleva una fumada importante (sólo hay que ver cómo apesta a marihuana), así que cuando me habla, levanto la mirada del libro y bufo, dejándome caer para apoyar la cabeza en su hombro.

- Sí, claro que lo hay - asiento, sonriendo de lado, y la miro de reojo - Que tú estés durante los intentos - río un poco - Y no te rías de mi, ¿quieres? Estoy a punto de empezar a desvariar - exagero, siguiendo con la mirada a Dariel y el grupo de bienvenida.Vaya, tiene muchos fans, ¿no? Bueno, ya le pillaré por ahí cuando no parezca tan "querido". Que conste que yo también me alegro de verle y de que él y su hermano estén bien, pero tampoco es plan de tirarnos todos encima de ellos, ¿o qué? - ¿Dónde crees que han estado? - le pregunto a Nissa, señalando a los hermanos con la cabeza - Vienen hechos una mierda, madre mía. ¿Aún crees que no está pasando nada raro?

El primer pensamiento que tengo al escuchar a Levi es "¿Y este tio de qué coño va? Debería romperle la nariz otra vez", pero claro que si me pongo pensarlo bien tiene razón, ¿no? A pesar de no recordarlo, de no saber lo que pasó; sucedió, y merezco tanto que el resto hable así como su recelo hacia mi. Aunque me moleste. Aunque ni siquiera pueda disculparme con él porque ¿qué le digo? ¿Que no me acuerdo de haberle hecho eso? ¿Que perdí la noción del presente por ese tiempo? ¿Quién iba a creer semejante locura? Acabaría antes diciéndole que le pegué porque necesitaba desahogarme y él pasaba por allí. Que soy un imbécil que abusa de los demás aprovechándose de su forma física.
Es por eso que me quedo en el pasillo, sin acompañarles a la enfermería, aunque tampoco vuelvo al Gran Comedor. No me apetece seguir escuchando murmullos del resto a mi alrededor, me pone nervioso. Aún tengo deberes que hacer así que mejor me aislo en mi habitación. Espero al menos que así no vuelva a suceder nada parecido. 

Le saco la lengua pero joder, aun así me siento demasiado pagada satisfacción por lo bien que había hecho las cosas. Y sí, soy una maldita presumida para algo que se me da bien, qué se le iba a hacer. Trago la comida con dificultad y miro hacia donde me indica Sigma, arrodillándome sobre el asiento para ver por sobre las cabezas de los alumnos que, como nosotras, se habían quedado sentados. – Ni idea. – me encojo de hombros. – Lo raro no es que Dariel desaparezca, sino que lo haga tanto tiempo y con su hermano. – murmuro pensativa. Los conocía desde que tengo memoria pero hacía años que no los veía y aun así podía afirmar que su relación no era lo que se podía decir perfecta. – Quizá hayan estado luchando en el lodo. – añado, intentando hacerme la graciosa, aunque para mis adentros, coincidía con Blue: algo olía mal aquí y no era mi aliento a maría.

Dariel parece estar algo ido, y no Levi no se siente extrañado. ¿En dónde demonios habría estado para acabar así? Finalmente, todos llegan a la enfermería aunque para cuando se da cuenta, Julian no está ahí. Pues mira, mejor. Aunque le habría gustado más recibir alguna explicación o disculpa, eso tampoco estaba tan mal. Respira aliviado cuando Marceau comienza a atenderlo. Sin ninguna intención de quedarse fuera, Levi se sienta sobre una banqueta vacía. El lugar estaba atestado de ojos curiosos. - ¿Han pagado para presenciar el espectáculo? – vocifera en tono burlón. – Ellos necesitan descansar; ya se enterarán mañana de lo que ha ocurrido. Venga, fuera. – ordena, sin voltearse para ver si le habían obedecido o no.

Al final, todos se marchan con su orden aunque protestando por lo bajo. Levi se sonríe. Parece que su voz de mando sigue intacta.

[Enfermería]

Suspiro al escuchar hablar a Dariel. Ni en momentos así podía dejar de lado las bromas... De algún modo aquello me hacía sentir algo más tranquila. Pero solo algo. Poco a decir verdad.

Miro con curiosidad a Jules al ver que este se queda fuera, pero no decido perder tiempo y entro junto a mis primos y el nuevo a la enfermería. No sabía si se atreverían a decir mucho delante de mi, pero viendo que Sherry parecía querer quedarse de brazos cruzados hasta que le diesen explicaciones y estas fueran convincentes... igual hasta tenía suerte.

Y entonces pasa. Suena la voz del nuevo, más potente de lo que la recordaba, casi parecía querer sonar autoritario. Me recordó a aquella gente que intenta alardearte de tener la última túnica de moda que hay en venta en Madam Malkin cuando tu llevas una túnica de diseñador. Un quiero y no puedo. Pero más triste porque el dinero se puede obtener, la autoridad de la que él pretendía jactarse, no.

- ¿Y tú eras...? -Tajante, cargado de veneno. Miro al rubio con una sonrisa en el rostro, aunque mis ojos no la acompañaban. Le miré como quien mira a un ser que no vale nada comparado con uno mismo.- Igual no nos han presentado, pero soy Ivy, prima de ambos y además futura sanadora. -Digo esto último mirando a Sherry, con intención de dejar claro que me interesaría muchísimo presenciar la cura que fuese a hacer. Luego vuelvo a mirar al canadiense.- Creo que no soy yo precisamente la que sobra aquí.

Tras presenciar la entrada a lo grande de los hermanos Lefay, el cerebrito de Bash empieza a sacar humo por su debate mental personal: cotillear la enfermería o quedarse en el Comedor y asaltar al otro recién llegado. Lanza una miradita a su séquito y sonriendo maliciosamente, retorna al Comedor.

"Aish, tanto por hacer, tanto por hacer y tan poco tiempoooo".

Divina como ella sola, fija su objetivo y se decide a lanzarse sobre su presa.

Se acerca a la mesa de los Tejones. Situándose detrás del recién llegado, se inclina sobre la mesa y coge un grano de uva.

-Connor. Qué sorpresa. Te fuiste de forma tan... precipitada- se lleva el grano de uva a la boca y se lo come. Con miraditas y descaro se hace un hueco para sentarse al lado del chico.

-¿Todo bien, cachorrillo?

Bueno, no todos se fueron. Quedó esa chica pelirroja, Ivy, que encima finge no conocerlo. ¡Hacía unos cuantos meses que cursaba en Hogwarts! – Sé quién eres; la verdad no te había visto pero – esboza una leve sonrisa – para futura sanadora tienes unos agujeros importantes de memoria. Te recomiendo el ginseng. – le dice Levi sin hacer demasiado caso a su ataque. Que él supiera, allí la autoridad la detentaba el medimago pelirrojo.

Sheridan se irrita un poco, ya que al final ninguno está siendo de ayuda y encima intentan robarle autoridad, ¡en su propia enfermería! Pomfrey ya le había advertido que estos críos de hoy en día venían con la revolución subida, seguro, por culpa de Harry Potter asentando mal ejemplo en sus tiempos mozos.

— Joven Montblanc, su nariz todavía puede volver a desviarse si sigue con esa actitud peleona —bromea sarcástico hacia Levi, guiñándole un ojo. — Como no se calme tendré que echarle a usted también, ¿entiende?
 

[Enfermería]

La verdad es que después de la frase “divertido fin de semana” poco consigo escuchar más. Ni siquiera creo ser consciente de quien la ha dicho. Apenas consigo balbucear un “muy interesante”. Se me cierran los ojos del cansancio, de la pérdida de sangre y de la relajación que le entra a uno en cuanto llega a terreno seguro. Dejas de tener la necesidad psicológica de aguantar el malestar o el dolor y cedes todo lo que antes soportaste estoicamente.

De telón de fondo, me parece oír una discusión absurda entre dos voces ligeramente conocidas, pero después de tanto ajetreo, soy incapaz de concentrarme en lo que dicen. Me hundo en los recuerdos borrosos de lo que ha pasado en estos últimos días, desde la conversación absurda y a medias con mi hermano hasta el incidente con el colmillos…

-En serio, Ash, déjalo estar.

-Si está claro que son falsos. No va a pasar nada. No te preocupes. Confía en tu hermano mayor.

-No bromeo, que son de verdad, créeme. ¿Es que no te acuerdas del primo Rowan y su crío? Si son igualitos.

-No way. Es un muggle disfrazado, claramente- sonrió Ashley con autosuficiencia, mientras continuaba levantando el labio de aquel tipo para dejar al descubierto sus colmillos afilados.

-No. No lo es y creo que se está cabreando…- sonrió nerviosamente Dariel.

-Puess claro que sson de verdad- por un escaso centímetro el mordisco que lanzó el vampiro no alcanzó los dedos de Ashley, que raudo los apartó a tiempo. Tanta lección de esgrima y Duelos en el sótano de casa se cobraron su preciosa ventaja.

-Ehm… vale. CORRE- no tardaron ni dos segundos en salir corriendo ambos, como si el propio Satán en carne y pezuñas les persiguiera por los callejones del más oscuro Londres para devorar sus almas inmortales.

Sonrío, adormilado. Eso fue divertido. En el fondo, fue muuuuy divertido. Aunque casi la palmo en ese maldito cruce de callejones oscuros.

De verdad que me estoy mordiendo la lengua para no soltar ningún comentario cínico sobre la visita de LeFay a la enfermería, pero como Cassia insiste... la acompaño con expresión disconforme y refunfuñando para mis adentros, pero sin expresarlo en voz alta ni decirle a ella que no vaya.

Cuando llegamos a la enfermería ni siquiera entramos por la puerta al escuchar una voz repipi (que ahora mismo no reconozco, aunque la he escuchado antes... estoy segura...) que invita a los curiosos a largarse de una forma que, me lo dice a mí en la cara y lo menos que hago es lanzarle una maldición por imbécil.

— Vaya, la hora de visitas ya ha terminado... Que pena, tendremos que volver mañana.

Sí, una pena tremenda. Me parte el alma pero ésta es la mía para coger la mano de Cassia y tirar de ella lejos de allí. Total, el paciente necesita descansar y nosotras pasarlo bien, ¿no?

En lugar de irnos hacia las mazmorras, vamos a rondar los pasillos y decidir qué hacer en base a quien nos encontremos merodeando. Es demasiado pronto para irnos a dormir y ¿quién sabe? Quizá encontremos a alguien con quien descargar frustaciones.

Así que nos vamos de putivuelta.

[Enfermería]

-Y en cuanto a ustedes dos, por muy buenas intenciones y familia que sean, tendrán que marcharse antes de que llegue el toque de queda, que les recuerdo, todavía está en vigor. Dormirán mejor en sus camas que en una de las sillas de aquí- añade el sanador con más carisma del mundo mágico. De este modo, les pide a Ivy y a Levi que se marchen a una hora prudencial y les avisa de que de quedarse allí a dormir ni de coña. Así que llegada la hora límite les “invita” a salir por la puerta.

-Ivy, preciosa, relájate, estamos bien- le dice Ashley a su prima –Es culpa mía, deberíamos haberte dejado una nota, pero no queríamos preocuparte innecesariamente. Estamos bien. Prometo que no volverá a pasar- se acerca a ella y le da un abrazo cariñoso de hermano.

- ¿Por qué no me acompañas a tomar un té y nos ponemos al día? - le pidió éste a la pelirroja.

-Lo siento, pero tu hora del té tendrá que esperar a que acabe con tus heridas, querido Ashley- sonríe Sherry lo más calmadamente que puede, mientras se recuerda a sí mismo que está felizmente casado.

-Me parece justo. Ivy, preciosa, ¿porque no vas a mi despacho y me esperas allí? Yo mismo te llevaré de vuelta a tus estancias luego, no te preocupes- le dice Ashley muy afablemente.

–¡Ei, canadiense! - llama Dariel a Levi, algo más despierto, aunque todavía bastante atontado con la pócima sanadora. Se sienta en la cama como puede, con alguna mueca de dolor por la pierna y las costillas- Acércate, que no muerdo.

[Pasillos sin determinar]

April y Cassia, tras ver que el acceso a la Enfermería estaba bloqueado por un Sherry mosqueado y unos psicofans mosqueados, optan por pendonear por los pasillos, sin rumbo alguno. Las escaleras que se mueven las alzaron a una planta al azar y empezaron a caminar como si fueran las auténticas reinas del lugar (y en parte, probablemente lo son). Los primeros pasillos están poblados por gente que va y viene: alumnos y profesores de todas las Casas y sexos. La mayoría están apurando el poco tiempo que queda hasta la hora límite, el famoso toque de queda impuesto por la dirección escolar a raíz de las drogas. A medida que las dos bellas jóvenes se van alejando de las zonas principales de paso, se encuentran cada vez más solas y más a oscuras. Aunque hay velas y antorchas repartidas por todo el castillo, en las áreas más alejadas y supuestamente de menos paso, la iluminación se empobrece. ¿ Quien les manda pasearse por allí? Pues nadie, sinceramente, pero el aburrimiento es muy malo, ya lo dicen. Y las dos tienen muchas cosas en las que pensar. Asesinatos, conspiraciones, pesadillas y trampas mortales. Lo dicho, mucho en lo que pensar.

[Gran Comedor]

La cena llega a su fin, para bien o para mal y eso implica que la hora límite de estar pululando por la escuela se acerca y todas las “ovejas” deben quedar recogidas en sus respectivos corrales. Los profesores tutores organizan las filas de los alumnos más jóvenes, mientras los Prefectos se ocupan del resto de alumnos de sus Casas respectivas. Los últimos en abandonar la enorme sala son los alumnos de último curso, que se supone que se auto-gestionan a sabiendas del castigo de saltarse el toque de queda. Filch reniega en el Hall por tener que limpiar aquel desastre de barro y sangre, lleva así desde que los hermanos Lefay se marcharon a la enfermería. Ser squib es una mierda, sobre todo a la hora de tener que limpiar porque encima, el Consejo Escolar se niega a comprarle una escoba limpiadora automática de las buenas.

-Falta de presupuesto, ¡mis pelotas!- gruñe por lo bajo el anciano conserje, mientras fregotea la suciedad de la alfombra y el suelo de piedra.

[Enfermería - Despacho de Ashley]

La contestación del rubio canadiense fue bastante triste, sinceramente. Aún así mi intención era contestarle porque me gusta ser la última que tiene la palabra, pero se me adelantó Sherry así que no pudo ser.

- Es lo de siempre... -Comento mientras le devuelvo el abrazo a Ashley, el cual, luego y como de costumbre, intentó sacarme de allí pero por suerte, Sherry no cedió.- No me preocupa volver a mi habitación sola, pero supongo que si que podría esperarte en el despacho. Total, aquí da igual que esté, como siempre. -Eché una última mirada envenenada a Dariel, que ni se dignó a dirigirme la palabra, y me fui.

Sabía que mandarme a su despacho era otra de sus tretas para sacarme de delante y así poder hablar entre ellos, como siempre. Pero a lo mejor en su despacho había algo interesante relacionado con todos los ataques que estaban ocurriendo y mientras él venía y no...