Partida Rol por web

Al entregarle sus pertenencias, entre ellas un duplicado de su celular, al ladrón, escuchó la propuesta del muchacho que tan elegantemente llevaba unos Clarks marrones, pero su estilo era para gente vieja, no era para nada actual, y lo que propuso era peligroso. Para qué arriesgarse? Si a el ya lo habían dejado ir. Lo mejor era que le entregaran sus pertenencias y se dejaran de joder. Pero Agni no dijo nada, lo que faltaba era llamarle la atención al ladrón devuelta.

"Al final los ladrones son lo mismo en cualquier país en el que esté. Son gente razonable a pesar de que te roban tus benditas pertenencias. Tan actual." pensó Agni al recibir el permiso para irse, propuesta que no desperdició y comenzó a alejarse lentamente hacia atrás. Primero en busca de su skate y luego unos pasos más lejos para seguir viendo el avance de la situación pero no estar en tanto riesgo como las otras tres víctimas voluntarias.

"Eso sí que cambió entre los dos países. En Argentina cuando había un robo, todos se escondían y la calle quedaba vacía. Acá, en cambio, la gente quiere ser robada y se acerca al ladrón para facilitarle las cosas. Son medio boludos."

Se subió a la vereda y se escondió detrás de un coche, instintivamente sacó su celular y abrió twitter, olvidando completamente que supuestamente se lo acababan de robar, y comenzó a escribir en el teclado con una velocidad que solo puede ser lograda con años de entrenamiento. Cuando terminó de escribir, aprovechó para sacarse una selfie que mostrara la situación detrás suyo, intentando no ser visto, pero al mismo tiempo consiguiendo un buen ángulo y logrando hacer una buena trompita.

Me han robado! #InseguridadTotal. Camino a #BotellónEnArguelles. un ladrón otaku se llevó mi billetera! Help pls, Peopleee!
Pd: What are those? (Icono de jeans) #RopaPasadaDeModa. No son ni siquiera de la colección invierno pasada! Parece ropa de descuento #DiuhQuePocoActual.

Fue lo que twitteó, y casi al instante en que lo envió, sintió como su celular volvía a vibrar indicando nuevos favs y retweets. Si aquel ladrón tuviera oídos sensibles, seguramente lo escucharía.

Tras llamar uno por uno los números de la lista llego al ultimo. Rezando para que lo cogiera alguien marco el numero y espero escuchando el tono de llamada. Su mano derecha sostenía el teléfono con cuidado contra la oreja mientras la izquierda abría la puerta del almacén. En cuanto el tono de llamada acabo y escucho como alguien cogía la llamada se quedo quieta. Su mano izquierda se elevó a la muñeca de la mano derecha como si temiese que si no sujetara su otra mano se le cayera el teléfono.

-¿Esto…- Con prisas bajo la mano y saco del bolsillo la lista que había usado hacia un momento para marcar y miro el nombre al lado del numero. -… Andrew Jiménez? .- Pregunto la muchacha con poca seguridad. Posiblemente el que contestara fuera el salvavidas que podría solucionar aquella noche si podía venir. Aunque le primer paso, el de coger el teléfono ya se había cumplido.

Sabia que el precio no seria barato debido a las horas y que su jefe le montaría una buena por llamar. Ya imaginaba la bronca alegando que seguro que no era tan urgente y mil escusas mas, pero el problema es que si no lo solucionaba, la noche se podía ir al traste. Y lo preocupante no era solo la noche, si no el posterior boca a boca entre los clientes.

Después de recibir una contestación afirmativa la muchacha no se achanto.- Perdona que llame tan tarde, se nos ha roto un refrigerador y… Bueno, quería saber si podría venir a arreglarlo.- Nerea en ese momento solo tenia un pensamiento en la cabeza, como se tomaría el trabajador al que le llamaran a esas horas para ir a reparar un refrigerador. Preocupada por haber despertado al receptor de su llamada se mordió el labio una vez mas.

En el reloj del taller marcaban casi las doce, las 23.59. Andrew estaba algo cansado por el día de hoy, apenas había tenido curro y eso marcaba algo el paso de las horas, y aumentaba aún más la somnolencia.

Tras un largo bosteza, colgó su camiseta y se dejó caer en el catre que tenía en la trastienda sabiendo que a pesar de la guardia, nadie llamaría y la cuenta seguiría en números justos, dejando entrever la posibilidad de tener que cambiar de nuevo de ciudad y buscar curro en otro lugar.

Andrew se recostó sobre sus brazos mientas intentaba descansar aunque la intranquilidad no le dejaba ceder. Y entonces el móvil sonó. Se quedó mirando por unos segundos, no conocía el teléfono. Media sonrisa se dibujaba en su rostro, al parecer la suerte le brindaba un toque de esperanza a no ser de que fuera alguien pidiendo pizza o buscando a un tal Ben, el cuál parecía tener un número parecido pero acabado en 3.

Descolgó el teléfono y como siempre se presentó.- Buenas noches, Taller Andrew Jiménez, servicio 24 horas, en que le podemos ayudar.- Le parecía graciosos decir aquel plural, como si la cafetera o la tostadora fuera parte de un equipo de trabajo que cobraran por igual.

Una voz femenina preguntaba por Andrew. Y tras asegurar que era el taller, preguntaba para arreglar un refrigerador. Asentió con la cabeza como si pudiera verle y dijo.- Claro. Dígame la dirección y el modelo del aparato e iré enseguida. Dame unos segundos... Ahora, dígame la dirección. ¿Qué es lo que le pasa?- Había tenido que correr al mostrador para coger el bloc de notas y pedidos y buscar un bolígrafo en el cajón.

Una expresión de tranquilidad se reflejo en el rostro de la muchacha en cuanto la voz le informo que no había problema. – Genial.-Dijo agradecida.-Es en Argüelles, calle Paseo del pintor Rosales numero 60. Es un local de copas, siempre hay gente en la puerta. Se llama “El jardín secreto”. - Dice la muchacha por teléfono mientras dobla como puede con la mano izquierda el papel con los números de contacto y la introduce en el bolsillo.-Hay una entrada por la calle de atrás para la carga y descarga, puede usar la zona Vado que hay.- Dijo pensando en lo complicado que podría ser aparcar a esas horas en la zona.

- El refrigerador creo que es un Trwosky… o algo así.- No era una marca conocida, seguramente cuando lo compraron prefirieron apuntar a un electrodoméstico barato en vez de uno de renombre.-Tengo la sensación de que el motor funciona mal, como si estuviera sobrecalentado.- Explica la muchacha como puede.- Ha dejado de enfriar y se estaba calentando el interior del refrigerador. Lo he desconectado por si se podía quemar.- Dice mientras se lleva una mano a la frente para echarse el flequillo a un lado. Realmente no estaba siendo sincera ahí, lo que no quería es que el calor del motor siguiera calentando el interior del receptáculo.

- ¿Cree que puede tener fácil solución?.- Pregunto preocupada. Nerea no tenia gran idea del funcionamiento de electrodomésticos, pero su mayor temor en ese momento es que tuviera que vaciarlo para la reparación o esta fuera a ser difícil de realizar. No quería ser ella la que dijera un sábado por la noche a los clientes que si querían cerveza tendría que ser caliente.

Tomaba notas con una mano mientras intentaba calzar su camisa y botas adaptadas.- ¿Eso está por Malasaña?.- Preguntaba para ganar tiempo, mientras ordenaba las cosas en la mochila y caja de trabajo. En su mente pensaba a la vez que ya había soltado la pregunta.- Pareces lerdo Andrew, te acaba de dar la dirección y te dice que en Argüelles y sigues preguntando, esperemos que no te tome por tonto o te va a costar más la carrera que el arreglo.

Se miró al espejo rápido y colocó su pelo rápidamente apenas había tocado la cama. Miró el mapa del tablón y buscaba la calle rápidamente para colocarlo en su mente y gastar lo menos de gps posible. Creo que en 20 minutos puedo estar por ahí... Y ya depende. Si es una resistencia,una batería o el ventilador es cambiarlo; pero si se ha tocado la placa base o el alternador va a llevar más tiempo.- Colocó las llaves del coche en la boca y dijo sintiendo el agobio de la muchacha y haciéndolo suyo.- Ganquiah, qhe tahdhadhe lo mehof pofible.- Se dio cuenta de lo poco profesional que podía sonar y dijo arrancando ya el coche y colocando la mochila en el copiloto junto a la caja de trabajo.- Disculpa, ya estoy en el coche, e intentaré llegar lo antes posible. No te preocupes.

Dejó activado el manos libres por si la cliente quería alguna cosa más y se puso de camino a la dirección. En su mente hacía mil cavilaciones. Por el nombre podía ser un burdel de las afueras. Como llegar a la parte trasera y dejar el coche en carga y descarga.

Su mirada se ceñía a las luces de las farolas al pasar mientras seguía el camino y se acercaba al lugar de trabajo.

Iraitz estaba en su salsa, con su "sex on the beach", sus amigos, la música y las vistas que le proporcionaban los presentes. ¿Se podía pedir más? El chico paseaba la mirada de vez en cuando por el bar, chequeando a los presentes en busca de diversión, no necesariamente sexual. Era evidente que no era un chico para estarse quieto, mucho menos en una discoteca.

Su mirada se centraba en el chico de su apuesta, aunque aún no había sido aceptada. Trataba de evaluar sus preferencias, algo importante antes de hacer su movimiento. No le importaba perder, pero le encantaba ganar, sobre todo contra Sara. Sin embargo, algo le sacó de sus pensamientos.

Al ver que la pareja de chicas que acababa de entrar se dirigía hacia el trío en el que estaba Iraitz y saludaban a Sara, el joven tuvo que reprimir una mueca de hastío. Más bolleras, ¿en serio? ¿No tenía suficiente con Sara? En realidad no pensaba así, pero era una broma recurrente él y sus amigos, no podía contenérsela ni siquiera en sus pensamientos.

Tras dedicarles una encantadora sonrisa a las recién llegadas, escuchó las presentaciones pertinentes y fingió indignarse. ¡Ahora soy yo el que está celoso! Exclamó, con teatralidad. Me indignaría que no me lo hayas contado antes, pero como hay amigos de por medio te tendré que dar las gracias. Iraitz guiñó el ojo a Sara y le dio dos besos a Laura para corresponder a la presentación. 

Un placer conocerte, Laura. Le dijo, de forma educada. Ven, vamos a sacar una ronda de chupitos por las amigas especiales. Acompañó esas dos últimas palabras dibujando comillas en el aire. ¿Qué quieres tomar? El chico ya llevaba una copa en la mano, parecía que quería empezar fuerte la noche y arrastrar con él a sus amigos.

La treta no había funcionado. Manteniéndose a distancia, miró de soslayo a su acompañante, con una mirada cargada de dudas, mientras el adolescente huía tras ser atracado. Arrugó el ceño y miró al enmascarado. Quizá no les haría nada a ellos, pero vendrían otras víctimas y puede que alguna resultase malherida o algo peor, y Siv no podía cargar con eso en su conciencia.

-No pienso darte nada- la adrenalina revolvía su estómago, pero ahora la mirada de la joven reflejaba determinación y no despegaba sus ojos azul claro del atracador, como si lo estudiara -. Ten cuidado... no vayas a torcerte un tobillo.

No podía permitir que aquel tipo abusara de su poder. Cierto que lo había visto aterrizar de un modo inhumano, por llamarlo de alguna manera, pero Siv tampoco estaba indefensa siempre que supiera controlarse un poco.

Tras buscar el consentimiento de Chris con la mirada, apelando a su confianza y complicidad, se decidió a actuar. Para ello, debía concentrarse en el esqueleto del atracador, centrándose luego en una de las extremidades inferiores. Sabía el hueso que buscaba: el astrálago, situado en la parte superior del pie, pegado a la tibia.

Su intención era simple: desplazaría el astrálago hacia un lado, fisurando el peroné y la tibia en el proceso. 

Eh… Si, mas o menos.- Respondió ante la pregunta de si el sitio era cercano a Malasaña. Sus pasos habían cambiado ahora de dirección hacia la pequeña salita que había mostrado a su compañera hacia escasos minutos. La llave de la puerta trasera tenia que estar por allí, debía encontrarla para cuando llegara el técnico.

-Ojala no sea muy complicado.- Dice casi inconscientemente cuando la voz del teléfono menciona los posibles problemas que pudiera tener el aparato. Estaba ya buscando en uno de los cajones la dichosa llave cuando la voz hablo como si hubiera interferencias.- ¿Perdona?.- No solía usar mucho el móvil durante el trabajo así que achaco que podría ser algún tipo de mala cobertura. Cuando volvió a escuchar la frase, esta vez con claridad, asintió para si misma.- Perfecto, gracias. ¿Puedes darme un toque a este mismo numero cuando llegues?.- Dijo esta vez pensando en su compañera, no podía estar esperando en la parte de atrás hasta que llegara el hombre.- Para ir a abrir la puerta de atrás.- Explicó mientras su manos encontraban finalmente la buscada llave.

Su cuerpo se giro mientras agitaba las llaves y cerraba el cajón empujándolo con la cadera. De momento parecía que todo tenia una posible solución, ahora solo quedaba rescatar a su compañera. Esperó a recibir una respuesta de Andrew antes de terminar la llamada, poner el móvil con la vibración al máximo y empezar a dirigirse hacia la barra.

Sorteaba las aglomeraciones y las avenidas de semáforos para poder llegar antes. Sin darse cuenta, estaba ya en las afueras, cerca de la zona. Puso el gps del móvil, y la calle y dirección mencionadas estaban a dos cientos metros.

Un par de vueltas, una calle y llegó a la puerta del local. Rodeó el local con el coche y aparcó justo en la zona de carga y descarga como la chica me había indicado. Salió del coche, colocó sobre sus hombros la cazadora y la mochila a la espalda, a una mano la caja de trabajo y en la otra las llaves del coche y el teléfono. Cerró el coche con el cierre de seguridad, y tras pulsar la rellamada esperó con el teléfono en la oreja a que la chica saliera del local o cogiera el teléfono.

Cierro la puerta del apartamento y bajo las escaleras que daban a la calle. Entre la puerta del local la del portal del edificio donde vivía había escasos 5 metros. Camino sin mirar a nadie en particular de la calle hasta que entro en el bar. Alzo la cabeza y doy un vistazo rápido; buscando si mi sitio habitual está libre o no.

Con toda esta gente cerca tenía pocas ganas de ponerme a escuchar a la gente, a darle consejos... a sentir por ellos y tratar de ayudarlos. El alcohol y esta pseudoprofesión no se llevan muy bien, así que me acerco a la barra y buscando una de las esquinas tomo un taburete y dejo la espalda apoyada contra la pared y el brazo sobre la barra.

Nerea estaba a tope, poniendo copas, atendiendo a clientes. No paraba, pero tampoco se le veía agobiada, sabía manejar el negocio a la perfección. A la nueva chica sin embargo parece que le estaba costando algo más adecuarse al frenético ritmo del día de hoy. 

- Pone una pinta cuando puedas Nerea porfavor - Digo a Nerea en un momento entre cliente y cliente con mi marcado acento americano.

Por ahora me limito a ver al resto del local disfrutando mientras voy ordenando mis pensamientos.

Cuando Nerea me trae mi bebida... - Gracias, si necesitáis que os ayude, ya sabes que aquí estoy -

Nada hacía pensar a Hugo que aquella noche empezaría en mitad de un atraco. Un atraco en el que acabaría siendo víctima de forma voluntaria, maldito instinto, debería haberlo pensado dos veces...

Seguía sin haber nadie en la zona, aquella escena solo era acompañada por el bullicio de la gente a apenas un par de calles, cerca pero inútil. En un primer momento, pensó en ponerse a gritar como un loco, pero aquel cuchillo le hizo replantearse su estrategia.

El peculiar chico rubio había huido sin pestañear, sin importarle nadie mas que él. El pasotismo y el egoísmo era una dudosa fama que tenía aquella ciudad y, desde luego, Hugo la había sufrido desde que llegó, pero no de una forma tan cruda ni tan peligrosa.

Mientras se echaba la mano en el bolsillo para sacar la cartera, intervino la última participante en aquel concurso de pringados, y parecía que se había reservado para el final.

Con una contagiosa determinación se dirigió a aquel atracador, retándolo sin titubear. Sus palabras denotaban seguridad, cierta o falsa, pero creíble a su juicio.

La temblorosa mano de Hugo, que ya tocaba su cartera de CK, se volvió firme y decidió apoyar la postura de aquella joven, solo esperaba que fuera una genialidad, no una locura.

- ¡Sabes que no te vamos a dar nada, capullo! - le dijo alzando la voz, intentando parecer lo mas seguro posible - ¡Lo mejor será que te largues por donde has venido!

¡Vete joder!

En ese momento Carla estaba tranquila, no le habían pedido nada más, pues las dos últimas mujeres en entrar se habían parado a hablar con otros clientes del local.

Nerea regresaba en ese momento, y su rostro indicaba que la cosa no había ido del todo mal, lo cual quedó confirmado con las palabras de su compañera de que vendría el técnico pronto. Carla se alegraba, no tener cervezas frías podía fastidiar la recaudación de cualquier local.

En ese momento uno de los clientes volvió a la barra con compañía, pero Nerea comenzó a hacerse cargo de ellos así que Carla tranquila se acercó al jóven al que le había servido un destornillador, cuya amiga todavía no había pedido.- ¿qué tal el destorni? ¿Te quita el mal sabor de boca? Espero haber acertado. Tú amiga ya sabe que quiere tomar?- dijo Carla en tono alegre y amable.

Amiga especial ... Menuda forma de llamarlo. Aunque con eso de que sentía envidia casi se delataba. Y Laura suspiraba de alivio. La chica parecía modernilla, pero la primera impresión no era mala... aunque el ver a Iraitz la sorprendió. Por lo que ella había visto el tipo era bastante bueno actuando, y tenía sentido del humor. Eso podía resultar o muy bueno o muy malo. Los rumores decían que era un tipo un poco ácido, y alguna de sus respuestas le recordaban a las que daria ella misma. 

- Oh, encantada - un par de besos en la mejilla a Sara- Tenía curiosidad por conocerte yo también. Penélope es muy reservada para estas cosas a veces, ya sabes, le encantan las sorpresas - Me giro hacia Iraitz, haciendo un pequeño pase de manos - Asi que así es el joven Dorian en persona. Habrá que ver de que madera estás hecho- no pensaba beber mucho, pero tomar el pelo un poco no es malo. Y la prueba de fuego: a ver si me reconoce con el comentario. Sino ... bueno, confirmaría que tiene un punto egocéntrico y que no se fija en los detalles.

Se me acerca la camarera con gesto servicial. Dios, es un gesto demasiado sumiso eso de entrelazarse las manos - Pues, pues, algo ligerito, una crema de fresa con tequila, si es que tenis- le devuelvo la sonrisa - A la próxima yo elijo tu bebida y tu la mía, ¿te parece, Iraitz? - Mierda, eso de que elijan lo que tomo no me parece la mejor opción para llegar entera a casa, pero ya es tarde, no me voy a echar atrás, sino ya marearé copas cuando no mire. Jorobar, sólo espero ni que mi poder salte ni que acabe tan borracha que haga algo de lo que luego me arrepienta. 

El tuitero no dudó ni un solo instante en dejar allí vendidos a los chicos que habían tratado de socorrerle. Se había largado de allí sin dudarlo y empezó a publicar su situación en las redes sociales. Sus seguidores se pusieron nerviosos y le enviaron cientos de mensajes de apoyo, pero ninguno parecía que fuera a dar la cara por él, ni tan siquiera de avisar a la policía.

Mientras tanto, los dos chicos y la chica que quedaban allí vieron como el hombre enmascarado daba un salto de varios metros de altura, hacía un tirabuzón en el aire y después clavaba su daga en la espalda de Hugo. El muchacho sintió como sus fuerzas se desvanecían por momentos. La sangre brotaba a un ritmo acelerado provocándole una horrible herida en la espalda. Ese muchacho necesitaba atención médica o moriría en pocos segundos.

Siv se quedó muy sorprendida, y al ver caer al hombre de pie, pudo ver como en el fondo, su caída no había sido perfecta y se había hecho daño en el tobillo, su pronóstico se había cumplido, pero probablemente no como a ella le hubiera gustado.

Al fin esa noche Andrew tendría algo de trabajo, era un servicio de urgencia por lo que podría cobrar un buen pellizco de dinero que le sirviera para ir cubriendo los gastos de ese tan mal mes. El problema era llegar con el coche al casi centro de Madrid. Argüelles no estaba muy céntrico, pero sí que tenía un buen acceso por la M-30, así que no tardaría demasiado tiempo en llegar.

Pero apenas había llegado a la M30 cuando sintió que el coche hacía un ruido raro e intermitente. Algo le había pasado a la rueda de atrás, y los coches que venían le daban las largas para que parase. Andrew reconoció rápidamente cuál había sido el problema. Había pinchado...

Aquéllo sí que fue una sorpresa. Iraitz no pensaba que fuera a verle hoy, pero justo cuando Laura se acercó a él, pudo ver entrar a Fer por la puerta.