Partida Rol por web

Me mantuve en silencio mientras esperaba a que los demás decidieran que hacer y terminaba de hacer el dibujo. Cuando finalmente nos pusimos en marcha guardé el dibujo en el cuaderno con el resto de los dibujos, esperando para darselo luego al "jefe de la aldea" en miniatura. Cuando el pequeño entro por detras nuestro y subió las escaleras no pude evitar soltar una sonrisa.

-No se preocupe por la cantidad, Lider Iskandar, ya habíamos comido antes. Aunque si hubiéramos sabido que podríamos haber comido tan bien no lo habríamos hecho.

Una vez en la mesa, con aquel javato delante no pude resistir el olor de caza recién cocinada y tomé un trozo. La fruta estaba deliciosa y sin duda sabía mejor que cualquiera que pudiera comprarse en un supermercado, y ni que hablar de las raciones de combate que llevábamos. Aun así, me contuve y no comí demasiado tampoco. Ya habíamos comido y no era buena idea empacharse.  Aunque se me atragantó el trozo de fruta al descubrir que el “jefe de la aldea” era una muchacha.

Cuando el líder comenzó a hablar sobre su problema la invitación y la cordialidad tomaron otro tono mas de negociación. Sin duda estaría bien conseguir una relación cordial con esta gente y tener un apoyo más adelante. Me giré al resto.

-Yo creo que es una buena idea ayudarlos. Hablamos de trasgos: pequeños y flacuchos. No creo que nos den problemas y seguro que nos lo agradecerán mucho. Y si ellos hablan bien de nosotros a otras aldeas el Ejército de Autodefensa conseguirá una buena reputación.

Ryuuji miró con cierta curiosidad al niño de la máscara, preguntándose por qué llevaba una. ¿Tal vez se divertía jugando de esa manera? Podía ser, o tal vez simplemente era feo. Por otra parte, la forma de la casa, y lo diferente que ésta era del resto de los hogares del poblado, era bastante peculiar, principalmente la apariencia de la misma. No sabía muy bien cuál era el motivo de la forma pero le agradaba el diseño. En el futuro tendría que tener una casa así, si le era posible, aunque acostumbrara a vivir en departamentos. Mientras tanto, decidió entrar al hogar del líder del poblado, luego de que éste les invitara y el soldado comprendiera lo que decía gracia a la traducción del resto, en especial de la doctora.

- Gracias por la comida. - Agradeció luego de sentarse en uno de los asientos cercanos a la mesa y servirse un poco de jabalí y ensalada para poder saciar el hambre que comenzaba a hacerse presente ante ese pequeño banquete. El joven estaba acostumbrado a racionar por lo que, por más que fuera poco, no tendría problema y estaría igual de agradecido ante aquel gesto de hospitalidad de su parte. A pesar de que no le agradaran los soldados, estaba claro que era más que educado con ellos, tal vez porque le habían agradado. De cualquier manera, no dejaría pasar la oportunidad de comer algo.

- No sé si tenemos permiso para actuar con respecto a los trasgos, teniendo en cuenta que también son nativos del lugar... pero tal vez podríamos ayudarles con su escases de agua. ¿Conocen otro lugar donde podrían obtener lo que necesitan? - Preguntó esperando que como siempre el resto tradujera sus palabras al líder del poblado, luego de haber oído la traducción de lo que éste había dicho en base al dios, los trasgos y su problema de agua. La idea de Nakashima no era mala, pero se olvidaba que los trasgos, si eran seres pensantes que podían comunicarse, contarían también como nativos, por lo que no sería correcto iniciar un conflicto con los mismos sin el permiso de su superior, aquello sería una jugada arriesgada que les podría costar muy caro a todos. No tenían la capacidad de tomar esa clase de decisiones, a menos que esos trasgos les atacaran de manera directa.

El soldado miró con cierta curiosidad a la chica que bajaba por donde había subido el chico de la máscara, descubriendo, luego de oír aquel nombre, que el chico de antes era esa chica. Lo más curioso de todo, era que ésta poseía unas orejas alargadas y puntiagudas, que incluso el más ignorante sobre la fantasía de su mundo, sabría que se trataba de una elfa, o al menos tenía los rasgos de una por sus orejas características. Ya con eso no le sorprendía nada, ese mundo era bastante interesante, desde "dioses" con la capacidad de comunicarse vía mental, a ovejas voladoras y elfos.

- Por cierto... ¿tienes un mapa que podrías prestarnos? Nos interesaría conocer más sobre ésta región, y uno de esos facilitaría mucho nuestro trabajo. - Explicó con total tranquilidad mientras le dedicaba una sonrisa gentil tanto al líder del pueblo como a la chica de actitud... ¿tímida? O tal vez no le habían caído bien.

Akari se mueve a uno de los asientos por el centro de la mesa y se sirve una ración pequeña de cada cosa de la mesa. Akari no suele comer mucho pero quiere probar toda la comida nueva posible de ese mundo así que decide hacer un poco de hueco aunque luego no pueda ni levantarse.

Akari escucha a los soldados Kin y Tenryuu y decide quedarse en silencio. Akari es nueva en el ejército y no tiene la experiencia para tomar la mejor decisión aunque entiende los dos puntos de vista, así que sigue comiendo tranquilamente. Cuando ve a la chica rubia bajar se sorprende unos instantes aunque cuando se sienta la mira y la sonríe, saludándola brevemente con la mano.

Había comido lo justo y lo suficiente para sentirme saciado de nuevo. Habíamos comido hace poco y no me apetecía hacer que la gente del pueblo y menos el jefe se sintiera ofendido con aquella ofrenda. La verdad que todo lo que decían mis compañeros era interesante. Hasta el hecho de que el pequeño niño enmascarado fuera ahora una muchacha hecha y derecha con orejas alargadas era curioso. Pero Ryuuji tenía razón, no teníamos poderes para hacer eso, o al menos no sin consultar al cuartel general.

Quizás podríamos intentar solucionar el tema del agua, pero tendremos que pedir una radio de largo alcance y permiso al cuartel para intervenir. Estamos en misión de reconocimiento, aún que si que es cierto que si ganamos confianza con el poblado podríamos tener una fuente fiable de información. - Me llevé la mano a la barbilla pensativo. - Si tuviéramos un líder podríamos decidir estas cosas. - Suspiré. - Por que no volvemos al campamento base y algunos que se queden aquí para proteger el poblado por la noche? 

Sabía que dividir el equipo era la peor idea posible en estos casos. Pero no quería actuar sin la autorización del cuartel.

Una vez más, Iskandar se volvió a sorprender ante la disposición de las Fuerzas de Auto Defensa Japonesa, los cuales se habían prestado voluntarios para ayudar con tareas tan triviales como arreglar un pozo o desechar a unos trasgos de la aldea.

- No sé qué decir – admitió. No le dio mucho tiempo a decir nada, pues su hija se metió en la conversación.

-Padre no puede dejar que estos extraños andar tranquilamente por el pueblo, seguro que son peligrosos y han venido a investigarnos – dijo la niña casi gritando. El silencio se hizo en la habitación. Luego la voz de Iskandar volvió a resonar por ella.

- Como dice mi hija, nos acabamos de conocer. Me gusta ser cordial, y  parecéis gente de fiar, pero no puedo hacer la vista gorda solo por la impresión que tenga de vosotros, sería egoísta de mi parte. – terminó diciendo. Aunque no fuese una hora muy tardía los últimos rayos de sol se estaban escondiendo tras la montaña, haciendo que poco a poco la oscuridad tomase la aldea. – Si simplemente dejase que estuvieseis por el pueblo muchos de los habitantes se quejarían, por eso he decidido estudiaros en mi casa. – admitió. Su tono era serio, no parecía el mismo hombre de antes. – Todavía no me puedo fiar de vosotros, aunque si de verdad venís en son de paz el tiempo hará todo el trabajo. – Otra pequeña pausa – Y si queréis un mapa… solo tenéis que pagarlo – por fin volvió a sonreír. – Bueno, no dejemos que…

De pronto unos gritos se escucharon fuera de la casa. Tanto Iskandar como su hija se levantaron de golpe para ver lo que pasaba y abrieron la puerta que daba al centro de la aldea de una patada. Entonces pudisteis ver el pequeño caos que se había formado en poco tiempo. Unas antorchas encendidas que se usaban para iluminar la aldea de noche estaban tiradas por el suelo y el fuego avanzaba poco a poco. Entre todo el caos unas sombras se movían de un lugar a otro a gran velocidad arremetiendo contra cualquier cosa que se cruzaba con ellos.

- ¡Trasgos, y son unos cuantos! ¡Silvie, quédate dentro de casa! – gritó, pero la joven ya se dirigía hacia donde estaban con una lanza en mano. – Será estúpida – Su padre salió detrás de ella, aunque a este no le dio tiempo de coger ningún arma.

Akari escucha en silencio al jefe de la aldea y la traducción de sus compañeros, haciendo un esfuerzo por intentar aprender el idioma de los locales cuanto antes. Akari entiende que sea dificil confiar en unos extraños e internamente espera que se pueda crear una amistad pronto ya que le gusta mucho la aldea y este mundo.

Akari estaba en proceso de comer su segunda pieza de fruta de postre cuando escucha gritos fuera. Reaccinando casi por instinto y entrenamiento militar lo primero que hace es levantarse de la silla y coger el arma que habia colgado con cuidado en la misma para colgarsela en el hombro y sostenerla en posición de combate. Akari es consciente de que es la menos experimentada en combate así que decide esperar e ir detrás de sus superiores y acatar las órdenes que se tomen en conjunto.

Cuando llegan a la puerta empiezan a ver unas sombras fuera junto al fuego de la aldea y Akari no puede evitar sentirse furiosa cuando dice las próximas palabras:

- Akari entiende que no podemos inmiscuirnos en los problemas de este mundo sin permiso de la base pero Akari no puede dejar que esta pobre gente muera sin sentido así que Akari propone que los aniquilemos a todos antes de que vaya a peor.

Akari se prepara para el combate mientras espera que sus compañeros decidan que hacer.

- Considero que es mejor compartir la comida, conocernos más y si lo desean... Algunos de nosotros podemos echarle una mano con los trasgos. - habla a Iskandar. - No se preocupe, sé que aún no nos hemos ganado la confianza de su Pueblo y creo que sería un buen acto de fe, el ayudarlos. Aún así, puede pensarlo tranquilamente mientras se disfruta de la comida que es deliciosa. Muchas gracias por la atención. 

Tras decir aquello, simplemente Yoko por respeto va degustando un poco lo que tiene para comer.  Hasta que de repente la situación cambia y es momento de hacer algo. 

- Vamos a ayudarlos, es una buena forma de ganarnos la confianza. Ryuuji, Joaquín y Yosuke... ¿Podrán con ellos? Yo intentaré ayudar a los niños y las mujeres, ver si hay algún herido. ¿Qué les parece? - pregunta sin sonar determinante. 

Luego frunce el ceño cuando Akari habla. 

- Akari debe cerrar la boca y permitir que los demás con un poco más de tacto hablemos. - asevera Yoko apretando los dientes. - Aniquilar no es un término que pueda caer bien aquí, cuida lo que dices. - inquiere a la rubia. 

No le agrada que se meta en las conversaciones con sugerencias que jamás son inteligentes, este patrón fastidia de sobremanera a la Doctora cuando intenta con el resto de sus compañeros mantener la calma, pensar que hacer y no decir algo que puede ser malinterpretado. 

- Sería una buena idea, si no fuera que separar la unidad suena bastante peligroso, en especial cuando no tenemos una aprobación directa de nuestro superior. - Explicó, un tanto de acuerdo y por otro lado en desacuerdo ante la sugerencia del grandulón. Sin duda necesitaban escuchar instrucciones de su superior, pero por otro lado, dividirse, a menos que fuera realmente necesario, no parecía una buena idea, en especial cuando aún estaban tratando con los nativos en aquel poblado.

Iskandar pareció sorprendido ante la proposición por parte de los soldados, aunque la pequeña "elfa", porque eso como la clasificaría el joven a partir de ese momento hasta que obtuviera más información de su especie, parecía en contra de que ellos estuvieran en el pueblo, sospechando de los soldados e incluso diciendo que no tenían buenas intenciones. Era normal, nadie era de aceptar a los  extraños, en especial si estos decían que eran soldados y aparentaban estar armados con armamentos completamente desconocidos. Ryuuji ni pudo evitar sonreír ante la actitud demostrada. Estaba claro que la pequeña era bastante valiente aunque un poco impulsiva, lo que podría costarle la vida si no tenía cuidado cuando hablaba.

- Si, es normal que no confíen en nosotros. Yo tampoco lo habría hecho, al menos no con la primera impresión. Como bien has dicho lo mejor es que nos vayamos conociendo de a poco. Mm tendremos que pagarte con otras cosas porque no sé qué moneda usan para comerciar... - Le dedicó una sonrisa tanto al líder del pueblo como a chica llamada Silvie antes de oír aquellos gritos que le pusieron en alerta al punto de levantarse de su asiento con rapidez y volver a levantar su ametralladora donde la había dejado, porque no pensaba apartarse de ella cualquiera fuera el motivo, preparándose ante lo que pudiera provocar semejante interrupción de aquel buen momento que estaban teniendo entre todos. Sus instintos le decían que era una especie de ataque, algo que no tardó en confirmar con sus propios ojos.

- Tranquila, soldado. Somos profesionales y la misión así como el protocolo es lo primero. Aunque... en este caso están atacando sin lugar a dudas y no hay mucho margen para dialogar por lo que podemos considerarlo como una amenaza a nuestro bienestar. Creo que tenemos permiso de defendernos. Si las criaturas se rinden, déjenlas. No vamos a "aniquilar" si podemos evitarlo, sólo dar un mensaje. - Explicó a todos, intentando que se mantuvieran centrados en la forma correcta de comportarse de un soldado. Para algo les habían entrenado. Por más que a Ryuuji le encantara luchar, sabía que lo primero era actuar como era debido, sin comprometer la misión. ¿Qué pasaría si masacraban a todos los atacantes como bestias sedientas de sangre? ¿No le darían miedo a los pobladores también?

- Estoy de acuerdo con la doctora. Nos ganaremos su confianza y a la vez nos estaremos defendiendo de claros individuos hostiles que no escuchan a la razón. Prepárense soldados. - Expresó el joven, un tanto sorprendido ante la actitud demostrada por Yoko, parecía que no le caía muy bien Akari, aunque era verdad que decir que aniquilarían a los trasgos era un poco excesivo.  Debían usar la fuerza pero también debían cuidarse de no sembrar el miedo entre los nativos ya que eso tiraría a la basura la posibilidad de establecer buenas relaciones con los mismos. Ser un diplomático no era nada fácil, al soldado le gustaba más cuando las cosas eran simples y le mandaban a luchar contra un objetivo hostil.

Sin dudarlo caminó fuera de la casa, con la intención de abrir fuego a esos trasgos que estaban causando caos. Tendría que evitar disparar en el caso de que hubiera pobladores cerca ya que la ametralladora no era un arma conocida por su precisión, si bien no tendría problema en abrir fuego a los atacantes que estuvieran al descubierto.

- El resto concéntrese en salvar a los pobladores, sus armas son más precisas que la mía. - Indicó a sus compañeros de unidad, esperando que estos ayudaran a las otras personas, ya que eso les ayudaría a ganar algunos puntos de favor por parte de los mismos.

Permanecí en silencio, limitándome únicamente a traducir de vez en cuando las palabras de Iskandar a mis compañeros, aunque sin añadir mucho más. La desconfianza de Sylvie era natural, aunque esperaba que, con el paso del tiempo, tanto ella como el resto de los habitantes del poblado pudieran empezar a vernos como aliados y no como invasores.

Cuando escucho a Iskandar mencionar la presencia de trasgos y salir corriendo detrás de su hija, mi primera reacción es apresurarme a tomar el fusil, aunque sin moverme de mi posición.

Al escuchar las duras pero acertadas palabras que la doctora le dirige a Akari, se me dibuja una leve sonrisa en los labios, me llevo una mano a la frente y agacho la cabeza, moviéndola de un lado a otro, haciendo un gesto negativo. Suspiré. Después de haber escuchado a la oxigenada tiradora decir que prefería quedarse con los niños del poblado antes que aceptar la invitación de Iskandar de comer en su casa, ya nada me sorprendía. Era una suerte tener a la doctora Yoko Matsu para frenar las extrañas ocurrencias de la pequeña soldado. Si no fuera porque estábamos en medio de una misión, las propuestas de Akari me habrían divertido, pero no era el caso.

-Lo importante es expulsar a esos seres de este poblado -dije, pensativo-. Puede que tengamos que matar a algunos, pero no hay necesidad de aniquilarlos. Quizá, cuando esos pitufos verdes vean lo que hacen nuestras armas, se den cuenta de que somos demasiado poderosos y dejen de atacar a esta gente. O incluso se planteen negociar una tregua con ellos de cara al futuro. -Arrugué el ceño al recordar un detalle-. Alguien debería cubrir a Iskandar ahí fuera mientras el resto aseguramos el poblado. Ha salido desarmado, no podrá defenderse solo.

Estaba apunto de constestar al cuando el ruido comenzó a oirse por fuera de la casa. Al salir la escena era como mínimo nefasta. El ataque de aquellos seres salidos de a saber de que historia de fantasía estaban atacando a la gente sin piedad. Me quedé prácticamente sin habla, sin moverme hasta que vi como la niña y el padre salían corriendo. Rapidamente coloqué mi arma en posición y me dispuse a seguirlos, ignorando la riña que sucedía.

-Recluta Akari, sigame. Nosotros nos encargaremos el jefe de la aldea y su hija.

La forma mas facil de terminar la discusión y las quejas entre gente era separarlos, y en este caso uno de los bandos solo tenía un miembro, por lo que me la llevaría conmigo para evitar discusiones y perdidas de tiempo. Di un par de pasos y después miré atras para asegurarme de que la recluta me siguiera, no sin antes asegurarme de que llevaba algunas vendas conmigo.

Era mas que comprensible que no nos iban a dejar acampar a nuestras anchar por el lugar, pero si había alguna manera de demostrar que eramos de fiar era ayudándolos. De hecho la hija del jefe tenía razón. Habíamos ido a investigarlos y ver que tal pueden avenirse nuestras dos culturas. No tenía mucho mas que decir, ya que parecía que los demás llevaban la conversación bastante bien y habíamos quedado en un punto ciego con la charla de ayudar o no. 

Una vez los movimientos y sonidos comenzaron a suceder el jefe y su hija se marcharon rápidamente. Afortunadamente no estaban para ver como sucedía otra pelea interna dentro de nuestro escuadrón. Suspiré profundamente, no me gustaba que nada mas en la primera misión tuviéramos tantas desavenencias. 

Ryujii, como ya has dicho, lo mejor será que vayas al frente, podrías llevarte a los soldados Matsu y Striker como refuerzo, yo me marcharé con la recluta Shimakaze y el solado Kin para buscar un lugar elevado donde poder ser un buen apoyo. - Preparé las armas, pero no moví el bazooka de su sitio. - No quiero disparar sin tener un buen campo de visión y saber que no habrá bajas del poblado... Esto es peligroso.

Estáis todos listos? - Alcé mi puño para que los demás lo chocaran, como si fueramos un equipo. De hecho lo éramos y ya deberíamos empezar a actuar como tal. 

Mientras tardáis en organizaros veis como la niña elfa, con lanza en mano, atraviesa a uno de los trasgos dejándolo inmóvil en el suelo y llamando la atención de los demás sobre ella. Unos gritos terribles que parecen venir del fondo del gran pozo del pueblo se escuchan sorbe los gritos de las personas y todas las manchas negras se detienen durante un momento para luego centrarse en ir hacia una dirección, donde está la niña.

Mientras tanto, en un abrir y cerrar de ojos, del pozo del que se habían escuchado los gritos emerge una criatura que poco se puede asemejar con un trasgo, por lo menos con los de ficción que aparecían en novelas y juegos. Midiendo casi lo mismo que un humano normal portaba dos lanzas llameantes y gracias a ellas podíais ver una cara de furia en la criatura.

Dando otro grito reunió a todos los demás seres, los cuales eran unas pequeñas alimañas que apenas medían medio metro y que reptaban más que caminar. Cada una de ellas llevaba un par de dagas y parecía que no pudiesen estarse quietas. Luego, sin realizar ningún tipo de gesto o comunicación, todos ellos corrieron en dirección de la niña.

Akari ve cómo en unos segundos la situación cambia radicalmente y la vida de la chica está en peligro así que por instinto reacciona. Da unos pasos fuera de la cabaña mientras desbloquea el arma y se asegura de que está lista para disparar, se pone con una rodilla inclinada y aprieta el arma fuerte contra el pecho tal y como la han instruido en la academia.

Se toma un breve instante para apuntar a las figuras que más alejadas estén de la chica ya que Akari aún no confía plentamente en su puntería con armas como la que lleva actualmente y tras asegurarse de que no hay ningún civil que pueda estar en el camino de las balas expira suavemente y aprieta el gatillo un segundo para dejar soltar una breve ráfaga de balas.

Tras soltar el gatillo respira brevemente y busca nuevos objetivos a los que apuntar.

- Dejaré que el resto se encargue de cubrir a Iskandar, mi arma no es muy buena para eso ya que podría darle también. - Explicó a Joaquín a medida que se preparaba para atacar a los trasgos con su arma. Estaba claro que no deseaba herir civiles durante la defensa del poblado por lo que sería mejor dejarle ese trabajo al resto. Así también podría dedicarse a lo que mejor sabía hacer... dispararle a un montón de enemigos y llenarles de agujeros para luego verle correr al resto. La diplomacia no era tanto lo suyo, las cosas eran más simples cuando sólo te enviaban a matar a los enemigos.

- Está bien, soldado Mashira. Suerte con eso, yo me dedicaré a espantar a los trasgos esos. - Dijo con total confianza para luego chocar el puño con el grandulón, de acuerdo con el plan. Tras eso no tardó demasiado en comenzar a caminar, esperando que Joaquín y Yoko les siguieran, de lo contrario iría sólo ya que podría hacerse cargo de la situación de sobra. Su "pequeña" le ayudaría a eliminar toda ofensiva de esas criaturas, el que se quedara a hacerle frente estaría más que loco. Ahora podría probar la capacidad de resistencia de las criaturas de ese mundo durante un asalto como aquel.

La elfa había hecho un buen trabajo con uno de los invasores, algo que sorprendió al joven por un momento ya que no hubiera imaginado que alguien tan pequeño sería capaz de luchar así, aunque, al oír los gritos desde el pozo, Ryuuji no se demoró en enfocar su atención en el mismo, viendo como del mismo salía una criatura que parecía bastante diferente al resto de los invasores. Medía casi como un humano y sus armas prometían sufrimiento a cualquiera, tenía toda la imagen de ser el líder de los trasgos, por lo que el soldado simplemente sonrió ante semejante revelación. Que suerte la suya, uno de los posibles oficiales de aquellas criaturas se había presentado en bandeja de plata a él, algo que le facilitaría un montón el trabajo. Sin dudarlo, apuntó su arma hacia el ser extraño de las dos espadas flamígeras.

- Idiota. - Expresó en el momento en el que abría fuego a rafagas para mayor precisión con la intención de llenar de agujeros al posible líder así como a cualquier otro trasgo que estuviera en la cercanía del mismo. Si le mataba, probablemente el resto se irían como si nada, lo cual ayudaría a reducir el número de matanzas, principalmente porque también contaban como nativos, o al menos eso creía. Lo bueno era que tenían la excusa para atacar porque estos habían atacado primero.

Tras asentir a la hora de ir con Ryuuji y Joaquín, sostiene su arma mientras avanza con el maletín colgado sobre el hombro izquierdo. Jamás en todas las diversas opciones, imaginar que los trasgos tenían ese tamaño, no es una conocedora de ese tipo de criatura y por una simple razón ha pensado que eran pequeños. 

- Vamos por el líder, si lo encerramos por varios frentes, quizás podamos bajarlo. -  afirma Yoko decidida. - Cúbreme, iré hacia la derecha. - avisa mientras avanza. 

Como es de esperar, la hija del Jefe poco es lo que tarda en mostrar su destreza. La cuestión es que van por ella, algo que debe evitarse a toda costa porque es la garantía de una buena relación con los nativos. Un acto de fe que sin dudas será considerado por ellos. 

- Quieren a la chica. ¡No debemos permitirlo! -  expresa con cierto ímpetu, esta vez ya disparando al líder y a los trasgos que estén cerca. 

Justo a mitad de camino pude ver como la niña se lanzaba y mataba a uno de aquellos seres. Pero aquello atrajo la atención de los demas seres, y eso no era nada bueno. Me posicioné y me preparé para disparar, aunque no sin antes dar un grito de aviso en su idioma.

<¡Jefe de la aldea, señorita, al suelo!>le grite fuerte, antes de apuntar a aquellos seres. Recé fuerte para que pudieran lanzarse al suelo, aunque intenté apuntar lo mas arriba posible para evitar darles.

La táctica de dispersión que habíamos trazado iba a servir de bien poco, debíamos salvar a aquella muchacha a toda costa. Aún que no fuera de sorprender que pudiera con todos ellos sola. Miré a mis compañeros, todos corrían a socorrerla a disparos pero si el enemigo llegaba a distancia de cuerpo a cuerpo poco nos atreveríamos a disparar. 

Corre! Nosotros te cubrimos! - Grité, pero a los segundos pensé que seguramente no me entendería. Negué con la cabeza mientras corría cerca suyo y levantaba el arma para disparar. 

Puse la cadencia de disparo en Ráfaga de tres y disparé a las alimañas que seguían al jefe. 

Siguiendo a Yoko y a Ryuuji, decidí cubrirles las espaldas mientras nos aproximábamos hacia los trasgos y poder tenerlos en nuestra línea de tiro. La hija de Iskandar parece estar dando una buena guerra a los trasgos, demostrando su habilidad con la lanza, aunque por desgracia eso ha provocado que los atacantes la vean como el principal objetivo a abatir.

-¿Y si nos centramos en el que parece el líder? -pregunté, mientras tomaba la carabina y me disponía a disparar-. Si lo herimos o lo matamos, puede que el resto se lo piense dos veces antes de continuar.

Acto seguido, comienzo a disparar ráfagas, apuntando directamente al trasgo de las dos lanzas en llamas.

Todo sucedía demasiado rápido, aunque algunos ya estabais acostumbrados a ello. Como buenos miembros preparados de las JSDF actuasteis rápido y aun sin haber alguien al mando pudisteis desarrollar una pequeña estrategia en poco tiempo.

La recluta Akari tomó su arma y mientras ponía la rodilla en tierra para tener mejor precisión disparó un par de ráfagas con su arma, abatiendo uno de los pequeños seres que intentaba atacar a uno de los aldeanos.

El ametrallador Ryuuji, cargando su gran amiga, se dispuso a disparar contra el que parecía el jefe de la pequeña incursión trasgo. Sus disparos no fueron malos, pero tras ver cómo había sido abatido uno de sus esbirros desde la distancia y en tan poco tiempo tomó precauciones. Con unos saltos rápidos se puso en una posición en la que el jefe y su hija quedaban justo en medio, y con una sonrisa en su cara siguió observando la batalla.

Yoko a su vez, empezó a hacer un flanqueo por la derecha, puede que impulsada por su instinto de médico sintiese la necesidad de acabar pronto con la batalla, aunque esto rompía un poco la formación además de llamar la atención de las criaturas cercanas. Un par de trasgos se lanzaron contra ella y gracias a sus reflejos pudo esquivarlos tirándose al suelo y acribillar a uno de los trasgos. El segundo fue eliminado por el AT Yousuke, quien estaba cubriendo el avance de la médico siguiéndola de cerca.

Por último, Nakahima, demostrando ser el que más experiencia tenía, cubría con gran precisión a los dos lugareños que habían emprendido primero el ataque, y junto con Joaquin abatieron a la mayoría de trasgos que se acercaban a la pequeña. 

Mientras tanto, el líder de la aldea seguía esprintando hacia la posición de su hija, golpeando todo trasgo que osase cruzarse en su camino. Sus golpes eran tan certeros que todo el que osaba saltar a atacarle terminaba varios metros en dirección contraria y los pocos que se levantaban no dejaban de chillar.

A pesar de los ataques realizados podías notar que quedaban unas cuantas de esas alimañas rondando por la oscuridad.

Akari observa como las criaturas van cayendo una a una poco a poco pero el más grande sigue avanzando sin parar y sin miedo y además por la forma en la que actúa parece ser una criatura de alta inteligencia aunque de caracter vil.

Akari empieza a poner en práctica todo lo recordado en la academia durante las prácticas de tiro con armas de larga distancia, aunque echa de menos tener un fusil de francotirador las reglas son las mismas. Calcula la velocidad a la que el objetivo se está moviendo, revisa con la cara si hay viento débil o fuerte y ajusta todo a su próximo disparo apuntando exactamente a donde va a estar cuando la bala llegue a su destino.

De nuevo con la rodilla ya hincada vuelve a respirar, apunta y exhala suavemente antes de disparar otra ráfaga de balas, esperando que alguna pueda desestabilizar a la criatura y darle algo más de tiempo a sus compañeros para que ayuden a la niña y la situación vuelva a estar bajo control.