Partida Rol por web

Ryuuji no pudo evitar chasquear la lengua cuando el aparente líder de los trasgos se cubrió de sus disparos al posicionarse en una posición directa de disparo que le daría al líder del poblado y a la elfa. Estaba claro que no podría dispararle a menos que se moviera y buscara un lugar desde el cual flanquear al enemigo, algo que no podía debido a varios motivos producto de lo que comenzó a suceder a su alrededor.

Por un lado, Yoko había llamado la atención de alguno de los trasgos, como probablemente el soldado también atraído la atención de estos con su aterradora arma, provocando que algunos de estos decidieran atacarla, algo que el joven no permitiría ya que no le agradaba la idea de que le hicieran daño, por lo que, cuando la rubia se deshizo de uno y Mashira se encargó de otro de los atacantes, el soldado se dispuso a abrir fuego nuevamente contra los trasgos que estuvieran en la cercanía. Estaba claro que sería difícil acercarse al líder hasta que no hubiera eliminado la fuerza de invasores como correspondía. Sin romper la formación, pero manteniéndose a la cabeza de la misma ya que era el ametrallador, el soldado se detuvo con firmeza, manteniendo estable su respiración para disparar, así como su postura para eliminar a un buen número de las malditas amenazas. Era hora de sembrar un poco de terror sobre sus enemigos.

No había mucho tiempo para buscar una nueva posición ni mucho menos buscar un mejor soporte para combatir. Tenían que terminar con aquello cuanto antes, o de lo contrario habría muchos heridos ya que los trasgos no parecían desear detenerse por nada del mundo. Probablemente, aquello era debido a ese líder que parecía guiarles, deberían de tener mucha confianza en él. Era una pena que no pudieran eliminarle con rapidez para terminar con esa batalla. Tendrían que lograrlo por medio del terror al masacrar a un gran número de los mismos. La intención de no matarlos a todos se iba a la basura, aunque las criaturas se lo hubieran buscado.

- No vengan a llorar luego... - Murmuró para si mismo en el momento en el que abría fuego contra las las despreciables criaturas. Probablemente el líder huiría en cuanto viera que sus soldados iban cayendo uno tras otro, algo de esperar teniendo en cuenta que en vez de enfrentarle había decidido ocultarse como un cobarde, aunque uno bastante listo. En cambio, a Ryuuji se le dibujó una sonrisa sádica mientras hacía llover el infierno de balas sobre sus enemigos. Había nacido para eso, y a pesar de que pudiera ser bastante amable, seguía siendo un soldado que disfrutaba la "calidez" de la batalla. Era como si en ese momento de regocijo estuviera sonando "La Cabalgata de las Valquirias" de Wagner.

4 o 5 disparos de media, quedan 25. Economiza y apunta bien. Pensaba para mis adentros. La primera tanda de disparos había dado buen resultado, pero no podíamos relajarnos. Lancé una mirada furtiva al estado del grupo y vi que la única que había sido atacada era Yoko, pero por suerte Yosuke la estaba cubriendo, por lo que volví a centrarme en el combate. Confié mi espalda al soldado Striker y volví a disparar otra tanda de disparos.

20.

Tras haber sido derribada por unos trasgos, logra bajar a uno y el otro gracias a Joaquin que ha estado atento cubriendo a la Doctora, algo que agradece a través de un gesto. Una vez que el aroma de la tierra se impregna en su nariz, se incorpora rápidamente mientras se prepara para volver a disparar a los enemigos que se encuentran cerca. 

Confiada un tanto por la protección que ahora le ofrece Ryuuji, se mantiene firme al preparar la carabina así comienza a disparar de nuevo. La situación parece complicarse por momentos, de por sí ella estuvo expuesta hace minutos atrás, pero ante la voluntad de Yoko, nada pueden hacer. 

Había visto la acción de los demás, el jefe no parecía ni inmutarse con los dispares que lo rodeaban. Si pudiera usar el misil anti-Infantería contra el todo acabaría muy rápido. pero la zona en la que estaba era demasiado concurrida para realizar esa acción sin sufrir daño. 

Me acerqué aún mas a la Hija del jefe, mientras este se abría paso. No me iba a quedar de brazos cruzados mientras los demás batallaban y creía que escoltarla podía ser una buena idea para que sobreviviera. Corría, pero durante un instante me paré miré hacia el enemigo y busqué con la mirada a algún blanco. (Si veo a algún esbirro disparo, si no al jefe, en la rodilla).

Me quedé de pie, me acerqué la mirilla de hierro al ojo derecho mientras sostenía con fuerza mi arma, cambiándola a modo un disparo y cogí aire. Concentración, va! Pensaba mientras apuntaba. 1...2... Pum! Disparé.

Decidí cubrir las espaldas de Nakahima, el cual demostraba tener una gran puntería y estaba cubriendo a Iskandar y a su hija. Pese a que el líder de los trasgos era un objetivo que tarde o temprano debíamos asegurarnos de abatir, en esos instantes era mucho más importantes despejar por completo la zona alrededor de los dos lugareños para que tuvieran una posible vía de escape y los trasgos no terminaran por rodearlos.

Sosteniendo con fuerza mi fusil con ambas manos, comencé a disparar ráfagas automáticas sobre los trasgos que se nos aproximaban, centrándome en alcanzarlos en pecho, vientre y piernas, sin necesidad de apuntar a la cabeza. Calculando el retroceso del arma, era la zona más efectiva a la que apuntar para hacerlos caer abatidos o incapaces de incorporarse.

"Malditos pitufos verdes" pensé para mis adentros, mientras abría fuego.

El cabecilla trasgo no puede hacer otra cosa que gritar ante la fuerza de combate que presentáis. Los trasgos pequeños caen por el suelo, se cuentan un par de decenas en pocos segundos. La única baja que podían haber hecho demuestra tener una gran fuerza de voluntad y sigue flanqueándolos mientras avanza. Por si fuera poco nada puede alterar la concentración de estos soldados.

Otro grito de guerra se escucha, el cual paraliza a todos en la zona durante un par de segundos. Eran gritos de odio de parte del cabecilla que casi no parecían de este mundo. Cegado por la rabia se dirige donde la pequeña niña casi de forma instantánea y con una de sus lanzas en alto, listo para asestarle un golpe mortal. Pero una voz ruge más alto que la del goblin y se ve a Iskandar cargar contra el trasgo.

Los dos gritan y en un abrir y cerrar de ojos uno cae al suelo. Con una herida que casi cruza su espalda entera Iskandar es derrotado. Ha recibido el ataque por su hija, dejando a esta a salvo, pero quedando el fuera de combate.

- Padreee!!! - se escuchan los gritos de la niña, la cual empieza a llorar sobre el cuerpo del pelirrojo.

Sin dar mucha opción a que la niña responda el cabecilla trasgo le da un golpe seco detrás de la cabeza con una de las lanzas dejándola inconsciente, aunque aún se podían ver lágrimas saliendo de sus ojos. El cabecilla la alza con un solo brazo y luego ríe. Para terminar con otro grito no tan agresivo y retirarse por el pozo del que habían salido, usando a la niña cómo escudo.

Conseguís abatir a varios de los trasgos que se intentan retirar, pero sin pasar apenas 5 segundos ya no queda nadie, solo un horrible silencio.

Mis ojos se abrieron como platos. Aquella herida no era para nada algo que tomar a risa. En cuanto el entorno estuvo seguro corrí a donde el jefe de la aldea. Sin duda era algo dificil, y los nervios de un combate recien finalizado no ayudaban. Miré la herida, comprobé si aun estaba vivo y era hora de comenzar a curar aquella herida.

-Soldado Matsu, rapido, traiga el equipo de curación-grité. Las manos me temblaban, pero tenía que hacer algo, por lo que intenté parar la hemorragia mientras Yoko traía el equipo medico-. Y que alguien asegure al lider enemigo, que no escape.

Intenté respirar tranquilo, pero aunque llevaba tantos años en el ejercito no había salido tanto a combate como otros de los allí presentes, y el disparar no se me hacía tan facil. Eran el enemigo, pero no podía dejar de pensar en que seguian siendo seres inteligentes.

Akari contempla la escena que se vuelve casi surrealista cuando el trasgo enorme atraviesa al jefe de la aldea y secuetra a la niña. Todo pasa como a cámara lenta y no le da tiempo a reaccionar e intentar salvarla pero cuando desaparece por el pozo y escuchar al soldado Kin gritar recibe un pequeño azote de realidad y se prepara para actuar.

- Akari va a revisar el pozo, alguién puede venir y cubrir a Akari? - dice Akari a sus compañeros que están aún cerca de ella. Sin esperar respuesta Akari sujeta firmemente el arma, suelta el cargador y lo reemplaza por otro lleno antes de apuntar al pozo con ella y acercarse paso a paso hasta poder ver el interior del mismo. Akari saca una linterna del bolsillo exterior de la mochila que está a mano y apunta al pozo para ver su interior y si hace falta se inclina para ver el fondo.

Todo sigue siendo una locura, los trasgos que caen y el jefe de ellos que sin dudarlo siquiera persigue su objetivo con férrea decisión. No importa el nivel de agresividad mostrado, ellos van por más y atentan contra todo, aunque la peor parte se la han llevado la hija que es secuestrada y el Jefe de los nativos que está gravemente herido. 

Rápidamente se dirige con su equipo médico que siempre lleva consigo hacia donde se encuentra Iskandar, extrañada de que el otro oficial que comparte profesión, no tenga nada encima. ¿Cómo piensa curar a los heridos? Es algo que se pregunta Yoko al arrodillarse y revisar junto con Kin el estado de salud por parte de aquel hombre. 

- Tengo todo... Si es muy profunda, habrá que desinfectar y suturar. No es un buen lugar para hacer esto, así que mejor limpiar la herida y llevarlo a un sitio para que podamos hacer nuestro trabajo. - afirma en un tono decidido a su compañero. - Como prioridad vamos a salvar su vida. 

Y de esta forma desvía la mirada hacia Ryuuji y Joaquín, con la intención de saber cuales son sus acciones. 

Cuando el líder de los trasgos comenzó a gritar, Ryuuji supo bien que le habían tocado un nervio al masacrar a un buen número de sus guerreros. Era normal, sus armas eran superiores a la de aquellos nativos, por lo que era sólo cuestión de tiempo para que arrasaran con ellos por completo si continuaban insistiendo con aquel asalto inútil. El soldado estaba bastante emocionado porque por fin había podido dejar libre su lado amante de la violencia, uno de los motivos principales por los cuales había decidido ejercerse en aquella profesión, además de la necesidad de sentirse vivo.

Sin embargo, cuando el gran trasgo perdió la paciencia, se abalanzó sobre la elfa que habían conocido hacía poco, con la intención probablemente de matarla, si bien cuando Iskandar se puso en su camino para enfrentarle, fue herido de gravedad, al mismo tiempo que la criatura dejaba inconsciente a la chica y la usaba de escudo para retirarse. Ryuuji no pudo evitar chasquear la lengua molesto ante cómo se había dado vuelta la balanza, ahora con el líder del poblado herido y la chica secuestrada por unas criaturas que quién sabe qué podrían hacerle mientras la tenían capturada, si es que no la mataban en venganza por sus soldados caídos. Todo iba tan bien, y en tan sólo un momento todo se había ido al traste. Sabía que la chica e Iskandar deberían de haberse quedado en su hogar, mientras ellos se hacían cargo de la situación. ¿Ahora cómo harían para forjar una buena relación con los nativos si el líder llegaba a morirse y lo que sea que le pudiera suceder a la elfa?

- No tiene sentido, Akari. Debe estar bastante oscuro allí dentro y a menos que tengamos algo para ver en la oscuridad, vamos a tener problemas. Si utilizan estrategias de guerrilla por medio de un buen número, incluso con nuestras armas podríamos vernos en peligro. Iskandar debe de saber dónde podemos encontrarles. Tenemos que organizar un ataque a su campamento cuando menos se lo esperen. - Aquel era su mejor consejo. Perseguirles en ese momento era una tontería ya que estarían preparados y quién sabe si no tenían varias cuevas allí abajo y si no podían emboscarles mientras ellos les perseguían. Era una idea arriesgada, y ante todo eran soldados y no héroes de la justicia que podían contra todo mal. Por su parte no iba a arriesgar a sus compañeros en algo que podría salirles bastante mal. Tenían que pensar con cuidado lo que harían.

- Estoy de acuerdo con la doctora Matsu. Tenemos que salvar al líder del pueblo y asegurarnos de que no haya heridos entre la población, y si los hay ayudarlos también. Cuando tengamos más información de nuestros enemigos y sobre su localización, saldremos en búsqueda de estos para rescatar a la chica. - Expresó determinado y de manera que denotaba que esperaba que no cometieran una tontería como salir a perseguir a los tragos en el pozo. No quería que nadie muriera por algo tan arriesgado. Él podría hacerlo ya que no le importaba mucho, viendo que todo era divertido para él, pero no iba a comprometer a sus compañeros. Había que actuar con responsabilidad, siendo los profesionales que eran.

Al ver a Iskandar caer con aquella lanza atravesándolo, mis ojos se abren, muy sorprendido por lo ocurrido y decido correr detrás de Kin hasta llegar junto al cuerpo del jefe del poblado. Pensaba en ofrecerme para ayudar a al médico militar, pero al ver que la doctora Matsu también se ha acercado con presteza para examinar la herida de Iskandar, entiendo que tan solo serviría para molestarles.

-Independientemente de que el caudillo de los trasgos se haya llevado a la niña, la prioridad es salvarle la vida a Iskandar -afirmé, con cierto nerviosismo, al escuchar la propuesta de Akari-. Meternos en un pozo sin tener ni idea de qué encontraremos allí puede ser nuestro final. -Me fijé en el gran tamaño de Iskandar y añadí-: Doctor Kin, doctora Matsu, creo que tratar de mover a Iskandar puede no ser la mejor idea, viendo su estado. Además de que parece muy pesado para arriesgarnos a cargar con él entre todos sin que se le abra aún más la herida. ¿Qué les parece si busco una carreta para intentar transportarlo hasta su casa? Allí podríamos tenderlo en su cama para que repose. O... o podríamos llevarlo en el Humvee.

Pude contemplar horrorizado lo que había sucedido con Iskandar y su hija. Cuando el lider se marchó con la hija en brazos me arrodillé para apuntar, pero al mirar por la mirilla pude contemplar que no tenía un tiro limpio, no iba a disparar en esas condiciones. Suspiré y me giré a ver como iban mis compañeros Médicos. 

Si podemos ayudaros en algo, comentadnoslo. - Guardé la compostura, no tenía ni idea de medicina excepto los cursos de primeros auxilios obligatorios para todos. Akari se había marchado a perseguir a los trasgos, pero como todos habían dicho un ataque descoordinado no sería de gran ayuda. 

Primero asegurémonos de que la Aldea está limpia y el jefe a salvo para ir por el pozo. Aún que parece que el tema del agua y los trasgos está relacionado. - Negué con la cabeza. Nosotros no éramos los únicos que sufrían, la gente de este mundo tenía sus propios problemas, si tuviéramos permiso podríamos proceder, pero todo esto queda dentro de un marco legal muy extraño. Me mordí el labio inferior y volví junto a los doctores. A la espera de ordenes médicas.

La joven recluta trota hasta el pozo y con la linterna de su fusil inspecciona lo que hay en el fondo, mientras que los demás se agrupan en torno Iskandar, unos para atenderlo, otros para apoyar en caso de necesitar cualquier ayuda.

En el pueblo no parece haber ningún trasgo más y solo quedan restos destruidos de puestos de comercio, antorchas por los suelos que están siendo consumidas por fuego y algún destrozo más, aunque los aldeanos, al ver que el peligro había pasado estaban ocupándose de ello.

De pronto, aunque Iskandar parecía estar inconsciente, se empieza a mover, puede que motivado por su espíritu guerrero o por el ansia de salvar a su preciada hija, grita un poco, pero pronto se da cuenta de que está rodeado por vosotros y siente un gran dolor en la espalda, de inmediato saber que no va a poder pelear. Estira el brazo y coge por el traje a la soldado Matsu, acercándola y casi con lágrimas en los ojos dice – No dejéis que se queden con mi hija. Quieren hacernos sufrir, así que no la mataran de inmediato. No hay campamentos cerca así que tienen que tener algún tipo de túnel subterráneo, pero nunca habían llegado tantos. – Entre frase y frase se puede ver como se aguanta el dolor, aunque sus emociones no tardan en salir a la luz – Silvie –solloza antes de quedarse otra vez callado. Se vuelve a desmayar.

No ves nada por el pozo, aunque escuchas unas pequeñas risas que se van alejando cada vez más. Te vez capaz de bajar por el pozo sin necesidad de cuerdas, aunque no sabes si los demás podrán hacer lo mismo.

Al contemplar las heridas de Iskandar veis que su cuerpo esta lleno de cicatrices antiguas, aunque ninguna es tan grande como la que dejará esta herida. Un corte limpio y vertical recorre toda su espalda, aunque parece que su columna vertebral está intacta.

El fuego de la lanza también ha hecho su labor y sufre quemaduras de segundo grado. Podríais estar con el tratandolo durante unos días para que se recuperase completamente, aunque para los primeros auxilios y estabilizarlo solo necesitaríais de 10 a 20 minutos.

Aunque el cuero de Iskandar es enorme te ves capaz de llevarlo tu solo a cuestas, después de todo no sería la primera vez que cargas con el cuerpo de un compañero herido mientras disparas tu arma con la otra mano.

Akari termina de inspeccionar el pozo cuando escucha las palabras de Iskandar. Apaga la linterna y se dirige a sus compañeros en un tono de voz serio y alto:

- El pozo es estrecho, Akari puede pasar sin problemas y puede que los soldados Striker, Kin y Matsu también. - Akari se acerca al borde del pozo y se sienta en el - Akari va a bajar a investigar pero no entrara en batalla a menos que sea necesario. Si Akari ve alguna otra apertura o algun modo de entrar todos Akari volverá de inmediato a reportar. Akari le gustaría pedir al soldado Kin que la acompañara, si encontramos a Silvie y está malherida su ayuda podría marcar una diferencia.

Akari se queda esperando brevemente al soldado Kin y mira a la soldado Matsu - Akari aún es una novata pero no va a fallar en salvar a Sylvie, sálvale la vida a Iskandar - dice con voz seria y cara de preocupación y entra en el pozo.

Cuando Akari entra al pozo mira hacia todos los lados e inspecciona como es por abajo el pozo. Si es amplio Akari se cuelga la linterna en la mochila y avanza con su rifle bien firme entre sus manos, si es estrecho Akari se cuelga el rifle en el hombro y saca la pistola que sujeta firmemente con una mano y la linterna con la otra para mayor movilidad.

Se pone atenta para escuchar sonidos o buscar alguna pista que indique el camino se mueve hacia allí.

Miré a la recluta de reojo a la recluta Akari mientras rapidamente cojo el equipo medico que había traido Yoko. Ciertamente no era el mejor lugar para una operación, pero no podíamos permitirnos moverlo mientras las heridas estuvieran tan abiertas. COmencé a hacer una limpieza de la herida.

-Recluta, ahora mismo estoy ocupado con cuidar del jefe de la aldea. Ademas, no soy el mas indicado para una mision de reconocimiento. Soldado Striker, Recluta Shimakaze, vayan ha hacer un reconocimiento rápido del camino y de la situación sin llamar la atención, tienen 15 minutos para volver. Soldados Tenryuu y Mashira, esperenles en la parte superior del pozo con 2 cuerdas listas para sacarlos en caso de emergencia. Soldado Yoko, paseme el hilo y aguja-dije cuando acabe la limpieza. Aun faltaba cuidar las quemaduras, pero lo primero era evitar que la herida se abriera mas.

Mientras volvía la paz a todo el caos que había surgido por la invasión de trasgos, Ryuuji prestó atención al líder del poblado que había recuperado la consciencia por un momento, al parecer bastante preocupado por la seguridad de la elfa. El hecho de que las criaturas no la fueran a matar de inmediato era algo bueno, aunque probablemente la torturarían, algo que sería peor que la muerte. Tenían que salvarla pero el soldado no estaba muy de acuerdo con meterse en el pozo a buscarles. Era el territorio de las criaturas, podrían tener trampas entre otras cosas allí y no deseaba poner en riesgo al resto de sus compañeros por andar a ciegas por territorio desconocido.

- No te preocupes, Iskandar, la encontraremos. - Aseguró al hombre, para que éste descansara mientras era sanado por quienes sabían cómo tratar sus heridas. Estaba claro que sería necesario que Kin y Yoko permanecieran allí para tratarle, además de que no quería poner en riesgo a los dos médicos de la unidad en algo que sería bastante peligroso. En especial a Yoko... le había tomado cierto cariño a la rubia y no quería que la mataran por una misión suicida.

Si bien el soldado podría cargar al hombretón hasta su hogar para dejarle en un lugar más cómodo, decidió no hacerlo ya que tanto Kin como Yoko habían comenzado a tratarle por lo que no tenía sentido interrumpirles cuando estaban tan ocupados. Además, no creía demasiado apropiado mover al líder del poblado cuando tenía una herida bastante grave, quién lo que podría sucederle si le movía de allí. Ryuuji no carecía de fuerza para cargarla, de eso no había duda, pero el bienestar del hombre era más importante que la comodidad para éste.

- Tanto el soldado Nakashima como Matsu deberían permanecer aquí, no creo que sea una buena idea que vayan en semejante misión suicida. No sabemos cuán preparados pueden estar allí y quienes tienen conocimiento de medicina son demasiado importante para la unidad como para perderlos en algo así. - No iba a permitir que pusieran en peligro a esos dos compañeros que eran de gran importancia para mantener viva a la unidad. Aquella misión era muy arriesgada, y seguía pareciéndole una locura ir tras los trasgos en ese mismo instante. Lo mejor hubiera sido esperar un poco, a pesar de que eso pudiera costarle la vida a la chica. No se podía salvar a todos, y su unidad era más importante que todo lo demás. A menos que fuera una orden superior, no le parecería apropiado aceptar esa clase de peligro.

- Si quieren ir, deberás ir tú, soldado Shimakaze, junto con Striker. Los acompañaría pero si dices que no puedo entrar, no sería más que una molestia. - Era verdad que con su tamaño se le haría difícil pasar por allí y ser de alguna utilidad en el camino subterráneo que deberían de recorrer. Estaba claro que los trasgos tenían un camino desarrollado desde el pozo a su campamento bajo tierra, por lo que aquella sería la opción apropiada a elegir si querían encontrarles. El problema era la posibilidad de emboscadas así como trampas.

- No tengo problema con esperar y ayudarles con una cuerda, como ha dicho el soldado Nakashima. - Aseguró con tranquilidad, asintiendo a las palabras del médico. La prioridad era el jefe del poblado, por encima de todo, luego deberían de salvar a la chica en lo posible, aunque no fuera una misión ideal. Seguía sin gustarle la idea.