Partida Rol por web

—Es gracioso que lo menciones, él mismo ya va estando al borde del abismo un par de veces en lo que va del mes. Gracias a los kami he podido atenderlo a tiempo en ambas situaciones.
Se encoge de hombros como quien no quiere la cosa. Momohime aparta la mirada y aprieta los labios, como sintiéndose culpable.

Hanako marca el número correspondiente y aguarda unos segundos. Es entonces saludada por los gritos de Bishop, que aún no ha aprendido que no es necesario elevar la voz cuando se habla por teléfono.
—Claro, pequeña! —le responde, Keira es perfectamente capaz de oírlo al encontrarse junto a ella, por más que le baje algo el volumen al parlante —solo tienes que tratar de mantener todo limpio y que no haya olor!
—Si quieres puedo conseguirte alimento para él en la tienda de en frente, luego me dejas el dinero por debajo de la puerta, vale?

Cuando llega el primero de los vapuleados a la enfermería, Keira ya se está yendo.

—Es un monstruo tu primito, eh? —dice Lyon, riendo por no llorar, está con el torso desnudo y unos vendajes cubriéndole el abdomen y el hombro izquierdo. —Calma, calma, jaja, no es tan grave, no es tan grave —dicho esto da la impresión de que se va a desvanecer, así que se recuesta de nuevo en su camilla mientras Nerine lo reprende por haber participado.

Todo el mundo habla ahora del torneo. Yuri parece haberse hecho famoso, ya sea por su habilidad con su espada, como por la inesperada violencia que ha llevado a un torneo amistoso.

Te cruzas por el pasillo con un tipo que reconoces del bar de Mélima, y que también estaba compartiendo cacahuates con los oficiales de Tol Rauko. Viene charlando con un muchacho sobre las peleas que se dieron hoy.

Durante tu caminata sin ningún rumbo en particular te empieza a dar algo de hambre. Aunque hayan cancelado las clases, la cafetería se encuentra abierta al público hasta las dos de la tarde y hay poca gente en este momento.

Sientes que alguien te llama la atención tocándote el hombro con el dedo. Es Devo, que enseña una bolsa de papel que contiene bollos de carne.
—Venía a decirte que tu moto está casi del todo bien, probablemente para mañana ya esté lista, eso si el pobre Reddo no duerme esta noche.
Ahora habla bajando la voz —hemos terminado también de arreglar habitaciones para Earth, Wind y Fire, ellos dicen estar espantados con lo que esos tales Animales puedan hacerles, así que Lord Rondonelli les ha ofrecido refugio.
Se te queda mirando mientras mastica la comida, como esperando a que digas algo, pero por respeto a tu intimidad no pregunta nada directamente.

Cuando el señor Bishop no puso ningún problema una sonrisa de alegría apareció en mi rostro. –Si, no hay problema, tendre cuidado de que no moleste a nadie.- Dije mientras asentía en un gesto bastante inútil pues era una llamada telefónica.- Si, si me hace el favor le pagare cuando vuelva. Muchas gracias.- Dije confirmándole el que comprara la comida del pequeño animal.

Justo cuando colgué la llamada la puerta se abrió dando paso a un Lyon bastante maltratado. Iba a dar las buenas noticias a Momohime, pero su entrada hizo que me distrajera y abriera los ojos por la sorpresa. Cuando Nerine tomo rápidamente el encargo de regañarle por participar me gire hacia Momohime.- Al final Toto si puede quedarse en mi casa.- Dije mientras sonreía.- Podrás venir cuando quieras a visitarlo.

Como veía que lo que había dicho el señor Kaminawa no era broma e iban llegando más pacientes llame a Toto y, aunque no vino inicialmente cuando me acerque a él me dejo recogerlo. Me acerque de nuevo a la cama para despedirme de Momohime.- Mañana nos vemos, descansa, este pequeñín estará a buen cuidado conmigo.- Dije mientras levantaba levemente a Toto para referirme a él.

Sali de la enfermería pensando en todas las cosas que tendría que comprar para Toto. Un collar y correa para pasearle, algo de jabón para limpiarle toda la suciedad que tenía encima… Tendría que pasarme por alguna tienda de animales para que me recomendaran si me faltaba algo más y también que tendría que tomar mas en serio el buscar algún trabajo de medio turno si no quería que mis ahorros mermaran demasiado rápido.

Mientras andaba escuche un gruñido bajo mis brazos al que posteriormente acompaño otro gruñido diferente. Al mirar hacia abajo encontré a Remiel, recién despertada asomando de mi bolso mirando hacia Toto. Había apoyado las dos manos en la apertura del bolso para asomar su cabeza y emitía un gruñido al cual Toto respondía de igual manera. Después de lo que parecía una disputa de gruñidos entre la pequeña hada y el perro Remiel me miro.- No pienso compartir mi arroz con el.- Comentó rotunda.

Nada peligroso en el interior, al menos por el momento. La gente murmura por los pasillos sobre la actuación de Yuri. Como para no hacerlo, tratándose de alguien que iba a matar en un torneo amistoso. Me extrañaba que no lo hubieran descalificado.

Devo apareció tras de mí, trayendo la comida, lo cual me ahorró la visita a la cafetería.

- Estupendo, no me siento cómoda sin mi moto cerca.

Le di un bocado a uno de los bollos de carne. Finalmente habían decidido darle refugio a aquel trío. No me terminaba de convencer, pero definitivamente su miedo estaba justificado.

- Están abandonando una organización criminal, es normal que tengan miedo. Probablemente de cosas que ellos mismos hicieron a otros - me terminé el bollo y cogí otro -. Creo que será mejor que vayamos volviendo ya a la mansión, entre las heridas y que ya no me siento imparable creo que el camino no será tan rápido como esta mañana.

Momohime sonríe tranquila gracias a tu disposición para cuidar al perrito y Nerine te desea buena suerte.

El viaje en bus hasta tu casa es tranquilo y sin complicaciones, como siempre, y al llegar no ves luces encendidas en tu casa, así que probablemente Yuri no esté todavía.

Todo es normal, todo está tranquilo, salvo por una figura misteriosa que ves frente a la puerta de tu apartamento cuando terminas de subir por las escaleras.

Es una muchacha de aproximadamente tu misma altura y complexión. Tiene el cabello negro y largo, con el flequillo cubriéndole un costado de la cara y la piel algo demasiado pálida. Viste el uniforme de Fuuten al igual que tú.
Está de cara a la puerta, observando la mirilla debajo del número 301.
Justo la parte del pelo que le tapa la cara es la que está de tu lado, así que no consigues verle los rasgos, hasta que gira la cabeza rápidamente a la derecha y te ve. Es el rostro de una ryuan de tu edad, pero entre la penumbra y el largo cabello de esta muchacha es difícil enterarse de más.
Tiende con pesadumbre un brazo, señalándote.

Al rato te sientas a esperar con Devo un autobús que pasa cada media hora frente al pórtico de la mansión para regresar a lo de Rondinelli.

Una vez allá, te saluda él, e inmediatamente luego de un pequeño descanso de cinco minutos, te invita a continuar con tu entrenamiento. Según te ha explicado, no todas las personas nacen aptas para ser capaces de controlar sus ondulaciones, por lo tanto, por más que el trío que ahora se ha quedado a vivir con ustedes ha intentado aprender algo, sus esfuerzos resultaron inútiles.
Ahora mismo están ayudando a Reddo con tu vehículo.

—Señorita Keira, buenas noticias —al caer la tarde, cuando el sol ya empieza a ocultarse y el cielo adopta un bonito color anaranjado aparece Reddo todo sucio, llevando un mono muy engrasado y manchado —mañana podrás ir a la mansión en tu preciado vehículo.
—Sin embargo, me temo que antes de continuar con la reparación, necesito que me hagas un favor.
Saca entonces del bolsillo una pequeña pieza de metal que no sabría exactamente como describir —preciso un repuesto de esto. Te animas a ir hasta Hausser a traerlo? el mecánico que los vende es amigo mío, su taller está en la esquina de las calles Abdagis y Soms, se llama "Por Si Las Moscas". Si le dices que vas de mi parte hasta te hace un descuento.
Mientras te explica lanza a tus manos la pieza estropeada. —Lleva esta y le pides una igual.

¿Ho…Hola?.- Pregunte entre sorprendida y asustada. Debido a la poca iluminación del pasillo y a el pelo largo de la joven no pude evitar encontrar similitudes de la escena con una película de miedo que había visto hacia poco.

Cuando la joven levanto el brazo para señalarme un pequeño escalofrió me recorrió.- ¿Qui… quieres algo?.- Pregunte confundida, no acababa de comprender que podría estar buscando aquella joven delante de la puerta de mi apartamento.

Arqueé una ceja ante la explicación de Lord Rondinelli. Entonces era una situación similar a los dotados o los psíquicos, había que nacer con la capacidad para ello. Suerte de mí que la tuviera, sino quién sabe si algún día podría estar preparada para lo que me echaran los Animales.

- Estupendo - dije ante la noticia sobre la reparación -. Sabía que podía confiar en ti.

Chasqueé con la lengua ante la mención de que se tenía que ir a comprar una pieza nueva. No me hacía mucha ilusión salir a esas horas. Sin embargo, aún no me habían cobrado por la protección, y a falta de conocer el precio, mejor hacer lo posible para mantenerlo bajo.

- Esta bien, pero no iré sola, a ver si Devo puede acompañarme. ¿Cuanto puede costar la pieza? ¿Se puede pagar con tarjeta?

Con las respuestas obtenidas, me fui a buscar a Devo para ir a buscar el autobús de vuelta a Hausser.

Al llamar su atención se acerca unos pasos para mirarte directamente. Y parece como si te estuvieras mirando al espejo, salvo porque tus ojos no son rojos y brillantes.

Oyes una voz igual a la tuya, pero no está moviendo la boca, hasta la tiene cerrada —Ni...hil...
Todavía con el brazo estirado se viene acercando lentamente a ti, sus pasos son torpes, como si le costara caminar.

—Yyy... qué tal ha sido tu día?

Devo está sentado junto a ti con los brazos cruzados en la parada, llevan más de diez minutos esperando. Ya cae la noche, y ves la luna en una fase que ni te favorece ni te perjudica brillar en el cielo. Se está nublando y es probable que en poco tiempo se largue a llover.

En tus bolsillos llevas la billetera con tu tarjeta de crédito, pues aunque Reddo dijo que no estaba seguro de si sería aceptada, no perderías nada con preguntarlo. Lo más probable es que sí, ya todo el mundo tiene lector en sus tiendas estos días.

Oyes ruidos de motor a lo lejos y Devo se gira para observar que, en efecto, aparecen un par de focos en la distancia y se para para hacerle señas. El bus baja desacelera hasta frenar delante de ustedes y se abre la puerta para que suban.

Cada uno le da cinco cobres al chofer. Está completamente vacío salvo por él.

No entendía lo que aquella chica quería decir o hacer, pero viendo como empezaba a avanzar hacia mí no pude evitar dar un paso atrás acobardada sin saber qué hacer. Como aun no tenía correa estaba sujetando contra mi pecho a Toto con el brazo izquierdo y el derecho estaba sujetando el bolso. Si aquella joven intentaba golpearme o hacerme algo tenía las manos inmovilizadas, y hacer magia fuera de la escuela lo veía como impensable.

Tras un momento de duda y habiendo retrocedido ya un paso me di la vuelta con intención de correr escaleras abajo. Quizá en la calle podía haber alguien que me ayudara o que me explicara quien era esa joven. ¿Quizá el bar de Melima estuviera abierto?

- Un compañero de clase casi me mata en un torneo amistoso - le respondí a Devo -, así que de momento, bastante estándar teniendo en cuenta lo poco que llevo aquí.

Reddo no me supo responder, pero a las malas debería haber un cajero cerca. Con la pieza en el bolsillo esperamos el autobús, y cuando llegó, todas las alarmas se dispararon. Un autobús vacío, con un conductor de aspecto sospechoso. Pagué el viaje, e hice que Devo se sentara conmigo al final, lo más alejado posible de la cabina del conductor.

- _{¿Qué probabilidades crees que hay de que sea una trampa? Un autobús vacío me da mucha mala espina} - le susurré.

Aquella muchacha sigue intentando acercarse, con un brazo estirado hacia ti. De nuevo oyes esa palabra que dijo y sientes ligeros escalofríos.

—Fuera bicho! —empiezas a huir, y Remiel se asoma produciendo una llama de aproximadamente el mismo tamaño que ella y la dispara hacia aquello.
El fuego la atraviesa, y en ese momento la joven se deshace desde el punto en que fue impactada y se convierte en polvo negro que desaparece sin dejar rastro alguno. El proyectil sigue su curso y deja un agujero en el empapelado de la pared y una marca negra en la madera detrás.

La puerta del apartamento está cerrada con llave como la dejaron, y el interior está igual que esta mañana. Yuri todavía no llegó.

—_{Es bien posib-}

Tan pronto se sientan en los últimos lugares, los cinturones de seguridad se estiran y se envuelven alrededor de ustedes. Afortunadamente reaccionas antes de que eso pase y das un salto para ponerte de pie de nuevo, pero Devo no lo consigue y su cinturón de seguridad le ata las manos, los pies, la cintura y el cuello, especialmente el cuello, que ves que lo está estrangulando con fuerza. Tu amigo no puede moverse en absoluto y casi que ni hablar. Abre y cierra la boca como un pez, pero no consigue decir nada.

Miras al chofer y está atento mirando hacia adelante, como si nada hubiera pasado. El ómnibus está en marcha a unos 40km/h, aún no termina de acelerar del todo.

¿Qu… que demonios ha sido eso?- Exclamo cuando la joven que e perseguía termina de desaparecer. Demasiado asustada y alarmada como para poder reaccionar racionalmente. Durante unos segundos me quedo mirando el lugar en el que estaba la joven hasta que mi mirada se desvía a la quemadura en la pared y después hacia Remiel. Mi ceño se frunce. Le había dicho muchas veces que no podía mostrarse o hacer magia pero… en aquella situación no tenía claro si debía regañarla.

Finalmente empecé a avanzar hacia la puerta sacando las llaves y abriendo la puerta, mi mirada miro hacia los lados, como si de un momento a otro aquella joven pudiera volver a aparecer. Cuando termine de abrir la puerta entre deprisa cerrándola tras de mi. Deje en el mueblecito de nada más entrar el bolso y deposite a Toto en el suelo, el cual se había quedado dormido durante el trayecto. Aún estaba aturdida por lo que acababa de ocurrir, pero me hice avanzar hacia el sillón, donde me senté un momento en silencio. Aquello había sido extraño aunque… dada la semana que llevaba no era lo más extraño que había ocurrido.

Intente calmar mis pensamientos y ordenarlos. Hubiera sido lo que hubiera sido, ya se había marchado. Mi mirada busco por la entrada algo hasta finalmente localizar un saco de comida para perros. Tenía que ir a pagar al casero por ello pero después e lo que había ocurrido… No pasaría nada si lo hacía mañana antes de ir a clase ¿no?

Me levante hacia la cocina en busca de un par de cuencos para que Toto pudiera usarlos hasta que comprar unos para él. También tenía que hacer algo para la cena, seguramente Yuri llegara dentro de poco y… bueno, yo también tenía hambre. SI era cierto lo que me habían dicho, me había saltado un par de comidas.

Nada más notar el movimiento innatural, instintivamente di un salto al frente. Definitivamente sospechaba del conductor del autobús, pues si aún no habíamos acelerado del todo podría ser porque estaba demasiado concentrado en nosotros y en no parecer concentrado en nosotros como para estarlo en la carretera.

Rápidamente puse mi nariz a trabajar, buscando el rastro de alguien más allí al que no pudiera ver, mientras mis manos ponían todo lo que podían de su parte para liberar a Devo de sus ataduras. Prefería tener un aliado que no estuviera incapacitado para enfrentarme a lo que se me fuera a echar encima.

- Vamos, tienes que poner de tu parte o no podrás salir - dije casi susurrando.

Chicas, chicas - las detengo cuando me conceden un segundo para hablar entre frase y petición -. Si habláis todas a la vez no podemos entendernos y estoy seguro que estoy deseando escucharos a todas. Hagamos una cosa. Hoy tengo que ocuparme del castigo que me han impuesto y luego tengo que ir a entrenar, pero ¿qué os parece si mañana en el recreo hablamos tranquilamente y vemos lo que puedo hacer para satisfaceros?

Lo siguiente es una avalancha de citas para mañana. Está claro que la parte de no hablar todas a la vez no les ha quedado del todo clara.

Vale - rindo y le coloco la mano a Octavio en el hombro - Quedas nombrado como mi asistente. Orgániza, por favor, a estas encantadoras señoritas para que mañana podamos vernos y así tendré tiempo hoy de aprender un poco más y ayudarte con esas técnicas familiares.

En un descuido desaparezco por una brecha y dejo a Octavio con el lío.

Tras haber recibido un buen reto de la maestra Ifi y haber practicado el resto de la tarde, viajas de regreso a casa bastante cansado, pero al menos has podido darte una ducha en los vestuarios.

Está atardeciendo cuando llegas a Dresden, las luces de la plaza frente al apartamento se están encendiendo, y ves al encargado de la tienda de la esquina acomodando latas en una de las pequeñas góndolas. Está todo bastante tranquilo.
Las luces del bar de Mélima también están encendidas, pero no alcanzas a ver hacia adentro si ya hay clientes o si está sola por ahora.

Estacionas y empiezas a subir las escaleras hasta tu puerta.

Hanako está cocinando y de pronto oye el tintineo de las llaves detrás de la puerta. Es Yuri que viene entrando luego de su ajetreado día repleto de artes marciales, peleas y fans.
Toto está dando vueltas por ahí, cuando ve que llega alguien a la casa se acerca corriendo a olisquearle los pies.

No hay extractor, así que empieza a aparecer el olorcito a lo que sea que Hanako esté preparando.

El intento de soltar a Devo es rechazado con violencia por el mismo cinturón de seguridad, que parece como si cobrara vida. Como si fuera una serpiente te da un latigazo que te obliga a quitar las manos de tu amigo, quien sigue atrapado y esforzándose en liberar al menos su boca.
Aún sin poder hablar, te hace gestos con los ojos, indicándote hacia donde está el conductor, que sigue muy concentrado en la carretera. A través del parabrisas ves que el ómnibus ha incrementado un poco más la velocidad.

El olor que más abunda es el aromatizante de vehículos con forma de pinito que cuelga del espejo retrovisor, mezclado con el desodorante de Devo. El forro de los asientos no huele a limpio sino a nuevo, y alguien ha comido bollos hace no mucho.
Hay un olor en particular que te molesta y te hace picar la nariz, pero no lo suficiente como para irritarla.

De nuevo y sin previo aviso, el cinturón de seguridad de otro asiento se lanza sobre ti y te envuelve los brazos cuando intentas cubrirte, con fuerza jalas de ellos y consigues arrancarlos, quedando intertes en el suelo.