Partida Rol por web

Toda su espalda se resiente al arquearla en una postura grotesca, pero el tajo de la cimitarra es hábilmente evitado por el bárbaro. Que sin darse un respiro, aprovecha para echar mano de su espadón, el cual descansaba en su espalda. Lo extrae de la vaina al mismo tiempo que endereza su cuerpo, realizando un mandoble descendente con la intención de partir en dos al primer esqueleto. 

Lo más sensato hubiera sido subir las escaleras y combatirlos allí aprovechando la diferencia de altura, pero al escapar una de esas viles criaturas por la derecha, si subiera se verían rodeados tanto la maga como el mismo. No era buen, plan. Debía confiar en sus Compañeras de la Ciénaga y llamar tanto la atención como pueda.

_ ¡¡¡Poor Grrooozz!!!_ El ataque impacta con fuerza en el suelo, provocando chispas y un estruendo que rebota por toda la sala. 

Aquellas viles criaturas se apartaron en el momento justo, dejando al nómada con el cuerpo agachado en medio de los dos. Que no desaprovechan la situación y apuñalan ambos costados del hijo de Gora.

Una bocanada de sangre es expulsada por Tunka, mientras nota como su tren inferior es empapado por la sangre que emana de sus costados. 

Por lo menos dejarían de entrar. Mover la estantería ha sido una buena opción. Zarlene trataba de retrasar el avance del esqueleto con movimientos de sus brazos, con cada giro que realizaba más y más libros salían despedidos en dirección al no muerto, en el camino de la aberración la hechicera movía sillas, baúles, todo lo que le pudiese impedir el avance. Nada detenía a ese ser sin vida así que finalmente la hechicera pasa al ataque. Una pequeña esfera azulada partió de sus manos hasta explotar al alcanzar los huesos animados -Me va a alcanzar, me va a matar- Zarlene daba un paso tras otro, retrocediendo mientras arrastraba sus pies hasta sus choca con una librería -Este es mi fin. Nooooooo-
Miedo, pánico a perder la vida. Sensaciones que recorrían su cuerpo aún sabiendo que tendría alguna oportunidad más contra el reanimado

Un bufido sale de la boca de la Valkiria. 

¿Cuándo parará todo esto?

El Dungeon no daba cuartel y el agotamiento hacía mella en todos. Observó al frente y ve 4 esqueletos, posiblemente en dirección a ella. Observa a su derecha, el bárbaro malherido que valientemente luchará a muerte si es necesario sin ceder un solo palmo de terreno. Observa atrás a Zarlene en el segundo piso desprotegida completamente.

Vacila por unos instantes sin saber qué hacer, por un lado piensa en ayudar al Bárbaro, pero eso significa dejar a la maga a merced de los esqueletos. Por otro lado, ayudar a su amiga sería dejar solo al malherido bárbaro.

AVESTAAAAA!! -Grita apretando los dientes y alzando sus manos. Necesitaba a como de lugar la ayuda de su Diosa olvidada.

El esqueleto que observó a Zarlene avanza por el flanco y con paso lento pero firme empieza a subir por las escaleras. Desesperada, Sopithia emprende carrera, pero sabe que no alcanzará al esqueleto antes que llegue a donde se encuentra la maga así que decide coger un atajo: Con un ágil movimiento trepa por una de las estanterías y luego salta como un gato para llegar al segundo piso y postrarse con arma en mano entre la maga y el esqueleto.

- Ven a mi, inmunda criatura, que por el poder de la gran Avesta encontrarás tu fin en mis manos, Sopithia, la heralda celeste, condena de impíos y demonios...

Por fin su Diosa estaba escuchandola y le dio una mano en el momento más oportuna, su fe empezaba a renacer.

"Es increible como un gigante (la fe) permanece dormido, en estado vegetativo, hasta los momentos de más profunda necesidad, cuando despierta, lo hace con la llama encendida y desorbitada".

-TUNKA!!  VEN A NOSOTRAS!! -Intenta urgir al bárbaro para que defendiera el otro flanco de Zarlene.

Sacando fuerzas de flaqueza, Tunka se incorpora de nuevo sangrando por numerosas heridas. La muerte en combate no le asusta pero no prefiere que no sea hoy. Con un feroz barrido de su espadon, el barbaro hace retroceder a sus oponentes un paso. Intenta retroceder el mismo pero siente que bajo sus talones se abre la trampa.

En el piso de arriba, Sophitia intercambia feroces tajos con su esqueleto. Le falta un brazo pero todavia tiene el de la maza. Tras el suben los otros tres que acosaban a la valkyria cerca del reloj celeste. Sophitia frunce el ceño preguntandose si podra contenerlos a todos.

El esqueleto que esta enzarzado con Sophitia tiene 2 de salud debido al hechizo de Zarlene, que ha tenido un efecto menor debido al exito parcial: solo 1 punto de daño.

Tras ella, Zarlene agita los dedos: los combates le ponen muy nerviosa y se estruja los sesos intentando recordar un sortilegio que les pueda ayudar ahora. 

¿Que vais a hacer?

Zarlene busca en su interior el valor necesario para afrontar el peligro ¿Y si los tirase escaleras abajo? Eso nos daría un poco más de tiempo- la hechicera da un paso al frente ve que son demasiados para su poder. Para realizarlo necesitaba absorber demasiado maná.
Esa librería, voy a aplastarlos!!!!- Era la mejor opción. Aprovechar que que subian la escalera para aplastarlos bajo el peso del conocimiento. Gotas de sudor descendían por sus mejillas -No se mueve- Las venas se podían palpar en su cuello -Arggggg un poco mas-
Zarlene acaba con las posaderas en el suelo por el esfuerzo y gira su rostro hacia la Valkiria -Anclada, estaba anclada a la pared, no... No se mueve, Sophitia, yo... Os he fallado. Yo no queria

La magia arcana nunca le había dado buena espina a Sophitia, pero llegó a soportarla e incluso a aceptarla cuando era blandida por Zarlene, sin embargo, la magia era misteriosa salvaje e impredecible y cuando un conjuro fallaba, algún efecto nefasto conllevaba.

Eso es casi metajuego... 

El esqueleto permanecía al alcance de su fina espada, podría atacarlo y probablemente eliminarlo, pero luego vendría otro y otro y luego otro más, eran muchos incluso para ellos y para colom, Tunka se encuentra malherido.

Respiró profundo y empezó a retroceder poco a poco cediendo terreno, sin descuidar su defensa, pero concentrándose en la situación actual: ¿Qué habían omitido desde que llegaron a ese lugar? Con toda la adrenalina corriendo por su cuerpo quizá habían olvidado buscar algo, en algún lugar.

Pensó en su Diosa una vez más...

Nunca acorrales a un jabalí herido.

Es una máxima sencilla, la mayoría de los depredadores estarían de acuerdo. El Clan del Jabalí de Hierro ha hecho de ese animal su tótem y su filosofía de vida: toman lo que quieren, comen cualquier cosa y que Groz guarde a los que se crucen en su camino con malas intenciones. Sin embargo, los esqueletos son soldados resucitados con el cerebro de un mosquito. No pueden sentir miedo ni saben en los líos que se pueden meter si presionan demasiado a un bárbaro con malas pulgas.

-¡Groz!-ruge Tunka salpicando sangre en todas direcciones. 

Su mandoble desparrama a uno de sus adversarios por toda la biblioteca en una nube de astillas de hueso. Se aparta al otro de un codazo pero sigue haciendo equilibrios al borde del pozo. La sangre le ciega los ojos y mancha sus barbas pelirrojas.

Entonces, al ver al guerrero herido, Sophitia lo entiende: ha olvidado buscar en su interior. Desde que entraron a este complejo subterráneo han ignorado las reglas más básicas de la guerra que estudió tantos años: reconocimiento, exploración, comunicaciones. Después de su búsqueda, se han lanzado de cabeza a lo desconocido intentando encontrar el talismán lo antes posible. Y sobre todo, ha olvidado usar su don. 

Unas pocas guerreras de Avesta son capaces de canalizar su fé a través de sus manos y curar enfermedades y heridas. Siente un nudo en el estómago al pensar en el ataque del demonio a Zarlene o Tunka recibiendo tajos. Sophitia se siente a salvo dentro de su armadura pero lo que la protege del mundo es un muro alto y grueso que ha construido en torno a sí misma, un muro de autocompasión y egoísmo que...

-¡Os he fallado! ¡Os he fallado!-lloriquea Zarlene a sus espaldas.

-¡Maldición, no te sientes detrás de...!-la maga está justo detrás de las piernas de la valkyria que no puede evitar tropezar.

No ve venir la maza. El esqueleto aprovecha su distracción y encaja su golpe. La espada de Sophitia se enreda con la cadena pero la bola de pinchos choca contra su sien con un ruido seco.

Su cabeza parece estallar y cae por encima de la barandilla hasta el piso inferior como un fardo. Todo le da vueltas. Estira su brazo buscando su espada pero lo que encuentra... es su amuleto de Avesta.

Sophitia, pierdes 2 puntos de salud (no tienes protección en la cabeza) y tu espada está a metro y medio de ti. Me temo que has pagado el fallo de Zarlene. Ha sido realmente fortuito que se sentara y que tú estuvieses retrocediendo...

Zarlene palidece hasta el punto de que su piel es sólo ligeramente más oscura que su pelo. Los cuatro guerreros esqueléticos avanzan hacia ella con sus siniestras sonrisas (bien, las calaveras tienen muy pocas expresiones diferentes...) y ella está en el suelo arrodillada murmurando sortilegios mientras intenta recordar uno de utilidad:

-¿Contrahechizo?... ¿Retorno de Urkyl?... ¿Crecimiento Gigante?... ¿Ansia de Sangre?... ¿Pestilencia?... ¿Aguas Profundas?... 

La telequinesis no está funcionando bien. Intenta calmarse respirando hondo: hay todo un estudio de tácticas de para un mago en combate y, aunque todas pasan por mantenerse alejados de lo peor de la lucha, hay algunas directrices muy sencillas que permiten ganar ventajas estratégicas. Si tan sólo pudiera recordarlas... 

El esqueleto con un solo brazo hace girar la maza por encima de su cabeza...

¿Qué vais a hacer?

(¿No es emocionante?)

El golpe y la caída dejan a la Valkiria conmocionada por unos instantes, con una mueca de dolor y con la vista borrosa intenta levantarse del suelo. Busca su espada y lo únco que encuentra es su amuleto.

Una verdadera joya y obra de arte, una fina cadena entrelazada hecha de plata sostenía una piedra semipreciosa finamente pulida con diminutas incrustaciones de otros colores. Representaba el mundo conocido por los hombres. Una luna menguante de plata rodea la forma redonda.

Los estudiosos eruditos de su templo solían decir que Avesta era representada por la luna, que abraza y acoje a todo el mundo conocido.

A pesar de la desorientación que siente tras el golpe y la caída, se siente mal por haber estado a punto de empeñar su más preciado tesoro. Por supuesto le habrían dado buenas monedas para vivir un buen tiempo, pero habría vaciado por completo su alma.

Sacude su cabeza y se incorpora rápidamente, están en medio de una batalla, así que corre a recoger su espada caída unos metros a su costado y luego corre en auxilio del bárbaro.

Al alzar la vista observa a Zarlene perseguida por gran cantidad de esqueletos. -Ojalá huya con todas sus fuerzas y no se deje coger.

-La esperanza de la vida es una sola -Empezó a recitar incluso antes de llegar a su compañero. -La fe imbue de energía estas manos, que no son mías, son de ella.
Soy solo una herramienta, un utensilio usado para un bien superior.
La energía de ella solo a través de sus más fervientes vasallos.
Soy Sophitia de Esgarde, honarum Valkiria de tercer grado.
Fiel guerrera, intensa devota y sumisa a tu voluntad.
Permite que mis manos sean usadas para tu fin.

Al llegar a su compañero, tocó su espalda con sus manos calientes en medio de la fría caverna. Una luz azulada tenue iluminan su amuleto y sus manos.

Zarlene repasa mentalmente todos los conjuros anotados en su libro, una lista minuciosa realizada con esfuerzo a lo largo de su duro aprendizaje. El, una hija de granjero aún recuerda con vergüenza como el profesor tuvo tuvo que enseñarle caligrafía antes que hechizos. El resto de compañeras practicaban con maná mientras ella repetía una y otra vez frases escritas sobre una hoja de papiro.
La hechicera se frota la muñeca derecha, esa que había sentido el dolor de la repetición al escribir mientras Geof hablaba con ella. Le impartía lecciones y Zarlene escribía una y otra vez, depurando los signos de puntuación además de varías letras y runas que se le resistían.

Soy valiente, tengo fuerzas y se que debo hacer- Un gran hechicero cortaríaa energía que unía a los esqueletos con el mundo de los vivos, un gran mago haría aparecer entre sus manos una bola de fuego que calcinaría los huesos reanimados, un esculpidor del maná haria que sus deseos se hiciesen realidad. Zarlene se puso a correr.
Tunka se encontraba junto con Sophitia en la planta baja así que Zarlene toma la decisión que cree más acertada y trata de unirse a ellos. Desciende por las escaleras tratando de no mirar atrás. Si los esqueletos la alcanzan la matarán, si cae por las escaleras, morirá, sino huye perecerá.
Es igual que los juegos de los niños, correr para que no te alcancen- Se remanga la falda mostrando sus blancas piernas que pocas veces han visto el sol. Tiene una oportunidad, alcanzar a Tunka y sobre todo correr más que los esqueletos

Cuando la vida de Tunka estaba pendiendo de un hilo, Sophitia posa su mano en él renovándole las fuerzas. Su corazón late con intensamente en su pecho, la adrenalina corre por sus venas y en sus oídos tambores de guerra. Mizrala heimn debería esperar un poco más pues el bárbaro aún no estaba preparado para reencontrarse con el resto de jabalíes caídos en batalla, ni para recorrer las fértiles praderas donde hay luches perpetuas y cada noche se festeja con grandes banquetes.

Se dispuso a dar un tajo a su rival, mientras de reojo veía descender a toda `rosa a la maga perseguida por el resto de criaturas.

Imbuido de nuevas fuerzas, Tunka descarga su mandoble sobre el ultimo esqueleto que le acosa. La criatura no muerta se las apaña para golpearle en las costillas pero estalla en pedazos bajo el poderoso golpe. El bárbaro aprieta los dientes pero ningún gruñido de dolor escapa de sus bigotes. 

Tunka, recibes 2 de daño reducidos a 1 por tu Piel Dura. Te actualizo la ficha. 

El jabalí de hierro resopla junto al foso. Se tambalea un poco pero Sophitia le sujeta por el hombro: sus manos brillan con una calida luz mientras musita plegarias de sanación.

-¡AaaaAaaAaAagh!-Zarlene baja las escaleras corriendo junto a ellos. El esqueleto de la maza está a punto de descalabrarla cuando una flecha salida de no sé sabe donde le atraviesa la calavera y la clava contra la pared. El resto del esqueleto se deshace en pedazos.

La barricada de la puerta se viene abajo y dos figuras verdosas entran a la biblioteca. Una es la familiar silueta de Dunriq. Parece ileso pero no podéis dejar de notar que no lleva pantalones. A su lado hay una elfa, también con la piel tintada de verde, que sostiene un arco. La flecha que ha destruido al esqueleto era suya.

Los tres esqueletos restantes siguen bajando las escaleras sin prestar atención a su compañero caido.

Esta es la sala del mapa de más arriba:

La biblioteca es una amplia sala circular con dos pisos, el segundo de los cuales es un pasillo con una escalera por cada lado. Esta iluminada por una luz fantasmal azulada que proviene del techo de cristal. Las paredes estan llenas de viejos tomos polvorientos. El centro de la biblioteca esta ocupado por un complejo aparato esferico lleno de engranajes y que parece estar conectado al suelo mediante una serie de enormes discos llenos de extraños simbolos.

Los recuadros negros son trampas de pozo. Hay esqueletos desparramados por todo el lugar.

Con la mancha de sangre en su costado derecho, su falda rota, sudando y respirando con bastante dificultad, los ojos de Zarlene estaban abiertos como platos -Vivo, está vivo. No soy una asesina. Tunka, míralo, tenias razón saltó- El rostro de la hechicera brillaba de alegria mientras sus ojos se llenaban de lágrimas al ver al elfo de piel verde. No tenía tiempo de pensar en lo que habría sufrido, ya tendrían tiempo para que se lo contase después de erradicar a los esqueletos.
La joven tenía ahora cierta ventaja sobre ellos, un pequeño hueco los separaba tras la carrera que acababa de realizar.
¿Y si continúan siguiéndome? Los esqueletos no son muy inteligentes- Zarlene decide adentrarse hacía el centro de la habitación de forma que si lo esqueletos la persiguen, deberán pasar entre el resto de los compañeros de la ciénaga. Como una niña pequeña jugando con su hermano mayor, Zarlene corre hasta situarse tras el reloj celeste y se gira para ver a los esqueletos. Siempre podrá rodear el reloj intentando guirnaldas en círculos, salvo que vaya un esqueleto por cada lado -Yo los atraigo, acabad con ellos

El efecto de la adrenalina se estaba disipando y el dolor era cada vez mas notable. Tunka se dio un paso hacia el reloj, con el fin de alejarse de la trampa que tenía junto a sus pies. El repiqueteo de los huesudos pies contra los peldaños de las escaleras afirmaba que aún no había acabado y el bárbaro estaba al borde de su límite. No podría seguir con el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, pero podría ayudarles. Es lo menos que podía hacer... Era lo único que podía hacer.

Tomó la cuerda que estaba preparando justo cuando esas viles criaturas atravesaron la puerta y le dio un nuevo uso. Las arrojaría a las escaleras, con suerte se tropezarían o se les enredarían en lo que antaño fueron sus piernas.

De pronto, un estruendo y un crujido. Un flecha surca la habitación y un esqueleto cae. Pero el hijo de Gora no lo contempla, tiene su mirada en aquel a quien creía que no iba a volver a ver.   

Estamos salvados, gracias Groz, Gracias por cuidar de él...

Son ellos Guelder, no se parecen- Dunriq se prepara, había esperado este momento, solo faltaba sacarlos de esa situación en la que se encontraban, decide seguir a Guelder, quien parecía molesta, debió ser menos cuidadoso con ella, los elfos son orgullosos por naturaleza.

Vamos los dos juntos, 1...2...3... Dunriq y Guelder se colocaron en la estantería que cubría la entrada y con fuerza derriban ela pila de libros mostrando ahora el escenario donde se encontraba el grupo, aun que su visión se vio obstaculizada por el polvo y la pila de libros viejos cayendo a su alrededor, lo único que lograba captar eran los sonidos metálicos del choque de espadas  

El primer esqueleto pisa el obstaculo de Tunka. La cuerda se enreda en su tobillo y sigue bajando pero el que le va detras la pisa inadvertidamente. Con un ruido de huesos entrechocando, el primer esqueleto tropieza y cae rodando las escaleras hasta la pared. Sin embargo, los otros dos llegan abajo sin problema y se avalanzan sobre los objetivos mas cercanos.

Sophitia, todavia concentrada en la sanacion de Tunka, no ve venir a uno de los No Muertos. El resucitado lleva un hacha de guerra de filo mellado. Con un balanceo de sus huesudos brazos, el esqueleto descarga su arma sobre el hombro de la mujer guerrera. Se oye un crujido y el tintineo de varias escamas de metal cayendo al suelo. La expresion de Sophitia se aclara rapidamente cuando se encuentra en el suelo, desarmada, con el esqueleto sobre ella levantando el hacha de nuevo para rematarla.

PNJotizacion: Sophitia, tu armadura ha sido dañada debido al hachazo. Su proteccion se reduce en un punto (te lo actualizo en la ficha). 

El otro esqueleto, armado con un viejo alfanje, intenta partir en dos a Tunka. Esta vez, el barbaro tiene espacio para asentar las piernas y siente cierto alivio al pensar que esta lejos de la trampa de pozo. Sin embargo, su cuello le tira dolorosamente al tensar los musculos y el escaso segundo que aprieta los dientes es todo lo que necesita el esqueleto para barrerle con su alfanje. El filo del arma esta embotado y apenas corta pero pesa lo suficiente como para dejar un feo estropicio en el rostro del Hijo de Gora. 

Tunka retrocede a trompicones contra una libreria y choca contra ella. Varios libros caen a su alrededor.

Tunka, recibes  una casilla de Estado (Desfigurado)​. Lo tuyo es acumular estados...

Zarlene, Dunriq y la elfa intercambian miradas de reconocimiento, confusion o, directamente, hostiles.

El esqueleto que ha tropezado antes se incorpora y os mira con sus cuencas vacias. Agarra su lanza corta y se incorpora.

¿Que vais a hacer?

La ilusión que Zarlene estaba sintiendo se desvance rápidamente con el ataque de los esqueletos. Su plan, si puede llamarse así, no ha tenido resultado. Suspirando y aferrando su colgante con una mano mientras con la otra apunta al esqueleto que amenaza a la Valkiria, murmura las palabras de poder para incinerar al no muerto y tratar de salvar a Sophitia sin prender fuego a los inumerables libros, pergaminos y muebles de madera ¿Porque le salía todo mal? Seguro que era por la corrupción del maná de este infernal lugar.
Aunque no puede utilizar todo su poder, la hechicera sonríe por el feliz encuentro con Dunriq. Con los compañeros de la ciénaga nuevamente unidos, nadie podría detenerlos