Partida Rol por web

Heaven Falls no era un pueblo muy conocido excepto por su festival de Otoño, todo el pueblo se preparaba durante todo el año para realizar la mejor fiesta del estado. Durante el festival, organizaban eventos sobre las leyendas del lugar, se realizaba una gran batida de caza y pesca en el bosque como en el lago. También habían concursos de comida, arte y música entre otros. Lo que más le gustaba a la gente era la finalización del evento, el gran baile tradicional de otoño, donde soltaban en el lago unas linternas flotantes y que todo los años coincidía con una hermosa luna llena y un cielo lleno de estrellas.

Cada local aportaba su granito de arena, la cafetería y el hostal trabajaban en conjunto para ofrecer a los turistas y la gente del pueblo las mejores comidas posibles, se preparaban picnics o comida para llevar al lago o la montaña. La librería del pueblo y también la tienda de antigüedades se encargaban de organizar los eventos, cuentacuentos con las leyendas de la zona y colgar decoraciones tradicionales por todo el pueblo cada una con su propio significado. En la plaza central donde se realizaba la apertura del festival del otoño acogían a varios representantes del pueblo y presentarlos como los organizadores del evento así los turistas sabían a quien y donde consultar las actividades.

Como otros años el grupo de guardabosques y la policía local, se encargaban de marcar los senderos en el bosque y al lago, realizar patrullas por los senderos continuamente y aunque esto ya lo hacían todos los años, debido al incidente que ocurrió una semana antes de comenzar el evento, las patrullas aumentaron e incluso pidieron ayuda al estado para mantener la seguridad de todos.

Gran parte de las conversaciones que estaban en boca en todo el mundo, y obviando las conversaciones del festival, fue por la muerte de una joven turista que se encontró desangrada en un pequeño sendero que se conectaba entre el pueblo y el bosque. Al día siguiente la policía informó que el ataque se debía de un animal salvaje en el bosque y que la batida de caza que se organizaba al principio del festival garantizaba la seguridad de todo el mundo. Los cazadores más conocidos de la región y que participaban todos los años habían también organizado cuadrillas para peinar el bosque y espantar cualquier animal que se acercara al pueblo.

Ahora, tres días antes del comienzo del festival, la gente estaba tan ocupada para terminar los últimos preparativos, colocando las últimas decoraciones, luces y carteles, a parte de instalar y enseñar poco a poco a todos los turistas los eventos de los días siguientes que casi... se habían olvidado del incidente de la muchacha, gracias a ello el festival parecía comenzar sin ningún incidente más, o al menos de momento...

Era una hermosa noche de martes cerca de las 10 pm, donde normalmente se podía escuchar una o dos personas caminando por la calle y las tiendas ya cerrando, pero en cambio esa noche era diferente había mucha gente en las calle y aunque aún no había comenzado el festival ya se podía respirar las risas de la gente, las bromas de algún anciano charlando con sus vecinos y los comercios aún abiertos despachando a la gente que iba y venía...

Ya había pasado una semana desde que Connor recibió la orden de Shane, y cuando lo hizo no le extrañó que lo contactaran a él después de todo Heaven era su hogar y tenía la formación para neutralizar la posible amenaza Vampírica, en realidad agradecía que se le asignase la tarea.

En cuanto pudo ya se encontraba organizándose para el viaje, con la influencia de Shane y la buena reputación de Connor no resultó muy difícil llevar todo el papeleo necesario para el nuevo puesto de este ya no tan joven licántropo. Hace unos pocos días había llegado a Estados Unidos y menos aún había acabado su mudanza a la antigua casa, aunque realmente no tenía demasiado equipaje agradeció que su viejo amigo Robert lo recibiera esperando poder ayudar. Por otro lado, el viejo Thobías, aun con su edad, parecía mantenerse sano.

Recientemente había visitado la estación de policía para presentarse, ponerse al día con el caso de la chica asesinada y las actividades relacionadas con la preocupación que el caso generaba y no menos importante recibir el equipo necesario para un agente de la ley. También en algún momento tenía pensado ir a la propia escena para ver si pillaba algo por el mismo, aunque habiendo pasado una semana no sería de extrañar si los rastros hubieran desaparecido.

Ahora se encontraba en el centro del pueblo, dando una vuelta después de su visita a la estación, en general la recepción había sido buena así que Connor se encontraba de buen humor mientras observa la actividad pre-festival. En este momento estaba pensando si debería llamar a Robert, para ponerse al día y eso, aunque esto le planteaba una pregunta a la que él debería tener respuesta, ¿Mañana tendrán clases?, si la respuesta fuese positiva no debería entretenerlo demasiado.

Durante tu visita a la comisaría, conociste al Sargento Grant, un hombre ya entrado en edad y que ya disponía todo el pelo canoso. Nada más llegar pudiste ver que estaba hablando con algunos cazadores o al menos eso parecían ya que cargaban unos rifles de caza por tu experiencia y entrenamiento, sabías que aquellos hombres tenían experiencia por la forma de tratar las armas. En cuanto el Sargento Grant te pudo atender se dirigió a ti de forma cortante: ¿Puedo ayudarle...? - dijo mientras revisaba otro documentos y en cuanto enseñaste tu documentación y te presentaste, se giró y te observó desconfiado.- Por lo que veo ahora mandan a inspectores más jóvenes a hacer el trabajo sucio...- se quejaba el sargento.- ...se ha presentado antes de la fecha pero pase.- dijo irónicamente. Puso un cartel en el mostrador en la que ponía ''toque la campanilla si necesita ser atendido'' y te invitó a pasar dentro de la comisaría. Ya en su despacho te tiró un informe sobre la mesa, disponía de muy pocos datos de la joven muerta, su nombre, su edad, donde residía y lo que se encontró en el lugar del crimen, que era nada...- como puede ver, inspector, según nuestra evaluación de la escena y según el informe de los testigos que encontraron el cadáver. No tenemos ninguna pista, no había arma ni tampoco conocemos ninguna arma con alguna característica que pudiera hacer un daño así por lo que informamos a la prensa y el pueblo que se trataba del ataque de un animal salvaje. El cuerpo actualmente se trasladó con el forense estatal y nos avisaron que tendrías los resultados de la prueba y la hora exacta de la muerte para el viernes de ser posible. Pedimos a los compañeros de viaje de la joven que no abandonaran el pueblo hasta que usted los interrogara y diera su autorización por lo que si necesita hablar con ellos, se encuentran en el hostal del pueblo.- cogió un mapa del evento donde estaba toda la zona bien indicada y te lo entregó.- Ahora bien yo tengo que continuar coordinando algunos grupos de personas que están peinando el bosque, por lo que haga su trabajo que yo haré el mío.- dijo de forma cortante nuevamente, por último sacó un arma del cajón y una placa que te entregó y de la misma forma que se había dirigido a ti en todo momento te ignoró y salió de la oficina.

Mientras te dirigías al centro pensando si encontrarte con Robert, revisaste el mapa que te había dado en el sargento y en la parte de atrás venía un calendario gigante con los días y las horas de los eventos del festival. Pudiste que ver que todos los días habían clases excepto por un par días marcados aunque las clases terminaban pronto para que también la gente del instituto pudiera ayudar en el festival. Así que ya era decisión meramente tuya si encontrarte con Robert.

Annalisa llevaba muy poco tiempo en Heaven Falls, tan poco que ni siquiera había dado un paseo para salir de su casa y descubrir qué había más allá de esas cuatro paredes.

Teniendo en cuenta la condición y formas con las que había llegado, desde que firmó los papeles de alquiler de la vivienda había dedicado todo su tiempo a pensar, olvidar, pensar lo olvidado y olvidar lo pensado, pero siempre con la estimable compañía de una copa de dulce vino. ¿Qué coño has hecho? Todavía no entendía exactamente cómo transcurrió todo, como si fuera una película de mal guion donde la protagonista toma una serie de decisiones tan precipitadas que se gana el odio del televidente, y con razón. No sólo había despedazado su sueño, sino también una vida acomodada con un buen hombre que la quería y apoyaba… Aunque dudaba volver a encontrar algo parecido, tampoco era algo que le importara ahora mismo. Tenía otras cosas en la cabeza.

Mientras escuchaba el jolgorio del exterior, la escritora estaba sentada frente a su portátil apagado. No se había atrevido a encenderlo en todo este tiempo al igual que el teléfono, como si temiera ver una carpeta de correo llena de reproches que merecía o comentarios en su blog sobre el final abrupto de su libro, siendo el único tema de conversación en cada post.

Bebió un largo sorbo de vino, dejando apenas unas gotas descender por la superficie cristalina de la copa mientras se levantaba, alejándose también del portátil. Todavía en camisón, caminó hacia la ventana para apoyarse en el alfeizar, observando la calle.

Se enteró del asesinato gracias a las noticias locales, pero a pesar de eso parecía que los ánimos seguían latentes. Podía ver a unos padres sujetando a unos felices niños para que no corrieran de su lado, ansiosos por llegar a la fiesta; también a varios disfrazados, imaginándose que serían parte de algún espectáculo entretenido; o los policías patrullando tranquilamente por las calles, aunque no parecieran tener demasiado trabajo.

Las uñas de Annalisa repiquetearon sobre la copa, pensativa. Sus emociones ahora mismo eran una montaña rusa de miedo, desesperación, confusión y sorpresa, fomentadas además por el encarcelamiento que ella misma se había impuesto. Y aunque no le apeteciera en absoluto realmente necesitaba salir, respirar aire fresco y recuperar un poco de normalidad en su vida, era eso o volverse loca.

Antes de cambiar de opinión se dirigió al baño para una ducha rápida, aprovechando también para desperezar cuerpo y mente. Llevaba tanto tiempo sin poder descansar bien que el agotamiento era visible en ella, necesitando cubrir con una máscara toda su destrozada vida. Por desgracia había dejado casi todo su maquillaje y enseres atrás, no pudiendo llevarse todo en la maleta antes de marcharse, aunque tenía lo esencial para cubrirse: Una crema para ocultar las ojeras y algunas otras imperfecciones, un lápiz de ojos para darle un poco de profundidad a su perdida mirada, un colorete con el que teñir sus pálidas mejillas y un pintalabios sutil pero elegante.

Con la ropa le pasaba lo mismo. Apenas había traído un par de vestidos y zapatos, teniendo la necesidad en cuanto pudiera de salir de compras. Aun así, y tras mirar fijamente las pocas prendas que colgaban en su armario, se decantó por un vestido apretado en la cintura pero con la falda caída con un estampado de flores. Pensaba que para la ocasión vendría bien, además de que seguía manteniendo su elegancia y coquetería aunque no tuviera escote.

Con los zapatos no tuvo tanto dilema. Sólo había traído dos pares de tacones, uno negro y uno verde, decantándose por el primero al ser el color que combinaba con prácticamente todo.

Cuando estuvo lista se colocó ante el espejo como si de un ritual se tratase, girándose para verse desde distintos planos. Para ella realmente estaba distinta, y ya no sólo porque le faltara maquillaje o complementos, sino porque transmitía inseguridad.

Tienes que hacerlo.- Se dijo en voz baja, un pequeño empujón que necesitaba mientras alisaba la tela de la falda corta y cambiaba el peso del cuerpo entre sus piernas descubiertas. Allí, parada frente a un desconocido reflejo, se preguntaba si volvería a ser ella misma o la sombra de quién creía, un pensamiento que la aterraba.

Agarró un bolso cualquiera donde depositar únicamente sus llaves y el pintalabios por si tenía que perfilar antes de obligar a sus piernas a marcharse de allí, queriendo salir de esa casa. Sin embargo, de alguna forma sentía que su reflejo se había quedado todavía observándola mientras se alejaba por la puerta sin un rumbo fijo.

Sí, definitivamente se estaba volviendo loca.

El festival de otoño estaba cerca y en la clínica ya habíamos notado algo más de actividad, sobre todo, gente que se había caído al colocar decoraciones para el evento, dedos aplastados por martillos... Cosas de esas que pasan siempre que hay alguna cosa en la que todo el mundo participaba. 

Me gustaba volver a estar en casa, aunque no lo llevaba tan bien como cabría esperar. Estaba en casa de mis padres y bueno, después de haber estado todo aquel tiempo sola en la universidad, esto me hacía sentir bastante agobiada. Aún no había encontrado nada que me gustase como para alquilarlo y aunque mi madre ponía el grito en el cielo cada vez que comentaba que quería mudarme, era algo que simplemente necesitaba hacer. Necesitaba mi propio espacio y además, aunque mi sueldo estando en prácticas no era demasiado, las horas extras me las pagaban muy bien y en una clínica como aquella, siempre había que hacer horas extras, aunque fuera suturando heridas o calmando a embarazadas preocupadas. 

Acaba de salir de la clínica y no me apetecía nada ir a meterme en casa aún, así que decidí que lo mejor sería cenar por ahí. Aún no me había vuelto a acostumbrar a los horarios que había en aquel lugar y no recordaba hasta qué hora estaba abierta la cafetería, así que decidí asomar la cabeza por allí a ver si llegaba a pillar aunque fuera un sandwich o algo así, porque sabía perfectamente que luego iría a tomarme una cerveza o algo así al Revenant. 

Hacía poco me había trasladado a Heaven Falls, para saber si el asesino de mis padres estaba alli, pues se habían oido rumores de la muerte de una muchacha que murió desangrada.

Aunque ahora estaba sólo, una familia vampirica me acogió pues habian seguido mis movimientos nada más llegar y ellos me proporcionaron sangre, a cambio de que respetara el tratado que había en aquella ciudad.

Se podría decir por tanto que era forastero alli, aunque sólo salía de noche, sin embargo aquella noche había mucha gente por las calles, debido al parecer a un tipo de Festival según vi anunciado, los habitantes de aquella ciudad lo llamaban Festival de Otoño, parecía ser un evento muy destacado.

Aquella noche había luces de los establecimientos y como estas me eran molestas, llevaba una capa con capucha para que la luz no me diera directamente en la cara.

Caminaba con calma mientras mis ojos examinaban cada callejón, sin bajar la guardia, era nuevo en esa ciudad y cualquier cosa podía suceder.  

Cuando Annalisa abrió la puerta que daba a la calle, se encontró con un ambiente festivo que en otro día cualquiera estaría la calle totalmente solitaria y oscura ahora, estaba iluminada por una luz cálida, por las risas de la gente y por el olor dulce que desprendía el pueblo. Comparado a la grandes ciudades que había visitado Annalisa seguramente este lugar le resultaba mucho menos concurrido pero para la mayoría de la gente del pueblo, aquella fiestas animaban y hacían sonreír hasta al anciano más cascarrabias.

En la calle principal aún se mantenían abiertas la librería y la tienda de antigüedades que aún seguían despachando a gente y el resto de las tiendas aunque ya estaban cerradas habían decorado los escaparates con hojas en colores rojas, marrones y anaranjadas mostrando como todo el pueblo se dedicaba de lleno en el festival. En la esquina de la calle estaba la cafetería llamada ''Luna y medianoche'' donde la gente que pasaba por ahí se acercaba para tomar algo caliente o incluso para realizar una cena tardía.

Más adelante terminaba la calle ya que se unía al sendero que unía con el bosque y aunque para algunos turistas consideraran que ir a explorar el bosque de noche sería emocionante. Debido a la situación sería un poco loco por parte de Annalisa adentrarse al bosque a esas horas y sola ya que podía encontrar cualquier cosa...

Izzy debía estar muy cansada y hambrienta por lo que su primera opción de dirigirse a por algo de comer era bastante acertada. Normalmente a esa hora debía estar todo cerrado pero gracias a que se acercaba el festival, la cafetería así como la librería y la tienda de antigüedades seguía abierta despachando clientes. 

Izzy conocía bien a la gente del pueblo y no era de extrañar que alguien la saludara por el camino y le preguntara por su familia. Por suerte la mayoría de la gente que se encontraba por la calle eran familias dando un pequeño paseo o turistas. Casi como si lo recordara de siempre fue directa a la calle principal para saber si la cafetería de ''Luna y Medianoche'' estaba abierta. Izzy pudo divisar desde que dobló la esquina que al final de la calle se encontraba la cafetería llena, no solo por las luces del escaparate si no por que había gente tanto dentro como fuera aprovechando para tomar algo caliente o realizar una cena algo tardía.

La cafetería siempre la había tenido la misma familia, por lo que en cuanto te acercaste una vieja amiga o conocida, te saludó animadamente.- Hola Izzy, ¿ya has acabado en el hospital o vienes por un tentempié? - se trataba de April, una de las camareras de la cafetería y que la conocías ya que al igual que tu llevaba toda la vida en Heaven Falls. Era una chica joven, casi de tu misma edad pero que a diferencia de ti, ella perdió a sus padres en una viaje cuando era pequeña y desde entonces se la conoce en el pueblo por una chica luchadora, amable y generosa que ayuda a quien puede. Su tía administra el hostal junto con su abuela que tiene demencia por lo que la podías ver de vez en cuando en la clínica cuando tenían que revisar a su abuela. Mientras se hacía cargo de la cafetería que le dejó su madre, como su mayor recuerdo, se encargó de cuidarla y sacarla adelante.

April te llevó a guió adentro y pasó por la barra mientras alguien del fondo le pedía otra bebida.- Disculpa el lío, ya sabes que en estas fechas siempre estamos liados...- te envió una cálida sonrisa antes de preguntarte.- ¿Y bien... que te sirvo?

Como a casi todos en el pueblo, el festival de otoño le traía buenos recuerdos a Robert. Le encantaba ver como, año tras año, los residentes de Heaven Falls dejaban de lado cualquier diferencia o desacuerdo que pudieran haber tenido, con el único propósito de recibir el acostumbrado influjo de visitantes y turistas, dando lo mejor de sí para que éstos quisieran volver al año siguiente.

Poco había que hacer en el instituto, pues la costumbre era darle tanto a los profesores como a los estudiantes una menor carga horaria para que pudieran disfrutar del ambiente, pues el director sabía que muchos seguramente ayudarían con los preparativos del festival. Sin embargo, él seguía en su oficina, como era la costumbre, revisando presupuestos, reportes de evaluación y demás.

No obstante, en el ordenador de Rob seguía abierta una pestaña con la noticia de aquella chica que habían encontrado muerta debido al ataque de un "animal salvaje". El cambiaformas volvió a echarle otra ojeada, sabiendo que aquello era obra de otro tipo de bestia completamente diferente. Robert suspiró, sabiendo que tendría que conversar con Solomon y con las familias al respecto.

La llama de Connor lo hizo sonreír ligeramente, pues hacía mucho que no conversaba con el hombre, a pesar de haberlo ayudado a organizar todo lo referente a su llegada de Europa. No tardó mucho en acordar con él el sitio en el que se verían, así que apagó su ordenador, las luces de la oficina y se dispuso a salir del instituto.

A pesar de estar cerca de los cuarenta, a Robert le gustaba vestir casual, incluso juvenil. Llevaba puesta una camiseta monocolor, una chaqueta casual, pantalones de jean y deportivas. Cerró su oficina, luego la puerta principal y empezó a caminar, le gustaban las caminatas nocturnas.

Aunque estaba acostumbrada a un ambiente más “cargado”, reconocía que el lugar tenía cierto encanto.

Había leído en más de una ocasión algunos párrafos sobre grandes literatos que abandonaban los bullicios de la ciudad para relajar la mente en una casita apartada, normalmente por zonas montañosas, teniendo sobre todo la compañía de la naturaleza. Siempre pensó que era más bien una idea romantizada para sacar a pasear a la musa de la inspiración, pero ahora que vivía en sus propias carnes el cambio, entendía a lo que se refería.

No había sonido de exceso de tráfico, ni música demasiado alta. Podía andar con una relativa tranquilidad sin chocarse con nadie o disfrutar de un agradable paseo para sentir el aroma de la naturaleza en vez de la polución. Se preguntó a sí misma si podría llegar a acostumbrarse a ese entorno y la respuesta vino rápido: Sí.

Caminó por la calle principal sin un rumbo fijo, dejando que sus piernas y la suerte escogieran el destino mientras sus tacones dejaban una melodía en cada paso.

Era la primera vez que podía decir que estaba dando un paseo tranquilamente, donde no tenía la imperiosa prisa por regresar a su hogar para escribir un par de capítulos, o distraída por algún mensaje de su teléfono. De alguna forma sólo estaban ella y Heaven Falls, disfrutando el uno del otro.

Como si llevara años sin pisar el mundo exterior, miraba cada tienda, esquina o planta con evidente curiosidad, incluso se contagió de alguna sonrisa infantil cuando sus miradas se cruzaban. Sin embargo se daba cuenta que sus piernas se aceleraban un poco cuando veía una librería abierta, e incluso miraba a otro lado, como si temiera ver allí en el escaparate su libro recomendado. No pienses en eso.

Se detuvo cuando comprobó que había llegado al final del trayecto, observando con especial interés el sendero que conducía al bosque. Era allí donde supuestamente se había encontrado a la muchacha asesinada, un paraje hermoso teñido por la sombra de una horrible muerte, aunque Annalisa no podía evitar pensar que había cierto recoveco de belleza en ello. La chica había muerto en la naturaleza, al aire libre, por lo que su alma ahora descansaría como si una dríade del bosque se tratase, o incluso puede que su esencia se mantuviera en un libre pajarillo que pudiera volar hacia los confines del mundo.

Movida por el puro morbo tuvo la inercia de adentrarse un poco más, como si quisiera ver el punto exacto donde habían descubierto su cuerpo, pero teniendo en cuenta los avisos de seguridad y la oscuridad de la noche no se atrevía siquiera a pisar el sendero. Además, estaba completamente sola y alguien ahí fuera lo sabía.

Carraspeó la garganta, obligándose a descarar ese nuevo recuerdo de su cabeza y sobre todo la creencia de sentirse observada, estando segura de que era únicamente fruto de su paranoia. Por ello, y tras girar sobre sus propios pasos, recordó que había visto un poco más atrás una cafetería llamada “Luna y medianoche”, queriendo descansar y tomar algo más saludable que una copa de vino.

Al salir del instituto te despediste del conserje que se encarga de salvaguardar durante la noche el instituto y cuando llegaste al aparcamiento para seguir tu camino, no había ningún coche tampoco es que te molestara aquello ya que la noche se veía tranquila y despejada. Casi podías sentir a través de la ropa como el aire agitaba las ramas de los arboles y como algún animalillo se escondía tras las gruesas raíces de un árbol de la zona. Nada te perturbaba por lo que seguiste tu camino. 

El instituto se encontraba colindando entre el pueblo y el bosque, casi como si la mitad del instituto perteneciera al bosque. Por supuesto los alumnos tenían totalmente prohibido acceder al bosque sin la autorización y la supervisión de ningún profesor pero siempre había algún grupillo que intentaba adentrarse. Por suerte para llegar acceder al bosque tenían que escalar una gran verja que desde tu despacho tenías una vista en primera plana. 

Mientras seguías el camino hacia el pueblo justo antes de girar a la derecha para llegar a la calle principal donde se encontraban todos los comercios, hubo algo que te llamó la atención desde el otro lado. La figura de una mujer que se encontraba justo donde acababa la carretera y comenzaba el sendero al bosque, viste como daba un paso dudoso hacia el bosque. En esa zona era donde habían encontrado a la muchacha muerta por lo que pensaste por un momento si debías involucrarte o no con esa mujer... 

Robert se tomó un momento para mirar al cielo y tomar una profunda bocanada de aire fresco. Las noches tranquilas le traían buenos recuerdos, y quizás algunos no tan buenos, pero esos eran minoría. Buscó la luna con la mirada, sonriendo al finalmente encontrarla, hasta que algo llamó su atención por el rabillo del ojo. El hombre bajó el rostro con rapidez, finalmente encontrándose con la figura de aquella desconocida. Enarcó una ceja y miró la hora en su móvil, ¿quién querría meterse en el bosque a esa hora? Más teniendo el peligro en el que podría encontrarse.

El director se mordió el labio inferior, ligeramente inseguro. Por una parte, no le gustaba meterse en los asuntos de los demás, pero por otro lado... era su deber proteger a los humanos. Dejó salir un largo suspiro y resolvió ir tras la mujer con largas zancadas. De momento no trató de llamar su atención, pues sabía que podría salir corriendo y quizás perderle el rastro, pero sí que avanzó con rapidez, entrecerrando los ojos para poder detallar algo más de ella, si era posible.

Annalisa dio un paso en falso hacia el bosque y después de pensarlo detenidamente, se giró sobre si misma para volver al pueblo para su sorpresa no estaba tan sola como esperaba. Cuando se giró se encontró con un hombre que no parecía llegar a los 40 años, alto, vestido informalmente. Estaba a pocos pasos de ella, en cuanto ella se giró el hombre se detuvo en seco pensando que era lo que debía hacer ahora.

Robert según se acercó a la muchacha pudo fijarse que llevaba un vestido estampado y unos zapatos que no eran precisamente para adentrarse en plena montaña y mucho menos a esa hora. Lo que no esperaba el hombre es que la muchacha no quisiera entrar si no que se diera media vuelta encontrándose cara a cara con ella.

Robert se detuvo sobre sus pasos, sí, al ver que la mujer se giraba sobre sí misma. Su rostro tenía dibujado un gesto de clara sorpresa, pues no se esperaba aquel movimiento por parte de la desconocida. Parpadeó un par de veces, e incluso abrió la boca para decir algo, pero las palabras no le salían. Tras un par de segundos de silencio, el hombre acabó por soltar algo de aire por la nariz en un resoplido gracioso, mientras sus labios se curvaban ligeramente hacia arriba.

— Mi nombre es Robert, soy el director del instituto —se atrevió a hablar finalmente, luego de tragar en seco, señalando el edificio que estaba del otro lado de la calle—. Disculpa el incordio y la sorpresa, es sólo que... bueno, a veces los chicos tratan de escaparse al bosque y tengo que llamarles la atención. Los viejos hábitos son difíciles de suprimir —se las arregló para sonreír levemente, aunque su mirada viajó de la faz de la mujer a los árboles—. Yo que tú tendría cuidado, por esta zona fue que encontraron a la... eh, a la chica —se humedeció los labios, visiblemente nervioso, pues quizás que dijera algo así podría hacerlo parecer sospechoso. Instintivamente separó un poco las manos del cuerpo, para que la mujer no se alertara demasiado.

El hombre recorrió a la mujer brevemente con la mirada, percatándose de que definitivamente no estaba vestida acordemente para disfrutar de una placentera caminata por el bosque.

— Eh... ¿estás bien? —preguntó, mirando a su alrededor, buscando quizás a alguna otra persona.

Estaba tan distraída que al girarse y ver que había alguien detrás suya, como si de un fantasma recién aparecido se tratase, no pudo evitar soltar un leve grito ahogado por el susto. Su corazón latía con tanta fuerza que temía fuera a desbocar, necesitando inspirar un poco de aire para tranquilizarlo. Sin duda el momento y lugar no había sido propicio para un buen susto.

Lo siento.- Se disculpó con una nerviosa sonrisa, imaginándose que no había sido la intención del pobre hombre asustarla. En todo caso, y pasado unos segundos donde comprobaba que sólo había sido un temor infundado, escuchó su breve explicación aprovechando para tranquilizar también sus nervios.- No se preocupe, le agradezco el aviso.- Miró la zona del bosque cuando mencionó a la chica. A oscuras, realmente daba miedo seguir adelante.

Volvió la atención en él con su pregunta, esta vez dedicándole una sonrisa más relajada.

Sí.- Respondió de manera breve antes de acomodar el asa de su bolso en uno de sus hombros.- Llevo poco en Heaven Falls y estaba dando mi primer paseo por la ciudad.- Se enmudeció los labios antes de fijarse sutilmente en la calle principal que había recorrido minutos antes.- Seguí la calle hasta aquí, pero al ver que el camino terminaba me disponía a regresar.- Miró al hombre con cierta curiosidad tras recordar que se había presentado como el director del instituto. Ladeó el rostro un poco y movió los labios como queriendo decir algo, aunque no se atrevió a formular sus dudas hasta pasados unos segundos.- ¿Puede ser que me haya saltado un aviso de prohibido el paso? – Entendería que, con el despiste que tenía encima y el asesinato, hubiera algún tipo de cartel o patrulla cercana por los alrededores para evitar a los “aventureros”.- Lo lamento si es así.- Pensando que en esos momentos Robert estaría trabajando ante la gran aglomeración de niños en la calle, no pudo evitar disculparse.

Robert se sobresaltó al escuchar el pequeño grito de la mujer, echando un vistazo alrededor para asegurarse de que... bueno, realmente no sabía si prefería que alguien hubiese escuchado o no, porque él tenía las de perder, pero dejó salir un suspiro de alivio al ver que la desconocida estaba tranquilizándose. Claramente le dió el tiempo necesario a la chica para que calmara sus nervios.

— No es necesario —respondió él ante sus disculpas, alzando un poco las manos—, quizás debí haber dicho algo, pero... bueno, uno nunca sabe —se encogió de hombros—. En cualquier caso, bienvenida a Heaven Falls —mencionó, recordando que había dicho que no llevaba demasiado tiempo en el lugar—. Te prometo que no todos solemos asustar a los visitantes, en general somos bastante amables —se llevó una mano a la parte de atrás de la cabeza, frotándola un par de veces con cierto bochorno.

¿Prohibido el paso? Robert echó una mirada en derredor, frunciendo un poco el ceño, pues no recordaba nada similar, así que negó un par de veces.

— No, creo que no... aunque es una buena sugerencia —reconoció, alzando un poco las cejas—. ¿Vienes por el festival? —preguntó de repente, tratando de desviar el tema a uno quizás un poco más cómodo y alegre que el asesinato de una chica—. Si quieres puedo acompañarte de vuelta —señaló la calle principal con el pulgar. El pueblo no se le hacía particularmente grande, pero bueno... estaban en el linde con el bosque después de todo—. Ya estaba saliendo del instituto de todas formas.

Gracias Robert.- Agradeció de nuevo con una sonrisa por la bienvenida.- Por ahora eres con la primera persona que hablo de por aquí, pero me alegra saberlo.- Bromeó, intentando ella también romper esa frialdad y seriedad que se instauraba con el tema del bosque.

Si te soy sincera, descubrí la existencia del festival hace apenas veinte minutos.- Era difícil no saber que iba a sucederse un evento. Daba igual donde mirara, ya que tanto los transeúntes que paseaban o los locales se preparaban para el gran día, imaginándose Annalisa que sería una especie de evento especial del año.- Con tanto entusiasmo en las calles era difícil no salir de casa.- Se sinceró mientras volvía a mirar la calle principal cuando lo señaló.

Tenía pensado dar otra vuelta antes de que entrara la noche.- Queriendo también alejarse un poco de la entrada del bosque, caminó un par de pasos para colocarse al lado de Robert, aunque estaba todavía pendiente de la calle.- Cuando caminaba hacia aquí creo recordar que vi una cafetería cerca…- Dejó la frase en el aire sin terminar, paseando la mirada por los distintos locales que veía para localizar la cafetería de “Luna y medianoche”.- La verdad es que le agradecería si me guía un poco.- Todavía se encontraba bastante desorientada con las calles y, conociendo su despiste, aunque hubiera ido todo el trayecto en línea recta, teniendo en cuenta que no recordaba el nombre de su calle ni tenía el móvil encima, no descartaba acabar perdida en mitad de la nada.

Anna.- Extendió la mano en un saludo formal, acostumbrada un poco al ámbito de negocios.- No me había presentado.

Traje negro con unos tacones negros y muy altos de Louboutin, pelo con ondas al agua y labios color rojo Valentino. Así es como he decidido llegar a Heaven Falls, hermosa y perfecta.

Acabo de llegar del aeropuerto, el vuelo ha sido horrible. Ha sido un vuelo nocturno y en primera clase, esperaba que el avión estuviera poco concurrido pero no ha sido así ya que es el festival de Otoño y había demasiado turista. Ha sido una auténtica mierda, no ha faltado el típico humano intentando conseguir número, si supiera lo que soy... me encantaría ver esa cara terror.

La mansión no ha cambiado nada. Fue construida en 1883, tiene 4 pisos de altura, sin incluir el sótano y un jardín privado al lado. 

Dejo las maletas en la habitación para luego colocar la ropa, pensar en el desorden ahora mismo me agobia mucho por lo que decido primero ir a por una copa al pueblo. Necesito un whisky.

Por lo general que se acercase el festival de Otoño era más significativo de fiesta para Sky que de trabajo, si, puede que tuviese que cubrir algún suceso, siempre solía ocurrir durante las fiestas, pero no solía ser nada interesante, gente que llevada por los excesos mostraban su lado más salvaje, lo mismo siempre. La verdad es que prefería aprovecharlo para disfrutar que otra cosa, pero como siempre se iría dejando llevar con lo que surgiera.
De momento no tenía ninguna intención de darle ninguna vuelta al asunto, aquel día había tenido que echar horas extra para acabar un reportaje, y había salido a aquellas horas de currar, lo cual indudablemente significaba que iba a aprovechar la noche para relajarse un poco. Si había algo que odiaba era meterse en la cama después de pasarse el día trabajando, pues sentía que perdía sus horas de libertad. Además gracias a acabar aquello al día siguiente podría aparecer cuando quisiera por el periódico, pues no tenía nada pendiente.

Sin saber muy bien a donde dirigirse, sus pasos le acabaron encaminando a The Revenant, al final parecía un buen destino, demás aunque un sábado no había mucho movimiento en ningún lado, aunque el bar estuviese vacío al menos se podría entretener con Riley. Tenía que buscarse más amigos, esto de ir a los bares solo con la esperanza de encontrarse con alguien o de que la dueña lo entretuviese era sin duda bastante lamentable, pero suponía que así era su vida. Total, si al final no conseguía ni lo uno siempre podía irse a casa a ver alguna serie o a echar algunas partidas a la consola.

— Nada que agradecer —respondió él, restándole importancia al asunto, aunque alzó las cejas un poco cuando la chica dijo que era el primero con el que hablaba—. ¿Lograste atravesar toda la calle principal sin que nadie se te acercara? Debemos estar perdiendo facultades —dejó salir una pequeña carcajada—. Creo que voy a tener que hablar con los organizadores al respecto —bromeó tranquilamente.

Lo que definitivamente lo tomó por sorpresa fue que la mujer desconociera de la existencia del festival, pues prácticamente era el evento más famoso del pueblo, incluso llegando a tener fama estatal. Sin embargo, encontró cierto "refugio" en el hecho de que reconociera que el ambiente era bastante animado. Sonrió con suavidad.

— Sí, todavía faltan 3 días para que empiece el festival como tal, pero... la gente se lo toma bastante en serio, es una de las tradiciones más antiguas del pueblo —reconoció, con cierto afecto por la festividad—. Me parece curioso que no lo conozcas, aunque asumo que a cualquiera que no sea del estado le sucedería lo mismo —se rascó el mentón, pensativo.

Robert le dedicó una amistosa sonrisa a la mujer cuando se acercó a él, extendiendo también su mano para estrechar la de la mujer con amable firmeza.

— Es un placer conocerte, Anna —respondió él, en tono afable—, y una vez más bienvenida a Heaven Falls. ¿Cafetería? —se llevó una mano al mentón, pensativo, tan pronto soltó la de la mujer—. Ah, sí, creo que hay una cerca —comentó al cabo de un par de segundos, chasqueando los dedos de la mano—. Bueno, en vista del susto que te he pegado, creo que es lo menos que podría hacer —soltó algo de aire por la nariz, con gracia—. No está tan lejos, la verdad.

El hombre metió las manos en los bolsillos de su jean y empezó a caminar con tranquilidad, dedicándole una mirada al cielo antes de volver a mirar la calle.

— Entonces, si no es el festival, ¿qué te trajo a Heaven Falls? Si no es incordio, claro —preguntó con cierto interés, aunque dejando en claro que, si la mujer no quería hablar de aquello, tampoco la presionaría.