Partida Rol por web

Desde algunas calles antes ya se podía escuchar algún chillido o alguna emocionante risa por las atracciones que habían puesto. La mayoría de las personas que estaban presentes eran chicos de instituto o que apenas llegaban a los 20 pero también se podía ver como alguna pareja o familia se encontraban presentes. La Feria tenía distintos puestos así como saltamontes, coches de choque y a parte de la famosa Noria, e incluso algunos para los más pequeños del pueblo. El resto eran puestos de pistolas de agua, rifles, dardos etc lo que se suele ver en cualquier Feria. 

Un detalle que parecía curioso para ser una simple feria era que había muchísima seguridad rondando haciendo trayectos alrededor, no había ninguno dentro de la explanada donde se encontraba la feria pero si en los alrededores. Pudiste oír algún comentario de que lo hacían ya que se encontraba cerca del bosque y no ocurriera ningún incidente muy distinto al de la chica muerta.

De lejos pensaba que esa zona estaría únicamente protagonizada por la noria, tal vez un par de atracciones pequeñas para el disfrute de los niños, pero no fue hasta que se iba acercando que descubrió que era muchísimo más grande de lo que esperaba. Vaya. Aquella feria no tenía nada que envidiar de las grandes fiestas de la ciudad, recordándole incluso a alguna visita que hubiera hecho hace años con amigas para divertirse un poco en las atracciones y con los puestos de comida, aprovechando algunos dulces típico en esas fechas. En realidad se le hacía la boca agua pensar en los gofres de feria y el chocolate rebosante, una opción sin duda apetitosa cuando su estómago volviera a abrirse.

Echó un rápido vistazo por los alrededores aunque su atención fue de nuevo hacia el bosque. Ya fuera por ese morbo o la peligrosidad que transmitía, reconocía que se sentía atraída como una polilla en la luz. ¿Habrá realmente eventos dentro? Estaba interesada en inspeccionar un poco el interior si estaba permitido, algo que empezaba a sospechar al ver tantísima seguridad acordonando la zona. Tendría que buscar otro método de saber qué se escondía allí.

Por inercia su rostro se alzó para ver a la noria, fijándose en la parte más alta. Tal vez podré ver algo desde ahí arriba…- Llena de curiosidad, se acercó a la cola de la noria con intención de subir a una de las cabinas, queriendo disfrutar un poco de la feria y ver más allá de los árboles.

Aunque la zona de la feria y los alrededores estaba bastante alumbrado en cambio el bosque era pura oscuridad, encima esa noche no había luna llena por lo que parecía aún más oscura pero a la vez tenía cierto encanto. Según la persona podría darle terror adentrarse a un bosque oscuro en medio de la noche pero algunas personas creerían que tendría un toque mágico siempre y cuando se quite la idea de que un animal salvaje que ataque a los turistas sueltos.

En el momento en que Annalisa, miró hacia la Noria por el rabillo del ojo pudo sentir la sonrisa y la mirada de alguien observándola. Precisamente por la zona que había mirado hacia el bosque, ¿había sido su imaginación? podía ser ya que cuando miró a aquella zona, no había nadie... 

Los segundos en que Annalisa tardó en volver a la vista, se chocó con una chica que también soltó un quejido al chocar contigo. Ninguna de las dos se cayeron al suelo ya que el golpe no había sido muy fuerte pero si inesperado. Lo primero que reconoció fue su voz en que sabía que se trataba de una mujer pero hasta que no entornó la mirada no se fijó que era alguien a quien ya había visto anteriormente y que antes de que pudiera darse cuenta la chica ya se estaba disculpando.- Discúlpame, no sabía donde estaba mirando... ¿estás bien? - preguntó preocupada April, la chica era quien gestionaba el Bar ''Luna y medianoche'' y que la viste en alguna ocasión que otra en el bar.

Fue una sensación de sentirse observada, una mala intuición y luego un escalofrío que recorrió su columna.

Posiblemente el cansancio de las noches sin dormir y su estado actual de paranoia le estaban jugando una mala pasada, tanto que creía ver cosas que no debían estar así. Hay mucha gente, no pasa nada. Aun así era difícil desviar esas sensaciones, mirando de soslayo hacia el bosque para buscar lo que fuera que había visto, intentando convencerse de que no había sido más que una sombra desinteresada.

Y aunque apenas fue unos segundos los que su atención estuvo en el bosque en vez del camino, al volver a centrarse en los pasos chocó contra una mujer, haciéndola retroceder un paso mientras susurraba también unas disculpas por inercia.

Lo siento, también estaba distraída.- Le dedicó una sonrisa a modo de disculpas breves. Por suerte parecía que sólo había sido eso, un choque ocasional.- Sí, sí, no ha sido nada no te preocupes. ¿Y tú? – Al mirarla más de cerca su cara le sonaba, recordándola en la cafetería. Ahora mismo, teniendo en cuenta que apenas se había fijado en la gente con la que se había cruzado, era fácil identificar a los que sí.

La chica se sentía apenada por haber discutido contigo y estuvo revisando tu ropa para asegurarse que no había manchado tu ropa.- Si, estoy bien. De verdad que lo siento...- la chica por primera vez levantó la mirada y al ver tu cara su sorpresa aumentó.- Te he visto alguna vez por el pueblo, ¿te has mudado hace poco...? - pregunta dudosa.- Disculpa no es mi intención entrometerme pero me sonaba tu rostro y no se de donde...- la chica se quedó mirándote por si te reconocía y recordaba tu nombre.- Mi nombre es April, trabajo en la cafetería ''Luna y Medianoche'', es posible... que nos hayamos visto por ahí...

Le pareció tierna la actitud de la muchacha, sobre todo teniendo en cuenta que en las calles por las que se había movido en la ciudad la gente solía ir más a su rollo, enfadándose por un simple choque accidentado.

Negó con la cabeza tranquilamente cuando volvió a disculparse, queriendo quitarle hierro al asunto con una ligera sonrisa.

Ha sido un accidente, no pasa nada.- Parecía que la muchacha había tenido la misma sensación de haberse visto antes, optando en esta ocasión por asentir como respuesta breve antes de explicar.- Sí, llevo apenas una semana en Heaven y, hace unos días, estuve en la cafetería. Muy rico el sándwich.- No sabía quién era la cocinera pero aun así sentía la necesidad de felicitarlos por el aperitivo, teniendo ahora ganas de comerse uno.- Annalisa.- De la misma forma que había hecho con las otras personas que había conocido, extendió su mano para presentarse de manera formal.

Perdona que te pregunte.- Miró en dirección al escenario donde se habían congregado anteriormente la gente, aunque por el paso echó un rápido vistazo también al bosque, buscando durante unos segundos esa “sombra”.- ¿Hay alguna gymkana*? Me comentaron que en el festival había diversos eventos y, con el video, no sabía si era la presentación para un juego.- Aprovechó para preguntarle su duda, más que nada porque era más joven que la dependienta del puesto y pensaba que, tal vez, tendría más idea.- No estoy muy metida en estas moderneces, la verdad.

April sonrió.- Me alegro que te haya gustado, eres bienvenida cuando quieras...- la chica se ofreció amablemente y apretó gentilmente la mano de Annalisa mientras te escuchaba atentamente.- Pues no... no suele haber gymkanas de ese estilo en el festival y en caso de que fuera así, suelen avisar con antelación para que la gente que quiera participar esté pendiente de los eventos...- la chica se quedó pensativa mientras recordaba esos momentos anteriores en los que el video apareció en la pantalla por si podía recordar algo. 

- Jajaja, no te preocupes en verdad a mi tampoco se me da bien, he vivido toda mi vida en este pueblo y no he tenido oportunidad para recorrer mundo aunque no me apena, me encanta Heaven Falls...- dijo la chica sinceramente mientras miraba alrededor con un gesto encantador incluso hasta cálido.- ...creo que no podría irme de aquí si aún lo quisiera. ¿y tu?¿Has venido por el festival?

Su mirada continuó alrededor hasta que vio la noria y te preguntó.- ¿Vas a subir?¿Te importa si te acompaño? Mi acompañante se ha tenido que ir por un motivo personal y estaba a punto de volver a descansar pero la verdad preferiría quedarme un rato mas, no estoy tan cansada para encerrarme en casa tan temprano.

Alzó una ceja confusa cuando comentó que no se trataba de una gymkana, no sabiendo entonces el motivo de aquél extraño video. Supongo que habrá sido una broma de alguien. Igualmente no le dio más importancia, imaginándose que tarde o temprano no tardaría en descubrir qué era ya fuera por rumores o los medios locales.

Supe de la existencia del festival hace unos días. Pura coincidencia.- Sonrió mientras respondía.- Me mudé unas calles más abajo y es mi segunda salida oficial por la ciudad, todavía estoy conociéndola un poco.- Miró en dirección a la calle principal, el camino que había recorrido para llegar. Por suerte había logrado encontrar una vivienda céntrica en vez de en la periferia.

Después miró hacia la noria, sorprendiéndose de la invitación. Ella también tenía pensado subir y suponía que la muchacha no quería subir sola cuando, de normal, la feria parecía ser la atracción turística para que las parejas se metieran mano en la parte más alta, movidas por el morbo de la soledad superior o la caída.

Sí, la verdad es que quería subir para ver la ciudad desde más alto. Creo que tendrá unas buenas vistas.- Meditó unos segundos sobre la invitación antes de asentir, ampliando su sonrisa. Tal vez le vendría bien relajarse con alguien.- Claro.- Indicó con un golpe de cabeza que caminaran hacia la taquilla de la noria, aceptando al final.

- Vaya, pues cuando quieras te hago un tour por el pueblo.- la chica sonrió y juntó sus manos en la espalda.- ...puede que no se compare en nada a las grandes ciudades pero tiene rincones muy bonitos.- la joven miraba alrededor suyo sonriendo e incluso saludando a lo lejos a algún conocido mientras se acercaba a la noria. 

La chica sonrió cuando aceptaste su invitación.- Te lo puedo asegurar... no pienso adelantarte nada pero verás de manera muy diferente todo al menos a mi me pasa.- la chica se dirigió hacia la entrada.

En la noria había una pequeña cola ya que solo permitían subir a 2 personas por baúl al ser una noria pequeña o al menos comparada a las de otras atracciones en otras ciudades que era mucho más grandes o donde podían entrar hasta 10 personas en un solo baúl. La chica miró hacia arriba y aunque la noria no era muy alta preguntó: ¿Tienes miedo a las alturas?

No me vendría mal un tour, la verdad, pero todavía no encuentro tiempo para salir demasiado de casa. La mudanza me ocupa todo el tiempo.- Dedicó una cansada sonrisa, aunque había bastante realidad en ellas. En la ciudad le gustaba salir de su casa para pasear por las calles e ir a su cafetería favorita, visitar algunas tiendas simplemente por la curiosidad de ver si encontraba algo que le gustase aunque siempre estuviera abarrotado de gente. Era una extraña sensación.- Cada lugar es distinto, son sensaciones muy dispares.- Desconocía si la muchacha habría vivido en una ciudad céntrica y de buena afluencia, pero hasta que no vivías la experiencia no podías entender a qué se refería.

De todas formas no quería enrollarse con la ciudad, sintiendo una leve añoranza por esa época que no debía regresar. Había viajado a un pequeño pueblo buscando un remanso de paz y todavía no lo había encontrado, pero no por el propio pueblo sino por el peaje que llevaba la escritora sobre sus hombros.

Miedo no. Respeto más bien.- No era de las que se paralizaban en el sitio, llorando con fuertes lágrimas al no poder mirar, pero sí que sentía un respeto a las alturas. El morbo de estar a una altura que pudiera matarte con un mal paso, la adrenalina de tu cuerpo ante esa perspectiva y la experiencia superaba al miedo.- Cuando era pequeña, en la ciudad donde nací, cada año por Navidad ponían una feria como esta para los más pequeños. Había una noria parecía pero más pequeña.- Se sumergió un poco en sus recuerdos de Sicilia, extrañando la ciudad donde nació.- Me encantaba subirme. Mis padres tenían que llevarme casi en brazos para sacarme de allí.- Alzó la mirada para intentar discernir la parte más alta.- Lo hacía porque, desde lo más alto, podía ver gran parte de la ciudad. Además, por la noche y con las luces, parece hasta mágico.- Se dirigió a la taquilla, sacando un billete al desconocer el precio que tendría la vuelta.- ¿Suele estar mucho tiempo puesta o sólo es durante el festival?

- Vaya, me puedo imaginar que tal lioso es, cuando ayudé a mi tía a coger la casa de mi abuela y reformarla, tardamos semanas en terminar la decoración, hacer la ampliación pero la gente del pueblo nos apoyamos unos a otros por lo que no dudes en pedir ayudar si la necesitas...- dijo con una sonrisa mientras seguía a tu lado avanzando hacia la noria.- Si no fuera por esa ayuda, te puedo asegurar que jamás hubiéramos podido abrir el hostal y que fuera uno de los lugares más bonitos del pueblo. 

April sonrió y casi soltando una pequeña carcajada.- Tranquila, no pasará nada. A mi me encantan las alturas, cuando puedo me escapo al bosque, hay un hermoso acantilado que puedes escalar y desde arriba la vista es impresionante...- dijo casi con orgullo. Se podía notar en su voz que aquella chica había nacido para estar en ese pueblo o al menos eso parecía por lo orgullosa que hablaba de cada rincón de aquel sitio. 

Por suerte no tardaron mucho en subir, y un chico dio varias indicaciones de seguridad lo normal como no salir fuera del baúl hasta que este hubiera bajado o no sacar piernas y brazos por seguridad. El baúl era un poco estrecho y April dejó que accedieras primero para que te sentaras donde quisieras y ella se sentara en el asiento delante tuyo. La noria comenzó a elevarse poco a poco muy lentamente. El baúl solo tenía unas rejillas para que nadie se cayera por accidente pero al no estar tapado por ningún vidrio el viento frío se colaba dentro del baúl sin ningún problema.- ¡Mira...!- dijo April cuando vuestro baúl se había elevado un poco y señaló hacia el centro del pueblo. Desde Allí se podía ver las luces de la plaza desde arriba bañando con una luz cálida la plaza y extendiéndose mostrando las calles a su alrededor.

Sin duda el lugar parecía tener cierto encanto a través de las palabras de las dos personas con las que más había hablado, eso o la coincidencia había dejado que se llevara esa impresión. Por desgracia la única experiencia personal que había tenido ella hasta ahora, teniendo en cuenta en poco tiempo que llevaba ahí, eran de una especie de acosador demasiado obsesionado con su libro y la sensación de sentirse observada a cada momento, esperando que con el paso del tiempo disminuyeran. Es el divorcio, me mantiene demasiado ausente.

Se justificó mentalmente mientras subía a una de las cabinas, agradeciendo con una sonrisa al encargado tras dar todas las indicaciones de seguridad. Después, como si de un hipnotismo se tratase, Annalisa guardó un completo mutismo mientras miraba al paisaje que descendía a sus pies: Le ocurría lo mismo cuando viajaba en cualquier tipo de transportes, el quedarse embobada mirando a través de la “ventana” al escenario que pasaba por su lado, un remanso momentáneo de paz donde olvidarse de quién era.

Aun así escuchó la voz de April entre su propia distracción, girando el rostro en dirección contraria para observar el lugar que señalaba.

Sí, hay mejores vistas desde aquí.- Le dedicó una dulce sonrisa antes de volver a prestar atención hacia el bosque, queriendo contemplar toda la inmensidad del mismo.

La vista parecía ser impresionante y no tenía que envidiar a las grandes ciudades, a veces un paisaje más sencillo y colorido era incluso tan bonito como uno lleno de las luces nocturnas de los rascacielos. La única diferencia que aquella noria era mucho más pequeña y el viento hacía que tambaleara el baúl donde se encontraban. Sin poder darse cuenta de ello, el baúl se tambaleó de un lado a otro a causa del fuerte viento y April perdió un poco el equilibrio hacia delante por lo que sin darse cuenta agarró la mano de Annalisa.

Por suerte, no tardó demasiado en calmarse y que la noria siguiera su curso. April seguía con la cabeza gacha sujetando la mano de Annalisa, parecía un poco pálida y una gota descendía por su sien aunque precisamente no hacía calor si no todo lo contrario. Le costaba mantener la compostura, ¿le habría dado pánico por el repentino viento? Antes no parecía que fuera una chica miedosa pero en ese momento parecía que había visto el mayor de sus miedos.

La inercia ante el movimiento de la cabina fue sujetarse donde pudiera con una evidente sensación de peligro, creyendo que caerían al vacío. Incluso su respiración se cortó en seco, como si aquello ayudara a que dejara de moverse, tardando en notar la mano de April sobre la suya.

Cuando se calmó el movimiento soltó el aire de sus pulmones y destensó sus hombros, aunque seguía notando la mano en el mismo sitio. Miró a su compañera de cabina, fijándose sobre todo en la palidez de su rostro.

Sólo ha sido un poco de viento. Esto aguanta.- Le dedicó una ligera sonrisa tranquilizadora antes de apretar su mano. Le había sorprendido ese cambio repentino en la chica, imaginándose que estaba aterrada ante la perspectiva de la caída.- ¿Quieres que pidamos bajar? Ya tendremos tiempo de montarnos en otro momento.

Ese tipo de personalidad la tenía muy loquita, más aún cuando era todo dulzura y deseo dentro de una mezcla que sin dudas la dejaba muy embobada. Por ello es que aprovechó a placer cada acercamiento y ese beso que fue a más, y a más la derritió por completo, tanto que un suspiro de puro embelesamiento se le escapó de los labios. 

—¿Cómo puedes ser un hombre tan delicioso?—preguntó y tras coger su rostro, le plantó otro beso—. Ya, paro... Que nos volvemos a enredar y me puedes mucho, aún así quiero sentir esto muchísimas veces más. 

Con ese calorcito en el pecho debido a la intensidad del momento, abandonaron rápidamente el piso de Paris con la promesa de regresar para despertar juntos al otro día. Ya caminando por las calles de Heaven—aprovechando que era de noche aún—avanzaron a su propio ritmo entre arrumacos y algún que otro susurro hacia la feria del pueblo. Era un buen momento para pasarlo bien y la morena tenía todas las intenciones de hacerlo. 

—Hm, es muy difícil mirarte y no querer comerte a besos—dijo al robarle un beso—. Me tienes tonta. 

Y sin más, buscó con la mirada para ver quienes estaban y que tenía para ofrecer aquel lugar. 

April cogió un par de bocanadas de aire antes de poder levantar la mirada y aunque se encontraba un poco pálida, sonreía como si nada hubiera pasado.- Disculpa, estoy bien...- su sonrisa casi temblaba, mientras llevó su mirada hacia el exterior casi como la calmara. La noria no tardó en bajar y April bajó contigo sin problema pero parecía que algo rondaba la cabeza de la muchacha y aunque intentó sonreír varias veces intentando quitarle peso de encima, se paró en seco en mitad de la feria con la mirada perdida. 

- Annalisa... esto... sé que puede sonar un poco locura lo que voy a decir pero...- la chica volvió a coger aire antes de preguntar tímidamente.- ...por algún casual conoces a alguien llamada... ¿Bianca...? - la voz de la chica se rompió al pronunciar el nombre y se mordió el labio casi como si la hubiera insultado pero pudiste escuchar perfectamente ese nombre que bien conocías.

Desde algunas calles antes ya se podía escuchar algún chillido o alguna emocionante risa por las atracciones que habían puesto. La mayoría de las personas que estaban presentes eran chicos de instituto o que apenas llegaban a los 20 pero también se podía ver como alguna pareja o familia se encontraban presentes. La Feria tenía distintos puestos así como saltamontes, coches de choque y a parte de la famosa Noria, e incluso algunos para los más pequeños del pueblo. El resto eran puestos de pistolas de agua, rifles, dardos etc lo que se suele ver en cualquier Feria. 

Aunque la zona de la feria y los alrededores estaba bastante alumbrado, en cambio el bosque era pura oscuridad, encima esa noche no había luna llena por lo que parecía aún más oscura pero a la vez tenía cierto encanto. Según la persona que viera ese paisaje podría darle una sensación de terror adentrarse a un bosque oscuro en medio de la noche pero otras incluso creerían que tendría un toque mágico siempre y cuando se quite la idea de que un animal salvaje que ataque a los turistas sueltos.

Un detalle que parecía curioso para ser una simple feria era que había muchísima seguridad rondando haciendo trayectos alrededor, no había ninguno dentro de la explanada donde se encontraba la feria pero si en los alrededores. Pudiste oír algún comentario de que lo hacían ya que se encontraba cerca del bosque y no ocurriera ningún incidente muy distinto al de la chica muerta.

No parecía haber ningún conocido en los alrededores excepto por dos mujeres que se encontraban paradas conversando, con cierta expresión de confusión en sus rostros sobre todo por la chica más joven y morena (April) que se encontraba extremadamente pálida y casi parecía que había visto un fantasma entre tanta gente.

Aunque April pareciera recomponerse, Annalisa se mantuvo el resto del “viaje” en noria preocupada, mirando a la joven. También era cierto que aprovechaba esa preocupación para despejar su propia mente con “otros problemas”, tanto que durante esos minutos de vueltas se olvidó del divorcio, el bosque o lo que fuera.

Al bajar agradeció con media sonrisa al encargado por la vuelta, aunque siguiera pendiente de la muchacha. No es que tuvieran ahora mucho más que hacer y el cansancio de las largas noches sin dormir bien pesaban sobre ella, creyendo que era hora de marchar a casa. Sin embargo, cuando iban caminando le sorprendió que April la detuviera un momento, queriendo decirle algo… que nunca esperaría.

¿Qué? – De todos los nombres posibles había dado con el único que significaba algo realmente para ella, eliminando toda clase de curiosidad. Bianca, un nombre maldito, una identidad que no reconocía y la asustaba, ahora en labios de una joven que, aparentemente, no tenía ganas de ver.

El rostro de la escritora se endureció, tensa, mientras miraba a un lado a otro, como si ese nombre en voz alta pudiera invocar a un espíritu.

No conozco a ninguna “Bianca”.- Había escapado de su casa, de su vida, huyendo de ese nombre que ahora la perseguía. Se sentía impotente, confusa, queriendo olvidarse de una vez de su personaje.

Se podría decir que Ethan estaba viviendo más aquella noche de lo que llevaba viviendo en Heaven. Porque sí, la vida del chico había sido de lo más aburrida y monótona desde que llegó a aquel pueblo. Y todo gracias a Paris. Aquella chica que se cruzó una noche, y que, por azar del destino, había vuelto a reencontrase. Su mirada, su olor o simplemente su presencia llenaba de alegría todo su ser.

Achuchó dulcemente a su acompañante mientras señalaba la noria con el dedo índice de la otra mano. — Vamos a pasarlo bien, ¿no? — lanzó un dulce beso a los carnosos labios de Paris, notando la efusividad en sus palabras. — Ahora, y noche tras noche — dejó aquella frase como una promesa.

Instintivamente le agarró la mano para caminar entre la gente. — ¿Qué te apetece hacer? ¿Te gustaría retarme a lanzar aros y ver quién se lleva el peluche? — sonrió a la chica mientras caminaban, intentando contener su alegría.

Sin darse cuenta observó a dos chicas, una de ellas pálida como la luna. — ¿Habrá pasado algo? Aunque con toda la vigilancia que hay en el lugar… — miró a Paris, esperando si se acercaban o no.

—Claro que sí, aunque contigo sin importar donde estemos, lo pasaré bien—respondió y al recibir el beso, se unió con suma intensidad, deseo, amor y al terminar agregó—. Noche tras noche. Siempre juntos. 

Esto era un comienzo, pero uno comienzo de algo muy bonito que gracias a Ethan había surgido tras ese encuentro anterior donde apenas pudieron decirse algo. Paris estaba fascinada con el grandulón y por esa razón es que se mantuvo pegadita a él en todo momento, entre gestos dulces, recibiendo algún que otro beso o dándolos desde esos sentimientos que ahora dejó pulular libres por el mero hecho de ser feliz. No podía pedir más. 

De todos modos en medio de aquella feria que de momento se mantuvo bastante en su fulgor, escuchó las propuestas de su chico y aceptó el desafío. 

—Vamos, que seguro te gano y seré la que te regale el peluche—bromeó divertida. 

Y al ver que estaban dos chicas conversando y una más pálida que la otra, alzó una ceja mientras la pregunta surgió en los labios de Ethan. Con toda la seguridad que había en el lugar, quizás fue un simple episodio y no iba a más, no conocía a ninguna de ellas y al parecer el ambiente estaba tranquilo. 

—Si quieres nos acercamos, aunque quizás sea rollo de ellas y nos estaremos metiendo en donde no nos llaman. 

No quería ser una metida, así que mientras se mantuvo cerca del grandulón, apretó su mano con suavidad y se le quedó mirando a los ojos. Quería saber que opinaba.