Partida Rol por web

Al ver que poco a poco tu respiración se va calmando Ji-Hoon parece un poco más tranquilo. Es evidente que la satisfacción de verte mejor no llega a superar la preocupación que aún siente y antes de entrar sus ojos vuelven a dirigirse hacia el exterior. Sin embargo no debe ver nada que llame su atención, porque no comenta al respecto.

Tras recibir tu aceptación y ver cómo apuras el paso él hace lo mismo y no es hasta que ya estás rellenando el formulario que se separa de ti para dirigirse al mostrador. Puedes sentir el movimiento de la chica que os atendió un rato antes y del hombre que la acompañaba, el del bigote, y oír cómo le dedican a tu hermano unas palabras que no entiendes. Al final él vuelve un instante más tarde, quedándose de pie a tu lado, probablemente evitando mirar lo que escribes para no resultar invasivo.

—Ya está —te informa—. Dicen que unos agentes van a echar un vistazo discretamente —asegura antes de guardar un instante de silencio—. Sobre todo, Hyun... —enuncia con un tono de voz que trata de no distraerte—. Me alegro de que me lo hayas contado.

Es justo después de que tu hermano hable cuando sientes una presencia cercana más. Es difícil decir si quien la delata es un cambio en la luz, el ruido de sus pasos o más bien las protestas entre dientes de ese chico de traje que tan mal lleva vuestras idas y venidas. Aún te faltan un par de datos por rellenar en ese momento, pero la voz que te llega, imperativa y grave, parece decir que ya llegará el momento.

—Señor Park —dice esperando algún tipo de reacción, pero no tarda en dejar claro lo que quiere—. Acompáñeme.

Asiento ante el comentario de mi hermano. Todavía me pregunto si fue correcto contarle o no. Es imposible no dejar que la sensación en la boca del estómago, esa sensación fría que suele hacer que me remueva en mi sitio, que quisiera solicitar su perdón tras causar una y otra y otra vez años de agobio, trayendo sobre él responsabilidades y pesos que no debería llevar. Después de todo, yo soy el hermano mayor, yo debería estar cuidando a Jhon y no al contrario. A veces, las pequeñas cosas que vienen con las tradiciones son las más difíciles de sacudirse.

-Gracias- musito. No estoy seguro de como darle la dimensión que se merece, de cómo agradecerle apropiadamente todo aquello. Pero la emotividad nunca ha sido uno de mis fuertes. Al menos no si no hay un instrumento de por medio y la tranquilidad para poder tocar a libertad, dejándose llevar por la música hasta los lugares más remotos capaces de coexistir en mi mente. Extraño mi piano, extraño estar tocando, echo en falta estar en casa, escuchar algo de música, practicar algunas notas, tener el control de mis alrededor y por sobre todo, extraño no estar asustado.

Entonces aparece aquel hombre. El que estaba junto a la oficial de la recepción. Su tono imperativo y su seriedad me intimidan de inmediato. Me siento nervioso, como si yo hubiese cometido un crimen en lugar de estar allí denunciándolo. Tardo unos instantes en procesar lo que me ha dicho, y algunos segundos en responder adecuadamente. -Eh... sí, claro- digo durante unos instantes, tratando de no delatar mi miedo. -Enseguida iremos.-Aclaro. Necesito que Ji-Hoon me acompañe, después de todo- Deme unos segundos para terminar de llenar el formulario- es todo lo que se me ocurre. Torpe respuesta quizás, pero prefería terminar aquella formalidad, entregarlo, comentar lo que estaba sucediendo al inspector y partir pronto.

Tu hermano no responde a tu agradecimiento más que con un asentimiento: con él para eso es suficiente. Es difícil decir si es consciente de lo importante que resulta su presencia para ti, pero no parece que él piense que sea posible otra manera de actuar.

Cuando contestas al inspector hablando en plural él no parece extrañarse en absoluto. Simplemente asiente y se acerca de nuevo al mostrador, dispuesto a hablar con la chica que allí se encuentra de nuevo. El hombre parece estar dándole instrucciones de algún tipo, quizá con respecto a lo de esos hombres que supuestamente echarán un vistazo fuera.

Para cuando acabas con el formulario es Ji-Hoon el que toma la iniciativa y hace un gesto al inspector indicándole que estáis listos. Él por su parte os guía por una de las puertas cercanas hacia un pasillo, y en ese mismo corredor entra en el segundo despacho, esperando a que hagáis lo mismo para cerrar la puerta.

La estancia es de unos quince metros cuadrados y en ella el mobiliario es escaso: una mesa con un ordenador, algunas sillas y el emblema de la policía en la pared. Al lado en que el inspector se sienta hay una silla grande, con ruedas, y otras más pequeña que es similar a las tres que ocupan el otro lado de la mesa. Contra la pared opuesta, además, hay otras dos. En cuanto entráis el hombre toma asiento y os hace un gesto, invitándoos a hacer lo mismo. Pronto tu hermano está sentado en una de las sillas de los extremos, dejándote a ti la del medio. Sin embargo no pasa ni un instante antes de que te des cuenta de que no estáis solos. A pesar de que cuando entrasteis las tres sillas de vuestro lado estaban vacías ahora hay alguien sentado junto a ti.

Se trata de un chico de unos treinta años, moreno y atractivo. Su piel es olivácea y sus ojos tan oscuros que parecen completamente negros. Incluso con la ropa que lleva puesta puedes percibir que sus músculos están bien definidos y los rasgos de su expresión hablan de alguien que suele reír a menudo. Sin embargo, en este momento puedes sentir que hay algo que le turba. Además recibes una punzada de dolor en la mano que él tiene vendada. Y como sucedió anteriormente, sientes una extraña familiaridad también con él. La certera sensación de estar bien acompañado, de que este es su lugar. A tu lado.

El hombre mueve un poco la cabeza y cuando vuestras miradas se encuentran de nuevo algo en tu cerebro y en tu pecho parece encajar, conectando con él. Es como si lo conocieses de siempre, a pesar de no haberlo visto nunca. Como si pudieras confiarle cualquier cosa.

Ese hilo invisible que ya empiezas a conocer bien parece atarse entonces, uniéndoos de una forma que tu mente no puede racionalizar ni explicar, pero que sientes de una forma tan innegable como inexorable. 

La expresión de tu suegro no oculta su poca convicción con respecto a tus palabras. No parece que las crea falsas, sino más bien que no siente que le estés respondiendo a lo que ha dicho. Aún así te deja ir con un último gesto de despedida y deseándote una buena noche.

El camino hacia la casa de tus padres es accidentado, pero nada que no puedas sortear sin dificultad yendo un poco más despacio de lo habitual. El sonido de la moto probablemente llame la atención a todos los que viven en las casas de alrededor y conforme atraviesas el pueblo es inevitable sentir la presencia del tiempo en todo lo que te rodea.

Para cuando llegas a la casa de tus padres ha pasado la medianoche. Las luces están apagadas y el aroma de lo que siempre fue tu hogar llega hasta el centro de tu cerebro trayéndote todo tipo de recuerdos.

Pero en el momento en que te quitas el casco ya no estás ahí. Todo a tu alrededor ha cambiado y lo primero que te llama la atención es la fuerte luz artificial en contraste con la que veías hace un instante.

Poco a poco vas percibiendo el resto de la habitación. Se trata de un despacho de unos quince metros cuadrados con las paredes pintadas de blanco. Al otro lado de la mesa de madera clara, tras el ordenador, hay un hombre de alrededor de cuarenta años, con el pelo castaño claro bien recortado y peinado hacia atrás. Sus entradas son prominentes y lleva un bigote rubio, ligeramente más claro que sus cabellos. Sus ojos son fríos y de color miel. Tú estás sentado en una silla al otro lado de la mesa junto a dos jóvenes de apariencia oriental. Ambos parecen preocupados.

El más cercano a ti parece más mayor no sólo físicamente, sino también en alma. Debe tener tu edad, pero todos sus gestos parecen cargados de un miedo que sientes de una manera tan clara como si fuera tuyo. No es algo momentáneo, sino un lastre con el que carga día tras día. Su pelo es corto y va sin duda bien vestido.

Es extraño estar allí, pero al mismo tiempo tienes la sensación de estar exactamente donde debes estar. Te sientes cómodo en ese lugar, compartiendo con ese hombre lo que quiera que le esté pasando. No se te escapa que entre él y su acompañante hay confianza y complicidad: probablemente sean familia. 

En el momento en que vuestras miradas se encuentran algo en tu cerebro y en tu pecho parece conectar con él tal y como ya te había pasado antes. Es como si lo conocieses de siempre, a pesar de no haberlo visto nunca. Sabes que podrías ponerte en sus manos y no tendrías nada que temer. De nuevo un hilo invisible se ata, uniéndoos de una forma que tu mente no puede racionalizar ni explicar, pero que sientes de una forma tan innegable como inexorable. 

El hombre observa a Hyun durante un instante antes de hablar. Su gesto es serio y su actitud la de alguien que prefiere ir al grano antes que los rodeos.

—Bien —dice entonces, desviando un instante los ojos al ordenador y usando el ratón por un momento. Guarda un instante de silencio mientras lo hace, pero es evidente que no ha terminado—. Cuénteme qué es lo que ha pasado desde el principio. Intente darme sólo los hechos con el mayor lujo de detalles posible: luego iremos con las impresiones.

Oh...

Después de vivir la misma experiencia un par de veces parece que es a mi a quien toca partir hasta el otro extremo de hilo. No me muevo, a decir verdad y estudiando superficialmente la situación en la que me encuentro incluso prefiero no hacerlo. Veo al otro, al otro como yo, y siento que algo no va bien. Giro el rostro hacia el tipo que está interrogando y entonces sé que algo va mal de verdad. 

Observaré, pero no quiero alertar al hombre ni hacerle parecer vulnerable o loco en una situación así así que opto por guiñar el ojo y hablar lo justo. - Tranquilo - susurro alzando un poco las manos en un gesto tranquilizador y una cálida sonrisa.

Entro y tomo asiento. Observo al extraño que está allí sentado. ¿Estaba allí cuando entramos? ¿Por qué se siente como cuando tuve aquella visión con la mujer rubia en Australia? ¿O con la chica junto a mí en el piano? ¿Era otra de mis alucinaciones?. Me cuesta un poco entender la situación, observo a Jhon primero, y luego al inspector, como si esperara una explicación, una presentación. Pero ambos continúan y empiezo a dudar de lo que creo que estoy observando.

¿Qué me está sucediendo? No puedo evitar pensar que oscilo entre diferentes momentos del estrés postraumático. A veces las alucinaciones son fuertes y me sumergen en lugares y situaciones desconocidas y a veces... a veces son cosas que puedo achacar a instantes de concentración, quizás a productos normales de mi nerviosismo o incluso de mi pasión. Sin embargo, nunca me siento mal cuando estoy allí, siendo testigo de las rarezas de mi psiquis. Ahora mismo no me siento mal, ahora mismo siento que debo estar a su lado. Me fuerzo a pensar en la sensación que experimentaré cuando se haya ido, pero no soy capaz siquiera de percibirla en mí.

Él me guiña un ojo. Me dice que me tranquilice. Su gesto logra calmarme por un instante, al tiempo que me hace preguntarme si no sería él un compañero del inspector. Descarto la posibilidad de inmediato, negando en mi mente sin atreverme a mover un músculo. No está en uniforme y no tenía sentido que fuese un oficial de civil en plena comisaría. ¿existía él de verdad? ¿de nuevo mi cerebro estaba jugándome una mala pasada como en la mañana con los granos de café?. Tomo aire y miro al oficial durante un instante. "Los granos estaban allí. Los ví, los olí" me recrimino mentalmente. Asiento para comunicarle que he entendido lo que me ha querido decir y me disculpo. -Dis... discúlpeme un momento, inspector- digo mientras me acerco a mi hermano y susurro en voz baja.

-우리는 혼자 인가? 우리 셋 ?- espero su respuesta y me giro para encarar al oficial. 

La voz de aquel hombre suena de alguna forma dentro de tu cabeza, reverberando por dentro y llenándote de esa manera que ya habías sentido con Rena y Ruth. Su pronunciación es más clara que la de la mayoría de la gente que conoces, y a pesar de su aparente origen extranjero y de que puedes percibir que cambia de idioma, para tus oídos parece hablar en todo momento un hindi impecable.

El hombre sentado junto a Hyun se inclina un poco hacia él, acercando su cabeza para escuchar lo que quiere decirle. Después frunce el ceño levemente confuso con aquellas preguntas y no disimula demasiado al mirar a su alrededor sin llegar a moverse de la silla. Sus ojos recorren las paredes y el techo, deteniéndose un instante en una cámara que apunta hacia la mesa. Finalmente su mirada vuelve a buscar la de Hyun y se encoge de hombros al responder, en coreano.

—이 카메라 는 , 그러나 나는 그것이 정상 이라고 생각합니다. 우리는 하루의 끝에 경찰서 에있다. 나는 우리가 직면하고 생각하지 않습니다*.

Un carraspeo del inspector atrae su atención hacia él brevemente, pero sigue echando pequeños vistazos hacia Hyun, contemplándolo con expresión preocupada y sin que parezca en ningún momento percibir la presencia de Devendra junto a su hermano.
 

El inspector alterna su mirada entre los dos hombres orientales mientras hablan entre ellos y cuando el segundo termina, carraspea ostentosamente. Su expresión muestra la molestia de quien no está dispuesto a que le hagan perder más tiempo.

—Señor... —Baja la mirada al formulario que tiene sobre la mesa. —... Park. Si necesita un intérprete puedo traer uno. —Y por algún motivo sus palabras parecen cargadas de acidez. —Aunque juraría que le he oído hablar en un perfecto inglés, así que diría que no lo necesita. Y en ese caso, le agradecería que dejase los secretitos para cuando haya abandonado esta comisaría.

Enarca las cejas y por un momento su rostro parece el de un profesor que reprende a los alumnos díscolos que se pasan notitas en clase. Después sigue hablando, más serio aún que antes y dirigiéndose exclusivamente a Hyun.

—¿Y bien? ¿Desea poner la denuncia?

Casi como si fuera simple empatía yo también empiezo a sentir la misma confusión, bien por él o por la situación. Creo entender un poco más cómo funciona esta absoluta locura, este don que Shiva me ha ofrecido por algún motivo que desconozco. Tomo aire y tras respirar profundamente siento el olor, también el tacto de los muebles, todo parece estar bien y sin limitación. Me inclino hacia adelante y no veo reacción más que la del que habían llamado Park.

...no me ven, nadie es consciente, solo él. ¡Por dios!

- No pueden verme, esto parece únicamente algo entre ambos, ¿no lo sientes? - pregunto sin perder de vista al resto. No obstante mis ojos terminan en los de Park fijamente intentando discernir algo diferente que en el resto de personas que vinieron a mi.

Me pongo en pie después de unos segundos y observo con más atención el entorno que me rodea, no puedo evitar sentir curiosidad después de todo. - Viajo medio mundo para acabar en una comisaría, menuda ironía - digo esbozando una sonrisa que horas atrás habría sido triste y sin embargo tras las palabras de mi suegro suenan con más convicción.

Él me habla. Le devuelvo la mirada, pero trato de evitarme asentir. YDespués de todo sólo yo le veo, sólo yo sé que está ahí. Mi hermano acaba de confirmarlo, al ignorar su presencia y al no corregir mi conteo de personas. Él sólo está mi cabeza, al tiempo que me hace sentir cómodo con su presencia. Como si fuese natural, como si su lugar en el mundo fuese allí, acompañándome, y el mío, junto a él. Le observo unos segundos, mientras mi cabeza trata de procesar todo al mismo tiempo, sus comentarios, la respuesta de Jhon, la observación del inspector y la sensación de que cuando se desvaneciese nuevamente, sentiría los estragos de que mi cordura se estuviese escurriendo lentamente entre mis dedos hasta dejarme en la desesperación.

Sin embargo, ni siquiera eso me podía permitir. No mientras él estuviese allí. Como si mi cerebro me estuviese protegiendo de la simple y sencilla verdad de una locura que iba menguando mis facultades. Volteo para mirar al inspector con seriedad, usando un tono bajo y poco firme.

-N-No, puedo hablar inglés perfectamente, señor inspector- pronuncio cada sílaba con delicadeza, tratando de poner lo mejor de mi acento británico en las inflexiones, para demostrarle que mi nacionalidad no era diferente a la suya. -Le ruego... acepte mis disculpas. No pretendía ser descortés, simplemente... he estado bajo demasiada presión  y sentí la necesidad de preguntarle algo personal a mi hermano. Lamento si le he molestado. Evitaré volverlo a hacer- me disculpo bajando un poco la cabeza, tratando de darle a entender que entiendo mi posición, que sé que él es la autoridad en aquella habitación.

-Sí señor... v... verá. He recibido mensajes que... que nos hacen sospechar...- digo mirando a mi hermano, buscando una confirmación y reforzar mi historia -... que... alguien me está siguiendo y acosando. En realidad parece...- digo mientras saco el móvil y lo veo apagado. Mi mano tiembla un poco. Siento que nos duele, a él y a mí, a aquella presencia que sólo yo puedo ver. Intento rápidamente encenderlo. -... que está observándome y enviándome mensajes... desde esta mañana. Sólo... sólo quiero que esto termine- digo finalmente pasándole el móvil encendido para que lo observe.

El joven que está sentado junto a Hyun no parece advertir la presencia de Devendra. En lugar de eso se recoloca en su asiento cuando su acompañante mira al aire durante, carraspeando por un momento y dedicando una sonrisa educada al inspector, como si estuviera a punto de hablar para cubrirle.

Sin embargo antes de que llegue a hacerlo Hyun empieza a hablar y el chico le dedica una mirada de ánimo tras su disculpa y un gesto, animándole a hablar. Tanto él como el inspector escuchan con atención las palabras que salen de la garganta de Hyun y cuando este acaba quien a todas luces parece un hermano o un muy buen amigo se echa un poco hacia adelante, haciendo un gesto con el brazo antes de hablar.

—Además en esos mensajes le han llamado por su nombre, así que no es nadie que se haya equivocado de número —asegura como en un intento de adelantarse a los pensamientos del inspector—. Esto es premeditado.

El hombre no parece muy convencido con la disculpa de Hyun. Más bien da la impresión de creer que el oriental es como un crío que ha sido cazado haciendo algo malo y que probablemente lo repetirá pronto. Quizá no con él, pero eso parece lo de menos. De modo que a pesar del gesto de su mano cuando este se disculpa, como dejando eso de lado, su expresión se agria un poco. Aún así un instante más tarde, cuando este empieza a relatar lo sucedido, el hombre parece olvidar por un instante lo anterior. Escucha sus palabras y toma alguna nota en el ordenador para al final dirigirse primero al chico que le acompaña.

—No lo consideraba una opción, señor Park, pero gracias —pronuncia en un tono que parece de todo menos agradecido—. Lo había dado por hecho cuando me dijeron que les seguían.

Pronunciadas esas palabras el policía apoya los codos en la mesa y mira a los ojos a Hyun, aparentemente ajeno a la presencia de Devendra.

—Dígame, ¿desde qué hora le envían esos mensajes? —pregunta—. ¿Cuántos le han enviado y de qué contenido? ¿Ha respondido a alguno? ¿Es la primera vez que le sucede algo así? —Plantea cada una de esas cuestiones tomándose sólo un instante entre ellas, como si estuviese acostumbrado a ese trabajo y supiera que esos podían ser los puntos más importantes—. Como le he pedido trate de contármelo con todos los detalles posibles —pide antes de desviar sus ojos hacia el otro chico— y dejando de lado valoraciones personales por ahora.

Mi cabeza oscila entre varios estados de ánimo a la vez. Está él, invisible, sólo yo puedo verlo y sólo yo me siento así a su lado. La tranquilidad, la certeza de que no hay nada extraño con que me esté acompañando, a pesar de que mi lado racional haya estado gritando hace unos instantes por todas las veces que hoy había experimentado lo mismo. Me obligo a no mirarlo, aunque lo más natural es que simplemente me deje llevar. Al final no puedo evitarlo, miro hacia donde está, casi pidiéndole apoyo mientras intento hablar con el inspector.

Luego me vuelvo girar para responder al inspector, tratando de no tropezarme mientras respondo al aluvión de preguntas que me acaba de formular. -Desde....- hago una pausa para hacer memoria-...hace unas horas. Antes del concierto de esta noche- respondo rápidamente. -... Creo que han sido tres o cuatro... también... también me enviaron un arreglo floral a mi camerino en el Royal Festival Hall. Logré descubrir que las compraron desde una floristería en Durhman, The Flower Shop. Lo que me han dicho... puede leerlo usted mismo, señor Inspector- digo tratando de sonar amable -Y sí, es la primera vez que me sucede a... algo así. No... Nunca...- pero no sé exactamente que decir o cómo decirlo. Tengo que tomar aire, pasar saliva y volverlo a mirar.

-Al principio... creía que era una broma de mis colegas... pero... pero... cada vez... estoy más seguro de que me han estado siguiendo- y vuelvo a mirar hacia mi nuevo acompañante, y luego hacia Jhon. Al menos ambos me apoyan, me dan fuerzas. Al menos no estoy solo. Trato de pensar.

Al fin entiendo qué está sucediendo aquí, parece que alguien está persiguiendo a este hombre, a Park. Escucho además ciertas palabras que consiguen ubicar un poco más el escenario de la preocupación del hombre, un concierto, un camerino y además está el otro chico que lo acompaña que parece que lo represente.

...acaso es alguien famoso entonces?

- ¿Te persiguen? - pregunto casi retóricamente y sorprendido. - Yo... Ten cuidado - advierto a sabiendas de que poco puedo hacer mientras le interrogan. 

Frunzo el ceño por un segundo y continúo escuchando antes de volver a hablar. - Quisiera poder ayudarte o al menos conversar, pero entiendo que no te haría lucir bien delante de otras personas. 

Recuerdo la conversación con la chica de Yokohama en la calle, me pregunto si me habrían mirado como a un pobre chalado hablando solo.

- Mi nombre es Devendra, Devendra Balabhadra - explico una vez termina de hablar con el inspector. - Es un honor conocerte, Park - me presento con una sonrisa y levantándome de la silla para observar el resto del lugar. - Rena, Ruth, Park. Shiva me bendice con vuestra visión y a vosotros con la mía.

El sonido de las teclas va siguiendo las palabras de Hyun, aunque el tipo no aparta su mirada de él. Y finalmente el inspector, que no había cogido el teléfono que Hyun le ofrecía hasta ahora, extiende la mano y toma el aparato con unos dedos cortos y gruesos de uñas recortadas con pulcritud.

—Bueno —dice, con un suspiro—. Veamos esos mensajes. Ah, mire —menciona con tono desapasionado en cuanto la pantalla se ilumina al tacto de sus dedos—. Tiene dos de ellos sin leer.

El tipo se calla entonces y afila sus ojillos mientras va deslizando su dedo de abajo a arriba en el menú de mensajes. Mientras tanto, el acompañante de Hyun también se queda callado, aunque el suyo es un silencio nervioso en el que sus ojos se mueven inquietos hacia Hyun cada pocos segundos.

En ese momento, los dos, Devendra y Hyun, podéis sentir revolverse en vuestro interior la necesidad del chico por ayudar de alguna manera. Y entonces, ambos tenéis la certeza de que entregar esa ayuda es tan sencillo como querer hacerlo y querer recibirla. No es un conocimiento racional, sino más bien una sensación difícil de poner en palabras. Aún en el medio de la tensión del momento sabéis que bastaría un símbolo, como que Hyun le cediese su asiento, para que Devendra tome el control y sea él quien ocupe el lugar de Hyun.

- ¿Sabes? Hoy he aprendido cómo decirle las cosas a un policía presentando una denuncia, quieren detalles y toda la información posible - digo con media sonrisa. - Tener la situación bajo control, quieren que se les haga entender qué sucedió. Una palabra mal dicha, un balbuceo y dudarán.

No puedo ni siquiera imaginarme qué es lo que siento pero tengo ganas de ayudarle, creo que al menos debo intentarlo de alguna forma.

Me sitúo junto a Park y entonces le tiendo la mano con una sonrisa cariñosa. - Si quieres puedo intentar ayudarte, tengo facilidad con la gente - explico lentamente mientras dejo la mano en alto en lo que dura la oferta. - No puedo asegurártelo, pero si quieres... déjame intentarlo.

"Ayuda" el pensamiento me atravesó fugazmente. "Quiere ayudarme" y la impotencia que me rodeaba, la impotencia que parecía brotar de cada poro de mi piel se hizo demasiado real, demasiado sólida. Observo hacia donde está él, entendiendo que él mismo había comprendido que no quería estar allí, que no quería hacerme cargo de esto, que mi lugar estaba en mi propio hogar y no lidiando con el inspector, con sus preguntas o incluso con aquellos malditos mensajes.

Asiento, y aquel gesto es más una reafirmación de mis propios pensamientos y sentimientos. Un toque de amargura inunda mi actitud hacia mi hermano. Pero el filo de la culpa es capaz pronto de hacerme sentir vergüenza por si quiera albergar resentimiento hacia él. Sólo están tratando de ayudarme. Él. Devendra. Tomo aire y me levanto, con la certeza de que aquel movimiento no sería observado por nadie más que mi invisible compañero. No entendía nada, pero la sensación que palpita con fuerza en mi cabeza me hace pensar que todo tiene algún sentido. Todo tiene una razón.

Espero a que ahora Devendra se siente. Asiento en silencio, observando el cuarto de pie. Observo al inspector, a mi hermano, a las siluetas de las personas en el exterior. -Yo te daré los... detalles que necesites- musito depositando toda mi confianza en él.