Partida Rol por web

PRISIÓN DE PIEDRA ALZADA:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

PASADO EL MEDIODÍA.

Konrad y Alexei Mykephoros conversan mientras avanzan hacia el exterior de la prisión, cansados, pero contentos de volver a ver la luz del sol.

MAZMORRAS SUBTERRÁNEAS DE LA PRISIÓN DE PIEDRA ALZADA:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

AVANZANDO HACIA EL MEDIODÍA.

La conversación es precisamente lo que esperaba que fuese pues Alexei también ha sido capaz de intuir cosas de los objetos. Miro el libro de conjuros mohoso que pertenece al espectro más peligroso del lugar:

 - "Creo también que si arrancamos sus hojas frente al enemigo, también podría sufrir daños. Me parece una de las mejores formas de intentar luchar con él, pero sigue estando el peligro para quien lo haga. De todas formas, no creo que haya un peligro importante con solo cargarlos, por lo que los llevaré donde Vesorianna pues puede usarlos para evitar que se manifiesten."

Me acerco a ellos y los tomo todos para poder cargarlos donde la fantasma. Lo hago y de inmediato comienzo a escuchar voces y tener visiones muy molestas de maldad. Veo imágenes de asesinatos y otros timos realizados por los presos de este lugar. Incluso imágenes del brutal motín y el posterior incendio que acabó con tantas vidas.

La carga es terrible pero mi convicción es firme y Sarenrae me protege siempre, por lo que avanzo sin prestar atención a lo que siento y enfocándome completamente en solo llegar a mi destino.

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

AVANZANDO HACIA EL MEDIODÍA.

- Vesorianna es, bueno, era la mujer del Alcaide de la Prisión.- Sació así la curiosidad de su hermano. Siempre había sido extremadamente curioso, para bien y para mal.- Su fantasma sigue ligado a una de las estancias donde murió quemada en el terrible incendio que destruyó la prisión por un motín de los presos que cobijaba. El cuerpo de su marido lo recatamos de la sala de tortura a donde llegaste, pero su alma parece que fue robada por una siniestros sectarios. Es lo que estamos investigando aquí, lo que investigaba el Profesor Lorrimorantes de morir, de ser asesinado.- El fantasma de Vesorianna les había confirmado que así había sido.- Tenemos que acabar con los espectros malignos de esos prisioneros para salvar a Ravengro. Su poder está creciendo y ya se manifiestan en las calles del pueblo.- Escuchaba con gran atención lo que todos tenían que decir acerca de los objetos malditos pertenecientes a dichos prisioneros. Se alegró de veras cuando Vesorianna les informó de que el espíritu del enano aplasta cráneos dejara de hacer de las suyas. Seguro que Gruñido se alegraba al saber que dejaría en paz a Kendra Lorrimor.- Mmm, esa flauta entonces...escuchamos una tonada de un instrumento así en el piso superior. No tenemos mejor lugar por donde empezar a buscar, ¿no creéis?- Si acababan con el flautista ya serían dos de cinco.

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

AVANZANDO HACIA EL MEDIODÍA.

Al llegar donde está Vesorianna, suelto los objetos para mostrárselos. La carga espiritual de llevar todas esas maldiciones encima es algo terrible, que no quiero volver a repetir jamás. Se siente mal y no se lo doy a nadie pues dudo que alguien aparte de mi maestro sería capaz de aguantarlo.

Le muestro el martillo a la fantasma y ella me dice que eso si sirve para poder mantener al espectro incapaz de manifestarse. Es todo lo que necesitamos para poder continuar y no sentir que todo lo logrado hasta el momento se ha perdido por tomarnos el merecido descanso que necesitamos.

Konrad habla y le respondo a su propuesta final:

 - "No sin antes descansar. Necesitamos reponer fuerzas y no me siento bien sabiendo que hay gente del equipo herida sin que pueda hacer nada. Los dones que Sarenrae me brinda deben renovarse con descanso y oración, por lo que planeo hacerlo de inmediato."

Miro a Alexei y le hablo:

 - "Vi que también tienes el don de sanar con magia. Te quiero pedir, por favor, que uses los dones que te quedan para sanar a Sascha, que está muy herida. Luego descansaremos y así podrás recuperarlos, así como yo a los de mi diosa."

Mis palabras finales son para todos los presentes:

 - "Si me disculpan, iré a la oficina del Alcaide para descansar en paz. En ese lugar hay tranquilidad pues los espectros y su influencia no ingresan ahí. Con su permiso."

Hago un gesto con la cabeza y me dirijo a la zona de descanso, dejando los objetos malditos con Vesorianna para librarme de las terribles sensaciones que me produjeron con solo unos minutos en mi poder. Voy a la oficina del Alcaide para quitarme la armadura y poder rezar antes de dormir.

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

AVANZANDO HACIA EL MEDIODÍA.

Gheorghe se había mantenido en silencio, con los ojos fijos en esa maldita colección de símbolos sagrados, rumiando la ira que le producía observar tal profanación y falta de respeto a los dioses. Sin embargo, y aunque estaba deseando acabar con aquel mal, como todos los presentes, se vio obligado a tomar de nuevo la palabra cuando Janos quiso descansar.

-Estoy de acuerdo con Janos, necesitamos recuperar fuerzas. Aunque... Quizás deberíamos hacerlo en Ravengro. Así podríamos echar un vistazo a la señorita Lorrimor y asegurarnos de que se encuentra bien.

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

POR LA TARDE.

Tras cerrar la cancela exterior y apagar el fuego, Gheorghe y Janos se retiran a la antigua oficina del Alcaide para descansar y pasar la noche.

El resto han ido a descansar al pueblo, pero Paladín y Escudero se quedan en las ruinas de la prisión para controlar la situación en la misma durante esas horas. Ya saben que la oficina del Alcaide es segura frente a la intrusión sobrenatural, aunque no de otro tipo (por ejemplo de cultistas o de curiosos).

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

POR LA TARDE.

Al fin, habían quedado los dos solos, expuestos a los peligros que acecharan en aquel lugar. Y Gheorghe tenía en mente, al menos, uno de ellos, del que ya había advertido con anterioridad y habían querido ignorar. Pero no había motivo para que se les echara encima, así que puede que estuvieran a salvo en aquel lugar.

-Propongo atrancar la entrada con lo que podamos... Y hacer turnos de guardia-dijo el paladín, a la espera de la opinión de su escudero al respecto. 

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DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

POR LA TARDE.

El resto del grupo se va y es hora de descansar. Solo Gheorghe y yo quedamos en Piedra Alzada pues consideramos que es mejor quedarse acá para evitar que suceda algo acá que cambie la situación sin poder intervenir de alguna manera. Cuando llegamos a la oficina del Alcaide, mi maestro habla, a lo que respondo mientras me saco la armadura:

 - "Buena idea la de bloquear la puerta, mi señor, pero si quiero contar con los poderes de Sarenrae mañana, no puedo interrumpir ni mi sueño ni mi oración."

Pienso en lo mejor que puedo hacer y le respondo:

 - "Lo mejor es que ambos descansemos, confiando en el bloqueo físico y en la calma que nos brinda este lugar. Quizás poner alguna clase de alarma de ruido en la puerta, pero no es algo que esté en mis capacidades."

Acomodo mis cosas para dormir, manteniendo mi cimitarra a mi lado para así poder reaccionar de inmediato a una posible emboscada o ataque en caso de suceder. Cuando ya he dispuesto las cosas de la manera que quiero, tomo en mis manos mi símbolo sagrado y comienzo a rezar a mi diosa, agradeciéndole por los dones brindados y un día más de vida.

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MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

POR LA TARDE.

Gheorghe suspiró levemente, pues aquella era una respuesta que cabía esperar. Y, desde luego, necesitaban de los dones divinos de su escudero para seguir adelante. Aunque no podían quedar sin alguien que vigilara, así que le debía tocar a él de nuevo.

-No te preocupes, guardaré nuestro descanso. No sería la primera vez, de todos modos-añadió, con una leve sonrisa-cuando acabes de rezar, ayúdame a mover algunos muebles a la puerta. 

TRANSCURRE TODA LA NOCHE.

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MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

AL ALBA.

La noche pasa con cierta placidez, siendo los nervios puestos a prueba de madrugada tan sólo por el sonido malicioso de una flauta fantasmal.

Janos se levanta antes del alba y comienza un ritual religioso de oración a la diosa solar, Sarenrae.

Por su parte, Gheorghe se siente inclinado a orar a su propia señora, Iomedae, diosa de la justicia.

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

AL ALBA.

Asiento a la decisión de mi maestro de hacer guardia pues él sabe lo que hace y no soy quien para no confiar en la sabiduría de su determinación. Termino mi oración, agradeciendo a Sarenrae por todos los dones brindados en esta jornada y por como solo debido a su gracia es que sigo vivo y sirviéndole. Repito por media hora los mantras y oraciones que nuestra iglesia pregona para agradecer a la diosa, pues me llena de paz para poder descansar tranquilamente.

Cuando he terminado, me acuesto a descansar y duermo plácidamente. No tomo en cuenta la tenebrosa flauta que resuena desde el exterior pues sé que aun aquí, en este infierno de muerte y dolor, e incluso en la más oscura de las noches, la luz de la diosa solar me protege y guarda de nosotros.

La noche transcurre así, sin ningún percance y sin nada más que descanso para mi cuerpo, mente y espíritu.

PRISIÓN DE PIEDRA ALZADA:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

AL ALBA.

Apenas despierto, comienzo a rezarle a la poderosa Sarenrae para pedirle por nuevos dones. Su gracia me baña luego de pronunciar mis mantras y siento como mi devoción se renueva, siendo capaz de esparcir su palabra y cumplir los valores que promueve en su credo. Me pongo de pie, feliz de seguir vivo para poder seguir sirviéndole en la lucha contra las sombras.

El ambiente dentro de la prisión es una sensación bien desagradable y no me sentía a gusto estando siempre encerrado en la oficina del Alcaide, en la que se puede sentir una paz que el resto del lugar no trasmite en lo más mínimo, ni siquiera en el exterior.

Gheorghe me ayudó a ponerme la armadura y ya estoy listo para así poder continuar con nuestra purga de este lugar. Cuando veo que mi maestro aún sigue herido, utilizo un poco del fervor que tengo hacia mi diosa y mi Fe para así sanarlo. Un par de sus heridas se cierran, quedando con pocos rasguños como los que yo mismo cargo aún.

Salimos al exterior para así poder ver un poco de sol, aunque sea en el peligroso y molesto ambiente de los terrenos exteriores, que aunque sea menos opresivo que el interior, sigue sin ser confortante. Poco después veo que el carro llega y me pone muy feliz pues mientras antes empecemos, antes terminaremos con esto.

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

Gheorghe escuchó con preocupación las palabras de su hermano Alexei. No era la primera vez que le avisaban de aquello, de hecho creía recordar que en el otro lado se lo advirtieron. De todos modos, tan preocupante como el mensaje, era el estado del dramaturgo. Parecía más cerca de un colapso mental que nadie que hubiera visto, y eso era malo para todos.

-Mantendremos los ojos abiertos, Alexei... Pero quiero que te lo tomes con calma. Estás alterado, así que ten cuidado en este lugar y no te alejes demasiado. 

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

Las palabras de su hermano Gheorghe Mykephoros no le ayudaron mucho, sabía que el paladín lo hacía con toda la buena fe, intentando que Réquiem no pensara en sus miedos, pero el dramaturgo seguía aterrado.

Una vez iniciada la marcha, el joven noble se quedó en medio del grupo. Todo estaba oscuro y Alexei no veía nada a dos metros de distancia, su avance era lento y sus piernas le temblaban de miedo. Intentaba no entorpecer a sus compañeros, pero seguía murmurando cosas sobre el Hombre Andrajoso, tal era la tensión de no ver nada que realizó un conjuro de luz para poder iluminar su alrededor.

Allí lo había visto de nuevo, el Hombre Andrajoso estaba acechándoles de nuevo. El terrorífico ser iba a por ellos, estaba aprovechándose de la oscuridad para esconderse y acechar a sus presas, pronto les atacaría y estarían muertos.

Réquiem tragó saliva y al ver a ese ser cerró los ojos entorpeciendo algo la marcha mientras hablaba en un tono de voz alarmado, sin llegar a gritar ya que tampoco quería que lo escucharan otros monstruos – “El Hombre Andrajoso nos está acechando, nos va a cazar. La niebla amarilla vendrá y nos cogerá a todos, moriremos, vamos a morir. ¡Vamos a morir!” – la locura volvía a ser visible en su pobre y patética mirada.

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

Al estar finalmente reunidos todos, menos Konrad que parece haberse quedado en Ravengro, estamos preparados para continuar con nuestra exploración. Nos ponemos en una formación que Gheorghe cree que es la más apropiada para explotar nuestras capacidades y proteger a los miembros más vulnerables de nuestro grupo.

Sascha pregunta si alguien tiene algún objeto dañado que requiera cierta reparación. Le muestro mi daga, la que resultó con daños por el cieno gris y su ácido. Ella la mira y concluye que tiene demasiados daños para poder solucionarlos. 

Subimos por las escaleras que dan a la segunda planta en formación lista para el combate. La iluminación como siempre es pobre, por lo que invoco el poder de Sarenrae para que ilumine nuestro camino:

 - "¡Oh diosa solar! ¡Bríndame un poco de la luz que te rodea para no perder de vista el camino!"

Toco el frente de mi escudo y este se ilumina, alumbrando nuestro alrededor como si de una antorcha se tratase. Con eso me aseguro de que la oscuridad no será un estorbo adicional en este lugar que tantas amenazas ya tiene para todos nosotros.

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

Las continuas alusiones del señorito Alexei a ese Hombre Andrajoso acabaron haciendo mella en el ánimo del siempre voluntarioso Gruñido. Esa entidad, si existía más allá de sus delirios realmente, sin duda pertenecía al Otro Lado, y quién sabe qué sería capaz de hacer. Fuera lo que fuera aterrorizaba a Alexei, y el semiorco cruzó en un par de ocasiones miradas cómplices con Sascha que expresaban su disgusto a ese respecto.

La caminata hasta Piedra Alzada fue algo más larga de lo esperado, pero eso no preocupaba a Gruñido. Allá afuera en la Naturaleza se encontraba en su ambiente. Echaba de menos a las monturas, pero se encontraba a gusto al aire libre y tarareaba una cancioncilla silbando desafinadamente. El aire que expulsaba murió tan pronto como apareció a la vista el siniestro recinto, y una sombra se instaló en su rostro. Volvían al lugar peligroso, plagado de peligros y horribles no muertos a los que el semiorco odiaba. Suspiró pesaroso recordando lo inefectivo de sus armas en la lucha anterior, poniéndose a la altura de Sascha mientras hablaba en voz baja para lo que estaba acostumbrado.

- Grrrrwwwllll... Sascha, Gruñido estar preocupado. Cuando luchar antes mis armas ser ligeras y apenas mellar el metal encantado. Preguntarme si alguna vez tener un arma de verdad como Rakhan para usar como es debido... -

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

La luz nos rodea gracias a la bendición que mi diosa le ha dado a mi escudo a través de mí y eso nos quita un problema. Espero a que Gheorghe avance y le sigo como es mi deber. Rápidamente Gruñido sale y mata a una de esas criaturas pequeñas que drenaron la sangre de los aldeanos de Ravengro.

No sabía que aquí habría pero es lo esperable al considerar que el sonido de la flauta sonaba desde este nivel. El flautista de Illmarsh está cerca y el momento de nuestro enfrentamiento se acerca.

Avanzo detrás del paladín completamente listo para luchar cuando llegue el momento pero sin saber qué clase de peligros nos rodean. Dudo mucho que solo esté el flautista y sus criaturas aquí pues creo escuchar más movimiento cerca. Espero que mi diosa nos proteja.

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

La ausencia de iluminación no preocupaba al semiorco que se adelantó con paso firme en dirección al sordo batir de alas reconociendo el sordo zumbido que provocaban las stirges al batir rápidamente sus pequeñas y correosas alas.

Abatió a la más cercana de un certero tajo que mandó sus dos mitades contra la pared con un acuoso chapoteo. Se preparó para recibir el ataque de los normalmente hambrientos monstruos, pero las stirges se mantuvieron en su lugar, zumbando y haciendo nada. Oía pasos traqueteantes que provenían de un pasillo paralelo, y se preguntó si loas stirges no estarían ya saciadas de sangre y no serían más que una distracción del verdadero peligro. Aún así no tenía tiempo para preguntárselo y avanzó dispuesto a acabar con las horribles criaturas.

Un vistazo somero por encima del hombro le hizo ver cómo los demás tomaban diferentes posiciones. Bien, esperaba que su espalda estuviera cubierta mientra avanzaba, lo cual sería algo seguro cuando Sascha acabara de subir por esa interminable escalera.

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DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

Alexei Mykephoros avanzaba temeroso por aquella encantada prisión. Se escuchaban muchos sonidos, ninguno de ellos agradables y que no presagiaban nada bueno. El poeta iluminó su entorno con el conjuro de luz pero solo podía ver la presencia del Hombre Andrajoso, Réquiem se estaba hundiendo en un pozo sin salida, su vida ya tenía los días contados, aquel extraño ser le había capturado y solo era cuestión de tiempo que acabara con su vida y con todo lo que le rodeaba.

El bardo sujetó con firmeza su espada ropera y para no entorpecer a todo el grupo siguió avanzando junto a los demás hasta llegar a una planta. Allí pudo ver como Gruñido corría hacia un monstruo, era una Stirge y terminó con su vida en un abrir y cerrar de ojos. Réquiem asustado avanzaba mientras seguía murmurando cosas sobre el Hombre Andrajoso, evitando enfocarlo en su persistente acecho. El poeta escuchó de nuevo a Gruñido acometer contra otra Stirge, poniendo fin a su vida.

- “Deberíamos ir a buscar los instrumentos… yo… yo… podría tocar la flauta, total ya estoy muerto… si puede servir para terminar contra uno de esos espíritus” –

Comentó al escuchar un extraño sonido de un instrumento a lo lejos, se acordó que los objetos que encontraron se encuentran en otra planta custodiados por el espíritu de una mujer.

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MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.

El Hombre Andrajoso sigue de cerca a Réquiem, echándole encima su aliento apestoso. Después desliza su afilada cuchilla de guerra encantada por la garganta del poeta, quien puede sentir la presencia próxima de su propia muerte, pero sin morir todavía.