Partida Rol por web

Strong asintió, dispuesto a preguntar más, cuando las últimas palabras de la mujer interrumpieron su conversación.

- Era cuestión de tiempo. - Comentó. - Si no le importa, dígales que le comentó nuestras sospechas sobre Ella a algunas personas inocentes, como usted, pero que alguien afirmó que Ella era inocente y le creímos. Que después de eso pensamos que Lila intentaba encubrir a alguien que no era Ella. Si quiere echar la culpa directamente a alguno de los que quedan, hágalo. - Propuso. - En ese caso yo usaría al fotógrafo, pero confío en su criterio. - Dijo. Acto seguido cambió su postura para sacar de su bolsillo dos objetos: el brazalete de Lila y la baraja de cartas de Thorton.

- He encontrado esto en los cuerpos. - Le comentó. - Tengo algo pensado para la baraja, pero habría que ver qué hacer con lo otro. - Dijo antes de alzar la vista, enfocando los ojos de la forastera. - ¿Cree que usted corre peligro?

Adam Strong emitió un suspiro de alivio al escuchar la promesa de su amiga y entonces terminó de dejar caer su cabeza, cubriéndose la cara con ambas manos. Desde ahí escuchó cómo ella empezaba a recoger, y fue entonces cuando algo se le ocurrió.

- Susie. - La llamó, antes de dirigir una mirada al fotógrafo. - Stolesouls. Puede que tenga un plan, pero es arriesgado.

Maybelle asintió y permaneció en silencio algunos segundos. - Lo he dejado caer y al menos he sembrado la duda. A ver qué responden. Aún así, lo mejor sería que esto no se alargase mucho más. Podría terminar estallándonos en la cara.

Observó los dos objetos y finalmente negó con la cabeza. - No creo que yo esté en peligro. Podría dárselo a la señorita Watson, o usarlo usted mismo. 

Strong torció un poco el gesto ante las primeras palabras de Maybelle. Sí, debían terminar con todo eso cuanto antes. Pero terminar implicaba matar a inocentes y a amigos, y no terminaba de estar preparado para eso. O a Ella, claro. Esa era la otra opción. Él le había dado una salida: le había dicho que lo dejara. Sin embargo ella no lo había hecho. Aunque bien era cierto que imaginar una vida en que Ella no estuviese se antojaba insípido y gris.

- Cuento con que esta noche termine todo. - Aseguró antes de quedarse callado, pensativo.

- Le contaré un secreto, Canary. - Anunció entonces, cambiando su postura aún sentado sobre la cama. - Empiezo a plantearme qué hacer cuando todo esto termine. - Le dijo. - Y no estoy seguro de que lo mío con Ella pueda funcionar. En estos días prácticamente ni me ha hablado. No voy a echarle la culpa a la situación, ni mucho menos, pero creo que no terminamos de conectar. Puede que las cosas no sean tan sencillas como que el amor sea o no sea puro.

- O puede que, simplemente, si dura más que unas horas no sea para mí. - Comentó de manera cómplice a modo de broma, tratando de relajar un poco el ambiente.

- Tampoco me creo en situación de decidir sobre la vida o la muerte de otros más que para sobrevivir. - Continuó. - Pero, ¿sabe? Casi me dan ganas de tirar esto - Dijo tomando el colgante de la india. - a un pozo y que sea lo que Dios quiera. A por mí no van a ir. - Afirmó, poniendo una mano sobre el rifle. Entonces emitió un suspiro largo y calmado. - Lo más sensato sería quedármelo. - Señaló mientras jugaba con él en las manos. - Lo más humanitario dárselo a Cody o a Emma. - Continuó antes de extender el brazo, entregándole el objeto a Maybelle.

- Quédeselo usted. - Le dijo con seguridad. - Yo cuidaré de los críos.

"Hace unos tres días, cuando nos despertó el tintineo constante de la campana del nuevo Sheriff" se recordó a sí mismo, inducido por la pregunta de la camarera, cuando fue la última vez que durmió seguido.

El fotógrafo sonrió con timidez ante aquella promesa que Powell hizo sobre su apellido. Le gustaba mucho que ésa mujer no perdiera ni su temple ni su humor incluso en las peores circunstancias.

Finalmente, volvió a hablar el señor Strong. Con ésa frase se había ganado su interés. Wyatt quién había clavado sus ojos al suelo perdido seguramente en sus propias cavilaciones, levantó la mirada para ir a fijarla al Reverendo. -Diga. Lo escuchamos.- Habló por los dos aunque dedicó seguidamente su atención a Susie para saber si también estaba dispuesta. Lo había invitado a seguir y no demorarse pues habían muchos cabos que creyó atados y lejos estaban de estarlo.

Cualquier idea sería bienvenida, sobretodo si era buena.

Susie parecía distraída mientras recogía los cachivaches cuando las palabras del reverendo captaron su atención. Asintió ante las palabras de Wyatt: un plan es algo que no les vendría nada mal en esos momentos. Además de mucha, mucha suerte, pero eso era harina de otro costal. 

¿Qué has pensado, Adam? La mujer cogió la silla y la situó frente a la cama, sentándose en ella.

La invitación a hablar del fotógrafo fue lo único que el reverendo necesitó para dejar salir sus palabras. Con un suspiro volvió a alzar la vista, mirando primero al hombre y luego a la mujer.

- Si de verdad queda alguien además del Coronel, será Ella. En unas horas el Coronel caerá por las votaciones, y luego llega la noche.

- Es posible que Ella no haga nada. Después de todo, puede ser inocente. Así que lo que tenemos que hacer es cubrirnos las espaldas por si acaso y, si hace algo, encargarnos de ella en las votaciones de mañana. - Aseguró el reverendo.

- Tenemos que atraer su atención hacia uno de nosotros. Si tú, Susie... - Empezó a decir un poco dubitativo. Ahora era cuando venía la parte arriesgada. - Si dices que mañana podrás traer a Rosalind una vez más, seguro que de ser una forajida Ella irá a por ti. Bastará con que Stolesouls vigile por ti esta noche. Si Ella ataca, Wyatt te cubrirá y estarás bien, y mañana lo solucionaremos. Si no ataca será porque con el Coronel todo ha acabado, y nos marcharemos al amanecer. - Propuso, sin saber qué tipo de aceptación tendría la idea.

-No tengo tan claro que el Coronel sea a quién buscamos.- Dijo por enésima vez el fotógrafo sin tapujos. -Y no me gusta la idea de poner a Susie en peligro.- Terminó de paso levantándose de la cama y negando enérgicamente con la cabeza. Para él el plan arriesgaba demasiadas cosas. -¿Por qué cambiaste de opinión?¿Sabés algo de Ella que no nos hayas dicho?¿Tienes alguna prueba sobre el Coronel? Porque a mí, me parece que el veterano lo ha dicho todo, incluso lo que lo situaba en pésima posición. Sí, es culpable de compartir no solo las ideas sino además creer con convición sobre lo que defendían como sudistas. Es reprochable, pero no podemos ahoracar a todo aquél que opine distinto siempre y cuando no trascienda en sus actos. Por lo que sé, podría ser tan malvado como yo, puesto que también hablé con el vaquero. Eso no significa que se fuera con su silla de ruedas a clavar un pico a la espalda de alguien, o pegarle un tiro a nuestro querido y entrañable McFinnegan... Creo que es alguien que viene demasiado de frente, para no admitir algo hecho a escondidas. No me cuadra.

Adam Strong escuchó la respuesta del fotógrafo y negó suavemente con la cabeza.

- A mí tampoco me gusta la idea de poner a nadie en peligro. - Dijo. - Menos aún a Susie. - Comentó antes de hacer una pausa, poniendo en orden sus ideas. - Si lo preferís puedo hacerlo yo. No sé hasta qué punto será creíble, pero me ofrezco como voluntario para exponerme. - Se ofreció, alternando su mirada entre sus dos interlocutores.

- No sé nada de Ella que no haya dicho. Ni siquiera sé si lo que Ella ha dicho es cierto. Pero sí sé varias cosas. Para empezar, que el Coronel me confesó en privado que quería unirse a los forajidos pero no me dijo quiénes eran. Eso es una forma de colaborar con ellos. Viéndolo ahora, creo que sólo intentaba ganarse nuestra confianza. También sé que si quería unirse a ellos sabía de sobra quiénes eran, lo suficiente como para formar parte del grupo desde el momento en que le diese la gana. Y por último también sé que he visto a muchas personas morir tras la Extremaunción. Cuando se rinden llegan la sinceridad y las confesiones, pero ese hombre no ha dejado de luchar todavía.

- Lo que está diciendo es justo lo que diría alguien que está a punto de ser cazado para evitar que el cerco se cierre del todo. Y sin embargo no es lo que diría alguien arrepentido. Si fuera arrepentimiento lo que siente habría confesado mucho antes.

Un silencio sepulcral se hizo con la habitación cuando el reverendo terminó de hablar. Tan profundo que podía escucharse perfectamente el sonido de las brasas de los cigarros, consumiéndolos lentamente. La mirada de Maybelle se ensombreció y se apartó del hombre para dirigirse a un punto indefinido entre las volutas de humo y la pared que había a la espalda del sacerdote. No era difícil percatarse de que las palabras del reverendo sobre la señorita Watson no le habían agradado ni un ápice a la pistolera. 

Tardó varios segundos en hablar y cuando lo hizo, parte de la camaradería anterior había desaparecido. - Quédeselo usted, padre. - Y en esta ocasión la palabra no sonó como una broma, sino más bien escupida con desdén. - Sospecho que esta noche usted y la señorita Powell serán las víctimas de los levantados. 

Adam Strong no se esperaba tal mazazo de dureza por parte de Maybelle. Casi parecía que lo que él sentía por Ella le importase más a la pistolera que a la propia Watson. Sin decir nada volvió a guardarse el objeto, meditabundo.

- Dígame, - Pidió entonces. - ¿qué haría usted? He llamado a su habitación y ni siquiera me responde. En los días que han pasado aquí habrá querido compartir conmigo palabras en... ¿Qué, cuatro ocasiones? No le voy a negar lo que yo siento por ella, Maybelle, pero quizá no sea recíproco. - Valoró por primera vez. Y tras escucharse a sí mismo casi se avergonzó de estar pidiendo consejos sobre mujeres a aquella pistolera.

Maybelle contempló al sacerdote en silencio durante unos instantes. Al fin y al cabo, no dejaba de ser un hombre. Desde el principio de los tiempos todos los seres del sexo masculino habían tenido el mismo problema para entender a sus compañeras. 

- Quizá necesite tiempo. Tal vez esté abrumada por toda la situación. Por el amor de Dios, ha estado horas bebiendo sola. Es evidente que todo esto la está afectando sobremanera. Usted debería tan sólo estar a su lado y apoyarla. Cuando salgamos de este agujero del demonio seguramente reaccionará y podrán vivir tranquilos, rehacer sus vidas en otro lugar, con los niños. 

Se sintió absurda en ese momento, dando consejos sobre amor a un sacerdote cuando ella misma no tenía ni idea de cómo funcionaba más que por haberlo visto en otros. Se encogió de hombros. - Yo no sé cómo se mantiene el amor. Tan sólo sé reconocerlo cuando lo veo. Pero usted no es un cobarde, Adam. La señorita Watson le ama y lo daría todo por usted. 

A Susie le daba vueltas la cabeza.

Está bien, hagamos eso. Yo diré allá afuera que mañana devolveré de nuevo a Rosalind a la vida. Wyatt me protegerá durante la noche por si alguien intenta atacarme. Pero... ¿Cómo lo sabremos?

La mujer solo quería acabar ya con todo aquello. 

- Supongo que si alguien trata de ir a por ti y Stolesouls intercede él lo sabrá, ¿no? - Preguntó Strong mirando al fotógrafo. - No creo que se amedrenten sólo con verle por ahí. - Dijo antes de quedarse un par de segundos callado, valorando las opciones que tenían.

- El voto del Coronel no hace más que reafirmarme. - Continuó luego. - Habla de que deberíamos desconfiar de Ella, pero me vota a mí después de haberme seguido y comprobar lo que hacía. No tienen ningún sentido.

Al fotógrafo no le gustaba nada aquél plan, se le notaba en la cara, pero si Susie había aceptado no era quién para llevar la contraria. Con resignación y muy a regañadiente no le quedó otra que encogerse de hombros y aceptar. Después de todo iría sí, o sí a por todas a defender a la camarera, aun al precio de su propia vida, y eso el Reverendo lo sabía tanto o más bien que él.

Wyatt pareció malhumorado lo que quedó de aquella reunión. No le gustaba ni pizca lo que veía, ni lo que oía, ni mucho menos lo que adivinaba. Todo iba mal, y se le antojaba que iba a ir mucho peor antes que mejor.

No obstante se guardó sus autenticas opiniones hasta que el Reverendo hubo salido de la habitación de Susie.

-No me gusta nada.- Objetó el fotógrafo con un murmuro. -De lo que nos ha contado no cuadra la mitad. Está claro que nos está usando de peones pero... ¿Para qué juego? Me da miedo equivocarnos en ésta votación eliminar a otro inocente porque esto nos dejará expuestos a ti y a mí. Seríamos los siguientes objetivos lógicos.

-Ésta mañana ha dicho que de todos con los qué habló... con quién más confiaba de los entrevistados era Ella. Ni el Coronel, ni Maybelle (que por cierto, también me habló ella y la creo), ni tú, ni a mí nos mencionó. Como si pudiesemos ser culpables. Luego, ahora nos viene y nos dice que si las muertes siguien seguramente sea Ella (y eso que hace dos segundos defendió como aplastó a la pobre Rosalind con una pala). ¿Soy solo yo?¿No es raro? Ya no sé si es que estoy desquiciado por la fátiga.

-Sólo ha venido a pedirnos, pero no nos ha contado nada. Sabe mucho y guarda más. Tampoco ha mencionado su herida, estaba frotándose el hombro o la espalda. Creo que el Sheriff se refirió a él en cuanto a qué los muertos mordieron a alguien. Y tampoco entiendo como puede guardar dos opiniones respecto a Ella. Si nos equivocamos con el Coronel... ¿Qué haremos? Creo, repito, que, sea quién sea que nos la juega, vamos a ser los siguientes.- Murmuró de nuevo con convicción. -Si nos quedan cartas para jugar, creo que ahora es el momento, luego, me temo que será tarde.

Entonces Stolesouls sacó un pequeño reloj de su bolsillo. Quizás alguna vez Susie lo habría visto, pues había sido propiedad de Thorton. Lo había encontrado cuando fue a quemar el cadáver. -He encontrado esto, en el bolsillo del crupier.- Anunció. -Pensé que era una reliquia familiar sin importancia e iba a devolvérselo al bolsillo. Pero cuando miré en él, vi que era un espejo, que primero mostró mi imagen, pero que luego, no mostraba mi reflejo sino que ¡me mostraba a mí vigilando por las noches!- Se lo prestó un momento a Susie para que lo examinara. -Tú entiendes de éstas cosas. Echale un vistazo. Si es lo que creo, podría ayudarnos...**

Susie esperó también a que el reverendo saliera de la habitación para cerrar la puerta y asegurarla de nuevo con la silla. Ya no se fiaba de nadie, excepto de ellos mismos. Se sentó en la cama junto a Wyatt y notó lo malhumorado que parecía, comprendiendo sus sentimientos: aquello era el caos. Tenían muy cerca el poder acabar con todo; pero a la misma vez equivocarse podría ser fatal para ellos. Escuchó las palabras del fotógrafo con atención.

Tienes toda la razón, Wyatt. La mujer le cogió de la mano sin ningún reparo. Parecía distraída, sin embargo. Su cerebro parecía procesar toda la información. ¿A cuántas personas puedes proteger esta noche? Porque sinceramente, ya no me fío del reverendo. Me parece que va aquí y allí moviendo sus hilos, contando la información que le parece y la que no, se la guarda. Desde el principio ha procurado ganarse la simpatía de todos, basándose en que nos conocemos desde hace mucho tiempo. Pero a Red también lo conocía desde hacía mucho tiempo. Y a Giesie lo he visto prácticamente crecer. 

Cogió el reloj que Wyatt le tendía y lo examinó con los ojos brillantes. Esto puede ser justo lo que necesitamos, Wyatt. La mujer parecía nerviosa de repente. Se levantó y comenzó a caminar por la habitación, examinando el objeto con curiosidad. Escúchame bien. No sé si el reverendo está herido o no, lo que sé es que con esto tal vez podamos asegurarnos de su inocencia o culpabilidad. Dependiendo de lo que veamos, esta noche me encargaré de él. Y si es realmente inocente, entonces me encargaré de Ella. El coronel ya está perdido, y no siento pena por su alma, pues es una persona de corazón negro al igual que los asesinos. Pero con este objeto... quizás podamos decidir entre Adam y Ella.

La mujer le miró con una sonrisa triunfal. Guardo una pócima especial para el último de los forajidos. ¿Podrás protegernos a ambos esta noche?

Ya nada tiene sentido, Adam. Susie suspiró con aire pesaroso. Aún así, me parece bien el plan. Tenemos todavía unas horas para descubrir algo más sobre Ella, sobre todo por qué fue a por Rosalind.

De hecho... la mujer se levantó y se dirigió hacia la puerta. Me gustaría tener unas palabras con ella. De mujer a mujer.

Con un simple gesto todas las preocupaciones se esfumaron, como si jamás hubiesen existido, como si no pendiera una hacha afilada sobre sus cabezas. En cuanto Susie tomó la mano a Wyatt, éste sintió el corazón galopeando dentro de su pecho, amenazando por desbordarse. Aun así, pudo armarse de valor y hacer un esfuerzo para intentar seguir sus observaciones.

-No sé... en el caso de que sea corrupto.- Empezó a sugerir pensativo. -No estoy seguro que siempre lo haya sido. Es verdad que siempre ha sido muy velado con su información. Va con cartas marcadas, esto es seguro pero puede que en un tiempo lo hiciera para protegernos o por no saber a quién confiar. Pero ahora... nuestras cartas, tuyas y mías no pueden ser más claras, y aun así sigue sin fiarse. No sé si no habrá cambiado.- Dijo sin atreverse a apartar la mirada de la puerta y las sombras que pudieran dibujarse por debajo, en un ademán de querer asegurarse que no los espiaban.

-Cómo dices, llevamos mucho tiempo en éste pueblo (tú muchísimo más que yo) y jamás habríamos sospechado nada parecido de todos ellos. Es verdad...- Añadió con la tristeza de descubrir tal realidad. -Que las guerras muestran la verdadera naturaleza, sea lo mejor y lo peor de las personas.

El olor tan próximo de Susie lo embriagaba y le costaba pensar en otra cosa que no fuese ella. Pero de pronto, cuando ella se levantó entusiasmada con aquél objeto, el fotógrafo pudo sacudir esa sensación de su cabeza y centrarse de nuevo en el tema, aunque echaba en falta el calor del contacto de su cuerpo que sentía al haber estado sentados de lado.

-Esperemos que no sea tarde.- Afirmó cuando manifestó su plan. No obstante, tenía una sonrisa tímida y medio escondida, preparado para ponerse a reír de alegría, no solo por verla entusiasmada y convencida de haber dado con la llave, sino porque además, crecía una euforia dentro de él pues el plan podría funcionar.

-¡Lo intentaré!- O daría la vida por ella. Aunque aseguró Wyatt sin saber seguro de ser capaz de protegerse su espalda a la vez que la protegía a ella. -En todo caso, deberemos de permanecer juntos.- Obviamente no usó la frase "pasar la noche juntos" porque no le pareció apropiada y podría ofender a la dama, en caso de malinterpretarla. -Si no estuviesen esos muertos a no sabemos que parte del desierto... Te sacaría bien lejos de aquí y nos llevaría a un lugar seguro. Pero ahora, me temo que es tarde y podríamos vernos rodeados antes de siquiera darnos cuenta.

-En cuanto al Coronel... Ya lo he dicho. No puedo condenar a un hombre solo por tener malos pensamientos. No es lo mismo cometer un crimen que pensarlo. No puedo vivir el resto de mis días pensando que mi voto ayudó a la muerte de un hombre que podría ser inocente. Así pues... no me quedará otra que votar a alguien que sepa que no morirá, sea Ella o el mismo Reverendo.- Concluyó.

Entonces se acordó de la entrevista que había tenido con Maybelle. -¡Por cierto! Antes de venirme aquí la cazarrecompensas me siguió a mi habitación con el pretexto de recuperar sus pertenencias. Ha sido breve en su exposición, y no ha querido ser llamativa. Quizás sea que quiero creerla, pero parece que no alberga tampoco ningún mal. Tan solo me ha dicho, que cuide de ti. He pensado que bien valía decirlo.- A veces contar toda la verdad podía ahorrar confusiones futuras, al fin y al cabo ellos dos iban al mismo barco y si se hundía uno (pudiera admitir o no Wyatt sus sentimientos) el otro se hundiría con él. Porque a pesar de no atreverse a confesárselo y afrontar una negativa. Amaba a Susie y no podría vivir sin ella.

Cuando Susie capituló, el lavandero se encogió de hombros. -Haré lo que diga ella.- Dijo al final Wyatt con conformidad. Lo último que ayudaría era ir cada uno a la suya. Y hasta ahí no sabía si todo estaba dicho pero no olvidaba que él era el invitado en ésa conversación.