Partida Rol por web

Asintío a las damas orgulloso. Seguro que había causado buena impresión. Si esque la vida se vide mejor del lado "salao" y no siendo tan estirao como los ingleses medios.

Cojo mi equipaje...no me ofrezco a cogerselo a una dama porque....no soy del servicio. Soy un caballero, pero no una mula, que luego vamos a las Boutiques a París y....nah! Sean no era de esos.

- ¿Disculpe Señor Dyle, donde debería llevar mis maletas?

Contesto amablemente a la dama que se dirigió a mí*:

-La señora y el señor de la casa no se hallan en ella, o al menos no los hemos visto todavía. Nosotros -refiriéndome al servicio- llevamos unos días aquí, preparando la llegada de ustedes, y esperamos haberlo hecho a su gusto. 

Me resultaba chocante ver de pronto la casa tan llena. Resultaríamos poco servicio para tantos invitados, realmente. Tendrían que haber traído a más gente, pensé con disgusto. Pero el trabajo nunca me molestó. Acomodé las cosas de los invitados cada una en su lugar, y me situé en una esquina del hall, atenta a todo lo que sucedía. 

Realmente era un grupo de gente muy variopinto, que atrajo mi atención a la ver que mi curiosidad. Parecían tanto de alta alcurnia como de baja, y de las más variadas procedencias. Algunos me resultaban ya simpáticos, y a otros apenas les había conocido. Esperaba que pertenecer al servicio de la casa no supusiese barrera para tratar con ellos.

Owen agradeció las prontas respuestas de los invitados e intentó arreglarselas de la mejor manera posible para no ofender a ninguno de ellos, saludando a aquellos que solo le daban indicaciones y respondiendo a aquellos que le dedicaban alguna cuestión.
Primero respondió al hombre del smoking Me consta que el señor Alfred está ya con la asignación de habitaciones y les informará en breve
Tras el feo que le había realizado con anterioridad a Everet no rechazó su ofrecimiento y bebió un vaso de agua fría que, dicho sea de paso, le supo a gloria Tenía toda la razón, aveces hay que tomar un pequeño descanso, gracias por la atención.
Vió luego a uno de los invitados dirigirse hacia el señor Alfred, que al parecer también estaba muy atareado con las preparaciones, así que se dirigió hacia él (*) Permítame que le lleve las maletas Si accedía a ello le llevaría las maletas de buen grado junto con las demás, sinó seguiría con las pequeñas

- Ohhh, muchas gracias...ummm señor...disculpame, no atendía cuando dijo su nombre... 

Owen responde mientras coge sus maletas Espero que en breve el señor Alfred pueda indicarles ya donde están sus habitaciones, una vez eso suceda les llevaré allí las maletas. Tras el intercanvio de palabras Owen se aleja. Uno diría que no es demasiado rápido moviéndose, pero a la vez es dificil verlo parado o descansando. En su mano o sobre sus hombros, cargado con una o varias maletas, su velocidad nunca disminuye ni le tiemblan las manos, mucho menos la valiosa mercancía que transporta. Es como un tanque: lento y seguro.

- Pues yo preferiría que alguno de los dos fuese americano. Seguro que tendrían muchas cosas interesantes que contar del Nuevo Continente. Por cierto que pienso que deberíamos visitarlo alguna vez, Wesley. He oído que es espectacular. 

Penny caminaba por el pasillo colgada del brazo de Wesley y sin abandonar su charla.

- Supongo que alguien habrá que sepa tocarlo, si no... ¿Para qué lo querrían? Espero que me concedas el primer baile antes de que alguna jovencita llame tu atención. - Rió con facilidad y contempló rápidamente el hall cuando el pasillo se abrió. 

- Vaya, Tengo que decir francamente que la anfitriona tiene un gusto exquisito. ¿Verdad, Wesley? - Al entrar en la sala soltó el brazo del hombre para empezar a recorrerla, contemplando cada rincón con una innegable curiosidad. 

Algunos de los otros invitados parecían estar entrando también y se llevó una mano al pecho suspirando con alivio cuando el mayordomo afirmó que los equipajes ya estaban en las habitaciones correspondientes. Lo cierto era que Penny estaba deseando que se las asignasen para poder subir a echarle un vistazo y refrescarse un poco antes de cenar. Pero parecía que tendrían que esperar un poco, así que la joven continuó dando vueltas por el hall, observando todo con una sonrisa en los labios y saludando con una inclinación de cabeza a todo con el que se cruzaba.

Buenas tardes respondió al saludo que la señorita Barrow le hizo con la cabeza mientras contemplaba aquel fastuoso hall. Los sillones de madera tapizados con telas de calidad, las mesas de robusto noble, el marmol blanco de las columnas... Todo aquello estaba al alcance de unos pocos bolsillos y Erasmo se alegró de estar allí salvo por tanto invitado allí reunido. No le gustaban las multitudes y se sentía algo incomodo ante tanta etiqueta.

Un vodka 7 con un toque de soda y corteza de limón por favor le dijo a la joven sirvienta. Si tenia que soportar a tanta gente iba a necesitar un buen trago.

La nicotina entra por mis pulmones. Mi mirada se pierde en el blanquiazul del mar. Oigo voces de fondo. Se la ve toda una dama. Pienso en referencia a la Srta. Miles. Poco a poco el cigarro se consume. Lo tiro al suelo y lo piso Viejas costumbres, pienso observando el delicado satín negro que cubre mi pie bailar sobre el resto del cigarrillo.

Caballeros, digo con una expresión seria, no creo que deban acosarla para que beba. Con todos mis respetos, métanse en sus asuntos. Un silencio precede a mi intervención cuando la camarera trae las copas. Justo a tiempo. Alargo el brazo y me hago con una de las copas. 

Doy unos sorbos en silencio. De repente una brisa fría intenta llevarse mi tocado. Tal vez sea el momento de retirarse. Srta. Miles, caballeros, y si entramos al interior de la casa. El sol está a punto de ponerse y corre una brisa nada aconsejable. Les observo. ¿De que va todo esto?, me pregunto esperando su reacción.

Con las palabras de la Señora Dupont Everet se siente realmente incomodo, el no es de discutir y menos con una mujer, pero esas palabras se le clavan dentro, mira a la mujer con el rostro torcido y por educación espera a responderla cuando ella termina de beber.

 Sus respetos y nuestros asuntos creo que van en direcciones opuestas Señora ,creo que si hubiera escuchado mejor se daría cuenta que no la hemos acosado es mas le hemos indicado que con agua también se puede brindar, si le he dicho de beber a sido meramente por su salud, Señora…., este clima tan peculiar puede afectar a una Dama… bueno veo que solo a algunas …

Everet da un trago a su copa con desgana y la deja en su bandeja.

 Señora creo que si mira a la derecha tendrá mas suerte con esos caballeros si quiere un poco mas de atenciones, gracias y que pase un buen día. 

La Srña. Bennett escucho con estupor y asombro a partes iguales las palabras del servicio respecto a los señores de la casa como por las palabras de una de las invitadas, decoradora tal vez, ¿o periodista? ese lugar estaba lleno de personas de muy distinta índole, tenia ganas de saber las verdaderas razones de que su amiga la invitara unicamente a ella, y no a su marido, y al resto de los presentes, pero antes debía agradecer y responder..

-Muchas gracias niña, no te molesto mas.-Se despidió de Eleanor Morstan.-La casa realmente esta muy limpia para ser unicamente tres personas.-Decidió alagar un poco su trabajo para que no se desanimara al tener que servir a tantas personas y continuo caminando.

-Es extraño querida.-Ahora se dirigía a Elisabeth Cavendish.-Miss Oliver es inglesa, pero su actitud es mas propia de una americana. ¿Que clase anfitrión no esta presente para saludar a sus invitados? Y mas cuando somos tantas personas aquí haciendo tantas preguntas, no la recordaba tan decorosa, la verdad.-Aunque realmente no la recordaba en absoluto, ni de aspecto ni de carácter, tan solo su nombre y la sensación que ha veces se tiene de a ver conocido a alguien hacia tiempo.

Y mientras aquella mujer volvía a su libreta, curiosa afición para una mujer. Prudence observa bastante indignada como aquella descocada de sirviente ya estaba rodeada de hombres jóvenes babeando por sus desvergonzado uniforme, no entendía como siendo unicamente dos sirvientas en toda la casa cada una vestía de distinta manera.

-Disculpe mi curiosidad querida, ¿Pero puedo saber que esta escribiendo?-Aparto la mirada de aquella descocada y se centro en la mujer* que la había hablado, si era periodista lo ultimo que quería era enterarse por terceros.

Aquella mujer(*) realmente parecía tener pocos modales. A Martin le pareció divertido reprochárselo con sutileza:

- Lamento que haya confundido nuestras palabras, señorita, pues estoy seguro de que ninguno tratábamos de agobiarla. En cambio, creo que usted ya está bebiendo por ambas. Pero claro, ése no es mi asunto y no me meteré en él, tal y como nos solicita amablemente. Por cierto, acepto su invitación de entrar.

Martin aceptó gustoso entrar en la casa junto a aquella mujer que, seguramente, iba a animar la estancia allí.

Por fin, la ansiada noticia para más de uno: - Las habitaciones ya están preparadas y pueden ocuparlas cuando gusten.

El servicio acompaña a quien así lo desee a sus respectivas habitaciones, donde podrán asearse para la cena. Todas las habitaciones disponen de su propio cuarto de baño, para mayor comodidad de los huéspedes.

- La cena estará lista en breve.

Para cuando Owen acabó la primera parte de su trabajo muchos de los presentes ya estaban dentro del edificio y la luz del día parecía dar sus últimos coletazos.
Así que, antes de subir hacia arriba y empezar a distribuir ya definitivamente las maletas en su correspondiente habitación, se acercó a aquellos de los invitados que le habían preguntado directamente por la habitación yles informó tanto del número de puerta como de la planta en que se encontraban. Dió unas cuantas vueltas entre los invitados para ayudar al resto del servivio a propagar la noticia y, cuando solventó este asunto, habló un momento con sus compañeros para preguntarles cuales eran sus maletas (ya que eran las únicas que no había visto junto a sus dueños) y, tras ser informado, desapareció en dirección a las escaleras de la planta superior.

Cuando el servicio indica que las habitaciones están listas, me despido cortésmente del doctor con el que estaba hablando y de todos los presentes interesados y me acerco a Owen para pedirle me guíe hasta mis aposentos.

Si es tan amable de indicarme el camino hasta la habitación que me ha sido asignada... - dejo la frase en el aire con su pregunta implicita.

Confío en que el hombre me pueda guiar hasta la puerta o indique a alguien del servicio para que lo haga. Sea quien sea, supongo que no haré el camino hasta la habitación en solitario.

Cuando abandonemos la habitacion donde se encuentra el resto de invitados, me presento a Owen* y aprovecho para hablar con él sin romper las normas de cortesía.

Hermoso lugar, ¿no cree?. ¡Oh! Por favor, llámeme Gustave, ahora que no están todos los invitados ni sus jefes no es necesario que mantengamos las formas tan rígidamente. ¿ambos somos seres humanos, no es así? Me gustaría poder dirigirme a usted sin tanto convencionalismo y que usted pudiera hacer lo propio conmigo...¿Cual es la habitacion de nuestros anfitriones?

Después, al llegar a la habitación.

¿Existe algún modo de ponerme en contacto con ustedes por la noche si deseo algo o me gustaría abandonar mi habitación?... A veces me invade la inspiración por las noches y quisiera un entorno más agradable para trabajar que mi habitación - Añado como explicación. - No seria respetuoso por mi parte ni para ustedes deambular por la noche sin al menos avisarles

Claro, yo mismo le acompañaré, le respondió rápidamente y lo guió hacia la escalera de la planta superior, alejándose de los demás invitados.

Owen guió a Gustave hacia la escalera De hecho me viene de paso, su habitación está justo al lado de la biblioteca, sígame. Mientras se acercaban a aquellos lugares -y mientras seguramente Gustave se preguntaba que tenía que ver la biblioteca con su habitación- Owen entabló una breve conversación con él. Encantado,Gustave. La pregunta sobre cual era la habitación de sus anfitriones le pilló de sorpresa. La primera porque era una pregunta demasiado directa ¿Para que querrá saberlo?. Se quedó callado un momento que Gustave pudo interpretar de muchas maneras diferentes. Tras hacer algo de memoria Owen descubrió qué era lo que más le había sorprendido de aquella pregunta, y es que no sabía la respuesta Mi memoria creo que no es la que era, no recuerdo la habitación. De hecho diría que no he leído su nombre en el reparto de habitaciones Justo en ese momento llegan a la biblioteca, Owen se adentró y al momento salió cargado con las maletas de Gustave. Justo al lado de la biblioteca estaba la habitación de Gustave, entró tras este con las maletas y respondió su última pregunta. La biblioteca es un lugar agradable para escribir, aún así yo suelo acostarme tarde. Si la propuesta aún sigue en pié y yo no tengo mucho trabajo podamos hablar más tranquilamente. Por ahora tengo trabajo y...necesito el dinero. Owen le explicó brevemente donde estaba su habitación y que la compartía con Aldred, seguramente este estuviera también más que dispuesto a ayudar a cualquier invitado. No le dijo donde estaban las habitaciones de sus compañeras porque ellas debían descansar y, bueno, eran mujeres así que debía alejar a los posibles buitres de ellas, incluso si Gustave no parecía uno de ellos Si me disculpa. Tras la respuesta de Gustave Owen se dirigió otra vez hacia la zona donde estaban congregados la mayoría de invitados.

Oh, Everet, Martin, respondo con una maliciosa sonrisa en los labios, no pretendia que se pusieran a la defensiva. Les miro fijamente, atravesando con mis pupilas oscuras sus pretenciosas personas. Yo solo ofrecia mi opinion a quien quisiera oirla, les miento mientras interiormente rio sin control. Tal vez no se trate de trabajo, pero esta claro que mal no lo voy a pasar. Alcohol, lujo, y un grupo de papanatas que harian las delicias de Moliere. 

Y respecto a su ofrecimiento, Sr. Schuls, no dude en que su compañia es mas que grata. No cambiaria de acompañante por nada en el mundo. Si hay algo que domino es la ironia. Tantos años en Inglaterra me ha enseñado a que estos personajillos sin caracter ni personalidad son maestros de la mentira, y aunque odie ponerme a su nivel, si quiero pasarlo bien tendre que hacerlo. Total, solo seran un par de dias, me digo mientras de fondo el grandullon me ofrece su brazo para acompañarle.

Estimado Martin, sera un placer acompañarle hacia el interior. Estiro el brazo y rodeo el suyo con cortesia. No soporto el olor a salitre en mis ropas, y el tocado esta a punto de desmoronarse, pienso recordando el golpe de aire. Si fuera usted tan amable de acompañarme hacia mis aposentos, prometo hablarle de como conoci al jovencisimo Benny Goodman en una de las fiestas a las que acudi.

Asiente sonriente a las respuestas de su hermana. - Me encanta que seas tan abierta. - Responde acercándola a sí mientras caminan juntos. - Si conseguimos suficientes libras, te prometo que iremos. - Le dice algo distraído reparando en todos los invitados mientras mantienen el paso. - El primer baile, te recuerdo, siempre es para mi hermana. - Dice en bajo con la cabeza inclinada hacia ella. Va a decir algo más, pero se ahorra el comentario.

Se hace con cada detalle de tan lujosa mansión como nunca visitó ni imaginó estar debido a sus orígenes tan humildes. - Sí, Penny... Lo tiene. Y también tiene los medios para mostrar su buen gusto. - Responde a su hermana, bastante escueto. A continuación en el reparto de habitaciones se separar sutilmente de Penny. - Vaya, hermanita, parece que estamos muy lejos. Supongo que querrás ir a visitarla, ¿no? La mía está en esta planta. - Le dice pausado. - Te espero. 

- ¿Oh, así que la conoce? Bien, quiero decir... -Aunque con la mano aún apoyada en la libreta y la estilográfica preparada para escribir, aparté la vista de las notas para centrarla en la mujer que conversaba conmigo. Realmente no sabía de qué me extrañaba, si habían sido invitados, tendrían que conocer a esa persona, pero también se suponía que yo tenía que hacerlo, y únicamente recordaba el nombre. El nombre. Que es justamente lo que menos me importa de una persona y que, precisamente por eso, olvido lo primero.- Una pequeña crónica. -Respondo finalmente, con una sonrisa de satisfacción en el rostro.- Aunque vengo aquí en calidad de invitada, no puedo resistirme a enseñarle a la gente de a pie lo que se cuece en una mansión como esta. -Eché una rápida mirada a la actriz, y después a la sirvienta que tan amistosa se mostraba frente a los varones presentes.- Supongo que mi vocación me puede. Soy Elisabeth Cavendish. Un gusto conocerla.