Partida Rol por web

- Otro más... Digo despacio mientras doy vuelta mi cuerpo y mi cabeza a ver desde donde provenían los quejidos. El espectáculo era más llamativo que el anterior, ahora podía ver in citu desaparecer el brillo de los ojos de aquel individuo, tampoco compartí con él.

- Jajajjaa Este festín está entretenido, niña tonta, despierta de una vez por todas o las próximas en caer seremos nosotras!! Dice con cierta gracia y preocupación la voz. - Si no lo haces tu tendré que tomar el control yo... Y sabes que eso no te gusta... Jajajajajaja!!

Mi mirada se mantiene contemplando los últimos movimientos del tipo que parecía un grifo de sangre. Estos últimos días eran días intensos llenos de placeres para mi.

Como podia se limpio los restos que ensuciaban aquel lindo rostro lleno de gritas tipicas de su legado. Al reponerse un poco observo con calma lo que hacia el resto, quedandose con su mirada en quienes se encargaban de hacer algo respecto tanto por Roy como por el panda. Lo mismo no se podia decir por el primero en morir que nadie parecia darle un especial cuidado.

Aunque su atención volvió a moverse esta vez junto al chico que por un momento pensó que sufría lo mismo que ella, hasta que se dio cuenta que este solo expulsaba sangre por la boca. Poco después cuando lo vio en el suelo sin mostrar movimiento alguno fue que entendió que habían perdido a otro mas.

“Esto no puede estar pasando…” comento asustada dirigiéndose con cierta celeridad de vuelta hacia Alastor, que a diferencia del árabe no se habia acercado a alguno de los cadáveres, lo que le ayudaba a no sentirse mareada y además lo hacía mas seguro. “Lo ultimo que dijo el chico fue que haría algo, cierto?” pregunto a quienes se encontraban cerca de èl antes de su muerte. “Luego advirtió a la niña y a todos en no confiar en nadie.” Comento sin saber que mas decir, pero pensando que si recordaban las palabras del chico podrían encontrar quien habia sido el causante de tal asesinato.

- ¿Y ahora qué? - pregunto cuando veo caer muerto al chaval de las cartas. Tremenda extravagancia de arma, dicho sea de paso, acorde con el carácter extraño del chico. Pero al margen de las rarezas lo que más me importa es lo súbito de la muerte y lo aleatoria que ha sido. Claramente parece veneno o... algún tipo de poder del legado de Melknhar. Con cuidado me agacho para olfatear los cigarros del muchacho, buscando algún rastro de veneno en los mismos.

- Está claro que quien esté haciendo esto se mueve rápido... - Tendré que tener cuidado de no comer nada que pueda contener veneno... lo que podría ser cualquier cosa realmente. 

Estaba de pie cuando volví a ver luz en una nueva inscripción. La anterior no había traído nada bueno, por ello, mi cuerpo se tensó. Temiendo lo peor, escuché el chasquido de un mechero. Me desvié hacia el joven de mi legado, el rubio Grovehn. 

Con apenas haber posado el cigarrillo en sus labios, la sangre comenzó a fluir del interior de su ser, al exterior, dejando en las piedras parte de él. Atraía por su color me acerqué mientras se iba desvaneciendo. Una vez caído me arrodillé con gesto misericordioso y serio.

- Tu no...- le susurré sintiendo la pena de haber perdido a un hermano. Seguidamente, notando aún las tenues palpitaciones de vida que se escapaban de su cuerpo, lo cogí y lo coloqué en mi regazo. Acerqué mi rostro a su mejilla. Cerré los ojos mientras las bocanadas de sangre impregnaban mis albinos rasgos - todo acabó para tí, pero ahora tendrás paz- como el agua del manantial, sentía las caricias liquidas de la sangre, pero ésta vez, caliente y reconfortante. Respiré hondo.

Alzándome de nuevo y con las pupilas dilatadas miré al resto - es inútil huir, pero es necesario defenderse.

Me encontraba observando fijamente el cadaver del hombre y su mascota, intentando recordar sus ultimas palabras en la reunión -Quizás hubiera dicho algo que comprometiera las verdaderas intenciones de algunos de los presentes. No tuve apenas tiempo de recapacitar, cuando de repente observo como otro de los asistentes cae al suelo de rodillas, con expresión de temor e incredulidad. De su boca comienza a brotar sangre y enseguida me doy cuenta de que ha sido envenenado.

Una vez en queda en el suelo, inerte, me dispongo a revelar mis conclusiones:

-Dos muertes en un día... está claro que no puede ser obra de una sola persona. Si observamos los cadáveres y la manera que han tenido de perecer, no hay ninguna concordancia. El primero ha sido golpeado con ensañamiento mientras que este chico ha sido envenenado-afirmo con claridad.

-Algunos de los que estáis aquí presentes, habéis sido los causantes de esta masacre. Pagaréis por ello, no os quepa la menor duda.- Dicho esto, paseo mi vista por todos los que quedamos en pie.

Mis ratas se encuentran nerviosas y hambrientas, así que ante la mirada de todos, proclamo un leve susurro. Toda mi manada presente, se abalanza sobre los dos cadáveres y el animal fallecido, para dar comienzo a su festín.

-Al menos, los muertos servirán de sustento para los vivos...

Desde su posición apartada Olenna observa la discusión que rodea a la niña sin que esta participe. Está apoyada con la espalda en una pared y el bastón al lado, mirándolo todo con ojos atentos y expresión reflexiva. Las palabras de la chica del búho llaman su atención y frunce el ceño.

—¿Qué sabes de Oldland? —pregunta de manera directa, como si sólo con esa frase algo hubiera cambiado en su visión de la chica.

Sin embargo antes de recibir respuesta Olenna siente un aroma conocido: el de la muerte. Lo busca con la mirada y al ver de quién se trata la sorpresa tiñe su rostro. No llega a ponerse en guardia: sabe que no es necesario. Y cuando el chico cae al suelo sus palabras y su mirada se dirigen hacia chica del lobo.

—¿Esto también puede ser o no ser parte de lo mismo? —le pregunta con cierta acidez y escepticismo.

Y no son las palabras del hombre rodeado de ratas las que captan la atención de Olenna, sino el movimiento de sus alimañas. De manera presta se pone en medio, entre los animales el panda, y dedica al Eve una mirada desafiante.

—A ella no.

De nuevo la muerte hacía acto de presencia...

Estaba junto a Theora y Nimay un tanto pensativa mientras escuchaba las acusaciones por parte de algunos, ya comenzaba a gestarse la paranoia grupal y se manifestaba a través de palabras, en vez de analizar los hechos y encontrar el verdadero motivo. 

La desconfianza reinaba entre nosotros. 

Podía percibirlo, incluso ni la niña se salvaba de ello ya que varios la incluyeron en el grupo de sospechosos. Sin embargo, justo cuando estaba por decir algo al respecto, el muchacho de las cartas muere delante nuestro. Negando con la cabeza, observo detenidamente la piedra escrita y a los pocos segundos se ilumina otro más. No digo nada, me guardo los pensamientos ya que esto parecía estar dictaminado, como una orden del destino. 

La causa era simple de analizar porque solo el veneno generaba esas cosas, ahora me preguntaba como podía ser que ese chico fuera envenenado delante nuestro. Nadie a la vista de todos le ofreció algo, así que pudo haber sido mordido o el grupo de jóvenes que estuvo con nosotros, la noche anterior, inició esto adrede para que nos matemos entre todos. 

Y es Olenna quien capta mi atención haciéndome una pregunta, noto el tono pero mantengo la calma. Mi mente continuaba atando cabos y algunas conclusiones tenía.

-Yo creo que en vez de señalarnos con el dedo analicemos la situación en profundidad. ¿Por qué culparnos? Nadie se ha dado cuenta que estas muertes son las semillas que generarán discordia entre nosotros, algo adrede y tal vez ellos fueron los artífices de esto. Primero el chico del panda, que claramente estaba en desacuerdo y se lo veía inofensivo. Ahora él, que se atrevió a desafiarlos. Esto es una señal... Y lo que al parecer Odland espera de nosotros. Todos despertamos hace poco pero no sabemos porque hemos dormido y que ha sucedido en verdad, en las mismas condiciones. ¿Y si todo fue un plan maestro para llegar a este punto? Pues me lo estoy pensando, atando cabos y viendo más allá de lo que se muestra. Hay un motivo y me gustaría saber cual es. - termino por decir a todos para luego centrarme en la niña y acariciar su mejilla. 

Como era de esperar y ante la inminente muerte de aquel joven, Tyr se queda a mi lado observando todo. 

A penas lograba comprender por qué Roy había muerto, sentía especial empatía con él por Linda, la curiosidad de la panda al verme por primera vez, había cautivado mi atención infantil y esperaba jugar con ella, pero ya no podría ser, alguien se había encargado de eso, Roy me recordaba en sus ojos a mi padre; ahogue mi llanto en el hombro de Nimay, quien junto a Deidre me animaban, aunque las palabras de la pelirroja eran más duras, realistas, algo que no quería aceptar, pero Roy no volvería.

Mis ojos brillantes de esperanza se aferraban al consuelo de Nimay…él lo solucionara…pensaba mirando a  Wardjan quien también se mostraba afectado por lo ocurrido. Varios me aconsejan no confiar en nadie, ¿pero cómo no hacerlo?, había visto la muerte de cerca, pero no de esta forma y estaba aterrada, poco a poco empezaban a salir las impresiones y nadie confiaba en nadie.

Jamás pensé que estos bosques albergaran tales sucesos y si esto había ocurrido antes, quiere decir que no se detendrá y habrá más muertes, quería volver a casa, ir con madre y estar bajo la protección de padre.

-Fueron ellos Nimay, los chicos, esos que querían atacarnos, esto es culpa de ellos…- le comentaba más en silencio al Eve, pero tampoco estaba segura, comenzaba sentirme intimidada por Alastor, Fiona y Raffariel.

Cuando Daeron se dirigió a mi le mire atenta, ¿tendría razón?, pero Nimay y Deidre solo han intentado protegerme…eso solo hizo que me aferrara más en el cuello de Nimay… -Yo confió en ti…-

Las palabras de Raffariel me causaron más extrañeza, pies incluso antes de ver lo que ocurría, anunciaba a otro caído más y al ver a Daeron botando sangre desde su boca, abrí mas los ojos, esto no se detendrá…

-Quiero ir a casa…- tan decir eso Wardjan se puso frente a Nimay y Theora mostrando sus dientes y gruñendo, dejando en claro que nadie se atrevería a tocarlos, pero al ver a las ratas queriéndose abalanzarse contra los cuerpos de los caídos, Theora grito fuerte -¡NOOOOO!- el can se puso junto a Olenna… -Eres…eres…¿cómo puedes?...- parecía querer buscar decirle alguna palabra fea, pero no encontraba la adecuada… -…¿Por qué las envías a comerlos?…no tienes respeto…quizás tú y tus ratas han hecho esto, silenciosas se mueven por todos lados y las hemos ignorado…no te atrevas a alimentarte de ninguno de ellos…eres…eres…¡¡¡un hombre feo!!!...-

Miré a la niña con descaro.

-Niña, ¿prefieres dejar los cadáveres descomponiendose? Lo que está muerto ya es inútil, ellas solo se alimentan para cumplir su ciclo vital. ¿Acaso tu perro es vegetariano? -dejo la pregunta en el aire.

-Tus acusaciones me dan risa. ¿Quién te salva a ti de no ser la culpable de todo esto? Te enmascaras en un cuerpo infantil, cosa que yo no hago, me muestro tal como soy. Procedes de la misma semilla que todos los presentes en este lugar, y para mí, mientras no se demuestre lo contrario, eres tan culpable como cada uno de ellos.

-Ahora si eres tan amable, te agradecería que dejaras alimentarse a mis ratas, quizás ellas te salven de otro posible asesinato.
 

Con los músculos tensos y expresión desafiante Olenna escucha las cosas que dicen no sólo la mujer del lobo, sino también la cría y el hombre alimaña. Su rostro deja claro que, a pesar de los muchos argumentos que el tipo pueda dar no está dispuesta a ceder: una no se mueve y se enfrenta a alguien para luego retractarse. Hacerlo sería no sólo símbolo de debilidad, sino también un gesto inútil.

El pecho de la mujer apenas se mueve. Su respiración está contenida y si no comienza una de sus cuentas atrás es sólo porque sabe que una vez esta termine la sangre manchará la piedra. Con los labios apretados contiene la situación y sus manos.

Las palabras de la cría no mudan en nada su expresión, aunque es evidente que las toma como lo que son: ideas de una cría. Peligrosa según dicen unos, pero totalmente inmadura. Las del otro sin embargo le hacen afilar su mirada, que no se aparta de los ojos del tipo.

—A ella no —repite una vez más de manera firme, interponiéndose sólo entre él y el panda. Parece totalmente dispuesta a cazar a cualquier rata que trate de rebasar la barrera que ella representa y dársela de comer a sus compañeras. El ciclo vital, y todo eso.

Tras la intervención de Sarghagas, me levanto como un resorte del suelo y me coloco junto a Olenna, protegiendo al panda. Dejo que Fyas se desenrosque y repte a mi lado, amenazante.

- Te lo advierto. - Digo mirando fijamente al hombre. La primera vez que hablo con uno de ellos de forma directa. - Nosotras hemos respetado a tus ratas. La excusa de que esté muerta no me sirve, pues tus pequeños trozos de carne correteantes son el manjar de Fyas así, vivas, tal y como están. Si la tocan, en menos de un minuto no quedará ningún miembro de tu pequeño ejército.

Con un gesto de la mano, Fyas se coloca alrededor de la hembra de panda.

- Y a ellos también, dejadlos en paz. - Señalo los cuerpos de ambos hombres. - Puede que exista la manera de traerlos de vuelta.

Apenas termino de colocar el cuerpo del compañero del panda en una posición digna, siento el golpe de otro cuerpo caer. Alzo mi mirada, consternado y confuso, intentando adivinar de dónde viene la amenaza, pero nada...

Antes de poder siquiera acercarme a colocar el nuevo cadáver en una postura digna una hermana de legado, la del arco, se arroja sobre él... y me pongo en pie. Escucho el chirriar de las ratas y dos mujeres se apresuran a hacer barrera ante los cadáveres: la de las cuentas extrañas y la compañera de las escamas, despertando así una pizca de asombro por mi parte y, además, una de ellas mentando una posibilidad... curiosa, cuanto menos.

Sonrío calmado y paso el filo de mi cimitarra por mi mano sintiendo el calor del corte que se dibuja lentamente en ella, manchando levemente mi arma con mi sangre. Acto seguido busco con la mirada al portador de la peste, el compañero de las ratas, y niego lentamente.

Cuida tus ratas, Sarghagas, y aléjala de los cadáveres -con la mano abarco a las protectoras de los mismos-: son tres las que ya se alzan en tu contra y en la de tus compañeras, y no me gustaría alejarlas de tu lado.

Aunque mi tono es duro, ciertamente no me gustaría separarle de sus agudas compañeras, al menos parece que se preocupa por ellas. Luego me fijo en la fría compañera del búho.

¿Has notado algo que los demás no?

Pregunto, directamente y sin ningún tipo de sutileza.

-Suficiente. - Anuncio chasqueando los dedos de nuevo para captar la atención de todos - Estáis cayendo en el juego que beneficia a quien haya hecho todo esto. El caos y la desconfianza. De hecho, me lleva a sospechar de los que están iniciando esta reyerta, pero eso puede esperar.

Me acerco al cadaver de Daeron y le doy un suave empujón con el pie.

- Aquí tienes comida para tus roedores, Eve, de momento al menos. Controla el hambre de tu prole en la medida que sea posible. Aunque haya sido veneno lo que le ha dado muerte, si no recuerdo mal estos animales tienen resistencia natural a la mayoría de ellos, ¿no? Procede con cuidado y si es seguro, continua.

Acto seguido me giro a la niña y sus protectores.

- En cuanto a ese hombre y su animal... me extraña que tenga que explicar esto con tanto Eve presente, pero ¿no es el ciclo natural que unos animales sirvan de alimento a otros? Veo que sentías aprecio por el oso, niña, pero has de entender que de no ser consumido su carne se pudrirá y apestará el lugar. Aquí no disponemos de los útiles ni el espacio para un entierro apropiado. Y quemar un cuerpo produce un terrible olor y tampoco tenemos el lugar apropiado. Entiéndelo.

Mi tono es serio pero no duro, meramente explicativo.

- Recordemos que la disidia es peligrosa ahora. Todos vamos a tener que ceder a cosas que no nos gusten en este lugar. Tratemos de buscar a nuestros enemigos, no enzarzarnos en rabietas de importancia menor...

Dicho lo cual me siento a los pies del ángel, con las manos acariciando sus dedos y mis ojos paseando por los asistentes, buscando y pensando.

La muerte del Grovhem carecía de sentido alguno ¿Por qué? Embelesada no puedo dejar de pensar en lo absurdo de la situación. Fue Sarghagas con su enjambre de alimañas quien me hace volver a la realidad. Tras unos segundos comprendo la situación y lo que ahí acontece. Con presteza chasco mis dedos y una sombra fugaz y silenciosa se abalanza sobre uno de los roedores. Blanca Noche levanta el vuelo del suelo con una viva y asustada alimaña en una de sus poderosas garras. Para volver a posarse en una rama alta a modo de percha.

Avanzo lentamente hacia el Eve del enjambré y a escasos pasos de él me detengo.-Parte de razón tenéis en vuestras palabras Sarghagas. Le observo unos instantes con frialdad. -Pero una cosa es ser un Eve y otra es ser un monstruo. Dejo tiempo para que asimile el mensaje. –Como sabrás nuestros animales cumplen nuestra voluntad En ese momento Blanca Noche ulula con su presa viva en su garra. –Ni siquiera ha pasado una noche y estáis pensando en devorar. ladeo la cabeza con incredulidad. -Voy a hacer un favor a tus ratas y por ende a ti. le señalo con el dedo. -Yo que tu las detendría, si no quieres que también están sucumban al veneno que se aloja en el cuerpo del Grovhen.

Dicho esto vuelvo a chascar los dedos. En ese momento Blanca Noche despliega sus alas dejándose caer de su percha  y comienza a planear hacia el suelo. Deposita el roedor con delicadeza y vuelve a alzar el vuelo hacia la rama del árbol. 

- Que tengáis buen día Sarghagas. Avanzo hacia donde se encuentra la chica del bastón y el hombre del turbante.

La postura de Olenna rota ligeramente ante la llegada de Sylvia, tomándola como compañera temporal en la defensa del panda. Sus ojos marrones brillan al escucharla hablar con satisfacción, y el atisbo de una sonrisa empieza aparecer en sus labios. Su sangre Grovehn late en sus venas, rozando el deseo de que el hombre alimaña dé un paso en falso y todo se desencadene.

Al escuchar las últimas palabras de la mujer de la serpiente, sin embargo, un escalofrío recorre su espalda. La idea que menciona es de esas capaces de desestabilizar el extraño esquema que tienen las cosas en su cabeza, y le resulta inconcebible. Aún así, sólo por si acaso, hace una especificación a su compañera dedicando un gesto mínimo, sólo con la barbilla, al chico de las cartas y negando de igual forma que lo ha hecho para detener al hombre alimaña aunque ahora con un sentido totalmente diferente.

—A él no.

Luego, aún manteniendo su posición, oye a otros hablar. Presta atención con cada uno, y no pasan inadvertidas las palabras que dice la mujer del búho. O, más bien, las que calla.

—Pero no has respondido a la pregunta —dice sin apartar los ojos de aquel al que aún está amenazando.

Katalina no podía evitar que en cierta forma habían ignorado sus palabras, aunque lo que más le dolía era la poca atención que le había dado su supuesto caballero que ahora mismo pedía orden mientras trataba de alimentar a esas sucias ratas a diferencia de una buena parte del resto de los semidemonios en esa sala.

La mujer prefirió no volver acercársele por un tiempo en una actitud más infantil de lo adecuado para la situación, pero ella no lo pensaba de esa forma. Pensando en ella misma y que la falta de compañia sonlo podria ser mala idea en este ambito mortal. Por lo que pensó en el otro hombre con el que despertó cerca y le había visto una mejor reacción que Alastor.

Por lo que junto a la mujer del palo, la serpiente exhibicionista y la salvaje con el búho fue junto al hombre del turbante. “No me estoy poniendo del lado del hombre rata, pero en algún momento algo debemos hacer con ellos y en especial con quien se pudrió a si mismo. Porque esto no nos hará muy bien.” Comento la mujer con un tono menos confortativo que las otras mujeres guerreras pareciendo tratando de convencer a Dyehuty mientras lo acariciaba en el hombro flotando junto a èl.

“¿Aunque me gustaría saber cómo el resto eso que pareciste notar?” pregunto tomando las palabras del árabe, cambiando el foco a la salvaje que parecia haberlo ignorado antes.

La carnicería que hicieron con Roy no era la mejor visión con la que despertarse, después de la nauseabunda muerte del día anterior. Estaba claro que había varios desalmados allí, y en parte no me sorprendía que hubieran ido por un Eve. Si querían hacer daño, era probablemente la mejor elección. Al menos habían dejado en paz a la niña, si bien no me fio de ninguno, seguramente seria un golpe psicológico importante.

Pero la acción aún no había terminado, y ver morir así al Grovehn que ayer había sido humillado me hizo sonreir para mis adentros. Uno menos significaba menos posibilidad de problemas, incluso aunque fuera inocente de la muerte de esta noche. Pero ver a las ratas... una cosa era que los gusanos consumieran a su propio... ¿vínculo? - realmente jamás me he preguntado el nombre exacto en su relación simbiótica -, pero que fueran las bestias de otro Eve.

No es que vaya a llorar su muerte, a saber porque motivo ha muerto. Pero como no lo sabemos, creo que debemos dejarle tal y como está. - desvié un momento la mirada hacia donde estuvo el cadaver consumido por gusanos - Creo que vamos a arriesgarnos, de momento, con su posible putrefacción...

Avanzo despacio hacia la chica del bastón. -No tengo ningún inconveniente en responder a vuestras preguntas. Lo que sí me ha importunado ha sido la forma de preguntarlo, añado seria.

- De Oldland solo se lo que todo el mundo sabe. Aquellas  historias que pasan de generación en generación. Parte de ellas pueden que sean ciertas otras meras fantasías. Me encojo de hombros. Eso a estas alturas, al menos para mí,  carece de importancia.

Paso a contestar al hombre del turbante y por ende a Katalina y a Olenna. -Si he notado algo que los demás no, guardián y buscador. Guardo silencio. Solo son meras observaciones...

Basta con mirar a vuestro alrededor y os daréis cuenta de que la única estatua que permanece en pie es el Ángel ciego. La señalo con el dedo. 

Nhydia, la muchacha del arco, antes de irse miró de manera emotiva el Ángel, era como si quisiera estar en este lugar, junto a él.

Y ahora la muerte del Eve, como si de un sacrificio se tratase, justo enfrente del Ángel.

Tras un silencio -Demasiadas coincidencias para mi gusto. Aún así me gustaría escuchar vuestras opiniones miro a Dyehuty,  a Olenna y a Katalina

Tras escuchar a la mujer atlética frunzo unos instantes el ceño antes de contestar. - Nos rodea un bosque. Nimay junto con su elefante podrían coger suficientes  tocones como para crear una pira funeraria y asunto zanjado.  

- La descomposición no empieza a ser un problema hasta el tercer día, que es cuando aparecen las manchas verdes.-dijo, la mujer, visiblemente molesta por todo aquello- Y no estamos en la selva. La putridez no será importante. He visto suficiente gente morir en mi tribu como para no saberlo. Así que dejad esos cuerpos en paz por ahora, y encargáos de salvaguardar vuestro pellejo y mantener a vuestros animales a raya, o haré caso a eso del ciclo de la vida y dejaré que Rakshasa cace a su antojo. Y de ella, os aseguro, no se puede escapar- hablaba en general, pero estaba claro, por su mirada, que se refería a unos pocos- Nos rodea un bosque, pero no podemos salir. No sé si te has dado cuenta.-dijo, respondiendo a las palabras de la mujer que llevaba un búho consigo.

Nói apareció al lado de Smel, cuando la piedra y sus "runas" brillaron por segunda vez.
-Creo que después de todo tenias razón, Smel. Deben de ser...-Pero la frase de aquel hombre se corto en seco cuando el chico de la baraja, empezó a escupir sangre y morir entre convulsiones.

El vietnamita lo miro sorprendido y musito.-A no ser que sea el anuncio de una nueva muerte...-Al igual que con Roy, se quito su gorra bajándola hasta su pecho y agacho su cabeza, mientras el resto discutía que hacer con los cuerpos, era de esperarse que no tardarían en saltar en discusiones.

En honor al chico, Nói cách Độc encendió uno de sus cigarros y fumo lentamente, mientras pensaba el porque de su muerte.

-Creo que el Eve de las ratas tiene razón.-Comento de nuevo al grupo.-Sobre lo referente a que quien a matado al chico, no parece que hayan sido los mismos que mataron al hombre del panda, es obvio que alguien le creía culpable y a decidido acabar con su vida. Pues no creo que Daeron quisiera suicidarse, no parecía ese tipo de persona.-Claro que apenas lo conocía del día anterior y la personalidad mostraba en ese día, pudiera ser una farsa.

Dio una larga calada y espero paciente a que la gente terminara con la discusión de los muertos y centrarse en los culpables, pues solo así podrían avanzar realmente en ese concilio. Pero prefirió que la gente se diera cuenta por si misma que insistir en ello.