Partida Rol por web

Al encontrarse en la escalera con el chico de Gryffindor, Allison le sonrío y se preguntaba que querría cuando la llevó hasta un lado del pasillo, lejos de miradas curiosas. Al ver de que se trataba la pelirroja se tapó rápidamente la boca con las manos en un acto reflejo para disimular su sorpresa. ¡El diablillo! 

- ¿Al final lo atrapasteis? ¡Estupendo! - dijo en voz baja mientras observaba el contenido de su mochila, y entonces intentó recordar si había oído ese nombre. - Mm... No, no caigo en quién podrá ser. ¿Y si miramos en la biblioteca? - comentó a Artemis, y añadió. - Quizá deberíamos enseñárselo al señor Potter y la señorita Hermione, ¿no? Es la prueba que necesitábamos, así no podrán dudarlo. - dijo algo más esperanzada mirando al chico castaño. 

- ¿Os dijo algo más? - preguntó la bruja con curiosidad, ladeando la cabeza.

Sí, dejó muy en claro que quería nuestros ojos y que no sabía nada de Dumbledore o la marca tenebrosa

Según entendí sirve a un caudillo y no a un mago así que es probable que no tenga conexión alguna con los eventos de las últimas noches aunque quién sabe. Hellen le dio un caramelo de la verdad así que es imposible que nos pudiera haber mentido.

Al recordar lo de los ojos, Allison empezó a ponerse blanca y notaba como le temblaban las piernas un poco, pero intentó no pensar mucho en eso, tragó saliva y volvió a mirar a su compañero. Era una pena que no tuviera nada que ver con lo ocurrido, aunque también un alivio en parte... Pero entonces, ¿qué significaba la aparición de los diablillos en todo esto?

- E-entiendo... ¿Entonces qué hacemos con él? - preguntó mirando a la bolsa de nuevo. - No se quedará de piedra todo el día, ¿no? - añadió con un deje de preocupación, si no tenía relación con la marca Tenebrosa no tenía mucho sentido decirlo, pero Allison sentía que algún adulto debería saberlo. - ¿Akibel podría ser el nombre de su caudillo..? - añadió pensativa.

Ensimismada en mi mundo, camino por el castillo para relajarme un poco. Mientras ando jugueteo con un mechón de mi precioso pelo rubio, eso siempre me tranquiliza, lo necesitaba sobretodo después de unas recuperaciones desastrosas. Dejo de juguetear con mi pelo cuando veo a Artemis y Allison hablando juntos. *Qué tramarán estos dos* Me acerco hacia a ellos con pasos decididos y para qué negarlo, con el oído puesto por si escucho algo de lo que dicen antes de que dejen de hablar. 

-Hola Artemis - Miro coqueta a mi amigo para después saludar a mi compañera de habitación - hola Allison. ¿Qué haces?

Voy directa y al grano, soy un alma curiosa, les lanzo mi sonrisa más inocente y espero a ver que me responden. 

Al escuchar la voz de Mérida a Artemis se le suben un poco los colores al rostro "¿Por qué siempre me pongo nervioso con ella?" - me pregunto mientras giro despacio sobre mis talones.

Veras Mérida, nosotros... ehh. Encontramos esto cerca al lago y estabamos pensando... - digo mientras me dispongo a sacar algo de mi mochila con torpeza.

Quizá a la profesora McGonagall le resulte interesante. - agrego Artemis mientras intentaba controlar sus nervios.

Mérida aún no ha visto el diablillo o bien dejas que Artemis se lo enseñe o intervienes, lo dejo a tu criterio.

Cuando te diriges a la biblioteca para investigar sobre lo ocurrido con los diablillos,  te topas con Allison, Artemis y Mérida quienes parecen estar conversando sobre algo mientras Artemis saca algo de su mochila, no llegas a distinguir de que se trata, sólo notas que no es un libro. 

Otra cosa que notas es que Artemis está ligeramente sonrojado..

Allison tuvo que reprimir un gritito ahogado al escuchar una voz acercarse hasta ellos, pero logró quedarse sólo con la boca desencajada de la sorpresa sin emitir sonido, sobretodo al ver que se trataba de su compañera de habitación y no de algún curioso, lo que hizo que la pelirroja se tranquilizase. ¡Madre mía que susto!

- Ah, hola Mérida, ¡qué susto me has pegado! - dijo la bruja recobrando la calma y devolviendole la sonrisa a la chica. No pudo evitar fijarse en la reacción de Artemis y le dejó hablar viendo cuales eran sus intenciones, pero por dentro le pareció que esa reacción le recordaba a alguien...

Por un lado no era bueno que mucha gente se enterase de lo ocurrido, pero por otro lado, era Mérida, de su misma casa y suponía que podía confiar en ella. Así que dejó al chico mostrarle lo que tenía escondido en su mochila. - Ten cuidado Artemis...Y Mérida, no alces la voz porfi. - dijo bajando la voz para prevenir de lo que podría pasar si se enterase mucha más gente. - Estábamos pensando en mostrarselo a la profesora McGonagall, yo creo que deben saber que hay cosas como esta pululando por el castillo. - añadió Allison para intentar reforzar lo que Artemis intentaba decir.

Con algo de torpeza Artemis saca al pequeño diablillos y se lo muestra a Mérida. 

Casi lo olvido, quede con Hellen de vernos en el comedor para ver ¿Cómo le entregamos esto a McGonagall? Vengan chicas lo discutimos en el camino.

Ves como Artemis le muestra el diablillo petrificado a Mérida y luego se ponen camino al primer piso en compañía de Allison,  ellos aun te han visto.

Caminado por los pasillos observé a mis tres compañeros. La reacción de Artemis me resultó gracioso, ¿qué le habría pasado? Entonces, vi el diablillo petrificado, seguramente el que habíamos dejado en los jardines cuando salimos corriendo de allí. Habrían salido del castillo después del almuerzo para conseguirlo. Valientes, si les hubieran pillado les hubieran restado puntos a sus casas.

Les observé como se iban y no los seguí. Iban hacia el primer piso, pero yo tenía otras intenciones. Quería mirar por otras partes del castillo, pero sería mejor hacerlo sola, pues no quería que pensaran que quería buscarme problemas. Por alguna razón, siempre había pensado que los lugares más lóbregos eran los que ocultaban los secretos más oscuros y en el castillo no había lugar más oscuro que las mazmorras. Me habían dicho que había unos almacenes y salas que no se usaban en las mazmorras más bajas, y quería echar un vistazo. Si alguien quería esconder algo, ese sería un lugar de lo más indicado.

Las reacciones de mis amigos al verme fueron bastante graciosas, Artemis con ese extraño nerviosismo suyo *¿Es así o le pasará sólo conmigo? Bah, seguro que es mi asombrosa belleza que le abruma* reprimí unas risitas al pensar tal cosa. Y Allison se había asustado de mi repentina aparición. Escucho atentamente lo que me están contando, la curiosidad me puede, *¿Qué será? ¿Qué han encontrado? ¿La profesora McGonagall? Eso es que es algo gordo...* apunto de salírseme el corazón del pecho, Artemis comienza a desvelar con mucho cuidado el secreto. Yo me asomo, cada vez más, casi me caigo de forzar tanto la postura y de pronto... Un grito se ahoga en mi garganta que tapo rápidamente para no llamar la atención. *¿Qué es? ¿Un diablillo? ¿Aquí?* Miro incrédula a mis amigos.

- Pero... ¿dónde...? - Antes de poder preguntar nada Artemis se estaba yendo. No puedo quedarme atrás, estoy emocionada, después de mi primera impresión, el irracional miedo había dado paso a la emoción de una aventura. 

-Yo quiero ayudar, así que me pongo a vuestra disposición - no puedo evitar soltar una gran sonrisa casi infantil mientras sigo a mis amigos. 

Encuentras un viejo almacen, parece que la puerta ha permanecido cerrada durante algunos años, no te resulta muy difícil de abrir, pero si algo pesado.

En la puerta del almacen hay una placa de bronce cubierta de polvo, la placa dice S. S**ap* (**ci*n*s) - (Los * son letras dañadas por falta de mantenimiento)

Al interior del almacen hay una gran cantidad de frascos de vidrio, algunos vacíos otro tanto con lo que parece ser ingredientes de pociones algunos un poco más raros que el resto.

Por cierto, el lugar está lleno de polvo, telarañas y algo de moho, en pocas palabras es un verdadero desastre.

No encuentras nada que te llame poderosamente la atención salvo una túnia vieja de color negro colgada en una de las paresdes, está tan sucia que hasta asco da tocarla.

Puedes salir de allí o tomarte el tiempo del mundo para rebuscar todo a ver si encuentras algo útil.

El lugar era enorme y no me daría tiempo para rebuscar por todas partes, por lo que decidí dejarlo para otro momento. La túnica vieja daba grima verlo, ¿Pero abría algo interesante en él? No estaba muy segura, pero lo dejaría para otro momento. Pronto sería la cena y no quería meterme en un montón de viejos y polvorientos objetos.

Salí de allí un poco desencantada y miré alrededor. Tal vez alguna aula en deshuso me diera alguna pista interesante. Me metí en la primera que encontré con la esperanza de ver algo.

Llegas a una vieja aula desvencijada. La pizarra, si es que se le puede llamar así esta rota y parte de ella en el suelo avanzar por los pasillos del aula se te hace casi imposible, incluso tu túnica se engancha entre los viejos pupitres. Sobre el escritorio del profesor ves un viejo libro, lamentablemente está fuera de tu alcance.

Al ver el libro, me quedé frustrada de no poder cogerlo. Miré de poder subirme a las mesas para llegar hasta él, pero mi torpeza no me dejó hacerlo. Entonces, se me ocurrió otra idea y apunté a la mesa con la varita - wingardium leviosa - dije intentando acercar el libro.