Partida Rol por web

Al llegar al lago me siento junto a Allison y no tardo nada en notar sus nervios, no entendía del todo porque estaba tan nerviosa al menos hasta que empezó a sonar condescendiente.

Quieres hablar sobre lo de Hellen ¿cierto? Vamos Allison, sólo dilo y ya, nos conocemos hace más de un año y no hace falta que vayas con rodeos conmigo. - digo un tanto exasperado.

¿Sabes algo Allison? De no ser por ti y Daphne, quizás habría muerto el año pasado, en lo que a mi respecta, ella y tú tienen derecho a preguntarme lo que quieran, cuando quieran. - digo relajando mi tono de voz.

¿Qué quieres saber? ¿Si la extraño? ¿Si me duele? O si de plano existe alguna posibilidad de que volvamos. Sólo pregúntalo y te juro que te responderé con total sinceridad. - agrego bajando un poco la mirada.

La reacción de Artemis no se hizo esperar, para su asombro la tenía bien calada. Al menos en parte. Abrió mucho los ojos con lo directo y sincero que había abordado el tema. Maldición, quizás hice mal por sacar el dichoso tema. Agh, pero a lo hecho pecho, no puedo hacer como si nada. Pensó obligándose a continuar. - Aquello no fue nada, tú estabas dispuesto a quedarte atrás con tal de darnos tiempo a escapar... Y yo nunca te hubiera dejado atrás. - dijo con humildad, restándole importancia al asunto. 

Allison negó con la cabeza enérgicamente ante lo que decía el chico. - ¡No nada de eso! Jamás te preguntaría cosas tan crueles... - espetó moviendo las cejas en un gesto triste. Al ver que su amigo bajaba la mirada, no pudo controlar el impulso de de tomarle de una mano y estrecharla con cierta fuerza. - Artemis... Perdóname, no era mi intención meterme dónde no me llaman.. Sólo quiero que estéis bien... - agregó realizando un gran esfuerzo por no emocionarse.  Pero no podía ignorar el hecho de qué había sucedido para que llegasen hasta ese punto. Eran inseparables. No tiene sentido...

- ¿Por qué ha pasado..? - preguntó con pesar, le molestaba tener que hacerlo, pero no lo entendía. En su voz no había curiosidad sino más bien tristeza. - ¿Puedo hacer algo por ayudar? - añadió ladeando la cabeza, si existiera la posibilidad no dudaría en hacer lo que fuera necesario.

El tacto de Allison termina confortándome bastante.

La verdad es que no lo sé, creo que ella sólo quiere seguir su camino y bueno es un camino que yo no estoy dispuesto a seguir, creo que ella se ha dejado llevar demasiado por su lado salvaje.

En fin, ella sabe lo que hace, yo prefiero no insistir en el tema. - digo dejando escapar un suspiro.

Pero si algo tengo claro es que no hay marcha atrás, incluso me devolvió esto. - digo mostrándole a Allison una piedra.

Lleva una runa oculta, la de vínculo, en fin creo que la conservaré y se la daré a alguien que lo merezca. - digo un tanto melancólico.

En cuánto a lo de hacer algo por mi, pues bien ya haces bastante siendo mi amiga. - agrego con una sonrisa un tanto triste.

Espero que aún tengas la bufanda que te regalé. - comento cambiando de tema. 

No podía creerlo, pero la voz de Artemis era lo suficientemente dolorosa como para si quiera dudar de lo que decía.

Quizás fuera que no llegaban a alcanzar hasta que punto la vida de Hellen era complicada, con tan sólo pensar que había estado compartiendo dormitorio con Samantha... Pero, ¿no era mejor mantenerse unidos ante tal adversidad? De todos modos, no había mucho que ella pudiese hacer y si de algo estaba segura es que cuando Hellen decidía una cosa, no se echaba atrás. - Entiendo.. - musitó mientras escuchaba atenta la explicación de Artemis.

- Artemis... - dijo con tristeza, cuando le mostró la runa oculta en aquella piedrecita. Le apenaba enormemente que se hubieran separado así, en su cabeza le daba vueltas a mil y una posibilidades por la cual Hellen había actuado de ese modo. Nos advirtió de lo mal que lo estaba pasando, quizás intente protegerle.

- Y seguro que la encontrarás. - añadió con total confianza, siempre le había considerado una gran persona, valiente, leal y dispuesto a darlo todo por quienes le importaban. Aunque la respuesta de con ser su amiga bastaba no terminó de convencerla, y menos al verle sonreír de ese modo. 

- ¿Tú crees..? A veces siento que no hago lo suficiente. Pero eso no importa ahora. -  sacudió la cabeza, regañándose mentalmente por parecer una debilucha ahora que su amigo necesitaba su apoyo. - Si alguna vez necesitases algo, por favor, no dudes en acudir a mí. Aunque sea, se me da bien escuchar y... - no llegó a terminar la frase cuando su amigo le preguntó por la bufanda azul, regalo de sus primeras navidades en Hogwarts. Instintivamente se llevó la mano libre al cuello, palpando la gargantilla que le había fabricado el bisabuelo del allí presente.

Fue entonces cuando la pelirroja se dio cuenta de que aún estaba estrechando la mano de Artemis, dejándola ir con torpeza, para ruborizarse como de costumbre. Claro que aún la conservaba, era junto a la flor arcoiris y la gargantilla, una de sus más preciadas posesiones. - P-por supuesto que sí. - contestó apresurada, la tenía en la cómoda de su habitación, y aunque de normal la solía llevar puesta, había evitado llevarla el día de Hogsmeade para que ciertas personas no pudieran reconocerla. 

- No te imaginas la ilusión que me hizo al recibirla aquel día, y uhm... ¿Tú aún conservas aquel dibujo mío? - preguntó con cierta vergüenza, esbozando una tímida sonrisa.

Claro que sí, incluso lo hice enmarcar y lo colgué en la pared de mi habitación. - respondo sonriente.

Jejeje voy a confesarte algo. ¿Sabes que la primera chica que me llamó la atención fue Mérida? Al inicio ella tenía un aire de damisela en apuros muy singular.

Aún recuerdo la clase de transformaciones en la que su propio Colibri la atacó y tuve que correr a socorrerla, pero ahora es una chica muy diferente y soy incapaz de verla más que como una simple amiga. - digo ya un tanto más relajado.

¿Qué tal es compartir habitación con alguien como ella? Debe ser toda una aventura.

La revelación de que aquel dibujo estuviera nada más y nada menos que enmarcado y colgado de la pared de su habitación provocó que Allison no supiera si reír o morirse de vergüenza. - ¿En serio? ¡Qué cosas se te ocurren! - contestó riendo más alegre. Al oír la confesión de Artemis sobre Mérida, esbozó una sonrisa cómplice. 

- La verdad es que Mérida es una persona increíble, y tienes razón, ha cambiado. ¡Pero es incluso más genial que antes! - respondió una Allison entusiasmada, que empezaba a dejarse llevar al recordar los buenos momentos que habían pasado juntas.

- Sinceramente me siento muy afortunada de ser su amiga, creo poder afirmar con total seguridad que su amistad es una de las mejores cosas que me han sucedido desde que vine a Hogwarts. - añadió esbozando una enorme sonrisa, y es que todo era cierto, así era su mejor amiga, era como si tuviera un magnetismo que todos caían a sus pies, pero no era algo malo ni mucho menos. - Si yo te contara Artemis... - dijo soltando una risita, pero recuperó la seriedad al momento. 

- Se ha vuelto muy fuerte, te aseguro que tenemos mucha suerte de tenerla con nosotros. Ya quisiera yo ser un poco más como ella. Lechugas, al final acabará siendo mi modelo a seguir y todo. - bromeó volviendo a sonreír. Con la emoción se había puesto a hablar de Mérida con tanta pasión, que tuvo que contenerse un poco o más de uno la tacharía de "pelota", pero es que todo era cierto.

Sin duda es alguien fuera de serie. - comento ya más relajado.

¿Tienes algún plan para esta tarde o prefieres que improvisemos sobre la marcha? - pregunto totalmente despreocupado mientras recuesto mi espalda sobre el tronco del roble y observo el lago dejando escapar un suspiro.

Afortunadamente, Artemis parecía más relajado después de haber hablado un rato. Allison se quedó mirando las aguas del lago pensativa. Hacía mucho que no se reunían como siempre, pero ahora todos parecían tan ocupados en sus cosas...

- Realmente no, he estado intentando mejorar un par de hechizos e indagando por la biblioteca... Supongo que es lo que debemos hacer, volvernos más fuertes. Si tienes alguna idea, me apunto. - comentó algo perdida. Miró a Artemis algo preocupada recordando entonces la carta de sus abuelos. - Oye... Artemis. - empezó sin saber muy bien como afrontar la situación. Seguramente esta fuera una de sus mejores oportunidades para poder hablar del tema con el chico. Pero ni ella misma sabía las intenciones de sus abuelos.

- Me gustaría pedirte consejo sobre un tema, hace un par de días recibí correo de mis abuelos paternos. Verás, el verano pasado me pidieron que de ser posible te invitase a pasar el verano con nosotros pero.. - explicó despacio frunciendo el ceño, aquel repentino interés por unos abuelos que hasta entonces le habían dado de lado a su nieta y hasta su propio hijo seguía atormentándola cada vez que se paraba a pensar en ello.

- Aquel verano estuviste bastante ocupado y a mi no me pareció oportuno decirte nada... E incluso, extraño por parte de mis abuelos. Es complejo... - intentó explicarse como mejor sabía y había sinceridad en sus palabras. Todo le resultaba confuso y casi como si su propia "familia" quisiera sacar provecho de algo. - Por desgracia, no lo han olvidado, y yo no sé que hacer. Siento ser tan... Directa. - añadió bajando la mirada, no sabía si estaba haciéndolo bien o por el contrario había metido la pata al contárselo. Es como si estuviera... ¿Intentando advertirle? Lechugas... No sé que pensar. - Me gustaría saber que piensas al respecto. - dijo después de unos segundos dándole vueltas al asunto, realmente su rostro reflejaba una profunda preocupación.

Al notar la preocupación en el rostro de Allison, esta vez soy yo quién busca el acercamiento con ella, así que la abrazo con calma.

Tranquila Allison, son tus abuelos, no creo que intenten hacerte ningún daño, después de todo eres su nieta. Nadie es tan malo.

La verdad es que no me molestaría en absoluto ir a visitarte a casa de tus abuelos en verano y si por alguna razón están tramando algo, pues bien siempre podemos pirarnos y ya. - respondo con una sonrisa.

Además ¿Qué es lo peor que podría pasar? Después de todo aquí en la escuela venimos librando nuestra propia guerra contra los demonios y ese trío de miserables. - digo antes de inhalar una gran cantidad de aire. - Perdón se me fue. - agrego mientras intento calmarme.

El gesto de Artemis llega en el momento justo, antes de que Allison acabara por derrumbarse ante la presión que notaba en su familia. Se dejó abrazar por el muchacho, colocando una mano en la nuca de este para estrecharlo. Dejó escapar un largo suspiro, aliviada, como cuando uno se quita una pesada preocupación de encima.

- Gracias Artemis, necesitaba eso. Puff, tienes razón realmente le estaba dando muchas vueltas, no sabes el peso que me has quitado de encima, poder sacarlo y hablarlo contigo. - comentó más tranquila, sonriente como siempre. Y tenía razón, peor que esos, pocas cosas habían. 

- No, tranquilo. Si tienes toda la razón, cuando lo comparas se hace una nimiedad. - respondió asintiendo con la cabeza. Aunque tenía apuntarse no hacer enfadar a su amigo, porque imponía muy mucho. - Gracias por este ratito, echaba de menos poder hablar de nuestras cosas. - dijo esbozando una gran sonrisa. Las cosas podrían pintar supermal, ponerse cada vez peor o lo que quisieran, pero saber que podía contar con sus amigos hacía que sintiera que podía levantar montañas si se lo propusiese.

Sonrio ampliamente ante las palabras de Allison.

Siempre podrás contar conmigo Allison. Sin importar lo que suceda, siempre seremos amigos. - digo abrazándola fuertemente.

Te quiero mucho amiga. - agrego con una sonrisa.

Gracias por todo Allison, yo también echaba de menos esto y si en algún momento necesitas hablar con alguien, pues aquí me tienes. 

Skip time

Durante aquel tiempo decidí no buscarme más problemas, al menos durante unos días, lo cual no significaba que no las planeara. Mi atención estaba dividida entre el Bosque Prohibido y la Biblioteca de Rowena Ravenclaw. Sin embargo y para mi desgracia, era mejor esperar un poco antes de hacer nada más. Además, me había salvado de que me expulsaran y sospechaba de que mi fama como destructora estaba aumentando, por lo que quise dar una apariencia más tranquila.

Mi lugar favorito era el lago. Cuando no estaba con mis amigos y quería tener un momento tranquilo, me reunía allí con Sú para practicar o pasar el tiempo. Durante aquel tiempo perfeccionamos aún más sus trucos. Traerme el palito, venir cuando lo llamara, hacer piruetas, eran cosas que dominaba muy bien. Arder en llamas era otro cantar. Lo practicábamos con cuidado, después de todo no quería quemar los árboles del lugar. Sú comenzaba a despedir llamar a su alrededor poco a poco, concentrándose en sus plumas y en sus alas, hasta crear una llama llama controlada que quemaba tan sólo una pequeña ramita o ardía con intensidad haciendo que la temperatura del lugar subiera varios grados. Tras mucha práctica, no tardó en volar como una pequeña antorcha por el cielo describiendo dibujos de fuego.

Mis propias prácticas de hechizos tampoco fueron tan mal. Tranquilamente, practiqué con mis hechizos más comunes (por supuesto que el bombarda máxima era otro cantar), y también con el expectro patronum. Ese hechizo era uno de los que con más interés seguía intentando perfeccionar. Era bonito, útil y no tenía el riesgo de destrozar nada. Cuando nadie me miraba, escribía runas en el aire una y otra vez hasta quedar agotada. Los había aprendido pero debía practicarlos si no quería olvidarlos.

Cuando llegas al lago encuentras a Artemis arrojando piedras al agua, él aún no nota tu presencia.

Al ver a Artemis tirando piedras tranquilamente al lago, respiré aliviada y eché a correr hacia él.

- ¡Artemis! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que no has ido a clase? ¿Te ha pasado algo y dónde está Freddy? ¡Es urgente, puede que le haya pasado algo terrible! - dije apurada diciendo todo de carrerilla.

Jane, que bueno que llegas, la verdad es que no tengo idea de en dónde pueda estar Freddy, sólo sé que me cito aquí y nunca se presentó.

Estaba practicando un hechizo en la orilla del lago y mi varita se me resbaló de las manos y como no sé nadar, no tengo cómo recuperarla, pero ya que estás aquí, de seguro tu sí que puedes, después de todo eres la mejor bruja que este colegio haya conocido.

¿Me ayudas a recuperar mi varita por favor? - pregunta Artemis en tono lastimero.

Me moví aún más nerviosa, seguro que le había pasado algo.

- Entonces tiene que estar en problemas, apareció Kronos en clase y dijo que dos de nuestros compañeros estaban en peligro. Si no los encontramos a tiempo quien sabe lo que les pueda ocurrir - le dije retorciéndome la ropa impaciente. Al oír su petición me resulto un poco extraño - ¿como es que no sabes nadar? ¿Puede esperar, Artemis? Hay que encontrar a Freddy cuanto antes y buscar tu varita llevará mucho tiempo.

Algo en el tono de voz de Artemis te dice que quién tienes al frente no es el Artemis que tu conoces, pues si algo tienes claro es que el Gryffindor no es un llorica, y el sujeto que tienes al frente sí que lo es.

Sin embargo, aún no estás del todo segura de que es lo que sucede allí, por lo que decides esperar un poco antes de tomar acciones, pues la voz de la persona que te habla, pese a sonar lastímera, también suena atrayente, dado que no deja de llenarte de cumplidos.

Jane sabes bien que necesito mi varita para ayudarte a localizar a Freddy, tal vez no sea tan buen hechicero como tú, pero sin mi varita soy incapaz de defenderme.

No todos somos habilidosos animagos, ni mucho menos capaces de derrotar a tres enemigos al mismo tiempo sin ayuda, pero si de algo estoy seguro es que te voy a ser más útil con varita que sin ella.

Vamos Jane, tu no dejarías abandonado a alguien tan poco diestro en la magia como yo ¿Verdad? Sólo tu tienes el potencial y la habilidad suficiente para ayudarme, en verdad yo te admiro por lo hermosa e inteligente que eres y sé que muchas veces soy una lata, pero eso es porque siempre he querido ser siquiera la quinta parte del mago que tu eres. - dice el Gryffindor poniendo ojos de cachorro.

El comportamiento de Artemis era extraño, tanto por su actitud como por sus respuestas. El Artemis que yo conocía no me habría dado esas respuestas. Sus cumplidos resultaban alagadores, demasiado, al mismo tiempo que se menospreciaba a si mismo. Y no me gustaba.

- El Artemis que yo conozco no es ningún inútil - dije cortante - ni antepondría sus necesidades a las de un amigo ni me suplicaría tan patéticamente como tu - mientras iba diciento todo esto remarcaba cada frase con un aspamiento de varita, la cual apunta al supuesto Artemis - no, Artemis habría dejado su varita donde estaba para ir corriendo a buscar a Freddy, se habría convertido en halcón y habría salido volando a buscarlo. Es más - aquí un gesto enfadado cruzó mi rostro y silbé para llamar a Sù - el verdadero Artemis ni siquiera sabe que soy animaga.

Apunté con la varita a mi oponente y pronuncié - ¡flipendo!

Aunque tu ataque falla, basta para que el demonio asuma su verdadera forma y se encoja de miedo.

Por favor no, yo no peleo, sólo engaño. Yo no quería. - clama el demonio mientras se tira al suelo de rodillas. - Yo puedo servirle mi señora, si usted me lo permite, yo puedo guiarla hasta sus amigos y darle la identidad de los otros demonios.

Perdone mi existencia, aún puedo ser redimido, no siempre fui lo que soy ahora. Por favor, acépteme como su siervo. - gimoteó el demonio mientras te ofrece un contrato.

Por favor señorita no tengo mucho tiempo, el señor Kronos ya sabe de mi traición, si no firma el contrato seré devuelto al inframundo.

Resultaba algo patético el demonio, aunque me ahorraba tiempo y esfuerzo al no tener que pelear. Parpadeé un par de veces, sorprendida. No me esperaba esta reacción y ofrecimiento. Desde luego era sospechoso, podría tratarse de una trampa, pero decidí probar suerte.

- Bien, te aceptaré como mi siervo, pero como hagas cualquier cosa para hacerme daño o a mis amigos te convertiré en un montón de cenizas - le dije lo más amenazante que pude - y más te vale llevarme a donde mis amigos, estoy muy preocupada por ellos.