Partida Rol por web

Cuando el salto concluye, Riddle los observa y luego mira su reloj.

¡Maldición! Vamos retrasados, en este momento Grindelwald está luchando con Dumbledore, debemos ayudarlo sin importar el costo, si Dumbledore muere, todo será en vano.

Si deben escoger entre salvarme a mi o a Dumbledore, sálvenlo a él. - dice Riddle mientras echa a correr varita en mano, dejando caer el giratiempos al suelo.

Tras recorrer los caprichosos y cambiantes pasadizos de Nurmengard, finamente consiguen escuchar el ruido propio de una batalla titánica entre dos grandes magos, una batalla que estaba por llegar a su clímax cuando Gellard Grindelwald lanza un potente maleficio repulso.

- Fuiste un tonto Albus, hubiera compartido este poder gustoso contigo, pero tu me diste la espalda, me hiciste a un lado por tus hermanos.

En verdad creí que yo significaba algo para ti, pero no, el muy idiota tenía que ignorarme, pues bien Albus ahora te mataré y luego te traeré de vuelta y me aseguraré que nunca me dejes.

Sólo con dos palabras más acabaré con tu suplicio mi querido Albus. Dos palabras. - dice la voz de Grindelwald mientras se acerca a un malherido Dumbledore.

En ese instante, Riddle apunta su varita hacia el muro y con total determinación os dice: - Salven a Dumbledore, yo ganaré tiempo. Bombarda máxima.

El muro explota y Riddle entra a la habitación como un león en post de su presa y empieza a atacar a Grindelwald con todo lo que tiene, pero Grindelwald posee un objeto que le garantiza la victoria aún en su débil estado, la varita de Sauco.

Con la varita en la mano me preparo para luchar. Sin embargo, en ese momento recordé las palabras de Riddle y me detuve en mi lugar mirando a Jane y Allison.

Nuestras opciones eran claras: ayudar a Dumbledore o a Riddle.

La valentía de Riddle era realmente admirable, estaba dispuesto a sacrificarse a sí mismo si con ello conseguían salvar a Dumbledore, y con ello su mundo. Si realmente era una persona tan noble, ¿cómo era posible que en su mundo fuese tan distinto? Todo eso daba que pensar... Allison lo miró con una gran preocupación en el rostro, pero simplemente asintió. 

No era el momento para distracciones, habían llegado hasta allí y no podían permitir que el sacrificio de todos fuera en vano. Corriendo tras Riddle por aquel laberinto de corredores, llegaron hasta Dumbledore y Grindlewald. La cosa pintaba mal, tenían que hacer algo pronto. No podemos fallar, no puedo fallarle a Jane.

Allison miró a Artemis con el ceño fruncido, preocupada, dada la situación. ¿Qué iban a hacer? Estaba claro que tenían que ayudar a Dumbledore que se encontraba malherido, pero Grindelwald tenía en su poder la varita de Saúco. ¿Y si intentaban desarmarlo? ¡O ambas! Pero la prioridad era proteger a Dumbledore. Si moría, todo sería en vano. - Tiene la varita, ¿Jane? - preguntó con tono apremiante.

Entonces Allison aprovechó la entrada de Riddle, y corrió hacia Dumbledore revisando sus heridas por si podía hacer algo. - Dir- .. ¿Señor? ¿Qué podemos hacer? - se corrigió, mientras le proporcionaba un punto de apoyo, mirando por encima de su hombro para vigilar la situación, probablemente por si necesitaba levantar una barrera. 

Puede que no tuviera poder suficiente para derrotar a Gellard, pero tendría que pasar por encima de ella si quería acabar con Dumbledore.

No hubo tiempo para pensar, todo ocurría tan deprisa y, además, íbamos con el tiempo en los talones. El cuerpo me temblaba al pensar en la posible batalla que se estuviera librando cerca de allí. No sólo por el estruendo que se oía, sino porque se trataba de Dumbledore y Grindelwald, una batalla tan famosa en el mundo mágico que era una leyenda. Por unos segundos, no pude moverme. "Vamos, Janelle, tienes que seguir, no seas tonta" tras una bien merecida auto reprimenda, obligué a mi cuerpo a seguir a los demás.

En cuanto Riddle atacó al mago oscuro eché a correr hacia Dumbledore, pero a medio camino algo hizo que me detuviera. Debíamos evitar que matara al futuro director de Hogwarts, pero nada cambiaría si Grindelwald seguía teniendo todas las reliquias de la muerte. El futuro de este mundo no sería muy diferente.

- Esto es lo que probocó nuestra acción, de alguna manera, no sé cómo, Grindelwald consiguió hacerse con todas las reliquias de la muerte. Yo creo que debemos quitárselos, debemos disminuir su poder para cambiar el futuro. Mientras lo entretengamos no podrá atacar a Dumbledore - dije en un apresurado susurro. Miré a Albus - profesor Dumbledore, váyase de aquí, por favor, tiene que correr, lo necesitamos vivo.

Dumbledore se pone de pie y niega con la cabeza.

- No puedo dejarlo así, si hubiera detenido a Gellard a tiempo, esto no habría sucedido. - responde Dumbledore mientras se pone de pie y se dispone a reanudar la batalla.

Ustedes deben salir de aquí chicos, este no es un rival al cual puedan derrotar, mientras tenga la varita de sauco, nadie puede vencerlo.

Si tan sólo hubiera prestado más atención a sus planes cuando era más joven, no estaría hoy en esta situación, todo esto es mi culpa, y no pienso dejar que nadie más pague por mis errores.

Sin importar lo que pase esta noche, no permitan que las otras dos reliquias caigan en manos de Gellard.  - añade Dumbledore mientras se adentra de nuevo en el salón para unirse a la batalla.

- Entonces, tan sólo debemos quitarle la varita a Grindelwald, ¿cierto? - dije como si fuera la cosa más fácil del mundo, aunque lo cierto es que me temblaban las piernas de sólo pensar que teníamos que enfrentar al gran mago. No tuve mucho tiempo para pensar en una estrategia, pero tal vez si todos uníamos fuerzas podríamos conseguirlo - intentaré distraerlo para que podáis quitárselo.

Empecé a concentrarme y, entonces, una idea surgió en mi mente.

- Ah... Artemis, trata de no enfadarte mucho conmigo después de esto - volví a concentrarme y adopté mi forma de ardilla voladora.

Sin mirar a mis compañeros, sobre todo al chico que seguramente se enfadaría conmigo, eché a correr hacia Grindelwald desde una posición a sus espaldas con la evidente intención de subirme por sus piernas.

Al ver a Jane convertida en una ardilla voladora,  sentí ganas de darle una buena reprimenda, pero daba por sentado que, ya habría tiempo para ello luego. Al menos hasta que me di cuenta que nuestro adversario no sólo era el mago tenebroso más poderoso de la historia,  sino que además poseía la varita de sauco.

Sólo entonces me di cuenta que quizás no saliera vivo de ese encuentro, por lo que decidí sacar a la luz un secreto que me quemaba en lo más profundo de mi corazón, era ahora o nunca.

En ese momento me detuve allí mismo, giré sobre mis talones, miré a Allison a los ojos y sin mediar palabra alguna, acaricié su rostro y la besé en los labios.

Lo sé, te debo una explicación y te la daré luego, sólo prométeme que si todo se sale de control te irás de aquí con Jane. Estoy loco por ti y no quiero que nada malo te ocurra. -  me confieso ante Allison, para luego coger con firmeza mi varita de Serbal y lanzarme a la batalla.

A pesar de lo malherido que estaba el aplomo de Dumbledore era admirable, y sin embargo seguían estando en un buen lío, no podían permitir que sufriera más daños, pero tampoco eran lo bastante fuertes como para enfrentarse a Grindelwald. Pero tal vez si conseguían hacerle bajar la guardia aunque fuera un segundo... 

Allison asintió ante Jane, quizás si acertaban un hechizo de Expelliarmus podrían... Y entonces su amiga se transformó en una monísima ardilla voladora ante sus ojos, la pelirroja abrió la boca sorprendida sin saber que decir. - ¿J-Jane? - ¿Jane era también una animaga? ¿O era producto de la prueba de Rowena? Quizás si se lo planteaba también ella podría ser capaz de.. ¡En qué lechugas estás pensando no es el momento Allison! 

Sacudiendo la cabeza volvió a concentrarse en su situación actual, y fue cuando se encontró con la mirada de Artemis, era intensa y de repente tras acariciarle la mejilla, la besó. La pelirroja se quedó clavada en el suelo y por un segundo olvidó lo que estaba pasando, simplemente cerró los ojos y se dejó llevar por aquella dulce sensación. 

Aún estaba algo perpleja, aunque en el fondo no le era algo tan extraño, sin embargo su sonrisa se difuminó cuando escuchó las palabras de Artemis. Oh no, no estaría pensando en cometer una locura... ¿Verdad? Entonces sintió una punzada de miedo y quiso detenerle, pero el chico ya estaba lanzándose de cabeza al peligro. 

Debo mantenerles a salvo, tengo que quitarle esa estúpida varita como sea. Movida por su fuego interior, Allison agarró con firmeza su varita y no se separó de Dumbledore, observando con atención a Jane-ardilla, mientras rezaba interiormente para que ninguno sufriese daño. Esperando una oportunidad para actuar.

Corrí como alma que lleva el diablo, rezando para que el mago tenebroso no me viera. Eché la mirada atrás para ver si habían reaccionado y tropecé de la sorpresa. Me incorporé con una graciosa cara de ''¿Ñíiiii? (¿Qué está pasando?)". Artemis estaba besando a Allison y la pelirroja tenía casi la misma cara que yo.

Si el estruendo no fuera tan grande y alguien tuviera la cabeza agachada habría podido oír una extraña risita traviesa que sonaba algo así como '' Ñi ñi ñi ñi ñi''. Cómo se lo tenía guardado el señor Flamel, cuando todo acabara le iba a someter a un interrogatorio digno del Departamento de Seguridad Mágica.

Una vez visto que se ponían en marcha, yo hice lo mismo por mi lado.

Cuando ingresan a la habitación, ven a Grindelwald levitando en el medio de la misma, rodeado por tres espectros que bloqueaban cada uno de los ataques de Riddle, quien estaba descargando toda su artillería contra Grindelwald.

El amo de la muerte ni siquiera se molestaba en intentar esquivar los poderosos conjuros de Riddle. Sin embargo, la situación cambió drásticamente cuando Dumbledore unió fuerzas con el heredero de Slytherin.

Ambos magos eran tenaces y fuertes, tanto es así que Grindelwald se vio forzado a crear una copia de si mismo para empezar a a devolver el fuego.

- ¿En serio Albus? ¿Ahora traes a dos niños? Igual los mataré a todos. - dijo el mago tenebroso mientras lanzaba por los aires a ambos magos.

Miré alrededor y no había forma de llegar hasta el mago de forma convencional.

- Maldito mago, porqué tenía que estar levitando.

Me acerqué a la pared que estaba detrás de Grindelwald y comencé a escalarlo para poder planear hacia él y morderle la mano.

El poder de Grindelwald era tal que era capaz de hacer salir volando a magos tan poderosos como Dumbledore y Riddle, daba sin duda un miedo atroz, pero no podía dejarse superar por el miedo, si no actuaban ahora iban a perder igualmente. Necesitaba darlo todo, por Jane, por todos. Y lo que mejor que podía hacer era ganar tiempo para ella, distraer al mago tenebroso para que no descubriese a su amiga convertida en ardilla.  Tú puedes Jane... 

Pero... ¿Qué hechizo podría utilizar? Quizás si se deshacía de los espectros primero... - ¡Déjales en paz maldito cobarde! - espetó mientras se disponía a atacar, con un gesto rápido de varita lanzó un rayo de luz sagrada hacia los espectros que le servían de barrera. - ¡¡Exordio!! - 

¡Ríndete Grindelwald! ¡No venceras! - grito mientras apunto mi varita hacia uno de los espectros que rodeaban al poderoso mago.

¡Exordio! - con puntería perfecta logré atinarle a uno de los espectros guardianes del poderoso mago, el cual chilló de dolor mientras el fuego sagrado daba cuenta de él.

Al ver caer a sus espectros, el rostro del auto proclamado amo de la muerte se crispa de fastidio.

- ¡Mocosos tontos! No debieron meterse en esto, puedo crear más espectros con un simple movimiento de varita, lo que me recuerda que es hora aue les suelte a mis perros. - dice el mago tenebroso, mientras hace una pequeña floritura.

Acto seguido una docena de inferis aparecieron drsde una grieta en el suelo seguidos por media docena de espectros.

Era evidente que el mago tenebroso no desperdiciaba nada y sacaba el máximo provecho posible a sus prisioneros. Los inferis cargaron a toda velocidad contra Allison y Artemis, mientras cuatro espectros fueron a por Dumblesore y Riddle, quedando otros tres protegiendo a Grindelwald.

Tan rápida como pude, escalé por el muro y di un gran salto para planear y colocarme a espaldas del mago. Seguía pidiendo a quien pudiera escucharme que no me detectara mientras me dirigía hacia su mano. Preparé mis dientes para pegarle el mejor mordisco de mi vida.

Cuando Jane planea hacia Grindelwald, uno de los espectros se lanza contra ella derribándola. Cuando el cuerpo de la joven ravenclaw impacta en el suelo, Jane recupera su forma humana, al tiempo que el espectro empieza a drenarle su vida.

- Albus, si tan sólo no me hubieras dado la espalda aquel día, entonces te dejaría vivir, pero escogiste tratarme como un loco.

Dime ¿Ahora quien es el loco? ¿Esta es prueba suficiente para ti de que las reliquias de la muerte son reales o aún quieres que te enseñe ese viejo libro?

Eres un idiota y por eso morirás y luegonte devolveré la vida con la piedra de la muerte que ya sé en dónnde está. - anuncia Grindelwald con una voz cargada de resentimiento.

Lástima para ti que nadie puede cambiar el pasado.

Allison salva a Jane, yo detendré a los inferis. - digo con seriedad, al tiempo que apunto mi varita al cielo.

Regnum Solaris. - digo, al tiempo que tres aros de llamas color celeste nos rodean a Allison y a mi manteniendo a raya a los cadáveres reanimados, los cuales optaron por mantenerse lejos de las llamas.