Partida Rol por web

Ven aquí mi pequeña niña, tengo algo que ofrecerte y ese algo es todo lo que tu corazón desea, por ahora no eres más que la niña rara y sin amigos de bajo promedio, todos te miran y susurran a tus espaldas, nadie se preocupa por ti. - dice un ser de casi dos metros de alto, su piel es negra como la noche, su rostro muestra una sonrisa siniestra, al tiempo que empieza mostrarte diversas imágenes tuyas.

La primera de ellas cuando llegaste a Hogwarts sola y sin amigos la segunda en el lago cuando hiciste el comentario de Janelle y como te había parecido interesante el efecto que los conjuros de Mengele habían logrado en ella.

En ese momento ves una mirada de reprobación y espanto en todos los presentes.

Luego ves la imagen del espejo dándote cuenta de todo lo que no tienes pero que deseas.

Eso mi niña es lo que yo te ofrezco, serás grande entre grandes sólo tienes que aceptar mis dones y todo lo que quieres será tuyo, todos te veneraran, todos te servirán, tu familia te adorara. Ya no más soledad, no más lágrimas, yo puedo enseñarte más que esos incompetentes  profesores tuyos, todos los secretos de la magia serán tuyos. - dice aquel ser mientras te muestra una imagen tuya cargando la copa de la casa y una segunda ocupando el despacho del ministro de magia.

Vamos niña acepta mis dones y nunca más estarás sola, siempre me tendrás a mi y a quien quieras, sólo toma mi mano y acéptame, tu dime tus deseos que yo los cumpliré, tengo el poder para hacerlo. - añade el demonio mientras tiende su mano hacia tí

Mientras tu tiendes lentamente tu mano hacia aquel poderoso ser el cual te tiene encandilada con su pavorosa presencia, escuchas el canto de un halcón y una imagen viene a tu mente, sientes la calidez de un abrazo una pequeña luz brilla en tu frente.

En ese momento el tiempo parece detenerse y nuevamente ves volar al halcón, es un ave gigantesca que vuela hacia tí quiere apartarte de aquel ser a toda costa, la preocupación se dibuja en su rostro, quiere protegerte, recordarte que no estás sola, hasta que el demonio harto por tu indecisión derriba al halcón con un leve movimiento de su mano, atrapándote nuevamente en la oscuridad.

Frente a ti yace el halcón muy mal herido casi muerto, mientras que el demonio sonríe y te tiende su mano.

¿Qué escoges accedes al demonio que te ofrece un poder sin límites o lo rechazas? 

Más misterios no, por favor... Todo giraba muy rápido en su cabeza, habían pasado tantas cosas cuya solución estaba a unos centímetros de su mano. Podía conseguir lo que quisiera, todo lo que quisiera. No tendría que estar sola nunca más, ni ser el hazmerreír del colegio. Con solo estirar la mano, ¡sería incluso más fuerte que el mismísimo Señor Oscuro! Sabía, desde pequeña, que ella estaba destinada a ser grande, pero ¿a qué coste?

Mirando de reojo al halcón malherido, se dirigió al nuevo ser. ¿Qué-qué me pides a cambio de ese poder? ¿Qué tengo que hacer pa-para ti? Estaba aterrorizada por lo que no había fuerza que le impidiese que la voz le temblara.

Mi niña eres lista, todo poder tiene un precio, sólo quiero tu corazón, yo soy Bucón, Señor del odio, si aceptas mi poder me convertiré en la fuerza que te impulse a seguir adelante, nunca más requeriras de ese rídiculo sentimiento llamado amor, yo seré tu fuerza y todo el odio que tu generes me hará aún más fuerte incluso mis hijos, los dementores te servirán. ¿Qué dices mi niña aceptas mi poder?  Con él ya nunca más te sentirás sola, pues nunca más necesitaras de nadie.. - respondió el demonio con una ssonrisa mientras avanzaba disponiéndose a aplastar al ave con su pie izquierdo.

¡Para! ¡No le hagas daño! Hellen atrapa al halcón malherido en sus brazos y mira de nuevo a Bucón, señor del odio. No te puedo dar una respuesta ahora mismo. Me tienta mucho tu oferta. Me ofreces lo que quiero y más, pero... Me encantaría poder decirte que sí, y me encantaría poder decirte que no. Por favor, dame tiempo, necesito pensarlo. 

Tras quedarse unos momentos pensativa, la joven, arrodillada frente a ese ser, resuelve. Vete, por favor. Si crees que aún puedo serte de ayuda en un futuro, vuelve en algún tiempo. Si has perdido la fe en mí tras mi decisión, lárgate y no vuelvas más.

Maldito Artemis, todo es culpa suya. Si él no me hubiese mostrado lo que es tener un amigo, todo sería más sencillo. Maldito sea, lo odio, lo odio... No sabía si era la energía negativa que emanaba el señor del odio, pero no podía dejar de mirar con repulsión a aquel halcón que le complicaba su decisión.

Niña tonta te atreves a ponerme condiciones a mi. No eso no se hace. Ahora te tomaré quieras o no. 

Escucha, caca de hipogrifo. Con la varita enriste, apuntando al demonio, Hellen deja de lado al halcón y se alza olvidando todo el cansancio o el miedo que la envolvía. Estaba harta de su indecisión, harta de dudar de si misma, harta de no tener todas las respuestas. No obstante, si estaba segura de algo (ahora más que nunca) es que no iba a permitir que nadie jugara con ella. Me da exactamente igual quién seas y lo que pretendas hacer, ya te he dicho lo que quiero y si eres un ser listo sabrás atender a mi palabra. Vuelve en un tiempo y serás bienvenido. No vuelvas y no serás recordado como una pérdida. Sabía que estaba estirando mucho su suerte pero sentía que no había nada y nadie que le parase ahora. No tenía muy claro que hacer si el señor del odio negaba su petición y cargaba contra ella, pero no se iba a quedar de brazos cruzados mientras otra persona decidía su destino. Pero ahora, por tu propio bien, lárgate y déjame en paz.

Su pequeña estatura no era nada comparada con la del demonio que tenía enfrente, pero el aura que debía de estar emanando era la suficientemente grande para hacerlo dudar.

Mientras el demonio extiende su mano hacia ti una segunda voz suena en tu cabeza, firme y sin dudas.

Exultant daemonis exortias. - dice la voz mientras el demonio arde en llamas y desaparece.

Bien hecho mi niña, esa cosa no volverá al menos no en un buen tiempo. Y aunque albergas algunas dudas en tu interior, eso no es malo, pues el poder sin conciencia se convierte en un yugo tanto para el que lo posee como para las personas sobre quienes se ejercer.  Quizá, si ere lo suficientemente curiosa mi historia podría ayudarte, pérmiteme presentarme, soy Salazar Slytherin.

Hace algún tiempo yo estuve en tu lugar y ya sabes como termino la historia o al menos parte de ella, lo que no se cuenta yace en mi diario en una habitación muy especial en el castillo, oculto bajo el baño de las niñas en el segundo nivel del castillo. Léelo y quizá traiga te permita triunfar donde yo fallé, si lo haces nos volveremos a ver y te daré un regalo muy especial. Ahora déjame ayudar a ese pequeño amigo, que más que la amistad que empiezas a descubrir, representa en realidad a la luz de tu alma, una luz que nunca debes dejar que se extinga, pues de lo contrario la oscuridad te consumirá y sus dones lejos de ser tu herramienta, serán tu yugo.- dijo el viejo mago mientras curaba al ave y te acariciaba la cabeza de forma paternal.

Y nunca olvides Hogwarts siempre ayuda a quién se lo merece y tu sin duda eres digna de ello. Ahora déjame darte un pequeño regalo, apenas una muestra de lo que te espera si triunfas en mi prueba. - añadió el mago mientras apuntaba su varita a tu garganta para luego desaparecer.

Finalmente despiertas

Y, de repente, todo había vuelto a la normalidad. Los chicos de Slytherin iban y venían de sus habitación, otros estudiaban ante la verdusca luz que emanaba el lago y algunos alumnos mayores reían cerca de la chimenea. Todo era tan casual y tan bizarro a la vez. Y es que no es fácil ver la vida de la misma manera después de que el mismísimo Salazar Slytherin te confiase tal testimonio. ¿Me ha hablado... A mí? Hellen se llevó las manos a la garganta y, aunque no sentía físicamente nada distinto, en su interior sabía que algo había cambiado.

Se intentó poner de pie como pudo, ya que las piernas las sentía de gelatina, y buscó con la mirada a algún compañero de su curso para corroborar que había sido una experiencia única para ella. Seguirán en el patio principal... Dedujo al no encontrar a nadie cerca. Tampoco percibió confusión en las cara de su alrededor así que salió corriendo hacia las puertas de las mazmorras. Una vez fuera, tuvo que tomar una difícil decisión: ¿ir a buscar el diario escondido o encontrar a Artemis? Salazar Slytherin lleva muerto miles de años, si su diario lleva escondido sin ser encontrado tanto tiempo es que puede esperar un día más. En cambio Artemis... Por Merlín espero que esté bien.

Sin abandonar la posición de sus manos en su garganta, se dirigió al Gran Comedor. Con suerte estaría allí esperándola con sus amigos y el halcón habría sido solo una ilusión. Si todo había sido real, encontraría allí a algún compañero Gryffindor que pudiese acompañarla a su Sala Común para buscarlo.

En mitad de la noche, una chica de sexto año irrumpió en el dormitorio de las chicas despertando a todas las presentes y tras comprobar que no faltaba nadie abandono la estancia para dirigirse a la sala común, en dónde parecía haber un gran jaleo.

Jaleo que se intensifico cuando el prefecto de los varones le comento algo al profesor Slughorn en voz baja, quién pareció palidecer en ese momento.

¿Cómo que falta Potter? ¿En dónde se ha metido ese muchacho? No pudo escoger peor momento para desaparecer. - masculló Slughorn bastante molesto, mientras la señora Pomfrey trataba de calmarlo.

Ustedes, guiadas por la curiosidad llegan a tiempo para ver como se le suben los colores a la cara a Slughorn. 

-*Mi billete para vagar por el castillo libremente.*- Pensó la chiquilla al escuchar lo que pasaba en la sala común. Samantha clavó su fría mirada en aquel profesor y se acercó hacia él de forma directa, quedando más alejada de Greystoke.  - Señor Slughorn, me ha parecido escuchar que falta uno de mis compañeros. Le agradecería que solventara el problema, o me veré obligada a ir a por mi compañero. - dijo con una mirada autoritaria y fulminante.

Ante la actitud altiva de Samantha, el profesor Slughorn la miró con severidad y luego respondió.

Será mejor que modere sus maneras señorita Riddle a menos que quiera pasar la próxima mitad del año escolar aseando calderos con las manos. Ahora le recomiendo que regrese a su dormitorio pues ya me ha hecho enfadar. - 

- Señor, mi forma de ser es firme y seria. Para nada estaba tratando de extralimitarme, o infravalorarle. - respondió sin cambiar un ápice de su inexpresiva expresión facial. - Mi intención no era otra que la de tratar de servirle de ayuda, y la de aliviarle la cara de preocupación. - hizo una reverencia de estilo medieval agarrándose la túnica a modo de falda, y se giró para emprender el rumbo al destino que le marcó el profesor. -*Vaya por dios, fue a sacar ahora la valentía... Inepto...*- reflexionaba la chiquilla.

Mientras Samantha iba camino a su habitación, el semblante de Slughorn se relajo un poco y luego de comentarle algo a la señora Pomfrey, quien abandono la sala común en completos silencio se dirigió hacia todo el alumnado.

Bueno jóvenes, al parecer ya todo está controlado, así que les recomiendo que vayan a descansar pues mañana parten hacia sus casas para disfrutar de sus vacaciones de navidad.

Por cierto voy a permanecer en la sala común por si necesitan mi ayuda para algo.