Partida Rol por web

Abro la boca mirando a mi alrededor, fascinada por lo que tengo delante.

-Alaaaa...- susurro.- ¡Qué preciosidad de sitio!- sonrío a Lion y echo a andar entre las enormes estanterías repletas de libros. Al azar elijo uno y lo hojeo, ya que no hay ningún orden claro impuesto en la colocación. Ni siquiera sabría qué buscar en un sitio tan grande. 

Al llegar a la bibilioteca me quedo boquiabierto, nunca habia visto tantos libros tan interesantes juntos, se me estaba haciendo la boca agua, en la biblioteca de mi ciudad solo hay libros muggles, que son interesantes, pero por fin puedo leer sobre magia! Llevaba mucho tiempo esperando este dìa.

Mik entra y se va a olisquear una esquina y a restregarse como diciendo esta zona es mia!

-Mira Mik dice que la biblioteca es suya. Jajajaja 

Le digo a Dharma, mientras se lo  señalo para que lo mire.

La verdad es que lo ocurrido en la clase de pociones me hizo decidir que a partir de ese dia seria muy aplicado en todo, quiero ser el mejor en pociones,asi que me pongo a buscar algun libro interesante de pociones para adelantar un poco.

La bibliotecaria se lavanta de su sitio cuándo ve al gato de Lion.

- Ese gato dónde pueda verlo. No quiero que se acerque a los libros. Son delicados y no quiero el más mínimo desperfecto. - dice con voz autoritaria. - Y mantened silencio, esto es una biblioteca.

Río por lo bajo cuando veo que el gato de Lion se está restregando contra una de las estanterías, dejando el libro que había cogido en su sitio. Pero entonces se acerca la seria bibliotecaria. Le sonrío con dulzura para ver si se puede mejorar un poco la situación. 

-No se preocupe, señorita, tendremos cuidado en que el gato no toque nada. -susurro. Un imperceptible movimiento hacia mi manga me salió automáticamente, tocando el sitio donde Auri estaba acurrucada, durmiendo a pierna suelta. Ella no era de estropear cosas, y menos los libros. Sabía que eso me enfadaba mucho. Sigo mirando las estantería, pero todos son libros que hablan sobre cosas que no entiendo. Así que me quedo mirando lo que hace Lion.

Después de un buen rato en la biblioteca, miro el rloj de mi muñeca. Las 19:50.

-Tenemos que darnos prisa e ir a cenar, Lion.- le aviso al verle absorto en su libro. Recordaba que a las 20:30 cerraba "la cocina", la comida ya no se regeneraba. Y la verdad es que después del primer día de clase tenía hambre. Mucha hambre. Me levanté con cuidado de no hacer ruido y fui hacia la salida, parándome para ver si Lion me seguía. 

Al ver a Mik, la bibliotecaria nos avisa de que tengamos cuidado de que no  tocara nada, asi que le hecho mi mirada de : Aqui quieto conmigo! Y el rapidamente vino a restregarse contra mis pies.

Me puse a buscar algùn libro de pociones interesante y encontrè uno que me gustò: Pociones avanzadas. Lo cojí como el que coje un juego nuevo y me sentè junto a Dharma a leer el capitulo 1.

Me quede absorto leyendo, es muy buen libro, te explicaban muy bien como hacer las pociones y los diferentes efectos que te pueden producir al hacerlas mal. 

Veo que Dharma se levanta para irse asi que me supuse que seria la hora de cenar y me levantè tambien para irme, me gusta mucho el libro asi que le pregunto ala bibliotecaria en voz bajita:

-Disculpe señorita, me puedo llevar este libro?

La bibliotecaria apunta el nombre de Lion en el registro y apunta en un pergamino enganchado al final del libro el plazo que tiene: Un máximo de 2 semanas.

Llegas a la biblioteca rápido y sin problemas usando la lógica, aunque nunca habías estado ahí. Tampoco era tan difícil, no estaba tan lejos de tu sala común. Al abrir las puertas de roble  puedes ver de que se trata de una biblioteca gratamente impresionante. 

La biblioteca cuenta con mesas por doquier donde poder sentarse a leer o estudiar. Hay hileras impresionantes de estanterías a rebosar de libros, pero las estanterías no parecen tener carteles que indiqué qué hay en ellas. Seguramente tienen algún tipo de orden pero los carteles estropearían el aspecto tradicional del lugar. Hay un pasillo en especial que parece estar cerrado al público.

No hay absolutamente nadie. Ni tan siquiera el mostrados de la entrada, que deduces es del bibliotecario o la bibliotecaria. Es extraño que las puertas estén abiertas sin haber supervisión, pero no es algo de lo que vayas a quejarte.

¡Asombroso! Había conseguido llegar a la biblioteca a la primera, ahora empezaba a poner en duda las palabras de mamá, ella siempre se quejaba de que mi orientación era la de un besugo fuera de su hogar, pero yo no lo veía del todo así. Sosteniendo con uno de mis brazos el libro, empujé la puerta, dejando que Bach entrase primero, pues desde hacía rato había estado golpeando la puerta ansioso por merodear y descubrir ¡Era cómo yo! En forma gatuna, pero cómo yo.

Después de dejarle pasar, entré yo también, al principio no me fijé, pero al levantar la cabeza abrí muchísimo los ojos y hice una "O" con la boca, asombrada ¡Era increíble! Apuré un poco mi paso, para dejar mis cosas sobre una de las mesas. Sabía que tenía que repasar, pero antes quería ojear todo a mi alrededor, seguro encontraría algo interesante allí.-¿Bach? Es igual... Miraré, seguro encuentro algo interesante.-Dicho eso, salí hacia los estantes, perdiéndome por los pasillos. Era increible la cantidad de libros que había en aquel lugar, pero lo que más me llamó la atención eran los que estaban en la parte más alta ¿Cómo se cogería? Fue entonces cuando una idea apareció en mi cabeza.- Libro, de la última estantería, lomo rojo aterciopelado, segundo por la derecha ¡baja! Por favor...-Me sentía idiota, pero era una grandiosa idea, de eso no tenía duda ¡Aparte, todo era mágico!

Bach se acercó a mi desde la espalda, sigiloso se acercó para "cazar" mi túnica o más bien, la parte baja de esta, que se movía cuando yo hacía algún giro.

Lamentablemente...no ocurre nada. Y te quedas esperando a un libro que no baja. Sin embargo, cuándo te das la vuelta, ves que hay algunas escaleras corredizas, así que esa debe ser la manera de coger los libros. Algo decepcionante para una escuela de magia... Pero tal vez cuándo aprendieses a usar la varita podrías usarla para coger los libros.

Pues que desilusión más grande, el libro ni siquiera se movió del lugar cuando yo lo llamé. Miré hacia el fondo, allí estaba la gran escalera, esa seguro me serviría para buscar los libros que me pudiesen servir, pero lo malo era… ¿Cómo encontraría la sección de pociones? No había letreros, ni indicaciones. Al menos a mi vista, di unos pasos hacia atrás, mirando a ver si veía algún cartelito con los nombres, pero no era así ¡No me lo ponían nada fácil! Así, no hay mago que quiera estudiar, claro que no. Miré de nuevo los libros y después el reloj que me había regalado mamá antes de partir, todavía era temprano, podía inspeccionar la biblioteca.

-¿Te vienes, Bach? Allí vi algo interesante…- Dije mientras caminaba hacia el fondo de la biblioteca. Mientras caminaba silbaba suavemente y chasqueaba los dedos de manera que ambas cosas coincidían al son. Al llegar al pasillo, dejé de chasquear los dedos mientras miraba con curiosidad hacia el fondo, esa sección que parecía prohibida, bajé la mirada viendo que mi mascota también estaba junto a mí, seguro tenía tanta curiosidad cómo yo.- ¿Vamos?.-Le pregunté, a la par que sin pensármelo caminaba hacia allí de manera lenta, cómo si intentase ocultarme de alguien o más bien, para que nadie me escuchase.

Al estar a unos pasos me giré, palmeando mi pierna suavemente, llamando a Bach el cual se había quedado estático, pero que instantes después corrió hacia mí de forma ligera.-¿Qué crees que habrá ahí, gatito?-Pregunté.

Cuándo empujas la verja ésta se abre con un chirrido metálico que hace eco por toda la biblioteca al estar en absoluto silencio. Sin embargo compruebas que aún pareciendo una sección cerrada al público puedes pasar. O confían demasiado en los alumnos y su buenhacer o hay gato encerrado...

Sentí cómo todo un escalofrío me pasaba por mi espalda al escuchar el chirriar de la puerta al abrirse.- No existe el miedo, no existe el miedo… Repítelo otras veinte veces más y te lo acabarás creyendo, Diane.-Me musité mientras terminaba de empujar la puerta suavemente. Estaba apunto de pasar al interior, pero miré hacia atrás, por si alguien me seguía. Solo estaba yo o eso parecía. Nuevamente giré mi cuerpo hacia la entrada, entrando lentamente. En ningún momento se me ocurrió coger o tocar nada, solo tomé con suavidad un candelabro acercándolo a los libros para poder leer los lomos de estos y así saber de qué se trataba.- Ninguno de estos libros… Me suena, es más, parecen libros oscuros..-Susurré. Con suavidad dejé la vela sobre la mesa y me subí a una de las sillas, tras eso incliné mi cuerpo y guié mi dedo sobre los libros mientras leía en voz alta los títulos. Títulos que solo leía por saber, sin ningún interés en cogerlos, pues no estaba de más el que me empezaba a dar miedo esa sección, no era cómo las demás.- ¿B-ba…Bach?.-Susurré mientras me bajaba de la silla, volviendo a tomar la vela, para dejarla donde la había encontrado.- ¿Bach… Dón-dónde estás…? Vámonos…-Susurraba lo más bajo posible, por si alguien me pillaba, estaba segura que en ese lugar no se podía estar, al menos yo.

Ves a Bach al final del pasillo... en el lado opuesto a la puerta de salida. Está sentado y te mira con esos enormes ojos gatunos por unos segundos. Después maúlla, se levanta y se mete en un pasillo lateral, aún de esta tenebrosa sección.

-¡Bach, gatito!-Exclamé al ver que mi mascota se iba a otro pasillo más allá, perdiéndose por la Sección Prohibida.- Por las faldas de Morgana... ¡Espérame, espérame!... -Tomé la vela y echando un vistazo rápido al otro lado de la verja, seguí a Bach. "Esto no puede acabar bien... Me meterá en un lío ¡ Me perderé y no sabré regresar!" Sentí cómo un sudor frío bañaba mi frente, mi mayor preocupación en ese instante era ser descubierta y regañada.

Levanté un poco la vela para poder ver los nuevos libros que aparecían el los estantes. Sin poder evitarlo, me aproximé a los libros, dejando apoyada en la mesa la vela, tras eso agarré uno de los libros, sacándolo suavemente, sin hacer ruido. Una vez en mis manos lo miré con curiosidad, estaba apunto de abrirlo, pero mi mirada se posó en el lugar que estaba el gato.- ¿Por qué me traes aquí?- Le pregunté.

Bach maúlla y salta al alféizar de una ventana. Cuándo te asomas ves que puedes ver la cabaña del guardabosques. En ese momento la puerta se abre y el perro rubio de ayer sale corriendo dando saltos. Sin embargo, ves algo horrible. Algo parece salir de debajo del porche, aunque no ves muy bien que es, y acto seguido un aullido de dolor del perro se extiende por los jardines. El perro cae al suelo y el guardabosques sale corriendo con su otro perro. Parece algo serio.

Dejé el libro en su lugar antes de correr hacia donde estaba Bach, como pude me asomé, mirando hacia el exterior, en particular hacia la cabaña de Hagrid. Al principio todo estaba igual, nada llamaba mi atención, pero cuando estaba apunto de irme algo se movió, mis oscuros ojos no parpadeaban por miedo a perderse algo-Oh, no... ¡No!-Quise cubrirme los ojos, pero fuí incapaz, sentí el aullido de dolor del animal y mis ojos se acristalaron, a la par que mis mejillas palidecieron. ¿Qué había sido aquello? Con la respiración acelerada, di tres pasos atrás, alejándome del ventanal.

Quería llamar a mi mascota, pero estaba completamente muda por lo que había visto ¿Acaso Bach lo sabía? ¿Por qué quería que lo viese? Sacudí la cabeza un par de veces, recuperando mi movilidad y voz.-¡¡Vamos Bach!! Tenemos que bsalir... Decirle al guardabosques lo que vi.-Me moví inquieta, frotando mis manos y bmordiéndome el labio. Tomé en brazos al pequeño gatito, saliendo de allí a carreras.

Apenas había alumnos en la biblioteca así que no tuve ningún problema para escoger un sitio en el que poder realizar mis tareas sin que me molestaran los susurros o la presencia del resto. Me senté y saqué todo lo necesaria para comenzar a realizar el trabajo. Tenía intención de pasarme toda la tarde ya que quería, después de la reprimenda de la profesora McGonagall, presentar el mejor trabajo de toda la clase.

Me acerqué a las estantería y empecé a coger todos los libros que me parecieron que podían servirme, casi no podía con ellos cuando me senté de nuevo y empecé con la tarea.

Terminé de estudiar poco antes de que el reloj marcase las ocho de la tarde. Cerré el libro de Historia de la Magia y les susurré a mis compañeros que nos fuesemos hacia el comedor. No esperé demasiado tiempo la respuesta, no quería quedarme sin cenar. Me levanté sin hacer ruido y, seguida por Lion, me encaminé hacia el comedor.

Me había quedado perdido en mi mundo por los jardines, junto a Mik, cuando Dharma me fue a buscar. Ya estaba volviendo cuando nos encontramos y me propuso ir juntos a la biblioteca. Acepté de buena gana, tenía muchas ganas de estar con ella, así que nos encaminamos hacia allí.

Una vez en la biblioteca me puse a estudiar herbología mientras Mik se acurrucaba bajo mi silla, pero me costaba concentrarme.  Estar cerca de Dharma me ponía nervioso. Las horas se me pasaron lentas y no aproveché demasiado el tiempo de estudio. Me había enterado sólo de la mitad de lo que había leído. Cuando ya me estaba desesperando mi falta de concentración Dharma avisó de que era la hora de la cena.

-De acuerdo.- susurré.- Vamos a cenar.-Me levanté sin hacer ruido y seguí a Dharma hasta el comedor.

Me senté con Zoe en la mesa que solíamos ocupar habitualmente, desde su desvandada esta mañana tras la pequeña broma de Sonja estaba muy callada pero no había querido presionarla delante de todos en el gran comedor. Sabía que se encontraría mucho más cómoda entre los silenciosos muros de la biblioteca que bajo la inquisitiva mirada del resto de Slytherins y aquello la predispondría a hablar...

Con cuidado, deposité sobre la mesa un enorme volumen de viejas tapas de piel, se trataba de una primera edición de la historia de Hogwarts. La realidad era que desde que había puesto un pie en el castillo me había sentido incomoda, no me gustaban los lugares extraños y detestaba esa sensación de perdida de control que se me clavaba en el cerebro como una molesta y afilada astilla. Así, conocer los entresijos y secretos que encerraban aquellos muros me había parecido un modo tan bueno como cualquier otro de inaugurar el club de lectura. Estaba segura que una vez puesta en marcha la maquinaria detenerla iba a suponer un molesto quebradero de cabeza para más de uno...

- Mira lo que he encontrado. - Le sususrré a mi compañera poniendo el libro entre las dos.