Partida Rol por web

La expresión de Zane se crispó visiblemente. Ese maldito Aldryn, siempre tenía que estar en medio y joderlo todo. Ése o la sangre sucia peliroja. Al menos ella no estaba ahí.

- Idiotas incompetentes... - cierto era que nadie había pensado que un grupo de 5 chavales maniatados y sin varita pudiese salir de ahí, pero poner al menos ALGUIEN haciendo guardia no habría estado de más. - Se han escapado todos los prisioneros, y cómo mínimo hay uno armado. ¿A qué esperáis? El Señor Tenebroso no va a estar satisfecho cómo lleguemos con las manos vacías. - aunque Zane dudaba que si conseguían salir del barco sobreviviesen (y eso le producía una enorme satisfacción), tenían unas órdenes que cumplir para que el plan funcionase.

Pese a que los más adultos no parecen nada satisfechos con el tono de Zane, todos obedecen y se encaminan hacia la puerta con prisas. Todos menos Zane, quien te coge de la muñeca, aunque con delicadeza.

- Tú te quedas aquí, y cuando dejen a esos idiotas fuera de combate, iremos a por tu varita y te daremos ropa adecuada. Ya no sirve de nada que estés entre ellos, estamos a punto de llegar. A no ser que tengas alguna de tus brillantes ideas. - dice seriamente, y no con sarcasmo.

Se había convertido en un hecho. Una vez que las palabras habían salido por mi boca, y relataban todo lo que nos había pasado, se convertía en mi pasado, en algo real, en algo que podía hacernos daño.

No es que antes no lo creyera, simplemente que, bueno, siempre me gustaba pensar que era como un mal sueño del que pronto me despertaría, pero no fue así. Nunca fue así, por lo que, debía de ser más fuerte de lo que había sido jamás, y centrarme en lo que nos podía ayudar para salir adelante, en lugar de compadecerme de mí misma, como me hubiera gustado hacer, principalmente porque era fácil.  

Sonreí ante el beso de mi hermano, y me di cuenta de cuánto lo había echado de menos, y lo poco que hubiéramos hecho sin él. Estábamos perdidos, y, aunque Severus parecía tener las cosas bastante claras, no sé si hubiéramos llegado lejos en un futuro.

—Gracias por venir, Charles— musité, agradecida hasta el tuétano.

Escuché sus siguientes palabras, y asentí con la cabeza, en silencio. Pensaba cumplir a rajatabla todo lo que nos dijera, y no pensaba discutirlo. Era más mayor, más listo y seguramente, aunque no nos dijera todo, sabría más cosas de las que aparentaba, por lo que no rechisté.

—¿Tu piso?— pregunté, emocionada, tomando las dos llaves, divertida. No creía haber visitado su piso nunca. Tan sólo llegué a saber descripciones exactas por mi insistencia en las cartas. Casi le preguntaba hasta cómo eran los azulejos del baño. Pero así se me hacía más fácil imaginármelo en Londres, cuando yo todavía estaba en América.

Me guardé las llaves en el bolsillo de la túnica, bien resguardadas, y gemí un poco al escuchar que se volvía para el Ministerio. Temí por él, y me hubiera gustado que siguiera con nosotros, pero entendí que era su trabajo, y yo no podía interferir, aunque fuera lo único que quisiera en ese momento.

—Vale— dije, algo a regañadientes—. Cuídate, hermano— deseé, mirándolo fijamente.

Tragué saliva con dificultad, y recordé el camino más directo para la casa de Charles. No estaba muy lejos, pero cualquier distancia superior a veinte metros, ya me daba pánico.

—Nos vemos luego— lo despedí con un gesto de la mano.

Miré tanto a Zoe como a Severus, y suspiré.

—Bueno, ya tenemos un sitio donde dormir— dije, tratando de sonreír. Y justo en ese momento, me pregunté qué estaría haciendo James, y dónde estaría. 

Por un segundo casi salto encima de Brad pero reacciono a tiempo y me controlo, haciendo un extraño amago que aguanto con las manos en los lados del cubículo. Observo su gesto y al mirar detrás de él lo entiendo. Le correspondo alzando el pulgar. Me acerco al chico y un pensamiento pasa por mi cabeza... "Funcionará bien la varita si no soy yo el que le ha vencido...?"

No era de dar golpes, pero usando toda la fuerza de la que era capaz cerré mi puño y lo acerqué a una velocidad considerable hasta su cara. Sin saber si lo había dejado K.O. o no le cogí la varita y me puse detrás de Brad. Dándole un toque en el hombro para hacerle saber que estaba listo y armado. Y el puño también me dolia...

Suponiendo de forma fácil, diría que han sido Mia, Brad y el resto pero me resulta raro que uno de sus métodos sea tirarlos por las escaleras, por lo que debemos tener mucho cuidado con lo que estamos haciendo, pero creo que la mejor opción es intentar ayudarles, podemos ser su retaguardia si conseguimos llegar hasta ellos, pero primero.

No es mi varita pero espero que funcione.

Homenum Revelio - digo apuntando a la escalera.

Esperé a que Zane mandara a los “idiotas incompetentes” hacia afuera y vi cómo tomaba mi muñeca, tras lo que dejé que cayera, pesadamente, para ser sostenida sólo con su mano. Estiré, instintivamente, mi otro brazo, haciéndolo crujir. —Vaya, los tienes de la mano. Tienes que pasártelo realmente bien, aquí. No sé si te envidian o si no les caes bien, pero no parecen bastante contentos. Aunque a mí me ha hecho gracia. ¿Es eso malo? En fin... —comenté, sin dar un paso. Miré la mano que asía mi muñeca—. ¿Realmente es necesario que me retengas así? ¿O buscas un contacto físico conmigo? —comenté, con un ligero tono de sarcasmo y una sonrisa torcida, aunque no estaba de más decir que agradecía que no me retuviese con excesiva fuerza—. Pues todo depende, Zane. Aparecer ante ellos y que no sospechen nada ahora sería bastante difícil de simular, aunque todos ellos son unos imbéciles y todavía piensan que estoy de su lado, por lo que tenerme camuflada de cara a ellos es la opción más viable. Lo que cuadraría más, bajo mi punto de vista, es que ellos vean que me tratáis como a una prisionera con ciertos privilegios, si puede ser habiéndome "permitido" un cambio de ropa, que esta que llevo me está empezando a molestar, y con las manos atadas pero acompañándote a ti o a Debbie, por nuestra amistad en la escuela. Si no aparezco ante ellos de alguna forma en estos momentos, mi intención de ayudar como espía al Señor Tenebroso se irá al garete. ¿Cómo lo ves?

Aberforth gruñe unas palabras entre deintes que no llegas a comprender.

- Es una posada. Alquilo habitaciones. Pero te aviso que no soy niñera. - contesta finalmente. 

- Tranquilo, es bastante independiente. Solo quiero que no intente escapar ella sola para luchar...- Le digo, suplicante. 

Así que alquilé una habitación para Inuix y, de paso, otra para Remus y yo. Al parecer hasta mañana no iban a hacer nada, cosa que me pareció muy extraña ¿Había alguna clase de plan? ¿Una tregua? No tenía ni idea de nada pero estaba segura que algo no nos contaba. Me pasé mucho rato intentando sonsacar todo, los planes que tenías y todo lo que podíamos hacer y lo que no. Estaba preparada para luchar por Hogwarts. También pedí explicaciones sobre los mortífagos porque aunque ya los conociera del diario el profeta y de otras cosas, aún no tenía en mente qué querían exactamente atacando Hogwarts ¿Acaso guardábamos algo importante ahí y no lo sabíamos? También pregunté por Dumbledore, quien no aparecía por algo del ministerio que tampoco entendía ¿No era importante defender a los alumnos? 

Tras las dudas aclaradas -o no- mandé a Inuix a la cama y yo me fui a dormir con Remus. Me inquietaba todo, no conciliaba el sueño ¿Estarían muriendo mis compañeros mientras yo dormía? Y, por muy extraño que fuera, Remus y yo esa noche le hicimos por primera vez. Pese a la situación, pese a todos. Dicen que para calmar las penas las personas recurren a otros placeres de la vida pero ¿Quién sabía? Fue bonito y largo y no lo cambiaría por nada del mundo. Después de hacerlo, me quedé dormida abrazada a él pero en unas horas me levanté. Sería una pena morir ahora teniendo toda una vida por delante y, sobretodo, a su lado. 

Y eso me llevó a otra duda. Así que se la pregunté a mi novio sin más, despertandole sin empatía. - ¿Cómo es que conocías ese escondrijo del sauce boxeador que lleva a la casa de los gritos? 

Escuché a Charles en silencio y centrada, mientras sonreía. Consideraba una suerte que London lo haya hecho venir, sino no sabía que hubiésemos hecho. 

El hermano de London era muy generoso por dejarnos su piso sin problema alguno. Me pareció listo y simpático. 

- ¡Gracias! - Dije cuando entregó a London sus llaves. Por fin tendíamos un sitio seguro. 

Cuando ya se estaba marchando, me despedí con la mano igual que London. - Pues que vaya bien el trabajo. - Dije irónicamente, como si fuera un día de trabajo como otro cualquiera. Realmente si me ponía a pensar comprendía que lo que me pasaba era un privilegio, nos ibamos a casa del hermano de London a dormir, lavarnos, comer... cuando muchas vidas ahora estarían dejando de existir en Hogwarts. 

Miré a London y con una sonrisa le respondí. - Sí, parece que sí. ¡Que bien! Bueno pues vayamos ya, ¿no? ¿Sabéis por dónde está?

Mierda, mierda... - últimamente es un pensamiento más que frecuente, y no me gusta que sea así, sobre todo por las circunstancias en las que se da este pensamiento.

La chica está cerrando la puerta, no me queda otra. Tengo que esconderme en el baño y eso hago, varita por delante.

Más o menos en el momento que los chicos abren la puerta (tras el golpe de Donnie que ha mandado al atacante a dormir un rato), Mia la empuja y entra con rapidez. Los tres os chocías en una marabunta confusa de brazos y piernas antes de daros cuenta de qué ocurre. Mia cierra la puerta tras de sí agitada y todos podéis escuchar voces fuera. No sabéis qué dicen, pero todos sabéis qué pasa: saben dónde estáis.

Zane sonrié de medio lado.

- Los Knight somos respetados o temidos por cualquiera con dos dedos de frente. Yo tengo la información que necesitaban para esto y además el Señor Tenebroso me tiene simpatía. - dice encogiéndose de hombros. - El que me contradiga va a pasar un mal rato.

Te suelta la muñeca para demostrar que no te está reteniendo.

- Ahora mismo ya no nos sirve que os volvamos a meter en el mismo sitio. Cuándo los vuelvana encerrar y esta vez vigilados, iremos a por tu varita y la ropa adecuada. No volverás a verles hasta que el Señor Tenebroso decida qué hacemos con ellos. Si tenemos que matarles, te dejo escoger primera. - dice sonriendo con malicia.

-Mierda, Mia...

Nos ha estropeado la jugada, pero puede que eso mismo nos haya salvado. Tardo en darme cuenta, de hecho necesito comprobarlo apretando un par de veces, que en la confusión ha quedado sobre mí, atacando mi inocente mano con su teta al esforzarse en cerrar la puerta.

Pero no es momento para eso, la aparto y me pongo en guardia, esas voces...saben donde estamos y pueden pasar dos cosas. Que entren y tengamos que combatir. O que decidan reventar el baño y mandarnos a la mierda. Al menos, no saben que tenemos varitas. O como mucho, que tenemos una.

-Si abren la puerta, desmaius a saco...si no la abren, salimos nosotros, no podemos dejar que den la alarma a todo el barco...

Severus parece aliviado de que volváis a estar solos, y se dedica a terminar de comer en silencio. Cuándo vuestros platos están vacíos, espera a que London diga por dónde ir.

En la escalera no hay nadie, ni tampoco hay nadie en el radio más cercano. Sin embargo pocos segundos después escucháis voces del pasillo. Dicen cosas en noruego (o eso creeis, suena igual que cuando los tres de Dumstrang hablaban entre ellos) y escucháis pasos apresurados. No se acercan a vosotros, sin embargo. Parecen estar en alguno de los pasillos.

Medio asustado y medio confundido me dediqué a empujar todo lo que tocaba lejos de mí. Cuando me di cuenta de que era Mia la que había entrado me quedé quieto prestando atención a los pasos que se acercaban. Asentí a la idea de Brad pero pensé otra cosa:

-Y sí... ¿Y si damos nosotros el primer golpe? Puede que no se lo esperen... Uno de nosotros podría conjurar el Cave Inicum para silenciar todo el pasillo y que el ruido no llamara la atención del resto del barco mientras los otros dos atacan...

Sentí un vació en mi pecho cuando mi hermano se fue. Suspiré, y traté de pensar que era adulta, que podía tener mis propias decisiones sin tener que preocuparme por las consecuencias nefastas, porque era madura para afrontarlas… Pero, en el fondo, me sentía como esa niña que se metía bajo las sábanas, asustada por las sombras de la oscuridad.

Con las llaves en la mano, las guardé en un bolsillo de la túnica, y esperé a que Severus terminara de comer. La verdad era que yo también hubiera comido un poco más, pero el estómago se me había cerrado, y no podía tomar un bocado más. No me apetecía.

Ver a mi hermano había sido una brisa de aire fresco, pero, ahora, volvía a acecharnos los peligros. Miré a mi alrededor, y reparé en Zoe. La sonreí, y asentí con la cabeza.

—Sí, vamos— corroboré. Eché una mirada rápida a Severus, y le insté a que terminara de comer.

Una vez que habíamos llenado el estómago, unos más que otros, guie a Zoe y a Severus hacia el Londres muggle. Mi hermano vivía en un apartamento de un edificio algo georgiano en Baker Street, por lo que sugerí tomar el metro.

Me costó hacerme con las máquinas esas, y no entendí cómo se metía el billete, por lo que tuve que pedir ayuda a un hombre uniformado que había por allí. Traté de parecer turista, y algo imbécil, pero el hombre fue amable, sonriendo, y no hubo mayor problema.

Cuando el tren entró en la estación, me asusté un poco al principio, pero, después, fue divertido ver cómo todo se movía a nuestro alrededor. Parecía más una excursión que un plan de huida.

 Tras llegar a la estación de metro, señalé una calle de enfrente, y dije:

—Es ese edificio— señalé un bloque de ladrillo, y los miré—. Es tal y como me lo había descrito.

Cogí una de las llaves, y la metí en la cerradura. Al ver que no cabía, cogí la otra, y encajó a la perfección. Di la vuelta, y abrí la puerta.

—Vamos— murmuré, aunque sin saber muy bien por qué.

Entramos en el vestíbulo, y subimos la empinada escalera hasta llegar al piso de arriba, que era donde vivía mi hermano.

Introduje la llave que había metido antes, y que no era de la puerta de abajo, y giré también, para abrir la puerta.

—Vamos, entrad— dije, y cerré la puerta en cuanto todos estuvimos dentro.

Suspiré de alivio por primera vez en mucho tiempo. Y disfruté de estar en la casa de mi hermano. Me sentía un poco gorrona, y también como si estuviera siendo una cotilla, pero me hacía reír la situación pintoresca, y conseguí relajarme un poco.

—Poneos cómodos— invité, como si fuera mi casa—. Ahí está la cocina, por si queréis tomar alguna cosa.

Me dejé caer en un sillón, y cerré los ojos de manera momentánea. Después los volví a abrir, estrellándome de nuevo con la realidad.

—Bueno, ¿y qué haremos mañana?— pregunté, mirando a mis compañeros. 

—Zane... Todos tenemos que escoger, y lo sabes. Sabes que he escogido bien, me he unido a ti, a vosotros. Pero no puedes pedirme que mate a alguien... Me volvería loca, ¿de qué te sirve alguien que no es capaz de articular palabra? Y menos que me pidas que mate a alguien con quien he coexistido durante seis años, ya. Sabes que no puedo matar a una persona, Zane. No en mi estado actual. Obligarme a ello sería condenarme, y tú y Deborah sabéis eso mejor que nadie. —dije, tomándole de la muñeca a Zane, tal como él había hecho antes, con delicadeza—. No sé si ahora mismo te da igual si muero o no, pero tú sabías, perfectamente, cuando me estaba “afiliando”, por así decirlo, que pese a mis habilidades con la varita no soy capaz de matar a alguien. No me gusta éste lugar —comenté, refiriéndome y señalando al Salón en general. Parecía carente de calidez, algo que en mi situación necesitaba—, y me gustaría volver a ver a Deborah y darle un abrazo, si eso es posible. Me he quedado con las ganas. ¿Puedo verla?

Guiada por London avancé caminando para llegar al piso de su hermano. Lo de tener que pasar por el metro me aterraba un poco, ya que yo no entendía ese raro sistema de muggles para ir con metro. 

Por suerte un hombre amable ayudó a London a meter los billetes. Cuando llegó aquel tren me subí aún con un poco de pánico y fijándome en Snape. Permanecí callada durante el trayecto. 

Después de un rato se detuvo, y London señaló un edificio. Sonreí satisfecha al pensar que ya estábamos cerca. Por fin podríamos acomodarnos. 

Al ver que la primera llave que había probado London no encajaba me asusté y pensé que quizás su hermano se había equivocado de llaves. Me estaba haciendo un drama en pensar qué iba a pasar ahora, pero por suerte la segunda sí encajó. Me alivié mucho. 

—Uff.. Pensaba que no entraríamos. — Seguidamente, entré con ellos a la portería y tras subir unas escalera entramos en casa de Charles. 

Cuando London nos ofreció tomar algo me sentí incómoda por estar en una casa agena a la mía. Me resultaría raro coger comida de allí como si nada. Miré a Severus para ver si él también se sentiría igual que yo. Con lo tímidos que éramos supuse que él también debía sentirse un poco raro. 

 Me senté al lado de London y me encojí de hombros. — Pues no sé. Es más bien: ¿Qué haremos a partir de ahora? ¿Esperar a que se acabe la guerra?