Partida Rol por web

El día avanza con más o menos conversación en cada compartimento. Cuándo el sol ya se pone, los prefectos recorren los pasillos y los compartimentos para recordar a los alumnos ponerse sus túnicas. En una hora llegarán a Hogwarts. Además avisan a los primerizos que cuando el tren pare deben dejar sus cosas en el tren y seguir las instrucciones dirigidas a los alumnos de primer año.

¿Qué pasa? ¿Por qué no me dice nada?

A lo mejor ya averiguado lo que quería saber pero aún así el hecho de que no siguiera la conversación y la sospecha de que oculta algo me hace sentir curiosidad, aunque por seguridad no saco el tema y escucho atentamente las conversaciones que tienen.

No me imaginaba ni de lejos que supieran tanto sobre el Señor Tenebroso ¿tendría algo que ver con lo que hizo mi padre? ¿Cómo podía Lucius enterarse de esas cosas tan rápidamente? ¿Acaso Abraxas, su padre, también estaba con el Señor Tenebroso y le contaba a él cosas que mi padre a mí no? No me extrañaría de los Malfoy, es más me parecería completamente lógico y normal aunque no abro la boca respecto a ese tema, como Lucius yo también sabía que senderos de conversación no tacar en ciertos lugares y delante de cierta gente.

-Sí... supongo...- Murmuro algo decepcionado, ya que prefería quedarme ahí y como buen mago había ido a la estación con mi túnica y no con asquerosa ropa muggle que sólo uso si es absolutamente necesario, por el camino que hago junto a Lucius y Narcissa voy rumiando una cosa...

¿Por qué no? Aunque puede que suene atrevido, seguro que le encanta que le deba un favor.

Antes de entrar en mi compartimento me giro a Lucius y comento -Oye Lucius ¿Podría pediros un favor?- Lo pregunto con cuidado e intentando no sonar arrogante.

Lucius te mira enarcando una ceja.

- ¿Y ese favor sería...? Cuidado con lo que pides, pequeño, sobretodo en un tren. - te dice a modo de advertencia, aunque claramente entiendes que con lo del tren se refiere a un lugar llenos de oídos indiscretos.

-No soy tan estúpido...- Murmuro casi para mí mismo ¿qué creía que le iba a pedir? No iba a arriesgarme a hablar sobre lo que habíamos hablador -No, me refiero a un problema que tuve con respecto a mi mascota...- Ellos ya sabrían cual era -Resulta que necesito que a parte del profesor Slughorn, en los dormitorios todo el mundo esté de acuerdo. Por el profesor Slughorn no hay ningún problema...- Me encojo de hombros sin terminar la frase, dejandoles ver sin decirlo del todo cual podría ser mi único problema.

Al haber generalizado los dormitorios y no MI dormitorio, a nadie le extrañaría que un joven de once años pidiera ayuda a los prefectos, a los cuales conoce.

Por lo que había dicho Charlotte a ese rubio le iban a permitir llevarse a ese sucio perro, me sentiría insultado si no consiguiera traer a Susan y prefiero tener todos los frentes cubiertos.

Lucius parece genuínamente sorprendido por tu pregunta.

- ¿Qué tipo de mascota es? Creo que es la primera vez que escucho que alguien no puede traer una mascota... Aunque en principio no creo que nadie le niegue nada al heredero de los Knight, en Slytherin... - te dice con complicidad.

-Ya sabes, la serpiente albina que siempre va conmigo, esa es mi mascota- Explico ocultando una sonrisa, entendiendo sus palabras.

Aunque no se le puede llamar mascota en realidad, Lucius lo entenderá mejor así.

Las palabras de Lucius estaban claras, si había algún problema en la casa Slytherin, ese problema no duraría lo más mínimo. Ya más seguro me despido agradecido -Nos vemos esta noche en la mesa de Slytherin si queréis*- Muestro una vez más mi seguridad ante esa elección dispuesto a volver a mi compartimento.

- Oh, esa mascota. Preséntate a Slughorn, es el jefe de la casa, cuándo tengas ocasión, para explicarle el problema. 

Se para unos segundos antes de contestar a tu sugerencia.

- Knight, en el colegio es mejor que te relaciones con chicos que son algo más de tu edad. Nosotros estaremos muy ocupados, y no creo que estés buscando una niñera, ¿verdad? Si algo serio ocurre, puedes venir a mí cómo prefecto, pero no esperes demasiados favores extra dentro de Hogwarts.

Lucius hace un gesto y abre el compartimento en el que te alojas, descubriendo con cierto placer quiénes son tus compañeras.*

Alguien abre el compartimento y sorprendidas veis que es Lucius Malfoy seguido por Narcissa Black y vuestro compañero, Zane.

- Vaya, vaya, más caras conocidas. Qué sorpresa. Parece que este año los buenos nombres se hacen un buen hueco.

Os fijáis en que Lucius luce la insignia de Prefecto.

- Llegaremos a Hogwarts en una hora. Debéis poneros las túnicas y estar listas. Las cosas se dejan aquí, los elfos del castillo las llevarán a vuestros aposentos en Slytherin - dice sin dudar dando por hecho dónde os van a escoger - Cuando el tren pare, seguid las instrucciones para los alumnos de primero.

Vuelve a mirar a las niñas y no se detiene en esconder una sonrisa que mezcla satisfacción y malicia.

- Los Knight, los Prince, los Gray... Es agradable saber que hay un buen abanico que no es sangre sucia. Cuidad con quien os relacionáis en el castillo, niños... - su tono no acaba de ser claro...¿Es una recomendación o una amenaza?

-Sí, supongo que tienes razón. Además creo saber con quien me debo juntar y con quien no... y descuida, siempre que puedo prefiero arreglármelas por mí mismo pero en este caso... mejor asegurarme.

Cuando Lucius abre el compartimento saludo a mis compañeras -Hola de nuevo- Aunque ahora que lo recordaba no había ido al lavabo... tendría que aguantarme hasta llegar al castillo como mínimo lo que no me hace ninguna gracia.

Bueno, al menos no es urgente... por ahora.

Arqueo una ceja ante el úlimo comentario de Lucius -Lástima que hoy en día haya más traidores que magos de verdad- Contesto dejándole claro que sé diferenciar a mis compañías, me da igual que sea una sugerencia o una amenaza, es más... prefiero que use las amenazas por si hay alguna duda en los demás.

Recojo las cosas que había dejado en el asiento y después de meterlas en el baúl, me siento en el asiento que ocupaba antes, el cual no era ni la mitad de cómodo que el de los prefectos.

La oscuridad ya avanzaba en el exterior del tren y a mí me estaba entrando un ligero sopor. Las letras delante de mí ya bailaban y la conversación con Charlotte había sido nula. Estaba pensando dónde se había metido Zane cuando la puerta del compartimento se abrió y la rubia cabeza de Lucius Malfoy asomó por ella, seguido de Zane y me pareció reconocer a una de las chicas de la familia Black, aunque no estaba muy segura.

Una sonrisa que más parecía una mueca que otra cosa asomó a mi cara. Los nervios al saber que ya estábamos llegando me atenazaban y no sabía muy bien como reaccionar ante alguien que imponía tanto como Lucius, y encima era prefecto.

- Intentaremos llevar a la Casa Slytherin a lo más alto este curso, estoy segura... -Conocía perfectamente el funcionamiento de las casas, ya que mis hermanos me habían contado cantidad de historias escolares, pero mis palabras habían sido dichas más por agradar a mis interlocutores que por estar segura de ellas.

Con los nervios y las ganas de llegar a Hogwarts, la verdad es que no tengo hambre. Así que le digo a la señora del carrito:

-No gracias, no tengo hambre.-

Y acto seguido me pongo a hacer mimitos a Mik, que ronronea contento.

Tras un rato hablando con mis compañeros (o al menos con Lily, ya que Severus no estaba muy por la labor... al menos había aceptado una gragea) llegan los mayores y nos dicen que tenemos que cambiarnos, ¡¡qué bien!! ¡Voy a ponerme la túnica por fin!

Me levanto de un salto y cojo la túnica, poniéndomela muy emocionada. Cuando me la probé en la tienda, me encantó como me quedaba... Era una tela muuuuuuuy vaporosa que ondeaba con cada movimiento que hacía, ¡Qué ganas de correr con la túnica!

Una vez puesta, doy dos vueltas sobre mi misma, haciendo que la túnica flotase a mi alrededor con ligereza. Cuando paro, me río muy alegre y miro a mis dos compañeros.

-¿A que es preciosa? ¡Es genial poder llevarla todos los días!-opino. Después me subo hasta las rodillas mis calcetines de colores, que entre tanto brinco, se caían hacia abajo. El negro azabache de la túnica hacía que los colores chillones de mi ropa resaltasen aún más, y eso me gustaba.

Comimos tranquilamente los pasteles, el de frambuesa siempre había sido mi favorito, tía Cindy siempre me traía uno de su tienda. Buffff no la había visto desde que fuimos con mamá a comprar al callejón diagon. Ya echaba de menos a toda mi familia y aún no había pasado ni un día desde nuestra separación. 

Las niñas hablaban sobre filósofos o algo así, la verdad es que no me sonaba ninguno de los nombres que habían dado, tampoco me interesaba demasiado. Me encogí de hombros y me apoyé en la ventanilla del tren observando los hermosos paisajes, hasta que sin darme cuenta, me dormí.

Al despertar, observo desorientada el compartimiento y a las dos niñas que están en él, por alguna razón, Irina ya no está con nosotras. Me incorporo y seco con disimulo un chorro de babas que me había caído al dormir. Miro por la ventana y para mi sorpresa, el sol está ya muy bajo en el cielo, no debemos estar muy lejos ya del colegio.

Se oye movimiento fuera y al momento, un par de chicos se asoman, se presentan como prefectos y nos avisan de que en una hora llegaremos a nuestro destino y que debemos ponernos las túnicas ya. Asiento sonriente y me levanto para buscar en mi baúl la túnica que mamá dejo encima del todo.

Me giro hacia las chicas y comento con cierto nervio en la voz, pero con alegría. -¡¡¡Ya queda menos!!!-

Saludé a Deborah con una sonrisa de condescendiente cordialidad mientras terminaba de guardar el pergamino y la pluma en el maletín de mano. Como era de esperar, la elocuencia en materia de conversación de aquella chica estuvo apunto de matarme de aburrimiento. El problema de los 50 silencios de Gray es que no solo el primero era poco estimulante si no que aquello empeoraba en una depresiva espiral que al parecer no tendría fin.

Por suerte, la monotonía de aquel viaje interminable por fín fue rota por la tradicional ronda de prefectos. Al parecer estábamos apunto de llegar y Lucius Malfoy, su perfecta melena (que por cierto, podría perfectamente rivalizar con la mía, cosa que aun no tenía claro como tomarme...) y Narcissa Black, se dejaron caer para darnos sus recomendaciones en un alarde de ...¿generosidad?

-Lucius, Narcissa. -Saludé esbozando una esplendida e inocente sonrisa ante la amenaza velada del que sería nuestro prefecto, porque sí, claramente era una amenaza. -Suponiendo que los prefectos son un ejemplo a seguir, en Slytherin creo que no tendremos problemas en materias de compañias. -Respondí con suavidad.

Tentada estuve de preguntarle por su acondicionador aunque me contuve, esas cosas no se le preguntan a una ... bueno, esas cosas no se preguntan, así que opté por continuar con el espectáculo. -Por cierto Lucius -Añadí con dulzura -Mi padre me pidió que te diera recuerdos. - al contrario de la creencia popular, a un pavo le encantaba que le engordaran...-Ah, y Narcissa -Ahora que lo pensaba debería pedirle consejo a Lucius sobre su pelo. -Me encantan tus pendientes ¿circonios? -Continué con la encantadora espontaneidad de una niña de, bueno, de mi edad. -¿Cómo está tu hermana? -concluí obviando el, sí, tu hermana la loca.

- Berilo. - dice escuetamente y con cierta mirada de odio a Charlotte, cómo si acabase de insultarle. - Y mi hermana está muy bien, gracias. Se ha casado con Rodolphus Lestrange, ¿lo sabías? Y ambos están contribuyendo al mundo mágico más de lo que nadie podría. - acaba de contestar con una mezcla de rabia y orgullo.

- Tranquila, Narcissa - le susurra Licius mientras pone una mano en su cintura. - Dale recuerdos de mi parte cuándo le escribas, también. - dice mirando a Charlotte - Creo que mi padre va a celebrar una reunión dentro de poco, supongo que vuestros padres estarán por allí. Bueno, tengo responsabilidades ahora mismo. Si me disculpáis...

Parece que el hecho de entrar en Hogwarts os hace lo suficientemente mayores para que se os empiecen a confiar "derechos de mayores", cómo información y falsa cortesia. Lucius y Narcissa se alejan por el pasillo mientras él "sugiere" a los alumnos que se pongan sus túnicas.

No hya nada demasiado interesante pos los pasillos, ya que todo el mundo parece tener su "grupito" de amigos. En cierto punto, un chico mayor con una túnica y una insignia con una brillante P te dice que es hora de que vuelvas a tu compartimento.

- Debes ponerte la túnica, estamos a punto de llegar. Las cosas se dejan en el tren, os las llevaran a vuestos dormitorios.

Al escuchar las palabras de Charlotte la miro durante un segundo como queriendo decir "Llamarte idiota, es decir poco" ¿Acaso no es lo suficientemente inteligente como para saber que mas le vale llevarse bien con Narcissa y Lucius? Puede que fuera del colegio fuera, por así decirlo "igual" a ellos, pero dentro es una mosquita muerta para Lucius.

Miro a Narcissa ante sus palabras significativamente, aunque soy lo suficientemente listo como para apartar la mirada. Con lo que ha dicho y lo que hemos hablado en el compartimento de los prefectos es como sumar dos y dos.

Definitivamente, llamar idiota a Charlotte es decir poco...

Al fin Lucius se lleva a Narcissa y miro a Charlotte con una expresión fría, una cosa es ser arrogante y otra ser idiota ¿Acaso se creía que porque su hermano fuera mayor que ellos dos es más importante? Sólo había que ver la expresión de su hermano y como la seguía para saber que era un bobo que sólo se interesaba por su hermana pequeña, si me dan a elegir prefiero tener a Lucius y a Narcissa de mi parte que a ese embobado.

Al menos la respuesta de Deborah, aunque puede que tan sólo fueran una respuesta cortés, había demostrado que es más inteligente que Charlotte.

Bueno, de eso ya me dí cuenta antes...

Enarqué una ceja sorprendida al oír las palabras de Charlotte. Pero cómo puede ser tan tonta. ¿Acaso piensa que en el colegio la van a mimar y consentir todo lo que quiera? Niña malcriada y caprichosa… Aquellas actitudes eran las que tanto me sacaban de quicio. Disimulé una sonrisa complacida al ver la reacción de Narcissa y de Lucius. Desde luego eso es tener clase y no lo tuyo, Charlotte.

Haciendo caso al prefecto voy sacando la túnica de mi baúl para cambiarme. Una mezcla de ansiedad, ilusión y expectativas se mezclan al verme con el uniforme puesto. Es real… me voy a Hogwarts. Mi cara, normalmente inexpresiva, muestra una felicidad difícil de contener.  Me revuelvo en el asiento sin ganas de concentrarme en la lectura y sin parar de mirar por la ventanilla a pesar de que la creciente oscuridad impedía ver nada del exterior.

- Vaya… así que van a hacer reunión. Me gustaría poder enterarme de todo lo que dicen… -Intentaba distraerme con cualquier otro tema que no fuera nuestra inminente llegada al Colegio. Aquel no era precisamente un tema del que supiera demasiado, pero no se me ocurría otra cosa para conversar.

Aquel chico me intimidó y sin preguntar siquiera por los servicios fui de vuelta a mi compartimento.

- Ey, ya estoy de vuelta. Nos tenemos que poner ya las túnicas.- Dije mientras cogía la mía y me la ponía. 

De repente fui notando como los nervios se apoderaban de mi y empecé a notar un dolor de barriga muy común en mi cuando estaba en ése estado. ¿De qué color tendría el pelo ahora mismo?