Partida Rol por web

Aún con el dolor de haber perdido a mi compañera, simplemente camino junto al grupo y me quedo un tanto relegada a sabiendas de que Ronud puede manejarse más que bien con estas cosas. De momento no estoy para la labor de hablar sobre algo y prefiero ver los resultados ante el efecto de la bebida. Quizás obtendremos una información vital de aquel hombre y también esas preguntas que hizo el orco, vienen como anillo al dedo ya que Viera ha fallecido por curiosidad y es muy injusto aquello. 

Recordaba muy bien esta lección: nada cambia cuando mueres. Puedes ser más o menos importante, te recordaran durante un tiempo, pero en la realidad es que todo seguirá igual. Se lo dijo en ese momento y no le comprendió, pero con el paso de los días, de los meses, de los años y seguramente de los siglos que le queden de vida, esa lección se hará cada vez más patente.

-Cierra la boca- murmuró a la nada, clavando sus dedos en las cuencas vacías del cráneo que cargaba a todos lados. Al fin llegaron a la enfermería.

Snorri y Ronud pusieron rápidamente al día al clérigo que les atendiera antes, aunque en este caso le acompañaba otra persona, a quien no notó anteriormente. Six aún no sabía que creer sobre lo ocurrido, por lo que se preparó para lo peor, manteniéndose alerta y listo para lanzar sus conjuros en caso de ser necesario. Recordaba también que otro clérigo sintió curiosidad por esa carta.

A medida que Ronud revelaba los sucesos ocurridos debido a la buena voluntad de la joven pícara y, al parecer, la mala intención del mensajero de Neverwinter, Garradun Tanner, el rostro del clérigo se fue ensombreciendo. -Por Tempus...- Murmuró. Su mirada comenzó a pasear hacia los heridos, en la dirección en que Viera y el mensajero se habían encontrado hacía ya un rato. -Lamento mucho escuchar sobre vuestra amiga. El hombre del que habláis...- Se giró a mirar a la clérigo que le acompañaba. -¿Silka, recordáis al hombre que mencionan?- Se giró de nuevo hacia el resto del grupo. -Ella es Silka Berret, nos ha estado asistiendo desde hace unos días.- Volvió a mirar hacia las camillas, con el ceño cada vez más fruncido. -No puedo ver a quien buscáis desde aquí.-

De hecho, cuando todos comenzaron a mirar alrededor, se dieron cuenta que no había rastro del mensajero.

Por unos instantes, parecía que el hombre se hubiera desvanecido del lugar. ¿Quizás había escapado al poco de darla carta a Viera? Por suerte, los ojos de la elfa eran mucho más perspicaces que los de sus compañeros, y pudo ver el instante en que Garradun Tanner se colaba por otra entrada, dando una última mirada por encima de su hombro hacia el grupo.

Por unos instantes, parecía que el hombre se hubiera desvanecido del lugar. ¿Quizás había escapado al poco de darla carta a Viera? Por suerte, los ojos del elfo y de su alado amigo eran mucho más perspicaces que los del resto de sus compañeros, y pudo ver el instante en que Garradun Tanner se colaba por otra entrada, dando una última mirada por encima de su hombro hacia el grupo.