Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

La tierra de los riscos

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17/04/2008, 15:50
Pedro de Alvarado

Miró a Olid un momento, sonriendo mientras se baja el visor del almete.

-Ocúpate de los soldados.

Y cabalgó a galope tendido en ayuda de los jinetes.

- Tiradas (1)
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17/04/2008, 15:52
Diego de Ordaz

Dió cuatro pasos fuera de la formación, montante al hombro, y se giró.

-¡Capitanes, formen en cuadro! -bramó.

Usó el montante como señalización, y repartió órdenes concretas. El cuadrado debía formarse en anchura, a modo de rectángulo.

- Tiradas (1)
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17/04/2008, 15:54
Cristóbal de Olid

Cabalgó al galope, y pronto estuvo a la altura del sargento, que trotaba a campo traviesa alabarda en mano. Se giró sobre la silla, haciéndole gestos con el brazo para que retrocediera.

-¡Replieguese! ¡Al cuadro!

- Tiradas (1)
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17/04/2008, 16:40
Rouger Carandell

Se unió a los demás arcabuceros y ballesteros formando el cuadro y cuando estaba colocado, empezó a apuntar contra los indios que veía.

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17/04/2008, 17:10
Carlos Cabal

A sus ordenes, capitán. -contesta el sargento deteniendo la carga en seco y volviendo sobre sus pasos marchando al trate- ¡Volvemos al cuadro!

El oficial se abre paso entre sus hombres mientras va pensando en la lentitud de los superiores para organizar respuestas. Mas él es un mandado y la contraorden ha sido clara y precisa. Tiempos de paz decía Sandoval... ¡Los cojones! Esto es territorio enemigo y esos son cazadores que no temen a los caballos. Enviar más monturas contra hombres preparados para derribarlas es un suicidio.

En las Ordenanzas consta claramente que un suboficial tiene potestad para abandonar la formación de marcha siendo acompañado por un destacamento con el fin de dar apoyo y reincorporar a un cuerpo expedicionario a la misma. Repetimos esa maniobra una y otra vez en las campañas de África. Malditos mandos amanerados, hay que dar cobertura a los hombres.

El sargento avanza hasta colocarse junto al capitán Sandoval y el Alférez Díaz y ofrece el reporte.

La compañía está formada y lista, mi capitán. -dice con semblante serio- A la espera de órdenes.

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17/04/2008, 18:47
Martín Mínguez de Villadiego

Los salvajes huían... Y el ejército se aproximaba... Con esta suerte de cojón de pato igual termina saliendo todo bien...

- "Vamos, Cristóbal, muchacho... Sube a la grupa, por tus muertos... Sé que te duele la pierna, pero no podemos quedarnos aquí"

Joder...Cómo pesa el condenado... Trabajosamente conseguí acomodar a mi camarada en la grupa de Satanás y piqué espuelas.

- "¡Agárrate bien, no vayas a caer!" Sus brazos se cerraron en torno a mi torso y lancé a mi bestia al galope, a tiempo de ver como dos jinetes se nos aproximaban... Uno de ellos parecíame D. Pedro de Alvarado. Las tropas se reorganizaban en torno a la entrada de la muralla...

Y ahora quieren hacer frente a esa muchedumbre... No sé en qué estarán pensando. Estamos mejor equipados, pero... Son demasiados... Demasiados... Sólo nos queda batirnos y matar a tantos como sea posible... Ay, Cristo de las Mareas...

Los dos jinetes que se nos aproximaban estaban casi a nuestra vera, atendí por si me hacían algún gesto o indicación... Si no, llevaría al buen Cristóbal lo más rápido posible al cuadro que se estaba formando. Maldición...Cómo sangra el pobre... Necesita atención ya, pero ya.

- Tiradas (2)
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17/04/2008, 22:24
Director

Mínguez consigue subir al jinete caído sobre Satanás, y huye del lugar con premura. Sin embargo, se cruza con Alvarado, que alancea a un indio que le perseguía con muchas asaduras.

En ese momento, los españoles dispuestos en formación (con el tren de bagaje al centro, incluyendo mujeres, mulas y demás impedimenta) ven emerger de la colina a un verdadero ejército. Los hombres están formados grupos, donde destacan las banderolas de los oficiales, que llevan en palos atados a la espalda y están hechas de plumas simulando formas caprichosas o siluetas de animales. Los soldados indios van bien uniformados con escaupiles de algodón, teniendo mangas y perneras los de sus oficiales, empuñando lanzas, macanas, espadas de obsdiana, arcos y flechas. Las caracolas llaman a la batalla, y los enemigos se disponen en formación, formando un ancho frente de batalla mientras las líneas de atrás conservan su estructura a modo de cuadro para permitir repliegues y reforzar la presión sobre el frente.

En ese momento, veis también como Pedro de Alvarado se detiene, jinete solitario frente al enemigo, y con mucha parsimonia se alza el visor y escupe al suelo, provocativo. Llueven sobre él flechas y azagayas, mientras coloca su montura de costado, manoteando en un trote casi lateral. Luego, gira grupas caracoleando con arte y sobervia, replegándose sin pavor ante el enemigo, chulesco, altivo y señorial, mientras las flechas vuelan en torno a él. Sin duda, los tiene bien puestos.

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17/04/2008, 22:32
Gonzalo de Sandoval

Cabal había vuelto, y ya no podía disimular su enfado. Se paró a tres centímetros de él, mirándole a los ojos.

-Sargento, tome a los hombres que han roto la formación y refuercen a los arcabuceros y ballesteros en el muro.

Era apartarle de la primera y honrosa línea de combate. Un deshonor, para hombres como aquel. Pero ya hablarían luego, largo y tendido.

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17/04/2008, 22:40
Fernando Díaz de la Vega

Miró a ambos hombres, e intuyó que se escondía detrás de la mirada de Sandoval. Cabal podía ser un buen aliado cuando vinieran a prender a Cortesillo.

-Mi capitán -dijo- Solicito humildemente permiso para llevar la enseña de la compañía a la muralla, y que el sargento y sus hombres me ayuden a defendera.

Parpadeó.

-Es el lugar más seguro del campo de batalla -añadió.

- Tiradas (1)
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17/04/2008, 22:43
Gonzalo de Sandoval

Parpadeó, mirando al alférez. Aquel hombre era muy reservado, y no parecía un gran militar. Sin embargo, tenía razón en sus palabras, y el tono le convenció.

-De acuerdo -dijo, escueto.

Entonces dió dos pasos, dejándolos aparte, y se cercioró de que los hombres estuvieran bien colocados y preparados para el combate.

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17/04/2008, 22:57
Martín Mínguez de Villadiego

Dejé al buen Cristóbal en el centro del cuadro, al cuidado del personal auxiliar. Maldita sea mi estampa y la puta madre que pario a estos seres oscuros y demoníacos y a todos los de su nauseabunda y salvaje raza... Me puse derecho encima del caballo, tomé mi lanza y me dirigí al trote ante la presencia del sargento Loa.

- "A sus órdenes y dispuesto para la acción, señor"Quiera Dios que salgamos vivos de aquí, por todos los santos...Ay, ay, ay...

Miré al horizonte, observando la progresión de los indígenas... Moriríamos o morirían muchos. Y como sobreviva, esa indígena traidora que nos ha traído a la emboscada lo pagará caro, por todos los demonios del infierno... Dios quedará contento con nosotros, le vamos a llenar el infierno de almas de infieles.

Hice caracolear a Satanás mientras le acariciaba el cuello...

- "Pronto los pisotearás, mi buen amigo, pronto... Los machacaremos sin piedad"
Los machacaremos...¿Los machacaremos? Tal vez nos machacarán ellos, pero cumpliré con mi parte matando a tantos como me sea posible.

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17/04/2008, 23:13
Carlos Cabal

Capitán.

Esa fue la contestación del sargento mientras mantenía la mirada a Don Gonzalo de Sandoval. Después, escuchó las palabras que el alférez intercambiaba con el mismo que miraba y se retiró acompañándolo. Los hombres y el sargento formaron en torno a la bandera de su Majestad y aguardaron preparados desde segunda línea la acometida enemiga.

¡Atentos!

"Por España, y aquel que defenderla quiera, honrado muera. Y aquel que traidor la abandone, no tenga quien le perdone. Ni en Tierra Santa cobijo, ni una cruz en sus despojos. Ni las manos de un buen hijo... para cerrarle los ojos."

Mientras posicionaba a los hombres iba recordando las palabras de su padre, que Dios tenga en su gloria. Aquel hombre siempre supo estar en su lugar y cumplir con sus superiores. Parecía que Cabal y su orgullo encontraban algunos problemas para hacer lo mismo. Ni todos los mandos son justos, ni todas las órdenes sabias.

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18/04/2008, 15:15
Fernán-Nuñez "El Cartagenero"

Vi el enojo de Cortés con Cabal:

"Menos mal que yo no seguiría a Cabal ni en un desfile"-pensé.

Una vez más me santigüé e hice algo que ya tengo por costumbre, hacerme paso entre mis compañeros hasta colocarme en primera línea de combate.

"No tengáis miedo, a más moros más ganancia"

Notas de juego

Cabal, lo siento, jaja pero mi personaje es el típico español que dice que sus jefes son unos inútiles, aunque el sea el peor.

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19/04/2008, 15:04
Juan Miguel de Quart

-Uffff, vaya problemático.
Veo cómo Cortés le ehca una mirada poco amigable a Cabal. Si Pedro de Alvarado y mi compañía se quedan quietos,...pues yo no me muevo.
Ya no sólo el frío, el calor, lo indios; ahora también tenemos caos en las filas. Si es que hay que ...-muevo la cabeza- Mejor me voy a la formación y ocupo el sitio que me corresponde y a ver cómo termina esto.
Pero en un santiamén la cosa se reorganiza y se van preparando los soldados en sus respectivos cuadros.
Me muevo entre la tropa para ocupar mi lugar con los otros ballesteros y estar atentos a las futuras órdenes.

Notas de juego

Siento lo del edite, pero tenía un par de gambazos gramaticales y me daba cosa dejarlos en plan público,\^^/

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19/04/2008, 15:26
Juan Miguel de Quart
- Tiradas (2)

Notas de juego

Primero he tirado por táctica para ver dónde carajo está toda la gente y dónde nos van a dar la primera embestida los indios...he fallado así que a discreción del master.

Segundo he tirado para distinguir, cuando empiece el combate y estén a tiro, a algún indio con dotes de mando (plumaje excesivo, alguien seguido por sus hombres,...) y poder endiñarle un ballestazo entre ojo y ojo.

P.D.: Me voy un par de días y no veas la que me montais, si es que no se os puede dejar solos.\^^/.

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21/04/2008, 20:35
Ameyal Tonatzin

Parecía estar ocurriendo algo más adelante, las cosas no andaban bien y es que ese camino si no me equivocaba, nos condujo directamente a las manos tlaxcaltecas. Sentí un escalofrío recorrerme, por los gritos que podía escuchar adelante pero habíamos de continuar por lo que podía ver pues la fila no se detuvo sino que continuó su marcha. Miré en derredor, segura de que por allí debían estarnos vigilando, segura de que podíamos morir en un instante. No morí cuando mataron a mi padre y voy a morir ahora con un montón de pálidos. En fin, el destino era el destino y elevé una oración a Hitzilopochtli para que no desamparara nuestro camino, más no podía hacer.

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23/04/2008, 09:17
Francisca Díaz de la Vega

A ratos sentía que las fuerzas le fallaban y que no sería capaz de soportar mucho más.

El frío lo pudo sobrellevar relativamente bien, el grueso mantón que llevaba le había ayudado, pero con el calor era diferente, no había forma de evadirlo y el sol le laseraba la piel tanto o más que el frío mismo.

Francisca estaba segura que de no ser por el jumento se habría transformado en una pesada carga y con la misma certeza sabía que de haber ido a pie, cosa que ya de por sí le era dificultosa, habría muerto desbarrancada... si hombres de armas, soldados, incluso los mismo indios acostumbrados a vagar por esos parajes trastabillaban, con mayor razón lo habría hecho ella.

Fueron tres largos días, pero al fin llegaron a Iztaquimaxtitlan y allí pudo reponer fuerzas y atender a los heridos. Los días que pasaron en ese lugar los aprovechó para observar a los indios, aprender algo de sus costumbres, el modo en que sobrevivían y algo de su idioma, una que otra palabra, básicas en realidad, pero confiaba en que de algo podrían servirle. En esos días se le ocurrió que la persona más idónea para ayudarla en ese aprendizaje sería Ameyal. En cuanto tuviera oportunidad de hablar con ella con calma se lo pediría, puede que Ameyal rechazara enseñarle, pero se dijo que nada perdía con preguntar.

Reemprendieron el viaje, todo parecía ir bien hasta que de pronto, pese a ir casi al final de la columna, pudo percatarse que había una muralla que cerraba el paso. Desde el lugar en el que estaba no podía ver su altura, pero si la longitud y ésta no era poca... su intuición de mujer la hizo ponerse alerta, definitivamente aquella muralla no le daba buena espina.

No se equivocó.

El alboroto sucedió en cuestión de minutos. Los indios les habían emboscado y ahora a los ruidos de la naturaleza se sumaban los gritos de los hombres animando a atacar en nombre de Santiago.

La fila se había roto, un hombre yacía herido en el suelo, sus compañeros lograron ponerlo sobre resguardo y Francisca, todavía sobre el jumento, pidió que la llevasen hasta él.

Notas de juego

Perdón por lo kilométrico, pero es que tenía que ponerme al día...
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Ésto es para el Master

Spoiler (marca el texto para leerlo):

03:25 AM son para mí y a las 09:00 AM debo despertar... Targul (ya te diré un par de cosas en privado) me debes por lo menos 2 horas de sueño... ya verás cuando me las cobre... sí ya se, ya se... culpa mía por andar de vaga :P

EDITO:Retiro lo anterior, has dormido menos que yo... ¡Vamos! que de milagro has dormido un poco :$

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25/04/2008, 15:19
Director

El enemigo se organiza en la colina, mientras que los españoles y los 5.000 guerreros del cacique totonaca Mamexi toman posesiones. Los españoles forman el cuadro de terreno, compuesto por infantería con los lanceros delante y los rodeleros detrás, prestos a acudir a proteger a los primeros. Las líneas se preparan al relevo y en profundidad, para que los hombres de la primera fila no se fatiguen excesivamente y el esfuerzo sea repartido entre todos los soldados.

Arcabuceros y ballesteros son mandados por sus sargentos, y dispuestos sobre la muralla con una pequeña escolta de 14 soldados de espada y rodela y el pendón real en manos del alférez Fernando Díaz de la Vega. Las piezas de artillería están dispuestas y protegidas por los indios aliados, apuntando hacia el enemigo. La caballería, al mando de Alvarado, aguarda en el ala izquierda la señal para flanquear al enemigo y perderse entre sus formaciones, buscando matar a sus oficiales y sembrar el pánico.

Las caracolas llaman al combate, y los otomíes chocan armas contra escudos, apellidando a sus dioses y dándose ánimos con voz horrísona y potente.

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25/04/2008, 15:25
Hernán Cortés

Cortés miró la brújula una vez más, mirando de reojo la muralla. Esperaba que no la escalaran más arriba, y les rodearan. Pero contaba con el factor de la codicia. Querían prisioneros, y sabía cual era su táctica. Los altos en los que estaban situados eran una buena posición, y no parecían tener intenciones de avanzar.

-Maese Torres -dijo al jefe de los artilleros- Saludeles con bala rasa. Hay que ponerles nerviosos.

Se giró a Ordaz, mirándole a los ojos.

-Infantería tranquila y preparada. No quiero locos.

Miró el sol y la sombra que formaba con la muralla. Debían ser las doce de la mañana. Mala hora para una batalla, con tantas calores.

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25/04/2008, 16:26
Joaquin Torres

Los indios se preparaban para el combate, pero no avanzaban. Era hora de animarles a ello.

-¡Bala rasa, caballeros!

Supervisó la maniobra de carga de las piezas, y que todas llevaban los pies de cabra exactos metidos bajo la cureña. Tomó personalmente el botafuego del primer cañón, inflamando la pólvora del oído.

-¡Fuego!

Los cañones tronaron, y las balas surcaron el aire, entrando en las apretadas formaciones enemigas como sedientas de sangre. Casi cien indios no se volverían a levantar jamás.

- Tiradas (2)