Partida Rol por web

Los pocos enemigos que quedaban fueron callendo bajo los golpes del grupo. Cuando no quedo ninguno en pie se dedicaron a desenterrar a los caidos. Mientras sus compañeros desenterraban a orphanos, Thokk fue donde estaba enterrada Envy y empezó a cavar con sus grandes manos. Al cabo de un rato, noto como sus manos tocaban algo. Parecia que habia encotrado la cabeza en Envy pues sus dedos habian encontrado pelo. Rapidamente intento hacer el agujero más amplio para que pudiese respirar y cuan grande fue su sorpresa cuando no habia encontrado la cabeza. Aquello parecia un brazo, pero estaba lleno de pelo... Thokk no era capaz de enteder eso, pero aquella cosa estaba en el lugar donde Envy estaba enterrada, asi que siguio cavando. Cuando termino de desenterrarlo descubrio que aquella cosa llena de pelo era en realidad un hombre lobo. Confuso se alejo unos pasos y se quedo plantado con el hacha en la mano.

¿Envy?- pregunto inseguro.

Alese observó como el nuevo clérigo gastaba dos conjuros poderosos en curar a sus amigos. Por un momento le invadió la cólera por haber sido ignorada y despreciada de ese modo, luego se calmó. Incluso los clérigos del bien podían ser gilipollas.

- Gracias por la confianza, si ahora nos atacan de nuevo esos conjuros podrían haber sido vitales, y yo podría haber curado a tus compañeros sin esos sacrificios. Y antes de que nadie quiera seguir gastando absurdamente sus recursos curativos, que los heridos se acerquen... 

Y la misma luz que antes había usado para aterrorizar a los zombies emanó ahora de ella, la misma sensación cálida y aterciopelada, sólo que esta vez era milagrosamente curativa, y las heridas se cerraban, poco a poco, pero se cerraban por completo.

- Bueno, ¿para que desaprobechar un buen conjuro...? -pensó Yoru para si mismo encogiendose de hombros y acercándose a Alese. Notó la sensación cálida que emanaba de ella y que cerraba sus heridas. Luego le hizo un gesto de desaprobación con el dedo mientras lucía una de sus sonrisas lobunas y desquiciadas, y se le acercaba para susurrarle, de maner cómplice- No deberías ser tan sárcástica, Alese... Recuerda que si tu te vuelves una borde, ¿tendré que ser yo quien dulcemente sane a esta gente...? -un guiño cerró la broma mientras volvía a separarse de Alese y dejaba que la magia curativa siguiera su curso...

Con un suspiro de alivio, Wolkot se quitó el casco. Ese pedazo de lata parecía que se habís ido haciendo cada vez más pequeño, robándole el poco aire que había en su estrecho espacio.

Despacio, sintiendo como cada músculo y cada articulación le dolía, se acercó a la joven sanadora dejando que le impregnara con su calidez.

Miró a Yoru...no está mal para un jovenzuelo cabeza de chorlito.- le dijo con una media sonrisa en la boca

Gracias niña....que tu dios te siga bendiciendo con estos dones.- diijo a la joven con más resspeto de lo que sus palabras dejaron entrever

...no está mal para un jovenzuelo cabeza de chorlito...

- Tampoco para un abuelete enlatado...

Yoru le dedicó una de sus sonrisas desquiciadas y antinaturalmente amplia, con los ojos muy abiertos y le dió una palmadita en el hombro al veterano combatiente.

Me limito a esperar lo que dice la paladina Ashlyn, pero no tengo remordimientos en haber utilizado mis artes curativas. Estaban a punto de morir y si no lo hubiera echo habrían caído.

Una vez que terminó el combate, estiré mis brazos e inspiré profundamente. Aunque era un hedor putrefacto, daba igual. En esos momentos, a mí me olía a victoria.

No tuve tiempo para ayudar a desenterrar a nadie, y tampoco me acerqué a Alese porque no estaba herida.

Querida, ¿te sientes bien? pregunté a Alese mientras veía que estaba muy cansada.

Mmm... Yoru, por cierto dije girando mi cabeza creo que tú y yo tenemos algo pendiente añadí sonriendo picaramente.

Como poco más se podía hacer, me acerqué a los cadáveres y empecé a rebuscar por si tenían algo de valor

Ya daba todo por perdido  hasta el punto de   encomendar mi alma a Pelor y resignarme a   morir  enterrado pero de  repente  unas  manos tiran de mi y  me devuelven a  aire libre.Poco a   poco recupero el resuello  y la respiración agitada  se   va calmando, abro los ojos  con  cuidado y la luz  me ciega    hasta que  consigo  acostumbrarme.Gracias  por sacarme , ya me veía    perdido y sin salvación

Tras escasos segundos, finalmente Igor consiguió liberarse del enterramiento, saliendo dispuesto, pese a la agonía sufrida, a seguir en el combate. Se puso de pie mientras notaba el entusiasmo de su fiel Ocaso, y tras frotarle rápidamente la pelambre de la base inferior del cráneo, como agradecimiento a su preocupación y ayuda, miró el panorama en busca de un enemigo al que abatir. Sin embargo vio como los últimos enemigos caían bajo el poder de Alese y las armas de Quenya, Thokk y Woltok. Así que, recordando que no había sido el único en ser sepultado se dirigió inmediatamente a ayudar a sacar a los que no habían conseguido salir todavía, dirigiéndose primero hacia el lugar donde había visto sepultar al primero y siguiendo a los demás compañeros para ayudar a sacar al resto.

No fue poca la sorpresa que se llevó cuando al excavar para sacar a uno de los compañeros, un hombre lobo ocupaba su lugar, su primera reacción instintiva fue llevarse la mano al cinto para desenfundar el arma. Pero rápidamente se calmó al ver que Ocaso lamía la cara de aquella criatura. La escena de la taberna empezaba a cobrar sentido. Tras el gesto instintivo, se relajó y tendió también su mano a Envy, junto a un extrañado Thokk, para que pudiera salir.

Una vez todos fuera y viendo que el combate había terminado al menos momentáneamente, tras la oferta de Alese, se percató de que estaba magullado, nada especialmente serio y de lo que no pudiera encargarse el mismo. No obstante ante la insitencia de Alese tras las palabras del caballero que se les había unido instantes antes de entrar en la plaza y sabiendo de la importancia recuperar todas las facultades los más rápidamente posible antes de que tuvieran que encarar una nueva amenaza, se acercó y le dijo - Yo estoy algo magullado -

Tras sentirse recuperado por la energía revitalizadora que emanaba de la sacerdotisa y darle las gracias, miró el perímetro para comprobar que había en aquella plaza, sorprendiéndole que quedaran en pie dos establecimientos. - Antes de relajarnos convendría asegurar la plaza o abandonarla directamente y volver por el camino que hemos venido.- señaló para luego alejarse con cautela, seguido de Ocaso, en dirección a la tienda de ultramarinos.

Envy sentía como el pecho le oprimía, era horrible. Pero seguía luchando por salir, no podía morir en ese pueblo muerto en medio de la nada. Su horror iba de ir muriendo poco a poco ahí bajo tierra y en el de sus compañeros rodeados de muertos vivientes.
Ya ni podía pensar en cómo iba la batalla cuando la atraparon. Seguía escavando, y cuando sintió el rose de algo, y que la tierra se movía, su voluntad tomo renovadas fuerzas, con las que siguió intentado salir.
No daba de sí el sentir otra vez aire en sus pulmones, cuando sentía que salía, y sentía el olor del aire, e de la muerte, sudor de sus compañeros y demás, y no solo el de la tierra. Se agito sobre si misma como haría cual perro para quitarse la tierra de encima, y dio literalmente una sonrisa lobuna a sus liberadores, pero más que nada a Thokk, no sin sentir un leve dejo de dolor al verlo asustado. Uno diría que luego de años como chica lobo se acostumbraría a las reacciones, pero la verdad era que no.
-Soy yo Thokk… Envy, la niña lobo- Le dijo en voz baja. Luego sintió un rápido movimiento de algo, y como un lobo se paraba en sus patas traseras para lamerle la cara, con lo que no pudo evitar sonreír ante la muestra de afecto de Ocaso. Cosa que ya pudo con ella y le obligo a soltar un par de grandes lagrimones que el perro le quito. Ahora en esta forma era un poco más alta, y grande, con lo que no quedaba tan pequeña frente al resto, aun si era más pequeña que Thokk. Luego se lo quito de encima con gran cuidado, y le acaricio el pelo.
-Sien… siento no haberlo dicho antes...- Dijo apenada y con voz monótona. Se alegro que Igor se diera cuenta. Lo siguiente que hizo fue dar una orden mental, y ante el resto como si fuera una acción común extendió el brazo, atrapando a su cimitarra que voló del lugar en el suelo donde había caído a su mano, para luego envainarla. Ella quería decir más, pero no sabía realmente que decir. Lo siguiente que pudo emitir fue una muestra de dolor, ya que tenía varias unas cuantas heridas. Al parecer en la conmoción del momento no todo habían reparado en ella, con lo que dejando otra vez que el calor recorriera su cuerpo sintió como el pelo desaparecía, sus músculos se transformaban, y también sus huesos. Con lo que en unos segundos frente a Thokk, Ocaso e Igor, se encontraba la pequeña Envy, algo magullada y con cortes, y aun con tierra encima. Y así y todo se acerco con paso lento a Alese para que le ayudara con sus heridas.

Vaya Envy, pareces una caja de sorpresas. - dijo divertido una vez pasada las sorpresa inicial.- ¿Porque no me habias hablado antes de tu "peludo secreto"?- Comento alegremente a Envy mientras se  acercaban a Alese. Una sensacion calida invadio su cuerpo cuando se llego a ponerse al lado de Alese.

Buen trabajo Alese, eres un hacha en lo tuyo. - le animo mientras le revolvia el pelo con su enorme mano. ¿Que seran aquellos carteles? pregunto en voz alta señalando a las unicas tiendas que quedaban en la plaza.

Había perdido la calma, la respiración y el temple, pero nunca su fe en Pelor, sabía que de una manera u otra el dios sol orquestaría en mundo para salvar a sus seguidores. Una cuadrilla de desenterradores le ayudaba a recuperar el aire mientras tosía y escupía tierra. Haiayel cerraba sus heridas y Orphanos parecía también desenterrado, con una mirada recorría a todos los demás que habían aparecido en la plaza y un mueca de tristeza denotaba que no había encontrado a quien buscaba.

Inspirando con fuerza se incorporó y golpeo aquí y allá en su armadura para deshacerse de la tierra y cascotes que ensuciaban su preciada coraza. Lo primero fue una sonrisa hacia la brillante adolescente que despedía luz. Luego llevó su acorazada mano al dorado disco solar y con una ligera inclinación de cabeza agradecía a todos.

Gracias a Pelor y a la luz que ha guiado vuestros pasos en nuestra ayuda... Mi nombre es Ashlyn y por la gracia del sol que mis compañeros y yo estamos en deuda con vosotros.

Iba a continuar hablando pero entonces vió a un licantropo emerger de la tierra; los ojos como platos, su cara se volvió rígida de nuevo y llevó la mano al pomo de sus espada.

No me había percatado de lo que hacía el resto de los presentes, había estado ocupado tratando las heridas de Ashlyn y Orphanos, pero cuando la paladina se dirigió al grupo vi lo mismo que ella.

Al momento en mi mano sostenía mi maza con fuerza, aunque un licántropo no es una criatura tan horrible como un no muerto, sigue siendo algo impuro.

Sí, sí, menos mal que ese tal Pelor es tan majo, si no, ¡ahora serías comida de muertos! !Ja! Dije mientras levantaba la vista hacia los nuevos.

Me fije en que sus cuerpos se tensaban mientras miraban a una dirección. La seguí y vi que miraban a una licántropa...

Envy, como no pensé sonriendo.

Pero la actitud de los otros no pasó desapercibida para mí, así que apoyando las manos en mis caderas, les grité:

¡Eh! ¡Tranquilizaos! ¡Antes de tocarla un pelo ir rezando a vuestro Dios por si se me ocurre sacar las garras! 

Los gritos de Queya llamaron la atencion de Thokk. Al parecer los hombres a los que habian rescatado miraban a Envy mientras sostenian sus armas preparados para actuar en caso de ser necesario.

¿Porque no bajais las armas y mostrais un poco de agradecimiento? Al fin y al cabo ella se ha jugado la vida por salvar la vuestra sin  conoceros de nada.-  dijo con tono calmado mientras les dirijia una dura mirada aun con su Gran Hacha en la mano.

Alese mostró su medalla a la paladina, sonriendo.

- Parece que servimos al mismo dios.

Después, como todos, miró hacia Envy, sólo que no pareció darle la menor importancia.

- La he visto luchar, no creo que sea maligna, pero tú eres una paladina y tienes un modo sencillo de saberlo. De todos modos, no es culpa suya, o lo ha heredado o la han mordido, y en cualquiera de los dos casos no es una decisión que haya tomado. La decisión es qué hace con ello, y por ahora ha sido una leal aliada.